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ahimuere · 8 years
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Vengan a Barrio Antiguo a la FLLP MTY 2016. ¡Estamos vendiendo nuestras fanzines y camisetas de Ahí muere! ;)
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ahimuere · 8 years
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Dense un rol hoy por Barrio Antiguo: puedes encontrar nuestras camisetas y fanzines en la Feria Libertaria del Libro y Publicaciones.
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ahimuere · 8 years
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AVISO IMPORTANTE
Protección Civil nos informó que, por cuestiones de seguridad, sólo es permitido un cupo máximo de 100 personas en el edificio de Máqvina, por lo que habrá una persona en la entrada llevando el conteo. Así que lleguen temprano para alcanzar lugar. Disculpen los inconvenientes; la seguridad de todos nuestros ahímuertistas es nuestra prioridad. ¡Nos vemos a las 7:00 pm en punto!
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ahimuere · 8 years
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¡Ya mañana es nuestra tocada en Máqvina! El cover es de $50 pesos o pueden entrar si compran la última edición de Ahí muere (vamos a estar vendiéndolas ahí mismo). También vamos a vender camisetas a $100. Si gustan pueden llevar su pisto en cantidades moderadas.
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ahimuere · 8 years
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Ahora sí le vamos a dar a la música en esta tocada con puro talento local.
Costo de entrada: $50 o la compra (previa al evento) de la revista "Ahí Muere". Visuales: Hipermexica, Beluga, TRVE KVLT, Vita Música: Bárbara Zaeth, Gazrapse, Clock the Night, Felipe Montes, Puma, Michaela & Reginaldo.
Maqvina. Diego de Montemayor 646-B, Barrio Antiguo cerca del MUNE. Lleva tu jugo.
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ahimuere · 9 years
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Les recuerdo que tienen hasta el 8 de diciembre para mandar sus obras para nuestra 3ª Edición Impresa. Revisen bien la convocatoria y mándennos un mail a [email protected] Ahí muere
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ahimuere · 9 years
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¡Visiten el stand de la Red de Editoriales Independientes en la Feria Internacional del Libro Monterrey, ahí encontrarán ejemplares de Ahí muere y más cosas chidas de nuestros amigos! #FILMonterrey #Monterrey
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ahimuere · 9 years
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¡Por fin llegó el día! Nos vemos dentro de dos horas para nuestra presentación en la Sala 101 de la Feria Internacional del Libro Monterrey. Váyanse con tiempo porque habrá mucho tráfico. ;)
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ahimuere · 9 years
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¡Nos vemos el domingo 11 de octubre a las 3:00 pm en la Feria Internacional del Libro de #Monterrey. @ahimuere #FILMonterrey
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ahimuere · 9 years
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ahimuere · 9 years
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funeral fuerza metafísica
tal vez piedra vidrio ojo cerrado tiempo  animales  éramos tú y yo extremos de estragos   paralíticas vueltas trompos girando sobre santos a cremar   mir(a)mor de nacimiento qué buenos son los malos    siempre tenderetes de telarañas sueltan   retraídos cariñosos entre urbano grafiti recargados  quiero del llanto a la sonrisa reconsiderar   lo perro que ladro  dibujar venas de la perra suerte encendida a nuestras almas  salvo no sé qué era lo que nos dolía  obedezco  ninguna ley funeral   fuerza   metafísica   parasol   furtiva   soy de esta persona    razones de contradicciones me buscan     me asesinan un pie la mano en el dar consejos    camino insuficiente penetrada tremendo entre palomas unidas a las palabras   como  paquete cerrado voy    de odio de amor  enterrar hacia afuera mi ingenuo rostro  de  labios de mujer   ojos de mujer  penetrada pensando culpar páginas en blanco  individual quebrados espejismos de amarres rígidos en rezos     me puedo caer a la luna sin encontrar la postura   ¿cómo llamarte  para vencerme  de canciones?  
adentro acercas arcas armarios roperos de rotos espejos con una linterna  alumbras un pájaro un pájaro chilero adentro desnuda duele apagar la luz
que quisiera un enamorado alfiler ensartado sobre una mariposa pintada en tus yos hacerme caso   acordarme de mi pedazo de escalera subiendo hasta abajo acompañándome  silenciándome la entraña seca la noche deprimida   cantándome  poemas crespos cabellos lascivos   no más duradero durazno cultivable   remolino enfermo recontándome  un ala otra ala   el pico    la vida   la bandera patria gobierno  con café negro rupestre    desenmascarándome del hombre del que me iré    ante nuestra  hambre que apesta a pastel  
Rossy Elizondo
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ahimuere · 9 years
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Tres instancias
El Neuróbata:
Los ladrillos arañados por alas de murciélago,
el grafiti del muro era una mandala, reunión de gránulos multicolor,
serrucharon el papel de sus ojos, carbones encerrados por párpados.
