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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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Ten es joven y centímetros menos cuando JaeHyun observa que ya no puede más – lo que sea que eso signifique a los cinco años, pero mamá le repite cada vez que papá huele preciosamente diferente a mamá–, que Ten estaba harto.
             Pero que culpa va a tener JaeHyun cuando lleva más de una semana hablando sobre los colores que su tía le ha comprado recién. Habla del rosa, del verde, del amarillo, habla hasta en el almuerzo con los piececillos colgando y Ten bebiendo botella pequeñita de plátano a su lado.
             Pero es que, JaeHyun tiene cinco años y no entiende porque el sólo mencionarle hace que todo el enojo recorra el menudito cuerpo de hyung.
             ( No debe ser mucho, piensa. Ten hyung es tan pequeñito y bonito)
             Lo que tal vez JaeHyun no entiende a su larga vida de cinco años (próximos seis, y Ten hyung debes ir a mi fiesta), es que Ten no se molesta porque hable de sus colores todo el tiempo, sino que le preste más atención a los colores, objetos inanimados, que a él mismo y por tanto, termine hablando de colores todo el tiempo–
             Es lo mismo, pero con cinco y seis años las palabras parecen tan diferentes como una a, o una i (porque son las únicas letras conocen), la cosa es, que Ten es su único amigo, y cuando le ofrece su azul, JaeHyun solamente le toma y vuelve a lo suyo con los demás colores.
             Pero es Ten un día que ya no puede más, porque JaeHyun descaradamente rechaza la invitación a ir a comer pastel a su casa. Y es que algo anda mal, porque JaeHyun no rechaza nunca tal invitación –cinco o veintidós años después–, pues le encantan los pasteles que mamá de Ten hace.
             «— ¿Por qué no quieres venir? —pregunt�� Ten con su vocecita a punto de romperse, de la ira que siente en pequeño cuerpo y cabecita caliente.
             — Es que tengo algo que hacer, —acá JaeHyun tiene cinco años y apenas sabe de la vida, porque de haberle sabido antes, habría huido despavorido—, pero guárdame un poco y te visitaré otro día.
             «—¡No! ¡Ya no vayas ni nunca ni hables nunca más!—» Ten hyung sale corriendo con sus piernas cortitas y ese traje de marinero que mamá de Ten le trajo de donde está su casa-casa.
             Y aquí corren dos vertientes, porque de saber que doce años después Ten le golpearía por salir con una niña llamada Yeri, hija de la amiga de su madre, pues JaeHyun siquiera habría corrido tras él.
             Pero Yeri es una bebé que apenas está en cuna ( y solo duerme y come y berrea, y JaeHyun ya le odia por ser tan llorona), y JaeHyun corre más rápido porque es más alto y Ten hyung es su amigo.
             Y tiene su azul.
             —¡Ten hyung! —
             Son sus piernas cortas o que Ten desapareció por las calles, que JaeHyun no le ve ese día o los tres siguientes.
             Sino hasta que asoma detrás de la falda de mamá, cuando le dice que "por favor vayan porque Ten me necesita", y saluda de breve a su mamá de Ten antes de echar a correr con mochila al hombro hasta la habitación del bulto humano que apenas y reacciona cuando escucha el sonido de la puerta de su cuarto abrirse, cortesía de Jung YoonOh y su gorra de béisbol regaló de papá desde Chicago.
             — Hyung, ¿estás enfermo?— Y bulto se mueve negando—. Qué bueno, creí que estarías muy enfermo, tú nunca faltas a la escuela —dijo JaeHyun sentándose en la cama sobre la poke-bola de Snorlax sin invitación o voz del dueño que le invite—. ¿Recuerdas los colores que mi mamá me compró?—
             Chittaphon confiesa, cuando YoonOh y él son lo suficientemente grandes para que YoonOh sepa pronunciar el nombre de familia del primero, que existía el instinto de hacerle tragar los –malditos– colores y de empujarlo de su cama.
             Ninguno paso.
             porque
             — Se los pedí para poder pintar esto. —JaeHyun sacó de mochila una página—. Lo practiqué mucho porque quería que quedara bonito, pero no sé si está bien, es para ti.
             JaeHyun a sus cinco años tiende la hoja al bulto y apenas brota una cabeza su corazón palpita porque es en definitiva, mucho más bonito que Yeri bebé con vestidos pomposos.
             El cielo nocturno se rodea por mucho colores, azul, rojo y púrpura. Ten no entiende por qué su amigo le da eso que parece más Picasso que Renoir.
             «—¿Esto es para mí? »
             —Sí, tú me dijiste que querías ver una aurora boreal, pero mi mami dice que ir al lugar donde se pueden ver es muy costoso, así que mientras seamos niños, eso es lo único que puedo darte… —hizo una pausa—, ¡pero te prometo que cuando seamos adultos iremos a verlas! Así que no estés triste, por favor.
             JaeHyun tiene cinco años y su corazón hace boom-boom-boom muy fuerte, finalmente encontró con quien compartir su caja de colores
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Jaehyun es rojo y Ten es azul. Pero Jaehyun no puede quedarse en su lugar, jamás. Nunca.
Y el quiere todos los colores: verde, amarillo, anaranjado, violeta… ¿Azul?
Él se acerca a todos los niños y se queda con los colores, no siempre los pide, a otros se los arrebata y se sienta en su pequeña sillita roja y colorea obras de arte con crayones de cera.
