Tumgik
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DISPAROS EN EL ÚLTIMO PISO
     Ese día Elías se encontraba aburrido, sumido en el aburrimiento y la tristeza del final de ciclo, había sido su ultimo día en la preparatoria y no tuvo otra opción más que doblar a la mitad el certificado expirado por la institución y meterlo en un arrugado folder, después de eso, camino entre el tumulto de sus compañeros que se abrazaban y se hacían fotos con sus padres y el se escabulló dejando de lado todo y corrió hacía el estacionamiento y pasó diez minutos en el tráfico de periférico. Era un día bien nublado, de esos donde no se tiene la certeza de saber cuándo es demasiado tarde, pues a cada hora todo luce como a las seis de la tarde.
      Al llegar a casa, abrió la ventana de su habitación para dejar entrar el aire y puso un disco de música ambiental mientras que de un chispazo encendió un incienso de coco. Elías había olvidado ese ritual, no lo hacía desde hace mucho tiempo, al volverlo a hacer le reverberaba una nostalgia inmensa y se  sentía un poco extraño, así que tuvo que salir a mirar la calle detrás de la ventana opaca de su cuarto para distraerse de los recuerdos de su preparatoria. Poco a poco Elías dibujo en la imaginación todas aquellas cosas que no hizo o que simplemente dejo de hacer, recordó a todas las personas que decidió frecuentar u otras que simplemente desaparecieron sin dejar un número telefónico o una disímbola dirección, su cabeza era humo y marañas de palabras, enredos de recuerdos de calles y rutinas que no volverían mas, piernas de mujeres y pasillos, pasillos eternos por los que transitaba diariamente para no llegar tarde a sus clases, caminatas con sus amigos hacia un bar o los efectos de drogas baratas en los baños de los antros del sur de la ciudad. Recordó sus buenas y malas notas, las voces de sus profesores y todos los cigarrillos que fumo entre clase y clase, aunque el no quisiera algo había terminado, ahora sólo quedaba el optimismo de poder ingresar a la universidad y ya terminada poder recibir cantidades colosales de dinero. Al menos así se visualizaba él, pese a todas sus limitantes Elías es una persona optimista, sólo que lo encubre pues cuando la gente entra en cuenta de eso se vuelven como sanguijuelas trepando a una balsa de madera para hundirla.
     Así pasó un largo momento recordando las cosas que vivió en la preparatoria, luego una ambulancia paso de cerca por la ventana y tuvo que cerrarla para que no se metiera el ruido, un pájaro se paro en el barandal y por unos segundos se miraron hasta que el pájaro voló hacía otra ventana.
      Algo sediento, Elías se llevaba a la nariz un papel arrugado, era la muestra de un perfume que le dieron en camino a casa. El disco termino y lo removió de la grabadora, después encendió otro incienso y se aburrió como a la tercera canción y corrió al cuarto de su padre a mirar en la repisa de discos cual podía tomar. Se encontró con lo mismo, Elías ya había oído de todo, desde samba hasta conciertos en piano de Papo Luca, sones y una compilación de canciones de Julio Jaramillo. Decepcionado volvió a su recamara, aprovecho que la casa se encontraba sola y se masturbo hasta quedarse dormido. Elías vivía sólo con su padre, toda la vida recuerda estar así, tardes enormes a las que iba a la comida corrida  y después subía al departamento a escuchar discos y oler incienso, a veces fumaba pero desde hace pocos meses ha dejado de agradarle eso.
    Al despertar decidió pasarse a la sala y poner la televisión, una serie norteamericana retransmitía los mismos episodios hasta dos veces por semana pero de todas formas a Elías le entretenía y le divertía mucho mirar esa serie aunque supiera lo que iba a pasar a cada instante, recalentó un poco de pizza de la noche anterior y miró la televisión hasta que obscureció. Al terminar la serie comenzaba un programa que hacían en vivo a las cuatro de la tarde pero que retransmitían en la noche. Era ese clásico programa de cita a ciegas pero adaptado a la mexicana. Era muy sencillo participar ahí sólo bastaba acudir a la televisora y hacer una larga fila, si pasabas el casting podías participar en el programa pero desde luego no te pagaban, sólo obtenías la satisfacción de salir en televisión y probablemente tener sexo con alguna invitada que también había hecho fila simplemente para ridiculizarse por un poco de fama. Elías era consciente de la farsa del programa, el presentador era un hombre bronceado y musculoso acompañado siempre de edecanes bonitas y voluptuosas, eso hacía que Elías no cambiara de canal, le gustaba mirar a las chicas en vestido y ver como competían unas con otras. La dinámica era que el presentador hacía preguntas a ambos participantes, los separaba un telón rojo en forma de corazón, si alguno de los dos accedía a levantarlo tenían derecho una cita pero si la impresión de alguno de los dos era negativa simplemente se lo decían y salían del show.
    La lógica era estúpida pero el tiempo pasaba volando mientras Elías miraba el programa, en los comerciales se levanto a calentarse otra pizza, como vivía en el último piso tenía la mejor vista a los atardeceres pero ese día fue la excepción, era un día tan nublado que apenas una franja violeta se posaba allá por San Ángel, no había atardecer que fotografiar, Sonó el último bip bip bip del microondas y Elías sacó la pizza quemándose los dedos.
