Football y otras posdatas del alterego de Twitter, @AceroAmericano
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A la caza del 7
No, no se alarmen. El “7” mencionado no refiere a Ben Roethlisberger, sino a la cantidad de Super Bowl´s que esperamos adornen las vitrinas del mejor equipo de la NFL: mis Pittsburgh Steelers.
En principio, aclaro que estas líneas distan mucho de ser un análisis (ya quisiera ser analista, caray). Son más bien una reflexión breve, personal y como seguidor, sobre si mis Steelers realmente tienen argumentos para levantar la mano en pos de ese anhelado Campeonato. Obvio hay dosis de parcialidad, pero trataré que exista lógica y congruencia a lo que he comentado en otras ocasiones. Comencemos.
Año con año todos los seguidores de la NFL esperan lo mejor del equipo que admiren. Algunos con mayores posibilidades de hacer cosas importantes o de alcanzar postemporada. Y dentro de estos últimos recurrentemente se cita a los Steelers.
Ahora bien, desde la llegada de Mike Tomlin a Pittsburgh, ha habido mucho debate. Expectativas, desilusiones, continuidad, identidad y un sin numero de factores que conlleva ser apenas el tercer entrenador de la franquicia desde 1969. Y si sumamos que sus predecesores pusieron al equipo dentro de los estándares más altos de la Liga (aún con algunas malas campañas), obviamente las exigencia es proporcional.

Personalmente, cuando en 2007 Tomlin fue nombrado entrenador aurinegro, reconozco haber estado dentro de los escépticos sorprendidos por la noticia. Y eso que llevaba en su historial la coordinación del perímetro de aquellos Tampa Bay Buccaneers cuya defensa dominó entre 2002 y 2005 (de las mejores rankeadas en ese periodo), incluyendo la imponente demostración en el Super Bowl XXXVII ante los Oakland Raiders, con las cinco intercepciones a Rich Gannon, tres de ellas regresadas para anotación.
En el periodo de Tomlin (diez campañas), el balance ha sido de cero temporadas perdedoras, siete apariciones en playoffs, dos Campeonatos de Conferencia, dos visitas al Super Bowl y un Trofeo Lombardi ganado. Nada mal, pero extrañamente muchas dudas no terminan de disiparse.
Aún así, con incertidumbre incluida, había que apoyar al equipo y esperar lo mejor. Y así lo hice, como creo la gran mayoría de los seguidores de Pittsburgh, pese a muchos desconciertos que innegablemente Tomlin nos ha regalado.
Pittsburgh, como sabemos, se sustenta en el Draft colegial. Históricamente, de ahí han salido la mayor parte de sus referentes icónicos (con contadísimas excepciones, como Jerome Bettis), los que han logrado poner a los aurinegros como el equipo más ganador de trofeos de Super Bowl. Por eso, para la campaña 2013, tuve altas expectativas con las selecciones colegiales, dado que pensé que ese era el Draft de Tomlin, el que podría su sello particular al equipo; el que pondría fin a la polémica de que si su único triunfo en Super Bowl era consecuencia de la inercia del equipo heredado por Cowher. Lamentablemente, de ese promisorio Draft solamente brilló un elemento llamado Le´Veon Bell y uno más que resultó una grata sorpresa, llamado Vince Williams, como escribí en un post anterior.

A partir de 2014, cuando regresó a postemporada tras dos campañas ausentes, Pittsburgh ha sido mencionado cada año como posible ganador del Super Bowl, pero lamentablemente se han tenido tragos amargos, ya sea por lesión o por no saber contrarrestar el plan de juego del rival en playoffs. Baltimore Ravens en 2014, Denver Broncos en 2015 y New England Patriots en 2016, han truncado esas aspiraciones.
Este año, principalmente con la llegada de Coty Sensabaugh y Tyson Alualu a través de la agencia libre, y de T.J. Watt, Ju Ju Smith-Schuster, James Conner, Cameron Sutton y Brian Allen en las selecciones colegiales, los Steleers cubren y dan profundidad a algunas posiciones para volver a ser considerados candidatos a ganar el juego grande de la NFL. Así lo pienso. Y vale la pena aclarar: no estoy refiriendo que los novatos o los agentes libres contratados son una varita mágica, sino que vienen a generar sana competencia, a ampliar opciones en posiciones urgidas de talento, a inyectar experiencia y juventud, como parte de un engranaje general.


Pero como apuntaba en líneas previas, esas optimistas aspiraciones las hemos venido escuchando desde 2014, así que ¿qué lo hace diferente esta ocasión? Acá mis tres razones personales.
Primero, veo a un Tomlin más centrado, que comienza a alejarse de las decisiones precipitadas, que comienza a equilibrar la obtención de logros colectivos e individuales. Y eso creo que se traduce en mayor disciplina en el vestidor. Una disciplina que, sin restar autoridad a voces como la de Roethlisberger, Pouncey, Harrison o Heyward (la sangre veterana del equipo), necesitaba refrescarse. Y agregaría: una disciplina sin aspavientos. Basta ver la sutil forma en que puso orden a Martavis Bryant y sus infantiles reacciones en Twitter por la selección de Smith-Schuster.


Segundo, creo que la ofensiva tiene una mescolanza interesante en cuanto a edad y talento. La línea ofensiva que encabeza Maurkice Pouncey, con Ramon Foster y David DeCastro como guards, y Alejandro Villanueva y Marcus Gilbert como tackles, representan un frente sólido, coordinado y maduro (Foster es el de mayor edad, con 31 años y Villanueva el más joven con 28), que han sabido sobreponerse a la inconsistencia, a las lesiones, a la rotación desmedida de antaño. Una de las mejores de la NFL, si me permiten. Se tiene en Bell y Antonio Brown dos explosivos monstruos para acarrear y recibir el ovoide, quienes sanos y alejados del mediático canto de sirenas que permea en la Liga, no me queda duda sean los mejores. Además, estarán acompañados de los ya mencionados Conner, Bryant, Smith-Schuster y un Jesse James (en su tercer campaña profesional como tigh end), lo que ampliará y rotará la distribución del balón, para que los rivales dejen de concentrarse sólo en uno o dos jugadores (una dolencia recurrente). Y finalmente, Roethlisberger, que con 35 años, se encuentra en un momento de su carrera en la que se ha quitado la presión de ser el único en generar la atención de los oponentes. Y eso, sumado a una línea que le ha disminuido de manera importante los golpes, debe incrementar su peligrosidad. Y también veo en nuestro quarterback cordura en torno a su edad y su físico, dejado de exponerse al contacto innecesario y con un rol de guía para con los jóvenes del equipo. Detalles discretos, pero muy importantes, quizás preparando el terreno para un cada vez más cercano relevo en la posición, un relevo inminente sí, pero que pese al clamor desmedido de muchos, no iba a comenzar con el Draft de este 2017.



Tercero, las adquisiciones en agencia libre y Draft recientes, fortalecen una defensa que, aunque ha mejorado gradualmente desde 2014 (número 18 en puntos permitidos y 18 en yardas permitidas ese año, 11 y 21 en 2015 y la campaña anterior fueron la 10 y 12 respectivamente), también a partir de ese 2014 ha sufrido golpes dado el éxodo de figuras por retiro o agencia libre (Troy Polamalu, Brett Keisel, Lawrence Timmons), o por el inevitable paso del tiempo (William Gay, James Harrison). Y la defensa, aunque suene reiterativo, es una pieza del engranaje que no puede relegarse a un segundo plano, creyendo ingenuamente que con una ofensiva explosiva basta para lograr ese séptimo anillo. No. Hay algo llamado balance que sustenta a todo gran equipo. Y Pittsburgh no puede ser excepción. Y con Cam Heyward de regreso, Stephon Tuitt y Javon Hargarve en la línea frontal, acompañados de Dan McCullers y del ya mencionado Alualu, con un brutal Ryan Shazier y Vince Williams en la parte interna de los linebackers, y con Bud Dupree, James Harrison y el recién llegado T.J. Watt como externos, hay argumentos sólidos tanto para controlar los daños del ataque terrestre rival, como, en lo que creo es lo principal, para generar mayor presión y capturas a los quarterbacks que enfrenten. Esto último es importantísimo para la defensa aurinegra, como comenté también en otro post, dado que pienso que una defensa de élite inicia con la presión y los golpes que se dan al rival en la línea de golpeo, y no a la inversa, es decir, no con el actuar del perímetro, dado que éste, por muy buenos que sean sus jugadores, siempre estará en desventaja ante cualquier quarterback que tenga tiempo en la bolsa de protección. Y es ahí donde Sensabaugh, Sutton y Allen, fortalecerán una defensiva secundaria aurinegra que, con Artie Burns y Sean Davis llegando a su segunda campaña como titulares, acompañados de Mike Mitchell, Ross Cockrell, Senquez Golson (de quien espero se mantenga sano) y el mencionado William Gay, forman un perímetro que tiene todo para continuar mejorando. Y aquí conviene acotar que esa mejora comenzó en el momento que Keith Butler modificó su esquema defensivo a mediados de la campaña anterior, utilizando más el blitz (gracias al regreso de Dupree, quien tras su lesión participó en siete juegos, cuatro como titular, logrando 4.5 capturas) y dando el voto de confianza a Burns y Davis en la titularidad como cornerback y safety respectivamente.



No refiero mucho a los equipos especiales, dado que considero que las tres principales posiciones ahí están bien cubiertas con Chris Boswell, Greg Warren y Jordan Berry como kicker, long snaper y punter respectivamente.

En conclusión, estas son las tres razones que me hacen pensar en Pittsburgh ya no como un aspirante más (como año con año he pensado), sino como un auténtico contendiente al título de Super Bowl. Veo en ambas líneas del equipo, una importante y grata combinación de madurez y juventud, de explosividad y talento, de liderazgo y de aprendizaje, y como apuntaba también, una cordura que quizás estaba tímida en el entrenador. Y veo un fortalecimiento defensivo (imprescindible para mi) que otorga el equilibrio que pienso nos ha faltado en años recientes. Ojalá y así sea. Ojalá este sea el año.
Nos leemos.
El Dato Renegado: Para resaltar el por qué la importancia que doy y he dado a la defensa de los Steelers para la obtención de un título, me permito citar que en cada uno de los seis obtenidos por los aurinegros, la defensa ha estado rankeada dentro de las mejores cinco en la Liga, tanto en puntos como en yardas permitidas. Como dice el adagio, las defensas ganan los campeonatos.

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Just got the green light that I can share this. Here’s a quick piece I finished last month (sans logo and text) as a cast and crew gift for the Defenders team.
This show is going to blow you guys away!
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Sacks, asignatura vital aurinegra
Tras unos días ausente, volvemos a dar lata. Y con la euforia que aún tengo por la primera selección colegial de mis Steelers en 2017, esta vez escribo sobre un tema muy vinculado a ello: los sacks que produce la defensa.
Ciertamente, con el correr del tiempo, la nueva generación de atletas, la evolución tecnológica y reglamentaria, la mayor parte de las emociones las vemos en jugadas ofensivas. Pero lo que hacen las defensivas, en este caso los sacks, tienen un aura especial. Por ello, comentaré brevemente sobre ello y su importancia con Steelers.
Lamentablemente, como sabemos, las estadísticas de este rubro fueron oficiales hasta 1982, por lo cual, las hazañas de Jack Ham, “Mean Joe” Greene o L.C. Greenwood no se contabilizan. Lástima.
Volviendo a mis aurinegros, la presión al quarterback rival ha sido básica en su esquema defensivo desde antes de 1982. Basta recordar los primeros puntos en aquel Super Bowl IX ante los Minnesota Vikings: balón suelto, derribo y safety incluido a Fran Tarkenton. Vaya recuerdo.

La presión al quarterback rival es un gran sello de Steelers, aunque tristemente, hay que reconocerlo, gris en años recientes (aunque con la selección de T.J. Watt ayer, va a repuntar, no tengo duda).
Para explicarme mejor, demos un vistazo a la historia de los sacks en Pittsburgh a partir de 1982, permitiéndome utilizar unas abreviaturas: NT, refiriéndome al nose tackle; DE, para defensive ends; ILB, para inside linebackers; y OLB para outside linebackers. Comencemos.
En 1982 (año en que también, ya sin Greene y Greenwood, Pittsburgh cambió su formación defensiva 4-3 a la 3-4), los aurinegros registraron 34 capturas. El liderato ese año lo compartieron Gary Dunn (NT) y Tom Beasley (DE), con 6 cada uno. Y para 1983, el número subió a 50 sacks, siendo Keith Willis (DE) el líder con 14.


En 1984 (la última campaña que tuvo un juego de Campeonato de Conferencia para Chuck Noll), el equipo terminó con 46 capturas, siendo Mike Merriweather (OLB) el líder, con 15.

1985 y 1986 fueron años en las que el equipo registró 34 y 42 derribos de quarterback. Keith Willis volvió a ser líder, con 5.5 y 12 sacks respectivamente.
La campaña de 1987 tuvo un pobre registro de 24 sacks defensivos y Merriweather fue por segunda ocasión el líder, con apenas 5.5.
1988 es para el olvido. Una de las peores campañas del equipo con Noll se vio reflejada con el raquítico número de 19 capturas totales, con Tim Johnson (DE) generando la mayor parte de éstas, con apenas 4.