El Neuróbata camina sobre los trozos de botellas distribuidos
en lo alto de la barda, látigos y tentáculos
que enredan sus piernas, segregan ácido y succionan su piel de hule escamoso.
Salta y cae en un desierto al otro lado del sueño,
pierde el equilibrio y parece dar pinceladas con su danza.
 Al otro lado del muro la arena y las gaviotas están,
ahí puedo ver cómo el aura me rodea con serpientes:
cómo se agitan lacerando, flotando,
brillan sus extraños colores neón.
El cielo es un campo de flores
de distintas especies.
Aparecen orbitando a su alrededor unos danzantes,
están llenos de muecas, y con maromas y malabares parecen volar,
perecen un poco al bailar,
ríen del neuróbata, que no se detiene.
 El Neuróbata y la casa:
Nuestra la puerta de la casa,
nuestra la mente, el sueño y el agobio,
nos perturba el inquilino
con su violenta sierra acústica.
Evapora neuronas, ladrillos coloreados
que se repliegan en un manto
que agita con patrones caóticos.
 La casa al Neuróbata ha apresado, bailarín
saltando de un lado a otro a nuestra puerta,
a mirar por el cerrojo una mirada,
de gente, de infinito o de flama.
 Códigos nacen en las manos de las cuales
perdido su dibujo palpan
el rostro, la espada, la pared y al Neuróbata asustadizo.
 Nuestra la puerta de la casa,
nuestra la memoria y las risas,
nuestra tu mirada que muere
como hojas de árboles
que tocan el suelo.
 El eco en la casa:
Desde esta mañana guardo silencio
para no perturbar la casa vacía,
me arrastro por sus venas,
voy por sus corredores estrechos.
 El humo cubre las galerías
con sus colores, con su olor.
 Tú, blanda memoria, estás sentada
en el suelo voluble, inexistente;
agitas tus brazos como espadas de guerra,
respiras aquel vapor violáceo,
floreante a aquel árbol genealógico asesinas.
Puedo sólo recordarte
que debe existir un camino.
Jorge Chipuli
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ahimuere · 9 years
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Sin Título
No es que sienta la presión aumentar, otal vez sí siento algo, pero no lo conozco, y al no conocerlo no lo percibo, como un cualquiera no entiende la técnica detrás de la esgrima, aquel baile armonioso y arrítmico, aquellas delgadas agujas que desacralizan la ceremonia de sus antecesores olvidándose de sorber la sangre del derrotado.
 No es que identifique aquel sentimiento como la presión aumentando, pero el dolor en mi oído se hace cada vez más agudo. No son los nervios: me niego a creerlo. Si admito que son los nervios desde tanto tiempo antes me imagino ya derrotado. Es de causa puramente física. Tiene que serlo.
 El símbolo de cinturones es una serpiente que amenaza sin colmillos, la promesa de una piedra visible y suave en medio de la tormenta, un punto conocido en el abismo, que siempre nos ve de vuelta si los vemos durante suficiente tiempo, un encendedor en medio del bosque, podría atraparte y ahogarte, o podría alejar los peligros y las vibraciones cacofónicas de las hojas y los pájaros vulgares que tanto abundan en el parque, y sin embargo yo no soy capaz de escucharlo. Me quedo a merced de los vientos y supuestamente de una cabina que no conozco y no puedo ver. En verdad yo vuelo sobre los techos de los pinos, y siento sus hojas rugosas, las manos de mis abuelos y los suyos. ¿A dónde vuelo? Los árboles son todos iguales.
