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Nivel de predictibilidad: Newton
Cada vez que tengo una cita desastrosa, cada vez que un hombre no vuelve a llamarme después de pasar la madrugada en mi casa, cada vez que un cobarde huye despavorido cuando le digo lo mucho que me gusta, hay en realidad una parte de mí que se regodea de satisfacción: la científica, que encuentra una nueva prueba empírica en su infinito trabajo de campo elaborando las leyes universales del comportamiento del incapacitado emocional contemporáneo. Desde el Guitarrista hasta el Informático, pasando por el Latin Lover y el mismísimo Demonio: todos ellos, en su fascinante unicidad, son casos que sustentan las Teorías Antinovias del Chafismo Universal. Gracias por su inmenso aporte al conocimiento de nuestra comunidad.

Posando con orgullo a nuestro objeto de estudio (ahora entiende por qué tantos sujetos parecen no tener cerebro: está en el Laboratorio)
Una Noche en el Laboratorio Antinovia
Tómense dos ejemplares de chafi en interacción con Antinovia: Chafi A y Chafi B, ambos con idénticas características. La única distinción: el Chafi A no ha dormido en casa de la susodicha tras su primera salida en común, y el Chafi B sí.
Dos días después de la citada salida, tenemos este resultado expresado en sendos mensajes:
Chafi A: “Hola, linda, ¿qué se hace hoy de noche?”
Chafi B: “Hoy no puedo, será la próxima”.
Llevemos la variable “tiempo” a una semana después de la mencionada salida. Chafi A finalmente ha dormido en casa de Antinovia, Chafi B la vio de lejos en algún bar pero nunca se acercó a saludar. Comportamiento textual:
Chafi A: “Hoy no puedo, será la próxima”.
Chafi B: Visto a las 22:34
Resultado final de las investigaciones chafísticas durante los últimos tres años
Podríamos trazar una gráfica exacta con el nivel de interacción del chafi antes de tener sexo con tu persona, y su nivel de silencio sepulcral después cruzar el umbral de tu puerta un sábado al mediodía. Cuando ya han logrado su objetivo único y primordial para con tu ser que es encamarse (bueno, puede ser en una cama o en cualquier lado), esa ametralladora de mensajes e invitaciones e insistencias que eran antes de que dejaras de ser virgen para ellos se vuelve un desinterés infernal, un eterno e inasible puntito verde al chat cargado de desprecios e interrogantes, una serie de respuestas correctas y mecánicas a tus saludos donde el Cortázar que alguna vez pareció invadir su teclado deja lugar a un frío contestador de Antel.
Son TAN predecibles
La comunidad Antinovia sabe que hay muchas cosas que me gustan de los chafis (y por eso vivo abriéndoles mis brazos y piernas), pero hay algo que en especial me encanta y es su elevadísimo nivel de PREDICTIBILIDAD. Cuando el otrora “Hola, preciosa” se convierte en un “que haces, che” (así, sin ni un tilde, como muestra de su profunda desidia) no puedo sino esbozar una sonrisa en los labios al mejor estilo Angelina Jolie haciendo de Maléfica. “Sos tan predecible que si jugara pencas con tus actitudes en la cancha, ganaría siempre pero no me llenaría de plata nunca porque pagarías 1,20”, me gustaría contestarles en vez del cortés “todo bien, ¿y vos?”. La manzana que le cayó a Newton en la cabeza, un poroto
Lo bueno de ser cientistas del universo chafi es que nada nos sorprende
Aunque las predicciones científicas del Laboratorio Antinovia serían más galileanas que newtonianas: como Galileo, estamos condenadas al cianuro de la herejía por advertir los males del dogma chafístico, por no ser mujeres castas e inalcanzables, por no aceptar esa visión de su mundo como platos donde solo ellos son el centro de gravitación. Y como la mitológica Casandra (amo ser pagana), tenemos el don de la profecía pero la maldición de que no nos escuchamos ni nosotras mismas. “Vos ya sabías que iba a ser así, él ya te había dado sus señales”, me dice mi amiga Cécile cada vez que le relato un nuevo desencanto. Sí, ya lo sabíamos, pero no podemos hacer nada por evitar que nos embauquen y nos ilusionen porque no solo somos profetas y científicas, también somos románticas incontrolables que preferimos lanzarnos a los trenes cual Anna Karenina antes que someternos a la vida segura pero gris que nos podría ofrecer un Karenin cualquiera.
Antinovia arrastrada por el Chafi aunque su voluntad racional así no lo quiera
Teorías interpretativas
Claro que después de las arduas noches en el Laboratorio Antinovia, tras haber recolectado un inmenso número de casos empíricos, hay que pasar al escritorio a aventurar las teorías explicativas: ¿cuál es la fuerza de gravedad que impulsa al chafi a comportarse de esa manera? Así es que tantas noches la Hermandad Antinovia se reúne cual Círculo de Viena a construir copa a copa los modelos hipotéticos que den coherencia a una de las incoherencias más grandes a las que nos afrontamos: que mujeres bellas, divertidas e inteligentes como nosotras tengamos que sentirnos como envases descartables luego de una noche de apasionamiento digna de una novela de Corín Tellado. Y es que una esperaría que después de la almohada compartida los sujetos se coparan más, se entusiasmaran, siguieran animándose a hacer el viaje de conocerte. Pero no. A toda noche de bomba le sigue otra bomba... de humo.
Teoría 1: No les gustamos
Si me basara en mi mero laboratorio personal, podría teorizar: “OK, no le gusté, no estoy dentro de los estándares de belleza de Tinelli o Nuvó, hablé demasiado, bebí más cerveza que él, no soy tan hermosa como su ex novia a la que no puede olvidar, listo, supéralo, no tienes por qué gustarle a todo el mundo, del mismo modo que a ti no te gusta todo el mundo”. Pero he escuchado muchas más veces excusas del estilo “es que no quiero estar con nadie”, “sos una mina que tendría en mi barra de amigos”, “es que vos buscás un amor” antes que un “no me gustó estar con vos”. Entonces, o son mentirosos o son unos miedosos; ninguna de las dos categorías me interesa para seguir compartiendo noches.
Además, el Laboratorio Antinovia no solo recopila casos personales: tengo hermanas hermosísimas, a las que el mismísimo Príncipe William pediría en casamiento –y al que obviamente rechazarían-, de esas que uno las mira y no puede comprender tanta belleza etérea, a quienes LES HA PASADO MIL VECES LO MISMO QUE A MÍ. Por lo tanto, me atrevo a concluir que no es un problema de nuestra capacidad de gustar: es un problema comportamental que les lleva a pasar de ser Becquer a ser la nada misma en el tiempo que una demora en ilusionarse con una nueva cita.
Teoría 2: El desencuentro de mociones: esperamos que nos escriban, ellos esperan que les escribamos, nadie se escribe, fin.
El que espera ya no desespera, desespera el que no sabe esperar
Por qué no pensar que ellos también están esperando alguna comunicación de nuestra parte, y que en esa eterna espera mutua nos quedamos sin concretar el mayor amor de todos los tiempos. Os diré que, en mi favor, procuro no ser de las que piensan que las invitaciones siempre deben venir de su lado, y que si tengo ganas de ver a alguien, aunque la vida me lleve a frenar las palabras, venzo el pánico escénico al rechazo y le escribo. Y al igual que en el 100% de los casos en que esperé un mensaje la tarde posterior a la noche en común, no he recibido NADA (ni en la tarde posterior, ni en la semana, ni en la vida), en el 100% de los casos en que les he escrito para reiterar la situación nocturna que tanto supimos disfrutar, he recibido excusas, postergaciones o incluso silencios como respuesta. Con el plus de que, si somos nosotras las que escribimos y rompemos con la estereotipia de la mujer cortejada, quedamos como unas necesitadas desesperadas (ok, un poco lo estamos) porque las leyes de mierda de la conquista machista dicen que tenemos que hacernos las indiferentes. Entonces, interactuemos o no interactuemos, siempre estamos en un marco de perder porque la única acción socialmente legitimada es que el hombre nos vuelva a invitar a salir. Yo prefiero ser desesperada nivel Marta Sánchez que fingir o reprimirme para agradar tu ventana de chat.
Teoría 3: Nosotras mismas creamos los Chafis.
Otra explicación algo más compleja es que en el Laboratorio Antinovia no registramos los casos de chafismo: los creamos. Muchas veces los propios chafis me han tildado de Creadora de Chafis, como queriendo convertirme en la Dra Frankenstein de su mosntruosidad. Me pregunto cuál sería la fórmula de la creación de un chafi: un ejemplar de muchacho atractivo + una dosis de expectativa + una intercambio de fluidos + una expresión de deseo de volver a tener ese intercambio. “Es que vos ya pensás que van a ser chafis y que no quieren una historia desde antes, y los ahuyentás”, me decía el Latin Lover. Que los ahuyento es claro, pero quizás no se deba tanto a mi poder de crear chafis como a su cobardía. Y como yo no quiero hombres cobardes, es cierto, los alejo. ¿Cómo alejar un chafi? Diciendo algo tan simple como “¿cuándo te veo de vuelta?”. Ya está, Chafi creado.
Antinovia creando al Chafrankenstein (y con la ilsuión de haber creado, en realidad, al dulce compañero de su vida)
Chafrankenstein diciéndonos "Amiga" y desbaratando toda ilusión de un amante perpetuo
Teoría 4: Hay un patrón de comportamiento del Chafi regido por la premisa machista de la conquista.
Y por “patrón” no solo quiero decir “reiteración”, sino justamente “mandato”, por algo es la palabra con la que se designa a los jefes. Como buenos empleados del machismo, es tan predecible que los chafis dejarán de procurar comunicarse contigo después de la única noche que ha estado en sus planes, y que volverán a buscarte cuando tú ya no intentes más conversaciones. Es tan predecible que si dices “me gustás” en el 99,9% de los casos te dirán “gracias” antes que “vos también”. Porque lo que les importa son ELLOS MISMOS, y no tú. Es su ego conquistador de territorios, adoptador de perros que luego vuelven a abandonar en la calle solo para sentirse solidarios y dueños de algo por un rato.
Pero yo no soy un territorio ni un perro, y tu nivel de predictibilidad tiene tan poco margen de error que dejaría a Nostradamus sin trabajo.
Chafi preparando su cuchillo para su próxima víctima
La botella llena
Una puede ver las botellas de cerveza medio llenas o medio vacías, y siempre va a ser positivo por lo que tomaste y por lo que queda por tomar. Por ejemplo, a esta altura, elijo ver el desfile de ilusiones frustradas como surtidor infinito de contenidos para el blog y como lecciones acumuladas de todo lo que NO quiero a mi lado.
El inductivismo sentimental (es decir, la conclusión de que nuestros intentos amorosos fracasarán solo porque ya han fracasado muchas veces anteriormente) ha hecho mucho daño a mi nivel de expectativa respecto a cualquier posibilidad de una relación como la deseo, pero también ha contribuido a afinar el predictor de Chafis para prevenirnos y sobrevivir. Al fin y al cabo, para eso es la ciencia: encontrar leyes, prevenir situaciones, aplicar el conocimiento para llevar una vida mejor y contribuir a la Comunidad.
Y además, por suerte, también tenemos un lado falsacionista esperando por ese caso único capaz de desbarrancar toda la ley científica, por más universal que parezca.
Nuestro llamado a ese caso único de amor que pondría orgulloso al mismísimo Karl Popper
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Ya lo dijo Robe de Extremoduro : "Les voy a hablar con la experiencia que me da el fracaso". Viendo estas historias, y comparando con la identidad de Antinovia ( i've done a little research on Facebook) creo que , si una mina que (Segun los estandares de belleza) esta buena y no consigue el amor verdadero , claramente o tiene algun tipo de locura galopante (que puede ser) o esta buscando algo muy utopico (que es mucho mas probable )
Ya lo dijo mi madre, Fin de Año 2013, que el 2014 sería el Año del Caballo, por lo tanto, "a galopar". Bienvenida sea la locura galopante y más si se echa al monte acompañando a la utopía. Cuando los tres -locura, utopía, amor-verdadero- conecten, va a ser el súmmum del goce humano. Menos, no lo vale (salvo para seguir acumulando las dulces experiencias que nos da el fracaso y que nos permiten, por ejemplo, hacer blogs).
PD. Pena que yo no pueda buscar a "Anónimo" en Facebook.
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Este "alterego" o personaje que se creó o creaste, da lo mismo, sera que podría haberse vuelto en tu contra y estaría boicoteando tus verdaderas intenciones que son las que repetís publicación tras publicación, y que para terminar con toda esa calamidad que te aqueja no bastaría simplemente con dejar de lado esta historieta de tan poco sentido y darle un encauce diferente a tus habilidades de observación, redacción, investigación y tantas otras que se nota que tenes? Con todo respeto me pregunto
Gracias por tu amable "consejo". Lo tomaría de buena gana (cualquier cosa con tal de conseguir mis verdaderas intenciones=encontrar al amor de mi vida, obvio) si no fuera porque algunos años atrás ya encaucé todas esas habilidades a investigar cosas "serias", por ejemplo, y escribir sobre semiótica y todo eso, e igual la suerte seguía boicoteando cualquier intento de un amor saludable. Ahora sigo en la misma situación de calamidad aquejándome publicación tras publicación, pero al menos la historieta sin sentido me divierte mucho, mucho más que redactar monografías.
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Pregunto si. Pregunto lo que quiero. Me llamó poderosamente la atención de que únicamente tuvieras lugar en tu disco duro para pensar que los informáticos estamos todos llenos de granos, nunca tocamos una teta y nos gustan más las algebras boolenas que un plato de ravioles de verdura. Aunque no lo creas, en muchos casos nos gusta tanto la fiesta, que si fuera por nosotros, al día le ponemos un toldo. Beso grande, que continue el desvarío.
Ojalá fuera así, todos vírgenes llenos de granos y adictos al álgebra. Pero no. Algunos también son chafis y nos encantan.
Un abrazo y a seguir poniéndole toldos al día.
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Cual es la manera más linda que te han conquistado?
Una vez que un pibe fue al cine a ver Anna Karenina porque le había comentado que iría a verla, y se apareció ahí, sentado en la butaca, cuando entré a la sala. Igual no me conquistó al final pero en ese momento de entrar al cine me sentí Drew Barrymore en una de esas comedias románticas con Adam Sandler.
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Sepa ud. antinovia, que no solo me parece HIPER MEGA SEXY (Asi, en mayusculas) sino que me dan ganas de invitarla al mejor bar de esta capital a tomar unas Baltika 9. Mientras compartimos bandas de ruack .
En esta época de desierto emocional cualquier invitación que incluya la palabra "bar" y "ruack" es bienvenida.
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Hablando de cosas "Hiper mega sexys" realmente no son subjetivas? qué es "hiper mega sexy"? No sé... a mi me resulta "hiper mega sexy" por ejemplo la gente que sabe inglés y me la seca la gente que no sabe inglés. Tipo si te vestis con perlitas y chatitas me la secás, en cambio no sé que le veo a los chupines con converse son "hiper mega sexys" o la gente que lee horóscopos seca, los que usan championes blancos seca, rack marrón con sillón marrón con alfombra negra y mesa de centro marrón seca.
Digamos que Hiper Mega Sexy es todo lo opuesto a aquello que nos la seca.
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No me preguntes por que estoy escribiendo esto. No, no estoy borracho. Pero déjame decirte que la forma que tenes de escribir es HIPER MEGA SEXY. Ta eso. Buen Viernes
Y a mí me parece HIPER MEGA SEXY la expresión "HIPER MEGA SEXY". Y tampoco estoy borracha. :-)
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Ficha#3: El Informático