Ten lo mira, y se mira Y piensa … ¿Azul?
Ten lo vuelve a mirar y Jaehyun está ensimismado, concentrado y a Ten le encanta, pero no le dice aunque quiere. Quiere tocarle los hoyuelos porque es como hundir sus dedos en algodón de azúcar.
Azul.
Jaehyun se para una y otra vez a buscar colores en los otros y se sienta y otra vez los recoge pero nunca los devuelve, se queda con todos aún si sólo son trozos.
Ten se mira otra vez y mira su dibujo. Esa casa con el lago de un lado y un prado al otro. Con el sol sonriente y un gato en el tejado. Si, un gato.
Otra vez Jaehyun se pone de pie y Ten aprovecha de espiar su trabajo y como era de esperarse era una jodida obra de arte. Rayas, ondas y líneas como el barullo en su cabeza. Ten no entendía cuanta hermosura había en esa pequeña y castaña cabeza. Como es que esos ojos, afilados como daga podían ver el mundo de aquella forma. Jaehyun vuelve y Ten se aleja corriendo y piensa que un poco de azul no se vería mal en su pintura.
Seis, seis puñeteros años y cuanta confusión en tan pequeño ser. Por que a sus ojitos de aceituna le parecía que el de cinco años y arte por sus venas era casi una divinidad (casi porque sólo tenía cinco años, Imaginen después)
Ahí viene otra vez el huracán Jaehyun a batir sus pestañas en señal de concentración sobre su hoja y ahora Ten se es el que se para y se sienta. Se para, se acerca, le mira y se va. Se para, se acerca, le mira y… se queda.
Se queda y sin decir nada, aunque con el ceño un poco fruncido, ahora viéndole casi como si lo regañara, extiende su crayon azul. Y espera que lo use, que pinte el cielo con estrellas y galaxias pero de azul. Que se pinte él de azul porque Ten era rojo, cada vez que lo miraba era azul y rojo. Más rojo que azul. Quería que Jaehyun fuese azul.
Quería que fuesen púrpura.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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— Mamá ¿Qué es casarse? — Pequeñito cuerpo de grandes ojos observa a la mujer ladeando su cabeza expectante a la respuesta.
— "Casarse es cuando dos personitas se quieren tanto tanto que deciden pasar el resto de su vida juntos."— Intentó ella explicarle a la curiosidad con piernitas de la manera más fácil para que pudiese entender pero, la curiosidad es genética entonces pues Mamá quiere saber porqué pequeño Ten pregunta tal cosa.
Culpemos a las películas románticas, a las parejas por la calle e incluso a la maestra que se enamoró del director y murmuraba a otra maestra que el director le había propuesto matrimonio. Hunter bebé sonríe amplio con brillo en sus ojitos y luz en sus mejillas.
—¿Entonces puedo casarme con Jaehyun? ¡Quiero casarme con Jaehyun!—
La mujer pestañea un par de veces y sonríe enternecida. Ten era la inocencia en vida y le revuelve el cabello. —"Entonces, debes crecer siendo un buen hombre para YoonOh y cuando seas mayor hagas este sueño realidad."—
Esa tarde, es alegría corriendo y sujetando su gorra de que el viento no se la lleve. Corre porque Dasein le espera, siempre siempre espera, aunque rechina los dientes y aprieta los puños.
Espera.
Y es esa tarde en la feria que con una manzana confitada, roja como el alma de Jaehyun, rojo cálido como la sonrisa y los hoyuelos en sus mejillas, Ten le lanza.
— Cásate conmigo.— Y le extiende una margarita púrpura, sintiéndose ansioso y corazoncito de avecilla late como si hubiese corrido una maratón.
Es Hunter años más tarde, riendo con suavidad tras recordar el evento, es manos torpes no pudiendo hacer el lazo de su corbata y manos sudorosas. Chasquea la lengua y sintiéndose como que regresara al kinder, se voltea a ver a su madre para que le arreglara el cuello de la camisa y le ayudara con su corbata. Años sin estar tan cerca de aquella mujer, ya no tenía que alzar el rostro para observarla y tenía arrugas en lugares que jamás pensó. Eran marcas de la edad, sabiduría y seguía siendo la mujer más hermosa en su vida.
Ella era orgullo y también suelta una suave risa mientras quita las pelusas del hombro de su bebé. Sabía que Han podía ser consistente y en realidad era impresionante entender que había logrado hacer al joven YoonOh su pareja de toda la vida. —Estoy orgullosa de ti.— Es una sonrisa acompañada de una lagrima que destella sobre las mejillas de mamá. Mismas que él quita con sus pulgares y las reemplaza con un beso.
Hunter siempre repite que es creyente en el destino. Dice que de alguna forma estaban destinados a conocerse sin importar la instancia, el cómo ni el por qué. Cree que son manos que cuando se entrelazan encajan a la perfección, como cuando jugaban lego ahí, en el kinder. Es una sensación extraña la que le recorre el pecho, porque es querer llorar y reír y gritar y otra vez llorar todo junto y al mismo tiempo. Felicidad asentada en su pecho en forma de bomba que amenaza con explotar cada vez que Dasein sonríe o le dice que lo ama. El terror viene después y la bomba se vuelve nudo en su garganta y lágrimas que retiene a toda costa porque no hay azul sin rojo. No hay púrpura si el rojo no está. Y madre mía, nomehagasfaltanunca.