 ¿Habrá alguien que realmente distinga cada kilómetro cuadrado de esta selva infinita? Tal vez merece que lo rotulen de nuevo HIC SVNT DRACONIS, tal vez habrá que explorarlo, explotarlo y convertirlo en ciudades, en granjas, y en parque temáticos, y sólo entonces se distinguirá la Calle 3 de la Calle 12. A través de la ventana, que está un poco sucia, veo las marcas de mis dedos, y detrás pienso en los viejos documentales de la BBC, que veía con mis abuelos en Londres. Curiosamente, aunque no recuerdo las partes referentes a bosques y selvas —mar y hielo más interesantes para mí— mientras  sobrevuelo una selva bastante oscura —al menos comparada con otros bosques, o selvas, ya no sé— no puedo evitar pensar en una manufacturera de sueños con hélices, que captura un HIC SVNT DRACONIS para todos, y sin poder identificar un claro del siguiente afirma que el calificativo ya no aplica. Reflectores, un cuarto rojo, murmullos. Creo ver un búho imitándonos en vuelo.
  Ya no oigo las turbinas.
Saúl Jobim
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ahimuere · 9 years
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70 sobre Muerte
Correrá la sangre por mis venas. Estaré encerrada en una caja de huesos, me estaré sofocando, estaré conectada a tubos azul y rojo. Todo me dolerá. Pensaré en desatarme pero me faltarán brazos para lograrlo; intentaré calmarme pero mi pulso será más alto y potente.
Mis Oídos escucharán latidos. Lo único que recordaré serán unas manos que me pondrán en un frasco y lo cerrarán.
Habré Muerto.
Por las manos que me habrán sacado escurrirá mi sangre y después de eso veré a mi dueño en una cama y escucharé a alguien decir:
Tiempo de muerte: 5:16 pm.
Regina Flores
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ahimuere · 9 years
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Morituri te salutamus
Otra vez tarde. Pero ni que fuera una novedad, piensa entre suspiros, siempre va tarde. Se acerca un R-203 tambaleándose de forma lastimera y no le queda de otra más que subir mientras se faja la camisa arrugada. No hubo tiempo para planchar ni para buscar el saco o los ensayos que había que entregar hoy; pero bueno, ¿qué es un día más de retraso? El bus está repleto. Suspira. El aire caliente de una mañana vigilada por el sol se mezcla con el aroma a sudor, jabón y perfume. Se peina con la mano en un intento de conservar su maltratada dignidad pero lo detiene un cuerpo sólido que impacta con su codo. La muchacha agredida da un pequeño brinco y él no puede evitar la disculpa que se le sale de entre los labios. Sus ojos
se quedan en la muchacha: joven, sin mucha gracia pero bonita; una enfermera, si el uniforme no es disfraz. Y qué buen cuerpo, piensa, nada como para llamar al cielo pero sin duda un espécimen ejemplar.
Suena la alarma de su reloj de muñeca, sentenciándolo a llegar tarde a la primer clase de nuevo. El tercer retraso de la semana, recuerda y se recrimina, a este paso van a terminar poniéndole falta y descontándole un porcentaje en la próxima quincena. Suspira. Se consuela observando el trasero de la pobre enfermera oscilar con el tope que se pasa de largo el autobús, y se permite una sonrisa cínica. Ésta no dura mucho: un mocoso se levanta y le ofrece su lugar a la mujer. Ah, los valores, se le va la vida tratando de meterlos en cabezas que hacen eco de tan vacías y sólo aparecen cuando no los necesita. Una sacudida le corta de tajo la línea de pensamiento envenenada, le dan ganas de gritar. ¿Qué hace el conductor? ¿Para en medio de la calle? Hay animales a los que se les debería de prohibir trabajar en los servicios públicos.
Muy a huevo le dieron un adelanto de un mes y tardaron años en dárselo. El aire frío de la madrugada quema sus pulmones y su garganta, reavivando el fuego en donde sólo quedaban cicatrices de gritos muertos. Sigue corriendo, no debe parar, la adrenalina le grita a su cerebro. El familiar camión rojo arranca y entonces las pantorrillas se le hacen piedra con el esfuerzo para alcanzarlo, hasta que se agarra de la puerta de atrás y ya tienen que dejarlo subir en la siguiente parada. Cuando sube se la raya al chofer que ni lo mira. El pesero está a punto de estallar, así que le brillan los ojos cuando encuentra un lugar que acaban de desocupar y cae, deshecho.
