20160324
20160324
peacherry
27 posts
Don't wanna be here? Send us removal request.
20160324 · 7 years ago
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Momo’s cameo on “Insane" VCR from 2PM Junho’s last night concert 
168 notes · View notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
   2016.11.02    私と結婚してくれないか?            En las apuestas, siempre habrá un granador y un perdedor. Por supuesto que nadie quisiera ser el segundo caso, pero lamentablemente, Nana se encontraba en aquella situación. Tiempo atrás apostó un beso con su novia, cosa que perdió, por lo cual debía cumplir con la apuesta. Como era de costumbre, la chica se negó a hacerlo de inmediato e intentó fingir que no haría nada, cosa que siempre llevaba a más juegos entre ellas. A decir verdad, negó hacerlo en el momento, pues tenía planeado otra cosa. ¿Por qué limitarse a un beso si podían tener una ‘cita’? Aquel día, sin aviso alguno, se dedicó a preparar lo que sería una hermosa cita con su bella novia. Desde comida hasta un juego (el cual quería intentar resolver con su chica desde hace tiempo) fue preparado en un corto lapso de tiempo. Nana se adentró a la habitación, en la cual se encontraba su novia, recostándose sobre la cama, con su vista fija en cualquier movimiento que realizara su novia. — Amor… cumpliré con mi apuesta y más. — declaró, reincorporándose en la cama y depositando un dulce beso en los labios ajenos. Simplemente, no podía terminar tan rápido con el roce de sus labios, por lo que prolongó el mismo por algunos segundos más de los que ella había planeado. La separación de sus labios fue lenta, pues adoraba la sensación que le provocaba aquella acción.     — Tengamos una cita.— comentó segura de lo que decía. Podía sonar muy tonto, pues era bastante tarde y probablemente, no encontrarían ningún lugar abierto si salían de casa. Dedicó una ligera sonrisa a su chica, levantándose de la cama casi de inmediato, tomando la mano de la mayor y saliendo de la habitación hasta la sala con aquel agarre. —Preparé comida y juegos y bueno, a la mejor compañía que podrías tener, o sea, yo. — Nana comenzaba a bromear con aquel tema de nuevo, siendo siempre uno de sus temas de conversación, por lo que ya no era sorprendente que lo usara de la nada, más bien, parecía realizarlo como si de un reflejo se tratase. A veces, ni siquiera se daba cuenta de ello.     — ¡Oh! Espera, olvidé algo. — Nana corrió a la cocina en cuanto dijo aquello. En aquel lugar se encontraba un bouquet de girasoles, siendo que aquella se trataba de su flor favorita. Nana arregló el bouquet un poco antes de regresar a la sala. Escondió las flores tras su espalda, esperando que no pudiese ver lo que había tras ella.     — ¡Ta-dah! — exclamó, mostrando aquel pequeño regalo a la contraria. ♡ momo Tal parecía ser un día tranquilo, anexo a lo monótono y aburrido, absolutamente nada llegaba a rozar con lo peculiar. Nana había desaparecido de su vista desde tempranas horas y Momo simplemente no contaba con el valor de salir de su cama; el frío le entumía hasta la médula. Cubría su cuerpo hasta el cuello, siendo solo su rostro el que sobresaliera con el fin de ver la televisión. Impaciente estaba de ver a su novia cruzar por la puerta de una vez por todas. Detestaba estar sola en días como esos. Sentía un frío inmenso y ella simplemente no estaba para abrazarla; la enervaba.   Sus ojos caían como si el peso de dos ancla se los estuviese obligando. Morfeo insistía en llevarla a sus más profundos y tentadores sueños, pero las ansias por dormir junto a su novia le negaban aceptar la incitación del Dios. Principalmente, su cansancio se debía a un decaimiento tras ser despedida de la biblioteca municipal. Jamás creyó que dedicarse a leer libros y descuidar tan solo un poco la caja registradora, le costaría su empleo y to su pago del mes de Octubre. ¿Acaso estaba destinada al infortunio? Su novia decía que solo se trataba de un mal mes, pero era segundo empleo que perdía en el año.   En medio de la pelea de un sí o un no, la somnolienta castaña comenzaba a sucumbir, pero terminó con el corazón en puño cuando en sus labios fue depositado un inesperado ósculo. Sus ojos se abrieron de par en par y el sueño se había escapado en el primer parpadeo. Se inclinó y terminó sentada en segundos, intentando retener sus risas. En segundos su corazón comenzaba a latir con rapidez.    — Me asustaste. — añadió llevando la diestra a su propia frente, con rostro inclinado al frente. Refregó sus ojos y a mitad de acto, se detuvo y una sonrisa irrumpió en lo que era un somnoliento rostro, volviéndolo a uno radiante, como reflejo al risueño faz de su chica. Izó ambas cejas.  — ¿Es en serio? Pero, ¿no es algo tarde? Yo estaba por dormir incluso. — sus palabras siquiera eran opción para la decidida contraria, porque escucharla al parecer no estaba en sus planes. Le hizo levantarse, pero sin chistar le siguió. ¿Hace cuánto no tenían una cita? Lo había olvidado. A decir verdad, ambas sabían que el cliché de las citas no eran necesarias, porque hasta el más usual día se volvía distinto y memorable a su lado. No se quejaba, pero sí que le entusiasmaba y mariposas revolvían su estómago el pensar en salir de la (aburrida) rutina de entre semana.    — ¡Por favor, Nana! — Rompió en risas dando un empujón, con su puño, en el hombro de la más alta. Salía siempre con cada inesperado comentario, aunque a esas alturas el egocentrismo de Nana se volvía adorable para Momo.  — Así que esto estuviste ideando durante toda la tarde. No me lo esperaba. Me tuviste toda la tarde preocupada. — confesó en un suspiro que terminó muriendo en sus labios, mas una sonriso terminó por surcar de sus labios. En un trote, se situó a un lado de la fémina y su mano indicada entrelazaba sus dedos con los contrarios. Llegaron a la sala de estar y Hirai, aunque no deseaba soltar la cálida mano de la fémina, ante sus últimos vocablos, lo terminó por hacer y buscar algo en lo que ocuparse mientras. Solamente tomó asiento en el sofá; aunque no lo deseara, aún se encontraba algo hechizada y (bastante) torpe por el sueño.  — Está bien, te espero. Intentaré abrir este sofá cama; aún lo odio, Nana. — le dijo entre risas.   Se inclinó a su izquierda, dándole apoyo a su torso en el borde del mismo. Sabía que un interruptor debía encontrar, o eso recordaba de las palabras exactas que usó el padre de su novia en la última visita; pero nada más no daba con ella. Su mano viajó por casi toda la cara lateral del sofá, su tacto estaba bien, pero la manilla desapareció para ella. Bufó y en cuanto se dio por vencida y terminó por reincorporarse, dándose apoyo con el respaldo, dejando sus manos descansar sobre su abdomen, fue cuando vio de soslayo a su novia, con un ramillete de girasoles. Como si nunca hubiese pasado su fracaso con lo del sofá, una conmovida sonrisa se talló en sus labios. Se colocó de pie y tomó el ramo. Le fascinaban los girasoles, su amarillo subía su ánimo y los miles de pétalos que tenía siempre le hacían recordar a todas las oportunidades que en la vida existían, como el juego de “me quiere o no me quiere”. Desde pequeña que tenía fijación por ellos y era con sus abuelos que disfrutaba de la naturaleza a tal nivel. Gozo bastante reprimido por la chica; Nana era de las pocas personas que conocían su lado más sentimental y    — Amor… están hermosas. ¡Ah! Gracias. — Su diestra tomó de las prendas a la fémina y la atrajo a sí para culminar la escena de agradecimiento inmenso con un dulce ósculo sobre sus cerezos. ♡ nana No existió resistencia alguna de su parte a lo que Momo hizo, tropezando consigo misma, por lo que casi le hacía caer.caía. Nana logró mantenerse de pie, evitando cualquier accidente y daño ya sea en su novia o ella. Sólo disfrutó del dulce beso que recibía de su novia, sincronizando los movimientos de sus labios con los ajenos. La amaba, eso podía asegurarlo tantas veces como fuese posible pues estaba segura que Momo sería su “último” amor. Nunca existiría alguien mejor a la contraria. Después de algunos segundos, comenzó a separarse lentamente de su novia, relamiendo sus labios con una enorme sonrisa en el rostro. Aún se sorprendía por la belleza ajena, y mucho más, por ser ella quien disfrutara de la perfecta chica que era Momo. Incluso existiendo algunas cuestiones por las que muchos indicaban que no debía estar con ella, cada parte de la chica era increíble para ella, no le importaba nada de lo que dijesen los demás, pues ella estaba más que feliz con la vida que llevaban juntas. — Amor, ¿qué tal si comemos algo aquí y armamos un rompecabezas? — A decir verdad, Nana no esperó por una respuesta, simplemente, se separó de nuevo, regresando a la cocina por aquellas cosas que mencionó a su chica. La cocina estaba demasiado desordenada, pues había pasado la tarde cocinando para ese momento. Nana no pudo evitar soltar un gran suspiro al notar lo que tendría que limpiar después, pero hizo a un lado aquellos pensamientos para concentrarse en su plan. — Todo saldrá bien… debe salir bien. — comentó Nana para sí, amontonando algunos utensilios en un mismo lugar para poder tomar lo que necesitaba. Tomó una bandeja que contenía dos recipientes de sushi, el cual ella había preparado, palillos y la caja del rompecabezas que armarían, al igual que una botella de vino, las cuales cargó bajo su brazo, regresando a la sala y colocando aquella bandeja en la mesa de centro junto la botella. — Espera, falta algo. — Mencionó, saliendo corriendo a la cocina en busca de dos copas para ambas. Nana comenzó a reír, pues estaba demasiado emocionada, al igual que nerviosa por la cita, esperaba que su novia disfrutara lo que había preparado y poder levantar sus ánimos, pues sabía que aquel día le habían despedido. — No estaba segura de qué preparar para comer, espero te guste el sushi y bueno, también preparé un postre, ya sea para hoy mismo o para mañana. — mencionó la neozelandesa, entre risas. Nana entregó uno de los recipientes junto con cubiertos a su novia, mientras ella limpiaba la pequeña mesa para poner todas las piezas del rompecabezas. — Hace unos días lo compré pero no tuve tiempo de armarlo y bueno… creí que sería más divertido armarlo juntas. De aquí no nos vamos hasta que terminemos. Tan solo mira, será hermoso. — Aseguró Nana, haciendo referencia al rompecabezas y señalando la imagen que venía en la caja, mostrando el bello paisaje que en esta venía para comprobar sus palabras. ♡ momo En cuando la unión de sus labios dio por terminada, sus párpados se izaron, al igual que las comisuras de sus labios que moldearon una jovial sonrisa. Sus ojos, bajo unos fuertes efectos magnéticos, fueron a dar con el ramo de girasoles que tenía en sus manos. Lo observó detenidamente como la más divina figura, como si frente a ella tuviera en su poder la pintura en lienzo de sus abuelos que siempre recordará, aquella que le fascinaba ver por horas los días más fríos de invierno, sentada frente a las llamas que le daban calor a ella y a su adoraba abuela. Era evocar cada una de esas tardes tan valiosas para ella que solo quedaban guardadas en sus más hermosos recuerdos. Aún sumida en sus pensamientos teñidos por el oro de los pétalos, solo asintió a la pregunta de la menor, pero francamente no había prestado mucha atención a ella, no hasta que la contraria se levantó y solo por deducción supo que iría a buscar lo que tenía preparado para esa cita inesperada. Le siguió con su mirada hasta que se perdiera en la habitación siguiente. Retomó tal deleite visual de las flores.   Solo fueron un par de minutos cuando los pasos en eco clamaron su atención de nuevo. Volteó luego de quedarse arreglando su ramillete de flores de nuevo, colocándose de pie segundos más tarde.  — Nada de bajo presupuesto. Me fascina la idea. Hay que verlo como un picnic… uno dentro de casa por sino terminaríamos con hipotermia allá afuera. — rió y, tras depositar un beso en la mejilla de su chica, ahora fue ella quien se encaminó hasta la cocina. Una vez en ella, tomó el antiguo jarrón que utilizaban para un ramo de rosas que ya había muerto, estaba empolvado y no había remedio en él. Lanzó las flores muertas a la basura. A veces le gustaba guardarlas y dejar que se secaran entre las hojas de sus libros, pero la verdad el tamaño de aquellas rosas era bastante mayor al de sus libros. Dejó a un lado del lavaplatos el nuevo regalo, enjuagó y vertió agua nueva, terminando por colocar (luego de sacar el envoltorio) los girasoles en el fino y alto jarrón de vidrio. Lo tomó con cuidado y volvió a la sala anexada en donde se encontraba su pareja. En la mesa de centro, y en medio de ésta, dejó el ramilletero y mientras rodeaba la mesa, iba arreglando los girasoles de modo que todos quedasen a la vista de lo que rodeaba la habitación.   Suspiró y ambas manos empuñadas fueron hasta los costados de su propia cintura.  — Listo. — Concluyó tomando asiento en el sofá con sumo cuidado. Tomó los palillos y acelerada sacó uno de los sushi con los mismos, llevándolo a su boca para partirlo en dos. Su mano libre, se usaba como bandeja bajo su boca con tal de no ensuciar. Rió ahora cubriendo su boca por completo.  — ¡Está delicio-so! — Exclamó extasiada, relamiendo sus labios.  — Y por supuesto que te ayudaré a armarlo. Me encantan los rompecabezas. — A decir verdad, jamás había armado alguno, sí los había empezado o eso creía recordar de pequeña, pero hacerlo sola era aburrido y, a mitad de trayecto, sucumbía.    — ¿Dónde nos instalamos? No supe abrir este sofá cama, ¿tú sabes? Porque sino, podemos colocarnos en la mesa de aquí mismo. Lo que tú quieras, te doy el permiso de escoger solo por este día. — Sonrió e inclinó su cuerpo hacia la fémina. Su mano aún sostenía los palillos con la otra mitad del sushi y su gemela seguía siendo usada como plato de soporte. Acercó los palillos hasta los labios de la chica en espera de que ésta recibiese el segundo bocado de su propio plato. ♡ nana No pudo evitar reír ante el comentario que su novia acababa de hacer, era tan adorable el que no hubiese podido, pues hacerlo era demasiado fácil, al menos así lo veía ella, pues llegaba a encontrarse con ocasiones en las que únicamente jugaba a formar y deformar el sofá cama hasta el cansancio. Nana afirmó que sabía hacer aquello, tomando el bocado que su novia le ofrecía e indicando con un gesto de su mano, en el cual aprobaba el sabor del sushi, antes de levantarse y caminar hasta el otro lado del sofá, en el cual se encontraba el botón que les permitía abrirlo.   — Las flores se ven hermosas… — Mencionó para que su novia prestara atención en algo más que no fuera ella. Rápidamente, sacó del bolsillo izquierdo de su pantalón una pieza del rompecabezas, la cual había sacado desde antes de preparar todo aquello, pues tras esta había escrito algo en específico y no debía ser vista hasta que ella lo indicase.   Tomando como excusa el apoyarse en el sofá para poder extender aquel asiento, colocó la pieza entre el cojín del asiento y el del respaldo, de modo que no fuese muy notoria y cumplió con su deber, aprovechando el movimiento del sofá para depositar un dulce y rápido beso en los labios ajenos. — Listo, nos instalaremos en el sofá. — Comentó manteniendo una sonrisa de oreja a oreja, pues las cosas estaban saliendo como lo había planeado hasta el momento.   Regresó a su lugar y colocó la bandeja en la cual traía el sushi y el rompecabezas, en el centro de la, ahora, cama. Tomó el otro recipiente de sushi al igual que los palillos restantes y colocó estos en sus piernas, para dejar en la bandeja, únicamente la caja del rompecabezas, aquella que abrió casi de inmediato, dejando ver las pocas piezas que éste tenía comparado con muchos otros. — Usaremos esto para colocar las piezas ya armadas, así no lo deshacemos en algún descuido. — afirmó. Nana normalmente no armaba rompecabezas en casa, pues al siempre hacerlo sola, terminaba aburriéndose, pero tenía varios en casa, ya que aunque no los usara, Nana tendía a comprar muchas cosas pues “en algún momento podría necesitarlo”. Aquel juego, a decir verdad, fue de los pocos que había armado antes junto a su hermano, era uno de sus favoritos, pero hace poco tiempo lo vio en una tienda que visitó y por el plan que tenía, no dudó en comprarlo. Podría decirse que lo tenía memorizado ahora, por lo que no tardaría tanto como en otras ocasiones.   Antes de comenzar, dedicó tiempo a su comida, ingiriendo uno de los pequeños rollos de sushi, tomando uno segundo mientras aún masticaba, para colocarlo cerca de la boca de su novia, pues ella también quería compartir de aquella manera la comida. — No creí que tuviese tan buen sabor, es mi primera vez preparando esto. — Comentó entre risas, comenzando a embonar algunas piezas sobre la bandeja.   Entre diversos temas de conversación y muchas risas, lograron casi terminar el rompecabezas en menos de una hora, siendo que únicamente faltaba la pieza que ella se había encargado de esconder. — Sólo nos falta una pieza, ¿no lo has visto? — Nana fingía buscar la pieza por todas partes, observando todo a su alrededor. — ¡Oh! creo que está por allá. — Comentó, señalando la dirección en la que estaba escondida, siendo su presencia obvia al señalarla, pues se podía ver una pequeña parte de aquella pieza faltante. En cuanto consiguió que la atención de su novia fuese hasta la pieza, Nana introdujo rápidamente su mano en el bolsillo izquierdo de su suéter, sacando de éste un anillo de compromiso y colocándolo en el espacio vacío sobre el rompecabezas.          ______________________________         Texto en la pieza: ¿Te casarías conmigo?         _____________________________   Su corazón latía rápidamente, nunca se imaginó haciendo aquello pero al ser por Momo, Nana era capaz de hacer cualquier cosa.Tan sólo esperaba no arruinar el momento con algún error, de aquellos tan comunes en ella. ♡ momo  — ¿Cierto? Muchas gracias por ellas, bebé. Me encantan. — Su mirada volvió a verse robada por el llamativo áureo que ahora avivaba y resaltaba entre todos los apagados colores del entorno. Los grandes pétalos hipnotizaban a cualquiera; Momo era una de las víctimas, pero voluntaria. Simplemente le fascinaban los girasoles.    — ¿Uh? ¿Tú sabes? Yo no pude, siquiera encontré el mango que dijiste el otro día. — Masculló. Se hizo a un lado, apoyando gran parte de su peso contra el respaldo, dejando que la fémina se encargase de su cometido. Al estar ella inclinada y Momo encerrada contra el respaldo y su novia, aburrida su diestra fue a dar hasta el abdomen de la chica pasando bajo sus prendas para dar palpadas en él, riendo a su vez. Estaba impaciente y, como era de esperarse venir de ella, en cada oportunidad aprovechaba para molestarla. En un abrir y cerrar de ojos, el sofá extendió la planta baja que se utilizaba para darle la forma de cama. Atónita y ahora con ambas manos descansando en su regazo, su entreabierta boca fue sorprendida con un fugaz ósculo, el cual le fue imposible corresponderlo. De todos modos seguía absorta en la facilidad con la que ella había logrado abrir el sofá, llegó a sentirse como una completa bruta, pero más que desilusión, le causó gracia. Sacudió su rostro.    — ¡Comencemos! — Entrelazó sus piernas e inclinó un tanto su cuerpo para apoyar ambos codos en sus rodillas. Las piezas cayeron frente a ella y sobre el sofá, por lo cual una idea se cruzó por su cabeza, pero Nana se le adelantó como si hubiese leído sus pensamientos, utilizar como apoyo una de las cubiertas del mismo juego.  — Me parece una excelente idea, Nana-sshi. — Asintió exageradamente e incluso realizó una venia como si de una princesa se tratase, aunque muy lejos no estaba de serlo de todos modos. Se centró en el juego y no se veía difícil, quizás no tenía más de cincuenta piezas, sería un trabajo sencillo. Tomó un par de piezas, siempre la de las orillas, de ese modo comenzó a situarlas en donde creía iban, la verdad era solo el inicio y daba igual el punto en donde se empezara. De pequeña solía armar los rompecabezas con su difunto abuelo y todas las técnicas que él usaba, las recordaba como si estuviese parado a su lado diciéndoselas nuevamente. Los colores eran un gran método para guiarse y por ellos buscaba entre todas las piezas el color verde más opaco, zona en la que parecían formar un arbusto. Terminó encajando dos de ellas de la esquina inferior derecha. De soslayo vio a Nana comer y disfrutar del sushi, lo que le hizo crear una risa ahogada.  — Debes colocar atención, eh, no me dejes de nuevo jugando sola como cuando te duermes cada que vemos películas. — Añadió imponente, pero con su mirada fija aún en el rompecabezas. En cuanto se le ofreció comida, alzó su mirada y abrió su boca para recibir el bocado. Se saboreó y relamió sus labios. Al terminar dedicó una sonrisa a su novia.                               Los minutos pasaron volando frente a ella y se convirtieron en una hora. Tan rápido pasó que siquiera ella se había dado cuenta cuando ya el rompecabezas se encontraba listo… o bueno, casi. Se quedó inmóvil viéndole, pensando que ella tuviese la última pieza, pero no fue así. Su rostro se quebró extrañado. Comenzó pasando ambas manos por los bordes de la tapa del juego en donde estaban armándolo, pero nada. Buscó después en los bordes de la plataforma que se había abierto del sofá cama y el respaldo también, pero nada. ¿En serio Nana la había perdido? Carcajeó por sus pensamientos, pero externamente su mano sostuvo su rostro, sin poder creer lo que estaba sucediendo, luego de todo lo que trabajaron para terminarlo… de cierto modo jamás estaría completo sin aquel último fragmento.    — Nana, no me digas que ya habías abierto esto en otro lado. — Entre risas acusó, no había otra explicación. Seguía riendo y buscando con su mirada hasta que la fémina logró dar con ella. Siguió al lugar en donde señalaba y en efecto, ahí estaba, tras ella. ¿Cómo habría llegado ahí? No se lo explicaba.  — ¡Oh, ya la vi! — Se hizo de lado tan solo un poco y del borde sacó la pieza tras hurgar por unos segundos.  — Amor, ya la encontré. — Alzó la pieza y la mostró orgullosa ante la fémina y, para darle fin, se reincorporó, pero lo que ahí vio le heló la piel. Pasmada quedó sin ser capaz de soltar lo que llevaba en sus manos. Su respiración comenzó a agitarse y la tonta sonrisa no quería borrarse de su rostro. Había una caja que, a juzgar por la elegancia del terciopelo azul, se trataba de un regalo. Aretes, pensó la fémina o un dije para ambas.   Pero antes de averiguarlo, bajó su mirada hasta la pieza y, en lo que buscaba cómo encajarla en el último espacio, en ella leyó lo que afirmó ciertas hipótesis. Su interior parecía haber tenido un corto circuito, no podía reaccionar y sus ojos incluso llegaron a aguarse volviendo sus perlados orbes en dos destellos. Su corazón parecía querer hablar por ella, porque daba la sensación de que había perdido el habla. Sus fuertes latidos amenazaban su pecho con dejarlo salir, pero su siniestra se situó sobre éste. Todo el mundo se había detenido y ahora solo eran ellas dos. No encontraba palabras exactas para decirlo, porque simplemente aún no agarraba el valor de decirlo, aún cuando tenía claro lo que deseaba. Con un cuidado absoluto, hizo a un lado la caja y terminó por encajar la última pieza; cerrando el pacto y el puzzle. Con una sonrisa se quedó viéndole mientras tomaba una de sus manos para alzarla y depositar un beso en el dorso de ésta. Claro estaba que era un sí, porque no había nada más que quisiera tanto como pasar el resto de su vida al lado del amor de su vida.    — Si por mí fuera, te diría que sí no solo una vez, sino miles. — concluyó con una voz entrecortada, no quería llorar, no quería… pero terminó haciéndolo de todos modos. ♡ nana Desde el inicio estaba nerviosa por la respuesta de su novia, ahora incluso más, pues parecía incapaz de responder en cuanto vio la caja del anillo y leyó la última pieza. Aunque quería romper el silencio que se generó en el departamento, sus labios parecían haberse pegado, siquiera era capaz de gesticular alguna palabra. Sus manos se aferraban a su pantalón, pues de lo contrario se notaría que sus manos temblaban. No necesitó palabras para saber la respuesta, pues su acción fue suficiente. Quería creer que haber colocado la pieza faltante era una respuesta positiva a su pregunta, cosa que confirmó segundos más tarde con las palabras de la mayor. La mirada en el rostro de su amada decía tantas cosas. Sus ojos a punto de caer en llanto, combinados con aquella sonrisa que mantenía, eran parte de la confirmación al gran paso que acababan de dar. De ahora en adelante podría referirse a Momo como su prometida, la chica a quien amaba más que a nadie en el mundo y con quien pasaría el resto de sus días, amándose entre ellas y creando preciosos recuerdos juntas. Nana abrió la pequeña caja que contenía el anillo, dejando ver el pequeño anillo plateado con un diamante al centro. Con cuidado lo tomó, al igual que la mano izquierda de su prometida, insertando el mismo en el anular de la chica. En cuanto lo puso, fue ella quien diera un beso en aquella mano, para volver a prestar completa atención a Momo.  — Te amo, amé y amaré por siempre, Hirai. — confesó, haciendo a un lado la bandeja con el rompecabezas y la caja vacía, para acercarse a su prometida. Colocó ambas manos sobre el rostro de la mayor y con los pulgares, limpió las lágrimas que caían. Debía admitir que ella, incluso estaba conteniendo un poco las propias, pero fue incapaz de contenerlas todas al encontrarse en un momento como aquel, uno de los mejores días de su vida. Dedicó unos segundos sólo para volver a observar la belleza de su futura esposa, dedicando la más sincera sonrisa, terminando por unir los labios de ambas en un dulce beso. No había nada más que temer, algún tiempo después se casarían, tal vez semanas, meses o hasta años, no importaba el tiempo que esperaran para la boda, el punto era que pasaría. Incluso, podría mantenerse tan sólo en aquel estado, como su novia o prometida, mientras estuvieran juntas, nada más importaba. ♡ 𝙁𝙞𝙣𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙙𝙤
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
      来てくれてありがとう        開いた、2017年 3月 24日                                             offrol + ambientación           𝘂𝗯𝗶𝗰𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻: Gangneung, Gangwon-do, Corea del Sur       100 Naksansa-ro, Ganghyeon-myeon, Yangyang        ubicación exacta : goo.gl/hkGw0S        fotos del hotel : goo.gl/G0W315             𝗶𝗻𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗲𝗿𝗲𝗺𝗼𝗻𝗶𝗮: 17:00 pm           𝗰𝗹𝗶𝗺𝗮: ⛅            𝗱𝗮𝘁𝗼𝘀: Se supone que luego de la ceremonia, iremos      todos a una fiesta en el hotel.      La playa queda a unos metros del hotel, cruzando los      jardines del resort, por lo que se puede ir a pie.      Nosotras no comentaremos en esta foto, sino      que en una aparte.        ♡ tzuyu Había llegado un poco más temprano de lo normal al haber quedado de acuerdo con Momo para ayudarle a arreglarse, aunque la menor no podía hacer mucho a causa de su embarazo suponía que un poco de apoyo moral le haría bien. Había hablado con ella la noche anterior que aunque parecía querer evitarlo eran notorios los nervios que rodeaban a la mayor. Era gracioso, Tzuyu y Momo en algún punto de sus vidas habían llegado a hablar del futuro, era gracioso porque ambas tenían ideas parecidas sobre el matrimonio y todas esas cosas cursis, al menos ninguna de las dos quería pasar por eso. Ahora que pensaba en aquellas conversaciones le parecía bastante gracioso como todo había llegado a cambiar en un par de meses, ambas chicas habían sentado cabeza y ahora le menor presenciaba a su mejor amiga alistarse para lo que sería su boda. Había conocido a Nana antes de que ambas chicas comenzaran a salir pero por la personalidad algo reservada de la taiwanesa habían pasado meses para que las dos se volvieran cercanas. Sin embargo durante los últimos meses formaron una buena mancuerna aparte Myoui parecía algo emocionada con el embarazo de Zhou por lo que eso las había acercado aún más, después de todo ya hasta tenían planes formados para cuando ambas comenzaran sus familias y Momo también estaba de acuerdo. Abrazó fuertemente a Momo mientras se despedía con una sonrisa en sus labios, tenían que irse en ese momento para llegar a tiempo a la ceremonia. —Estoy orgullosa de ti. —fue lo último que dijo, despidiéndose de los demás que se encontraban en la habitación para proceder a abandonar esta. Tzuyu se aferró al brazo de Jinyoung mientras se dirigían hacían la playa, era frustrante el tener que caminar un poco más cuidadoso y lento(porque era bastante distraída) pero en un par de minutos lograron llegar al lugar en donde la ceremonia se iba a realizar, junto con ellos los demás invitados comenzaban a aparecer llenando el lugar. Optó por sentarse al frente ya que no quería perderse nada y sería un buen recuerdo sí alguna de las dos terminaba por llorar, también sería una buena historia que utilizaría para molestarlas cuando lograran reunirse. Faltaban pocos minutos para que se diera inicio, así que mientras esperaban la taiwanesa tomó asiento haciendo un ademán para que Park hiciera lo mismo mientras acariciaba su vientre. No podía dejar de sonreír y su emoción era bastante notoria porque finalmente sus dos mejores amigas habían decidido unirse con todas las de la ley, la menor había sido un testigo fiel sobre todas las cosas que ambas chicas habían pasado en su relación así que sin duda, estaba segura que estaban hechas la una para la otra. ♡ minho Finalmente el gran día había llegado. Desde hacía unos meses atrás Choi esperaba con ansías en que llegara el día veinticuatroavo del mes de marzo; ese sería sin duda alguna un día memorable al ser la boda de las dos pequeñas chicas que veía como hermanas menores, y unirían su amor bajo el juramento más sincero: su matrimonio. Mientras JooHyun terminaba de alistarse, MinHo no podía dejar de apreciar la hermosa vista que tenía desde la suit que le habían asignado en el hotel Naksan; el viento lograba hacer danzar las palmeras a su propio ritmo, el oleaje creaba la sinfonía más hermosa cada que se impactaban contra las piedra y, el sol les daría indicios de que sería un día perfecto, tan soleado y libre de nubes. — ¿Ya casi está lista, chica hermosa? —Inquirió el menor, asomando apenas su rostro bajo el umbral de la puerta que daba al balcón. Pero a sabiendas de cómo era su mujer, no dudó en continuar aplicando presión, pues lo que menos deseaba era quedar hasta los asientos del final y perderse de la ceremonia. — JooHyun, vamos, que nos van a ganar los primero lugares. Su perseverancia había rendido frutos, y por fin se encontraban dentro del ascensor para tomar camino a la zona de la playa. — Estoy nervioso y no es mi boda, ¿lo crees? —Comentó en un torpe tono de voz mientras su vista se fijaba en cómo iban descendiendo los números piso por piso. Extendió su mano, entrelazó sus dedos con los femeninos y se aferró a ella con una sonrisa. — Llegó la hora. —Masculló al mismo tiempo en que las puertas se deslizaron. Blanquecinas sillas adornadas con listones rosáceos, pétalos de rosas que reposaban sobre la blanca arena y una vista inigualable; todo ello combinado parecía una boda sacada de un cuento de hadas. Para su suerte, habían llegado lo bastante temprano brindándoles la opción de escoger el asiento que más les gustase. Por su izquierda iba su pareja, caminando a su par, aguardó porque tomara asiento y así colocarse justo a su costado. ♡ spencer Un día tan importante requería de una preparación sumamente especial, y aunque no tenía sentido, sentía que estaba ahogado en nervios. Y no era para menos, considerando lo que estaba por ocurrir, algo que (debía aceptar) no creyó que pasaría, pero era una realidad que lo llenaba de muchos sentimientos encontrados. Estaba emocionado, algo ansioso pero sobre todo lleno de orgullo porque su mejor amiga, aquella estupenda chica que era como su familia, se iba a casar. La primera vez que escuchó semejante noticia no podía creerlo, el tiempo pasaba tan fugazmente y ahora aquella persona tan valiosa para él, con la que había compartido años de una increíble amistad, estaba dando un paso tan significativo. Además su prometida era una chica realmente encantadora, aunque fueron muy pocas las oportunidades que tuvieron para hablar, al momento en que les presentaron, sintió que congeniaron bien, sabía que era la mejor persona para Nana, alguien quien le amaría y cuidaría incondicionalmente; no podría sentirse más feliz por tan perfecta pareja. Las admiraba bastante y estaba encantado de poder compartir ese momento junto a ellas. Estuvo contando los días hasta que el gran momento llegara, y al fin esa noche sería. Las anfitrionas se encargaron perfectamente de todos los detalles, hasta la estadía para los invitados estaba cubierta. Desde temprano alistó todo lo necesario, escogiendo un traje adecuado, sencillo pero elegante, un pantalón y una corbata negros y una camisa blanca que resaltaba estas prendas, considerando que la playa sería donde todo se llevaría a cabo, no veía necesario el colocarse demasiado. Con su traje listo emprendió el camino hasta encontrarse con Nana, quién estaba desde mucho antes en un salón de belleza con los arreglos de peinado y maquillaje. Él tenía el importante trabajo de acompañar a Nana antes de la ceremonia. Como si no fuese suficiente la felicidad que Spencer de por sí sentía, ella le pidió que fuese acompañante, quien la entregara. Su propia preparación no tardó más de 10 minutos pero después de eso pasó el resto del día con Nana, ayudándole con todo lo que pudiese pero principalmente para ser su fuente de apoyo pues se imaginaba la infinidad de emociones que ella tendría. El tiempo pasó demasiado rápido y en cualquier momento enloquecerían mientras el momento se acercaba. Spencer salió primero hacia el hotel, en la playa Naksan, en donde tenía ya su habitación reservada por tres días en el resort ‘The Suites Hotel Naksan’, aquel magnífico hotel que alentaba el sentimiento de fantasía que en general se presenciaba; de esa forma podía para darle espacio a Nana de que encargarse de los últimos detalles, y darle ese “tiempo a solas” antes de la ceremonia. Por ahora solo podía sentirse completamente afortunado de estar allí, esperando en la entrada a que el auto de ella llegara. ♡ lisa La definición de amistad para Momo y Lisa era un sin fin de altos y bajos. Se conocían de hacía muchísimo tiempo pero, los temperamentos de ambas féminas siempre lograban que acabasen por distanciarse por un periodo (poco prolongado) de tiempo. La falta de preocupación de Panpriya y el temperamento de Momo formaban una combinación fatídica. No obstante, a pesar de que ambas chicas fuesen orgullosas, terminaban en gran parte de las ocasiones disminuyendo su enorme ego para darse una nueva oportunidad entre ambas. Su apego parecía estar a prueba de bombas nucleares y trastornos medioambientales. Lalisa sabía que podía contar totalmente con la rosada, cosa totalmente recíproca. Desde que la rubia tuvo más empatía con la foránea, todo marchaba sobre ruedas, siendo escasos los momentos de pelea ya que el dúo se hallaba de lo más feliz a causa de los amoríos. Había una persona en sus vidas que sólo generaba bienestar en ellas.   Aunque Panpriya no mostrase demasiado entusiasmo (en un principio) por el compromiso por el que estaba pasando su buena amiga, cabía destacar que con el paso del tiempo, la emoción por ver a la chica con su persona ideal iba incrementándose. El estar invitada a la boda sólo la hacía más dichosa, no sabiendo que vestido o ropaje portar. ¿Estaría bien si llevaba unos pantalones? No, pensó; rebuscando en su armario hasta dar atuendo idóneo para la ocasión. En esta circunstancia, dejaría su (poca) melena suelta. Pasaba de recogidos, luego le molestaban si pasaba mucho rato con ellos. Pondría cualquier accesorio a un lado y ya. Al menos que su cabeza fuese cómoda, cosa que no podrían decir sus pies, los cuales tendrían que soportar un zapato de plataforma.   Acostumbrada a maquillarse, no tardó ni media hora para hacerlo, vislumbrando la bolsa que traería consigo. El casamiento sería en un precioso Resort, donde pasaría tres días junto a Momo, su futura esposa y todos sus cercanos. No pintaba nada mal, ¿verdad? Cuando creyó que todo se ubicaba en su sitio, posicionó el calzado escogido en sus pies, inmiscuyéndose en el transporte que la llevaría hasta allí.   Con Nana no tuvo el honor de hablar demasiado pero, por lo poco acontecido, sabía lo tan destinada que estaba para Momo; eran tal para cual. Se alegraba de que ambas hubiese hallado a su media naranja. Al tener tiempo de sobras luego de llegar y solicitar la llave de su habitación, tras vislumbrar la arena desde el lugar donde dormiría los próximos días, decidió mejor el utilizar un calzado más apto para esos instantes, acomodándose de nuevo el original cuando estuviesen en el interior del emplazamiento. No le apetecía que se le hundieran los tacones en la graba.   Ubicándose de nuevo abajo, vislumbró un sitio perfecto en el cual sentarse y disfrutar de la velada, deseando presenciar el momento más feliz de la vida de su buena amiga. No podía perdérselo, no se lo perdonaría nunca si eso ocurriese. Quería estar con ella tanto en las buenas como en las malas circunstancias con las que se topase. Así era una verdadera amistad. ♡ hyuna Desde la última riña que había tenido con su papá, Hiromi decidió vivir en hoteles de vez en cuando. Regresaba a Osaka cuando alguna fiesta buena se organizaba, o por el mero gusto de pasearse por las calles a altas horas de la noche. Mientras tanto, residía en Seúl. No era la gran diversión, pero sin su papá merodeando definitivamente era un lugar donde podía estar tranquila; además, ahí conservaba amistades valiosas que estrechaban su lazo con el territorio sur coreano. —Esta niña tonta… ¿Por qué has crecido tanto?