aqrien - Tumblr blog

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shaiasi:

“Exacto, por eso es que no tiene sentido” fingió, esta vez, no encontrar el sarcasmo en las palabras ajenas, y coincidir en lo que acababa de asegurar. Porque su memoria ponzoñosa resultaba muy útil a la hora de recordarle los motivos por los que debía guardar resentimientos, por muy insignificantes que fueran. "Es lo mismo que me pregunto yo, mis privilegios me privarían de tu presencia en este momento, por ejemplo, pero no sé en dónde están los guardias.” Era probable que el corte de luz los mantuviera ocupados, quizás repartiendo instrucciones y herramientas para sobrevivir a la penumbra, una tarea que tarde o temprano (imaginaba) llegaría hasta él. “¿Quieres pasar al baño para secarte?” le dio la libertad de acceder al tocador, considerando que no habría ropa seca que ayudara si continuaba empapado al realizar el cambio de prendas. “Te creo lo suficientemente descarado como para pasearte por el palacio en ellas” aseguró, lejano a buscar compensar cualquier falta en sus insinuaciones. La expresión de su rostro falló en el intento de mantenerse inmutable, pero fue ligera la curva que tensó sus comisuras. “¿Cuál es el problema? ¿No quieres conquistar corazones de camino a tu habitación? Porque te aseguro que la oscuridad no sería lo único que te mantendría a salvo de lograrlo” y que se alejara de su clóset para, en cambio, acercarse hasta su cama podía indicar que cualquier cambio en su elección estaba por completo descartado, pero no: “Elige la que tú quieras, me niego a pasar el resto de la noche intentando acertarle a tu pésimo gusto.”

“Muy profesionales los eligen. Me extraña porque conmigo pusieron demasiados reparos antes de contratarme,” aún recuerda la cantidad de formularios, documentos y entrevistas tediosas, pero tiene un mero objetivo en mente al avanzar por aquél camino: “así que tal vez sea que a tus escoltas no les agradas, ¿no crees? Si a ellos también le has enviado mensajes a altas horas de la noche por inconveniente menores, no me quedarán dudas.” contrario a lo que pueda aparentar, no existe ningún rechazo particular del cuidador al príncipe. Es el desagrado natural por la mayoría de las personas del palacio lo que probablemente dio comienzo a la mala relación que mantienen, quizá también la confianza que le inspiró desde el día uno como para comportarse auténtico a pesar de la relación empleado/jefe que los une. “Me estás tratando de ladrón.” pasa en limpio a su antojo, expone su conclusión de todo lo escuchado y la evidente decisión de ignorar cualquier broma, si es que la hubo. Sigue al príncipe (o a su sombra) con la mirada ante lo siguiente. Sus párpados terminan por caer con cansancio, no precisa ni siquiera considerar por un segundo la opción de explorar un armario ajeno, sabe que no está dispuesto a hacerlo. Su lengua recorre el labio inferior antes de capturarlo con los dientes, mano contraria a la que sostenía la ropa ataja la misma en un brusco movimiento que sólo antecede al cuidador entrando en el baño. Su queja se traduce en ese accionar.

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zara-j:

“Ah, es porque debes estar acostumbrado a tan poca atención” explica con su índice sobre su barbilla, pretendiendo que tal detalle fue un gran descubrimiento. El estrés que traía luego del ataque era suficiente para no guardar un ápice de paciencia frente al cuidador pese a que todas las veces que se vieron siempre terminaron en malos términos y eso no parecía cambiar. “Estoy siendo inteligente alejándome de ti, además prefiero que me disparen de nuevo antes de quedarme aquí” soltó con tranquilidad mientras calculaba qué tan largo sería su camino hasta su habitación. Quizás si volvería a lastimarse pero no se retractaría de su decisión incluso si eso le costaba regresar al hospital de nuevo. 

“Qué buen ojo.” destaca dando un pequeño respiro al sarcasmo que no deja de viajar de un lado a otro, pequeña estrategia para intentar defenderse. La decisión de partir parece ya haber sido tomada por la asesora, por lo que no insiste. “Gracias por pensar en mi bienestar. Mucha suerte buscando esa bala.” se despide, gracia empapando sus facciones. Si la luz de su linterna le diera en el rostro resultaría visible la tímida sonrisa que portan los labios del cuidador (diversión producto de la fortuna y terquedad que, sin embargo, enseña la contraria) en tanto retoma su camino hacia el otro lado del pasillo.