Desde que empecé a trabajar en el mundo de la comunicación digital me di cuenta de que tengo algo con los informáticos. No es que me gusten o me atraigan –no siempre-; es que simplemente, más allá de que ellos no tomen mate ni gusten de los tambores ni hablen más de cinco o seis minutos por jornada laboral, nos caemos bien. Será el feeling entre opuestos, pero siempre me llevé naturalmente bien con esos muchachos callados, taciturnos, dispuestos a cambiar una noche de destrucción callejera por una noche de destrucción virtual tratando de dar vuelta un videojuego en el cual yo no sería capaz ni de pasar el menú para empezar a jugar.
Este informático tenía todo eso que lo convertía en mi opuesto-compatible y además era UNO DE LOS HOMBRES MÁS HERMOSOS que vi en mi vida. Y amaba tomar cerveza. Dos motivos ya suficientes para dejarle espacio en mi disco duro de las ilusiones amorosas. Nunca imaginé que su archivo también tendría el virus del chafismo.
El Info (como lo conocemos en el Universo Antinovia), en su combinación perfecta entre Superman y Clark Kent, bello y cibernético al mismo tiempo:
Antinovia en su combinación de camionero baboso y adolescente ilusionada:
No, no lo conocí en el espacio laboral de las agencias digitales, dios no lo hubiera querido por el bien de los baños de la oficina. Lo conocí porque alguna vez le arregló la computadora a mi madre y alguna otra vez, en un lejano bar de mis primeros meses de soltera, me vio bailar samba y me dijo “sos una hija de puta”, porque no podía concebir que alguien estuviera bailando samba en el medio de la pista solitaria del bar con el público más pacato de la historia del Uruguay, y menos él, un informático totalmente introvertido, incapaz de coordinar dos pasos al ritmo de la cumbia más básica o de escuchar otra cosa que no fuera punk rock uruguayo.
No sé en qué momento pensó que diciéndome “hija de puta” iba a lograr que tomara una cerveza con él. Pero pensó acertadamente, al igual que acertadamente llevaba puesto el encantador buzo de su abuelo. A los siete minutos de haber pronunciado esa frase estábamos compartiendo una botella. A los 47, estábamos recreando la escena de Titanic en su auto (y no, no porque hayamos tenido un accidente). “Los treintañeros están que arde” fue una frase que impuse entre mis amigas tras aquel episodio. (Porque sí, increíblemente, algunas veces Antinovia también experimenta con personas nacidas antes del 84).

La respuesta de Anntinovia a la primera cerveza invitada por El Info
A la tercera o cuarta vez que terminé en su auto después de encontrarnos casualmente en el bar, y a la tercera o cuarta planificación vía chat de encontrarnos sin que mediaran casualidades empezó a germinar en mí esa ilusa semilla de la estabilidad emocional. "Bien, encontré alguien con quien podría llegar a pronunciar la frase 'estamos saliendo' ", me decía a mí misma, entendiendo por salir, efectivamente, el hecho de salir a un bar diferente cada noche a degustar cervezas de distintas marcas y escuchar bandas de rock, y terminar en su casa o en la mía o en el auto. Quizás, entre todas esas miniaventuras de cada viernes, sábado o miércoles, nos terminábamos enamorando.