Dasein es palabras hermosas, niño precioso.
Te amo, te amo, te amo.
Y él es sentimientos, porque Hunter tontito no sabe de pronto no sabe hablar y no salen palabras de su boca más que absurdos titubeos. Mira a Dasein y entonces sabe que él entiende. Hunter siente mucho pero, dice nada y Dasein entiende todo.
— Nueve vidas tiene un gato. Las que pasaría yo a tu lado siempre, y ter escogería en cada una de ellas. Sembraría mil margaritas púrpuras y te diría por cada una de ellas "Cásate conmigo" Solo para oír que aceptes mil veces más. Eres el rojo de mi vida y te amo como no tienes la mínima idea.
Acepto.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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Qué rara es la sensación de querer a alguien de vuelta sabiendo que no lo hará. Sabiendo que su vida ya no gira en torno a la tuya. Lo sabes. Y sabes que no volverá y sabes que te superó y que a pesar de que piensa en ti, no lo hace de la manera en que quisieras que lo hiciera.
Que rara es la sensación de saberte que eres un recuerdo; bonito o no, eres un recuerdo, una etapa, un "algo" dentro de la vida de alguien, que raro es que te recuerden y aún tú queriendo que un nudo se anide en la garganta de la esa persona, no pasará y puedes (y debes) vivir con ello.
Que rara es la sensación de que a pesar de que ya sabes todo ello, aún queda el sentimiento y la necesidad de saber que haces falta y de que eres importante. Entonces te preguntas "¿Qué cojones es esto?" ¿La necesidad de sentirse importante en la vida de alguien? ¿La necesidad de saber que también no pueden (y por mucho que quieran) olvidarte? O es que acaso ¿También tienen un te quiero atorado en la garganta? un "Tequieroporfavorquédateconmigo".
Chittapon raya y garabatea una hoja con un crayón púrpura porque de un día para otro; de la fecha hasta aquí el color púrpura a fuerzas se tornó su color favorito aún cuando él dice que su color favorito es el azul. Su color favorito es el azul pero en su mano está empuñado un crayón morado a punto de partirse por la mitad, pero Chittaphon no quiere soltarle. Tampoco quiere compartirlo con el resto de sus compañeros, porque es suyo, suyo y de nadie más, pero a todos los importa un carajo.
En realidad, nadie le pide un crayón morado, nadie utiliza el crayón morado, sólo él. Y es un color tan hermoso ante sus ojitos de aceituna.
Chittaphon no suelta el crayón morado, como tampoco deja ir el hilo rojo atado en su dedo meñique. Tal y como diría Katy Perry:
Do you ever feel like a plastic bag?
Chittaphon está sentado en el piso con la vida entregada al diablo y este no quiere tomarla y puede oír como se ríe de él.
Así como dice la leyenda.
“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper”
Chittaphon es un miserable muñeco de estropajo sentado en el suelo con la vida colgado de su meñique y de su meñique está pendiendo un hilo, que igual como cuando un pescador tiene su presa, este hilo se mueve se retuerce; se estira casi tanto como si fuese a romperse pero no, Chittaphon se afiata a él como si de ello dependiera su existencia. Y sonríe, pero llora al mismo tiempo porque no entiende qué mierda es lo que sucede con él. Porque quien está del otro extremo ya no le busca, ya no le quiere (aunque lo hizo y él no supo quererlo. Hasta ahora que lo quiere de vuelta) y él anhela que regrese.
Duele.
Duele, pero Chittaphon sonríe y finge que todo en su vida está bien. Mejor que nunca, cuando siempre puede estar, seguir y ponerse peor. Entonces se pregunta si acaso es verdad que el amor se basa en la felicidad del otro. Porque si el otro no es feliz aún sin él, a Chittaphon se le destruye lo poco y nada que le queda de alma. Y sufre y llora, pero en silencio y con una sonrisa. Él está lleno de sonrisas y lo hace tan, pero tan bien, que el resto jamás adivina, el resto nunca sabe qué tan profunda es la rotura de su crayón morado.
¿Cuando es que se supone que sueltas ese hilo rojo? Porque Chittaphon empuña su mano, con todas sus fuerzas (que quizá son pocas) y es ahora cuando en verdad está convencido que si el hilo no se suelta por si solo, un par de tijeras podrían, talvezquizánosé, resolverle la vida.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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Jaehyun es rojo y Ten es azul. Pero Jaehyun no puede quedarse en su lugar, jamás. Nunca.
Y el quiere todos los colores: verde, amarillo, anaranjado, violeta... ¿Azul?
Él se acerca a todos los niños y se queda con los colores, no siempre los pide, a otros se los arrebata y se sienta en su pequeña sillita roja y colorea obras de arte con crayones de cera.
Ten lo mira, y se mira Y piensa . . . ¿Azul?
Ten lo vuelve a mirar y Jaehyun está ensimismado, concentrado y a Ten le encanta, pero no le dice aunque quiere. Quiere tocarle los hoyuelos porque es como hundir sus dedos en algodón de azúcar.
Azul.
Jaehyun se para una y otra vez a buscar colores en los otros y se sienta y otra vez los recoge pero nunca los devuelve, se queda con todos aún si sólo son trozos.
Ten se mira otra vez y mira su dibujo. Esa casa con el lago de un lado y un prado al otro. Con el sol sonriente y un gato en el tejado. Si, un gato.