—Mascullaba a solas frente a la pantalla de su teléfono móvil mientras veía una foto que compartía con Momo, su amiga de la adolescencia, conteniendo la nostalgia y apreciando la sonrisa de la muchacha. Su rostro pálido y frágil siempre había inspirado a la nipona de ojos azules a protegerla tal y como una muñeca de porcelana; ciertamente ella la quería mantener en un pedestal, viéndola ahí crecer sin que nada ni nadie le tocase, ni siquiera posara su mirada en ella. Pero no fue así. Ella creció fuerte y segura en sí misma, aunque a veces lo olvidara. Hiromi una mocosa de quince años quien se caracterizaba por su temperamento imponente (y en ocasiones agresivo), mirada fría y habilidad para maldecir era un protuberante contraste con Momo . Ni siquiera supo en qué momento terminó llevándose tan bien con la diminuta chica de cabellos oscuros. Pero certero era que Momo había llegado a Hiromi a endulzarle un poco más sus días con sus consejos, mensajes de texto a media noche y un montón de sus risitas cantadas. Los años pasaron y confirmaron que su amiga era una guerrera. Una defensora fiel a sus sueños. Lo supo desde el primer día que le vio en la esquina de su casa mientras tomaba fotos de su mascota y lo comprobó cuando Momo hizo frente a su amor y luchó por mantenerlo a flote ante las adversidades, con palabras llenas de emoción y una pizca de nerviosismo en la voz de su amiga le confesó que estaba enamorada. Estaba enamorada más que nunca. Estaba tan enamorada que no podía esperar a casarse con su novia Nana. Después, fue la japonesa quien se puso sentimental al ser invitada a su boda. La hacía sentir tan orgullosa y feliz por ella, que no merecía más que todo lo mejor de este mundo. Mil pensamientos nostálgicos revoloteaban por la cabeza de Hiromi mientras permanecía pegada al aparato electrónico que no se dio cuenta que casi arruina su maquillaje por empezar a lagrimear. Se paró de la cama, donde permanecía sentada, y se dirigió al espejo de su tocador echando un último vistazo a su apariencia. Llevaba un vestido amarillo claro que acentuaba su piel y lucía cómodo, un maquillaje discreto y su cabello caía lisamente por sus costados. Sintiéndose lista salió de la habitación del hotel donde se hospedaría por tres para celebrar la unión de su amiga con su amada. Caminó por sobre la arena y al instante se agradeció de haber llevado un calzado adecuado para no sufrir accidentes, mientras sentía la brisa del viento rebosar en su rostro y escabullirse por las hebras de su cabello. Buscó un lugar adecuado para observar la ceremonia y ya ubicada empezó a visualizar su alrededor. No conocía a la mayoría de las personas, y desafortunadamente tampoco a la novia de la que tanto se expresaba con amor su amiga. Mas sabía por palabras de Momo que Nana ante sus ojos deslumbraba cada día más, que sus ojos eran preciosos y su sonrisa transmitía paz; no podía esperar para ver a la novia de su amiga y, por supuesto a su Momo. Sabía que estaría radiante, y que ese día sería el más importante en su vida, lo cual hacía deducir a Hiromi lo preciosa que se vería de blanco, tomada de la mano de su novia, y prometiendo cuidar por ella hasta el último de sus días. ♡ kaede El tiempo había pasado tan rápido, no podía creer que el día de la boda de Momo, ya estaba a nada de estar en la boda. Justo semanas antes mientras escogía su vestido, el día parecía tan lejano, que el tiempo parecía tan tranquilo. No estaba por completo segura que había pasado la noche anterior en la cama del hotel tranquila, quiso descansar, pero un poco de nervios y emoción se hicieron presentes, a la espera de algo tan grande como la boda de su mejor amiga y cabe mencionar que la prometida de su novia era muy buena amiga de Hopper. Estaba tan feliz por ellas, por que ese tipo de ceremonia es la mas especial entre todas. Esa mañana ni siquiera se inmuto a dormitar, tenía tantas cosas por las cuales empezar, que entre mas despierta estuviera mejor, así podría prepararse. En momentos como aquellos incluso recordaba como conoció a ambas, como llegaron a ser tan cercanas, como aquella rubia de ojos azules, pudo llegar a ser tan importante para una celebridad, todo parecía tan salido de una película, pero la vida es así llena de sorpresas y que no importa ni en lo mas minino la nacionalidad, cultura o demás. Las personas solo son personas y ella se sentía bendecida tener tan preciosas personas a su lado. Una amiga suya, estilista, fue ayudarle esa mañana, justo antes de pasar a la habitación de Momo. Debía estar preparada para no retrasarse, ese no era día para los retrasos quería estar presente en cualquier detalle que hubiera, así que agradeció que su amiga, estuviera a tiempo, así fue que le ayudo con el maquillaje y peinado. Ahora sí estaba listísima para ir a la habitación de Momo, tomo sus bolso juntos a sus pertenencias y se dirigió a la misma. Ahí se encontraba Tzuyu y unos cuantos estilistas, a lo que los saludo. Entre aquí allá, tantas cosas por hacer y la emoción a flor de piel, parecía que el tiempo volaba. Hopper hacía lo que podía, pero antes de que fuera tiempo, se tomo un tiempo, para dirigirse a Momo, su mejor amiga, y entre risas decirle lo que significa para ella y lo feliz que se encontraba de compartir aquellos momentos, a lo que termino dandole un abrazo. Se retiró antes para poder llegar a donde se impartiría la ceremonia, caminó desde el hotel hacia la playa, aunque nunca pensó que fuera a ser tan difícil caminar con zapatillas de tacones en la arena, y ya su lado diva se estaba arrepintiendo un poco, de inmediato fue buscar un asiento, a lo que decidió ir a por algunas de las primeras filas. Y el momento llegó, había llegado su mejor amiga acompañado de su padre, caminar hacia al altar, a lo cual aplaudió, solo estaban a unos cuantos minutos de la ceremonia empezará. También pudo observar como Nana llegó acompañada de su mejor amigo. Ahora ya estaba por empezar la ceremonia, su pareja favorita, estaba apunto de casarse. ♡ jinyoung Si no mal recordaba, aquella era la primera boda a la que asistía por gusto, Jinyoung jamás fue muy partidario de este tipo de eventos. Pero, ¿cómo no hacer presencia? Era una ocasión demasiado especial, y más que ir por acompañar y cuidar de Tzuyu, quien era la más cercana a la pareja, él también iba por la buena amistad que había logrado formar tanto con Momo como con Nana. Y, si alguien se lo preguntaba, estaba muy feliz por ellas. Cuando llegó a conocerlas bien (por ser amigas de su novia solían cruzar palabras con él de vez en cuando) empezaban a ser pareja, así que Park tuvo la suerte de ver, desde su distancia, la manera en que había avanzado aquella relación, y a sus ojos era obvio lo mucho que se querían, probablemente llegando a un nivel en que vivían la una por la otra. Él las consideraba como sus amigas, habían sido un buen apoyo y agradecía que estuvieran ahí aún después de todo lo que había pasado durante todo el último año, así que, cuando la oportunidad de hacer algo a cambio por todo eso llegó, la tomó sin dudar. Tras un día que se sintió largo, el muchacho se puso encima su mejor traje, se arregló la corbata y por último buscó a su pareja para ayudarle a caminar hacia la playa en un trayecto cuidadoso, tanto que duró más de lo que esperaba. Finalmente llegando al lugar en donde se llevaría a cabo la ceremonia, Jinyoung tomó asiento en la parte de enfrente porque tampoco quería perderse de nada de lo que sucediera porque al final todo terminaría convirtiéndose en un asombroso recuerdo. El lugar era espacioso y la vista hermosa, encima el lugar estaba tan bien arreglado. Ambas manos se posaron en cada una de sus rodillas en espera de que la ceremonia diera comienzo. Todavía no había tenido la oportunidad de felicitar a ninguna de las dos jóvenes, así que tan sólo imaginaba cuán nerviosas, pero tremendamente felices, debían de encontrarse, vaya, algún día él estaría en esa misma situación. Seguramente no había sido un paso fácil de tomar pero creía que todo valdría la pena, y les deseaba lo mejor de ahora en adelante, y de todo corazón. ♡ tessel Su intención no había sido llegar tarde ni mucho menos, su plan había incluido recoger a Charlie del aeropuerto, comer algo en lo que se ponían al día y hacer un poco de tiempo antes de ir al evento especial que se realizaba ese día. Sin embargo todo había salido de cabeza y ahora apenas si llegaría a la ceremonia con algunos minutos de diferencia que lo que en la tarjeta rezaba. TaeMin estaba por más nervioso y con emoción, ambos sentimientos combinados en algún tipo de mazapán dulce con forma de gato. Sólo así de raro podía definir lo que le pasaba en el interior. Conocía a las novias ya un tiempo, y aunque la relación nunca fue tan cercana o distante, siempre se sintió un parte en su mundo y era necesario verse ahí contra viento y marea. Con el traje impecable se acercó a la zona de la ceremonia, buscó con la mirada por si Charlie estaba ahí pero no lo divisó, a cambio caminó a mesita de regalos y dejó el suyo: una caja blanca con lazo plateado que en su interior tenía un juego de collares con forma de gato (cada uno distinto), que se unían en un corazón. Nunca supo qué regalar en una boda y aquellos accesorios eran de oro blanco, tal vez les gustarían más por algo eso. Con tranquilidad de ver que todavía nada empezaba, TaeMin tomó lugar en una de las sillas posteriores y esperó, feliz de estar ahí, la unión de sus dos amigas. ♡ maa-chan Mirai conocía muy poco del idioma coreano, es más, casi nada podría decirse. Sin embargo, aquello no le impidió formar una amistad con una de las personas más hermosas y valiosas para ella, Momo, Momo-chan o bonita, como le decía de cariño. Para la japonesa la chica era como una hermana mayor, no importaba si pasaban días o semanas sin hablarse por culpa de sus horarios agitados, cada vez que se comunicaban era como si el tiempo no hubiera pasado y el cariño que ambas se tenían seguían de la misma manera. Mirai realmente se sentía muy afortunada por encontrar a alguien en quien podía confiar, una amistad que no era fácil de romper. La menor estaba en total conocimiento de la relación de Momo, a pesar de no conocer a Nana sabía que era una excelente persona si su amiga estaba completamente enamorada de ella y se notaba, en cada momento que hablaban Mirai podía sentir esos sentimientos que llegaban a hacerla demasiado feliz, el hecho que la mayor haya encontrado alguien que aprecia de esa manera llenaba de genuina felicidad y tranquilidad, confiando que si los sentimientos de ellas dos era así de grande, todo estaría bien. Tuvo dos reacciones ante el saber que Momo se casaba: felicidad imposible de expresar con palabras y emoción porque en el fondo sabía que tarde o temprano la chica se casaría con aquella persona que tanto quería. Si bien estaba la barrera de la distancia la japonesa no iba a dejar pasar esta oportunidad para estar en aquel momento tan importante y hermoso, además de sentirse honrada estar junto a ella en este día. A pesar de no haber llegado tan tempano como habría querido, al fin se encontraba en la playa Naksan, lugar donde se haría la ceremonia y frente al resort donde se celebraría una fiesta. Era primera vez que estaba ahí, mejor dicho, era primera vez que se encontraba en Corea del Sur y el hecho que era por el matrimonio de su amiga lo hacía todo más especial, incluso no importaba la barrera del idioma, su felicidad era demasiada para pensar en ello. Llevaba un vestido verde esmeralda, un poco más pastel, los zapatos con un taco bajo para estar más cómoda y acorde con el lugar, su cabello arreglado con dos trenzas que se adornaban con cintas y un maquillaje ligero que fue enseñado por una de sus amigas de la escuela solo para esta ocasión. Ya veía a varios invitados, todas personas desconocidas para la japonesa quien se colocó ligeramente nerviosa al quizás ser una de las más jóvenes también, pero al mismo tiempo hacía la experiencia mucho más linda y no podía esperar para ver llegar a su amiga con su novia. Tomó asiento en exactamente la cuarta fila, sintiéndose afortunada por estar a una distancia considerable para poder ver a ambas jóvenes caminar hacia el altar, el solo pensar en aquello emocionaba a la japonesa, una mezcla de sentimientos que solo provocaban en ella una gran sonrisa que nadie podría borrar de su rostro, a pesar de que quizás lloraría inevitablemente por la felicidad, después de todo una de las personas más importantes para ella se casaría con alguien de buen corazón. ♡ wonsik No podía decir que conocía a Momo hace mucho tiempo, porque no era así. La amistad con la muchacha se había iniciado de manera repentina, WonSik desde el primer momento en que hubo intercambiado palabras con ella había sentido aquella comodidad que extrañamente sentía con las personas. Aún así, no podía evitar el estar sorprendido aún de el hecho de que ella le hubiese invitado a la boda, pero sin dudarlo siquiera un momento.. aceptó.              El evento le hacía recordar un poco a su propia boda, así que imaginaba lo posiblemente nerviosa que estaría la joven, o las jóvenes, era algo que no se podía controlar, después de todo, a partir de ese día sus vidas estarían aún más unidas. Con cierto miedo llegó al lugar, era algo tímido con las personas, y el hecho de que no conociera a nadie allí sólo lograba que su torpeza fuese un poco más grande que de costumbre, aunque obviamente trató de pasar desapercibido de la vista de las otras personas que ya se encontraban en el lugar. Tomando asiento en la última fila de las sillas perfectamente alineadas para la ceremonia.              Le hubiese gustado ver a la chica y dedicarle un par de palabras, o como mínimo animarle. Realmente deseaba comentarle lo hermoso del matrimonio, y que claro, también tenía un lado ‘malo’ pues nada era por completo color de rosa, sin embargo, confiaba plenamente en que la contraria sabría manejar lo que fuese, y que cada paso que diese, ahora alguien más iría junto a ella. ♡ songmin SongMin había conocido a Momo por casualidad hacía tiempo atrás, se habían conocido por un amigo en común (como es usual en Corea) y charlado sobre temas superficiales a menudo, habían charlado tantas tonterías que en realidad no era seguro cómo fue que terminaron siendo amigas, pero lo eran. Las chicas no solían hablar a menudo pero se tenían en cuenta la una a la otra, algún proyecto o algún chisme, sabían que podían acudir la una a la otra como si fuesen parte del mismo equipo, buscándose y manteniéndose unidas en caso de emergencia. Una boda, un día como aquél era algo que la mayor no esperaba ver ¡ella era más vieja, debía casarse antes! Aunque esto por supuesto era un pensamiento con humor, ya que no podía estar más feliz de ver a su amiga casarse. Era la segunda vez que asistía a una y comenzaba a creer que su grupo de amigos estaba maldito, era un alivio que no. Sacó el día libre del trabajo y viajó hasta el hotel donde sería la ceremonia, hizo el check-in y se dedicó a acomodarse y arreglarse hasta que finalmente fue la hora. Llevaba un traje floreado y fresco para la ocasión, no se dedicó demasiado ya que de todas maneras no era su noche, era la noche de las novias. SongMin había tenido la oportunidad de verlas de lejos, de apreciar el amor que se tenían y sentirse tranquila de que su beb�� había hallado alguien tan especial. Las dos eran hermosas y estaba segura que lucirían como sacadas de un cuento de hadas cuando caminaran por el altar. “Su bebé” pensó de nuevo y una sonrisa se curvó en sus labios, la ceremonia no había siquiera empezado y ella ya tenía ganas de llorar. ¿Cuánto había pasado? Por lo menos unos cinco años, cinco años luchando por tenerse cerca, apoyándose, cuidándose y aunque la otra chica fuese “la bebé” había sido la protectora de la pelinegra durante tanto que hasta era un apodo irónico. Frunció los labios y elevó la mirada para evitar que las lágrimas se derramaran, debía guardarlas para cuando la ceremonia se diera a cabo, así por lo menos tendría excusa. Estaba feliz de estar ahí, pero no de una manera superficial como cuando estas feliz de tener un día libre sino genuinamente feliz, de haber sido tomada en cuenta, de ser testigo de la fuerza del amor y de saberse participe en los recuerdos de un día tan importante como aquél. Aish, no quería ser la llorona de la boda pero todo apuntaba a que lo sería. Ahí estaba, sentada junto al resto de los invitados, a la expectativa, con el corazón en la mano y la cámara de su celular lista para documentar la ceremonia, luego se las pasaría a Momo para que ella pudiera añadirlas a su álbum de recuerdos. ♡ serim Como siempre Serim se encontraba corriendo de lado a lado para poder llegar a tiempo a los lugares, mientras finalmente emprendía su camino hacia el lugar en el que se realizaría la boda fue cuando todos aquellos recuerdos empezaron a llegar a él para así recorrer su camino con una estúpida sonrisa en los labios; estaba demasiado feliz, y no era por lo vivido, sino por lo que estaba por vivir, puesto que en su mente no dejaba de recorrer el pensamiento de “mis niñas se van a casar”. Pensar en que dos de sus mejores amigas estarían de blanco frente a él y muchos más contrayendo matrimonio era algo que le hacía sentir increíblemente feliz. Con Momo siempre se había llevado bien desde el momento de conocerse, recordaba como si hubiese sido solo días atrás la manera en que ella le había acogido como su amigo prácticamente desde el primer momento en que se hablaron y como con los meses todo con ella solo había fluido demasiado bien por muchas temporadas, puesto que Serim en su tontería, siempre terminaba por echar a perder todo. El día que se dio cuenta que las dos estaban saliendo, le había sorprendido mucho, ¿Quién era la persona que robaba los suspiros de su amiga? Le daba gracias al destino por haber llegado a conocerla también, el que Nana pensara que él era una mujer por su nombre siempre le hacía gracia, era algo que siempre llevaría en su memoria, y la verdad es que a ella también, puesto que con los días se había terminado por convertir en una de sus mejores amigas como también lo era Momo. Las tardes o noches junto a las dos le hacían muy feliz, y ahora se veía de igual forma proyectando la vida de las dos en su mente y buscando la forma de como prolongar esa felicidad que las dos compartirían. Cuando finalmente se encontraba en el lugar caminó hasta llegar a una de las sillas dispuestas para los invitados en las filas de hasta atrás, puesto que si lloraba de la emoción o solo tenerlas ahí, quería pasar bastante desapercibido; al tomar asiento retiró un par de botones de su saco negro para luego alizar los pliegues que se formaban en sus pantalones. ♡ wonwoo Jeon en su corta vida había ido a una ceremonia como tal, pero siempre había una primera vez y esta era muy especial, sin duda alguna. Llevaba conociendo a Momo un buen tiempo, todo se había dado cuando ellos habían sido puestos en un chat grupal de amigos en común y fue ahí cuando se dio una amena y grata charla entre ellos, con el pasar del tiempo se habían vuelto en demasía cercanos y sí, quién diría que aquella chica de nacionalidad japonesa estaría uniéndose con la persona que amaba años después de haberla conocido, aquello era algo que mantenía feliz al joven. No llevaba el mismo periodo de tiempo conociendo a Nana a quién había conocido por parte de Hirai, y dicha joven se había vuelto alguien cercana a él en el poco tiempo que se conocían, hacia ambas sentía un aprecio y cariño en demasía especial. Aquello era más que fabuloso para un chico tan introvertido como Wonwoo. Había tenido que arreglar sus horarios para poder asistir a aquella boda, no podía faltar porque se trataba de dos personas preciadas para él, ambas eran consideradas sus amigas y eso hacía de todo aún más especial. Aquel día tan importante para ellas había llegado y cómo no, también para todas las personas de su entorno, porque sí, la felicidad era algo que se compartía con los seres más cercanos. Tenía listo el terno que usaría aquel día, todo se encontraba bajo control, una camisa palo rosa, un saco color vino y un pantalón negro junto a unos zapatos del mismo color, ya estaba preparado para poder ir hacia dónde se realizaría tal ceremonia, y así fue, tuvo que esperar a que una van pasase por él y lo llevase hasta tal lugar. Al pasar los minutos y encontrarse en su destino, al cerciorarse que se trataba del hotel Naksan, ingresó guiándose por su sentido común en qué parte o ambiente del establecimiento se realizaría. Al llegar a la zona ambientada, pudo percatarse de la fila de sillas que había para los invitados, y claro se encaminó hacia alguna que estuviese en la mitad para por ultimo poder sentarse. Al encontrarse ya acomodado, dejó salir un suspiro por lo nervioso que estaba, sí, aun cuando se trataba de la boda de un par de amigas se sentía en demasía feliz, entusiasmado y ansioso. Solo era cuestión de esperar a que iniciase la ceremonia, por lo que se quedó tranquilo en el transcurso de tiempo. ♡ 𝙁𝙞𝙣𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙙𝙤
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
            (c) 놓아             2017.05.20     No podía continuar. Desde que decidió confesar aquel secreto, sabía que existía una enorme posibilidad de que Momo terminase con ella y así fue. El día anterior permanecía en su mente, reproduciéndo las palabras de Momo antes de verla salir de la habitación. "No te quiero cerca mío, Sana", recordar aquello rompía su corazón, su pecho dolía y las lágrimas no terminaban de salir. Sana abrazaba sus piernas, sentada en una de las esquinas de su habitación. No se había movido ni un milímetro por horas, siquiera había comido algo, ni revisado su celular.   La única que se preocupaba por su bienestar, era su hermana, quien se mantenía insistente al otro lado de la puerta, golpeando con fuerza la misma y llamando a su nombre. Su propio llanto le impidía concencentrarse en cualquier cosa más allá de esa habítación y no fue hasta que comenzó a calmarse, que empezaba a escuchar las palabras de su hermana. Hana sabía lo mucho que amaba a Momo y por sus palabras, seguro había visto o escuchado algo. Después de tanta insistencia, Sana se levantó, con algo de dificultad, y abrió la puerta de su habitación, haciéndose a un lado para que su hermana pudiese entrar y hablaran cómodamente.   Hana le abrazó con fuerza y comenzó a regañarla. Ahora entendía que en verdad había hecho que se preocupara, pero sólo pudo reír en ese momento. En verdad quería mantenerse fuerte frente a su hermana, pero le sería una tarea muy difícil, más cuando necesitaba contarle lo que había ocurrido.  — Lo siento, no quería que te preocuparas... pero piensa que esto te pasa por lo del año pasado, ahí fui yo quien me preocupé. — mencionó entre risas, siguiendo a la mayor hasta la cama y tomando asiento sobre ella.   El silencio incómodo reinó la habitación, siendo ella quien lo rompiera.  — Momo terminó conmigo... no sé qué hacer, no quiero volver a trabajar y tampoco quiero seguir peleando con mamá, a parte, ni siquiera quiero estar aquí. Sólo sigo recordando sus palabras y en verdad duele. ¿Qué hago, Hana? — confesó.   Su hermana tomó sus manos, sonriéndo y manteniendose en silencio por algunos segundo, antes de comenzar a hablar.  — ¿Recuerdas lo que te dije el año pasado? Creo que es ahora que debo ayudarte a salir de aquí. Te mereces una hermosa vida, no este infierno. Debes irte antes que papá llegue. Tengo un poco de dinero guardado y sé dónde esconden nuestros padres el que les das. — mencionó, levantándose de la cama junto a ella sin soltar su mano. Caminaron hasta la habitación de Hana, donde le entregó una mochila vacía. — Siempre he esperando el momento en que pudiera irme de aquí, pero sabes que es imposible y sólo te perjudicaría a ti. Aceptemos que si tú te vas, a mi no me puede hacer nada. — comentó.   Sana tomó la mochila. Sabía que todo lo que había dicho su hermana era cierto y la idea de irse, en verdad estaba llamando su atención. — Hana, no lo sé... ¿a dónde iré? en verdad no me siento capaz de esto. — Aquello sólo fue el inicio de una pequeña discusión que la mayor terminó ganando.   Sana preparó ropa, galletas, una botella de agua, el dinero que había mencionado Hana y un poco del que ella misma guardaba para gastar junto a Momo. Antes de marcharse, revisó su celular. Ninguna llamada de Momo, sólo un mensaje de los moderadores, confirmando que había cumplido el segundo reto. Rió ante la situación, pues algo tan estúpido le había quitado lo más bello de su vida y apagó el teléfono. No la podrían localizar y tampoco se arriesgaba a que alguien lo encontrara y viera cosas que no debían. Se despidió de su hermana sin decirle a donde iba, tan sólo recibió un pequeño papel que contenía su número de celular. Agradeció por todo, guardando el papel en el bolsillo de su pantalón y se alejó.   Tan sólo caminaba con un sólo pensamiento, Hirai Momo. ¿Cómo estaría? ¿En dónde? Quería verla e intentar disculparse una vez más. Sólo conocía un lugar en donde podría encontrarla: la fábrica abandonada a la que iban. No lo pensó por mucho tiempo y sólo caminó hacia allá. Le tomó varias horas llegar, pero lo consiguió. Al ingresar, no logró ver a su ex novia y para ser sincera, estaba segura de que no la vería pronto. Aún así, decidió quedarse, no se iría hasta poder verla, al menos confiaba en que llegaría el momento en que regresara a la fábrica.   Esperó pacientemente hasta que la noche cayó. Momo no se presentó ese día y era hora de dormir. Estaba cansada después del día que tuvo. No se alejaría mucho, le pareció mejor idea quedarse en la casa atrás de la fábrica, que también estaba en muy malas condiciones y visitó junto a Hirai. Ahí también podrían encontrarse si llegaba a buscarla.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
              (p) I can't explain             2017.05.19     El segundo reto había sido revelado el sábado y aún no encontraba cómo cumplirlo. ¿Enfrentar un miedo? Le sería más sencillo volver a cumplir el primer reto varias veces. Siquiera sabía cuál de todos sus miedos debía enfrentar, sólo tenía claro que el miedo a la muerta, tanto propia como de un cercano, no era opción en aquel momento. No asesinaría ni cometería suicido, bueno, eso último lo cumpliría, pero aún no llegaba el momento.   Pensar algo viable le estaba volviendo loca, no quería la muerte de nadie, tampoco quería perder su empleo, pues sus padres le molestarían hasta que regresara al mismo. Dar vueltas y vueltas al tema sólo le llevaba a una opción: ser completamente sincera con Jinsoul sobre su empleo nocturno. Tan solo pensarlo, le aterraba, seguramente no la vería de la misma manera e incluso, terminaría con ella en un parpadeo. No quería perderla, pero tampoco quería seguir mintiendo, no a quien le había abierto su corazón y había vuelto los meses de su relación, los mejores de su vida. Junto a ella era feliz, la quería proteger de todo y terminar el problema de su vida, a su lado.   Había notificado en ambos trabajos que no podría ir debido a problemas con la salud de su hermana, cosa que en parte fue mentira, pues aunque su hermana siempre tuviese problemas de salud, no había empeorado en los últimos días. Ocupó toda la mañana para arreglarse y seguir pensando si debía hacerlo o esperar al castigo por no cumplirlo. Sinceramente, no sabía cuál de los dos podía ser peor. A fin de cuentas, logró contactar a Jinsoul, citándola en su propia casa, mencionando que tenía algo importante por decirle y que debían verse para ello, de inmediato. Sus padres trabajaban todo el día, su hermana dormiría o simplemente, no la buscaría a menos que ocurriese algo grave. Conforme los minutos pasaban, comenzaba a arrepentirse de haberla llamado, pero intentaba callar aquello mientras ordenaba su habitación. Intentó cancelar la invitación varias veces en el transcurso de dos horas, pero tampoco se atrevía a ello.   El llamado de la puerta le indicó que Jung había llegado. Antes de abrir, preparó su teléfono para dejar una llamada en curso con el moderador, de modo que pudiese tener la prueba que querían. Colocó su teléfono en el bolsillo derecho de su pantalón y recibió a Jinsoul.  — Llegaste rápido. Entra, vayamos a mi habitación. — mencionó, tomando la mano de la mayor, dirigiéndola por la casa.   En cuanto llegaron, aseguró la puerta de su habitación y mantuvo la mirada baja. Tomó asiento sobre la cama e indicó a su novia que tomase asiento, dando ligeras palmaditas en el espacio vacío a su lado. Guardó silencio por algunos segundos, tomando una bocanada de aire antes de comenzar a hablar.  — Yo... ¿alguna vez te dije sobre qué es mi trabajo nocturno? — cuestionó, cerrando con fuerza los ojos antes de proseguir. — Yo... en realidad no trabajo en una tienda de veinticuatro horas... soy sexo-servidora. — confesó titubeante   Sus manos temblaban, no podía levantar su mirada y siquiera sabía si quería escuchar lo que seguía. Su corazón palpitaba con fuerza, quería romper en llanto, pero no quería mostrarse de aquella manera, aunque ya se estaba mostrando demasiado débil al siquiera poder verla. Tan sólo esperaba que pudiese entenderla un poco y rogaba que su relación no terminara.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
      ハッピー(十五)monthsary        非公開、2017年 6月 24日             Los cupones habían sido un completo éxito. Gracias a uno de ellos, llevaba casi tres días ideando una cena ideal para ambas. Ella no era exquisita para comer, de hecho era bastante tolerante con cualquier plato, tan así como haberse quedado conforme con preparar un simple plato de onigiri o okonomiyaki, pero se trataba de un día muy especial, y como el cupón que había usado días atrás su novia, debía salirse de lo usual, o más bien, ella deseaba salirse de lo que usualmente comían. Su experiencia en la cocina era casi nula, pero tampoco apestaba, era bien dedicada con lo que hacía y si le había dado el poder a Nana de poder pedirle lo que sea, quería superar sus expectativas. Su esposa solía decir que cualquier cosa que ella hiciera sería suficiente, pero para Momo no era así. Era 24, debía saber superar incluso sus propios límites en la cocina.      Debido a lo que buscaba conseguir, el internet se volvía de nuevo su mano derecha, porque de ahí terminó sacando la receta de lo que, para ella, sería ideal en esa noche. A tempranas horas había salido a comprar cada uno de los ingredientes que necesitaba para preparar un atún teriyaki y más. Eran platos que solo se podían pedir en los restaurantes más caros de Kyoto, por lo que solo eso le hacía inquietarse y ver más difícil el conseguir acercarse a ellos, pero lo intentaría. Comenzó todos los arreglos casi dos horas antes, porque sabía que el chirashi y los tatakis le llevarían un buen tiempo. Comenzó por sacar lo que había traído de la tienda. Atún, huevas de salmón, camarones, wasabi, salmón, pescado blando, vegetales, salsa ponzu y por último, un pastel de avellanas. El dulce lo guardó en el último apartado de la nevera, escondido y fuera del alcance de cualquiera que se metiese en a hurgar, acto que terminaba siendo completamente innecesario cuando le había prohibido a Nana ingresar a la cocina por inventarle haber visto una rata; siquiera sabía cómo es que la menor le había creído tal mentira.      Delicadeza y precisión, estaba clara con lo que se necesitaba para cocinar aquellos difíciles y elegantes platos. Lavó sus manos, recogió su cabello y daba inicio a su travesía gastronómica, porque sí, para Momo era un completo reto. Primero, metió en agua los pequeños tomates que tenían en casa, también las huevas de salmón, para proceder a preparar la salsa teriyaki. Una sola vez vio a su abuela prepararla para el cumpleaños de su madre, por lo que se manejaba un poco a base de escasas memorias. Mirin, azúcar blanco, salsa de soja y sake. La puso en un sartén y comenzó su cocción sobre fuego bajo. En medio de su trámite con la salsa, que por unos instantes casi la había arruinado con el exceso de alcohol, se dedicó a lavar el salmón y luego secarlo con la toalla limpia que estaba a un lado del lavabo. Fue hasta la mesa, misma donde yacía la tabla de cortar, allí mismo, con el cuchillo más grande y afilado que encontró, comenzó a retirar la carne oscura y piel, dando cortes largos por toda la pieza de salmón. Lo terminó por cortar en rebanadas para dejarlo guardado en la nevera. Siguió por tomar el pez blanco que había comprado semi preparado, solo tomándose el trabajo de hacer casi a la perfección el estilo usuzukuri aprendido a lo largo de la semana. Había hecho bien hasta el momento. Al terminar todos los ingredientes principales, prosiguió a sacar las huevas de salmón del fuego y guardarlas también junto a los pescados. De la misma nevera sacó los vegetales y prosiguió a prepararlos para decorar los platos, primero con el del atún con cuatro hojas de lechuga protectora y luego cortó el. El atún con su respectiva salsa de teriyaki y el pez blanco con la salsa ponzu. Las huevas de salmón las usó para decorar los costados de cada rebanada de atún y las hojas verdes encima de éste junto a toques de orégano. Estaba todo listo e incluso con casi veinte minutos de anticipación.      Un largo trabajo, sin duda alguna, pero uno que le dejó completamente satisfecha para cuando ya había terminado. La mesa había sido arreglara con anterioridad, solo encendió las velas y volvió en completo silencio a la cocina para sacar las rosas que tenía guardadas y escondidas. Con la bolsa en mano, fue nuevamente hasta la mesa, para dar vuelta el envoltorio y dejar que se esparcieran pétalos en ésta. Los acomodó de la forma más estética que pudo y dejó en medio las dos rosas intactas. Apagó las luces y volvió hasta la cocina una vez más para guardar los platos en la nevera. Ahora solo restaba que el tiempo corriera con los veinte minutos que faltaban para las doce.            午前0時18分     Luego del gran regalo que Nana le había dado, sus ojos seguían humedecidos, pero solo procuró limpiarlos con sus brazos, pues no podía sacar sus manos de los ojos de su esposa. La guió por el pasillo, riendo más de una vez al tropezar y casi caer, tanto ella como la guiada. Cruzaron los sofás de la sala y una vez frente a la mesa, echó un vistazo al orden, Coco solía subirse a la mesa cuando algo llamaba su atención, en ese caso, las flamas de las velas. Sin embargo, en ese momento se borró de su mente Coco y solo agradecía que siguieran encendidas, porque luego de eso, le dejó ver. Esperó por la más mínima reacción de su pareja y aprovechó ese momento para descender sus manos hasta la pequeña cintura de su chica, abrazándola y dejando su rostro en la curvatura de su cuello y hombro, besándolo.       — Felices quince meses, mi amor.          ♡ nana Podía sentirse en paz ahora que sabía que las canciones habían sido del agrado de Momo. Su trabajo había traído un resultado que en verdad había deseado, aunque ahora estaba un tanto nerviosa por su esposa. Al parecer, Hirai había preparado algo en casa. No tenía idea de qué podía tratarse y como siquiera había estado en casa aquel día, no adivinaría nunca, pero de lo que estaba segura era que estaba ansiosa por verlo. Sinceramente, creyó que su esposa estaría ocupada con el trabajo, que probablemente no recordaría la fecha o no podría preparar nada, por lo que sí estaba un poco sorprendida. El que la mayor le guiara por la casa con los ojos cubiertos había que sus expectativas se elevaran cada ves más. ¿Había comprado algo increíble para la casa? ¿Verían alguna película juntas? Tal vez... ¿le haría una broma y la besaría? En verdad, cualquier cosa llenaría sus expectativas, sin importar de qué se tratara, pues viniendo de Momo, todo era perfecto. La caminata juntas era algo torpe, pero demasiado divertido. Para ocasiones como aquellas, la casa era un campo minado y juntas eran increíbles descubriendo cada una de las trampas.  — ¡Oye! Nos harás caer, parece que ni siquiera es nuestra casa. — atacó entre risas, manteniendo las manos extendidas hacia adelante y, de vez en cuando, hacia los lados, para intentar ayudarle en el camino.  — Podrías decirme ahora y así no tendríamos que tropezar con cada mueble, amor. — agregó, sin éxito en conseguir que su esposa revelara el plan de aquella noche. En cuanto sus ojos fueron descubiertos, encontrándose con todos aquellos preparativos, quedó boquiabierta, inmóvil por algunos segundos y sin mostrar reacción alguna de agrado o desapruebo. En realidad, estaba muy conmovida, no decir nada era una manera de no estallar en llanto de inmediato.  — Esto... ¿tú hiciste todo esto? — cuestionó, liberándose de la unión entre ambas y avanzando hacia la mesa, tomando uno de los pétalos en ella. Cada detalle era precioso y hacía del momento uno mejor. Las lágrimas comenzaron a caer y Nana tan sólo mantenía la mirada baja, esperando que se detuviesen un poco antes de hacer algo. En cuanto lo logró, dio media vuelta y regresó a los brazos de su esposa, depositando un dulce y rápido beso en sus labios.  — Es hermoso... muchísimas gracias, amor. — confesó, dando un último beso en el cuello ajeno.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
