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A l’ouest
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a-l-ouest · 2 years ago
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Silvina decía algo pero pensaba lo contrario de lo que te estaba diciendo; todo el tiempo oscilaba, era un pensamiento muy paradójico y contradictorio. Iba transformando sus opiniones lentamente hasta llegar a lo opuesto en una especie de metamorfosis que se iba operando rápidamente en el pensamiento. Y uno iba pasando por sus modulaciones de pensamiento de una manera muy fluida. Cuando llegabas al final, todo lo que había dicho parecía lo más normal, esos dos opuestos que ella había logrado conciliar. Silvina no creía en la fijeza de las cosas y de la identidad. De la propia desde ya; y supongo que de las ajenas tampoco. Ella no era loca: era su manera espontánea de sentir, pensar y ver el mundo.
La hermana menor, Mariana Enríquez
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a-l-ouest · 2 years ago
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El pico de la angustia de Silvina está simbolizado por un sillón que puso junto a la puerta de la casa de Posadas en el que se sentaba a esperar el regreso de Bioy, todos los días. Edgardo Cozarinsky, cineasta y escritor, lo recuerda: «Muchas veces me recibía sentada ahí, y cuando escuchaba el ascensor, salía corriendo.» Jovita también: «"Qué hace aquí en la oscuridad", le pregunté la primera vez. Me contestó algo parecido a "soy la guardiana de la puerta". Ahí se quedaba y de allí nadie la movía. Cuando él regresaba y se aprestaba a tomar el ascensor en la planta baja, ella ya sabía que era el. Entonces se levantaba de un salto y ahí no ha pasado nada.
"No vayas a decirle que lo espero ahí sentada", me pedía, “porque si no me mata."»
La hermana menor, Mariana Enríquez
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a-l-ouest · 2 years ago
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Se sentía más cerca de Udayan los días que no lo veía, pensando en las cosas que a él le importaban.
La hondonada, Jhumpa Lahiri
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a-l-ouest · 2 years ago
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Estaba coqueteando con ella. Gauri vio cómo él se formaba una opinión de ella mientras la miraba, mientras ha-blaban. En su mente había un aspecto de ella que Udayan ya poseía. Se lo había arrancado sin permiso, una transacción que ningún otro hombre había intentado y a la que ella no podía poner objeciones, porque era él.
La hondonada, Jhumpa Lahiri
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a-l-ouest · 2 years ago
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Y el aljibe quedó abierto como nunca antes lo había estado. Abierto y esperando. Uno de los animales se abalanzó sobre ella pero no la tocó. Los otros gruñían, enseñaban los dientes filosos y húmedos. Sus bocas. Sus golpes.
El rencor.
Pero ella los ignoraba. No había perros ahí para la hermana. Ni perros ni patio ni cielo de febrero. La pelvis apoyada, la cabeza dentro de la oscuridad del agujero.
Moravia, Marcelo Luján
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a-l-ouest · 2 years ago
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Sí: fueron lanzas mortales sobre el rostro y el cuerpo y el corazón ausente de la suegra ya un poco muerta. La noche negra estaba ahí, cubriéndola con la cal que incendia la pulpa.
Moravia, Marcelo Luján
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a-l-ouest · 2 years ago
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Con el mango entre las piernas, sosteniéndolo ahora con ambas manos, la madre se mostraba agitada en la oscuridad: su respiración la condenaba al descanso, a la redención, al suplicio. La condenaba. Eternamente. A la oscuridad. Con cada golpe había soltado un gemido de esfuerzo, tal y como hacen las mujeres en el momento del parto, incluso en el de la concepción: cuando la vida que pronto recogerán en sus brazos empieza a meterse en el centro del cáliz. Y a veces nace.
Concepción y parto.
Gemidos.
Un hijo.
La pulpa.
Moravia, Marcelo Luján
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a-l-ouest · 2 years ago
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Y que la mente, a veces y por pura supervivencia, oculta sus vectores más corrosivos, los entierra y allí los deja hasta que un día, cualquier día y ante cualquier disparador, éstos emergen con estrépito. Y sorprenden.