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meilanic:

Encontró alivio en aquellos labios que volvieron a unirse a los propios, la probablemente efímera tranquilidad de que no había perdido la posibilidad de volver a sentirlo como en ese momento, el miedo y la incertidumbre perdiendo fuerza, palideciendo, pero manteniéndose vivos, aún más ante las palabras que lo escuchó pronunciar después. Fue breve su momento de duda, porque era cierto que no le agradaba la idea de volver a pelear con él, pero también era real la seguridad que sentía en ella misma, en que no ocasionaría una situación como la última que habían protagonizado, cuando sus emociones y susceptibilidades se encontraban exageradas por los acontecimientos recientes. “¿Alguna vez funcionaron?” elevó uno de sus hombros, y avanzó otra vez, lo suficiente para encontrarse dentro del cuarto ajeno, pero no tanto como para alejarse de él. “De todos modos, hablo en serio cuando digo que no tengo intenciones de pelear” pronunció, reafirmando su posición. Y habían comprobado que siempre que uno de los dos no estuviera dispuesto, los pleitos no se desarrollaban de la misma manera; era cierto, sin embargo, que en el último tiempo habían dejado de discutir por la cantidad de contactos que guardara en su móvil o el hecho que mantuviera el número ajeno bloqueado. Eran peleas capaces de crear distancia entre ambos las que ahora protagonizaban, capaces de ocasionar un daño real. “Entiendo que quizás estés molesto, sé que te di motivos, y lo siento mucho” se disculpó, y esa era, quizás, otra prueba de que ya no eran juegos ni discusiones bobas las que se desataban entre los dos. “Aceptaré todos los reclamos y reproches que tengas para hacer.”

Su pecho desciende (con la misma lentitud que tiende a delinear todos sus movimientos, como si no desearan ser notados) en una exhalación de aire que se produce al verla ingresar. Alivio, placer poco común de dejar la suerte en manos de alguien más y salir ganando. Es suave el empujón que su mano da a la puerta con toda la intención de que la otra alternativa quede sepultada, liberarse del picaporte para rozar el antebrazo femenino hasta poder entrelazar los dedos con los ajenos. Su mirada se concentra ese movimiento mientras escucha, atento, cómo recibe más de lo que hubiese esperado de parte de Meilani, casi como si su vista volviese a evitar la ajena tal cual lo hacía en los primeros encuentros (ésta vez por razones diferentes: no quiere condicionar unos dichos que le resultan innecesarios, ya lo desarmó, rencor es lo que menos lo recorre en ese instante). Una ceja se alza ante lo último en compañía de un ligero ladeo de cabeza, como pensando aceptar la oferta: “Bueno, tengo unos cuántos.” y es en eso que se adentra en la habitación, sin intenciones de romper el agarre, mas bien utilizándolo para no perder la ávida cercanía. Son pocos los pasos que da para alejarse de la entrada y acercarla a sí, dígitos optando por viajar a la espalda baja: “El principal es por qué tardaste tanto en venir a decirme algo así, te das cuenta de lo fácil que era...” aprovecha la falla ofensiva por el otro franco para disfrutar un poquito la cuestión, y poco es el entretenimiento que busca sacar de aquello porque de todos modos hay algo que le interesa más, robar otro beso que se prolongue tanto como le sea permitido. Sus manos buscan entonces deslizarse por debajo de la prenda superior ajena, quizá persiguiendo la idea de encontrar algún indicio de poder deshacerse de aquella tela. 

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austinschreave:

En realidad pensó en varias opciones en ese momento, ninguna peor que la otra, así que se decidió por la más simple: “Podemos ir a buscar a la cocina, si no hay nada, vamos a la habitación de mis padres, guardan los mejores vinos ahí.” propuso, sus hombros alzándose con total despreocupación, sabía que tenían camino libre para ello. “O si no te gusta el vino, podemos ir a la bodega a buscar whisky o algo así.” él, ciertamente, gustaba de casi todo tipo de alcohol, a excepción de los más amargos. 