Para 1989 emerge por primera ocasión la figura de Greg Lloyd (OLB) como líder del equipo en capturas, registrando 7 de las 31 que tuvo Pittsburgh esa campaña.

1990 fue la segunda (y hasta ahora última) campaña en que un NT encabeza al equipo en sacks, con Gerald Williams logrando 6 de las 34 conseguidas.

En la última temporada de Noll, 1991, la defensa aurinegra consiguió 38 capturas, siendo el líder Jerrol Williams (OLB), con 9.

En 1992 comienza la era de Bill Cowher y en esa campaña la defensa logró 36 sacks, siendo por segunda ocasión Greg Lloyd quien encabezara al equipo con 6.5. Y a partir del siguiente año, inicia un gran periodo en ese rubro para Pittsburgh, ligando seis campañas seguidas con más de 40 derribos, emergiendo la temible defensa conocida como Blitzburgh, que llegó a tres Campeonatos de Conferencia y un viaje al Super Bowl (la tristemente recordada edición XXX ante los Dallas Cowboys).
En el primer año de ese sexenio (1993), Pittsburgh consiguió 42 sacks y su líder fue, en su primer temporada como Steeler, Kevin Greene (OLB), con 12.5 capturas.

En 1994 y 1995, el Blitzburgh logró 55 y 42 capturas, siendo parte fundamental de dos viajes consecutivos al Campeonato de Conferencia y al referido Super Bowl XXX. En ese periodo, Kevin Greene repitió como líder cazador de cabezas, con 14 y 9 derribos respectivamente.
Tras la partida de Greene en 1996, el líder en sacks del equipo fue Chad Brown (OLB/ILB), quien logró 13 de los 50 derribos de la defensa esa campaña.

1997 fue una temporada curiosa, pues aunque el equipo volvió a la final de Conferencia (perdida ante los Denver Broncos) y consiguió 48 sacks, el líder no fue un liniero o linebacker, sino un elemento del perímetro, Carnell Lake, con 6 derribos.

1998 fue la última campaña de ese gran sexenio de capturas para la defensa aurinegra (aunque el equipo tuvo marca perdedora). Se consiguieron 41 sacks, sobresaliendo Jason Gildon (OLB) como líder con 11 de ellos. Esta campaña es también la primera de cinco consecutivas (la mayor racha en la franquicia) que Gildon encabezó como cazador de cabezas.

Para 1999 y 2000, el equipo bajó nuevamente de las cuatro decenas de sacks, logrando 39 y 38 respectivamente. Gildon, por su parte, tuvo 8.5 y 13.5.
En 2001 y 2002, el equipo repuntó, consiguiendo 55 y 50 sacks. Gildon encabezó con 12 sacks en el primero de esos años y en el segundo compartió el liderato con Joey Porter (OLB) con 9.

Las temporadas de 2003 y 2004 volvieron a ser de menos de cuatro decenas de sacks, con 35 y 39. Kimo von Oelhoffen y el gran Aaron Smith, ambos DE´s, encabezaron al equipo respectivamente, con 8 derribos.


2005, la campaña del quinto Trofeo Lombardi a las vitrinas aurinegras, tuvo en la defensa 47 sacks. Porter encabezó por segunda ocasión, con 10.5.
En 2006, la última campaña de Cowher, la defensa logró 37 sacks. Porter, también en su última campaña como jugador de Pittsburgh, encabezó el departamento con 7 derribos.
Llegaba 2007 y arrancaba la era de Mike Tomlin. Y al menos en cuanto a sacks, la defensa logró el mismo número que con la llegada de Cowher: 36, siendo líder, con 8.5, un señor llamado James Harrison (OLB).

La campaña de 2008 fue de ensueño. Pittsburgh conseguiría el sexto Campeonato de Super Bowl, con una defensa que fue la mejor de la Liga y el número de sacks lo demuestra: 51, de los cuales 16 fueron nuevamente de James Harrison (quien con esa cifra se convirtió en el mejor cazador de cabezas en una temporada para Pittsburgh y, como cereza de pastel, MVP del equipo y Jugador Defensivo de la NFL).
Para 2009 el equipo consiguió 46 derribos, siendo LaMarr Woodley (OLB) el líder con 13.5.

En 2010 se esfumó la ilusión del séptimo Lombardi para mis Steelers, cayendo ante los Green Bay Packers en el Super Bowl XLV. No obstante, la defensa consiguió 48 sacks, siendo nuevamente Harrison el líder, con 10.5.
Las cuatro campañas siguientes, fueron pobres estadísticamente en cuanto a sacks (nuevamente con menos de cuatro docenas). 35 en 2011; 37 en 2012; en 2013 disminuyó a 34; y en 2014 un pobre registro de 33.
Fue también el comienzo de una etapa gris (prevalecida hasta la campaña anterior) en la que los líderes no obtuvieron doble dígito: en 2011, Harrison y Woodley tuvieron 9 sacks; en 2012, Harrison y Lawrence Timmons (ILB) apenas 6; en 2013 Jason Worilds (OLB) registró 8; y en 2014 Worilds junto a Cam Heyward (DE) tuvieron 7.5 derribos. Una etapa sombría, sin duda.



La campaña de 2015, la defensa repuntó con 47 sacks, y el líder, Cam Heyward, aportó 7.
Y para la campaña 2016, la defensa aurinegra logró apenas 38 derribos, siendo el eterno James Harrison líder con apenas 5. Para destacar que esta fue la sexta ocasión que Harrison es líder del equipo en sacks, una marca de la franquicia.
Así las cosas, va mi reflexión sobre el tema.
Desde 2010, la campaña de la última visita al Super Bowl, Pittsburgh solamente ha tenido una arriba de las 40 capturas de quarterback. Y en ninguna de ellas el líder ha tenido doble dígito.
Y ojo: en el periodo reseñado (desde 1982), en las cuatro ocasiones que Pittsburgh ha llegado al Super Bowl, la defensa ha estado por encima de los 40 sacks. Algunos dirán que son coincidencias; yo las llamaría tendencias. Tendencias del balance que la defensa otorga y en las que la presión y derribo de los quarterback´s rivales incide mucho.
Por eso, aunque respeto toda opinión, la de quien escribe es un argumento más a porqué la necesidad de fortalecer la defensa. Y eso no significa que me desagrade el otro lado del espejo. Claro que me encantan las jugadas explosivas de Antonio Brown, los pases largos de Ben Roethlisberger o las carreras de Le´Veon Bell. Pero también me encanta ver un equilibrio en el equipo. Un equilibrio que lleve al séptimo trofeo Lombardi.
Y con la llegada de T.J. Watt a mis Steelers (tercer OLB seleccionado en primera ronda bajo el mando de Mike Tomlin. Jarvis Jones y Bud Dupree son los otros), creo que ese equilibrio a que me refiero no era una percepción tan errada (aunque muchos clamaban por un quarterback), más si tomamos en cuenta que la posición predominante como líder en sacks en Pittsburgh desde 1982 ha sido, precisamente, la de linebacker externo (25 ocasiones en 35 temporadas).

Nos leemos.
El Dato Renegado: Tras esta cápsula de historia, desde ese 1982, sólo en una ocasión un jugador de Pittsburgh ha encabezado a la Liga en sacks. Por lo leído, pudiéramos pensar que es el gran James Harrison por la brutal campaña de 2008 o Jason Gildon con sus cinco años consecutivos liderando al equipo. Pero no. El único jugador aurinegro que tiene aquella distinción es Kevin Greene, con sus 14 derribos de 1994.

Dato Renegado 2.0: Ante el eventual y cercano retiro del gran James Harrison y descontando el triste paso de Jarvis Jones en el equipo (quien en cuatro años no se pudo afianzar como titular), no hay duda que en breve (quizás un año) veamos a Bud Dupree y T.J. Watt como linebackers externos titulares. Y cuando ello ocurra, será la primer ocasión en la historia aurinegra en que los dos OLB´s titulares en una misma campaña, sean selecciones de primera ronda del equipo.

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Draft 2017 y un dilema llamado Quarterback (Parte 02)
La semana anterior, en la primera parte de este post, mencionaba que personalmente no tengo duda respecto a que posiciones quisiera que tomaran los aurinegros en las primeras rondas del Draft 2017 y que dentro de esas no veo la de quarterback. También compartí un breve repaso de lo hecho en Pittsburgh por tres de seis quarterbacks seleccionados en rondas altas desde 1969 (en total son ocho selecciones en ese periodo, pero excluí a Terry Bradshaw y a Ben Roethlisberger, por razones obvias). Dejo el enlace a esa primera parte, esperando que este sea un buen complemento http://acero-americano.tumblr.com/post/159306561719/draft-2017-y-un-dilema-llamado-quarterback-parte
Antes de proseguir, me gustaría recordar que no pretendo desestimar las opiniones opuestas. Esta es una simple opinión, una percepción subjetiva de quien escribe.
Volviendo al hilo del post, en la primera parte recorrimos brevemente los números y logros (pónganle entrecomillado por favor) de Hanratty, Krucek y Malone. Toca turno ahora de Walter Andrew "Bubby" Brister, Neil O´Donnell y Kordell Stewart.
"Bubby" Brister llegó en 1986 procedente de Northeast Louisiana. Sus primeros años fue suplente de la gran promesa que comenzaba a desilusionar: Mark Malone. Tras la salida de éste último al concluir la campaña de 1987, Brister asumió la titularidad, que conservaría hasta la campaña de 1990. Durante ese efímero lapso como abridor, Brister tuvo dos temporadas con marca positiva (1989 y 1990), una con marca negativa (aquel penoso 5-11 de 1988) y sólo dos partidos de postemporada, ambos en 1989. Entre lesiones, baja de juego, la llegada de un nuevo quarterback en 1990 y la de Bill Cowher como entrenador, la promisoria y efímera estadía de siete años de Brister con Steelers concluyó tras la campaña de 1992, dejando 10,104 yardas, 51 touchdowns, 57 intercepciones y la marca (junto a Louis Lipps) en el pase de anotación más largo conseguido por un aurinegro en el Three Rivers Stadium (89 yardas, en la derrota ante Philadelphia Eagles el 13 de noviembre de 1988).

Neil O´Donnell fue curiosamente quien desbancó a Brister de la titularidad. Llegado de Maryland en 1990, O´Donnell vio actividad hasta su segundo año profesional, el último de Chuck Noll como entrenador. En esa campaña de 1991 y tras una penosa actuación de Brister durante el juego de la semana 7 ante New York Giants, O´Donnell lo relevó y fue titular las siguientes ocho semanas. Para 1992, Bill Cowher (quien tomaba la estafeta del legendario Noll) puso a O´Donnell como titular y éste consiguió junto al equipo marca de 11-5, título divisional y regreso a playoffs, lamentablemente con derrota ante Buffalo Bills. 1993 fue de altibajos, pero O´Donnell volvió a postemporada con marca de 9-7, perdiendo ante Joe Montana y sus Kansas City Chiefs. La campaña de 1994 O´Donnell se quedó en la antesala del Super Bowl, perdiendo la final de Conferencia ante San Diego Chargers en una dramática jugada en cuarta y goal en la que Dennis Gibson desvió el pase dirigido a Barry Foster. Para 1995, O´Donnell volvió al juego de Campeonato, venciendo a Indianapolis Colts y llegando al Super Bowl XXX, tristemente recordado por las dos intercepciones que lanzó a manos de Larry Brown. El efecto mediático en O´Donnell tras ese juego fue demasiado, al grado que aún con la oferta para continuar en el equipo, decidió emigrar a New York Jets. O´Donnell terminaba seis años con los aurinegros con 12,867 yardas, 68 touchdowns y 39 intercepciones.

Finalmente, Kordell Stewart. Egresado de Colorado en 1995, el también apodado “Slash”, llegó con el reconocimiento (o estigma según se vea) de ser un jugador versátil, que podía ser quarterback, receptor, incluso running back, algo que francamente no me agrada, pero ese es otro tema. Sus primeros años fue receptor y hasta 1997 asumió la titularidad como quarterback. Esa campaña llegaron a la final de Conferencia, perdiendo ante los eventuales campeones del Super Bowl XXXII: los Denver Broncos de John Elway. 1998 y 1999 fueron campañas para el olvido, ya que Pittsburgh tuvo marca perdedora (7-9 y 6-10 respectivamente). Por ello, la campaña del 2000 la arrancó Kent Graham, pero un inicio de 0-3 puso a Stewart nuevamente como abridor, siéndolo también en 2001. En este año logró con Steelers marca de 13-3, título divisional y otra final de Conferencia, que perderían ante New England Patriots. En 2002 regresó el Stewart inconsistente y tras una penosa exhibición en la semana 3 ante Cleveland Browns, fue sustituido por Tommy Maddox y comenzó el fin de su estadía aurinegra de ocho años, en la que registró 13,328 yardas, 70 pases de touchdown y 72 intercepciones.