La declaración de amor que esperaba del Info, soñando con ser la alegre danzarina rompiendo con su monótona jornada de pantallas.
Pero no, esto es La Difícil Vida de Antinovia y por supuesto que no nos terminamos enamorando. Las planificaciones vía chat se enlistaron en la lista infinita de citas fracasadas de mi archivo, y nunca llegamos a vernos más allá del azar que nos cruzaba en los bares de siempre. No recuerdo de qué color era su auto. Nunca llegué a saber cómo se veía su bellísimo rostro al dormir. Nunca llegamos a hablarnos en estado de completa sobriedad.
La única vez que intercambiamos palabras bajo algún cálido rayo de sol fue cuando me llevaba de vuelta a mi casa tras un fugaz pasaje por su dormitorio, apenas cuatro o cinco hits de Lenny Kravitz que accedió a poner en la playlist de su súper computadora de informático. “Estaría bueno ir a ver la nueva de Batman”, me dijo, y mis ojillos se abrieron cual el sol que estaba empezando a ascender.

Aceptando inmediatamente la invitación a una cita con el Info.
Por supuesto, antes de que llegara la invitación al cine, llegó un nuevo encuentro casual en un bar muy terraja en el cual EL INFO TOMABA ALEGREMENTE CERVEZA CON OTRA MUCHACHA. “Si la próxima estoy solo, no te salvás”. SI-LA-PRÓXIMA-ESTOY-SOLO-NO-TE-SALVÁS. Cómo te atreves. Como si en mi frente hubiese un letrero gritando “PLAN B”, como si quisiera que le devolviese esa primera frase con la que él había iniciado una charla conmigo, como si fuera a haber una próxima. Se ve que ir al cine a ver Batman es demasiado compromiso para un incapacitado emocional informático de 31 años cuya habilidad sensitiva oscila entre cero y uno, igual a los ceros y unos a los que dedica tantas horas de programación.

Antinovia volviendo a hacer espacio en su disco duro
Han de saber, Hermanas Antinovias, que incluso el hombre con menos aspecto de chafi, ese con apariencia afable de haber amado a muchas novias, de ir los domingos a comer asado con tus familias, de gozarse yendo a Buenos Aires a ver una banda juntos, ese muchacho de mirada inofensiva, de lentes no hipsters, de inteligencia científica superior, que parece no haberse entrenado en la técnica de romper corazones (debí haberlo sospechado por su increíble belleza física, inocente de mí), también puede ser un Chafi. Y que también responde a las leyes universales de la no-correspondencia: interés repentino cuando tú no te acuerdas de su existencia (por ejemplo, mensajes a la madrugada porque una canción lo hizo recordarte, por qué no le mandás mensajes a tu abuela), e indiferencia extrema cuando a ti te gustaría conocerlo en algún otro momento que no sea en los avatares del azar alcohólico a las seis de la mañana.

No importa el criterio de selección, el 98% de las veces terminarán siendo chafis.
Para ser fiel a la exactitud histórica de este Fichero, sí existió una siguiente vez en la que lo encontré solo y no me salvé. Muchísimos meses después de haber sepultado nuestra “historia”, me encontré con el Info a altas horas y con alto alcohol en sangre en un bar de mala reputación al que nunca había ido y en el que nunca imaginé cruzarlo. Automáticamente nos dimos unos besos, creo que antes de saludarnos, y automáticamente comenzó su insistencia en llevarme a su casa a varios kilómetros de allí. Por suerte, fui repentinamente salvada por el tachero lindo de mi barrio, con el que terminamos abrazados viendo el amanecer en la Rambla.
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You oughta know
(Si no conocen la canción de Alanis que da título a este post, escúchenla YA: https://www.youtube.com/watch?v=ZQhgihSUXv0)
- No, no, amiga, él no, sacátelo de la mente- me alertaba Luz esa noche, vía telefónica, cuando me estaba animando a esbozarle que se había despertado en mi ser un mínimo sentimiento de que quizás mi Ex era, finalmente, mi alma gemela.
- ¿Por qué me estás alertando igual que el protagonista de Destino Final cuando les gritaba a todos que se bajaran del avión porque iba a explotar apenas despegar?
- Tiene novia, amiga. No te lo quería contar pero ya lo sabe todo Facebook.
La única reacción posible:
Lluvia de chanes. Inhalación, exhalación, suspiro.
Estamos bien, nadie murió, nadie canceló la fiesta del viernes. Pero CHAN. Shock. Esa no la veía venir.
En primer lugar le agradecí a Luz haberme enterado por ella y no por las espantosas redes que nos lanzan a la cara la felicidad de las parejas de todos nuestros ex (sí,TODOS MIS EX están felizmente emparejados ahora, soy algo así como la persona más fácil de superar del planeta). Y sobre todo, agradecí haberlo sabido verbalmente y no visualmente al encontrármelo sonriente con su nuevo amor en alguna noche en la que me dispongo a gozar la vida hasta que su espectro sale de su tumba a aterrorizarme (ya saben que eso pasó una vez, y logramos sortearlo gracias al bombón de la barra y el ritmo extático de Daft Punk, aunque en el fondo sabíamos que esa era una chafi random del momento y no su NUEVA NOVIA).
En segundo lugar, empecé a bucear en el baúl de mis reacciones emocionales para encontrar una que estuviera desprovista de infinitas contradicciones.
(Contradicciones del estilo: "ser rápidamente reemplazada", donde "rápidamente" es igual a "tres años después".)
Y es que algunos días antes de la citada conversación en la que se me informó del nuevo estado civil de mi Ex –a partir de ahora, conocido como mi “difunto”-, él me había enviado un mensaje aislado en nuestra nada comunicacional pidiéndome una opinión profesional sobre algo, un mensaje propiciador de que la puñalada llamada “novia nueva” doliera un poco más. Si bien el tono de su mensaje era el de “buenos conocidos” y no tenía ni una palabra que revelara cierta intención libidinosa hacia mi persona, como gran adicta a la sobreinterpretación de cualquier ínfimo acto, induje que inconscientemente él quería mantener cierto contacto conmigo. Pero no. Realmente su mensaje era para pedirme esa opinión estrictamente profesional y nada más. Varios amigos me han dicho que cuando un Ex nos escribe en una situación totalmente descontextualizada, es porque o quiere volver, o ya está en otra dimensión. Evidentemente, él ya estaba en otra dimensión.
(No me atrevería a pensar que esa "otra dimensión" era una estrategia fríamente calculada para que yo volviera a recordar su existencia y, de esa forma, me enterase de su nuevo flamante estado sentimental. Por más miserias de los Ex retornadores, leer obligatoriamente este post de Acostumbrado)
I wish nothing but / the best for you both
En algún rincón de la habitación mental donde guardo mis deseos no confesos estaba la leve esperanza de que algún día él y yo cumpliríamos la idiota promesa que hicimos alguna vez: que si nos separábamos y llegábamos a los treinta y estábamos solteros, volveríamos a estar juntos, porque supuestamente estábamos destinados a ello y así de conformista suele ser lo que en general se llama “amor”. Y además porque siempre quise trasladar a la vida real esa promesa que se habían hecho Julia Roberts y su mejor amigo en “La boda de mi mejor amigo”.
Quizás, como Julia, no contaba con que en algún momento iba a llegar una Cameron Díaz a su vida antes de que llegara un Richard Gere a la mía, y yo terminaría la película bailando un vals con mi amigo gay.
(Sabio consejo que he sabido aplicar hasta el fin de mis días).
Y también, como a Julia, la reacción moral y políticamente correcta que versa “me alegro muchísimo, espero que sean muy felices, que tengan hijos muy lindos” es rápidamente desplazada por las ganas de cantarle "You oughta know" de Alanis en un bar lleno de gente, y gritarle mirándolo a los ojos: "Are you thinking of me when you fuck her?".
(El crudo y necesario baño de realidad)
I'm sure she'd make a really excellent mother
“Al principio pensé que era falso. Después empecé a ver cómo todos les comentaban “lindoooos” y esas cosas y caí en que era verdad”, me decía otra amiga que, como toda la comunidad virtual del Uruguay excepto yo, también había visto la flamante nueva relación en su muro de Facebook. Le pedí por favor que no continuara el relato, no tanto porque me generara celos o desazón o frustración, sino porque me resulta altamente vomitivo que todo el mundo comente “lindos” o “hermosos” en las fotos de parejas como si el solo hecho de estar en pareja te introdujera automáticamente en una nueva categoría de belleza.
(Antinovia viendo fotos de perfil de parejas y contabilizando los 46 "lindos" de los comentarios)
Y es que en realidad ese “lindos” como reacción automatizada a cualquier foto de pareja es una expresión de la alabanza generalizada de toda la sociedad a ese estatus que te provee el estar en pareja. Los solteros somos bastante inútiles en la perpetuación de la sociedad tal como la conocemos. Y además, somos unos frustrados que no hemos conseguido lograr que pasen dos cosas tan aparentemente sencillas como gustar de alguien que guste de nosotros y compartir las ganas de seguir curtiendo infinitamente. Algo malo hemos de tener si pasamos muchas más noches emborrachándonos que reproduciéndonos.
“No te va a gustar lo que te voy a decir”, aventura a expresar un amigo, “pero tal vez lo que te pasa es que su nueva relación te lastima el Ego”. Jajaja, OBVIO QUE ME LASTIMA EL EGO. Es ese ego rasguñado el que pone una voz en mi cabeza que dice: “Él rehízo su vida, logró enamorarse y que alguien se enamorara de él, y yo sigo acá en la misma situación sentimental en la que estaba las 24 horas siguientes a que me dejara”.
Por suerte, otra voz viene a deshacer esa estupidez producida por mi Ego cuando se pone resentido y foreveralonesco y me dice:
“Tú también rehiciste tu vida. Tener una pareja no es sinónimo de rehacer la vida. Revertir el peor sufrimiento de tus jóvenes años y cambiarlo por libertad, independencia, ganas de hacer lo que se te dé la gana, meses sin llorar, eso es rehacer la vida”. Es una voz muy parecida a lo que me diría mi madre, ahora que lo pienso. “El amor es para ser feliz”, me ha dicho cada vez que me ha dado sus sabios consejos para salir de mis peores noviazgos.
Y el amor no siempre es sinónimo de felicidad, más allá de que tantas veces a las personas sin una pareja estable que nos ame nos azote la necesidad afectiva de compartir alguna noche lluviosa con alguien. Afortunadamente podemos compartir las noches lluviosas con amigas con las que juntarse a ahogar las penas compartidas y pensar teorías acerca de por qué ese hombre perfecto aún no ha llegado a nuestras vidas. Hasta que nos quedamos dormidas después de cinco vinos con la tranquilidad de saber que no está mal y no somos menos completas si ese hombre jamás llega.
Lo único que espero es que no le haga canciones con la guitarra que le regalé para su cumpleaños. Hermanas, hermanos, tomen nota: una caja de bombones es más que suficiente.
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Una noche con el Equipo Antinovia en 25 GIFs
“La única noche que es un fracaso es aquella en la que no se sale”, decimos con mi mayor aliado de la nocturnidad (más conocido como el Forlán del Equipo Antinovia) para alentarnos cuando afuera hay un ciclón que por tres milisegundos pone en duda nuestra salida de esa noche (hasta que advertimos que nosotros somos el ciclón), o cuando la aparición espectral de un ex o la peor caipirinha de la historia tomada de un balde en el que todos introducen su vaso osan rotular la noche como poco triunfal.
Aunque si somos justos con la realidad nocturna de esta pequeña, oscura y maravillosa ciudad, deberíamos reformular la frase y decir: "La única noche que es un fracaso (en términos universales) es aquella en la que no sale el Equipo Antinovia". Pobre noche montevideana si un día no saliéramos a salvar los bares de todos esos ineptos de la diversión que solo salen a ocupar un lugar en el espacio y que podrían haberle hecho un favor al cosmos quedándose en ese sillón macabro viendo la nueva temporda de Walking Dead. Por lo pronto, los muertos vivientes pueden ir despidiéndose de su afán por arruinar noches porque el Equipo Antinovia ya está rumbo a las canchas con una botella de vino blanco en la mano.
Cosas que seguramente te ocurran si sos una antinovia y es viernes de noche (o cómo usar 4500 Gifs en una secuencia narrativa):
1) Antinovia recibiendo una llamada para salir a algún bar a las 0:35 cuando ya estaba con su viejo pantalón de pijama puesto:

2) Cuando mi madre me llama por teléfono y me dice que ande con cuidado por la calle:


3) El Equipo Antinovia preparándose para salir a la cancha, secador en una mano, pisco con cola en otra.
4) Cuando después de una mega previa llegamos a una fiesta que prometía ser increíble pero que no era precisamente el mejor lugar para ir de tacos (o, en su defecto, para ir de championes):

(Ese preciso instante en que todo en la noche nos conduce al Bar de Siempre)
5) El A-Team ("A" de Antinovia") llegando a la concurrida acera frontal del Bar de Siempre:

6) INGRESANDO al Bar de Siempre como Perico por su casa mientras están pasando "Get Lucky" de Daft Punk.

7) Antinovia bailando "Get Lucky" de Daft Punk en la tarima del Bar de Siempre (más conocida como el Estadio Centenario):

8) Mirando al DJ (a.k.a. Maestro Tabárez) cuando empieza a sonar un tema de Jamiroquai:
9) Y si es "Virtual Insanity":
10) Cuando un ser acuático osa amenazarnos con invadir nuestro espacio en la tarima:
Reacción1:

Reacción 2:
11) Ese momento extraído de la Tragedia de Pompeya en que aparece tu Ex con sus secuaces tratando de estropear tu felicidad cual mancha de vino en una blusa blanca recién estrenada:
Ellos:
Yo:
12) Cómo nos sentimos cuando nuestro fiel amigo Bastian desempolva su cámara para sacar fotos de la noche y hacernos olvidar el mal trago de los exes fantasmales:

13) Cuando alguien deja una cerveza abandonada en la barra:

14) Hermanas Antinovias reencontrándose tras algunos minutos de desesperación en que se creían perdidas para siempre en manos de algún chafi desagradable:

17) Cuando un taxi atraviesa la ciudad llevándonos hacia alguna fiesta que aparentemente está explotando en la otra punta de la zona metropolitana:
18) Haciendo una entrada triunfal a esa fiesta subterránea al otro lado de la ciudad tras dejar la botella de tequila vacía al lado del árbol más cercano:

19) Procurando llegar al Bar de Siempre tras el fracaso de la fiesta subterránea, antes de que sean las seis y empiecen a prender las luces:

20) Ya en la calidez hogareña del Bar de Siempre, no falta el típico chafi random y borracho insistiendo en esbozar algo parecido a un levante:
21) Tras sobrevivir al ataque, de repente, como una luz entre las sobras, digo, sombras, vislumbramos un espécimen muy interesante perfectamente acodado en la barra, e intentamos establecer contacto visual.
Expectativa:

Realidad:

21) Lo que esperamos todas las noches en el Bar de Siempre:

22) Lo que termina ocurriendo:

23) (6 a 7 AM. Lapsus de recuerdos difusos):
24) Al segundo 3 de apoyar la cabeza en la almohada:


25) Al despertar y corroborar que la cama es la misma cama fría solitaria de todos los días, pero que por suerte no estamos destilando alcohol junto a ningún ser del que podamos arrepentirnos:
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Quince flores nuevas que te harán feliz
Es curioso cómo la palabra “sol” está incluida en “soltería”, justo nosotros que casi no vemos la luz del sol más que cuando volvemos dando tumbos del último bar de la madrugada. Y esa visión solar no vale demasiado porque nuestra mirada está borrosa y lo único que percibimos es ese instinto de orientación innato que nos conduce a nuestra cama –con suerte, cuando no es la cama de algún engendro nocturno- aunque no recordemos ni en qué año nacimos.Más atinado sería llamar “lunatería” a esta feliz soltería: tenemos más noches que las lunas de Júpiter juntas, y tenemos bastante de “lunáticas” también.
Hoy, esta radiante “lunatera” cumple TRES AÑOS en su condición de no-novia (y por lo tanto, por la doble anulación del negativo, tres años de “vía”, de “camino”; disculpen cuando me pongo ludópata de las palabras). Tres Años de nocturnidad concentrada cual jugo Caribeño como para que rinda por todos esos años de noviazgo apaciguado, donde las máximas salidas eran hasta las dos y todavía no había conocido ni el Bar de Siempre, ni el sabor del vino en los tambores de domingo, ni Brasil, ni la alegría independiente de personas o circunstancias.
(Pre)Antinovia en cada noche de sábado de su noviazgo
Antinovia en cada noche de sábado post-noviazgo
Ahora que lo pienso, la palabra “soltera” tiene mucho menos de “sola” que de “soltar”: soltar riendas, desatarse, dejarse liberar, soltarse, soltar, saltar. (Sigo sin poder contener mi ludopatía verbal, excuse me).
La primera en “soltar” el noviazgo, he de decirlo, y ya ustedes lo saben, no fui yo. Un día, mi perra se murió; mi entonces amado novio vino a casa a consolarme, todo amor, todo dulzura. AL OTRO DÍA ME DEJÓ. Hoy, en el tercer aniversario de aquella miserable tarde, no podría estar más dichosa de que ello haya ocurrido (lo de su abandono, no lo de mi perra, todavía no puedo creer como alguien puede ser tan vil de no esperar por lo menos que termines de llorar por la muerte de tu mascota).
(Pre)Antinovia cuando conoció la súper primicia de que estaba siendo abandonada apenas 12 horas después de que su mascota muriera.
Desde entonces, han sido TRES AÑOS de SOLTERÍA ININTERRUMPIDA, sin relaciones más estables que las breves horas que se puede compartir el colchón con alguien que conociste casi en la oscuridad (nunca pensé que “El Tren Fantasma” de Los Fatales iba a ser una de las canciones más representativas de mi vida nocturna) o que los pocos días en que se puede llegar a amar a un viajero antes de que siga su rumbo. Nunca terceras citas, nunca un “estoy saliendo con alguien”, nunca un amor verdaderamente correspondido. De esos tres años, esos 156 fines de semana vividos al extremo y esa lista de Excel de chafis de todo tipo y nacionalidad, ha surgido la Antinovia actual, la que elige la intensidad, la que ama su libertad, la que sigue usando tacos aunque ya se haya caído noventa y tres veces de las mismas escaleras, porque algún día va a lograr bajar cual Miss Simpatía, esbelta sonriendo, sin enredarse con el vestido largo.
Dante y su Commedia nos enseñaron que el tres es el número perfecto, completo en sí mismo. Mis Tres Años de Soltería no serán perfectos (ya sé, ya sé, casi recaigo en esa última fiesta al descubrir que mi Ex ahora es un DJ exitoso), pero lo que sí es completo en sí mismo es mi felicidad.
Felicidad Nivel: PHARRELL
Y por eso, junto a mi querida hermandad Antinovia, alzo mi copa de Amarula y brindo por esta Divinísima –o Demonísima- Trinidad de Años de Soltería, que son mucho más que Tres Años manteniendo el mismo estado civil.
Son tres años de citas infructuosas = tres años de grandes anécdotas = tres años alegrando almuerzos laborales.
Tres años sin aniversarios frustrados.
Tres años de festejar mi cumpleaños a pleno sin esperar atenciones especiales por parte de alguien.
Tres años de libertad nivel “no tener que recordar tomar la pastilla cada día a la misma hora”.
Tres años de realizaciones (si es que cuenta como realización que el portero de un boliche te salude con un beso).
Tres años de alimentación bien diversificada.
Tres años perfeccionando el detector de chafis.
Tres años sin romper ningún celular llorando.
Tres años jugando haciendo de cada bar un tablero de Jumanji en la búsqueda de un nuevo amor.
Tres años de funk.
Tres años guiando la agenda nocturna de los nuevos solteros.
Tres años rejuveneciendo cual Dorian Grey (aunque sea por dentro).
Tres años vividos, cada uno, con la intensidad de cinco. Sería algo así como mis nuevos quince años, quince primaveras, quince flores nuevas, pero como con diez kilos más de células y experiencia. Gracias, soltería, por hacerme sentir como Benjamin Button, pero sin Cate Blanchett.
Expectativa de #Los15deAntinovia:

Realidad de #Los15deAntinovia:
Y si creen que este tercer año es la última entrega de esta Trilogía, recuerden siempre que el director de Scream pensaba que la tercera parte sería la última, y terminó haciendo la cuarta. Si un ménage a trois es así de bueno, imaginen un cuarteto.
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Tres años de Soltería, vivido cada uno con la intensidad de 5 = #Los15deAntinovia.
Toda la comunidad está invitada a brindar, bailar y chafiar (digo, buscar incansablemente el amor) en El Bar de Siempre (Canelones y Ciudadela).
Clic en la imagen para ver el evento en Facebook y convencerse de que será la mejor noche de jueves montevideano en mucho tiempo.
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Mil años frenando las palabras
Las últimas dos veces que fui al Bar de Siempre la noche terminó con el mismo episodio (no, no me refiero al chuponeo en el baño masculino, eso pasó solo una vez): una hermosa hermana antinovia con lágrimas en sus ojos al ver a su Mefistófeles personal (su gran chafi, el innombrable e imborrable) a los besos públicamente con chica random.
Al margen de que eso no debería ocurrir en nuestro territorio sagrado, de que las chicas random no les llegaban ni a la base del taco a mis hermanas y de que no pude decirles mucho para consolarlas porque no estaba en el momento más lúcido de la noche, estos episodios consecutivos con dos de mis amigas más bellas no hicieron más que despertar mi cólera hacia todos esos especímenes que abusan de su encanto natural para seducir almas inocentes y abandonarlas (cómo no recordar aquella bastardeada del pop argentino conocida como “Seducidas y Abandonadas”) sin más explicación que un “no estoy para enamorarme” o “estuve más enamorado de otras” (cómo se puede ser tan vil) o así, sin explicación, sin palabras, sin nada.
Lo que habría querido hacer con los chafis arruina-noches y arruina-corazones de hermanas:
Lo que terminé repitiendo en el ebrio camino de regreso a casa:
("¿Por qué yo y todas las personas que quiero siempre elegimos personas que nos tratan como si fuéramos NADA?")
Lamentablemente, las mujeres no acuáticas, las que nos apasionamos, somos doblegadas a diario (o, mejor dicho, a nocturno) por el poder de seducción de estos individuos que no tienen pudor de no saludarnos como si no nos conocieran, cuando 24 horas atrás estaban ofrendándonos el mejor encuentro sexual de nuestras vidas y hasta nos había regalado un disco de su colección. De la misma forma que se atreven a venir a nuestro Bar de Siempre, al que ellos no vinieron nunca, para lucirse con otras damas que por supuesto no bailan los hits de Michael Jackson porque bailar no es cool, tener la peor cara de ameba de la historia de las mujeres, sí (#ResentidaModoOn, ya sé, el hacernos competir entre nosotras es otra estrategia del machismo imperante, pero qué les ven, QUÉ LES VEN).
Antinovias respecto a sus chafis cuasi-amados:
("No fue solo sexo, fue romance")
Chafis cuasi-amados respecto a las Antinovias:
("Vivimos solos, nacemos solos. Todo lo demás es una ilusión de tu estúpido cerebro alimentado por Disney, porque obviamente la culpa la tienes tú por ilusionarte y no yo por ser un idiota".)
Afortunadamente, para compensar, también existe otra una especie entre los hombres que nos rodean. Una especie más exótica que un panda rojo, pero que algunas veces tenemos el gusto de cruzarnos sin necesidad de ir a la China. Son hombres que han trascendido los estadios corrientes de la evolución humana; que rompen con los paradigmas sociales de lo que su identidad masculina les ordena decir, pensar y sentir; que han evolucionado y revolucionado, como las especies descritas por Darwin, para sobrevivir en esta tierra de vínculos vacíos y cobardías egoístas que cosifican los cuerpos y destruyen las ilusiones cual Magos Enmascarados del apasionamiento.