   2017.06.24    15.3.I Love You         No podía recordar con exactitud la última vez que escribió una canción. Había estado tan ocupada con otras cosas en casa, después de la boda, que había descuidado un poco aquel pasatiempo. Sí, no mentía que intentó continuar escribiendo antes, pero no podía hacerlo. Nana, quien intentaba escribir algo para su esposa, siempre terminaba posponiendo todo y corriendo a verla, pues sólo escribir sobre lo hermosa que era, le hacía desear ir con ella.     Tres meses habían pasado desde la boda y aún le emocionaba el hecho de poder llamarla esposa. Hirai era, sin duda alguna, lo mejor que le había pasado y de alguna forma, quería expresar todo lo que sentía mes con mes. Quince meses de relación, tres meses como esposas y miles de recuerdos entre ambas ameritaban muchísimas canciones de por medio, pero hasta el momento, ninguna de esas canciones era de su autoría. Era el momento de que pudiese enorgullecerse de mostrar su trabajo a Hirai. El último mes, mientras su esposa trabajaba en otra habitación de la casa, Nana salía a un parque cercano o tan sólo se encerraba en la habitación para poder componer una buena canción. Tantas veces, mientras escribía, quiso arruinar el trabajo de ambas y sólo correr a besarla o abrazarla, pues el tener que recordar los bellos momentos juntas sólo revivía las emociones como si lo volviese a vivir.     Acorde tras acorde, error tras error, Nana avanzaba en la canción. Faltando unas horas de su tiempo límite, aún necesitaba arreglar algunas partes y por supuesto, grabarla. No estaba segura de poder hacerlo bien si la presentaba en vivo, pero claro que si Momo se lo pedía, lo haría sin problema. Nana había salido de casa temprano y se reunió con unas amigas para poder recibir críticas de lo que había creado. En verdad le estaban ayudando a corregir ciertas partes de la letra y la melodía, al igual que le ayudaron a grabar el audio con su propio celular. No sería el mejor sonido, pero lo importante era el contenido.     En cuanto terminaron, Nana regresó a casa. En realidad, había estado fuera todo el día y seguramente Momo estaba preocupada, pues no dijo mucho cuando se fue y siquiera sabía si se dio cuenta de que lo había hecho. Estaba contenta con lo que había logrado y en verdad esperaba que a Momo le gustara. Sin decir nada y haciendo el menor ruido posible, Nana buscó a la mayor en varios espacios de la casa hasta llegar a su habitación, donde le vio sentada sobre la cama. Corrió hasta ella, saltando sobre la cama y atacándola con tantos besos como le fue posible.  —Te extrañé, amor. Feliz veinticuatro, eres la mejor, te amo muchísimo. — mencionó entre risas y besos. Pocos segundos después regresó el espacio a su esposa y se sentó bien sobre la cama.  —Tengo algo que mostrarte, espera…— comentó, sacando unos audífonos del bolsillo derecho de su pantalón. Nana deshizo los nudos que había en ellos antes de entregarlos a Momo junto con su celular, listo para dar inicio a la grabación. ♡ momo Había recién terminado la cena, faltaban solo unos minutos para llegar a la tan ansiada fecha de ambas. Estaba tan emocionada, sin duda alguna. Impaciente por compartir aquella cena junto a su esposa. Impaciente por celebrar ya quince meses a su lado, un largo período que mes con mes le hacía recordar lo afortunada que era y lo mucho que era capaz de hacer por ella. Le sorprendía su forma de ser, cuando anteriormente jamás se había dedicado tanto a una persona. Sabía que era innecesario pensar algo así a esas alturas cuando incluso ya estaba casada, pero la pregunta de qué le había hecho ella para cambiarla (a mejor) de esa manera, no tenía desgaste, mucho menos respuestas, algo que le fascinaba. Camino al cuarto compartido, una vez pasó frente a la sala de ensayos de su esposa, se detuvo a escuchar a través de ésta, pero estaba todo en silencio, en absoluto silencio. Ese día poco la había visto, a decir verdad, solo al levantarse, y en parte era bueno, porque permitió de preparar la sorpresa que le tenía con tranquilidad, pero desde hacía ya tres meses, no acostumbraba a tener un Viernes sin ella. ¿Qué estaría haciendo allí dentro? ¿qué tendría para ella ese mes? Claro que los regalos no eran algo que ella exigiera ni esperara cada veinticuatro, de hecho eran lo de menos, pero esa pregunta era inevitable hacérsela cuando Nana tenía la costumbre de sorprenderla cada vez más. Aunque sí se le pasó por la mente el entrar a averiguar el paradero de Nana, se abstuvo a hacerlo. No tenía miedo de que ella lo olvidara, porque jamás lo hacía, pero sí le inquietaba la tranquilidad casi absoluta en casa. Suspiró y relamió sus labios, siguiendo su camino hasta el cuarto. Sus manos estaban frías y con fricción entre ambas, se daba calor. Al llegar, abrió la puerta y solo se encontró a Coco durmiendo en los pies de la cama. Sonrió al verle y se adentró cerrando con sumo cuidado la puerta. La televisión estaba encendida, pero con un volumen exageradamente bajo. Aprovechó apagar el televisor y fue hasta un lado de Coco, sentándose de piernas cruzadas y acariciando su sedoso pelaje. Su teléfono vibró en el bolsillo trasero de su pantalón, y a juzgar por la distintiva melodía que sonaba, entendió, sin necesidad de ver, que era la alarma y que quedaba solo un minuto para las doce. Sobre la tela, apagó el mismo, algo que le llevó un rato por mera pereza que le generó el sacarlo. En ese rato, al apagarla con el botón lateral de su teléfono, se reincorporó y dio una última caricia a Coco, pero antes de colocarse de pie, la puntualidad de Nana le ganaba una vez más, apareciendo por la puerta antes de lo previsto. Como inesperado golpe, sus ojos fueron los primeros en reaccionar y abrirse a la par, cuando sin siquiera tener tiempo de detenerla o algo por el estilo, en un solo parpadeo, ya la tenía encima de ella. Entre más besos que recibía, más eran las risas de su parte. Volteaba su rostro de lado a lado, con sus ojos cerrados con fuerza por el empalagamiento inesperado, que aunque claramente no le molestaba, le generaba cosquillas.  — ¡Yaaah! — exclamó cuando el peso de la menor se hizo menos, inclinándose y aprovechando la oportunidad para rodear con sus brazos la cintura impropia con fuerza, y así apegar su cuerpo al pecho de la chica. Sacudió su rostro, como si desease impregnarse a la piel de su novia.  — Feliz veinticuatro, Nana-sshi, y felices quince meses juntas. Serán muchos más, ¿cierto? — alejó tan solo su rostro para abultar sus labios y levantarse tan solo un poco para besar su mentón. Cuando ella decidió alejarse, sus brazos cedieron, también acomodándose a un lado de ella. Retomó su posición de piernas cruzadas, apoyando ambos codos en sus rodillas para que sus manos acariciaran una de las piernas de su chica.  — ¿Uh? ¿qué cosa? — con su ceño fruncido, seguía con su mirada las manos de la menor sacando el móvil y sus audífonos. Se comenzó a hacer una idea de lo que la tenía, y ya de antemano su corazón palpitaba nervioso. Sus manos se alzaron para que con sus uñas rascara sus propios labios. Sus ojos inquietos terminaron por detenerse en el rostro de su chica finalmente cuando ésta le entregó los auriculares y el teléfono. Los recibió, confundida aún, porque Nana siempre tenía ases escondidas bajo la manga que solo terminaban por sacudir aún más su mundo. Intentó cuestionar, bajo un simple gesto confuso, qué es lo que esperaba ella que hiciera, pero mientras, solo desbloqueó el teléfono para ver una lista de reproducción abierta.  — Es... ¿Es esto? — cuestionó volteando el teléfono hacia la contraria. ♡ nana  — Sí, espera... — mencionó Nana, aprovechando que su esposa había volteado el celular para poder comenzar a reproducir las melodías- Estaba tan nerviosa por ver su reacción o escuchar algún comentario de su parte. En la tarde había recibido mucha ayuda de sus amigas pero no estaba segura de si era del agrado de Momo. Su corazón palpitaba con rapidez y cerró sus ojos con fuerza por algunos segundo, conteniendo su respiración a la vez. Siquiera duró un minuto de aquella manera y optó por cubrir su rostro con ambas manos, dejando una pequeña separación entre los dedos para poder seguir viendo cualquier reacción por parte de la mayor. Estaba avergonzada. No estaba segura de haber mostrado algo como aquello en el pasado, por lo que sería la primera. Aguantó de aquella manera el tiempo que fue necesario. Los minutos eran tan largos cuando se esperaba algo y vaya que lo había experimentado varias veces al lado de su esposa. Odiaba esperar tanto, pero ¿qué podía hacer? Ella fue quien hizo que fuese de aquella manera, ella decidió la duración de ambas canciones y sabía cada detalle en ellas. En cuanto vio que su esposa comenzó a quitarse los audífonos, retiró lentamente sus manos de su propio rostro. No sabía qué hacer, si debía preguntar algo o esperar una respuesta o comentario por su parte.  — ¿Qué te parecieron?...Lamento si no son tan buenas, sabes que escribir canciones era sólo un hobby que mantuve desde hace tiempo... Pasó tanto desde que hice una canción que ni siquiera sé si es suficientemente buena... Pero las hice pensando en ti, entonces debes amarlas. — comentó seriamente, intentando cambiar un poco el ambiente por algo más divertido con aquel último comentario. ♡ momo Nada más asintió y dejó que la menor diera inicio a una suave melodía que endulzó sus oídos y la hizo sonreír desde el primer segundo. Mientras corría cada uno de los siguientes, bajó su mirada, deslizando su pulgar por la pantalla para subir el volumen de ésta, queriendo ser solo ella y la voz de su novia. Cerró sus ojos, como usualmente lo hacía cuando la escuchaba cantar para ella. Una melodía blanca y letra encantadora acompañada del piano. Solo podía imaginar la armoniosa imagen de las finas manos de Nana creando la melodía que sería para ella... Su (ya conocida) conmoción no se vio privada, ni porque evitaba el contacto visual con su novia, ni por la presión que hacía con sus párpados, porque no tardó en salir esa sola lágrima que alcanzó a limpiar con la manga baja de su blusa. Fue desde la melodía, hasta el notorio esfuerzo que ella había puesto en la canción, que no le permitía borrar la sonrisa de su rostro. Y pasó a la siguiente canción, una más rápida, pero no menos romántica. Sin duda era su voz la que podía volver incluso la canción más extraña, en una que le fascinara. Momo solía decir que la voz de Nana era como la miel. Dulce y pegajosa. Como la de una verdadera sirena. Exactamente eso era para ella, una sirena que le podía hipnotizar con solo escuchar su voz cantar para ella. Al abrir tan solo un poco sus ojos y encontrarse a Nana enrojecida escondiendo su rostro tras sus palmas, le hizo animarse a romper con esa tensión que tenía y aminorar sus nervios. Rió, algo inevitable al tener a Nana con tal nivel de acomplejo. Volvió a cerrar sus ojos y en un rápido movimiento, sacó uno de los audífonos, ya que con ambos no escuchaba absolutamente nada más allá de la canción. Al compás de la música, comenzó a oscilar su rostro levemente comenzando también a tocar las piernas de su novia como si estuviese tocando la guitarra.      — ...는 내 맘이 이렇게, 두근두근! La, lalala. — cantaba, aunque no tan a la par de la voz de Nana, hizo el intento con tal de hacerla reír. Permaneció jugueteando, mas su concentración estaba plena en la letra, que cada vez hacía a su corazón querer salir a hablar con ella y decirle lo maravillada que estaba con su regalo. En todo ese rato en el que se encontraba calmando a Nana, calmando su propio lío de sentimientos y con el corazón en mano, la canción llegaba a su fin, aprovechando para cantar la última frase mirándola a los ojos.  — 그대는 나만의 봄... — sonrió y, una vez que la grabación acabó, arrancó los audífonos para dejar el teléfono en su regazo e inclinar su cuerpo apoyando ambos codos en sus rodillas, observándola detenidamente. Se limitó a decir palabra alguna, porque sabía que el silencio sería roto por la menor, quien aún nerviosa le miraba a pesar de todo. Acto que se terminó cumpliendo segundos más tarde. Nana parecía hablar sin saber absolutamente nada, porque no le entraba en la cabeza el que dijera que no fueran buenas, cuando cada palabra de la canción y cada sonido, terminó por derrumbarla por dentro, claro que de forma positiva. Negó con su rostro y llevó su diestra a tomar el mentón de ella para acercarla hacia sí y callarla con un beso.  — ¿Te puedes callar? Me han fascinado. Me... Han sido perfectas. Yo estoy sin palabras ahora mismo, porque nada de lo que pueda decir en mi estado, igualaría tus palabras en las canciones. Pero, como dijo una de ellas, si de algo estoy segura... Es que te amo y estoy sumamente agradecida por todo lo que haces por mí. Todo lo que haces me parece más que perfecto, y nada ni nadie puede igualar tu singularidad. Esa que me fascina. — sonrió tomando con ambas manos, las de su chica, elevándolas para besar un par de veces el dorso de una de ellas. Como cada veinticuatro, ella superaba por mucho lo que la creía capaz. A decir verdad, para Momo, Nana ya no tenía límites, como tampoco su agradecimiento. Cada cosa que hacía, por más mínima que a ella le pareciera, para Momo era el más magnífico regalo que pudiese recibir, porque en sí su presencia era lo más preciado que tenía.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
      結婚式 ♡ 1周年        開いた、2017年 3月 24日                             Somethin’ in your eyes, makes me wanna lose myself         Makes me wanna lose myself, in your arms      There’s somethin’ in your voice, makes my heart beat fast           Hope this feeling lasts, the rest of my life                  El día y momento finalmente había llegado. Frente al espejo se tenía a ella en su vestido de novia, con una sonrisa que le hacía ver casi irreconocible. Volteaba a cada lado para ver a Tzuyu y Hopper, tomando sus manos y creando presión en estas. Su corazón latía a mil por hora y no pretendía cesar. Estaba inquieta, levantándose y caminando ya por quinta vez a observar por el balcón a la playa en que todos le esperarían. Estaba lejos, pero parecía como si estuviese ahí mismo junto a todos los que las esperaban, creando en su mente la boda perfecta que habían estado anticipando desde hacía cuatro meses atrás. Faltaban minutos aún para llevarla a cabo, pero no estaba lejos de ser como la pintaba ella misma, ya de por sí estaba siendo perfecta al generar en Momo una positiva ansiedad y felicidad. Su boda… De solo pensarlo, mariposas se echaban a volar en su interior. Jamás creyó que algo así le sucedería, tampoco que lo desease con tanto fervor, y mejor aún, con la persona que siempre había deseado, aunque lo hubiese renegado por mucho tiempo.               "Momo, ya es hora, papá llegó por ti"      Su hermana irrumpió en la habitación, sobresaltando a la novia y llamando la atención de los demás. Le dio algo de pena verla a los ojos cuando Momo jamás fue capaz de llamarla y contarle personalmente sobre su boda. Hana había sido muy influyente en su etapa de liberación, pero desde que ella había conseguido trabajo en el extranjero y Momo había entrado a la universidad, su relación se fue deteriorando poco a poco. Eran hermanas, la misma sangre y una conexión única, por eso sabía que el orgullo de ambas era inmenso. Se sentía arrepentida, en el pasado, Hana siempre era la primera que se enteraba de todo, no hasta tres semanas antes de lo que esperaba, como en ese veinticuatro. Pero ya estaban ahí y como decía, era la hora. Tzuyu y Hopper fueron las primeras en despedirse y darle un abrazo, dejándola ahora sola con los estilistas y su hermana. Podía sentir sobre ella la mirada de su mayor, misma que desde tenía uso de memoria, recuerda que le intimidaba al punto de no poder verla a los ojos. Lo mismo pasaba en esos momentos, terminando por acabarla en nervios.          Los estilistas terminaron por sacar los pasadores que creaban las ondas de su cabello, dejándolo ahora caer como cascadas azabaches por sus desnudos hombros. Le dieron también el último retoque con brillo a sus labios, pero dejando el maquillaje suave para así resaltar su belleza natural y fresca que pegaría con el concepto a aire libre que tenía la ceremonia. Los encargados finalizaron y salieron del cuarto lo antes posible debido a las indicaciones de la mayor. Ahora Hirai se levantaba y situaba frente a la rubia, congelando a sus palabras e ideas. Solo el silencio se interpuso entre ellas, mientras cara a cara se veían. Era la primera persona de su familia que veía tras el aislamiento por el que tuvo que pasar para evitar juntarse con Nana y, francamente, no era a quien esperaba, y no por un sentido descortés, claro que no, sino porque sabía le debía unas inmensas disculpas y se encontraba demasiado sentimental como para tratar el tema. Hana le observaba de pies a cabeza, inquietando a la novia. La mayor siempre fue reconocida dentro de la familia por ser alguien inexpresiva, que por más que la viera, de todos modos no podía hacerse una idea de lo que pensaba al respecto. Pero no fue hasta luego de unos (tortuosos) segundos, que una sonrisa terminó por surcar de sus labios, haciendo sentir a Momo unas grandes ganas de llorar, que por suerte pudo contener al desviar su mirada. La mayor se acercó y acarició su hombro; reconfortante para la menor, mas no fue capaz de abrir los ojos… hasta que ella rompió el hielo.           "Esta tiara puede no ser la más linda ni la adecuada      pero sé que será algo que enorgullecerá a papá.      Me pidió que te la diera, ya que él mismo ha ido      por ella. Para él siempre seremos su princesa.      También me ha dado esta carta, pero claro ha sido      con que quiere que la leas cuando la boda acabe.      Estamos muy orgullosos de ti, Momo.“        Su pecho se hizo un nudo, sus ojos se empañaron, y entre ambas manos acobijó su rostro. Intentó, realmente intentó responder a sus palabras, pero se escapó de sus posibilidades. Cuando se declaró completamente homosexual, la fuerte pelea que terminó por tener con su padre al decepcionarlo debido a que no tendría jamás una familia (como él pensaba), le hizo al hombre hablar bajo rabia, y sus palabras solo fueron dagas que cortaron la tan buena relación que alguna vez tuvieron. Aunque él diariamente se disculpaba, Momo jamás había vuelto a ser la misma... Hasta ese día, luego de las palabras de Hana. Porque no mentía cuando decía que se le pasó por la mente el que quizás él no asistiría. La mayor, al tanto de la rota relación de ellos, se abstuvo a decir otra palabra y solo comenzó a acariciar su cabello, seguido a llevar una de sus manos hasta el mentón de Momo, obligándola a alzar su mirada y proceder a limpiar por su cuenta el par de lágrimas que terminaron por escapar de sus comisuras. Le miró detenidamente y puso la tiara sobre su cabello.                  "Te ves preciosa, nada de llantos, hoy es el día de      ustedes y nada más de ustedes. Vamos.”         — Muchas gracias… No hay palabras para expresar lo que en realidad siento… Soy tan feliz. — la mayor rodeó sus hombros con uno de sus brazos y le impulsó a caminar.                                Playa Naksan, 17:12 pm.         El vehículo se detuvo y el chófer lo rodeó para abrir su puerta. Fue recibida por dos de los niños que se encargarían de llevar el fino velo que arrastraba, más los otros lanzaban los pétalos que caían a sus pies. Una de las pequeñas le entregó el ramo de rosas que sin dudarlo aceptó.     — Muchas gracias, linda. — dio un piquete en su nariz y la niña reaccionó solo a correr a su posición una vez más.     Descendió del automóvil y al primero que vio, fue a su padre esperándola con una contagiosa sonrisa para acompañarla al altar. Rió de forma sutil y acomodó su tiara antes de entrelazar su brazo con el de su progenitor, haciéndole saber que había cumplido con su deseo y perdonado. Con solo cruzar sus brazos se sintió una niña de nuevo y en él vio lágrimas que intentaba ocultar. Ella sonrió. Un simple gracias resultaba insignificante al lado de lo que de verdad sentía en esos instantes. Semanas atrás había pensado que este día lo tendría que pasar sin su familia debido a la poca tolerancia que tenía su madre aún encerrada en las costumbres del siglo XX. Era ella la que menos le interesaba ver en esos momentos, con solo tener al hombre más maravilloso de su vida acompañándola, le bastaba y sobraba.          Y así emprendieron camino hasta la ceremonia. Muchos voltearon en conjunto al verla llegar, saludando a la mayoría con agitaciones de su temblorosa diniestra. La melodía natural de las aves cantando y las olas rompiendo contra las rocas, fue lo que la relajó. Mas a mitad de camino fue oficialmente recibida por la música. Sonaba ‘Feels like home’, de Edwina Hayes. Al llegar al corredor y sendero de pétalos rosa, se apegó aún más a su padre y de soslayo comenzó a ver a todos los asistentes. Eran sus amigos, los más preciados. Muchas veces se sintió sola, y en esos momentos podía darse cuenta que jamás fue así, que por sobre todas las cosas, pasaran meses y meses… ellos estarían ahí para ella. Como ahora viéndola en el día más importante de su vida.          