Otra vez Jaehyun se pone de pie y Ten aprovecha de espiar su trabajo y como era de esperarse era una jodida obra de arte. Rayas, ondas y líneas como el barullo en su cabeza. Ten no entendía cuanta hermosura había en esa pequeña y castaña cabeza. Como es que esos ojos, afilados como daga podían ver el mundo de aquella forma. Jaehyun vuelve y Ten se aleja corriendo y piensa que un poco de azul no se vería mal en su pintura.
Seis, seis puñeteros años y cuanta confusión en tan pequeño ser. Por que a sus ojitos de aceituna le parecía que el de cinco años y arte por sus venas era casi una divinidad (casi porque sólo tenía cinco años, Imaginen después)
Ahí viene otra vez el huracán Jaehyun a batir sus pestañas en señal de concentración sobre su hoja y ahora Ten se es el que se para y se sienta. Se para, se acerca, le mira y se va. Se para, se acerca, le mira y... se queda.
Se queda y sin decir nada, aunque con el ceño un poco fruncido, ahora viéndole casi como si lo regañara, extiende su crayon azul. Y espera que lo use, que pinte el cielo con estrellas y galaxias pero de azul. Que se pinte él de azul porque Ten era rojo, cada vez que lo miraba era azul y rojo. Más rojo que azul. Quería que Jaehyun fuese azul.
Quería que fuesen púrpura.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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La puerta se abre y ya Hunter tiene el corazón en la garganta. Unos castaños cabellos desarreglados atraviesan el umbral y él de manera instantánea esboza una amplia sonrisa, el pecho se le infla de emoción y en su torpeza de niño inocente estira su cuerpo y alza su diestra intentando saludar a la madre de D aunque se le hace casi imposible pues el menor cierra la puerta rápidamente. — ¿De qué hablas? Parece una buena mujer. Después de todo en algún momento tendremos "la conversación". A menos que pretendas esconderme de tus padres todo lo que puedas.— Rió por esto último y le jaló del brazo para depositar un beso sobre su mejilla. —Te ves de la mierda ¿La tesis otra vez?— Bromeaba. Dasein lucía perfecto como fuese a los ojos de Hunter y debía aceptar que ese look algo enmarañado le fascinaba en él. —Así que... ¿Volverás temprano? ¿Debo traerte a casa antes de media noche cual Cenicienta?— Hoy se sentía con ganas de joder un poquito al menor porque adoraba el enojo en su rostro; la forma en que le fulminaba con la mirada. Comenzó a caminar una vez Dasein se reincorpora tras colocarse sus zapatos y mientras avanza se da cuenta que es la primera vez que le da el valor de invitar a Dasein a una cita. Una real. Una cita tipo "¿Quieres salir conmigo?" y se le hacía que invitarle a tomar un helado era tan simple. Mierda. Debía haberlo pensado mejor. — Uh... ¿Dasein? ¿Te gustan las ferias?— Ir a una feria podría resultar. Siempre lo veía en las películas. Era eso o hacer un picnic y no estaban preparados para ello, Hunter tontito.
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Ahí están un par de piecitos sobre una pequeña banca frente al lavatorio del baño y Han se mira al espejo mientras intenta arreglarse el cabello. Hunter tiene seis años y quiere invitar a su amigo a jugar al parque, y se arregla porque Dasein es importante y especial, muy muy especial. Al menos así suele contarle a tía Sarah.
  Es de conocimiento público que Hunter tiene de habilidad para el baile le falta en estatura y eso es desde, no sé ¿Siempre? Él se para sobre la punta de sus pequeños pies para ver un poco más que solo sus ojos en el espejo, es entonces cuando una suave risa femenina tras su espalda le hace voltear un tanto asustado.
  —Tía Sarah. Me asustaste.— El corazón le latía tan rápido como el de un colibrí mientras que tía Sarah se acerca y se agacha para poder atar bien las agujetas de los tenis de Han. A Sarah le parecía muy tierno e interesante el empeño que Hunter le ponía en una simple invitación a jugar al parque.
  Curioso.
  — Y este jovencito ¿Dónde va tan bien vestido?—Una gorra roja de baseball, una playera blanca de algodón, short rojo hasta la rodilla, medias largas blancas y tenis del mismo color eran el atuendo que Han había escogido para ir a ver a Dasein, decidido a causar una buena impresión a los padres de él. Han frunce el ceño y no contesta porque sabe que tía Sarah se está burlando de él de una manera muy sutil. Se baja de su banquito sin decir nada y vuelve a la habitación.
            ●  ●  ●
  Ahora Hunter observa el reloj sobre su muñeca derecha y termina de colocarse fijador en el cabello pasando sus dedos entre las oscuras hebras, se mira al espejo de cuerpo completo que hay en su habitación unos segundos más, da media vuelta, otra vez de frente al espejo. Se acomoda la casaca de denim y decide tomar sus cosas para ir en busca de D, sabía que si demoraba esos hermosos ojos afilados como dagas le apuñalarían el pecho mil veces y luego comería sus entrañas.
  Su atuendo era un poco más relajado. Una chaqueta de Denim, playera blanca, pantalones y zapatos negros. Bastante casual pero elegido de manera minuciosa. Aún insistía en que debía causar buena impresión y D, aún, todavía y siempre seguiría siendo muy muy especial para él.