Así concluye el recorrido de seis quarterbacks seleccionados en rondas altas de Draft. Ahora, ¿qué tiene que ver con el post? Me explico.
Primero, como ya compartí en la primera parte, considero necesario fortalecer la posición de linebacker externo y cornerback. En ese orden. Un quarterback en estos momentos, ante la veteranía y poca profundidad que queda en el roster en esas posiciones, teniendo a un Roethlisberger con al menos dos campañas a plenitud con una gran línea ofensiva, junto a Le´Veon Bell y Antonio Brown, me sería desconcertante. La defensa requiere inyección de talento, talento de impacto. Vaya, dar balance al equipo para ser contendiente. De nada sirve poner doble dígito en la pizarra si se reciben igual o más.
Segundo, lo delicado de la posición. Un quarterback es pieza vital en un equipo, pero pocas veces es la piedra angular que sostiene el éxito del mismo. Por éxito, aclaro, no me refiero a números espectaculares, estadios abarrotados o ganancias económicas. Forman parte, pero el éxito en una liga deportiva tiene un parámetro celoso: los campeonatos. Por eso mencionaba que pocas veces el quarterback es la base sobre la que se reconstruye o sostiene el éxito de un equipo. Al menos no en Pittsburgh. No siempre surge un Dan Marino o Peyton Manning, por poner ejemplos excepcionales. Y aún así, en el único Super Bowl de la ilustre carrera de Marino, simplemente no pudo contra la defensa de San Francisco 49ers. Y Manning, en dos que jugó con el equipó que lo seleccionó, no fue realmente factor. Lo de jugador más valioso en la edición XLI es un tanto engañoso, dado que la defensa de Colts nulificó a Chicago Bears; y en la edición XLIV, cuando fue exigido, no pudo ante la defensa de New Orleans Saints. Reitero: balance.
Tercero, algo meramente histórico y estadístico. Los únicos quarterbacks aurinegros titulares que han logrado ser Campeones de Super Bowl fueron primera selección de Draft, sí. Con un innegable talento, también. Pero en ninguno de esos casos se pasaron por alto necesidades de la defensa, ya fuera por ser la base de la reconstrucción (con Bradshaw) o por encontrarse ya bien apuntalada (con Roethlisberger). Por eso ahora saco a colación la reseña histórica que hice a los seis personajes de este post. Hanratty llegó por presión mediática a Noll, quien estaba decidido a reconstruir la franquicia a través de la defensa. Kruczek llegó cuando el equipo ya tenía quarterback, estaba asentado y dominando. Malone y Brister llegaron cuando la defensa dejaba atrás a grandes íconos y la nueva sangre necesitaba el proceso natural de adaptación. O´Donnell fue quizás el que más lució, por el balance que encontró a su llegada, pero el fantasma del Super Bowl XXX no le permitió tener su madurez profesional con el equipo aurinegro. Y Stewart, bueno, un claro ejemplo de la inconsistencia y de que eso de ser un multiusos, no le siente bien a Pittsburgh.
Cuarto, otro dato anecdótico. En 1997 y 1998, los Broncos lograron un bicampeonato, el retiro perfecto para la ilustre carrera de John Elway. Pero para llegar a esa cúspide, tuvieron antes que fortalecer la defensa. Seleccionaron a John Mobley y contrataron a figuras como Bill Romanowski, quienes sumados a Terrell Davis y a una grandiosa línea ofensiva, dieron aquel importante hito deportivo. Sin opacar la calidad de líder de Elway, le restaron la presión de tener que buscar victorias milagrosas y de último momento (como comúnmente sucedía antaño). Y el candidato y eventual heredero de la estafeta de quarterback, Brian Griese, llegó luego del primero de esos dos campeonatos. Dicen que antes del segundo paso, debes dar el primero. Y en football, agregaría que antes de ambos hay que amarrarse bien las agujetas. Y con esto concluyo mi argumentación sobre este post.
Afortunadamente no soy ni entrenador, ni dueño, ni experto. Soy un simple seguidor del mejor equipo de la NFL, alguien a quien le gustaría verlos ganar su séptimo trofeo Lombardi.
Nos leemos.
El Dato Renegado: En este post hubo muchas alusiones a los Broncos. Va una más. Dos quarterbacks seleccionados en el Draft, uno por ellos y otro por Steelers, no cubrieron las expectativas fijadas, pero curiosamente fueron campeones de Super Bowl con el otro equipo, claro, como suplentes.
Bubby Brister, selección de tercera ronda en 1986 por los aurinegros, fue Campeón con Denver en las ediciones XXXII y XXXIII. Tommy Maddox, selección de primera ronda en 1992 por Broncos, lo fue con Pittsburgh en la edición XL.


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Draft 2017 y un dilema llamado Quarterback (Parte 01)
Inicia abril y con ello la cuenta regresiva para el Draft de este año. Cada uno de los 32 equipos de la NFL comienza a prepararse para reclutar a los mejores prospectos colegiales acorde a sus necesidades. Y claro, comienzan a surgir los comentarios aquí y allá, en torno a cuales son esas necesidades.
Ante todo, quien escribe quisiera acotar lo siguiente: personalmente no tengo dilema alguno respecto a lo que considero necesidad con mis Pittsburgh Steelers de cara al Draft 2017. Sigo pensando que apremia ir por un linebacker externo y por un cornerback, en la primera y segunda ronda respectivamente. Incluso podría considerar la posibilidad viceversa, es decir, esquinero en primera ronda y apoyador en segunda, por las razones que ya el buen Carlos Ortega expone en El orden de los factores…¿altera el pick?https://steelers360blog.wordpress.com/2017/03/31/opinion-el-orden-de-los-factores-altera-el-pick/
En cualquier caso, un quarterback ni por asomo me resulta una necesidad para utilizar las rondas altas en el Draft venidero. Para mi, la edad de James Harrison y de William Gay, la salida de Jarvis Jones y la poca profundidad en la posición de linebacker externo principalmente, son suficientes argumentos para lo que considero prioridades en este Draft. Pero como he comentado en ocasiones anteriores, no soy entrenador, directivo, mucho menos experto, así que esas decisiones las dejamos para quienes tienen más oficio en ello.
A manera de aclaración, por cierto, rondas altas para quien escribe son las tres primeras.
Volviendo al motivo de estas líneas, en días recientes han aparecido sin número de noticias y especulaciones relacionadas con el interés y visitas que se han realizado a algunos prospectos en esa posición (quarterback) y evidentemente se desató el morbo sobre que ya inició la búsqueda del sucesor de Ben Roethlisberger. Y que esa debe ser la prioridad dentro de las primeras selecciones colegiales de este año. Por ello, con sumo respeto a la diversidad de opiniones, me permito exponer la propia.

En principio, coincido en que ya Roethlisberger está por arrancar la parte final de su brillante carrera. Un poco por la edad pero mucho más por los golpes recibidos (consecuencia de su mecánica de juego, extendiendo jugadas y con todo el contacto físico que ello implica). Elementos que ya se notan, indudablemente. Pero también me resulta claro que le quedan al menos dos campañas en plenitud y con gran nivel (sobre todo con las armas ofensivas llamadas Antonio Brown y Le´Veon Bell). Vaya, para concluir su brillante carrera con algo similar a lo hecho por John Elway y sus Denver Broncos hace casi 20 años: si no con dos, al menos con un Super Bowl más a su ficha curricular.

Bajo este argumento (personal, reitero), creo que en el Draft 2017, se deben cubrir otras necesidades prioritarias del equipo para ser contendientes reales y no sólo aspirantes al Super Bowl. Y no creo que un quarterback a estas alturas sea lo que vaya a marcar esa diferencia.
Un paréntesis, en el cual vuelvo a mencionar a Elway. En 1992, los Broncos seleccionaron como primera selección colegial al quarterback Tommy Maddox, llamado entonces a ser el sucesor de las glorias del número 7 del equipo de Colorado. Esa selección causó cierta controversia en Elway, por el hecho de que en su opinión habían otras áreas que requerían cubrirse con las selecciones colegiales. Y aunque el tiempo habría de darle la razón, Elway actúo de manera profesional y fungió como mentor de Maddox durante los dos únicos años de éste en Denver. El resto de la historia, ya la conocemos. Fin del paréntesis.
Regresando al tema principal de este texto, en Pittsburgh, desde 1969 (año de la llegada de Chuck Noll como head coach) se han seleccionado 22 quarterbacks en el Draft, de los cuales solamente ocho fueron tomados en rondas altas. Increíble estadística, un tanto desconocida.
Por mero acervo histórico, los quarterbacks seleccionados por Pittsburgh a partir de 1969 son:

Pero, ¿cuál es el punto de mencionar la anterior estadística? Créanme que no es con afán o necedad alguna de llevar la contraria a quienes sienten que lo idóneo en el Draft venidero es seleccionar un quarterback en cualquiera de las rondas altas. Es simplemente poner en contexto los datos y números, simples y fríos números, que reflejen el impacto de aquellos que fueron seleccionados por los aurinegros en años anteriores. Por que estoy casi seguro que al menos la mitad de los enlistados son nombres desconocidos para muchos de los que tienen la amabilidad de leer este texto.
Ahora bien, para explicarme mejor y no hacer de esto una lectura tediosa, enfocaré las líneas que prosiguen bajo dos vertientes: primera, solamente en aquellos que hubiesen sido reclutados en rondas altas. Es decir, nada relacionado a los de cuarta ronda en adelante. La segunda, tampoco abundaré en Bradshaw y Roethlisberger, por obvias razones. Lo de ellos, es de sobra conocido.
Esto nos deja solamente con los siguientes personajes: Terry Hanratty, Mike Kruczek, Mark Malone, Bubby Brister, Neil O´Donnell y Kordell Stewart. Así las cosas, comencemos con el recorrido de cada uno de ellos.
Terry Hanratty llegó como un quarterback exitoso de Notre Dame. Además, era oriundo de Pensilvania. Mediáticamente, la perfecta primera selección para Steelers. Pero Noll tenía otros planes. Consideraba que la mejor forma de reconstruir la franquicia de la que recién había tomado las riendas, era fortaleciendo la defensiva. Y, pese a la presión, su primera selección en 1969 fue un tipo llamado Joe Greene. Hanratty participó en ocho juegos en su temporada de novato, cinco como titular y perdiendo igualmente cinco encuentros. En la campaña de 1970, inició en seis juegos ganando solamente dos de ellos, motivo por el cual perdió la titularidad ante el otro Terry, el de apellido Bradshaw, quien llegaba ese año como novato proveniente de Lousiana Tech. A partir de ahí y hasta 1975 (su último año en Pittsburgh) Hanratty solamente tuvo seis juegos iniciados, terminando su paso aurinegro de siete años con números pobres: 2,478 yardas, 24 touchdowns y 35 intercepciones. Finalizó su expectante pero efímera carrera como suplente en uno de los entonces equipos de expansión, los Tampa Bay Buccaneers.

Mike Kruczek llegó de Boston College y estuvo en el equipo solamente cuatro años, hasta 1979. En ese periodo inició seis encuentros y solamente tuvo 976 yardas, 0 touchdowns y 06 intercepciones. Lo único trascendente con Steelers fue que precisamente los seis encuentros en que fue titular (sustituyendo a un lesionado Terry Bradshaw) fueron en su año de novato y fueron victorias consecutivas para el equipo (ante Dolphins, Oilers en dos ocasiones, Bengals, Buccaneers y Colts) antes de caer en la final de Conferencia ante los eventuales Campeones del Super Bowl, los Oakland Raiders. Kruczek terminó su carrera como suplente con los Washington Redskins.

Mark Malone. Bueno, este señor es un caso único. Llamado a ser el sucesor de las glorias de Bradshaw (quien ya comenzaba a resentir los estragos de las batallas en el emparrillado), tuvo una estadía en Pittsburgh solamente de siete años desde su llegada como primera selección en 1980, proveniente de Arizona State. En ese lapso, inició solamente 46 encuentros, logrando 8,582 yardas, 54 touchdowns y 68 intercepciones. Números risorios para una primera selección con expectativa de suceder las glorias en la posición y del cual sólo puedo enumerar tres notas de importancia. La primera de ellas en la campaña de 1981, con su recepción de touchdown (la única de su carrera) de 90 yardas en la derrota 24-21 ante los Seattle Seahawks en la semana 10 (jugada que ocupa el segundo sitio en la historia de la franquicia dentro de las recepciones más largas que terminan en las diagonales); y las otras dos se dieron en la campaña de 1984: haber sido el quarterback del equipo que le dio la única derrota a los entonces poderosos San Francisco 49ers de Joe Montana (y con ello evitando que existiera un segundo equipo con temporada perfecta), así como también haber guiado a Pittsburgh al Juego de Campeonato de la AFC, que perdieron ante Dolphins (quienes a su vez, cual broma kafkiana, perdieron ante los gambusinos en el Super Bowl XIX). Lamentablemente la carrera de Malone estuvo marcada por lesiones, las cuales, muchos coincidimos, tuvieron su origen por jugar en sus inicios como receptor. Triste fin de un gran prospecto que terminó su carrera con los San Diego Chargers y los New York Jets.