Todavía puede sentir el lado izquierdo de la cara hirviendo, trata de ignorarlo. Hoy cambia todo, piensa, hoy cayó la gota que derramó el vaso y ya no queda espacio para aguantar a nadie. Con manos sudadas, busca
en la bolsa los billetes arrugados que ha estado guardando para la huida. Fue difícil porque su padrastro, el cabrón, siempre le roba toda la jodida quincena que de por sí no es nada. Tuvo que hacer horas extra a costa de la escuela para ganarse su libertad. El camión se detiene junto a un anuncio de los nuevos candidatos a la presidencia. ¿Libertad? ¿Libertad de qué? ¿De pasar de una jaula a otra más grande? Se acuerda de aquella frase de ‘Papá Gobierno y Madre Patria’. ¿El Gobierno también se creía Dios y madreaba a la Patria como si fuera una perra? El asco se le mezcla en la boca con el dejo metálico de la sangre. Escupe por la ventana. Seguro le queda marca en la cara, no duele así sin dejar marca. Pero no importa, nunca más le pondrá un dedo encima, nunca más le robará lo que es suyo.
Una sacudida lo despierta. Había entrado una mujer de uniforme blanco mirando a todas partes con ojos
enormes, seguida de un hombre. Por un momento se traiciona y ve a otra mujer que también vestía de blanco y a quien había abandonado; la dejó a merced del hijo de puta que se creía dueño de ellos dos. Automáticamente le cede su lugar, ignorando las quejas de sus piernas ya bastante jodidas para ser tan temprano.
El motor ruge mientras la ciudad bosteza y abre los ojos sólo para darse cuenta de que los caminos
están ya infestados de animales oxidados, es un mar de metal que se mueve lentamente. Se terminaron sus dos días de luto y muy apenas le ofrecieron hoy las forzadas condolencias por haber pasado una experiencia desagradable. Una experiencia desagradable, piensa, no tiene idea el hijo de su chingada madre. Hace la parada y se sube un hombre que deja una mochila deportiva junto a la palanca de cambios.
Lo ve y con la mirada le pregunta si es o no es el contacto; cuando el hombre lo quema con esos ojos como
hierros al rojo vivo lo sabe: falta poco. Mira fijamente la mochila empolvada con el logotipo de algo que no
conoce. El hombre cruza el camión y sale por la puerta de atrás. Cinco paradas después de que el contacto se baje, eso dijeron, sólo cinco paradas y ya, no tiene que hacer nada más. Nada más. Después de todo, no era su culpa que su vida se hubiera ido a la chingada, no merecía este calvario. Y su niña, ¿ella qué culpa tenía?, su princesa, si apenas había aprendido las tablas... Regresa aquel vacío terrible que se expande como tumor de su estómago hasta sus pulmones. Pero ellos habían prometido vengarla. Vengarla, a cambio de un favor.
Cinco paradas… en la siguiente calle esperan un muchacho que le pide que se detenga y un hombre con
una niña en la mano, una niña que se aferra a su papá como si se le fuera el alma en eso. No, no puede, ella no… su princesa, su ángel, piensa, ella lo quería mucho, ¿verdad? También se agarraba así de su brazo. El olor a muerte se le escapa por la boca mientras los recuerdos lo hacen temblar. Cierra los ojos y pasa de largo la parada sin importarle las protestas del hombre con la niña y de otros tantos que iban a bajar. El muchacho corre y alcanza el camión. ¿Qué más da? No tienen idea de lo que es la vida, piensa, son como títeres del día que quieren bajar o subir antes de tiempo sin saber ni para donde van. Aquí, en
este lugar tan manchado de sangre que ya ni se ven los charcos que dejan los recién asesinados, ¿a quién
le va importar lo que le hicieron a su princesa? ¿A quién le va a importar si el chofer se salta una parada y
deja atrás a un hombre y a una niña? ¿A quién le va a importar si faltan dos cuadras para que el camión
estalle en medio de la avenida más transitada? El tiempo se lo tragan estas preguntas. Apenas se da
cuenta de que llega al lugar. Frena. Ya es tarde
Theresa Sophía Zuloaga Aldape
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ahimuere · 9 years
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Toda pesadilla de un chapín
–              Por favor, señor oficial, ya le he dicho que no. Le suplico que entienda.
–              Por favor ni madres, chapín jodido. Si no quieres quedar peor que como te dejó ese coyote hijuesupinchemare, más te vale empezar a escupir la sopa.
–              Pero, señor oficial…
–              ¡Ningún oficial! General Marcos para ti, chapín jodido.