  Y como Hunter no es Hunter sin complicarse la existencia con cosas que quizá -noparatodosperosiparaél- no son importantes, decide cuestionarse la vida entera de camino a casa de Dasein sobre si acaso sería mejor golpear la puerta al llegar o si acaso era mejor enviarle un mensaje de texto o una llamada telefónica (envíen sus opciones al 555… es una broma). Y así como se complica la vida, también la simplifica por lo que termina llamando a la puerta y enviándole un mensaje de texto.
          Knock Knock Knock…
             to: Babee D ❤
  Estoy afuera. Ábreme la puerta antes de que lo haga tu madre y me haga un interrogatorio.
  ¡Te amo!
            Send ✓✓
  Pobre alma en desgracia, parado bajo el umbral de la puerta, con el corazón latiendo cual colibrí y sus manos, inquietas se entrelazaban tras su espalda.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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Él.                  Dasein tiene cinco años y al anciano hombre lustrando sus pequeños zapatitos sentado sobre el banco de la cocina; en las calles de Gangnam, la vida más o menos puede apreciarse igual a través de todas las ventanas.          Es niño único de otro niño único que pasa tiempo bien invertido entre el trabajo, la familia y las amistades, un hombre exitoso promedio bien cultivado que probablemente ha leído la carta pedagógica Didáctica Magna distribuyendo las ocho ocho ocho magnas y de una madre más bien hija de un sujeto medio acomodado en la política surcoreana.          Y sí, por si no bastase el precioso cuadro entre ellos, Dasein tiene una vocecilla de pajarillo en cuento de hadas, así que retumba completamente encantadora y pueril por las paredes impolutas cuando muy educadamente le pide al señor HyunGo que sus zapatos ya se encuentran en el rango de lo agradable y que lo mejor será que termina de arreglarle el listillo sobre su cuello o de colocarle el protector solar que su madre empecina por hacerle usar.         " — ¿Y qué ocasión amerita pues, nuestro pequeño Dasein, acuda tan elegante a su reunión? "          — No es la ocasión, señor HyunGo, es la persona. Recuerde lo que dice papá, la persona hace a las ocasiones.          "— Y esa ocasión se llama Hunter, ¿no es así, querido? "          Su padre durante años aseguraría la sangre divina que tenía su esposa, llegando a señalarle de bruja.          Dasein ese día, le corroboró.                                     ...                                     Son años después cuando Dasein encuentra dentro de otra casa, más grande que la anterior, sin el señor HyunGo y como que se le hace un nudo en la garganta, y a excepción de ese detalle todo pareciese seguir el rumbo establecido por la familia Jung, ¿a qué no sabían que no se llamaba Dasein? (Al menos no oficialmente)          Ahora no hay nadie que le limpie los zapatos hasta hacerles brillar o arregle los listillos sobre su cuello, todo y todo tiene que ver con mirarse como un vagabundo que golpea con furia las teclas del ordenador mientras bebe con desaforo la soda de cereza y toma algunas píldoras, los finales de la profesional le están comiendo y sin embargo, se permite que cuando el móvil suene sus dedos se detengan con ímpetu y coja el aparato con ansiedad.          Dasein sabe que el destinatario le haría perder al menos la mitad del día, y que mierda, porque intenta ser responsable pero cuando la sola idea de dejar a Hunter con su madre atrapado en un loop infinito de preguntas sin necesidad, agradece que su padre en su eterna sapiencia le enseñase a ordenar prioridades, arrojando todo, hasta el libro sobre su regazo para coger la chaqueta de cuero y salir corriendo sin hacer el resguardo de la tesis (porque a la mierda la tesis, la privacidad de Hunter peligra y no es un héroe con capa pero tampoco es un villano desalmado más), bajando las escaleras aún con el cabello a medio arreglar.          Su madre con los preciosos surcos alrededor de sus ojos, producto de la sonrisa y la edad, recibe el beso hosco de un niño poco cuidadoso que se apresura a ganarle abriendo la puerta para mostrar al mayor –aunque más bajo, y seguirán siendo cinco o veinte, Dasein sigue siendo más alto y más lleno de pequeñas partículas redondas de amor que le refulgen en los ojitos de aún niño enamorado del niño de los crayones del kindergarden – a quien cubre de inmediato con hoyuelos graciosos de niño travieso y bebé de mamá que siquiera ha pedido permiso para salir pero ya tiene un pie fuera incluso descalzo.          — Vuelvo temprano madre, Hunter se encargará de ello, ¿verdad? — Golpear al menor mientras agacha a coger sus zapatos, sin dar tiempo a nadie de responder su propio soliloquio que concluye en un cerrar abrupto de la puerta. — Me debes una grande, Cavalli. —
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Ahí están un par de piecitos sobre una pequeña banca frente al lavatorio del baño y Han se mira al espejo mientras intenta arreglarse el cabello. Hunter tiene seis años y quiere invitar a su amigo a jugar al parque, y se arregla porque Dasein es importante y especial, muy muy especial. Al menos así suele contarle a tía Sarah.
  Es de conocimiento público que Hunter tiene de habilidad para el baile le falta en estatura y eso es desde, no sé ¿Siempre? Él se para sobre la punta de sus pequeños pies para ver un poco más que solo sus ojos en el espejo, es entonces cuando una suave risa femenina tras su espalda le hace voltear un tanto asustado.