Bueno, ya recorrimos datos y números de la mitad de aquellos que fueron seleccionados como quarterbacks en rondas altas por mis Steelers a partir de 1969. Ello con la finalidad de exponer una reflexión personal del por que no visualizo esa posición como prioritaria en las tres primeras rondas del Draft 2017. La otra mitad, la dejo para la segunda parte de este post.
Nos leemos.
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Formación 3-4: tres décadas y media en Pittsburgh
1982 fue un año especial para los Pittsburgh Steelers. Era la temporada de su cincuenta aniversario como equipo de la NFL y además fue la última campaña de dos íconos de la dinastía de los años 70: Lynn Swann y Jack Ham.



Ese año también se daba la llegada de un sudafricano de nombre Gary Anderson, un confiable pateador que llegaba como agente libre de los Buffalo Bills.

Arrancarían ese año, el día 13 de septiembre de 1982 específicamente, con una victoria de visita por marcador de 36-28, ante un conocido rival de postemporada: los Dallas Cowboys. Vaya inicio, caray.
Por si fuera poco, ese sería el arranque de una campaña (aunque interrumpida por huelga) en que los aurinegros, con marca de 6-3, regresarían a playoffs tras haber estado ausentes dos temporadas consecutivas (1980 y 1981). Aunque el único juego de postemporada que tuvieron en esa ocasión, en el Three Rivers Stadium, se perdería 31-28 ante los Chargers de Dan Fouts. Y el mítico estadio no volvería a tener un juego de postemporada sino hasta 1992.
Pero el motivo de estas líneas se enfocarán en otro hecho, uno que quizás no es tan conocido del equipo aurinegro.
En ese ya lejano 1982, dejaban atrás la línea defensiva con cuatro frontales y con ello también se cerraba una histórica página deportiva, puesto que la formación 4-3 en el equipo aurinegro fue el bastión de una de las más imponentes y laureadas unidades que han existido en la NFL: la Steel Curtain, que inició en 1972 con Joe Greene, L.C. Greenwood, Dwight White y Ernie Holmes como integrantes originales, y más tarde, con John Banaszak, Steve Furness y Gary Dunn. Sobra decir que esa poderosa defensa logró con su línea de cuatro linieros igual número de trofeos Lombardi, en 1974, 1975, 1978 y 1979. El primer tetracampeón de la era del Super Bowl.


A partir de ese primer juego de 1982, el equipo dirigido por Chuck Noll modificó su formación defensiva, quizás en respeto a la mística y legado de su equipo en la década anterior, quizás en un ejercicio de análisis de sus nuevos jugadores, o quizás en una extraordinaria visión y adaptación a la nueva época (en la que Joe Montana marcaba estándares ofensivos, Dan Fouts y Ken Anderson dominaban el juego aéreo en la AFC y que además era la campaña previa a la llegada de Marino, Elway, Kelly y O’Brien). Por las razones que hayan sido, el 13 de septiembre de 1982 se inició un cambio radical en la formación defensiva de los Pittsburgh Steelers, apostando por la línea de tres linieros frontales, cuatro linebackers y cuatro defensivos en el perímetro, misma que prevalece hasta la fecha.

A manera de precisión, cabe destacar que son dos las variables más conocidas de la formación 3-4: la primera (y de la que Pittsburgh ha hecho su sello inconfundible) es en la que los dos linebackers externos ejercen presión al quarterback rival. Exacto, lo que muchos conocemos como el grandioso blitz. Y la segunda variable es cuando los linebackers externos no ejercen presión, sino que retroceden para realizar coberturas de zona, en apoyo al perímetro.
Regresando a esa campaña de 1982, Noll confió su nuevo esquema en la persona de Woody Widenhofer, quien ocupó el puesto de coordinador defensivo hasta la campaña de 1983. Luego, de 1984 a 1988, su ex safety y coordinador de defensiva secundaria, Tony Dungy, se hizo cargo del puesto. Para la campaña de 1989, Pittsburgh tuvo como coordinador defensivo a Rod Rust y para las temporadas de 1990 y 1991 (las últimas del gran Chuck Noll con Steelers), fue Dave Brazil el encargado de auxiliarlo en la coordinación defensiva.
En 1992, con la llegada del nuevo head coach aurinegro, Bill Cowher, llegó también un nuevo estratega defensivo, llamado Dom Capers, quien fue todo un suceso exitoso en el equipo. Auxilió a Cohwer durante las campañas de 1992 a 1994, en los cuales se sentaron las bases de una temible defensa, conocida como Blitzburgh, magistralmente ejecutada con su coordinador de backs defensivos, Charles Richard “Dick” LeBeau. LeBeau fue coordinador de la secundaria aurinegra durante el mismo periodo que Capers fungió como coordinador defensivo hasta su salida en 1995, año en que se dio la segunda expansión de equipos en la historia de la NFL con los Carolina Panthers y los Jacksonville Jaguars. El equipo de Charlotte dio a Capers la oportunidad de ser el primer head coach de su historia, circunstancia que motivó a Bill Cohwer para darle la oportunidad a LeBeau como su coordinador defensivo, quien estuvo en el cargo durante las campañas de 1995 y 1996.
Jim Hastlett cubrió el cargo durante las campañas 1997, 1998 y 1999; Tim Lewis durante las campañas del 2000 a 2003; y en 2004 se dio el regreso de Lebeau como coordinador defensivo de Steelers, hasta la campaña 2014, tras la cual (y hasta la fecha) ocupa Keith Butler, quien venía ocupando el cargo de coach de linebackers.
Luego de aquel movimiento de formación en 1982, nueve coordinadores han manejado los rumbos defensivos de los Steelers, con diversos resultados, pero evidentemente con más pros que contras, destacando las cuatro visitas de Pittsburgh al juego grande de la NFL, en los cuales el balance ha sido 2-2: perdiendo contra Dallas en la edición XXX del Super Bowl por marcador de 27-17; ganando a Seattle por marcador 10-21 en la edición XL; ganando por marcador de 27-23 en aquel cardiaco Super Bowl XLIII a Arizona; y perdiendo en un también emocionante juego contra Green Bay, 25-31, en el Super Bowl XLV. Y en estos treinta y cinco años que se cumplirán en 2017, el sello de la defensiva se ha sustentado con la formación 3-4.
Este es un pequeño fragmento de los treinta y cinco años que la defensiva 3-4 llegó para quedarse en Pittsburgh. Una etapa en la que han pasado linieros defensivos tan imponentes como los mencionados Greene, Greenwood, Holmes o White; otros no tan relevantes pero de gran importancia en su momento como Keith Willis, otros que sin compararse al misticismo de la Steel Curtain, dejaron su huella única en aquella unidad conocida con el sobrenombre de Blitzburgh: Joel Steed o Brentson Bruckner; o como en la última década, en que encontramos enormes jugadores como Aaron Smith, Casey Hampton o Brett Keisel. Y claro, actualmente con Cam Heyward, Stephon Tuitt y la grata revelación de 2016 llamada Javon Hargrave.




Sin duda, esta es una muestra de cómo es posible evolucionar de una formación defensiva a otra con brillantes resultados.
Algo que pocos equipos como mis Pittsburgh Steelers pueden darse el lujo de presumir.
Nos leemos.
El Dato Renegado: Volviendo a ese juego de septiembre de 1982, esa fue también la primera vez, desde 1969 (año en que fueron seleccionados por Pittsburgh en el Draft), que no aparecían en el roster los nombres de los dos primeros integrantes originales de la Steel Curtain: “Mean Joe” Greene y L.C. Greenwood, quienes se habían retirado luego de la temporada de 1981.


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Webster y Strzelczyk: dos golpes del destino
Hace unos días, una noticia sacudía el mundo de los que amamos el football. Y no, no me refiero al famoso jersey encontrado. Aunque ciertamente es una noticia mediática, no me refiero a ese tema, sino a otro de mayor relevancia, al menos para mi.
El día 19 de marzo de 2017, Dwight Clark compartía en su cuenta de Twitter lo siguiente:

Que traducido, sería algo como “Quiero compartir una desfortunada noticia: Tengo ALS”.
ALS son las siglas de una enfermedad degenerativa que en inglés se denomina Amyotrophic Lateral Sclerosis (Esclerosis lateral amiotrófica, en español) y que en palabras coloquiales puede definirse como la pérdida de células nerviosas en el cerebro y la médula espinal, que provoca en quien la padece una parálisis progresiva con vaticinio mortal, lamentablemente. Pero bueno, no soy médico ni experto en el tema, así que dejaré los antecedentes de la enfermedad hasta aquí.
Para quienes seguimos el hermoso deporte del football hace algunos ayeres, seamos seguidores de un equipo u otro, el nombre de Clark no es desconocido. Con sólo mencionar “The Catch”, es imposible no recordar una de las más hermosas y emocionantes jugadas en la historia de la NFL. Una que dio inicio a la dinastía de los San Francisco 49ers en los años ochenta. Y Clark, junto a un señor llamado Joe Montana (el mejor quarterback de la historia en mi particular opinión), fue partícipe de esa magnífica postal. Hoy, el gran Dwight Clark sabe que tiene un padecimiento que lo irá mermando en sus capacidades neurológicas y motrices. Un padecimiento que anticipa la despedida de otro grande del deporte.

Esperen. No, no se confundieron de blog. La referencia a este extracto de la historia de los gambusinos en un blog del mejor equipo de football, los Pittsburgh Steelers, no es un error. Tiene su razón de ser en tres razones: primera, para quien escribe estas líneas, Clark fue de los primeros jugadores a quien siendo muy niño, vi por televisión recibir pases de Montana y así quedé prendado de este deporte (ya luego el mítico y grandioso Jack Lambert se encargaría de decantar esa nueva pasión encontrada hacia el mejor equipo, mis Steelers. Pero eso será tema de otro post, lo prometo). Por ello, me entristeció profundamente la noticia. La segunda razón, el día previo a la noticia de Clark, el 18 de marzo específicamente, una gran leyenda y baluarte de mis Steelers en la dinastía de los años setenta hubiese cumplido 65 años. Me refiero a Michael Lewis Webster, también conocido como “Iron Mike”. Y la tercera razón es que Mike Webster, junto a otro gran liniero ofensivo de los aurinegros en la década de los noventa, de nombre Justin Strzelczyk, fueron víctimas también de una enfermedad degenerativa neurológica (aunque distinta a la de Clark) y dejaron este mundo a la edad de 50 y 36 años respectivamente. Sumen esas tres razones y tienen el por qué de este post.

Mike Webster llegó a Pittsburgh como selección de quinta ronda en el Draft de 1974 (125 global). Inicialmente, en sus dos primeros años, la posición que ocupaba era la de guardia y ocasionalmente centro, detrás de Ray Mansfield, quien era el comandante de la línea ofensiva aurinegra en ese entonces. Tras el retiro de Mansfield en 1976, la estafeta como centro le llega a Webster, forjando una brillante etapa en Pittsburgh que incluye, por citar lo menos, 220 juegos, 15 temporadas con el equipo (récord en la franquicia), siete distinciones All Pro, nueve selecciones al Pro Bowl y claro, cuatro anillos de Super Bowl. La ilustre carrera de Iron Mike con Steelers terminó luego de la campaña de 1988, tras la cual, siendo agente libre, emigró a los Kansas City Chiefs (originalmente llegó para ser coach de línea ofensiva, pero lo convencieron y volvió a equiparse para jugar como centro). Oficialmente se retiró de los emparrillados al finalizar la temporada de 1990.
La grandiosa historia de Mike lamentablemente también tiene un episodio triste y oscuro. Tras su retiro, Webster comenzó a tener problemas físicos y mentales, como amnesia, depresión, demencia, dolores musculares y en huesos. Incluso llegó a ser un vagabundo, pasando noches en su camioneta o en los banquillos de las estaciones de tren. Amigos y ex compañeros no sabían la razón de estos problemas y se ofrecían para rentarle un departamento a Mike y que no siguiera viviendo así. Pero el gran Iron Mike no aceptó. Siguió con ese penoso andar hasta que su hijo Garrett, siendo adolescente, se trasladó de Wisconsin a Pittsburgh para cuidar de él hasta su fallecimiento en el año 2002 a consecuencia de un ataque cardiaco. Tenía 50 años. Pero como aún era una interrogante el por qué de su extraño actuar en los años previos, realizaron un estudio al cerebro de Mike Webster, detectándose en el una enfermedad llamada Encefalopatía crónica traumática (CTE por sus siglas en inglés). Y ahí se daba el primer caso (oficial) en la NFL de un jugador con una enfermedad degenerativa debido a golpes recibidos en su carrera.