“No entraré a la habitación de tus padres.” sentencia, porque tendrá problemas si, bajo el peor de los escenarios (ese al que tanto tiende a mirar), son descubiertos. Sin embargo, queda otra alternativa, y es por eso que se pone de pie. “Vino me parece bien, mientras no sea blanco, y... supongo que la cocina queda más cerca. No te preocupa en lo absoluto el corte de electricidad, ¿uh?” interroga sobre la serenidad que ve en el contrario, tan diferente a la que vio en más de uno. “¿La idea de que rebeldes te salten desde las sombras no te inquieta?” tal vez erra al tratar con liviandad un tema tan reciente, pero desaprueba en materias de tacto y... ah, su preocupación es nula.

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octxviusr:

—Llevo bastantes meses trabajando en este palacio como para tener una paciencia de oro.— Burla que esperaba el otro comprendiera, aquella linea entre la cual varios empleados solían moverse, aún cuando la paga en la mayoría de los trabajos era buena, no podía negar que las excentricidades y el formal trato lo sacaban de sus cabales de vez en cuando. —¿Pasándola de diez?— Nuevamente aquel tono que danzaba a través del chiste, sus cejas alzándose y su mirada devolviéndose a su inesperado acompañante antes de volver a centrarse en el pasillo, ya alcanzando la cocina. —No llamaría a esas opciones de planes pasarla de diez, eh.— Increíble parecía ser como la falta de electricidad disminuía los planes de la mayoría. —Oí que en uno de los salones estaban juntando gente para jugar a algo, ¿no es lo suficientemente interesante para ti?— Hipócrita, puesto que a él mismo la idea se le había antojado ridícula. 

“¿Dónde trabajaste antes de llegar a éste lugar?” la pregunta es pronunciada sin detener la caminata, las pisadas del par siendo lo único que se oye a lo largo de los silenciosos pasillos (más quietos que de costumbre, cualquier sonido se incrementa en ese ambiente). Ligera es la mueca que tuerce sus labios, la idea de largarse a dormir gana por gran diferencia a proponerse entrar en el juego que se esté desarrollando, sin importar de cuál se trate: “Paso. Seguro es un juego de retos,” aquella clase de desafíos parecen moneda corriente en el palacio, en más de una ocasión ha visto personalidades empujadas por algún curioso desafío a cumplir. “jamás agarran cartas o un... ludo.” nombra el primer juego de mesa que viene a su mente, y casualmente se da que es uno de los que más aburridos encuentra (lo que en parte viene perfecto a su postura). 

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emerson-carbry:

Poco aprecia el intento de regaño de parte del cuidador de animales, con todo y lo mucho que puede comprender la frustración que invade al contrario, una parecida (aunque más intensa) que la propia. No le gusta encontrarse en un lugar sin nada qué hacer, y mucho menos en lo que podría considerarse como el área de trabajo del contrario, donde era una intrusa, como menos. —Tampoco te estaba obligando a quedarte, que yo recuerde. Bien podrías haberte ido,— responde sin especial intención de molestar o llevar la contraria, simplemente especificando algo que se le antojaba como lógico. —Ya. Esperaremos entonces,— dice mientras pone los ojos en blanco, exhalando con lentitud en un intento de tranquilizar los crecientes deseos de salir de allí. —Está bien, gracias,—  responde, de todas formas, pocas intenciones de molestar al contrario. —Podrías enseñarme algunas cosas mientras estamos aquí. Es decir, a falta de algo que hacer… A menos que justamente hacer nada es lo que prefieras,— sugiere con especial cuidado, eligiendo sus palabras y el afable tono de voz.

— No volveré a actuar de forma civilizada, muy bien. —pero más allá de la molestia mal dirigida, recuerda que para casos como el actual se recomienda estar en compañía, de ahí que no decida alejarse por su cuenta. Dada la sugerencia voltea su rostro hacia ella, antes de mirar la penumbra con cierto desconcierto. — Dudo que pueda interesarte algo, sinceramente. Hay solo material para el cuidado de animales, información sobre ellos. A lo sumo puedes ver las nutrias, pero supongo que ya las conoces. —están encerradas por su propio bienestar. Sin embargo, habla con tintes indiferentes porque no cree que sean una fuente de interés, quizá gracias a la gran cantidad de tiempo que ha transcurrido con ellas. Y es posteriormente que una idea barre el panorama, arroja luz entre todo el gris mental que le impedía serenarse— Ah, en el fondo hay... —pausa para rascarse debajo del ojo, pausa para, en realidad, pensar si hace bien en compartir lo siguiente con alguien más. Pero el recuerdo trajo consigo cierto antojo:— barras de chocolate blanco. —y lentamente abandona la silla para ir hacia allí.