  —Tía Sarah. Me asustaste.— El corazón le latía tan rápido como el de un colibrí mientras que tía Sarah se acerca y se agacha para poder atar bien las agujetas de los tenis de Han. A Sarah le parecía muy tierno e interesante el empeño que Hunter le ponía en una simple invitación a jugar al parque.
  Curioso.
  — Y este jovencito ¿Dónde va tan bien vestido?—Una gorra roja de baseball, una playera blanca de algodón, short rojo hasta la rodilla, medias largas blancas y tenis del mismo color eran el atuendo que Han había escogido para ir a ver a Dasein, decidido a causar una buena impresión a los padres de él. Han frunce el ceño y no contesta porque sabe que tía Sarah se está burlando de él de una manera muy sutil. Se baja de su banquito sin decir nada y vuelve a la habitación.
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  Ahora Hunter observa el reloj sobre su muñeca derecha y termina de colocarse fijador en el cabello pasando sus dedos entre las oscuras hebras, se mira al espejo de cuerpo completo que hay en su habitación unos segundos más, da media vuelta, otra vez de frente al espejo. Se acomoda la casaca de denim y decide tomar sus cosas para ir en busca de D, sabía que si demoraba esos hermosos ojos afilados como dagas le apuñalarían el pecho mil veces y luego comería sus entrañas.
  Su atuendo era un poco más relajado. Una chaqueta de Denim, playera blanca, pantalones y zapatos negros. Bastante casual pero elegido de manera minuciosa. Aún insistía en que debía causar buena impresión y D, aún, todavía y siempre seguiría siendo muy muy especial para él.
  Y como Hunter no es Hunter sin complicarse la existencia con cosas que quizá -noparatodosperosiparaél- no son importantes, decide cuestionarse la vida entera de camino a casa de Dasein sobre si acaso sería mejor golpear la puerta al llegar o si acaso era mejor enviarle un mensaje de texto o una llamada telefónica (envíen sus opciones al 555… es una broma). Y así como se complica la vida, también la simplifica por lo que termina llamando a la puerta y enviándole un mensaje de texto.
          Knock Knock Knock…
             to: Babee D ❤
  Estoy afuera. Ábreme la puerta antes de que lo haga tu madre y me haga un interrogatorio.
  ¡Te amo!
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  Pobre alma en desgracia, parado bajo el umbral de la puerta, con el corazón latiendo cual colibrí y sus manos, inquietas se entrelazaban tras su espalda.
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Ahí están un par de piecitos sobre una pequeña banca frente al lavatorio del baño y Han se mira al espejo mientras intenta arreglarse el cabello. Hunter tiene seis años y quiere invitar a su amigo a jugar al parque, y se arregla porque Dasein es importante y especial, muy muy especial. Al menos así suele contarle a tía Sarah.
  Es de conocimiento público que Hunter tiene de habilidad para el baile le falta en estatura y eso es desde, no sé ¿Siempre? Él se para sobre la punta de sus pequeños pies para ver un poco más que solo sus ojos en el espejo, es entonces cuando una suave risa femenina tras su espalda le hace voltear un tanto asustado.
  —Tía Sarah. Me asustaste.— El corazón le latía tan rápido como el de un colibrí mientras que tía Sarah se acerca y se agacha para poder atar bien las agujetas de los tenis de Han. A Sarah le parecía muy tierno e interesante el empeño que Hunter le ponía en una simple invitación a jugar al parque.
  Curioso.
  — Y este jovencito ¿Dónde va tan bien vestido?—Una gorra roja de baseball, una playera blanca de algodón, short rojo hasta la rodilla, medias largas blancas y tenis del mismo color eran el atuendo que Han había escogido para ir a ver a Dasein, decidido a causar una buena impresión a los padres de él. Han frunce el ceño y no contesta porque sabe que tía Sarah se está burlando de él de una manera muy sutil. Se baja de su banquito sin decir nada y vuelve a la habitación.
            ●  ●  ●
  Ahora Hunter observa el reloj sobre su muñeca derecha y termina de colocarse fijador en el cabello pasando sus dedos entre las oscuras hebras, se mira al espejo de cuerpo completo que hay en su habitación unos segundos más, da media vuelta, otra vez de frente al espejo. Se acomoda la casaca de denim y decide tomar sus cosas para ir en busca de D, sabía que si demoraba esos hermosos ojos afilados como dagas le apuñalarían el pecho mil veces y luego comería sus entrañas.
  Su atuendo era un poco más relajado. Una chaqueta de Denim, playera blanca, pantalones y zapatos negros. Bastante casual pero elegido de manera minuciosa. Aún insistía en que debía causar buena impresión y D, aún, todavía y siempre seguiría siendo muy muy especial para él.
  Y como Hunter no es Hunter sin complicarse la existencia con cosas que quizá -noparatodosperosiparaél- no son importantes, decide cuestionarse la vida entera de camino a casa de Dasein sobre si acaso sería mejor golpear la puerta al llegar o si acaso era mejor enviarle un mensaje de texto o una llamada telefónica (envíen sus opciones al 555... es una broma). Y así como se complica la vida, también la simplifica por lo que termina llamando a la puerta y enviándole un mensaje de texto.
          Knock Knock Knock...
             to: Babee D ❤
  Estoy afuera. Ábreme la puerta antes de que lo haga tu madre y me haga un interrogatorio.
  ¡Te amo!