Justin Strzelczyk fue otro triste caso en Pittsburgh. Egresado de Maine, fue una selección de onceava ronda de Draft de Steelers en 1990 (293 global). Tuvo sus primeros años jugando en equipos especiales y su gran oportunidad para la titularidad en la línea ofensiva llegó en 1992, cuando el otrora tackle Tunch Ilkin tuvo una campaña con lesiones. Durante su paso de nueve años con los aurinegros jugó todas las posiciones en la línea ofensiva, exceptuando la de centro, siendo parte de aquellos Steelers que llegaron al Super Bowl XXX. El 30 de septiembre de 2004, Strzelczyk sufrió un accidente automovilístico cuando era perseguido por la policía en una autopista. Tenía 36 años.
Lamentablemente su deceso estuvo acompañado de morbo. Una noche antes, Strzelczyk llamó a sus amistades para decirles que unas voces interiores le advirtieron sobre “la llegada del demonio” y que debían huir de Pittsburgh. Y el fatídico día, en la mañana, al cargar de gasolina su camioneta, gritaba cosas extrañas, como “el mal está llegando”, “los médicos y la gente mala de Pittsburgh nos controlan con antipresivos”, etcétera, y emprendió la enloquecida huida que terminó con su existencia. Los estudios a su cuerpo revelaron que al momento de su muerte no conducía bajo influjo de alcohol o drogas, pero que también adolecía un problema en su cerebro. Sí, adivinaron; el mismo padecimiento que tuvo Mike Webster: Encefalopatía crónica traumática.

Estas son dos historias trágicas, pero lamentablemente no las únicas. Terry Long, otro liniero ofensivo de mis Steelers hace años, quien se suicidó tomando anticongelante en 2005, Junior Seau, Andre Waters son algunos otros nombres que engrosan esa negra lista.
Por eso ahora los protocolos de cuidado sobre el jugador, han sido mayores. A veces, quizás nos parezcan exagerados, pero todo sea por mantener el gran nivel en la mejor liga deportiva que existe.
Y aunque lo de Dwight Clark no deriva (o al menos hasta ahora no se ha comprobado) como una secuela deportiva, no deja de ser una noticia triste. Una que ha golpeado duramente al football en estos días.
Nos leemos.
El Dato Renegado: Dwight Clark fue parte de aquellos 49ers que en enero de 1985 se coronaron campeones de la edición XIX del Super Bowl. Los gambusinos tenían un equipo poderoso y terminaron la campaña regular con marca de 15-1. Un juego perdido evitó que igualaran la hazaña de Dolphins en 1972 con una temporada perfecta.
Esa única derrota, por marcador de 17-20, ocurrió el 14 de octubre de 1984. Y siendo locales en el Candlestick Park.
Y los causantes de esa derrota fueron mis Pittsburgh Steelers.


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2013 y el ocaso de un prometedor Draft en Pittsburgh (Parte 02)
Ayer, en la primera parte de este post, escribía sobre la desilusión que personalmente me había dejado el Draft 2013 de mis Steelers, con la excepción de Le´Veon Bell y Vince Williams. Y quedó al aire una pregunta, relacionada con el por qué de las expectativas fallidas del resto de los que integraron esa generación de selecciones colegiales.
Bueno, antes de dar mi particular respuesta, habrá que recordar como estuvo conformado ese Draft 2013 para mis Steelers, el cual tuvo un total de nueve selecciones en siete rondas, en el siguiente orden:
El OLB Jarvis Jones, selección de primera ronda (17global)
El gran RB Le’Veon Bell, selección de segunda ronda (48 global)
El WR Markus Wheaton, selección de tercera ronda (79 global)
El S Shamarko Thomas, como una de las selecciones de cuarta ronda, (111 global)
El QB Landry Jones, otra selección de cuarta ronda (115 global)
El CB Terry Hawthorne, selección de quinta ronda (150 global)
El WR Justin Brown, selección de sexta ronda (186 global)
El mencionado ILB Vince Williams, otra selección de sexta ronda (206 global)
Y el DE Nicholas Williams, selección de séptima ronda ( 223 global)
Fin del paréntesis.
Comentaba en la primera parte de este texto, que el Draft 2013, o sus primeras cuatro selecciones al menos, llegó con grandes expectativas para mi. Y hoy, a cinco años de distancia, tristemente sólo tres de ellos tienen contrato con el equipo (Le´Veon Bell, Landry Jones y Vince Williams) y uno más que está en veremos (Shamarko Thomas). Y de los tres que menciono con contrato, solo Bell es de los que estuvieron dentro de las cuatro primeras selecciones. Y, ¿qué ocurrió? Veamos.
Jarvis Jones. Quizás la mayor decepción por ser primera selección y por lo que se esperaba de él. El egresado de Georgia, previo a su llegada a Pittsburgh, tuvo en 2011 y 2012, dos años de ensueño: fue reconocido como jugador de primer equipo All America (reconocimiento dado a los mejores exponentes en su posición a nivel colegial), 155 tackles, 28 sacks, 09 fumbles forzados, 02 fumbles recuperados y una intercepción. Lo veía como el gran sucesor de las glorias de Greg Lloyd. Quien tomaría el hueco que en ese momento nos había dejado el gran James Harrison tras su partida (breve, afortunadamente) a Cincinnati. Pero todo quedó en eso. En una expectativa. Jones, en cuatro años con Pittsburgh, entre lesiones, bajas de juego y quizás la demasiada presión mediática que tenía dado lo que se esperaba de él, solamente aportó 129 tackles, 04 fumbles forzados, 06 sacks, y 02 intercepciones. Números infames comparado a lo hecho en dos años con Georgia, caray. Como resultado de todo ello, naturalmente no le fue aplicada la opción de recontratación de quinto año, y este 2017 emigró a los Arizona Cardinals.

En el caso de Markus Wheaton, lamentablemente vino a menos luego de un arranque prometedor. En su campaña de novato, solamente participó en un juego como titular, generando 06 recepciones para 64 yardas. Algo natural teniendo en cuenta que, además de ser su primer año profesional, estaban Antonio Brown y Emmanuel Sanders como titulares indiscutibles del equipo, acompañados de un cumplidor Jerricho Cotchery. Pero las cosas cambiaron en 2014, con la salida de Sanders a Denver. Era la oportunidad que necesitaba Wheaton. Y puede decirse que cumplió, dado que en ese su segundo año profesional, participó en once juegos como titular, tuvo 53 recepciones, 644 yardas y 02 touchdowns. Pero, como broma macabra, ese 2014 también fue el año de la llegada de un tal Martavis Bryant, el cual pese a sus problemas con sustancias prohibidas logró 549 yardas y 08 touchdowns y el reconocimiento como Novato del Año con Steelers. Se encendía el primer foco rojo de que Wheaton también sería otro que quedaría en expectativa, pese a que en 2015 mejoró sus números con 749 yardas y cinco touchdowns. Pero la lesión que lo dejó fuera del emparrillado en 2016, el crecimiento de Sammie Coates, Demarcus Ayers, Cobi Hamilton y Eli Rogers, fueron el detonante para su salida este año a los Chicago Bears.

Shamarko Thomas es un caso particular que no termino de identificar bien. El egresado de Syracuse, llegó como ya se apuntaba, como la cuarta selección del Draft 2013 y suponía sería el sucesor de las glorias de Troy Polamalu en la última línea del perímetro de Pittsburgh. Lamentablemente, contrario a Vince Williams, no pudo con el reto de tener frente a él a Robert Golden, a Ryan Clark, a Mike Mitchell e incluso a Ross Ventrone. Sus lesiones y su notoria baja de juego, en lo que hace a su posición natural de safety (en equipos especiales es otra cosa), se notan con números lamentables: 53 tackles y 0 intercepciones (así como se lee, cero) en cuatro años. Su aportación en equipos especiales es lo que aún le permite ser considerado para una eventual opción de contrato de quinto año con el equipo, aunque sigo pensando que hay talento pendiente por explotar. Pero si la decisión es dejarlo en libertad y no recontratarlo, no sorprendería. Uno más a la lista de mis expectativas incumplidas.

De Landry Jones, pues ya saben la opinión que tengo. También tenía cierta expectativa positiva con él, aunque menos que los anteriores. Los amigos en este blog me han compartido que no se puede esperar gran cosa de un quarterback que no es seleccionado en las dos primeras rondas del Draft y que casos como Tom Brady son rarísimos. Y coincido. Pero me viene a la mente, guardando las proporciones debidas, que hace algunos ayeres, en 1986, llegó en una tercera ronda Bubby Brister, a quien se le daba la etiqueta del sucesor de las glorias de Terry Bradshaw. En fin, a Jones realmente no lo tenía dentro de las fuertes promesas del Draft 2013.
Y de Terry Hawthorne, Justin Brown y Nicholas Williams, poco hay que decir. Todos están fuera del equipo. El primero, ni siquiera fue firmado en su año de novato, y los dos últimos fueron cortados luego de la campaña 2014.
Así las cosas, a cinco años de uno de los drafts que mas expectativa ha generado para mi en años recientes, solamente Le´Veon Bell ha brillado y demostrado su valía como segunda selección de mis Steleers en 2013. Y, pese a que no estaba considerado como un gran prospecto en ese momento, Vince Williams es el otro integrante de esa generación que en este 2017, gracias a su constancia y perseverancia, será uno de los baluartes en la defensa junto a Ryan Shazier. El resto de aquella generación, luces intermitentes en un gran equipo, sobre todo en la figura de Jarvis Jones.
Como citaba en el título de este post, el ocaso de un prometedor Draft.
Nos leemos.
El Dato Renegado: Jarvis Jones es el segundo jugador seleccionado por Steelers en primera ronda de Draft que emigra a Cardinals desde la llegada de Bruce Arians como head coach de Arizona (curiosamente en el año 2013). El otro jugador es Rashard Mendenhall, quien fuera la primera selección de Pittsburgh en 2008.
Otros jugadores seleccionados por Steelers que eventualmente también salieron del equipo para firmar con los Cardinals de Arians son: Alameda Ta´amu (cuarta selección de 2012), Larry Foote (cuarta selección de 2002), Drew Butler (aunque éste fue firmado como agente libre novato en 2012), Jonathan Dwyer (sexta selección de 2010) y LaMarr Woodley (segunda selección de 2007).
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2013 y el ocaso de un prometedor Draft en Pittsburgh (Parte 01)
Cierto, el título pudiera parecer exagerado. Más aún cuando del Draft 2013 emergió un tipo llamado Le´Veon Bell, nuestro flamante jugador franquicia este año. Pero, permítanme explicar el por qué de tan desalentador título.
Muchos de los que seguimos a Steelers podemos presumir que en 1974 tuvo lugar el mejor Draft de la historia no sólo de la franquicia, sino también de la NFL (algo que incluso es reconocido por personas que siguen a otros equipos), con la llegada de cuatro íconos, tetracampeones e integrantes del Salón de la Fama: Lynn Swann, Jack Lambert (el detonante para que quien escribe se haya prendado del equipo aurinegro), John Stallworth y Mike Webster. Y si a eso le agregamos la llegada como agente libre del también entonces novato, Donnie Shell, pues poco hay para debatir la relevancia de las contrataciones colegiales de Pittsburgh en 1974.

Desde entonces, son pocas las selecciones colegiales de un año concreto que han tenido en al menos tres de sus integrantes, si bien no el misticismo de aquel Draft de 1974, sí un impacto importante y trascendente en mis Steelers. Personalmente, como ejemplo de lo anterior, puedo citar el Draft de cinco años específicos:
1992 con Leon Searcy, Levon Kirkland, Joel Steed y Darren Perry, todos ellos pilares en el equipo que llegó a aquel Super Bowl XXX.
1994 con Breston Buckner, Jason Gildon y Myron Bell.
1998 con Alan Faneca, Hines Ward y Deshea Townsend, que fueran base del equipo campeón del Super Bowl XL.
2002 con Kendall Simmons, Antwaan Randle El, Larry Foote y Brett Keisel, también base de aquella victoria de Super Bowl ante Seahawks.
2007 con Lawrence Timmons (recientemente emigrado a Miami), LaMarr Woodley y William Gay, que fueron parte del equipo campeón del Super Bowl XLIII.
Han habido otros, cierto, pero me quedo con esos. Como apuntaba, el criterio personal fue que al menos tres de las selecciones de un Draft determinado hayan tenido un aporte trascendente con Steleers, sin tomar en cuenta lo valioso que hubiesen sido con algún otro equipo con el que jugaran después. Por ello es que no enlisté aquél Draft de 1987, del que surgieron dos monstruos de acero llamados Rod Woodson y Greg Lloyd, y del que surgieron también los enormes Thomas Everett y Hardy Nickerson, cuyos mejores años como profesionales se quedaron en Dallas y Tampa Bay respectivamente.
Tras esta antesala nostálgica, me permito poner en contexto el por qué del título de esta entrada.
El Draft del año 2013, para muchos, incluyéndome, tenía una altísima expectativa para formar la base de la reconstrucción de mis Steelers. Quizás un tanto exagerado de mi parte, pero sentí que era el Draft con el que se formaba la columna vertebral del equipo de Mike Tomlin (al menos las cuatro primeras selecciones); que era el Draft del equipo que iría quitando el estigma de que Pittsburgh era lo que era en esta década gracias al legado (innegable, por cierto) de Bill Cowher. Vaya, que era el Draft que daría el sello e identidad particular del equipo con el nuevo coach. Pero el tiempo transcurrió y las expectativas se fueron diluyendo, salvo una notable excepción y una inesperada y grata sorpresa.
La notable excepción, evidentemente lleva el nombre de Le´Veon Bell. El corredor oriundo de Michigan State, cuando fue seleccionado por el equipo como su segunda selección de ese 2013 (48 global), causó todo tipo de controversia: Que si su físico no era el mejor para el esquema de Pittsburgh, que si estaba en un nivel debajo de Eddie Lacy (seleccionado como segunda selección de los Packers, 61 global). Incluso llegué a leer que era el mayor desacierto de Colbert en muchos años. Vaya que el tiempo ha marcado como los desatinos estaban por otro lado.