–              Pero, señor oficial…
–              ¡Que ningún oficial ya te dije!
–              Perdón, señor General, señor… Pero, ya sabe usted por qué no le puedo decir dónde está el coyote. Si le digo, él se enterará y vendrá por mi y por mi hijo a matarnos.
–              Yo no sé nada, chapín. Yo solo se que estás jodido, pero que lo puedes estar más. Más te vale empezar a hablar o ningún doctor te atenderá esas heridas. Conmigo no se juega y espero que ya te hayas dado cuenta de eso.
–              Sí, General.
–              Así me gusta. Ahora bien, cuéntame todo lo que sepas sobre El Perro, el coyote ese.
 Era una noche del 15 de septiembre del 2014. Todo el país estaba de fiesta y habían cohetes y fuegos artificiales en los centros de todas las capitales de los estados del país. El Perro sabía que ese día todos los soldados mexicanos de la frontera de Chiapas con Guatemala agarraban la borrachera desde las seis de la tarde que se iba El Jefe y que no volvían a sus puestos sino hasta las cinco de la mañana del 16. Así era todos los años y El Perro aprovechaba para pasar gente en su troca a México de manera ilegal.
 La mayoría de los que contrataban los servicios de El Perro era gente que había buscado por la vía legal conseguir papeles para irse a vivir a México en busca de mejores oportunidades, pero no les habían otorgado dichos papeles dado que no tenían el “documento idóneo” que les pedían los funcionarios del Instituto Nacional de Migración. El famoso “documento idóneo” era un billete de mil pesos mexicanos. La mayoría de esa gente no tenía ni para comer ese día, mucho menos mil pesos para un soborno. El Perro les cobraba barato, dado que no le interesaba el dinero. A él le interesaba algo más.
 –              Ahora bien, cuéntame todo lo que sepas sobre El Perro, el coyote ese.
–              Bueno, oficial… Digo, General, no sé mucho de él ni de su familia. Solo se que tiene un contacto en la frontera de Guatemala con este estado, un soldado al que llaman El Manco, no porque no tenga una mano, sino porque siempre que ve migrantes como yo, les grita “chapines de mierda” mientras les corta las manos, antes de despacharlos pa’ Guatemala.
–              Ah, sí he oído de El Manco, es un sobrino del señor Dimena, el gobernador de aquí de Chiapas.
–              ¡¿Es hijo del gobernador?! Con razón nunca lo han atrapado.
–              Basta de lloriqueos. Eso a ti no te incumbe. Sigue hablándome de El Perro.
–              Bueno, a El Perro yo lo conocí de niño en un orfanato en Coatepeque, allá en mi tierra, cuando nuestras madres murieron. Éramos buenos amigos de chiquillos, pero a los doce años él comenzó a hacerse muy violento y golpeaba a todos los niños del orfanato. A los quince años nos echaron fuera y cada quién se fue por su lado y no lo volví a ver hasta ayer que le pagué doscientos pesos para que nos pasara a mi y a mi hijo en su troca pa’ acá, pa’ México.
–              ¡Vamos! Tienes qué saber algo más de él. Si no supieras algo importante no te habría golpeado y tirado en medio del camino antes de llegar a Tapachula. A mi no me engañas, chapín jodido. A quien debes tenerle miedo es a mi, así que sigue escupiendo.
–              Bueno, hay una cosa más que se. Pero ahora sí le juro y le perjuro que es lo último que se de El Perro. Mientras íbamos en la troca dos mujeres, tres hombres, mijo y yo, escuchamos a El Perro, que iba en el asiento del copiloto, hablando con el conductor, El Macho. El Macho le decía a El Perro algo sobre la esposa del señor Dimena.
–              ¡¿Qué mierdas estás diciendo, chapín jodido hijuetumare?! ¡Tú no sabías quién era el señor Dimena hasta que te lo mencioné hace unos minutos! Más te vale que no estés hablando cagada para hacerme una jugarreta que yo no estoy para…
–              ¡Se lo juro, mi General! ¿Yo qué gano con mentirle? En efecto, no sabía quién era el señor Dimena, solo había escuchado su nombre… cuando El Macho afirmó que se revolcaba con la señora Dimena.
–              ¡En la reverenda madre! Habla con voz más baja y sigue. Nadie puede enterarse de esto. Sigue, chapín jodido, ¡habla!