Moravia, Marcelo Luján
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a-l-ouest · 2 years ago
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Siempre despierta, ella. Y tras el encuentro, las noches, que a veces fueron madrugadas, se volvían enteras: preciosas e irrepetibles. En la ribera, no tan lejos de la casa, lago y río jugaban a recorrerse, a buscarse en la penumbra de los diques, en la soledad de las esquinas. Y en la habitación se olía el esperma de las hojas verdes, la savia y el camisón que se suelta y roza y cae, de las manos que buscan un contorno preciso, y vaya si lo encuentran. La casa era una fiesta y la brisa del sur los alentaba.
Moravia, Marcelo Luján
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a-l-ouest · 2 years ago
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Simplemente, la imagen de ese chico entregado a «extraer» el ratón de dentro del trozo de madera ha quedado grabada vivamente en mi cabeza y se ha convertido en una imagen importante para mí. Me ha enseñado algo. O ha intentado enseñarme algo. La gente necesita esas cosas para seguir viviendo.
Imágenes que no pueden explicarse con palabras, pero que son relevantes. En cierto sentido, vivimos para explicar ese algo. Eso es lo que yo creo.
19Q4, Haruki Murakami
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a-l-ouest · 2 years ago
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The Quiet Girl, Colm Bairéad
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a-l-ouest · 2 years ago
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La novia estaba turbada y muy arrimada a él y cuando se detuvieron en los escalones para la fotografía, posando allí con sus anticuadas prendas de etiqueta frente a la iglesia, ya tenían el aspecto de las fotografías antiguas. En el monocromo sepia de un día lluvioso en aquel pueblo perdido habían envejecido instantáneamente.
Todos los hermosos caballos, Cormac Mccarthy
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a-l-ouest · 2 years ago
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He querido hablarte de mí misma porque, entre otras razones, pienso que debemos saber quiénes son nuestros enemigos. He conocido a gente que se ha pasado la vida alimentando un odio hacia fantasmas y no era feliz.
Todos los hermosos caballos, Cormac Mccarthy
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a-l-ouest · 2 years ago
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No hay perdón. Para las mujeres. Un hombre puede perder su honor y reconquistarlo. Pero una mujer no puede. No puede.
Todos los hermosos caballos, Cormac Mccarthy
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a-l-ouest · 2 years ago
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En aquella noche desierta oyeron en alguna parte el tañido de una campana que cesó donde no había campanas y cabalgaron sobre el redondo dosel de la tierra que era lo único oscuro, sin ninguna luz, y que llevaba sus figuras y las acercaba al enjambre de estrellas de modo que no cabalgaban debajo sino entre ellas y cabalgaban con arrogancia y circunspección a la vez, como ladrones recién liberados en aquella oscuridad eléctrica, como jóvenes ladrones en un vergel resplandeciente, con chaquetas sueltas contra el frío y diez mil mundos para elegir.
Todos los hermosos caballos, Cormac Mccarthy
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a-l-ouest · 2 years ago
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Lo que amaba en los caballos era lo que amaba en los hombres, la sangre y el calor de la sangre que los recorría. Toda su reverencia y todo su afecto y todas las tendencias de su vida se inclinaban hacia los ardientes de corazón, siempre sería así y nunca de otro modo.
Todos los hermosos caballos, Cormac Mccarthy
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a-l-ouest · 2 years ago
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Aunque eso haya sucedido, aunque haya ocurrido algo que se le parezca, aunque los hechos estén demostrados, siempre nos contamos una historia. Nos la contamos. En el fondo, quizá eso sea lo importante. Esas pequeñas cosas que no se pegan a la realidad, que la transforman. Esas partes en las que el papel de calco se despega, en los bordes, en las esquinas. Porque, por más que hagamos, eso se repliega, se arruga, engaña. Y quizá por eso la haya atraído el libro.
Todos somos mirones, se lo concedo, pero en el fondo lo que nos interesa, lo que nos fascina, puede que no sea tanto la realidad como en qué la transforman quienes intentan mostrárnosla o contárnosla.
Basada en hechos reales, Delphine de Vigan
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