Y la inesperada y grata sorpresa de ese Draft, es Vince Williams, apoyador interno egresado de Florida State, y que fue seleccionado por Steelers como segunda selección de sexta ronda (206 global). Jugador completo, cumplidor, que ha tenido en la paciencia y perseverancia sus principales cualidades, por que haber estado detrás de Lawrence Timmons, Ryan Shazier e incluso Sean Spence, fue un reto del que ha sabido salir avante. Y ahora, con la salida del gran Timmons a los Miami Dolphins, Vince toma la estafeta natural y se consagra como el gran compañero de Shazier en la línea media de linebackers.

Pero, ¿qué pasó con el resto?
Bueno, la respuesta personal a ese cuestionamiento, la realizaré en la segunda parte de este post, el día de mañana. No me avienten los tomatazos aún, jeje.
Nos leemos.
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Pittsburgh Steelers y su primer día de agencia libre 2017
Pues bueno, se ha ido el primer día de la agencia libre del 2017 en la NFL. Estas fechas, tan esperadas para todos los que disfrutamos del hermoso deporte del football, nos brinda sorpresas de todo tipo y para todos los tipos de aficionados. Con mis Steelers, no puede ser la excepción. Es bien sabido para todos aquellos que seguimos al equipo aurinegro, que históricamente Pittsburgh no es una franquicia que se caracterice por apostar en la agencia libre su base de éxito. Salvo contadas excepciones, Pittsburgh ha forjado su historia en sus selecciones colegiales. Y este año no iba a ser la excepción. ¿Por qué el antecedente? Bueno, pues sucede que leí y recibí diversas opiniones (todas muy respetables, sean o no compartidas por quien escribe), relacionadas a la apatía del Gerente General del equipo, Kevin Colbert, para traer un refuerzo importante a Pittsburgh. Insisto, respetando sobremanera cada una de las opiniones, la agencia libre no es la base del éxito con Steelers. Y agregaría: fue apenas el primer día, caray. Es complicado, pero hay que tener un poco de paciencia y controlar la ansiedad. Ahora bien, lo que si resulta innegable, es que hay áreas vitales que deben apuntalarse este año, con miras a que el equipo sea un real contendiente para levantar el Trofeo Lombardi; para que sea un equipo que esté a la par (deportiva y mentalmente) de los Patriots, que, guste o no, han dado muestra de consistencia en la Conferencia Americana. Y esas áreas vitales, se deben fortalecer en la agencia libre y/o en el próximo draft del mes siguiente. Habrá debate sobre las necesidades del equipo, pero personalmente siento que hay dos que sobresalen de entre todas: el perímetro, concretamente en la posición de cornerback y linebacker externo. Artie Burns ya demostró en su temporada de novato buenos números. El cornerback egresado de Miami participó en los 16 juegos de la campaña anterior (09 de ellos como titular), tuvo 65 tackles (52 en solitario y 13 asistido), con 13 pases defendidos y 03 intercepciones. Nada mal para la primera selección del Draft 2016, que arrancó nervioso y muchas veces presa de la ansiedad, pero que poco a poco fue subiendo su nivel, particularmente en la segunda mitad de la campaña. El problema fue el otro lado, donde Cockrell tuvo una actuación discreta (comparada a la de la campaña 2015) y William Gay con el tema de la edad y la obvia cuesta descendiente de su carrera, circunstancias que quedaron muy marcadas en el juego de campeonato de la AFC. El otro apartado que requiere, a mi parecer, inmediata atención por el equipo, es la de acompañante de Bud Dupree en el extremo de la línea de linebackers. Dupree ya demostró su calibre y que es dueño de una de las posiciones como outside linebacker, pese a haberse perdido más de media campaña. Regresó en la semana 11 y participó en los 07 juegos finales (04 de ellos como titular), logrando en ese lapso 24 tackles (19 solo y 05 asistido), 4.5 sacks y un fumble forzado. Y del otro lado, es innegable la aportación del eterno referente del equipo, el gran James Harrison, quien en 15 juegos (07 como titular) logró 53 tackles (39 solo y 14 con asistencia), 05 sacks, 01 intercepción y 02 fumbles forzados. Y aún cuando Harrison firmó por dos años más con Steelers y es indudable la referencia que le da al equipo, en mayo próximo llegará a los 39 años y es un hecho que no puede pasarse por alto. Jarvis Jones, tristemente creo ya no tiene cabida en el equipo y con ello se diluye la gran expectativa puesta como primera selección del Draft en 2013. Es un hecho que se necesita quien acompañe a Dupree en el otro extremo de esa línea y que hagan del blitz la más importante pieza de la defensa de acero. Bueno, pero no quiero desviarme del tema principal. En este primer día de agencia libre 2017, y como bien se apuntaba en el Twitter de @Steleers360, Pittsburgh no fue por agentes libres de otros equipos. Ponderó a los de casa y volvió a contratar, por dos años cada uno, a David Johnson (TE) y Landry Jones (QB). En el primer caso, cubren un área en la que Jesse James no hay duda es el dueño de la posición, pero en la que también es claro que se necesita mayor profundidad y un poco de descargo para James, algo que se pensaba existiría con Ladarius Green, pero que lamentablemente no se ha podido asentar dada su recurrente fragilidad en el tema de conmociones. Y bueno, en el caso de Landry Jones, lo cité hace tiempo y sigo en la misma opinión: me hubiera gustado que ya no siguiera en el equipo, pero sabía que no sería así por el simple hecho de que Ben Roethlisberger también se encuentra ya en la etapa final de su gran carrera (sí, no me crucifiquen, hay que ser realistas) y su físico ya resiente notablemente golpes que quizás antaño eran parte de su rol de juego. Lo que sí me sorprendió del tema Landry Jones, es que su recontratación haya sido por dos años. Y más aún, por $4.4 millones de dólares y un bono de $600,000 dólares por firmar el nuevo contrato. Como comentaba hoy con los amigos de Steelers360, si la expectativa fijada en 2013 para Landry Jones como cuarta selección de Draft era la de ser suplente, pues vaya que ha sido un suplente muy caro. Y además, inefectivo. Pero como no soy Gerente General ni me gusta ser de los que no apoyan al equipo en sus decisiones, obviaré mayores comentarios y por el contrario, espero sean decisiones que cumplan con su objetivo en el equipo. La partida de Markus Wheaton duele más en el tema emocional que por lo que venía aportando al equipo. Markus demostró su compromiso y sus ganas, pero lamentablemente no todo puede sostenerse así. La tercera selección de Steelers en 2013 (sí, otro pick de ese año) arrancó bien, incluso como el sucesor de Emmanuel Sanders cuando partió a Denver, pero fue a menos en su productividad, tanto por lesiones como por el ascenso de Martavis Bryant (con todo y sus problemas legales) y recientemente de Sammie Coates. Ojalá le vaya bien a Wheaton en su nueva casa, en la Ciudad de los Vientos, Chicago. Y la otra salida fue la del corredor Karlos Williams, a quien hoy la directiva de Pittsburgh le dio las gracias. Cierto, tenemos a Le´Veon Bell. Cierto, es quizás el más versátil y por ende, quizás también el mejor en su posición en la Liga, pero no por eso se puede creer que por sí sólo, es suficiente. No. Necesita un buen suplente. Y más con la incertidumbre que hay en torno a la continuidad de De´Angelo Williams al equipo (y que aún siendo así, tampoco debe pasar por alto el hecho de que Williams tendrá 34 años en abril). Es una posición delicada y ya vimos que Pittsburgh adquiere otra dimensión, otro plus, cuando Bell juega. Y sus lesiones, provienen por el exceso de veces que se le da el balón por no tener un sustituto de buen calibre. Por eso apremia otro corredor, que francamente no creo llegue de la agencia libre. Mañana, Lawrence Timmons estará conociendo por primera ocasión lo que es la agencia libre, visitando a Miami. Personalmente, y contrario de lo que pensaba con Landry Jones, deseo que escuche ofertas pero que llegue a quedarse con Steelers. Si su aspiración es llegar a otro Super Bowl, creo es con este equipo, con el que lo reclutó como primera selección en 2007. Aunque, lamentablemente creo que las posibilidades de que emigre son mayores. Es un profesional y es comprensible que tenga que ver por su futuro económico también. Y en Pittsburgh, dada su edad (tendrá 31 años en mayo) y que hay buenos prospectos en su posición dentro de la organización (léase Vince Williams, Tyler Matakevich e incluso L.J. Fort), puede que su ciclo con los aurinegros esté más cerca de cerrarse que de extenderse. Veremos. Así las cosas en este primer día de agencia libre 2017 con Steelers. Reitero, seamos pacientes y confiemos en el buen tino de Colbert y compañía en este proceso. Y tampoco desgarremos vestiduras si no hay una contratación mediática o si de plano no hay contratación alguna. En un mes, veremos el real calibre que tendrá el equipo con miras a la campaña de este año. Y agradezco mucho la oportunidad de esta primer participación en Steelers360. Ojalá cumpla con el objetivo de llevar información y opiniones, quizás no las mejores, quizás no las de primicias, pero sí de calidad y con la pasión por el mejor equipo en la NFL: mis Pittsburgh Steelers. Una posdata, que me atreveré a llamar “El Renegado”: ¿Quién creen que ha sido el mejor agente libre que han contratado mis Steelers? Han habido muchos, ciertamente: Jeff Hartings, Kevin Greene, Ray Seals, Kimo von Oelhoffen (a Carson Palmer no le agrada esto, lo sé), Norm Johnson, Ryan Clark, John L. Williams, Mike Mitchell recientemente. Pero, de entre todos ellos, coincido con algunas otras personas que he leído y me quedo con un tipo llamado James Farrior. Nos leemos en breve
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2016 y la AFC North se mantiene de acero. HereWeGo Steelers
El cardiólogo tuvo chamba por mi rumbo el domingo pasado. Es que vaya final de partido.
Pittsburgh y Baltimore volvieron a demostrar que, aún habiendo otras con más historia, son la rivalidad de la NFL. Una rivalidad en la que se ha visto de todo: la nariz rota y sangrante de Ben Roethlisberger, intensidad de tipos como Ray Lewis, receptores como Hines Ward noqueando a tipos rudos como Ed Reed, intercepciones que eliminan al rival en la postemporada como sólo Troy Polamalu podía lograrlo, balones sueltos que nos regresaban al juego con LaMarr Woodley, recepciones extraordinarias con la mano y el casco de un tipo llamado Antonio Brown, la suciedad de tipos como Terrell Suggs. En fin, de todo.
Efectivamente, Pittsburgh es un rival que estoy seguro nadie va a querer enfrentar en playoffs. Sin buscar demeritar algo, creo que en la AFC solamente un estadio (Foxborough) y un tipo llamado Tom Brady puede interponerse en el camino al Super Bowl.
¿Exagerada percepción? Quizás. Y es que también ando con la emoción y euforia que este equipo puede trasmitir. Un equipo del que he tenido la gran fortuna de verlos levantar dos de sus seis trofeos Lombardi. Un equipo con los que sufrí ver cómo caían y perdían en dos Super Bowl’s.
¿Hay que mejorar? Claro. Sobre todo en el tema de los castigos. Ahora, a diferencia del principio de campaña, la secundaria se ha fortalecido con el paso de las semanas. La ausencia de Cam Heyward afectó mucho la línea frontal. Pero, pese a ello, la defensa ha sido otra desde la semana 11.
Sobre este último juego, sumaría dos hechos básicos: el primero, así como se han señalado fallas del coacheo (me incluyo), también se reconoce (también me incluyo aquí) que aprendieron quizás a base de mucha crítica y presión, que a Pittsburgh todos les iban a salir a jugar sin miramientos y que la chistera que tuvieron en el 2015 ya no era tan sorpresiva y sí predecible. Jugadas innecesarias de conversión, afortunadamente han sido dejadas de lado. Vaya, la cordura se ha hecho presente. Poco a poco se ha ido viendo que también esa necedad de imponer marcas y cifras como algo de primera necesidad, no redituaba. Jugando bien, sin esa presión de numeralia, las marcas van a irse dando solas. Hay tiempo para eso. También la prudencia se ha visto presente en ese renglón.
En esta última ocasión, hubo también un amargo aliciente (lamentable cortesía de una leyenda del equipo como Bradshaw). Pese a lo que representa para el equipo, creo que fueron comentarios desafortunados de alguien que tiene mucho que agradecer de los Steelers. En otro equipo, quien sabe que hubiera sido de su carrera. Y sin defender con ojos cerrados a Tomlin, un equipo es eso: conjunto, unidad. Y los jugadores demostraron en donde se debe, en el campo, qué aspiran y qué es para ellos ser un Pittsburgh Steeler, incluyendo directivos y staff de coacheo. Aplaudo sobremanera esa respuesta, sutil, efectiva y contundente, de todos los jugadores para con su entrenador.