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[aqrien]

Lleva su vista hacia el príncipe sólo para comprobar que está hablando en serio. Lo cual, a simple vista, parece que sí. Deja de apoyar los codos sobre las rodillas y de entrelazar los dedos, endereza la espalda dispuesto a escuchar una propuesta que no le genera particular rechazo (al fin y al cabo, beber le termina dando sueño): “¿Y de dónde sacaríamos alcohol?” pregunta, quiere saber si mandará un tercero a la bodega o si tiene una reserva privada, allí.

Propongo dormir hasta que regrese la luz. — @aqrien

Por como sonaba, parecía una idea grandiosa, sin embargo, sabía que su ciclo de sueño no era igual que todos, que debía tomar medicamento, nivelar el azúcar en su sangre, y un sinfín de rituales que jamás cumplía (aunque a veces si aceptaba las pastillas). “Mmm…” se permitió meditarlo por una cuestión de segundos, torciendo sus labios con ligereza. “¿Y si mejor nos emborrachamos hasta que regrese la luz?” ahora una sonrisa ligera curvaba las comisuras de su boca. 

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zara-j:

Sus ojos no tardaron en ponerse en blanco, imaginando que la respuesta de él sólo avivaría las ideas que vagaban en su mente desde el principio pues claramente ella no había sido la que había empezado aquella mala relación que poco a poco avanzaba. “Haz lo que quieras” comunica como si no fuera noticia nueva que no le importaba sus accionares posteriores. “¿Tan importante te crees?” ironizó, no le apetecía dirigirse hasta allí así que sólo elevó sus hombros pese a que la iluminación no le ayudaba a que esto se notara. “Si me disculpas, tengo otras ocupaciones más importantes que seguirte” comentó como si no fuera obvio, aprovechando su ida de allí para darle un empujón que obviamente fue intencional. 

Un asentimiento da forma a su contestación: “Gracias por autorizarme... y no, no, es que así me haces sentir.” pronuncia, y una media sonrisa cargada de ironía (traducida en un suspiro) acontece en tanto recibe el empujón. A pesar de que la asistenta de imagen parece decidida a abandonar la escena independientemente de la nula iluminación, el cuidador opta por detenerse unos minutos, dar una segunda chance (de poder jugar con la confianza ajena): “Debes aprender a ser más inteligente y menos orgullosa, ¿cómo piensas avanzar a oscuras?” la pregunta nace viéndose obligado a elevar un poco su voz debido a la distancia que se incrementa entre ellos. Apunta la linterna hacia atrás, de modo que la luz emitida no aporte demasiado al camino de la diseñadora. 

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octxviusr:

—Oh, lo siento.— Un acto reflejo en el cual el otro se había visto perjudicado, desviando en cuestión de segundos la molesta luz de la linterna solo para ser él la próxima víctima, ceño fruncido mientras devolvía la mirada al otro. —Eh— Fuerte exclamación mientras entrecerró sus párpados, dándole la ventaja de la duda antes de inmiscuirse en una competencia sin fin alguno. —Esperemos que la ansiedad no acabe con todo.— Inevitable era ponerse en el más fatídico de los casos, pensando en que la tormenta bien podría aumentar sus intensidad, que la naturaleza cortaba caminos y piedad no tenía por todo lo que se construía en su entorno. Pero, ah, eso era exagerar; pensamientos para quienes crecían en condiciones menos favorables, eran los vecinos de la ciudad quienes debían preocuparse, no la corona, jamás la corona. —¿Estás aburrido acaso?— Con un tinte de burla profesó, en tanto comenzaba a andar en dirección a la cocina. 

Deja de apuntar al contrario con la linterna, a la par de que el chef aleja la suya. “Tendrás que armarte de paciencia.” una exhalación de aire antecede a lo dicho, llega la realización de cuánto agradece no trabajar en la cocina (no es como si las artes culinarias se le dieran bien, pero en momentos así puede hacerse una pequeña idea de las exigencias que tendrá aquella área del palacio). “No, para nada, me la estaba pasando de diez, pero te veías como si necesitaras ayuda.” pasa a avanzar a la par del chef para comenzar a encaminarse hacia la cocina. Entre las dos linternas y la tenue iluminación que hay en ciertos sectores del pasillo, no es complejo trasladarse en conjunto. “Y también puede que no se me ocurran más planes que presenciar tus problemas laborales o largarme a dormir.” esclarece.