 El General Marcos volteó ligeramente la cabeza para observar por la ventana y vio que sus soldados lo estaban esperando afuera mientras impedían que la prensa entrara. La prensa se enteró rápido de que el Ejército Mexicano al fin tenía una pista para capturar a El Perro, quien era prófugo de la justicia del Estado de Chiapas desde que el Gobernador Carlos Dimena tomó protesta, pues había intentado asesinarlo junto con un cómplice no identificado.
 –              Bueno, mi General. Escuché que El Macho le contaba de la revolcada que se dio con la señora Dimena a El Perro y los dos bromeaban al respecto. El Perro le mentaba madres al señor Dimena que porque lo había traicionado en unos negocios y El Macho se burlaba de que le había bajado a la vieja. El Macho y El Perro son conocidos allá en mi tierra en Coatepeque por ser muy buenos amigos, porque cuando el orfanato echó a El Perro, El Macho lo acogió y le dio trabajo y comida y lo llevó a vivir con él. El Macho se portó como un padre con El Perro y ahora son camaradas del alma. El pedo fue que El Perro se dio cuenta de que yo estaba escuchando todo.
–              Entiendo, entiendo. A ver, chapín, entonces El Perro los trajo a ustedes y a más migrantes a México junto con El Macho, pero cuando se dieron cuenta de que los escuchaste, ¿te golpearon y te echaron pa’l camino a que te pudrieras y te aventaron a tu hijo así nomás?
–              Sí, mi General, así nomás. El Perro es muy cruel, no le importan ni siquiera los chamacos. Solo le importa el poder. Y tiene aliados como El Macho, El Manco y alguien en el gobierno que lo mantiene contento. Pasar migrantes como nosotros pa’cá, pa’ México, es solo una excusa pa’ venir con El Macho a ver a sus socios y hacer desmadre. Lo peor de todo es que cuando los de la migra nos encontraron, en lugar de traernos aquí al hospital, nos quitaron el resto de nuestro dinero y nos dejaron ahí aventados.
–              A la madre, chapín. Qué barbaridades estás diciendo, no mames.
–              Se lo juro, mi General. Si investiga lo puede comprobar. Yo llegué aquí solo con mijo, así como me ve de jodido, y les pedí a los doctores que hablaran al Ejército porque tenía información importante. Yo quería denunciar a los de la migra, no a El Perro. Me voy enterando de que es de los más buscados aquí hasta que usted me lo dijo.
–              Te creo, chapín, te creo.
 El General Marcos entendió todo lo que estaba pasando. El Macho era el amante de la señora Dimena y cuando se enteró de que era la esposa del gobernador electo intentó matarlo cuando tomó protesta con la ayuda de su compadre, El Perro, que le debía muchas después de todo lo que hizo por él. Además, intentar matar al gobernador le ganó muchos amigos a El Perro, como El Manco y otros soldados en la frontera y mucha gente en el gobierno que no apoyaban la administración de Dimena. El Perro, más que un coyote, era un manipulador del poder y junto con El Macho se volvían casi invencibles, dados todos los aliados que tenían. Por eso habían aventado a este pobre chapín y a su hijo de dos años en medio de la nada para que se murieran: si ellos llegaban a Tapachula, donde se iban a bajar los demás migrantes, era posible que el chapín y su hijo se fueran por su lado a un lugar donde ya no los podrían encontrar. Si esto pasaba, corrían el riesgo de que el chapín contara algo de lo que escuchó en la troca y podía delatar a los aliados de El Perro y revelar el amorío de El Macho con la señora Dimena, quien le conseguía uno que otro favorcillo por ahí si necesitaba algo del gobierno.
 –              Dime a qué hora se supone que llegan El Macho y El Perro a Tapachula en la troca con los otros migrantes. Podemos interceptarlos y arrestarlos, pero eso sí, mi chapín, los migrantes se regresan pa’ su casa. No hay de otra, son ilegales.
–              Por favor, mi general, ¿si le digo la hora me promete conseguirme papeles para poder quedarme en México legalmente con mijo? Se lo ruego. No tengo dinero, no tengo trabajo, no tengo casa, ni tengo familia. Incluso mi mujer me dejó cuando nació mijo. Por favor, a usted no le cuesta nada y para mi es arreglarme toda la vida.