Cuando llegó por fin frente al sacerdote, su padre se inclinó y depositó un ósculo sobre sus hebras, susurrándole lo hermosa que estaba. Agradeció y su sonrisa se expandió, la cual se desintegró en segundos cuando justo en esos momentos llegó. Veinticuatro horas sin ella, un tiempo que pareció volverse en años, cuando menos lo esperó, ella ya se encontraba ahí Su atención fue robada totalmente cuando Nana bajó de uno de los mercedes negros que la traía. La lejanía no fue estorbo para saber que estaba más radiante que el mismísimo sol que las veía de las acompañaba. Más radiante que todo lo que alguna vez habría presenciado. Verla caminar con su vestido de novia y esa sonrisa, le hacía corroborar que estaba haciendo lo correcto, porque jamás en su vida se había sentido tan segura de algo. Todo lo que involucraba a Nana en su vida, la hacía sentir orgullosa. Ese momento la hacía sentir orgullosa de sí y su pareja. Porque era ella, la mujer más hermosa que jamás había visto. Era ella, el amor de su vida. Era ella; su futura esposa.                                  ♡ nana ¿Veinticuatro horas de tortura antes de la boda eran realmente necesarias? Claro, muchos aprovechaban aquello para hacer cualquier cosa que “no podrían” en un futuro, pero para Nana, aquello no era necesario. Estaba demasiado nerviosa y mantenerse alejada de su prometida le era difícil. Quería verla, estar con ella hasta que llegara el momento en que estuviesen ambas con sus vestidos blancos en el altar y obviamente, todo el tiempo que se venía después de eso. Arreglaba los últimos detalles en su maquillaje en un salón de belleza no muy lejano a la ubicación de la boda. Spencer había pasado con ella buena parte del día anterior, pues era su mejor amigo y podía apoyarse en él cuando fuera necesario, al igual que sería en el caso contrario. Lamentablemente, minutos antes, el joven había partido, dejándola sola el tiempo que quedaba antes de que comenzara la ceremonia. La novia se veía bastante tensa a diferencia de los días anteriores, en los cuales casi brincaba de emoción por aquel día. Por supuesto, no se debía a que se arrepintiera segundos antes, pero no quería cometer ni un sólo error en un momento tan importante en sus vidas. No tenía idea de lo que haría cuando la viera, no podía salir corriendo y abrazarla por lo mucho que la extrañó. Sí, era completamente dependiente y no le importaba admitirlo, pues era una de las pocas personas que siempre se mantuvieron a su lado. Quería llorar, gritar, saltar enterrarse viva y muchas otras actividades que tan sólo la tenían en blanco frente al espejo, observando el bello vestido que eligió para aquella ocasión. Sus emociones no estaban bajo control, todas querían mostrarse y eso era imposible. Parecía que una Nana diferente estuviese vistiendo un vestido de novia. Tal vez apoyo paternal era necesario para evitar esas cosas, pero no quería pensar en ellos, nunca mencionó a sus padrastros nada importante de su vida, no les importaba y ella no iba a permitir que le afectara algo así, tan sólo recordaba todas aquellas películas que había visto en algún momento. Tan sólo confiaría en lo que sus amigos le dijeron, que todo saldría bien. El conductor del automóvil en el que se trasladaría hasta la playa, llamó su atención para poder dirigirla hasta el auto, siguiéndole de inmediato.                   Playa Naksan, 17:20 pm. El auto se detuvo, bajó del mismo aún con su rostro de preocupación, pues este no desaparecía aún, pero al momento de ver a sus amigos en los asientos donde sería la boda, así como a Momo, en un hermoso vestido blanco, viéndose más hermosa que nunca en el altar, aquello cambió radicalmente. En cuestión de segundos, una enorme sonrisa iluminaba su rostro. Volvía a sentir la emoción de los días anteriores, incluso, lágrimas amenazaban con rodar por sus mejillas, tras la encantadora escena que acababa de ver, cosa que no permitió, pues su maquillaje se arruinaría. Aquella extraña que se había apoderado de ella por 24 horas por fin desapareció, permitiéndole ahora disfrutar de la mayor alegría de su vida. Spencer le esperaba, pues él la acompañaría hasta la parte en que se encontraba Hirai. Enlazó su brazo con el más alto y ambos comenzaron el recorrido. Le encantaba la decoración que habían elegido, el camino de rosas sobre el pasillo era su parte favorita, en realidad, todo ese que estaba pasando lo podría describir como el momento más feliz de su vida. Caminaba con seguridad, sabía que aquel era el momento que más había esperado desde que conoció a Momo. Nunca antes hubiera pensado casarse, mucho menos formar una familia en un futuro, pero a su lado, quería hacerlo todo. En momentos, aceleraba su caminar, queriendo casi correr a los brazos de su amada, pero no era posible, bueno, lo era pues se trataba de su boda pero no era correcto. Quería ver a todos los presentes, pero sentía que si lo hacía, se avergonzaría un poco, pues sabía que todos eran muy importantes. Al llegar al lado de su novia, soltó el brazo de Spencer, gesticulando con sus labios un “gracias” por haber `pasado todo aquel tiempo junto a ella. Regresó su vista a su prometida frente a ella, quería hacer tantas cosas pero debía comportarse, por lo que optó por dedicar la más brillante sonrisa y tomar su mano. Algunos segundos después, la ceremonia comenzó. ♡ momo Le fue imposible desviar la mirada de su pareja, y es que cómo no, verla caminar por el sendero de pétalos con aquella característica sonrisa que había adoptado cada vez que hablaban de su boda, en ese vestido blanco de encaje del que había estado hablando desde hace una semana sin parar. Se veía maravillosa. Momo caía en cuenta de que al parecer ella no mintió cuando muchas veces le dijo que ese era el vestido perfecto para ella. Era cierto, ya no había lugar a dudas o bromas pesadas, porque frente a ella tenía a la más bella princesa. Absorta en su admiración, cuando la tuvo frente a ella, dio rápidos pestañeos, haciendo una breve venia a quien acompañaba a Nana; Spencer, su más preciado amigo. En un susurro le agradeció por acompañar a su novia hasta el aras y, con una mano en su pecho, agradeció con una segunda reverencia, solo que esta vez procurando no arruinar su cabello ni darle por mucho tiempo la espalda al padre, quien estaba listo para llevar la ceremonia al inicio. Cuando Spencer se hizo a un lado, lo primero que hizo, como un llamado magnético, fue echar una mirada a su novia. Ella extendió ambas manos, acto por el cual Momo solo logró tomar una de éstas entre los dedos de su diestra. Volteó y entregó a su progenitor el ramillete que aún portaba, reincorporándose para ahora tener ambas manos en contacto con las de su chica. Veinticuatro horas sonaban insignificantes, un tiempo que usarían para beber o divertirse, pero Momo solo logró convertirse en un manojo de nervios con el que Tzuyu y Hopper se vieron en la obligación de tolerar. Pocos de sus amigos sabían lo que en realidad era estar lejos de su pareja por ese período previo a su matrimonio, un día tan significativo que jamás creyeron las dejaría impacientes. Quizás se creyó más dependiente de lo que creía, pero separarse luego de estar ya casi un año juntas, día y noche apoyándose y combatiendo todo lo que se les colocaba por delante… era algo drástico. No le gustaba admitir sus miedos o demostrar sus sentimientos. Pero con solo tocar sus manos, pudo olvidar toda inseguridad y volver a ser ella. Claro que sus nervios seguían haciéndole cosquillas.  — Te ves hermosa. — gesticuló la pelinegra ensanchando su sonrisa al verla de pies a cabeza. La tenía en frente, mas no podía abrazarla como tanto deseaba. Pero como si de una película tratase, corroboró su presencia dando un apretón en sus manos, queriéndole (también) decir que por nada en el mundo la soltase en esos momentos. Y sin previo aviso, el sacerdote dio inicio a lo que volvía ese veinticuatro de Marzo, el día más importante de su vida. En esos momentos nada importaba, nada más que ellas dos contra todo el resto, demostrando que estaban yendo lejos y feliz de lo que día con día construían al estar juntas. Su madre se opuso durante mucho tiempo, intentando hacerla cambiar de opinión, además muchos en su momento llegaron a decir que era algo precipitado pensar en el matrimonio cuando solo cumplían un año juntas, y quizás era cierto, muchas cosas podían ser un error, pero Momo estaba dispuesta a darlo todo por ella, porque sabía que era ella la correcta para pasar el resto de sus días. No quería entregarle el resto de su vida a nadie más que no fuese Nana. Y cada vez se acercaba más el clímax de la ceremonia, acrecentando sus nervios y mariposas desgarrando su estómago. Jamás había sentido algo similar, de eso estaba segura. Tanta felicidad en solo unos minutos y en un lugar. Su futura esposa, su familia y amigos, todos a los pies del océano Pacífico, el lugar más maravilloso para Momo. Nada podía ser mejor. Se sentía completa, como cuando encontró la última pieza del puzzle que armaron juntas y tenía escrito en él el futuro de ambas. Repitió cada oración que el padre pedía, cosa que más de una vez le hizo tragarse las risas tras recordar las bromas que junto a su prometida hacían sobre la boda. Algo en ella esperaba algún error de Nana, pero con solo pensarlo una vez más, comenzó a reír, teniendo que llevar su siniestra a cubrir sus labios. Bajó su mirada y se dejó de bromas, viendo ahora las manos de Mina acariciar la propia. Sabía que causaría otro ataque de risa si le miraba a los ojos, cosa que no necesitaba en esos momentos, menos cuando solo se trataba de una ola de nervios. El padre notó la escena y solo rió, cosa que apenó a Momo. Tomó compostura y despejó su rostro, mas seguía sin ver a Nana a la cara. Llevó la mano que ocultaba sus labios a tomar las de su pareja nuevamente, siendo en ese instante cuando el padre le dio el turno del habla, haciéndola repetir lo que el libro dictaba. Con su rostro sereno y ya calmada, alzó su rostro y sus ojos fueron a dar con los luceros de su novia, mismos que la hicieron sonreír una vez más. La felicidad en su rostro era indescriptible, incluso podía ver reflejados sus sentimientos en aquella sonrisa que cada día le enamoraba más. Así, cara a cara, con el corazón hablando por ella, repitió la mayoría de las cosas que el padre decía, pero añadiendo algunas para darle su toque de honestidad.  — Yo, Hirai Momo, te quiero a ti, Nana, como esposa y compañera. Me entrego a ti, ahora y siempre, prometiendo frente a todos serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida, en esta y las vidas que nos queden juntas. Por una eternidad solo de las dos. — concluyó mordiendo su labio sutilmente. Le fue inevitable negar el paso a las lágrimas que perlaban sus ojos. Con el objetivo de terminar con ellas, sacudió tan solo un poco su rostro, bajando la mirada hasta el cinto que rodeaba su cintura, ya que entre éste estaba el papel con sus votos verdaderos. Antes de que Nana hablara, llevó su índice a cubrir los labios de su chica.      — También quiero prometerte... — desdobló el papel y prosiguió.      "01. Atormentarte por el resto de nuestras vidas.   02. Agarrarte el trasero y los pechos cada día.   03. Siempre reírme de tus bromas, aunque sean aburridas.   04. Aplastarte al dormir todas las noches.   05. Robar de tu comida y dejar que robes la mía.   06. Jalarte el cabello, golpearte o morderte.   07. Pelearte por todo y hacerte enojar.   08. Dejarte en ridículo.   09. Prometo defenderte ante los demás, incluso si estás equivocada.   10. Ser tu waffle por siempre.   11. Hacerte muy feliz.   12. Amarte por el resto de mis días."         Entre la conmoción y risas que generaron sus votos, volteó a tomar uno de los anillos que sostenía Spencer, reincorporándose en segundos para bajar la mirada hasta las manos de su novia. Con sumo cuidado, manipuló sus manos para acercarlas a sí, y de ese modo, insertó el anillo en su dedo anular izquierdo. Como acto seguido, sus dedos volvieron a acunar las manos de su chica y su mirada volvió a los luceros de en frente. Al verle a los ojos, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no romper en carcajadas en plena ceremonia. Para su suerte, lo logró, porque también tuvo que calmar a Nana, quien exageradamente, casi siempre, reía por sus cosas. Dio un paso al frente, en espera de los votos de su amada y su beso sellador. Se encontraba a un paso de comenzar un nuevo recorrido de la mano del amor de su vida, siendo esta boda más significativa para ella al ser simbólica nada más. Se sentía orgullosa de estar yendo contra la corriente de las costumbres orientales y contra la discriminación que la comunidad LGBT debía enfrentar día con día. Estaba yendo contra las leyes e iglesia (irónico). Estaba siguiendo a su corazón, más feliz que nunca; siendo libre. El padre habló y ella ya estaba casada, con la mujer que amaba y con la única que quería pasar el resto de su vida. ♡ nana La ceremonia había comenzado pero a decir verdad, poca atención puso a las palabras del padre. Nana no podía concentrarse en lo que pasaba a su alrededor, tan sólo veía a su hermosa prometida frente a ella con aquella sonrisa que anteriormente le había dicho que adoraba. Estaba a algunas palabras de por fin casarse y a decir verdad, creía que la ceremonia duraría más tiempo, siendo algo que sintió pasar en cuestión de segundos. Minatozaki se mantuvo todo ese rato moviéndose ligeramente en su propio sitio, balanceando las manos de ambas en el aire como si de una niña pequeña se tratara. Tan impacientes como sus manos, sus labios no podían mantenerse en un mismo sitio, pues por más que intentara, no podía formar una sonrisa más discreta.  — Tú te ves más hermosa. — al igual que su novia, gesticuló en respuesta al comentario que había hecho, siguiendo la confesión con un guiño que le hizo soltar ligeras risas. Poco le importó que los presentes vieran lo que acababa de hacer o incluso, la impaciencia que mostraba con sus movimientos y quien más cuenta se daba de aquello era el padre. Había que admitir que tenía una justificación bastante aceptable, siendo que si no se mantuviera de aquella manera, terminaría siendo como una piedra frente a todos, una chica sin expresiones debido a que el nerviosismo la comía viva. Tan sólo estaba disfrutando del momento, algo que marcaría un día tan importante en sus vidas. Esperaba no equivocarse en aquel momento, quería algo perfecto, aunque había que admitir, que si se equivocaba, podía recordar aquel momento como algo muy gracioso, cosa que siempre traería risas cuando se hablara. Tantas veces mencionó a Momo que se equivocaría, debido a que tiempo atrás, había visto un vídeo en internet, demasiado lindo lindo sobre un error en una boda al decir los votos matrimoniales, debido a que el chico estaba tan nervioso y esto actuó en su contra pero sacó risas a todos los presentes. En realidad, lo haría de ser posible, pero había una diferencia enorme, el idioma en el que lo había visto fue en inglés y ya que su idioma era el coreano, no era posible confundir las palabras de aquella manera. Ahora había llegado su momento de mencionar los votos matrimoniales. Nana escuchó atenta a las palabras de su amada, estaba tan feliz, que aunque tratara de mantenerse bromeando, haciendo gestos a su novia para que se equivocara y ella no terminar llorando, le fue imposible distraerla al igual que evitar derramar lágrimas ante las sinceras palabras de la mayor. Aún así, su sonrisa no desapareció en ningún momento. En cuanto su novia terminó de hablar, el sacerdote indicó que era su turno, pero no pudo continuar de inmediato debido a que su amada le interrumpió, agregando más cosas a los votos. En verdad le conmovió aquel acto, haciéndola reír y llorar debido a las cosas que Hirai había dicho. Limpió rápidamente sus lágrimas para poder continuar con su parte. En verdad, ella no había preparado votos extra, pero aún así, podría decirlos en un futuro, nadie ni nada se lo impediría. Repetía lo que le era dictado, pero esto siendo modificado un poco también.  — Yo, Minatozaki Sana, te quiero a ti, Momo, como esposa y compañera de por vida. Me entrego a ti, ahora y siempre, así como prometo frente a todos los presentes serte fiel, amarte, respetarte, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida, en esta y todas nuestras vidas. Por un mundo y nuevas historias sólo de las dos. — Concluyó colocando la anillo matrimonial en el dedo anular de la mano izquierda de su amada. Ahora sólo esperaba la señal para poder besar a Momo y que oficialmente fuese su esposa. No pasó tanto tiempo para poder escuchar aquella señal y acercarse a la mayo. Colocó albas manos sobre las mejillas de la mayor, de modo que no pudiese escapar de aquello. Nana unió los labios de ambas en un dulce beso, moviendo sus labios y abriendo ligeramente su boca para que fuese un tanto más profundo y especial. La situación ameritaba aquello y muchísimo más. Por fin estaban casadas, por fin podía presumirla al mundo como su esposa y en verdad no le importaría lo que otros dijeran. La amaba y nadie le impediría hacerlo. De ahora en adelante, su apellido sería Hirai... o tal vez su esposa sería Minatosaki, de todas formas, su unión era oficial y por siempre.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
   2017.07.11
   私は止めることができない
La competencia estaba cerca y aún seguía cometiendo los mismos errores. Sana repetía una y otra vez aquellos movimientos imperfectos, logrando muy poco con la práctica. Arrojó la cinta en su mano, con fuerza hacia su reflejo en el espejo frente a ella, tomando asiento en el suelo de la habitación. Estaba molesta consigo misma por no poder avanzar como le gustaría. De nuevo decepcionaría a su esposa, entrenadora y compañeras con una presentación mediocre, y lo más probable, era que sería expulsada del equipo principal. Si no lograba calificar en los primeros lugares para esta competencia, otra chica tomaría el lugar que había estado manteniendo por varios años, pero que iba perdiendo desde la muerte de sus padres.
Agosto del año pasado le había cambiado profesionalmente. Desde aquella competencia en que había olvidado gran parte de su rutina, había desarrollado cierto temor a dichos eventos, pues aquello se había repetido en Diciembre. Ahora las personas conocían su nombre por aquello y no por haber sido una muy buena gimnasta, una de las mejores en el país.
La presión en ella era aún más que antes. Más miradas que de costumbre y menos expectativas por parte de todos. Quería regresar a los primeros lugares, a estar orgullosa de sí misma y a la vez, permitir que su esposa y padres lo estuvieran.
Pasó algunos minutos sentada en aquella habitación de la casa, tan sólo mirando su reflejo en el espejo, recobrando energías para comenzar de nuevo. No se dejaría caer tan bajo de nuevo, debía recuperar la confianza en sus movimientos, o no se lo perdonaría jamás. Aquella presión que sentía debía utilizarla para mejorar y no para empeorar.
Al levantarse, tomó de nuevo la cinta, haciéndola girar en el aire sin seguir la rutina aún. Aquel movimiento le relajaba un poco y sinceramente, le encantaba trabajar con ella, más que con cualquier otro instrumento. Mantuvo la cinta girando, mientras comenzaba a reproducir la música y regresaba a su lugar, comenzando a bailar de la mejor manera que podía, tal y como siempre le habían indicado. Si lo hacía bien en las prácticas, obtendría un muy buen resultado el día de la competencia.
Aún debía ser más precisa con algunos movimientos. No lograba medir la fuerza necesaria para arrojar la cinta hacia el techo y que le diese el tiempo necesario para hacer algunos giros y volver a atraparla. Cada vez que lo intentaba, volvía a dejarla caer. Repitió tan sólo aquella parte más de cinco veces, hasta que por fin lo consiguió. Estaba tan feliz, que siquiera podía creerlo, por lo que volvió a intentarlo, teniendo éxito una vez más.