     Volvió al sillón y la voz chillona de los presentadores anunciaron a una posible pareja, primero presentaron a la mujer “¡Ella es Ximena Loperena que nos visita desde Coyoacan y el es Aldo Reyes que nos visita desde San Jerónimo, un aplauso por favor”, desde luego el publico dentro del foro aplaudía porque se lo ordenaba el animador, el publico de allí estaba conformado generalmente por toda la gente que no había pasado el casting para entrar al programa, esto era porque no tenían “buena presentación”, dichos prospectos no tenían lugar en el programa por su tono de piel.  Esa era la realidad. Cuando Elías escucho el nombre de Aldo Reyes se quedó frío, no pudo pasar el bocado de pizza hacia su garganta, el hambre se le fue y sus manos comenzaron a sudar. “Antes de empezar, ¿les gustaría enviar algún saludo a alguien, a sus mamás, abuelitas, amigos? Ximena le mando saludo a sus tres hermanos que nunca se perdían el show, cuando llego el turno de Aldo el dijo “Le mando un saludo a Elías, un viejo amigo a quien visitare por la tarde, espero no se haya olvidado de mi, Elías si estás viendo esto quiero que sepas que tenemos algo pendiente y que al rato lo arreglaremos cabrón” una de las presentadoras soltó un grito agudo y dijo “Niño no puedes decir esas cosas , ¡es horario familiar!, Aldo se disculpo y se sentó de nuevo en la silla. El telón bajo y Elías inmediatamente apago la televisión y corrió a cerrar la puerta, las ventanas, todo, llamó por el interfono al portero y le pidió no dejar pasar a nadie y que si preguntaban por el dijera que no había nadie en casa, el portero río burlón y le contestó “Ay chamaco, mejor dile a tu papá que no se atrase otra vez con el pago de servicio” y colgó abruptamente la llamada. “Hijo de la chingada” musito Elías, ¿Qué tramaba Aldo?, pensaba “Puta madre, volvió, nunca dejara de hacerme mierda la vida
   Estuvo caminando de la cocina a su cuarto toda la noche como un león enjaulado, tampoco había rastros de su padre, eran ya las doce de la noche y su padre no contestaba las llamadas, llamó a su oficina como a las diez de la noche y la secretaria le dijo a Elías que su padre había salido como a a las ocho de la noche, esto lo preocupo más y tuvo que bajar del edificio a mirar por las calles si algo andaba mal, nunca antes Elías había deseado tanto estar armado, sus deseos de matar lo llevaron a subirse al auto y mirar por todas las calles aledañas a su casa para descartar cualquier actitud rara pero sólo miro un montón de calles vacías y se desespero mucho más, al meter el auto de nuevo en el estacionamiento el portero le dijo:
      ––Vino a buscarte una persona y no lo dejé pasar como me dijiste
    –– ¿Cómo era?
    ––Pues flaco, un poquito más alto que tu
    ––¿Y luego?
    ––Pues se fue, pero bien raro
    ––¿Qué cosa?
    ––Me dijo que te dejará esto, al hombre le temblaban sus huesudas manos y trémulamente colocó una bala en la mesa de metal de la recepción
     ––Esos pinches jueguitos aquí no Elías, dijo el portero ofuscado
Elías tomó la bala y lentamente ascendió por las escaleras.
     ––¿Si regresa qué le digo?
     ––Dile que chingue a su madre, don Julio y usted también
     Elías abrió la puerta del departamento. Una por uno las cuatro cerraduras fueron cediendo, pacientemente el sudor se secaba por su espalda, por todo su cuerpo, la respiración volvía a su curso normal y esto era porque Aldo jamás se olvidaría de lo que Elías le hizo el verano pasado, la venganza estaba tras la puerta, a minutos de él, con las luces apagadas se metió a su cuarto y miro por la ventana, Aldo bajaba de una camioneta con cinco hombres, a lo lejos Elías distinguió a su padre amarrado y con cinta en la boca en el asiento de atrás. Sintió nauseas y quiso llorar, al mismo tiempo. Se incorporo y se quedo a oscuras detrás de la puerta y seguido a eso sonó el teléfono, lo dejó timbrar, hasta que lo descolgó y ambos se miraron por la ventana. Las ambulancias y la policía tardan en llegar, pero lo vibrante de la ira y la sangre nunca llega tarde, ¿Marcar el 911 arreglaría las cosas?, con una seña Elías le indico a Aldo que subiera, cruzó la calle para entrar al edificio junto con cinco personas, subían las escaleras y sus pasos hacían hueco en el fondo del espiral, colgó el teléfono y cuando estaban frente al apartamento y tocaron la puerta él pensó en las chicas que  se entregan a alguien en una cita a ciegas, se toco la ovilla del cinturón y también pensó en sus años de preparatoria, pensó en el dolor de su padre que adolecía allá abajo en la acera, pensó en muchas cosas y después abrió la puerta.
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