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meilanic:

Tal vez el tiempo no había hecho más que intensificar dudas, miedos o inseguridades que eran, en realidad, pequeñas. Desconocía si era la necesidad o el deseo de acabar con eso que crecía con cada día que pasaba o si era un simple impulso lo que la llevaba a encontrarse frente a la puerta de aquel cuarto, pero había estado decidida a arreglárselas para llegar hasta allí, enfrentarlo, y… ahí se acababan los planes. Quizás había escenas o palabras ensayadas en su mente, imaginadas en momentos de insomnio (una más caótica que la otra), pero se encontraba decidida, determinada, y si hubo algún arrepentimiento en el momento en que la puerta se abrió, tal vez fue el de no haberse presentado allí antes. Sus hombros se relajaron, y la mirada que le dedicó casi le pedía por una tregua (o le reclamaba por no ofrecérsela). Sus piernas avanzaron, como si no necesitaran invitación para invadir la privacidad del cuarto ajeno, pero su intención no era otra sino la de acercarse a él, ser capaz de tomar su rostro entre sus manos y encontrar sus labios con los propios. Fue un gesto breve, más de lo que hubiera deseado, que buscó respaldar lo siguiente que pronunció: “No quiero pelear” murmuró, centrándose en aquella mirada con la que la propia había extrañado mezclarse.

Otra vez lo descoloca. No es la primera vez que le desordena esquemas, que deshace en un segundo todos los nudos que enroscaron su cabeza durante días. Porque antes de abrir la puerta estaba seguro de que la invitación rechazada había sido el punto final a la historia y ella finalmente tomó consciencia de que merecía mucho más. Y aunque la idea lo llenaba de un vacío que no verbalizaría, estaba dispuesto a pasar el resto de sus días intentando aceptar la idea de que, al fin y al cabo sabía, era lo mejor para ella (y por ende, para ambos). Sin embargo, la vuelve a sentir y ya no están tan claras las conclusiones a las que llegó durante las dos semanas de silencio, el rencor parece haber perdido entidad frente al sentir. Sus labios no responden con palabras, vuelven a capturar los ajenos para compensar (culpa al factor sorpresa) el no haber correspondido, busca la prolongación que antes faltó. Su mano se ubica en la cintura femenina para acercarla a sí, parpados caen. El sosiego en el que muta la urgencia de su iniciativa pretende despejar dudas, detenerse a apreciar ese lento contacto hasta creer que entre ellos sólo podrá existir aquello, sin discusiones, ni reclamos. Llama a la cordura al separarse (¿cuánto tiempo después?): “Ésto...” busca las palabras adecuadas. “― no puedo garantizar que lo del pacto de paz funcionará otra vez.” y sin embargo, a pesar de ello, de las peleas y las distancias, baraja la idea de no ser el único dispuesto a correr el riesgo de sufrir nuevos daños (o a olvidar todo por unos momentos): se hace a un lado para ceder el paso a su habitación. Los aires de derrota están en sus movimientos, su mano se apoya en el picaporte, casi seguro de que su mirada no revela el deseo silencioso de que no lo deje solo por el resto de la noche. Sin embargo, es de Meilani la decisión de quedarse o marcharse bajo aquella condición.

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emerson-carbry:

Dedica sin mucho ánimo una mirada al cielo grisáceo, aquel que se ve irrumpido a ratos por relámpagos que retumban con fuerza no muy lejos. —A juzgar por lo cerca que están no estoy segura que sea tampoco buena idea salir corriendo en pleno terreno plano y convertirnos en pararrayos humanos, la verdad,— había pasado suficiente tiempo en la costa, en una provincia con un clima ligeramente parecido al de Carolina, como para saber qué se avecinaba. Sus pensamientos fueron confirmados cuando una pequeña bolita de hielo comenzó a caer, rodando hasta sus pies. —Bueno, también podemos pasar a mejor vida cuando un granizo nos de en la cabeza…— irónico comentario que termina con un media sonrisa, y un suspiro que profiere con lentitud. —¿Alguna otra idea?—