Estos muchachos que creen en la magia por sobre los trucos son los las antinovias llamamos “Hombres Evolucionados” (gracias a mi sister Lola por el concepto), hombres en contacto con su lado sensible, afectivo (históricamente femenino). En el extremo opuesto de la escala psicológica están los “Discapacitados Emocionales”, categoría en la que caen los dos muchachos que arruinaron la madrugada de mis dos amigas, y en la que caen todos los chafis** que hemos venido analizando en el Archivo Antinovia.
**Antes de que surjan las dudas y controversias, es importante aclarar que el Discapacitado Emocional no coincide exactamente con el concepto de Chafi. Son categorías diferentes para describir personas, como la edad y la altura. Eso sí, a veces ambas categorías se cruzan formando un Chafi Discapacitado Emocional y este es el terrible resultado:
**
Hombre Evolucionado vs Discapacitado Emocional
¿Cómo distinguir fácilmente un Hombre Evolucionado de un Discapacitado Emocional? Hay una prueba muy simple: cuando un hombre lee un blog y se identifica con la Antinovia, pertenece al primer grupo. Cuando se identifica con un chafi, pertenece al segundo. Por supuesto, los Discapacitados Emocionales suelen usar disfraces y dis-frases (es decir, frases que sirven de camuflaje) para parecer Hombres Evolucionados, o al menos no parecer, a primera vista, personas totalmente inhabilitadas para hacer germinar una emoción y vehiculizarla en algún tipo de expresión.
Esquema de sentimientos de un Discapacitado Emocional:
Lo que en realidad le pasa (aunque él obviamente no lo sabe):
(O quizás es lo que siempre quisimos que nos dijeran pero nunca lo dirán porque tienen una obstrucción en el pasaje de señales del cerebro a las cuerdas vocales).
Los Discapacitados Emocionales son como esos celulares que tienen toda la megatecnología del mundo y que se vanaglorian de sus cienmil aplicaciones, pero que están en modo avión, sin señal de teléfono ni Internet, y solo te sirven para jugar a la viborita. Comunicación, cero. A veces tratarán de mirarte como queriendo decirte cosas con los ojos (me hace acordar a cuando mi primer novio quería que yo aprendiera a manejar “escuchando lo que el auto me decía”, mi amor, LOS AUTOS NO HABLAN), y aunque el lenguaje ocular puede tener expresiones más que interpretables, en estos casos la mirada, en su redundancia y absurdo ("por qué me mirás todo el tiempo si estás de la mano CON OTRA MINA") se torna la mirada de Michael Meyers, una mirada oscura, fría, sin pasión, sin sentimientos. Una mirada sin alma. (En Semiótica me enseñaron que Terminator usaba lentes de sol porque los ojos traslucen el alma y Terminator no tenía alma, igual que estos especímenes).
Discapacitado Emocional tratando de expresar algo con su forma de mirar. (Como mi Chafi Demonio el domingo pasado en los tambores).
Hablando con las paredes
Fragmento de charla con un Hombre Evolucionado, lector del blog e identificado con las luchas antonovianas contra la plaga del chafismo y la dificultad de enamorarse y tener un amor estable y todas esas cosas que ya conocemos:
- Yo no sé ser novio. Lo que quiero es que la otra persona encuentre libertad en mí y que ella me haga sentir más libre. Digo “libertad” y pienso en sentirme libre con alguien a la hora de hablar, de reír, de jugar sin prejuicios. De expresar mis palabras sin andar eligiéndolas.
- Faaaa. Eso. Mil años frenando las palabras.
De las cosas que más extraño de amar a una persona es esa posibilidad libre e infinita de soltar palabras sin miedo a la no-respuesta, a la indiferencia, a la no-correspondencia, al “soy tremenda gila, cómo le voy a decir que me encanta si es la segunda vez que estamos juntos”. Me avergüenzo de mi cobardía en esos momentos de duda asfixiante casi cartesiana que nos refrenan cada vez que tenemos ganas de decirle a un chafi “quedate”, o “me encanta estar con vos”, o simplemente “sos hermoso”, o el más pavoroso de todos: “¿nos vemos otra día?”. (Una vez le dije a un muchacho: “sos una hermosa persona”, y me contestó con un “de una”. Por lo menos decime “gracias” si no te pinta el “vos también”, algo de coherencia comunicativa, algo).
(Gracias, Helena, por hablar en nombre de todas).
Tantas paredes de silencio luego de mis palabras más lindas han llevado a la auto-represión, basada en un profundo miedo al ridículo. Y si hay algo que las antinovias, amantes de la libertad expresiva en todo su esplendor, odiamos, es la autocensura. Y esa parálisis verbal que nos asalta es consecuencia, ni más ni menos, de esos mil años en que nuestros Discapacitados Emocionales frenaron sus palabras para dejarnos en un maldito “revoltijo de carne con madera”, como dijera Silvio Rodríguez (donde “carne” referiría al sexo meramente anatómico y la “madera” al material del que está hecho el cerebro emocional de nuestros interlocutores).
Do the Evolution
Nuestra esperanza en la humanidad, hermanas, está salvada por la existencia de los Hombres Evolucionados, esos diamantes en el barro de la mediocridad que no están sujetos a los mandatos de la masculinidad dominante (“los hombres no lloran”, “ser sensible es de mina”, “sos un pollerudo”). Los Hombres Evolucionados son, sobre todo, valientes. No temen las consecuencias de enamorarse. No temen sentirse enamorados, no temen decirlo. No ponen ochenta candados en cada una de sus cuarentaytrés rejas que preceden a la caja fuerte de sus sentimientos.
El Hombre Evolucionado, representado por Eddie Vedder, nos dice que aún sigue vivo.
Los Hombres Evolucionados no quieren noviazgos acuáticos y también se sienten vacíos la mañana siguiente a una noche de sexo mecánico y alcohólico. Los Hombres Evolucionados no están mirando de quién se enamoran, sienten la conexión, más allá de las fechas y los nombres y las historias.
Los Hombres Evolucionados no usan la palabra “puta”. No les importa que la mujer haya estado con 4 o 29 o 567 personas antes que él, porque sabe que cada experiencia de amar es única y que nadie será como él. No les importa que, incluso, la mujer haya tenido intercambios salivales o genitales con conocidos o amigos suyos –sabemos que en el círculo de los chafis de esta pequeña ciudad es muy probable que estés con dos concubinos sin siquiera saberlo-. A los Hombres Evolucionados les importa el presente, pero no le temen al futuro.
Tampoco le temen a las palabras: si piensan que sos bella te lo van a decir, si tiene ganas de verte te lo dicen. Ellos no tienen una máscara de macho-alfa-impertérrito-ante-cualquier-estímulo-emocional que mantener. Tampoco les importa que una noche –los demonios no lo quieran, pero puede pasar- solo quieras dormir. O que un beso sea un fin en sí mismo, no un medio para el único fin válido en la vida del hombre cazaentrepiernas, que es encamarse con la mayor cantidad de cuerpos posible. Para ellos es un fin en sí mismo acompañarte de la parada a tu casa, aunque sea 10 minutos y no haya beso.
Una vez estaba pensando en todos esos hombres que tienen algo de chafis, pero que nos caen bien porque, al igual que Antinovia, son chafis creen en el amor. Y pensaba, en ese impulso aristotélico que se me da por nombrar y categorizar cosas, que tenía que haber una palabra para describirlos. Hasta que la encontré. Aquí están, ellos son, los chafis que queremos, los Hombres Evolucionados, los que no frenan palabras, los que no hacen que las frenes: los Antinovios. Bienvenidos a la Hermandad.
Crónicas diarias de Antinovia en el Facebook.com/Antinovia.
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Wow... De verdad me identifiqué mucho con lo que escribís. Tanto que me hice un "tumblr" solo para seguir leyendo lo que escribís. P.D.: No entiendo un carajo este sitio.
Jajaja, Tumblr no es lo más amigable, pero no hay plataforma que pueda vencer a una rockera ;-)
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10 maneras de iniciar una conversación de chat y ser eliminado en el intento
Diez de cada diez mujeres que muestran sus lindas sonrisas en sus perfiles de la red social se exponen al gran flagelo de la comunicación interpersonal actual: #ElChatNuestroDeCadaDía. Ese asalto a nuestra intimidad virtual que se lleva a cabo en forma de indiscreta ventana de chat (qué pensaría Hitchcock); donde el mero circulito verde parece habilitar a gran parte de los sujetos a decirte lo que se les antoja sin pensar que puede molestarte, que no te interesa en lo más mínimo intercambiar tres líneas con él o que su capacidad para emitir mensajes es análoga a la mía para zurcir medias –es decir, tendiente a nula-.
(Antinovia reaccionando ante los insulsos "hola en q andas"(sic) que irrumpen en su pantalla consuetudinariamente)
La gran paradoja: el Chat Nuestro de Cada Día es una potente herramienta de levante indiscriminado –sobre todo para la masa abundante de seres cobardes que encuentran en este espacio sin gestualidad una máscara perfecta para su incapacidad emocional- y es nuestro principal surtidor de potenciales salientes (en invierno, incluso más que el Bar de Siempre); pero al mismo tiempo funciona implacablemente como herramienta de detección de chafis (o, lo que es peor, de no-chafis pelotudos). Y en esa exposición ilimitada de la pelotudez humana, aniquila la posibilidad del amor.
Algunas cifras ilustran la penosa situación a la que nos sometemos diariamente las antinovias (quienes, como propensas a los comportamientos adictivos, sabemos del mal que nos causa esta droga comunicacional pero somos incapaces de dejarla). Está antinovestadísticamente comprobado que el 87% de los muchachos que invaden tu virtualidad con charlas vacuas de chat no tienen la limpia y dulce intención de simplemente saber cómo andás; y recientes indagaciones revelan que, de esa población, un 93% utiliza mecanismos de comunicación que traslucen cual camiseta de nylon su condición de verdaderos mediocres del diálogo interhumano.
(Los asaltantes del chat tratando de llevar a cabo una conversación fluida y con un mínimo de interés)
Cuando soy víctima de alguno de esos artilugios baratos, agradezco a los programadores de Zuckerberg que Fakebook haya implementado el “visto” para transmitir automáticamente mi escaso interés ante las palabras insulsas. A veces me da un poco de pena y sigo dos o tres líneas más hasta que la conversación es menos interesante que el “hola” inicial, y balbuceo un “ya me estoy yendo”; al menos el espacio no personal nos da ese superpoder de bomba de humo simulada. Pero hay casos en que nuestros brillantes candidatos a chafi se creen los Shakespeares de la mensajería facebookiana y optan por saludos “originales” (sí, pelotudez 100% original, de eso no hay duda), superando ampliamente mi sentido de piedad y haciéndome perder mi fe en la humanidad por los pocos milisegundos que dura la lectura. Esos solo merecen una respuesta: “¿de verdad pensabas que con ese saludo de mierda ibas a tener chance de invitarme-a-tomar-una-cerveza-encamarte-conmigo?” Obviamente, como no les contesto de forma literal, no lo entienden.
Lo positivo es que de toda la ira que invade mis neuronas –porque además nadie es capaz de escribir cuatro palabras seguidas sin alguna falta de ortografía- salió mi lado más altruista y didáctico, y como todavía me queda un poquito de fe en el progreso del alma humana, les traigo las diez peores maneras de iniciar una conversación de chat para que no se les ocurra intentar esto en sus casas si lo que quieren es de verdad invitar a salir a vuestro interchateador o si, mínimo, desean no quedar como los idiotas del condado.
Saludo # 1 - El "original"
Emisor: Pibe random desconocido que me acababa de agregar y que no sé por qué demonios acepté.
Reacción:
“Gracias por aportar a mi listado de las 10 peores maneras de empezar una conversación de chat”, le concedí en un exceso de bondad comunicativa, entre el desconcierto y la resignación a la pelotudez humana que parece un estrago social peor que Agapornis.
“Es que estudio literatura, siempre hago todo con estilo”, tuvo que responder para que el autofusilamiento comunicacional fuese completo..
“Para ser estudiante de literatura tenés muy pocas capacidades literarias”.
Es que él realmente pensaba que había iniciado una charla con estilo. Y yo realmente nunca entendí si se refirió a mi fealdad, así con mayúculoas, como una ironía o como una sigla de algo (¿For Ever Antinovia?) o porque de verdad pensaba que yo era fea, o porque el manual de seducción no le vino con un saludo de persona normal y tuvo que manotear alguna fórmula que pareciera original pero que, en vez de connotar genialidad, connotara estupidez. Otra prueba empírica de cómo el ser humano despreciable (más conocido como chafi) solo tiene un camino ante la imposibilidad de alcanzar una antinovia: desmoronarla. Eliminado.
Saludo # 2: El Freudiano
Emisor: Alguien con quien alguna vez compartí una salida en la cual no pasé mi momento de mayor bienestar, y por lo tanto no quise repetirla.
Reacción:
"¿En serio eso lo mejor que tenés?"
Si hubiera querido darle algo de razón al muchacho, le habría dicho que sí, que según Freud todos somos egos caminantes, salvo cuando hacemos otras cosas en vez de caminar, como coger, algo que nunca pasará entre él y yo.
Realmente me sorprende la lógica de acción del muchacho, según la cual atacando mi ego alcanzaría su cometido final de reiterar aquella salida poco exitosa –y convertirme en un ego cogiente-. Quizás mi negativa era suficiente para que él me considerara una ególatra (tengo un blog sobre mi vida, hello, ya sé que tengo un ego con muchas ganas de andar caminando por los senderos del universo). En el hondo bajo fondo de los parámetros de la mediocridad en el que estamos sumergidos, nada viene bien: si tenés autoestima baja, sos un estropicio, te tenés que querer más. Si te querés, sos una vanidosa, pillada (se han referido a mí con esa palabra del año 95), creída, una hereje en este país de almas grises e inseguras. Lo que es seguro es que los pseudo-psicoanalistas del chat no van a lograr despertar demasiados deseos reprimidos en el ello con alocuciones como esa. Eliminado.
Saludo # 3 - El adulador
Emisor: Un total desconocido que nunca me había hablado en la vida (horror 1; cómo sabés si soy “cool” o lo que miércoles sea si NO ME CONOCÉS) y que luce una convencionalísima foto de perfil con su novia (horror 2; muerte a las fotos de perfil en pareja; ¿no somos seres completos por nosotros mismos?) (horror 3; ¿por qué rayos me estás hablando con tono de interés hacia mi persona si TENÉS NOVIA y no hacés ni el básico esfuerzo por disfrazar ese dato de la realidad?).
Reacción:
(Aquí tienes una chica cool: Ellen Page)
Antinovia es algo muy alejado del concepto de “cool” (hola, no tengo lentes hipsters, voy todos los últimos viernes de cada mes a la convención de chafis y pasé el 45% de mi vida juvenil adulta en un ómnibus interdepartamental). Pero hay algo incluso mucho menos cool que usar la palabra cool: tener novia, exhibirla en tu foto de perfil e iniciar chats pelotudos con una chica que no conocés. Eliminado.
Saludo # 4 - El confianzudo
Emisor: Otro representante de la Organización de Gente Random, que me había agregado el día anterior y con quien había tenido como diez minutos de charla derivados de que habíamos hecho, casualmente, la misma carrera –en la cual, por suerte, nunca nos cruzamos-.
Reacción: “¿Y eso? ¿Amiga? ¿Es nuevo?”
(Aunque por dentro, me habría gustado decirle:
)
Su respuesta:
Reacción 2:
No sé qué me causó más repulsión, si el término "MAÑANITA" (¿quién sos, el Rey David?) o el exceso de confianza del clásico "me hago el amigo buena onda pero la realidad es que te agregué muy aleatoriamente para ver si tenía suerte de que accedieras a una cerveza conmigo". O que en la expresión “te sorprendo cada mañanita” haya algo de reminiscencia hacia el sexo mañanero o despertar junto a alguien que te gusta y que haya ido a la panadería mientras vos estabas dormida destilando la última caipirinha (a eso es lo que llamo “sorprender en la mañana”). Nada más lejos del tipo de vínculo que quería establecer con este individuo, en la mañana o en cualquier momento del día. Eliminado.
Saludo # 5 - El graciosito
Emisor: Tercer integrante de la familia Random (en este caso, Desconocido Random alias "Me Hago el Canchero").
Reacción:
El poeta contemporáneo creador de este saludo, hábil dominador de metáforas y traslaciones simbólicas, pensó que iba a mimar mi sentido del humor comparándolo con el de Maxi de la Cruz. Cruz es la que le hice para siempre a este sujeto. Eliminado.
Saludo # 6: El consultorio
Emisor: Un lector a quien nunca vi en persona, que pensó que porque tengo un blog sobre infortunios amorosos mi ventana del chat es algo así como un consultorio psicológico virtual.
Reacción:
En la contratapa del Manual de la Comunicación Básica con una Persona Desconocida a la que te Quieres Aproximar (ed. Antinovia, 2015) está la prohibición de unir la e con la x formando la sílaba “ex”. Este señor la utilizó cuatro veces, una refiriéndose a su antigua novia acuática de la cual acababa de separarse, y tres en uno de los verbos más tristes del diccionario: “extrañar”. A mí lo que me “extraña” es que alguien se proponga despertar una empatía de mi parte cuando en la primera charla que improvisa se pone a hablar de cómo “no extraña a la ex en su conjunto pero sí las vivencias” (lo cual, aparte, es el mecanismo obvio de la añoranza: no extrañamos a la persona, extrañamos lo que hacíamos con esa persona, menos en mi caso que no extraño para nada irme a dormir a las 23 un sábado). Eliminado y pase a consulta.
Saludo # 7 - El poeta
Emisor: Escritor que a veces se queda sin musas y se acuerda que Antinovia es de las que no tienen problema en tener encuentros nocturnos ocasionales. Solo que jamás con él.
Reacción:
"A las 3.16 de la madrugada te mamaste y empezaste a mandar mensajes lindos pero incoherentes", le contesté al día siguiente, cuando vi el mensaje.
No voy a negar que ver un “te amo” que no sale de las teclas de mi madre produce un ápice de gratificación, hasta que recuerdo que ese mensaje forma parte de un chamuyo barato –algo sofisticado, he de reconocer, pero barato al fin, más que barato, gratis como el chat, a ver si un día alguien se pone las pilas con UN mensaje de texto- y que nunca se convertiría en una manifestación verbal de amor real luego de que me fuera a su cama. Bloqueado (no eliminado porque el hombre escribe bien y postea cosas interesantes cada dos por tres).
Saludo # 8 - El cómodo
Emisor: Alguien de apellido Bledo que no entendió un Bledo.
Reacción:
Tengo una especie de respuesta de chat automática al mejor estilo “fuera de oficina” que salta cada vez que alguien me pide que le explique qué o quién o por qué es la Antinovia o si ellos son chafis o tendrían posibilidad de serlo. Claro que cuando esa respuesta aparece (“todo está en el blog, puedes leerlo para más información”), sobrevienen respuestas que generan ese hermoso sentimiento de vergüenza ajena frente a la ingenuidad de los que se atribuyen confianzas no correspondidas. En el caso de Bledo: “pero es más lindo que me lo expliques vos, me gusta la exclusividad”. “No es más lindo, es más cómodo”. Disculpas, a veces me olvido que vivimos en una era donde los signos de interrogación iniciales junto con todos los tildes están en peligro de extinción a causa de la pereza que provoca apretar el Shift. Eliminado.
Saludo # 9 - El baboso juzgador
Emisor: Alguien que no puede ver una foto de una señorita sonriendo en bikini porque interpreta que lo único que esa señorita quiere es despertar su libido (la cual tiene un sueño tan liviano que podría despertarse poniendo el despertador del cel en silencio)
Reacción:
El esqueleto de conceptos machistas que sostiene en pie a esas dos vomitivas oraciones es del tamaño de un fósil de tiranosaurio. Según el razonamiento de este señor, una mujer que sube a la red social una foto con una ropa “provocadora” (léase vestido escotado, pollera corta, malla, hola, me había ido a Brasil, no sé si querías que fuera a la playa con un sobretodo gris) lo único que busca es excitar a los posibles sujetos del otro lado de la pantalla, candidatos a acabar con esa soltería que le impide ser una mujer completa y feliz, aunque en la misma foto se vea que está completa y feliz sin necesidad de un macho al lado regodeándose con su figura. Y eso no es todo: en los parámetros de machismo en los que se conduce torpemente este individuo, para subir una foto donde se vea algo más de piel que lo habitual, hay que sacar “licencias”, es decir, salir de las obligaciones, que son mantenernos cubiertas cual monjas o musulmanas para no tentar la débil carne de los débil-mentales. Eliminado.
Saludo # 10 - El insolente
Emisor: Alguien que no entendió nada.
Reacción:
Eliminado.
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Anna Karenina nunca se habría enamorado de Vronsky si hubiera existido el chat en la Rusia Imperial. Le habría parecido flor de langa. Que vuelva la época de la correspondencia, en todos los sentidos del término.
Tenía ganas de hacer un listado con las diez mejores formas de empezar un chat, pero en todo mi historial de conversaciones no encontré ni una.
Antinovia en un mundo real, buscando una conversación estimulante en su historial de mensajes. Al borde de la autoeliminación.
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Ficha#2: El Latin Lover
Esta historia es tan breve como una canción de un grupo de pop latino de los años 2000’s o como la hora cuarenta y cinco que este chafi estuvo en mi cuarto. Visita de doctor, le dicen. Justamente, este ejemplar estudiaba medicina. Y sí, todo con él era muy “anatómico”. Conocía perfectamente el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo –principalmente los reproductivos- menos el corazón, por supuesto.
Pese a su gran pericia medicinal –su irrupción en mi dormitorio cortó más rápido que un Benzetacil una abstinencia de varias semanas-, en el Universo Antinovia no es conocido como "el Médico" sino como el Latin Lover, no solo por sus grandes habilidades amatorias –quitando la parte de “amar”, claro- sino sobre todo porque le encantaban los bailes esos a los que una no va desde los 18 años (bueno, los 24 son los nuevos 18) y donde ya no pasan Monterrojo sino reggaetones monótonos sin más ritmo que el necesario para el levante instantáneo.
(Estaba elaborando su ficha hasta que encontré este gif que todo lo resume:

)
La lógica chafística del chat y cómo un triunfo de Uruguay te puede llevar a las peores no-citas de tu vida
Como tantas historias regaladas por la noche, ésta también empezó en el Bar de Siempre. Y como tantas veces, no recuerdo cómo. Mi primer recuerdo es la cara de un muchacho de bien en la lista de solicitudes de amistad de Fakebook (lo cual instantáneamente lo hizo menos atractivo, porque todas sabemos que nos gustan los chicos malos). Según sus propias palabras, estaba haciendo uso del contacto que yo le había propiciado en alguna charla que mi Random Access Memory post-Bar borró para siempre de mi almacenaje neuronal.
(Lo bueno es que todos los domingos una se siente Drew Barrymore en "50 primeras citas")
Durante algunas semanas, El Chat Nuestro de Cada Día trajo varias conversaciones superficiales y de rutina, todas iniciadas por nuestro aún inocuo Latin Lover –quien seguramente al mismo tiempo tenía abiertas como ocho ventanas inauguradas con un “hola, divina”, pero qué me importa, yo también las tenía- y cuyo único fin era conseguir, al final de la charla, mi aceptación a tomar una cerveza con él algún día (lo cual nunca es más que un mero medio para el fin máximo del chafi: clavar su bandera en tu entrepierna cual Neil Armstrong en la Luna, solo que lamentablemente esta bandera sí es real).
La sucesión de charlas irrelevantes fue una más entre las pruebas empíricas irrefutables de una conocida y trillada Ley Antinovia de la No Correspondencia: “me gustás mientras sos inalcanzable”. Cuanto más me negaba a cualquier cosa cercana a un encuentro premeditado, más esfuerzos ponía el Latin Lover en obtener cualquier cosa cercana a una aceptación de mi parte. Nada nuevo bajo la luna: a todas nos ha pasado encarnizarnos con alguien por su sola condición de imposible; revirtiendo por completo el encarnizamiento cuando el prefijo de la “im-“ desaparece, llevándose con él nuestro deseo (que no es deseo de la persona en sí; es deseo de alcanzarlo). Me pasó por ejemplo con el profe que más amé en toda la Universidad (cuya historia quedará en otro fichero, el de los Chafis Célebres, porque es de los Chafis que queremos), y creo que con nadie más porque la verdad es que todos con los que logré intimar han sido bastante alcanzables en su mediocridad chafística.