            Send ✓✓
  Pobre alma en desgracia, parado bajo el umbral de la puerta, con el corazón latiendo cual colibrí y sus manos, inquietas se entrelazaban tras su espalda.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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Habíamos acordado juntarnos en la azotea de la escuela después de clases. Mucho después. Incluso la idea era jugar a que no nos descubrieran las cámaras o el encargado del aseo, ese maldito viejo.
  Pero Ten, no sería Ten si no llegara tarde a donde quiera que vaya, aún cuando tenga todas mis malditas intenciones de ser una persona puntual, simplemente no se puede. Siempre tiene que pasar algo y pues nada, terminé corriendo las escaleras de los últimos dos pisos hasta llegar a la azotea.
  Jadeaba, tuve que detenerme unos momentos y recuperar el aliento tras sostener mi peso sobre mis manos que reposaban en mis rodillas. Estaba aún más cansado que en los entrenamientos de basketball, qué demonios.
  Cuando logré recomponerme, D estaba de pie observando la ciudad desde la altura, la brisa hacía que su flequillo se despeinara pero, a él le importaba una mierda. Sus manos en los bolsillos y — « Llegas tarde.» — siquiera volteó a verme. Estaría molesto, pensé. Seguro tenía fruncido los labios mientras se mordía la lengua tragándose el veneno intentando no arrojarme un rosario de groserías.
  — Lo sé y lo siento.— Es todo lo que pude decir antes de acercarme a él. La verdad y es que Dasein me asusta demasiado cuando está molesto por lo que caminé algo cauteloso y me quedé en silencio una vez estuve a su lado. Las estrellas se veían preciosas y en serio que el escenario era perfecto pero ¿Para qué?
  — «¿Para qué querías que viniera aquí?»
  Oh sh*t. Cierto que yo le dije que viniese porque tenía algo importante que decirle. Lo había olvidado por completo.
  En realidad no. Solo estaba evitando hablar de ello porque la pena me consumía. Ya no me parecía una buena idea y quería salir corriendo pero, seguro si lo hacía, terminaba muerto apenas y tocara la manilla de la puerta.
  Silencio incómodo y con dificultad tragué saliva.
  — Ah, si. Eso.— Dasein giró su cabeza y me observó y yo en serio podría jurar que él estaba leyendo mi mente. Y, soy yo ¿O esta noche le brillaban los ojos más que otras veces?
  — «¿Bueno y entonces?»
  — Entonces nada. Quería que vinieras porque... quería decir, no, contarte algo. Confesarte algo, mejor dicho.— Siquiera podía ordenar bien las palabras en mi cabeza y todo lo que salía de mi boca, era el vil reflejo de mis pensamientos. Un desastre.
  Un desastre pero ya no podía retroceder el tiempo y evitar este momento. So, es ahora Hunter. Ahora o nunca.
  —Me gustas, Dasein. Me gustas mucho.— Dije lo más rápido que mi boca me lo permitió y el corazón me latía justo en la garganta. Quería vomitar.
           . . .
  Entonces desperté. Desperté con la misma sensación de tener el corazón en la garganta latiendo mil veces por minuto y la alarma aún no sonaba. Pasaron cinco minutos que me quedé observando el techo de mi habitación pensando en lo que había soñado.
  He oído muchas veces que los sueños son nuestros deseos reprimidos y no es que para mi sea un secreto el cómo me siento por D pero, que lo sienta es una cosa y que lo exprese es otra completamente diferente puesto que hay solo una cosa que no está bien aquí.
  Tiene novia.
  Me desordené el cabello y me armé de ánimos para empezar el día e ir a clases. Tomé el móvil antes que cualquier cosa para notar que tenía un mensaje de él.
  " — Creo que me atraes.— " Dijo sin tapujos.
  ¿En serio D? ¿En serio me complicarías la existencia tan temprano?
  Le adoraba. Cada minuto que pasaba caía más por él y eso me hacía odiarle al mismo tiempo.
  — Creo que deberíamos distanciarnos. — Respondí en seco y arrojé el móvil a la cama. Había recibido el mejor mensaje del mundo pero, por motivos que ya sabemos no pude disfrutar... en ese momento.
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16-4703-tcx-blog · 6 years ago
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Cuando Dasein llegó a la escuela podías oír el murmullo en los pasillos.
— «¿Ya viste al chico nuevo? ¡Es tan guapo!» —
Dasein sabía lo que causaba en el resto y a mi me cargaba ver esa sonrisa en su rostro. Esa sonrisa ladina, que marcaba aún más los hoyuelos que adornan sus mejillas. Y esa mirada —Ugh.— esa mirada afilada y por sobre el hombro, Dios, que molestia de hombre ¿qué es lo que le ven?
Sin darme cuenta, me encontraba asintiendo y haciendo morisquetas en respuesta a mis propios pensamientos. Quiero decir, sí, está guapo pero, no es para tanto. Creo.
Dos segundos.
Cruzamos la mirada, hicimos contacto visual por dos segundos y lo odié con mi vida entera. Esos aires de grandeza me daban ganas de vomitar y de querer borrarle la sonrisa de un solo golpe. Pasó por mi lado y —En serio ¿Quien se cree que es?—
Dasein era la atracción porque se rumoreaba que había vivido cuatro años en Estados Unidos ¿Y eso qué? Yo vengo de Thailandia y a nadie le importa una mierda, no es la gran cosa.
