Text
Para ser capaces de encontrar a la persona adecuada en el futuro debemos aprender a nuestros errores en las relaciones anteriores. Estemos con la persona adecuada o no, somos responsables de nuestros problemas. Para asegurarnos de que no repetiremos los errores, cuando acabamos una relación debemos concientizarnos de cómo hemos contribuido a los problemas. Cuando aprendemos de nuestro pasado, somos capaces de crear lo que queremos en el futuro. Acusar de todos los problemas a nuestra ex pareja significa perder una importante oportunidad para aprender y crecer. No sólo continuaremos cometiendo los mismos errores, sino que automáticamente nos sentiremos atraídos por el mismo tipo de pareja.
— John Gray
2K notes
·
View notes
Text
Siento que no pertenezco a ningún lugar y vivo con la extraña sensación de querer irme siempre.
0 notes
Text
Y ahí estábamos de nuevo, en su casa y empezamos con los abrazos, con las caricias, con los besos. Muy de pronto compartíamos más que solo conversaciones, compartíamos escritos, compartíamos experiencias, compartíamos música, compartíamos el alma. Todas esas madrugadas juntos, esos gemidos en la oscuridad, esos besos con sabor a "te quiero", esos susurros entre sábanas... lo siento, pero él no me lo dijo directamente, lo pude entender, no te enamores de él.
0 notes
Text
Un día cualquiera, como si hubiese sido un domingo de esos en que las personas usualmente lo utilizan para estar en la calidez de su hogar, vestidos cómodamente para ver una película o serie el resto del día sin tener que preocuparse por alguna cuestión que no deban resolver ese día. No me sentía lo suficientemente bien como para estar encerrada en esas condiciones en mi casa, así que fui a mi dormitorio que en lo que a mí parece es algo básico. Un dormitorio pequeño, pintado de blanco, con mi cama y dos mesitas de noche a los costados, un ropero alto y grande, de madera de cedro con dos espejos en sus puertas, de esos que son bonitos y elegantes en su exterior pero al abrirlo estaba mi ropa en desorden, arrugada, como quien sólo la saca de la secadora la hace un nudo y la acomode adentro a modo que no se caiga. Pues así, como este ropero, soy yo.
Mi nombre es Amy Elizabeth, una chica de 20 años, de estatura promedio, teniendo en cuenta que de mi cintura a pies son un metro. Sí, piernas largas. Cabello castaño, ojos achinados y piel blanca. A lo largo de mis veinte años, como cualquier otra persona común me han pasado situaciones en la vida donde he reído, llorado, enojado y todas las demás emociones que alguien pudiera sentir. Pues, este día fue diferente, entré a mi dormitorio a buscar algo cómodo para salir a caminar un poco por la tarde y así despejar un poco mis pensamientos y buscar un poco de tranquilidad. Un par de tenis, una playera y unos shorts se estaban convirtiendo en mis mejores aliados. Salí de mi casa diciéndole a mi madre que volvería pronto, que iba a salir a caminar, ella estaba en el sillón viendo una película, con una taza de café en su mano, me vió y asintió con la cabeza.
Salí de casa y empecé a sentir el viento, ver y escuchar como las hojas de los árboles chocaban entre ellas a la vez que algunos pájaros susurraban su canto entre sus ramas. Me gusta imaginar que cuando siento el viento en mi cuerpo y enreda mi cabello, se lleva unas pequeñas partículas de mí y que en algún lugar se van a encontrar con alguien que voy a conocer en algún momento de mi vida. Seguí caminando por toda la calle, con esos pensamientos vagos, pues soy de las que no suele hablar con nadie de mis sentimientos, no tengo ninguna relación sentimental desde hace mucho, mi círculo de amigos es pequeño y trato de pasar desapercibida de la gente pero en busca de que alguien llegue y me encuentre.
Caminando por la acera de la calle, con mis audífonos puestos escuchando Heroes de David Bowie, me sentía como si sólo ese momento importaba, todo a mi alrededor parecía ir lento mientras yo caminaba hacia mi lugar perdido. Era una pequeña banca de color blanco escondida entre los árboles del parque, donde podía observar a las personas pero era difícil que me pudieran ver a mí. Es interesante como las personas se comportan dependiendo la compañía que tengan, ya sea con sus perros, sus hijos, sus parejas; es un comportamiento de felicidad y alegría manifestado de diferentes maneras. Las personas que se divertían con los perros parecía no importarles lo que ocurriera alrededor, hacían resaltar a su niño interior jugando con pelotas o a jalar la cuerda con su mascota, parecían ser más libres. Las personas que pasaban tiempo con sus hijos, jugaban con ellos pero estaban todo el tiempo pendientes de cualquier situación de peligro que se pudiera presentar, sin embargo, sonreían al ver a sus hijos jugando en un lugar seguro para ellos. Y por último, los románticos enamorados, esos que tienen un brillo diferente en sus ojos al estar con esa persona que aman, tampoco les importa que sucede alrededor porque se sienten seguros al estar con esa persona, es su lugar seguro, su paz y tranquilidad.