El segundo punto a destacar, es que el equipo se ha sabido sobreponer en el momento justo. Aún pese a errores de marcación arbitral; simplemente haciendo lo que saben y deben hacer: tener ambición de ser mejores y luchar hasta el final por serlo. Como ejemplo, dos botones: uno, Ben Roethlisberger. Falló dos veces y costaron 10 puntos, desventaja y tener que ir contra corriente. Pero, pese a los detractores, este sí es un QB de élite y supo sobreponerse. Sólo hay que ver la maestría al conducir la serie ofensiva final. El segundo botón, sin duda alguna, el cardiaco touchdown de AB al final del juego. En esa jugada, hubo una clarísima falta personal de Weddle, sujetándole la barra. Y no fue marcada. Pero Brown demostró coraje y pese a ello, hizo ver la clase de jugador que es. Uno de esos que todo equipo quiere. Uno de esos que no se rinde: extendió el brazo sabiendo que era quizás, con 9 segundos de juego, la entrada o despedida de playoffs, y logró el touchdown que a más de uno nos hizo gritar y tirar la bebida (bueno, no sé si a muchos, pero a mi sí, jajajaja). Aquí la reflexión: ¿qué hubiera pasado si Brown se hubiera conformado sólo con recibir y no dar ese extra con el brazo?? En fin, el hubiera no se conjuga. Brown lo hizo y aquí están mis Steelers, nuevamente en playoffs, nuevamente coronando la división, con el adicional de hacerlo a costa del acérrimo rival y logrando el triunfo número 600 de su historia, cifra que sólo comparten con tres equipos más: Packers, Bears y Giants. Bien ahí!!!
Este es mi equipo. Estos son mis Pittsburgh Steelers y espero así sea el camino a Houston para el SB XLI.
#HereWeGo
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¿Indisciplina en Pittsburgh? No creo.
Comentaba hace un rato en Twitter que, personalmente, el tema de la disciplina es bastante amplio (hablando del football), ya que no solamente abarca a jugadores, sino también a coaches, incluso directivos. Algunas veces la indisciplina (traducida en errores) puede ser objeto del rival en turno, marcador, y un sin número de etcéteras. Y claro, la disciplina incluye cuestiones cancha y extra cancha.
Quisiera partir de algo: disciplina, para mi, no necesariamente es sinónimo de infalible. De ser así, tendría que haber un equipo que no cometiera ningún castigo en una campaña o juego. Y eso es algo imposible de concebir. Es un deporte que practican seres humanos, no robots programados.
En las últimas dos campañas, he sido recurrente con el tema de indisciplina en Pittsburgh. A nivel jugadores, principalmente en los temas de golpes tardíos, cuando ya una jugada ha concluido. Esas yardas de castigo han pesado, y muchas veces, han provocado oportunidades al rival que han costado puntos y juegos. A nivel de entrenadores, cuando recurren a cosas fuera de la lógica, que luego tratan de corregir con otra cosa ilógica hasta que llega un punto del juego en que esa cosa ilógica llega a tener sentido, pero ya el desastre está consumado. Ejemplo: las llamadas para conversión de dos puntos de juegos atrás. Las cuales afortunadamente se han mesurado a cuando realmente es necesario.
Los festejos, es otro factor de indisciplina. Aunque para mí es absurdo y exagerado lo que hace la Liga en este aspecto, son reglas que son conocidas por los jugadores. Y si son conocidas, deben ajustarse a ellas. Aunque claro, regresando al punto de que es un deporte que practican seres humanos, ¿no es comprensible que nos gane la euforia en un touchdown ganador en una última serie ofensiva? ¿O realizar alguna jugada defensiva que detenga un último avance del rival a punto de anotar y ganar el juego? ¿O la imposición de alguna marca? En fin, son cosas que no entiendo de las reglas de este tipo, pero son reglas que existen a final de cuentas. Francamente, cuando se dan estas infracciones, no me causa gran molestia para con el jugador sancionado.
Ahora bien, Pittsburgh no me parece un equipo indisciplinado. Pero tienen sus ratos y a veces se empecinan en hacerlos constantes. Y eso es algo que veo mucho partir del carácter en el coacheo. La tibieza en en carácter y en cómo realizar ajustes, es algo que a veces se torna de color gris. Y de ahí creo que se derivan yerros de ejecución que dan al traste con un (quizás) buen plan de juego original.
Ejemplo: el año pasado fue grandioso para Ben y Brown. Era normal que los rivales está campaña iban a concentrarse en mermarlos. Pero era tanta la insistencia (a veces rayando en necedad) de querer seguir con la tendencia en estadísticas, que se olvidaron que existían tipos de apellidos Bell y Williams. Y volvimos predecible el ataque. Eso, para mi, es indisciplina, porque las prioridades del equipo se concentran en sólo números. Por el lado defensivo, una escuela que tanto ha redituado en una defensiva 3-4 como la de Pittsburgh, que es el blitz, pasó desapercibida la primera parte de la campaña. Y ante la ausencia de grandes jugadas, de forzar entregas de balón, se viene una comprensible desesperación en el juego, que trajo castigos por golpes tardíos, interferencias de pases y demás castigos provocados por indisciplina. Afortunadamente, en ambos casos, defensiva y ofensivamente, ya se hicieron ajustes y por eso el equipo ha mostrado la mejoría de tres semanas para acá.
A grandes rasgos, es mi opinión personal sobre el tema. No veo a mis Steelers como un equipo indisciplinado. Ahí van, poco a poco y con buenos ajustes, saliéndose de esa mala tendencia que estaban tomando para dejar ir puntos y juegos. Vaya, con todo el respeto que merecen, no tenemos a un Rob Ryan o a un Cameron Newton, que esos sí, a mi juicio, son ejemplo claro de lo que es indisciplina. No todo es talento en la Liga.
Saludos
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Una catarsis llamada “Achtung baby!”
Bueno, pues hace un buen rato que no escribía por acá. Pero hoy creo es una fecha que amerita unas breves líneas.
Un día como hoy, pero de hace veinticinco años, salía a la venta un disco de U2, la banda irlandesa que en 1987 se había consagrado en el Olimpo de la música con “The Joshua Tree”, arrasando con premios y reconocimientos por ello, y que desde ese año, salvo el experimento llamado “Rattle and Hum”, habían estado alejados, musicalmente hablando.
La historia de lo acontecido previo, durante y después de la llegada de “Achtung baby!”, para quienes son seguidores de la banda, es ampliamente conocido. Fue, en lo menos que se ha dicho, la reinvención musical de U2 y un listón muy alto para ellos mismos. Un listón que creo pasarán los años y seguirá intocable. Personalmente creo que seguirá siendo el parteaguas de la brillante historia de los irlandeses. Así que para no contar una historia sobre la cual en el internet existen incontables fuentes de información, rendiré un reconocimiento a esta joya musical con una breve anécdota, que se remonta a ese maravilloso año de 1991.
Erase un chaval, que se encontraba en la antesala de sus primeros tres lustros de vida. Era una época en la que entre los amigos de parrandas y excesos, era lo que se decía, un autentico caso perdido. Se quería comer el mundo de golpe. Fiestas, excesos, riñas, e incluso actos vandálicos eran continuos en su vivir diario.
Un día, de esos en los que se encontraba reunido en una esquina con sus amigos de juerga, acompañados de una radiograbadora (de aquellas reliquias con reproductor de casetes), el chaval este de pronto dejó de participar en el relajo y bromas que se hacían, quedándose callado y muy quieto, escuchando lo que en ese momento sonaba en el programa de radio. Era un riff de guitarra. Pero no cualquier riff. Era el de una canción que, según el locutor, representaba “el regreso de U2 a la escena musical”, tras una ausencia de poco más de dos años.
“Esto no puede ser U2″, pensaba el jovenzuelo en cuestión. No había la melodía pausada de “Bad” o “With or without you” que eran las rolas que más conocía del grupo irlandés. Es más, ni siquiera canciones tan emblemáticas como “Pride (in the name of love)” y “Where the streets have no name” se acercaban a la fuerza de ese riff que estaba escuchando.
Transcurrieron los minutos y luego de que “The fly” terminara de sonar en su radiograbadora, el locutor dijo: “Este fue el nuevo sencillo de U2. Su nuevo disco saldrá a finales del próximo mes, así que estaremos pendientes de este material que ojalá sea tan bueno como el anterior”.
“Finales del próximo mes” pensó nuestro inquieto y alocado personaje. Estaban en octubre. Así que tenía un mes para juntar dinero y comprarlo. “¿Comprarlo?” siguió pensando. Hasta ese momento, antes de la era mp3, iPods, etcétera, la gran mayoría de su biblioteca musical estaba resguardada en casetes regrabados, que conseguía armar ya sea de lo que sonaba en la radio o de los casetes que sus amigos le prestaban. Pero ese riff de “The fly” lo dejó marcado y merecía gastar el dinero que valiera el casete original, en cuanto saliera.
Así que nuestro pequeño protagonista decidió guardar el poco dinero que a veces llegaba a sus manos, y durante poco más de un mes (el casete no lo compró si no hasta ya avanzada la penúltima semana de diciembre de ese 1991) mantuvo una tregua con los excesos. El alcohol y el tabaco, durante ese lapso de tiempo, dejaron de formar parte de su vida, por la euforia que tenía de reunir el dinero suficiente para comprar el nuevo producto musical de U2. Incluso hizo lo que tanto le pedían sus padres: realizar pequeñas tareas de trabajo (principalmente barrer las aceras y lavar el exterior de las ventanas de los vecinos), todo lo que se necesitara para conseguir el objetivo fijado.
Pero hubo un elemento adicional, uno que sin ser monetario, es el que, años después, tuvo mayor valía para este chaval: ese distanciamiento con los excesos, acortó el que existía con sus padres, de quienes las lágrimas y dejos desencajados que les provocaba constantemente, cambiaron, en ese breve lapso de casi dos meses, por sonrisas. Eso es lo que provocó algo tan trivial como haber tenido prendida la radiograbadora y escuchar, por azares del destino, ese riff de guitarra y fijarse como meta reunir dinero y comprar el nuevo material de U2. Eso es lo que fue un punto crucial, involuntariamente, en la vida de nuestro personaje. Una catarsis.
Un paréntesis: por si algo más se necesitaba para que ese año 1991 fuera tan especial, ese fue el último, deportivamente hablando, de un personaje que mis amigos Steelers conocen de sobra. Un personaje llamado Chuck Noll.
Noll terminaría esa campaña con marca perdedora en Pittsburgh, pero eso en nada opacaría el brillante historial con el equipo que tanto admiro. Una época de oro en la historia de la franquicia y de la NFL concluía, nada menos que 23 años como entrenador de mis Steelers, 23 años en los que se reconstruyó un equipo, se ganaron 4 Super Bowls y que dejó como legado en la historia del football profesional a una de las mejores defensivas de todos los tiempos.
Ese año se despediría Noll. Pero llegaría Cowher. Y también, en ese 1991, ya no habría más Brister. Ese año era para O´Donnell.
Fin del paréntesis.
“Achtung baby!” llegó a las manos de este chaval en diciembre de 1991 y sobra decirlo, se convirtió en su Santo Grial musical. Musicalmente, le pareció perfecto. Y, la odisea de conseguirlo, le dio mayor valor. Los excesos, si bien no desaparecieron, dejaron de ser el centro (como hasta entonces había sido) de sus emociones y de su vida. Como líneas atrás se menciona, una catarsis.
La música, ese año 1991, tuvo monstruosos exponentes. Pearl Jam con su “Ten”, Nirvana con su “Nevermind”, R.E.M. con “Out of time”, Metallica con su “Metallica” (más conocido como “Black álbum”), Guns N´Roses con sus dos volúmenes de “Use your illusion”, Soundgarden con “Badmotorfinger”, incluso el último disco en vida de Freddie Mercury con Queen, “Innuendo”. Pero, respetando la grandeza de todo ese despliegue musical de 1991, ese chaval tiene como la mejor obra maestra de ese año el regalo que U2 hizo al público con “Achtung baby!”.
Por eso, por el cambio que solamente el que lo vivió puede contar, “Achtung baby!” es una de las muchas catarsis que he tenido. Una de la mejores, sin duda.
Enhorabuena por los 25 años de esta obra maestra.
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La (esperada?) llegada de iOS 10 y macOS Sierra a mis dispositivos
Pues hace ya poco más de un día, los de Cupertino dieron a conocer sus novedades veraniegas: iOS 10 y macOS Sierra (vaya que me gustó sobremanera el regreso del prefijo “mac” a este último sistema operativo. Aplauso).
Si bien para muchos es una increíble euforia este tipo de noticias, creo habremos algunos otros que, sin negar que efectivamente sonreímos por la llegada de actualizaciones, traemos un poco de la vieja escuela, de esa que sigue feliz con sus equipos, como llamarlos, “clásicos”, y que si bien tienen ya varios años de uso, siguen cumpliendo con su objetivo primario: eficientar las cuestiones de nuestras actividades de trabajo en primer lugar, y un poco la cuestión de ocio, en segundo término.
Comento lo anterior porque las actualizaciones, al menos en mi caso, hacen ver el notorio paso del tiempo en nuestros equipos.
Como ya se sabe, iOS 10 será compatible a partir del iPhone 5 en adelante. Y macOS Sierra, en los MacBook y iMac de finales de 2009 en adelante, así como en los Mac Mini, Mac Pro, MacBook Air y MacBook Pro de 2010 en adelante.
Y bueno, aquí viene la parte agridulce en mi caso. Mis dos iPhone, un 5 y un 6, estarán en otoño estrenando el nuevo iOS y todas sus novedades, principalmente lo que hace a iMessage y Siri en aplicaciones de terceros.