Con aquello dominado, comenzó la rutina de nuevo, para poder identificar más movimientos problemáticos. Si dominaba toda la rutina antes de la competencia, probablemente le mostraría a Momo los resultados de la práctica.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
♡ 𝙢𝙤𝙢𝙤      Su felicidad no podía ser expresada en palabras, mucho menos en gestos cuando Tzuyu se encontraba con los último arreglos y temblando de los nervios. Las ganas de ir a abrazarla le consumían, pero ella solo estaba siguiendo las órdenes de los encargados, y también ayudando a cuidar a Byeol junto a su esposa. Su cabello estaba listo, pero Momo aún se encargaba de ordenar de forma estética las ondas que caían por sus hombros al descubierto. Nana Dos pasos hacia atrás, la estilista le pedía darse una vuelta. Le hizo sonreír. Se veía bellísima. Una genuina princesa. Aunque ya la había visto con el vestido tiempo atrás y sabía que se veía espectacular, podía dar por seguro que ese día se veía aún más radiante con él de lo que pudo llegar a imaginarse. Al verla, solo podía notar sus ojos brillar con intensidad y nada borraba su sonrisa. Le hacía recordar su boda, el día más feliz de su vida, sabía que para Tzuyu lo era también. Nana se había encargado del ligero maquillaje que llevaba, volviéndola una pieza de arte. Era su día, debía ser la más brillante estrella del lugar. Cuando todo estuvo listo y la hora de la ceremonia llegaba, en tiempo récord todos los encargados y familiares comenzaron a ordenar, incluyéndola a ella, dejando a Byeol en los brazos de Nana, quien recién terminaba de guardar todo el maquillaje utilizado. No fueron tantas cosas y en solo minutos todo quedó como nuevo, o tal vez solo era la impaciencia de todos en el lugar que volvió todo más rápido, pero cuando ya se acababa el tiempo y comenzaban todos a despedirse, junto a su esposa la hizo esperar tras todos, deseando ser una de las últimas en acercarse a su mejor amiga. Primero un par de mujeres que desconocía, posiblemente parientes de Zhou, a juzgar por su dialecto. Tener la oportunidad de hablarle a Tzuyu tan cerca, hizo eterna la despedida del par, pero cuando llegó su turno, puso ambas manos en los hombros de su amiga, viéndola de pies a cabeza con una sonrisa contagiada por la de la menor.  — Te ves horrenda. — carcajeó y se abalanzó sobre la menor, abrazándola con todas sus fuerzas, le fue difícil contenerse.  — Estoy muy orgullosa de ti, todo saldrá magnífico. Te adoro. — concluyó en un susurro para ella. Cuando acabó, volteó para recibir a Byeol en sus brazos y dejar a Nana dedicarle unas palabras. Les observó, desbordando una felicidad inmensa en su sonrisa y en los delicados balanceo que le propiciaba a la pequeña mientras jugaba con su pequeña y cálida mano, haciéndola despedirse de su madre. Esperó por Nana y junto a ella salieron al jardín en que se realizaría la ceremonia. No tardó en llegar hasta su asiento junto a su esposa, en una de las primeras filas. Dejó primero que Nana tomase asiento y ella procedió a hacerlo a su lado, en la columna contraria de la que se sentaba toda la familia de los novios. Con cuidado, sentó a Byeol en las piernas de Nana y justo en ese momento la música comenzó, la boda daba inicio. Estaba feliz por Tzuyu, como también por Jinyoung, eran el uno para el otro, eso de no había duda alguna. Al ver a Jinyoung en el altar en espera de su futura esposa le hacía sentir mariposas en el estómago. Su mejor amiga se casaba. Lo mejor de todo, era que había estado presente casi desde los inicios de su relación y en esos momentos los veía unir sus vidas y declararse el amor eterno para comenzar un nuevo recorrido juntos... Para Momo era un completo honor. Se sentía orgullosa, orgullosa de ambos. Conmovida volteó a ver a su esposa junto a Byeol, posando su diestra sobre las manos de ambas, devolviendo su atención a la pareja estrella. Ese día no solo era uno de los más importantes para ellos, sino para todos los presentes. Se volverían uno oficialmente, él era la felicidad de la mejor amiga de ellas, por ende, la felicidad era de ellas también. Momo sabía que estaban haciendo lo correcto, él era el indicado para ella y ella para él. Se merecían la mayor felicidad del mundo y esa la encontraban en ellos y su pequeño regalo caído del cielo, Byeol. Ese día sería inolvidable. Debía ser inolvidable. ♡ 𝙣𝙖𝙣𝙖      Compartir aquellos minutos previos a la boda junto a Zhou, Byeol y su esposa, le traían una enorme felicidad. Desde que la menor llegó con la noticia de que se casaría, había estado esperando impaciente por el gran día, al igual que cuando les comentó sobre su embarazo. Tzuyu se veía más hermosa que de costumbre en aquel vestido blanco y podía presumir que había ayudado un poco con su maquillaje. Verle tan feliz podía contagiar a cualquiera y estaba segura que nada arruinaría el momento. Estaba orgullosa de lo que había logrado el amor de la joven pareja y en verdad esperaba lo mejor para toda la familia. En cuanto terminó con el maquillaje, comenzó a guardar los cosméticos que había usado en el bolso que llevaba, tomando a Byeol en brazos en cuanto terminó. Nana acomodó el vestido de la pequeña al estar en sus brazos, para que la falda no quedase levantada y pudiera lucir, de la mejor manera, su belleza al igual que su madre. Tomó la pequeña manita de la bebé, dando un beso en la misma y moviéndola delicadamente, intentándola hacerla reír con gestos extraños. Tanto Momo como ella tenían la fortuna de que la pequeña no se sintiera incómoda con ellas y no fuese complicado cuidarla. Esperó junto a su esposa por su turno para despedirse de Zhou. Aunque sabía que habían tardado un poco las desconocidas antes de ellas, jugar con la pequeña y hablar con su esposa hicieron que el tiempo se fuese volando. Se acercaron a la menor con una enorme sonrisa en su rostro y rió por el comentario inicial de Momo. Sabía que bromas como aquellas eran usuales en su relación, por lo que se limitó a llamar la atención de Hirai. Entregó con cuidado la bebé a Momo, volviendo su atención a Tzuyu, abrazándola antes de comenzar a hablar.  — Te ves preciosa, verás que todo saldrá genial. Estoy muy orgullosa de ustedes y te amamos. Siempre estaremos apoyándote. — mencionó, devolviendo el espacio personal a la novia. Salió junto a Momo y Byeol, dejando a Zhou con sus padres en la habitación. Siguió a su esposa hasta los asientos en la primera fila, sentándose primero y recibiendo a la pequeña en sus piernas, cuidando en todo momento que no corriera peligro. Volvió su mirada hacia el altar, donde se encontraba Jinyoung en espera de su futura esposa, emocionada por el comienzo de la ceremonia. No había tenido el tiempo de saludar correctamente a Jinyoung, pero de eso se encargaría en cuanto la ceremonia terminara. Intercambió miradas con su esposa, ampliando su sonrisa un poco más al verla. Sabía que también estaba muy feliz por el momento y poder estar juntas era aún mejor. Dejaba que Byeol jugara con los dedos de su mano, así la mantendría tranquila durante la ceremonia.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
♡ 𝙢𝙤𝙢𝙤      Un nuevo gran día se sumaba a su calendario para esa recién mitad de año. Había pedido una semana libre, contando su fin de semana, algo que le costaría caro para cuando volviera a Japón, pero se trataba de una segunda boda, esta vez de un muy buen amigo, TaeHyung, una fecha a la que no podía faltar. Fallarle a él era lo último de sus opciones, una a la que no permitiría rebajarse, porque después de todo, era él quien le daba a Momo el honor de seguir en su vida y ser parte del día más importante para él. Definitivamente no lo dejaría solo, estaría presente en su boda y en lo que él deseara que lo estuviera, era ella la que agradecía ser considerada del modo en que TaeHyung lo hacía, ir era lo menos que podía hacer. Sí, mentiría si dijese que estuvo a su lado desde el inicio de su compromiso, porque no fue así, pero eso no hacía menos a sus ansias por ir, ni mucho menos a su felicidad por la de él. Se trataba de su boda, algo que no ocurría todos los días y TaeHyung también la necesitaba ahí, tanto como ella deseaba estarlo. Desde el momento que había arribado hacia Jeju junto a su esposa, intuyó que se trataría de una boda como la de ambas, algo que incrementó su curiosidad a un cien. Durante el trayecto fue especulando lo mismo, una y otra vez, viendo el folleto de la isla que sostuvo hasta el último momento en que llegó al lugar de la ceremonia. Estuvo siempre en lo correcto, solo podía evocar el día de su boda. No se trataba de alardeo, sino empatía, estaba ansiosa por verse reflejada en TaeHyung, quien seguro se retorcía en nervios; experiencia propia. En el pasado, las bodas siempre le habían parecido un simple cliché de Hollywood, algo sumamente superficial y vacío, pero su propia boda y la (reciente) de su mejor amiga habían cambiado la manera de ver muchas cosas, entre ellas, el amor condicional que en realidad se necesita para dar aquel paso, por lo menos así era en ella y sabía que TaeHyung igual. Estaba orgullosa de él. Al llegar a la zona de la playa acordada, agradeció llegar justo a tiempo, pues se le había vuelto algo imposible viajar el día anterior debido a los cuidados de Byeol, quien en esos momentos había quedado con MinHo y JooHyun por el día. En completo silencio y de la mano de su esposa, se abría paso entre cada corrida de asientos, yendo hasta el que les esperaba en la primera fila de la derecha. Tomó asiento junto a Nana, acobijando una de sus manos bajo las de su chica y en su regazo. Volteó más de una vez, buscando entre cada rostro desconocido el de su mejor amigo, pero MoonBin simplemente no estaba. Logró divisar a ChaeYeon, la chica de la que tanto le hablaba últimamente y logró reconocer por simples fotos. Seguramente ella no tenía idea de quien era Momo, pero Hirai aprovechó la oportunidad de saludarla con una ligera inclinación de su rostro y una jovial sonrisa, retomando su posición. Fue en ese preciso instante cuando lo vio situado a un lado del altar. Sonrió, levantando su diestra para atraer su atención y poder saludarlo. Ya no podía ir, pero se le terminó por ocurrir algo mejor. Se colocó de pie, disculpándose a sus espaldas por el estorbo, pero solo con su propio cuerpo podía cubrir lo que iba a hacer. Usó una de sus manos para cubrir la vecina, que con ella alzaba su dedo de en medio dedicado a MoonBin. Cuando éste la vio, no pudo contener sus risas, sintiendo también el golpe que Nana daba en su cintura. Volteó a verla y tomó asiento otra vez, carraspeando y dejando de lado las bromas. Minutos pasaron para que la ceremonia diera inicio. Similar estructura, distintos votos, misma conmoción de su parte. Apretaba con fuerza la mano de su esposa, sumida en conmoción absoluta. Con una sonrisa imborrable durante la mayor parte del tiempo, su atención completa la sostuvo la pareja. Sentía orgullo, un inmenso orgullo. TaeHyung se casaba, buscaba su felicidad en algo mal visto ante la sociedad coreana, él era feliz como cualquier otra pareja. Podían existir muchas adversidades a lo largo de su vida vida juntos, pero si de algo Momo estaba segura, es que cada vez que veía sus ojos, en ellos decía lo mucho que lo amaba y lo tan seguro que estaba. Brillaban cada vez que lo mencionaba y eso era suficiente para el paso que daba, para unir su vida con la persona indicada para él. Muchos pensarían que quizás era una locura, pero si él era feliz, contaba con el apoyo de Momo y eso lo debía saber al tenerla ahí, presente en su día, siendo parte del inicio de su propio cuento de hadas, de su nueva etapa. De ese día en adelante, no solo TaeHyung se merecía unos brillantes días, sino ambos, también la mayor felicidad. Solo quedaba esperar por el momento indicado para que pudiese ir tras él y decirle lo tan feliz que estaba por la ocasión, porque el saludo que había recibido de su parte y la sonrisa que le había dedicado, no era suficiente. Sin duda alguna, correr cielo, mar y tierra para ser partícipe había valido la pena.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
            (c) Here we go again
            2012.05.04
Adaptarse a la sociedad coreana no era tan fácil como hubiese pensado… o deseado. Aproximadamente, cinco meses habían pasado desde arribaron a Corea, todo parecía haber mejorado para todos, pues sí encontraron medicamentos que en Japón no tenían. Su hermana había estado en “buenas condiciones” desde que comenzó aquel tratamiento, o al menos hasta ese día. La menor Minatozaki, había pensado que por fin podría vivir como una niña normal, decidir por sí misma qué hacer con su cuerpo. Sí, incluso cuando tenía tan sólo dieciséis años. Ninguna de sus ilusiones y sueños se cumplió, pues Hana había recaído.
Al parecer, el medicamento no estaba funcionando de la manera en que los médicos pensaron y las operaciones constantes debían continuar.
Sabía que una parte de su hermana no quería seguir luchando contra aquella terrible enfermedad, incluso, la había escuchado decirlo, pero no era capaz de dejarla ir. La adoraba, era su hermana mayor y la razón por la que existía, literalmente. Siempre había mantenido una muy buena relación con ella, pero a veces, por culpa de sus padres, sentía odiarla.
Mediodía marcaba el reloj de la habitación en el hospital. Su hermana, recostada en la camilla, dormía, mientras ella intentaba leer alguna revista. El idioma para Sana seguía siendo una tarea complicada, más aún cuando se suponía que debía asistir a clases, pero como no lograba entender casi nada y sus compañeros la molestaban (al menos, eso pensaba que hacían), había dejado de asistir algunas semanas atrás. Sabía que sus padres jamás lo notarían, pues estaban demasiado ocupados, trabajando para conseguir el dinero suficiente y continuar con los tratamientos, y cuidando de Hana.
Dedicó unos minutos a su intento de lectura, antes de darse por vencida. Aunque lo haya abandonado, logró entender algunas oraciones, lo que indicaba que iba avanzando poco a poco con su principal problema. Se dio por bien servida con aquello y abandonó su asiento en el sofá de la sala, para posicionarse frente a la ventana y observar algunas personas caminar a través de la ventana.
La mayoría, parecía tan tranquilo, como si aquello que hicieran fuese rutina. Los envidiaba, pues su rutina implicaba (probablemente) caminar al trabajo y convivir con sus familias, pero para ella, la rutina era completamente diferente. En el tiempo mientras debía asistir a clases, vagaba por la ciudad, sola, pero el resto del tiempo lo pasaba en casa, ayudando en todo lo que podía a Hana. Deseaba vivir como todas las niñas de su edad y la esperanza de que eso pasara algún día, no se esfumaba, tan sólo esperaba que fuese antes de que perdiera aquella esperanza.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
            (p) Fire             2016.05.05     Trabajar en aquel restaurante era tan aburrido y odioso a la vez, aunque no tenía otra opción pues necesitaban cualquier fuente de ingresos para pagar todos los gastos del hospital. Sana había tratado con cada uno de los trabajos a medio tiempo que una chica de su edad podía encontrar, pero normalmente, no permanecía en ellos más de un mes. Pequeños errores podían costarle el sueldo completo y con ello ser despedida, pues Sana siempre terminaba peleando con los encargados del lugar debido a su personalidad, lo que provocaba que no pudiese volver en su vida a tales locales, ni siquiera como cliente.    Por suerte, las cosas estaban mejorando, había mantenido su empleo por más de un mes. Ahora tenía más experiencia en todo y su servicio a los clientes era mejor. Aún así, nada quitaba su odio a tener que despertar temprano para trabajar todo el día con personas que eran mal agradecidas hacia lo que obtenían. Aquella mañana terminaría con su estabilidad laboral, todo por culpa de un chico que no parecía ser tan mayor, pero que sin duda, comenzaba a molestarla.    Desde que la desconocida llegó al lugar, junto a quienes supuso que eran sus amigos, había pasado el rato criticando el mal servicio y mala calidad de la comida. Había visto como una de sus compañeras regresaba a la cocina cada cinco minutos a regresar un platillo y llevar algo nuevo, así como las miradas que lanzaban, seguramente, alabando la hermosa figura de su compañera. Quería decirles algo para que dejaran de hacerlas perder el tiempo, pues gran parte de las mesas se encontraba llena y aquello sólo retrasaba todo.    “Nana, ¿podrías encargarte de la mesa cinco? Me estoy volviendo loca, en serio, los odio y sé tú podrías manejarlos mejor. Por favor, por favor, prometo que te cubriré el día que quieras pero ocúpate de ellos, ¿sí?” Las insistentes palabras de la mayor no le dieron otra opción y continuó con sus tareas, llevando las tazas de café que los chicos habían pedido.  — ¡Buenos días! Mi nombre es Sana y les estaré atendiendo de ahora en adelante, mi compañera tenía otras cosas por hacer. ¿Se les ofrece algo más a parte del café? — cuestionó la japonesa mostrando una ligera sonrisa forzada. Sacando una pequeña libreta del bolsillo de su uniforme, al igual que una pluma, comenzó a escribir todo lo que los chicos dictaban. No debía juzgarlos, pero estaba segura de que no lograrían comer todo lo que estaban pidiendo y tan sólo sería un desperdicio de dinero y comida. Seguramente contaban con el dinero para costearlo todo, pero... ¿en verdad era necesario hacerlo de esa manera? Parecían ordenar alrededor de tres platillos cada uno. Envidiaba un poco aquello, poder gastar la cantidad que quisieran en lo que fuera y pasar momentos divertidos con sus amigos, Sana, con suerte conseguiría gastar lo que ganaba en cosas que quisiera... pero en cuanto no debiera preocuparse por la salud de Hana. Los dos chicos presentes habían pedido, uno de ellos pidiendo por quien parecía ser su novia, juzgando por la manera en que le trataba, pero aún faltaba una chica de ordenar. Parecía seguir indecisa sobre qué ordenar y a decir verdad, comenzaba a desesperase por haber estado ahí más tiempo del normal. Un incómodo silencio reinó la mesa después del quejido de aquella chica ante las caricias de su pareja. Quería reír, pero no debía, logrando contenerse, pero mostrando una ligera sonrisa en su rostro. Volvió su mirada a la chica indecisa, pero no fue por mucho tiempo, pues los gritos comenzaron. Le sorprendió escucharla de aquella manera. Nunca había visto que alguien explotara por un simple café caliente. ¿A caso estaba loca? Ella simplemente hacía lo que le enseñaron al entrar a aquel trabajo, de la misma manera que lo hacía siempre y en realidad, jamás habían recibido quejas como aquellas. Tan sólo le hacía ver a una niña mimada.Sana había logrado levantar la taza antes de que se derramara todo el café en ella, para evitar que alguien más se quemara. — Lo lamento, limpiaré de inmediato. — comentó dispuesta a hacerlo con el trapo blanco que llevaba colgando de su falda, a un lado de su cadera. Quería ignorar el comportamiento de la desconocida, pero debido a aquel golpe, no pudo hacerlo. Dejando la taza en la mesa, Sana tomó el brazo de la chica antes de que saliera del local y obligándola a voltear a verla.  — ¡Oye! ¿No te vas a disculpar? No sólo tú, sino todos ustedes y principalmente hacia mi compañera. Han sido un fastidio desde que entraron, pero aún así les hemos atendido lo mejor que podíamos porque ese es nuestro trabajo. No podemos hacerlo de otra manera, así nos indicaron que debíamos hacerlo y si no te gusta, vete a la mierda a preparar tu café. SI está demasiado caliente, puedes esperar a que se enfríe un poco, ¿es eso tan complicado? Idiota... — explotó, llevando a todos los presentes en el restaurante a mirarlas e incluso, llamando la atención del gerente, quien se colocó a su lado y comenzó a disculparse en su nombre, haciendo señas para que también lo hiciera. No hizo caso a su petición y sólo se cruzó de brazos y llevó su mirada al lado contrario. El gerente intentaba persuadir a la chica para que se quedara y poder compensarla por el mal trato que acababa de recibir, diciendo que la cuenta correría por parte del restaurante y que él mismo les estaría atendiendo para resolver sus inconformidades. En cuanto terminó su oferta, tomó a Minatozaji por el brazo para llevarla fuera del local y poder gritarle todo lo que quisiera. No podía escuchar los regaños, estaba molesta porque le dijeran que no hacía bien su trabajo cuando llevaba semanas haciéndolo de aquella manera, sin recibir queja alguna. Lo único que pudo escuchar fue el momento en que le pidió irse y no volver, cayendo en cuenta de lo que había logrado. Intentó disculparse con él y pedir otra oportunidad, pero no consiguió hacerle cambiar de opinión, por lo que procedió a comenzar a insultarlo, regresando rápidamente al interior del local para tomar sus cosas de la sala de empleados.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
            (c) Don't leave me
            2016.06.10
Encontrar trabajo no era nada sencillo, mucho menos cuando tenía a sus padres presionándola, pues el dinero que ella había estado ganando, se había vuelto esencial para poder cubrir los gastos de la casa. Lo que empezó como parte de una distracción a su vida, se había convertido en una obligación más.
El día había comenzado mal, abriendo con una pelea con su madre, pues de nuevo quería obligarla a disculparse con el dueño del último restaurante que atendió. Por supuesto que no aceptó sus palabras, tan sólo la ignoró y salió por su cuenta a buscar trabajo en algún negocio cercano, aún cuando ya había trabajado en la mayor parte de ellos y bueno, como siempre, las cosas habían salido mal.
Horas pasaron desde que salió de casa para buscar opciones. Preguntó en diferentes negocios si necesitaban algún ayudante, incluso en lugares donde había estado antes, pero no consiguió nada. Estaba cansada, por lo que regresó sin muchos ánimos, esperando que sus padres no hubiesen llegado antes que ella, pues seguro la atacarían una vez más.
Para su suerte, los autos de sus padres no estaban frente la casa, por lo que sólo su hermana debía estar dentro. Ingresó rápidamente, caminando directamente a la cocina para tomar un vaso con agua. No logró terminar de beber, cuando escuchó un ruido fuerte proveniente de la planta alta de la casa. Dejó el vaso a un lado y corrió rápido hasta la habitación de su hermana.   
 — ¡Hana! ¿¡Qué pasó?! ¡¿Estas bien?! — gritó mientras aún corría por las escaleras.
Intentó ingresar a la habitación de su hermana, pero no lo consiguió al primer intento, debido a que estaba asegurada por dentro. Comenzó a golpear fuertemente la puerta, esperando que su hermana abriese para poder verla.
 — ¡Hana, abre, por favor! ¡Llamaré a mamá si no abres ahora! — amenazó.
Tras aquellas palabras, la puerta se abrió, dejando ver a su hermana tras la puerta. Debido a su expresión, podía notar que estaba molesta, pero aún así, le empujó para ingresar a su habitación. Hana trató de sacarla, pero no lo consiguió, al contrario, cada uno de sus intentos le hacían avanzar más hacia el interior, encontrando más y más cosas en el suelo, destrozadas.
Sana preguntaba a qué se debía todo eso, recibiendo respuestas que en realidad no le gustaba escuchar. Su hermana quería terminar con todo. Sabía la situación en que se encontraban, no había suficiente dinero para sus medicamentos y tampoco quería que Sana siguiese siendo sometida a tantos procedimientos médicos como a ella.
Muchas veces, Sana se había quejado de no poder llevar una vida como quisiera, pero sólo por los regaños de sus padres, pues ella estaba dispuesta a donar todo lo que podía, tan sólo para seguir compartiendo tiempo con su hermana.
Ambas tomaron asiento sobre la cama, manteniendo un ambiente muy serio debido a los temas que trataban. Sana insistía en que no debía hacerlo, no quería quedarse sola en la horrible vida que llevaba, e intentó convencerla con cualquier método que pudo. Mencionaba recuerdos tan bellos entre ambas, todas las razones por las que no quería dejarla ir y al final, consiguió lo que quería. Hana no continuaría con sus planes de suicidio, sólo por ella.