Mientras seguía observando esas escenas desde mi perspectiva, vi a alguien de espaldas, recostado en el tronco de un árbol, parecía estar escuchando música. Era de espalda ancha, estatura promedio, tez moreno claro, cabello negro y algo rizado, su cuerpo tonificado, se le notaba que hacía ejercicio o practicaba algún deporte. Me pareció interesante verlo ahí solo, observando y perdido en sus pensamientos. Al cabo de un rato se levanta y empieza a caminar mientras gira la cabeza hacia la dirección donde yo me encontraba y por un instante nuestros ojos se encontraron, fue extraño sentir esa mirada, al vernos fijamente todo a mi alrededor se puso borroso y solo miraba a lo lejos el brillo en sus ojos. Un par de ojos café oscuro viéndome, bastó para que se quedara penetrada en mi alma.
Nunca había sentido una mirada tan intensa y penetrante como la de él, siguió su camino, mientras yo miraba como se perdía de mi vista entre los árboles. Fueron esos ojos intensos los que me hicieron pensar si realmente así es como se pudiera describir el amor a primera vista.
De camino a casa, iba pensando en que si el destino me volvería a dar ese placer de volver a encontrarme con esa mirada que se llevó una parte de mí. Durante todo el camino de regreso a casa en mi loca idea de que quizá él también pensaría lo mismo al verme, llegué a casa. Mi madre ya no estaba en el mismo lugar así que supuse que ya se había ido a su dormitorio, así que me dirigí al mío. Llegué a mi dormitorio a ponerme ropa cómoda, para ya ver un rato las redes sociales antes de dormir, ya se habían llegado las siete y media de la noche y al día siguiente tenía que ir a trabajar en el turno de apertura en una cafetería.
Mis mañanas han llegado a ser tan monótonas. Me despierta la canción horrible del despertador de mi teléfono marcando las 5:30 pero como soy de las que me cuesta levantarme entonces pospongo la alarma para 15 minutos más de sueño. Suena a los 15 minutos y ya despierto, me siento a la orilla de la cama divagando un poco viendo hacia mis sandalias esperando el momento de despertar bien e ir a la ducha. Salgo de mi casa en mi motocicleta lo más rápido que puedo pero sin exponerme tanto, repitiéndome a mí misma que no debí haber pospuesto la alarma para llegar a buena hora a mi trabajo.
La rutina de las cafeterías normalmente es llegar y encender las máquinas de café, preparar los utensilios, poner a precalentar el horno, abastecer productos que se van a utilizar durante el día. En todo ese proceso ya se siente un olor a café recién molido en toda la tienda, antes de abrir a los clientes suelo tomarme un shot de espresso para tener esa energía de empezar el turno. Con los demás compañeros nos reunimos y el encargado asigna los roles que va a llevar cada quien.
Hoy me tocó en el área del autoservicio como cobradora, la verdad es un área donde se puede interactuar con las personas mientras esperan que se les entreguen las bebidas. Realmente no me gusta hacerlo, ya que no me gusta abrirme hacia otras personas, me cuesta iniciar una conversación pero sin embargo, lo hago porque es mi trabajo, y lo más común que he utilizado para romper el hielo es preguntar por el clima o por el trabajo. Algunas personas cuando pasan por esas áreas son amables con los baristas y saben que ese es el trabajo y tratan de seguir la conversación, pero hay otros que solo llegan, pagan y suben el vidrio del carro para evitar cualquier conversación, estos últimos son los que más disfruto atender.
Y así se va todo el turno, hasta que llega la hora de salida.
1 note
·
View note
Text
Después de tanto tiempo nos volvimos a encontrar. Me duele saber que parte de mis recuerdos contigo cuando te conocí se desvanecieron en el tiempo. Pero quizá fue el destino que volvimos a coincidir y esta vez para estar más cerca uno del otro. Es que hay almas que conectan tanto que es díficil poder desprenderse de ellas, vienen a alterar tus emociones y a darte otra perspectiva de la vida o una lección más.
0 notes
Text
Descubrí que el amor por sí solo no es suficiente. Y por eso al entendedor pocas palabras dicen por ahí. Me duele saber que una vez más, estar con la persona equivocada y haber sentido que era alguien diferente; viene resultando como otra decepción más. Creí que serías diferente, y me equivoqué.
0 notes
Text
¿Por qué pensaste eso? Acaso sería porque yo te amaba tanto que tenías garantizado que me tendrías a pesar de todo. Pero me estabas perdiendo. Con cada error que cometiste, me perdiste. Con cada ausencia tuya me perdiste. Cada vez que dijiste que ibas a cambiar y no lo hiciste, me estabas perdiendo. Cada día me perdiste un poco. Y lo peor es que ni siquiera te diste cuenta. Y si quieres saberlo, con nuestra historia descubrí que quien ama también se va. Descubrí que quien ama también se rinde y se cansa.
0 notes
Text
Por más fuerte y duro que parezca la situación, haz de tu dolor una bella escultura.
0 notes
Text
Me gusta la gente profunda, que habla con la emoción de una mente retorcida e inquieta.
0 notes