Lamentablemente, no ocurre lo mismo con mi portátil. Mi MacBook Pro de mediados de 2009, ha quedado fuera de esta última actualización. En siete años ha tenido Leopard, Snow Leopard (aplausos y más aplausos), Lion, Mountain Lion, Mavericks, Yosemite y El Capitan. Y hasta ahí llegó. No podrá disfrutar del regreso de “mac” como parte del nombre del sistema operativo de Apple. En fin, así de gigante es el avance tecnológico hoy en día.


Y bueno, mi MacBook de 2008, de aquella última edición de policarbonato negro que se fabricó, desde hace mucho quedó relegada en cuanto a sistema operativo. Pero aún así, tras ocho años de uso, sigue sin rindiendo, y muy bien. Incluso creo mejor que muchos equipos de años recientes.


Algunos pensarán que necesito renovar mis equipos. Y puede que así sea. Pero, como citaba líneas anteriores, soy de la vieja escuela. Que le hago, caray.
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“Sin disfraz”
El especial de Halloween de este año, con Ser sin rostro :3
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El "Jugador Franquicia"
El día de hoy, 02 de marzo de 2015, terminó el plazo para que los equipos de la NFL pudieran hacer uso de la etiqueta "Jugador Franquicia" de cara a la campaña venidera. Sólo seis equipos lo realizaron: los Broncos con su estelar WR Demaryius Thomas, Dallas con el también WR Dez Bryant, los Chiefs con su LB Justin Houston, Giants hicieron lo propio con el DE Jason Pierre-Paul, Patriots con su kicker Stephen Gostkowski y los Dolphins con su TE Charles Clay. Sorprendió a muchos no ver etiquetados a nombres como el DT Ndamukong Suh de Lions, al WR Randall Cobb de Packers y al mismo DeMarco Murray de Cowboys (líder corredor de la NFL en 2014), por lo cual estos estelares jugadores probarán la siguiente semana los sabores de la agencia libre. Pero, ¿qué es eso de la etiqueta "Jugador Franquicia" que tanto llamó la atención? ¿Cuál es su relevancia en los equipos de la NFL? A continuación, en unos breves párrafos, trataré de comentar lo más claro posible lo que es esta figura del "Jugador Franquicia". Se denomina "Jugador Franquicia" a la etiqueta que un equipo asigna a un jugador que ha llegado al término de su contrato (y que por ende se convierte en agente libre) con la finalidad de retenerlo un año más a cambio de pagarle una suma determinada conforme al contrato colectivo de trabajo vigente en la NFL, que se firmó en julio de 2011 y ratificado en agosto de ese mismo año. Está etiqueta sólo puede ser utilizada en un jugador por año, y es discrecional para los equipos de la NFL. Pueden utilizarla o no. De esta manera, la etiqueta de un "Jugador Franquicia" puede considerarse un recurso que tienen los equipos para retener a un jugador que se convierte en agente libre, ya sea por su talento o por que represente impacto en la cuestión del tope salarial. Por lo regular, esta etiqueta no es bien recibida por el jugador, ya que se le limita explorar el mercado de la agencia libre en la liga. Existen dos modalidades de "Jugador Franquicia": exclusivo y no exclusivo. En la modalidad exclusiva, se firma un contrato por un año, y el equipo está obligado a pagarle al jugador etiquetado el salario más alto que resulte de: a) el promedio de los cinco mejor pagados en la posición el año anterior, o b) el 120% del último salario del jugador. En esta modalidad, no hay posibilidad de recibir o aceptar nuevas propuestas por el jugador. En la modalidad no exclusiva, el jugador sólo recibe la oferta de contrato por un año con el equipo, con la estipulación de percibir el salario más alto que resulte de: a) el promedio de los cinco mejor pagados en la posición el año anterior, o b) el 120% del último salario del jugador. Acá, el jugador sí tiene permitido explorar el mercado de agencia libre y negociar con otros equipos, con las siguientes particularidades: 1) El equipo con el que el jugador negocie, debe ofrecer un salario mayor al del equipo que lo etiquetó como "jugador franquicia". 2) Si hay oferta de otro equipo por el "jugador franquicia", el equipo que aplicó la etiqueta puede igualarla y de esta manera retener al jugador. 3) Si hay oferta de otro equipo por el "jugador franquicia" y el equipo que aplicó la etiqueta no la iguala, entonces el jugador, si así lo desea y conviene, pasa a formar parte de un nuevo equipo. En este caso, el nuevo equipo se obliga a ceder selecciones de draft al que otorgó la etiqueta. Estas son, a grandes rasgos, las particularidades básicas de la etiqueta "Jugador Franquicia" en la NFL. Ojalá y el objetivo de hacerla un poco más comprensible, se haya cumplido (porque vaya que leer y tratar de entrelazar los artículos del contrato colectivo, puede ser bastante tedioso). Y una posdata: aunque es cierto que la emoción semanal de los juegos de Football toman una pausa de varios meses, afortunadamente la NFL no deja de ser noticia en ese lapso. Bien ahí!
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Steelers, sin Bell y la complicada visita de Ravens: ¿Misión imposible? No creo.
Ciertamente, la lesión de Le’Veon Bell preocupa en todo aspecto a la Steeler Nation. Sobre todo, porque ha sido la bujía que ha aportado una nueva dinámica a la ofensiva que comanda el Big Ben.
Bell tuvo en 2014, su segunda campaña profesional y demostró con creces su valía como líder y puntal en la ofensiva de Pittsburgh. Sumó la impresionante cantidad de 1,361 yardas terrestres (segundo en la NFL) y ocho touchdowns por esa vía, dejando claro además sus buenas condiciones también como opción de Big Ben recibiendo el ovoide, al acumular 83 pases recibidos, 854 yardas aéreas y 3 visitas a la zona de anotación por aire. Y, una estadística importante de Bell fue que en 290 ocasiones que corrió con el ovoide, no tuvo ningún fumble. Impresionante para el segundo líder corredor de la NFL en la campaña.
Aunque es claro que la eventual ausencia de Le’Veon en el juego de playoffs ante Ravens el próximo sábado dificulta mucho el panorama, creo que existe, en principio, la confianza necesaria con el arsenal ofensivo de Pittsburgh (segunda mejor ofensiva total de la NFL en 2014, segunda por aire y décimo sexta por tierra) y la prudencia para cuidar a Bell y no exponerlo en un juego importante, pero que se puede ganar sin poner en riesgo su condición física.
A continuación, algunas de mis consideraciones del porque creo Pittsburgh tiene elementos sólidos para alzarse con la victoria en la que quizás es la rivalidad más ruda y peleada de la NFL en los últimos tiempos.
Antonio Brown tuvo en 2014 la mejor de sus cinco campañas como profesional. Acumuló 129 recepciones para 1,698 yardas aéreas, primero en la NFL en ambos rubros. Aportó además 13 touchdowns aéreos y uno más en regreso de patada de despeje, siendo así el tercer mejor jugador anotando de seis puntos en 2014, empatado con Jamal Charles de Kansas City.
Heath Miller, Markus Wheaton y Martavis Bryant, son otras grandes armas ofensivas en Pittsburgh. El gran ala cerrada acumuló 66 recepciones, 761 yardas recibidas y 3 recepciones, cifras más que decorosas para el veterano de diez campañas. Wheaton, por su parte, en su segunda campaña como profesional aportó 53 recepciones, 644 yardas recibidas y dos touchdowns. Y Bryant, quien a mi parecer fue una gran revelación como novato y quien demostró argumentos para ser el receptor número dos de Pittsburgh, tuvo 26 recepciones, 549 yardas y 8 touchdowns. Y si a eso sumamos la reciente adición de Ben Tate, un RB que si bien no tiene las mismas condiciones y empuje de Bell, creo, junto a Josh Harris, puede dar un muy buen juego terrestre, suficiente para que Pittsburgh se lleve el juego y Le’Veon tenga una semana más para recuperarse y estar lo mejor posible para un eventual juego divisional ante la defensa de Denver.
Ahora bien, en esos interesantes números en 2014 de Bell, Brown, Miller, Wheaton, Bryant y claro, de Ben Roethlisberger, existe una pieza de la que casi no se habla, pero que ha sido vital pese a las críticas en los últimos dos años: la línea ofensiva. Encabezada por el C Maurkice Pouncey (uno de los cuatro elementos ofensivos electos al Pro Bowl este año), los guards Ramon Foster y David DeCastro, y con Kelvin Beachum y Marcus Gilbert en los tackles, han conformado una línea sólida, fuerte y ágil, que han sabido sobreponerse a la inconsistencia, a las lesiones, a la rotación desmedida y descontrolada de antaño, pasando a ser, ahora sí, una línea digna de un equipo como Pittsburgh, en la que los únicos cambios a los cinco frontales titulares durante la campaña regular 2014 fueron de Mike Adams y Cody Wallace, quienes en cinco juegos suplieron por lesión a Gilbert y Foster. En este rubro, me gustaría destacar dos nombres: DeCastro, quien en su posición de guard, elevó significativamente su nivel de juego, ayudando a la gran temporada de Bell y de Roethlisberger, mostrándose como una digna primer selección del equipo, hace ya dos años. Y el otro nombre es el de Mike Munchak, flamante Coach de línea ofensiva e integrante del Salón de la Fama de la NFL, quien sin duda, con su innegable talento, devolvió a una maltrecha línea, con los mismos jugadores que tan mal lucieron en campañas previas, un nivel decoroso y competitivo. Aunque ciertamente deben mejorar en cuanto al rubro de capturas de quarterback permitidas (33 veces a Big Ben en 2014), es innegable que demostraron tener las condiciones para ser de las mejores lineas ofensivas en breve tiempo.
Ahora bien, el comandante de la ofensiva de acero, Ben Roethlisberger, fue junto a Drew Bress de New Orleans, el quarterback con más yardas aéreas lanzadas en 2014, con 4,952. Lanzó 32 pases de touchdown, séptimo en la Liga en ese rubro, por solamente nueve intercepciones. Tuvo un porcentaje de efectividad de pases completos de 67.1% y un rating pasador de 103.3, siendo el tercer mejor registro en ambos rubros durante la campaña regular. Una imponente campaña sin duda para el quarterback que ha dirigido la ofensiva aurinegra desde 2004.
Pero eso no es todo. Ben también cuenta con gran experiencia en playoffs, y los números, aunque son solo eso, datos estadísticos, dan una pauta para confiar en la capacidad de guiar al equipo para ganar el complicado juego ante Ravens el próximo sábado. Ben ha jugado en 14 partidos de postemporada, todos ellos como titular, desde su llegada a la NFL en 2004, con un récord de 10-4, tres campeonatos de la AFC y dos Super Bowls ganados. Ha lanzado para 3,150 yardas y 20 touchdowns, con un porcentaje de efectividad del 60.6% y un rating de 83.7.
Finalmente, no hay que olvidar que desde la llegada oficial de los Ravens a la NFL en 1996, se han enfrentado a Pittsburgh tres ocasiones en postemporada: en 2002, en 2009 y en 2011. En las tres ocasiones, la victoria ha sido para Steelers por marcadores de 27-10, 23-14 y 31-24, respectivamente. Esos tres enfrentamientos en playoffs, también tienen, curiosamente, dos puntos de coincidencia: todos fueron jugados con Pittsburgh como local (en el mítico Three Rivers Stadium en 2002 y los otros en el actual Heinz Field). Y también, en los tres casos, Pittsburgh llegó como Campeón Divisional (de la AFC Central 2001 y de la AFC North en 2008 y 2010).
En fin, todos son números y estadísticas, pero que en suma a la capacidad ofensiva de Steelers, a la mejora defensiva que se les ha visto en las últimas semanas con los ajustes de LeBeau (con todo y ausencias de Polamalu y Keisel) y a lo inconsistente que ha sido Baltimore al final de la campaña regular, creo que pueden superar el difícil compromiso de playoffs, en el que reitero, creo no deben exponer a Le’Veon Bell. Hay talento y condiciones suficientes, incluyendo las estadísticas, para ganar ese juego.
Here We Go!!
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