(El chafi revoloteándome al chat -yo vendría a ser la flor, asediada por lo que en realidad solo era un pecho frío-).
Y una tarde, cuando mi anatomía aún era un objeto intocable para el Latin Lover, a Uruguay se le ocurre ganarle a Italia y pasar a Octavos de Final en la Copa del Mundo. Nuestro –aún no descubierto- chafi estaba en Brasil, por supuesto, lo cual automáticamente ya lo hacía más atractivo en nuestro geolocalizador de sensualidad. Y en la mente de Antinovia, alimentada por la euforia colectiva y las ganas de tomar una cerveza en un bar y no en el escritorio del trabajo como lo estaba haciendo, nació una idea tan irracional como la mordida que Suárez había cometido apenas minutos antes: darle una oportunidad al chafi.
Si tu detector falla, escucha el de tus hermanas
“Solo en Brasil pueden pasar estos milagros, Uruguay pasa a Octavos y vos aceptás una cerveza conmigo”, me escribió el Latin Lover enterneciéndome y dando final a una charla que comencé haciéndome la tonta, preguntando cómo se estaba viviendo eso en Brasil. Brasiles y goles de Godín aparte, lo que me llevó de verdad a acordar un encuentro a su regreso es que yo pensaba que al muchacho le gustaba en serio, y existe una triste realidad de nuestros egocéntricos comportamientos relacionales: al igual que deseamos lo imposible, muchas veces vamos por el lado opuesto y lo que nos gusta del otro es la forma en que le gustamos.
“Entre tanto chafi que no se interesa por mi persona, por qué no darle una chance a alguien que parece tener buenas intenciones, alguien que nunca vi en la Convención de Chafis del Último Viernes de Cada Mes, no tiene rastas, no es guitarrista, no es hippie, no va a los tambores y le gusta ir a los boliches de Pocitos PERO también al Bar de Siempre. Y además, una cerveza nunca mató a nadie”, me decía a mí misma cual Narcótico Anónimo que piensa que un inocente trago no revive la adicción.

(Nunca trates como cerveza lo que en realidad es tequila. #LeccionesDeVidaConAntinovia)
Debí haber advertido las inmanentes señales de chafismo la primera vez que canceló su cita. Ya a mi amiga Cécile no le había caído nada bien verme corriendo por la casa para estar pronta y bañada a la hora acordada después de una jornada que había incluido muchas horas de cansancio en mis dos trabajos, una clase de música y un taxi desesperado –todos sabemos que Antinovia no paga taxis que no sean los que la llevan del Parque Rodó al Bar de Siempre atravesando la noche en la ciudad-. “Estoy muerto, discúlpame”, fue su excusa. (“Hello, yo también trabajé todo el día; cuando te gusta alguien no te importa dormir tres horas”). “Dale, vemos otro día”, dije como por vigesimotercera vez en el último año.
“Este chico no me cae muy bien”, sentenció mi sabia amiga Cécile cuando el Latin Lover me plató por segunda vez, después de llamarme para vernos (“ir a la Rambla” le dicen ahora), hacerme cambiar y perfumar a la una de la mañana y avisarme a las dos y media que no podía no había conseguido el auto de los padres.

“Cuando te gusta alguien de verdad te tomás un taxi, un bondi, caminás, algo”, continuaba Cécile, más irritada que yo. Y cuando a Cécile no le gusta alguien para vos, mejor eliminalo del Facebook, del celular y del planeta tierra, porque hay un 99% de posibilidades de que sea una frustración amorosa de esas que cuando te acordás te agarrás la cabeza y preferirías despertarte con un ataque de amnesia para que ese recuerdo nunca volviera a asomarse n etu mente. Así es Cécile, gurú espiritual, Nostradamus del amor.

(Cécile convirtiéndose en Casandra y haciendo sus profecías que nadie cree hasta que ocurren)
Lo nuestro fue polvo de estrellas (pero sin la parte de las estrellas)
Creo que hubo un chat bastante elevado de tono el fin de semana previo a que el Latin Lover se dignara a aparecer en la puerta de mi dormitorio en el tercer intento de coordinar un encuentro. Como buen metrosexual, obviamente venía del gimnasio, y las menos de dos horas entre que dejó las pesas y se fue al fútbol 5 le alcanzaron para “cubrir mis necesidades”, como más tarde definió a su irrupción en mi cama. “¿Pasó bien, Antinovia?”, me preguntó no porque le importara cómo me sentía, sino para saber si había cumplido bien su rol de semental satisfactor de hembras en celo.
Expectativa post-sexo con el Latin Lover:
Realidad: el chafi muy preocupado por su desempeño
Cuando se fue como llegó -casi corriendo y sin hablar- me quedé parada sola en medio de la cocina y me invadió un gran vacío. (*Música triste tipo Love Story*). Ese vacío de saber que solo hubo el encuentro de dos cuerpos, dos masas musculares (la de él mucho más firme que la mía), dos funciones orgánicas. Antes, cuando recién había probado el elixir de la noche y la libertad, eso me divertía y era parte de la exploración. Ahora, Dora la Exploradora se había cansado y ansiaba un lugar donde armar la carpa. Solo que, otra vez, aún buscando en zonas desconocidas, era el camping equivocado.
Le hice saber de ese sentir, porque no tengo miedo de decir que en realidad me habría gustado que se quedara abrazándome hasta el otro día y no quedarme con la sensación de que acababa de pasar por la camilla de un centro de inseminación artificial. Obviamente, todo lo que pueda definirse en el diccionario como “sentimiento” no forma parte parte del esquema conceptual y relacional del chafi, por lo que los “hola, divina” y “sos hermosa” de la época anterior a mi “tomemos algo” se convirtieron en fríos “qué hacés, Antinovia”. El “qué hacés” (como el “me fui”) es un mensaje tan letal como útil indicador. Es una prueba exacta de que al pibe no le interesa en lo más mínimo tener una charla contigo. Díganme si no lo usan ustedes a razón de unas tres o cuatro veces al día.
Cuando le comenté que usaría su historia para esta ficha, se ofendió porque él no se consideraba chafi (algo así como cuando un dictador arma elecciones para constitucionalizar su tiranía). “Claro que sos chafi. Cada actitud tuya ha sido predeciblemente la de un chafi”. “YO CREO QUE VOS GENERÁS CHAFIS”, fue su respuesta. Ouch, touché (acabo de captar que “ouch” está contenido en “touché”, qué genial). Cadena de reacciones:
El golpe:

La ira:

La preparación del contragolpe (al cual denominaremos "texto que viene a continuación"):
Según su brillante teoría, que yo expresara ciertos sentimientos y expectativas de tener un vínculo cercano al amor con una persona, y no fuera correspondida porque mi interlocutor concibe que los encuentros sexuales solo se producen para cubrir necesidades cual canasta familiar, eso significaba que los chafis los producía yo.
“Tenés que entender, pequeña, que cojer por cojer no está mal”, me aleccionaba el experimentado Latin Lover en su último chat. “Sí, está mal, porque va con G”.

Sexo por deseo, eso no es amor
Para el Latin, todo se reducía a que en realidad (según su profundo conocimiento de mi psiquis y eso que apenas habremos tenido en total 11 o 12 minutos de conversación fluida), todo lo que yo quiero en la vida es un novio. Nunca entendió que todo lo que yo quiero en la vida es un amor, no un novio. Se puede tener novio sin amor, se puede tener amor sin novio. En algún paraíso terrenal, ambos coinciden. En el eterno purgatorio de la conformidad chafística, seguimos en los vínculos intrascendentes donde ni hay novio, ni hay amor.
Lamento comunicarte, querido chafi, que por amor a mi cuerpo y mis emociones, no quiero más tus minutos de sexo vacuo, de usar la piel del otro, de sentirse usado. Por supuesto que “no está mal”, lo que está mal es hacer cosas que a uno no le hagan feliz, lo que está mal es tener miedo de decir lo que uno de verdad quiere y desea. Al Latin Lover, al chafi en general, no le va que lo que una quiera y desee pueda ser algo más significativo que su humanidad descargando su apetito seminal encima de la nuestra. Y es una conquista valiente darnos cuenta de eso, de que no queremos solo un miembro: queremos todo el club.
("No quiero un novio, solo quiero alguien que ande conmigo todo el tiempo y piense que yo soy la mejor persona en el mundo y quiera tener sexo solo conmigo". Cómo amo este parlamento de Hannah, parece escrito por el guinista de Antinovia)

(NOTA MENTAL: Próxima conquista-->hacer caso a nuestro detector de chafis interno cuando te dejan plantada por segunda vez en una semana).
Por suerte, del mismo modo que las antinovias no necesitamos la limosna del cuerpo de nadie para estar contentas por la vida, tampoco necesitamos novios para vivir amores. Como escribe Acostumbrado al fin del mundo, filósofo contemporáneo, el amor puede tener miles de formas y durar lo que un beso de tres minutos o una revolcada una mañana de lluvia. Amor puede ser estremecerte con la voz de alguien que te ha mostrado una canción que no puedes parar de escuchar, o bailar funk como nunca antes con alguien que comparte tu misión en el calendario maya. Las antinovias sabemos que queremos y valemos esos amores, aunque vengan de Donjuanes viajeros o Casanovas bailarines de tango. De esos que no importa si ya nunca más te llama o si ya cruzó el océano, porque fue tan bueno que haya ocurrido.

(Antinovia experimentando una de las formas del amor, el platónico, ya sea una madrugada en el Bar de Siempre o una mañana en el 145)
Y para todos los que alguna vez nos dijimos “nunca más voy a tener sexo sin amor” y queremos mantenernos firmes en nuestras convicciones, no hay de qué preocuparse: el amor también viene en forma de marcas de preservativos.
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