''Aún así, yo estoy lista para morir, sólo dependerá de cuánto quieras continuar así. Sabes que mi vida no tiene arreglo y cuando no puedas más con los tratos de nuestros padres o las operaciones, sólo dime y te ayudaré a salir de esta pesadilla.'' Fue lo que escuchó por parte de su hermana antes de que cambiaran el tema para hablar de algo más divertido.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
            (p) I can't explain             2017.05.19     El segundo reto había sido revelado el sábado y aún no encontraba cómo cumplirlo. ¿Enfrentar un miedo? Le sería más sencillo volver a cumplir el primer reto varias veces. Siquiera sabía cuál de todos sus miedos debía enfrentar, sólo tenía claro que el miedo a la muerta, tanto propia como de un cercano, no era opción en aquel momento. No asesinaría ni cometería suicido, bueno, eso último lo cumpliría, pero aún no llegaba el momento.   Pensar algo viable le estaba volviendo loca, no quería la muerte de nadie, tampoco quería perder su empleo, pues sus padres le molestarían hasta que regresara al mismo. Dar vueltas y vueltas al tema sólo le llevaba a una opción: ser completamente sincera con Jinsoul sobre su empleo nocturno. Tan solo pensarlo, le aterraba, seguramente no la vería de la misma manera e incluso, terminaría con ella en un parpadeo. No quería perderla, pero tampoco quería seguir mintiendo, no a quien le había abierto su corazón y había vuelto los meses de su relación, los mejores de su vida. Junto a ella era feliz, la quería proteger de todo y terminar el problema de su vida, a su lado.   Había notificado en ambos trabajos que no podría ir debido a problemas con la salud de su hermana, cosa que en parte fue mentira, pues aunque su hermana siempre tuviese problemas de salud, no había empeorado en los últimos días. Ocupó toda la mañana para arreglarse y seguir pensando si debía hacerlo o esperar al castigo por no cumplirlo. Sinceramente, no sabía cuál de los dos podía ser peor. A fin de cuentas, logró contactar a Jinsoul, citándola en su propia casa, mencionando que tenía algo importante por decirle y que debían verse para ello, de inmediato. Sus padres trabajaban todo el día, su hermana dormiría o simplemente, no la buscaría a menos que ocurriese algo grave. Conforme los minutos pasaban, comenzaba a arrepentirse de haberla llamado, pero intentaba callar aquello mientras ordenaba su habitación. Intentó cancelar la invitación varias veces en el transcurso de dos horas, pero tampoco se atrevía a ello.   El llamado de la puerta le indicó que Jung había llegado. Antes de abrir, preparó su teléfono para dejar una llamada en curso con el moderador, de modo que pudiese tener la prueba que querían. Colocó su teléfono en el bolsillo derecho de su pantalón y recibió a Jinsoul.  — Llegaste rápido. Entra, vayamos a mi habitación. — mencionó, tomando la mano de la mayor, dirigiéndola por la casa.   En cuanto llegaron, aseguró la puerta de su habitación y mantuvo la mirada baja. Tomó asiento sobre la cama e indicó a su novia que tomase asiento, dando ligeras palmaditas en el espacio vacío a su lado. Guardó silencio por algunos segundos, tomando una bocanada de aire antes de comenzar a hablar.  — Yo... ¿alguna vez te dije sobre qué es mi trabajo nocturno? — cuestionó, cerrando con fuerza los ojos antes de proseguir. — Yo... en realidad no trabajo en una tienda de veinticuatro horas... soy sexo-servidora. — confesó titubeante   Sus manos temblaban, no podía levantar su mirada y siquiera sabía si quería escuchar lo que seguía. Su corazón palpitaba con fuerza, quería romper en llanto, pero no quería mostrarse de aquella manera, aunque ya se estaba mostrando demasiado débil al siquiera poder verla. Tan sólo esperaba que pudiese entenderla un poco y rogaba que su relación no terminara. El que no creyese lo que acababa de decir, hizo que las lágrimas comenzaran a salir. Su mente estaba llena de disculpas, pero ni una palabra más lograba salir de sus labios. Abrió los ojos en cuanto sintió que Jinsoul se levantaba, llevando su mirada hacia ella. Verla alejarse de aquella manera le rompía el corazón, intensificando su llanto y llevando ambas manos a su propio rostro, dando total libertad a sus sentimientos para exprese como quisieran. Lo había arruinado todo. Había hecho que la única persona a quien amaba en verdad, se alejara y lo peor de todo era que no podía decir nada más. Fue su más grande error haber comenzado en ello, lo sabía y todos los días se arrepentía de ello, mucho más cuando pensaba en Jinsoul, pero si su madre no hubiese intervenido en aquel momento, ahora no habría decepcionado y lastimado de aquella manera a Jinsoul. No sabía qué hacer. No tenía idea si acercarse a Jung sería bueno o bien recibido, mucho menos tocarla. Jungeun descubrió su rostro, observando sus manos por unos segundos, para después llevar su mirada hacia su novia. Seguramente no podría volver a tomar su mano con la misma confianza en que lo hacía antes. Besarse o cualquier caricia que llegaron a otorgarse o planeaban hacerlo, sería un cuento imposible. El simple hecho de mirarla o hablar, sería una tarea muy difícil, pero en verdad no quería perderla.  — Lo siento... en verdad lo siento... yo... lo lamento tanto... — logró decir entre llanto. Le era complicado debido su estado actual. Las palabras no salían fácilmente y lo que pudo decir, no era demasiado claro para ser entendido. Tomando con fuerza sus propios brazos, Jungeun se puso de pie y se acercó un poco a Jinsol, manteniendo cierta distancia aún. Al momento de verla levantarse, retrocedió dos pasos. Tenía miedo, mucho, y en verdad, todo sería más fácil si sólo la golpeara ahora hasta que liberara todo lo que sintiera. Podía aceptar cualquier golpe, cualquier insulto, mientras pudiese quedarse a su lado. Ahora la necesitaba con ella más que nada. Quería abrazarla y terminar de llorar en su hombro. Al escuchar aquellas palabras, corrió hasta la puerta para colocarse frente a ella y no dejarla salir. No permitiría que se fuera sin escuchar sus razones para prostituirse, por lo menos hacerla saber que no lo hacía por gusto, si no por obligación.  — Por favor, no te vayas, déjame explicarte... en verdad no lo hago porque quiera, me han obligado a hacerlo... por favor, no me dejes... te amo, sólo te amo a ti y en verdad no te quiero perder... Jinsoul, por favor... — hablaba desesperada por evitar que se fuera. Sus palabras no eran claras, pero esperaba que hubiese entendido un poco y le diese tiempo para seguir hablando. Al tenerla frente a ella, pudo notar algo diferente en su rostro. Jinsoul tenía un golpe en el ojo y a penas se había dado cuenta de ello. Olvidó lo que acababa de decir y su llanto disminuyó significativamente. ¿Qué había pasado para que su novia estuviese así? Colocó una de sus manos en la mejilla contraria al ojo dañado, mientras la otra se ocupó de alejar el cabello que cubría gran parte del golpe. Analizaba lo que había pasado y pensaba en diferentes situaciones por las que pudo ocurrir aquello, pero no lograba encontrar una suficientemente convincente. Por lo que podía ver, había intentado cubrirlo con maquillaje lo mejor que pudo, pero no había sido suficiente para deshacerse de él.  — Jin... ¿qué te pasó? ¿por qué estas así? ¿quién te hizo eso? ¿por qué no me dijiste? ¿cuándo pasó eso? ¿estas bien? — cuestionó preocupada.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
              (c) 놓아             2017.05.20     No podía continuar. Desde que decidió confesar aquel secreto, sabía que existía una enorme posibilidad de que Momo terminase con ella y así fue. El día anterior permanecía en su mente, reproduciéndo las palabras de Momo antes de verla salir de la habitación. "No te quiero cerca mío, Sana", recordar aquello rompía su corazón, su pecho dolía y las lágrimas no terminaban de salir. Sana abrazaba sus piernas, sentada en una de las esquinas de su habitación. No se había movido ni un milímetro por horas, siquiera había comido algo, ni revisado su celular.   La única que se preocupaba por su bienestar, era su hermana, quien se mantenía insistente al otro lado de la puerta, golpeando con fuerza la misma y llamando a su nombre. Su propio llanto le impidía concencentrarse en cualquier cosa más allá de esa habítación y no fue hasta que comenzó a calmarse, que empezaba a escuchar las palabras de su hermana. Hana sabía lo mucho que amaba a Momo y por sus palabras, seguro había visto o escuchado algo. Después de tanta insistencia, Sana se levantó, con algo de dificultad, y abrió la puerta de su habitación, haciéndose a un lado para que su hermana pudiese entrar y hablaran cómodamente.   Hana le abrazó con fuerza y comenzó a regañarla. Ahora entendía que en verdad había hecho que se preocupara, pero sólo pudo reír en ese momento. En verdad quería mantenerse fuerte frente a su hermana, pero le sería una tarea muy difícil, más cuando necesitaba contarle lo que había ocurrido.  — Lo siento, no quería que te preocuparas... pero piensa que esto te pasa por lo del año pasado, ahí fui yo quien me preocupé. — mencionó entre risas, siguiendo a la mayor hasta la cama y tomando asiento sobre ella.   El silencio incómodo reinó la habitación, siendo ella quien lo rompiera.  — Momo terminó conmigo... no sé qué hacer, no quiero volver a trabajar y tampoco quiero seguir peleando con mamá, a parte, ni siquiera quiero estar aquí. Sólo sigo recordando sus palabras y en verdad duele. ¿Qué hago, Hana? — confesó.   Su hermana tomó sus manos, sonriéndo y manteniendose en silencio por algunos segundo, antes de comenzar a hablar.  — ¿Recuerdas lo que te dije el año pasado? Creo que es ahora que debo ayudarte a salir de aquí. Te mereces una hermosa vida, no este infierno. Debes irte antes que papá llegue. Tengo un poco de dinero guardado y sé dónde esconden nuestros padres el que les das. — mencionó, levantándose de la cama junto a ella sin soltar su mano. Caminaron hasta la habitación de Hana, donde le entregó una mochila vacía. — Siempre he esperando el momento en que pudiera irme de aquí, pero sabes que es imposible y sólo te perjudicaría a ti. Aceptemos que si tú te vas, a mi no me puede hacer nada. — comentó.   Sana tomó la mochila. Sabía que todo lo que había dicho su hermana era cierto y la idea de irse, en verdad estaba llamando su atención. — Hana, no lo sé... ¿a dónde iré? en verdad no me siento capaz de esto. — Aquello sólo fue el inicio de una pequeña discusión que la mayor terminó ganando.   Sana preparó ropa, galletas, una botella de agua, el dinero que había mencionado Hana y un poco del que ella misma guardaba para gastar junto a Momo. Antes de marcharse, revisó su celular. Ninguna llamada de Momo, sólo un mensaje de los moderadores, confirmando que había cumplido el segundo reto. Rió ante la situación, pues algo tan estúpido le había quitado lo más bello de su vida y apagó el teléfono. No la podrían localizar y tampoco se arriesgaba a que alguien lo encontrara y viera cosas que no debían. Se despidió de su hermana sin decirle a donde iba, tan sólo recibió un pequeño papel que contenía su número de celular. Agradeció por todo, guardando el papel en el bolsillo de su pantalón y se alejó.   Tan sólo caminaba con un sólo pensamiento, Hirai Momo. ¿Cómo estaría? ¿En dónde? Quería verla e intentar disculparse una vez más. Sólo conocía un lugar en donde podría encontrarla: la fábrica abandonada a la que iban. No lo pensó por mucho tiempo y sólo caminó hacia allá. Le tomó varias horas llegar, pero lo consiguió. Al ingresar, no logró ver a su ex novia y para ser sincera, estaba segura de que no la vería pronto. Aún así, decidió quedarse, no se iría hasta poder verla, al menos confiaba en que llegaría el momento en que regresara a la fábrica.   
Esperó pacientemente hasta que la noche cayó. Momo no se presentó ese día y era hora de dormir. Estaba cansada después del día que tuvo. No se alejaría mucho, le pareció mejor idea quedarse en la casa atrás de la fábrica, que también estaba en muy malas condiciones y visitó junto a Hirai. Ahí también podrían encontrarse si llegaba a buscarla.
0 notes
20160324 · 8 years ago
Photo
Tumblr media
          結婚式 ♡ 1周年        開いた、2017年 3月 24日                             Somethin’ in your eyes, makes me wanna lose myself         Makes me wanna lose myself, in your arms      There’s somethin’ in your voice, makes my heart beat fast           Hope this feeling lasts, the rest of my life                  El día y momento finalmente había llegado. Frente al espejo se tenía a ella en su vestido de novia, con una sonrisa que le hacía ver casi irreconocible. Volteaba a cada lado para ver a Tzuyu y Hopper, tomando sus manos y creando presión en estas. Su corazón latía a mil por hora y no pretendía cesar. Estaba inquieta, levantándose y caminando ya por quinta vez a observar por el balcón a la playa en que todos le esperarían. Estaba lejos, pero parecía como si estuviese ahí mismo junto a todos los que las esperaban, creando en su mente la boda perfecta que habían estado anticipando desde hacía cuatro meses atrás. Faltaban minutos aún para llevarla a cabo, pero no estaba lejos de ser como la pintaba ella misma, ya de por sí estaba siendo perfecta al generar en Momo una positiva ansiedad y felicidad. Su boda… De solo pensarlo, mariposas se echaban a volar en su interior. Jamás creyó que algo así le sucedería, tampoco que lo desease con tanto fervor, y mejor aún, con la persona que siempre había deseado, aunque lo hubiese renegado por mucho tiempo.               "Momo, ya es hora, papá llegó por ti"      Su hermana irrumpió en la habitación, sobresaltando a la novia y llamando la atención de los demás. Le dio algo de pena verla a los ojos cuando Momo jamás fue capaz de llamarla y contarle personalmente sobre su boda. Hana había sido muy influyente en su etapa de liberación, pero desde que ella había conseguido trabajo en el extranjero y Momo había entrado a la universidad, su relación se fue deteriorando poco a poco. Eran hermanas, la misma sangre y una conexión única, por eso sabía que el orgullo de ambas era inmenso. Se sentía arrepentida, en el pasado, Hana siempre era la primera que se enteraba de todo, no hasta tres semanas antes de lo que esperaba, como en ese veinticuatro. Pero ya estaban ahí y como decía, era la hora. Tzuyu y Hopper fueron las primeras en despedirse y darle un abrazo, dejándola ahora sola con los estilistas y su hermana. Podía sentir sobre ella la mirada de su mayor, misma que desde tenía uso de memoria, recuerda que le intimidaba al punto de no poder verla a los ojos. Lo mismo pasaba en esos momentos, terminando por acabarla en nervios.          Los estilistas terminaron por sacar los pasadores que creaban las ondas de su cabello, dejándolo ahora caer como cascadas azabaches por sus desnudos hombros. Le dieron también el último retoque con brillo a sus labios, pero dejando el maquillaje suave para así resaltar su belleza natural y fresca que pegaría con el concepto a aire libre que tenía la ceremonia. Los encargados finalizaron y salieron del cuarto lo antes posible debido a las indicaciones de la mayor. Ahora Hirai se levantaba y situaba frente a la rubia, congelando a sus palabras e ideas. Solo el silencio se interpuso entre ellas, mientras cara a cara se veían. Era la primera persona de su familia que veía tras el aislamiento por el que tuvo que pasar para evitar juntarse con ChaeYeon y, francamente, no era a quien esperaba, y no por un sentido descortés, claro que no, sino porque sabía le debía unas inmensas disculpas y se encontraba demasiado sentimental como para tratar el tema. Hana le observaba de pies a cabeza, inquietando a la novia. La mayor siempre fue reconocida dentro de la familia por ser alguien inexpresiva, que por más que la viera, de todos modos no podía hacerse una idea de lo que pensaba al respecto. Pero no fue hasta luego de unos (tortuosos) segundos, que una sonrisa terminó por surcar de sus labios, haciendo sentir a Momo unas grandes ganas de llorar, que por suerte pudo contener al desviar su mirada. La mayor se acercó y acarició su hombro; reconfortante para la menor, mas no fue capaz de abrir los ojos… hasta que ella rompió el hielo.           "Esta tiara puede no ser la más linda ni la adecuada      pero sé que será algo que enorgullecerá a papá.      Me pidió que te la diera, ya que él mismo ha ido      por ella. Para él siempre seremos su princesa.      También me ha dado esta carta, pero claro ha sido      con que quiere que la leas cuando la boda acabe.      Estamos muy orgullosos de ti, Momo.“        Su pecho se hizo un nudo, sus ojos se empañaron, y entre ambas manos acobijó su rostro. Intentó, realmente intentó responder a sus palabras, pero se escapó de sus posibilidades. Cuando se declaró completamente homosexual, la fuerte pelea que terminó por tener con su padre al decepcionarlo debido a que no tendría jamás una familia (como él pensaba), le hizo al hombre hablar bajo rabia, y sus palabras solo fueron dagas que cortaron la tan buena relación que alguna vez tuvieron. Aunque él diariamente se disculpaba, Momo jamás había vuelto a ser la misma... Hasta ese día, luego de las palabras de Hana. Porque no mentía cuando decía que se le pasó por la mente el que quizás él no asistiría. La mayor, al tanto de la rota relación de ellos, se abstuvo a decir otra palabra y solo comenzó a acariciar su cabello, seguido a llevar una de sus manos hasta el mentón de Momo, obligándola a alzar su mirada y proceder a limpiar por su cuenta el par de lágrimas que terminaron por escapar de sus comisuras. Le miró detenidamente y puso la tiara sobre su cabello.                  "Te ves preciosa, nada de llantos, hoy es el día de      ustedes y nada más de ustedes. Vamos.”         — Muchas gracias… No hay palabras para expresar lo que en realidad siento… Soy tan feliz. — la mayor rodeó sus hombros con uno de sus brazos y le impulsó a caminar.                                Playa Naksan, 17:12 pm.         El vehículo se detuvo y el chófer lo rodeó para abrir su puerta. Fue recibida por dos de los niños que se encargarían de llevar el fino velo que arrastraba, más los otros lanzaban los pétalos que caían a sus pies. Una de las pequeñas le entregó el ramo de rosas que sin dudarlo aceptó.     — Muchas gracias, linda. — dio un piquete en su nariz y la niña reaccionó solo a correr a su posición una vez más.     Descendió del automóvil y al primero que vio, fue a su padre esperándola con una contagiosa sonrisa para acompañarla al altar. Rió de forma sutil y acomodó su tiara antes de entrelazar su brazo con el de su progenitor, haciéndole saber que había cumplido con su deseo y perdonado. Con solo cruzar sus brazos se sintió una niña de nuevo y en él vio lágrimas que intentaba ocultar. Ella sonrió. Un simple gracias resultaba insignificante al lado de lo que de verdad sentía en esos instantes. Semanas atrás había pensado que este día lo tendría que pasar sin su familia debido a la poca tolerancia que tenía su madre aún encerrada en las costumbres del siglo XX. Era ella la que menos le interesaba ver en esos momentos, con solo tener al hombre más maravilloso de su vida acompañándola, le bastaba y sobraba.          Y así emprendieron camino hasta la ceremonia. Muchos voltearon en conjunto al verla llegar, saludando a la mayoría con agitaciones de su temblorosa diniestra. La melodía natural de las aves cantando y las olas rompiendo contra las rocas, fue lo que la relajó. Mas a mitad de camino fue oficialmente recibida por la música. Sonaba ‘Feels like home’, de Edwina Hayes. Al llegar al corredor y sendero de pétalos rosa, se apegó aún más a su padre y de soslayo comenzó a ver a todos los asistentes. Eran sus amigos, los más preciados. Muchas veces se sintió sola, y en esos momentos podía darse cuenta que jamás fue así, que por sobre todas las cosas, pasaran meses y meses… ellos estarían ahí para ella. Como ahora viéndola en el día más importante de su vida.          Cuando llegó por fin frente al sacerdote, su padre se inclinó y depositó un ósculo sobre sus hebras, susurrándole lo hermosa que estaba. Agradeció y su sonrisa se expandió, la cual se desintegró en segundos cuando justo en esos momentos llegó. Veinticuatro horas sin ella, un tiempo que pareció volverse en años, cuando menos lo esperó, ella ya se encontraba ahí Su atención fue robada totalmente cuando ChaeYeon bajó de uno de los mercedes negros que la traía. La lejanía no fue estorbo para saber que estaba más radiante que el mismísimo sol que las veía de las acompañaba. Más radiante que todo lo que alguna vez habría presenciado. Verla caminar con su vestido de novia y esa sonrisa, le hacía corroborar que estaba haciendo lo correcto, porque jamás en su vida se había sentido tan segura de algo. Todo lo que involucraba a ChaeYeon en su vida, la hacía sentir orgullosa. Ese momento la hacía sentir orgullosa de sí y su pareja. Porque era ella, la mujer más hermosa que jamás había visto. Era ella, el amor de su vida. Era ella; su futura esposa.                                 
0 notes