–              ‘Ta güeno, mi chapín. Ya quedó. Tú a partir de mañana a las doce del día considérate residente legal en México junto con tu hijo, yo te hago llegar los papeles con tu enfermera. Pero si resulta que no es verdad la hora que me diste y no atrapamos a El Perro y a su aliado ese hijuesupinchemare El Macho, yo mismo me encargo de que te quedes sin manos sin ayuda de El Manco y que a tu hijo se lo lleve la jodida, chapín. ¿Estamos?
–              Sí, mi General, yo le juro que El Perro nos dijo a todos que para las tres de la mañana ya estábamos en Tapachula.
–              ¡Pero si son las dos! Tenemos una hora para atraparlo. Ya no tengo tiempo, chapín. Me largo a atrapar a esos cabrones.
–              Pero mi General, recuerde su promesa.
 Y el General se fue con sus soldados directo a Tapachula.
 Cuando se fueron todos los soldados, entraron los doctores y las enfermeras y les dieron atención médica a él y a su hijo. Al lado del migrante, le colocaron una cama más pequeña a su hijo pequeño, para que pudieran dormir juntos. Además, les dieron medicinas para que pudieran conciliar el sueño.
 Se despertó el migrante a las diez de la mañana del día siguiente, justo cuando entraba la enfermera a cambiarle el suero intravenoso y a traerle el desayuno a su hijo.
–              ¿Algo más que se le ofrezca, señor? ¿El control de la televisión, una revista?
–              El periódico de hoy, por favor mija. Gracias.
 La enfermera le entregó el periódico y se retiró. El señor le pidió tantito jugo de naranja a su hijo. Le estaba dando tragos lentos al jugo cuando, al leer el título de la nota principal del periódico, derramó todo sobre la cama y cayó el vaso al piso, ocasionando un ruido muy fuerte al romperse el vidrio en pedazos.
 MATAN A “EL PERRO”
A las tres y media de la madrugada de hoy dieciséis de septiembre, el General Probst y su tropa emboscaron a El Perro y hubo un tiroteo. Murieron cinco migrantes no identificados, dos soldados y El Perro.
 El señor no lo podía creer. Pensó que los soldados iban a aprehenderlos, no a matarlos. Hasta se preocupó por el General Marcos. Casi vomita por el impacto que le causó la noticia.
–              ¿Qué tienes ‘apá? ¿Te sientes bien?
–              Sí, mijo, no te apures. Me acabo de enterar que mataron a tu tío.
–              ¿Qué tío?
–              Mi único hermano, el que no veía desde que murió tu abuela hasta ayer que nos trajo pa’ acá. Nunca te platiqué de él porque nos distanciamos desde que estábamos en el orfanato.
–              Ah, ¿él era mi tío? Era un señor muy malo. ¡Nos aventó a la calle así nomás!
–              Sí, mijo, así es. Sí era muy malo. Por eso nunca lo consideré mi hermano.
 En eso, entra un funcionario del Instituto Nacional de Migración sin hacer caso a la enfermera que les decía que no podían pasar.
–              ¿Qué está pasando?
–              Venimos por ti, chapín jodido de mierda y por tu chamaco mugroso.
–              ¡¿Qué?! ¿De qué hablan? Yo hice un trato con el General Marcos. No tiene nada qué hacer la migra aquí. Yo le di información sobre El Perro para que lo atraparan a cambio de papeles para vivir aquí legalmente con mijo, en dos horas me llegan los papeles. ¡Eso me dijo el General Marcos!
–              No me vengas con pendejadas, chapín de mierda. No existe ningún General Marcos en el Ejército, ni en la policía de migración. No andes inventando cosas. ‘Tas más jodido que la chingada. No sabes cómo te va a ir por intentar vernos la cara de pendejos. No te la vas a acabar.
–              Háblenle al INM, díganles que ya tengo el documento idóneo, por favor, ¡no se lleven a mijo!
–              Ay, chapín, no sabes lo mal que estás, ¿verdad? Jajaja. Yo soy del Instituto y vengo con toda la policía para ponerte una buena tunda y regresarte a tu Guatemala de mierda. Vas a ser un buen ejemplo para que dejen de venir más chapines zarrapastrosos como tú a infectar nuestro país.
María Santos Villarreal
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ahimuere · 9 years
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¡Ahímuertistas, ya está abierta la convocatoria para nuestra 2ª Edición! ¡Mándenos todo su cotorreo y pasen la voz!
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