Y con un demonio que Dasein elchicomasguapodelaescuela fue el tema principal en los corredores todo el primer puto mes de clases. Para entonces yo ya lo detestaba porque, o sea ¿Qué es esa actitud de mierda que tiene?
Un puto mes escuchando hablar de el tipo y no encuentra nada mejor que entrar al equipo de basket. Ok, muchas gracias.
Dasein, metro ochenta y Oh soy tan bueno jugando basketball, mírenme. Si, está bien, el tipo sabe jugar. Y para qué nos vamos a engañar, se ve bien en uniforme deportivo.
Ya basta.
Hunter, concéntrate. No caigas en sus juegos.
—Ese chico va a destruirme la vida.— Fue lo que creí la primera vez que me junté con él a beber. Fue en una fiesta, si mal no recuerdo. Mucha gente extraña consumiendo estupefacientes, mezclando pastillas con alcohol y fumando unos cuantos porros. Yo estaba en un rincón, con mi botella de cerveza en la mano a medio terminar. Dasein se veía entretenido y bastante ocupado flirteando con las chicas. Se veía diferente, más sonriente de lo usual. Podría culpar a la cantidad de cosas que había consumido pero, la sonrisa le quedaba bastante bien. Me encontré de nuevo conversando conmigo mismo y asintiendo a mis pensamientos cuando de pronto Dasein dejó caer su cuerpo junto a mi en el sofá y me extendió otra cerveza. —D ¿Siendo amable conmigo?— Pensé mientras le observaba con el ceño fruncido algo reacio a la invitación de que continuara bebiendo.
Sorpresa. Terminé accediendo.
Conversación forzosa, risas forzosas pero, solo por unos instantes porque extrañamente Dasein comenzaba a parecerme agradable. A veces decía cosas sin sentido, seguro por el alcohol en su cuerpo. Qué importaba.
Al día siguiente, teníamos campeonato de basket contra otra preparatoria. Yo usaba el número veintisiete y Dasein tenía el número dos. Siempre pensé que yo era un buen jugador a pesar de mi estatura pero, Dasein era en verdad excelente. Estúpido niño dorado que todo lo hace bien. Bien parecido, buenas calificaciones, buenos modales, bueno en los deportes ¿Acaso algo podía hacer como la gente normal? Qué irritante.
—«¡Hyung, por la derecha!»— Escuché que me gritó tras lanzarme el balón, tuve que reaccionar rápido y terminar haciendo una anotación. Y él sonrió.
Por favor, no lo vuelvas a hacer. Ya no lo hagas.
Le gritaba mentalmente y es que sus hoyuelos y sus ojos que sonreían junto con él me exasperaban pero, él se acercó y me tocó la mano. En realidad, la chocó como en un saludo o tipo de celebración por haber hecho los puntos pero, yo sentí un cosquilleó en las yemas de mis dedos que, Dios, qué extraña sensación.
El partido terminó y ganamos con dos puntos sobre los otros. Él palmeó mi espalda y me rodeó el cuello con su brazo mientras celebrábamos con el resto del equipo. Hasta que llegó una chica, una rubia. Asumo que su novia. O a la que se cogía de turno. Terminé apartándome de inmediato pues por alguna razón, la escenita romántica me revolvía el estómago.
Estaba molesto, cuando debía estar contento y celebrando con mi equipo. Así que dejé a Dasein y su noviecita atrás y me uní a los otros tratando de ignorar su pseudo americana existencia.
Y así lo hice durante todo el tiempo que le duró el noviazgo con la rubia esa, que claramente no fue mucho. No podía explicarme (o en realidad si) porqué me enojaba tanto verlos besuquearse en la hora de descanso, o la manera en que ella solía sentarse sobre su regazo ¡Y detestaba aún más el saber que Dasein no la quería realmente! No sé qué me enojaba más, si verlos juntos o que él jugara con la chiquilla.
Era verlos juntos. Lo supe tres meses después cuando luego de un par de cervezas, un par de partidos y más risas compartidas no podía dejar de pensarle. Habían noches en las que me encontraba desvelado solo por pensar en su sonrisa y en como su mano podría encajar con la mía. Quería que solo me viera a mi, que sus ojos fueran para mi y que sus ojos me sonrieran solo a mi.
Y yo creo que él lo sabía mucho antes de que pudiese decírselo, porque Dasein es jodidamente inteligente. Se hace el estúpido, que es algo totalmente diferente. Pero él lo sabía y él tuvo los huevos que a mi me faltaban para decirme lo que desde un principio quise escuchar.
Él me vio. Él me vio en medio de toda la gente, miró muchas caras pero terminó viéndome a mi. Fueron esos dos segundos que cruzamos miradas, todo comenzó ahí.
Le quise desde un principio pero, jamás lo supe hasta que ya estaba perdido por él.
— Te amo.— Fui capaz de decirle con el tiempo. Con el corazón atorado en la garganta que apenas y me dejaba respirar. Es cómico cómo uno se pone ansioso de oír que la otra persona también se siente igual.
—« Yo también te amo, Hyung.»— Respondió a los tortuosos segundos y como un hormigueo, la felicidad me subió desde la punta de los pies y se asentó en mi pecho haciéndome sonreír como estúpido y reír de los nervios. —"Yo también te amo, Hyung."— Me lo repetía a mi mismo por las noches cuando no me podía dormir.
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