“Tendríamos que haberlo intentado... Si me hubieras hecho caso ya estaríamos en el bunker.” no, el tiempo difícilmente habría sido suficiente para llegar al palacio y sin embargo reclama como producto de la frustración que lo invade. Dispuesto a esperar, se apropia de una de las sillas para darla vuelta y sentarse con la misma ubicada hacia el lado contrario, de modo que la lluvia continúe siendo visible para él y sus brazos puedan apoyarse hacia delante, en el respaldo. “No creas que tengo un catálogo de ideas para ofrecerte, eso era todo. Supongo que sólo nos queda esperar.” dice, y es que a pesar de estar abierto a nuevas ideas, no cree que se pueda hacer mucho más cuando aquella cantidad de granizo está cayendo. Su linterna apunta hacia el exterior, evidenciando la mínima esperanza que posee de ver algún guardia recorriendo los jardines. “Ah... puedo encender velas, si te molesta la oscuridad.” siendo su área de trabajo, sabe dónde se encuentran.

[aqrien]

Su encogimiento de hombros emana desgano, no cree tener la posición o interés adecuado como para intervenir más allá de lo dicho. “Claro, luego pisas una astilla y hay que cargarte.” usa el último encuentro como palanca, probablemente el recuerdo también fue el culpable de que no haya optado por seguir de largo al verla descalza. No obstante, ni siquiera dice en voz alta la duda que se le presenta por el poco tiempo  transcurrido desde el ataque, lo imprudente de que ya se desplace con tantas libertades. “Bah, haz lo que quieras.” 

¡te vas a enfermar!     /     @aqrien

         La exclamación del muchacho impacta, la despoja de un pasmo que en segundos se diluye cuando sus labios se tensan en una sonrisa, su mirada desciende en consecuencia hacía sus pies descalzos que buscan la superficie del suelo. “Sólo necesito ir al baño,” Informa, queriendo transmitir la parsimonia que entonces habitaba en sí (al menos en lo que la desnudes de sus pies respecta). “no te pongas histérico” ¿Comentario? No, vago y sutil intento de gracia.

[aqrien]

shaiasi:

“Sabía que no había chances de que cometieras la idiotez de salir afuera sin ningún tipo de protección contra la lluvia” había esperando una explicación sobre el porqué de su salida hacia el exterior, pero asumía el error de siquiera haber esperado algo de él. “La del móvil” señaló hacia el mismo que, desde su cama, mantenía iluminado, con una tenue luz, el interior de su habitación. “Pero creo que no le queda mucho de vida.” La había mantenido apagada hasta que la llegada del empleado lo obligó a utilizarla para encontrar el camino hacia la puerta, así como en ese instante le resultaba útil para encontrar ambas prendas en su closet. “Voy a necesitar alguna garantía de que me los vas a devolver” comentó, mientras, de cualquier modo, elegía dos prendas que no le iba a doler perder. No porque no confiara en que le serían devueltas, sino porque creía que la mejor recompensa que podría recibir era verlo vestido en un estilo que, consideraba, poco iba con el contrario. “Me dolería encontrarlos siendo subastados en eBay, ¿sabes?“ pronunció, en tanto lanzaba una prenda detrás de la otra en dirección al cuidador.

“No, no es como si tuviese obligaciones.” da una pequeña pista de por qué su ropa está empapada, mas no ve sentido a entregar más explicaciones. Su mirada viaja hasta el teléfono, casi de forma inconsciente: “¿No te dieron velas o luces de emergencia? ¿Dónde están tus privilegios?” frunce el ceño, la parcial oscuridad ayuda a esconder la ligera sorpresa de su expresión. Rasca una inexistente picazón en su cuello, humedeciendo sus dígitos por consecuencia del agua. La incomodidad de encontrarse en aquél sitio (¡y de pedir un favor!) altera su (ya de por sí) medido comportamiento. Habiéndose percatado de las pequeñas gotitas de agua que dejan su andar, pero sin tiempo a encontrar una forma de disculparse por el pequeño desastre, escucha: “¿Piensas que huiré del palacio para quedarme con tu ropa?” pregunta, y si suena ofendido es porque ve prejuicios donde tal vez no los hay. La ropa extendida provocan que sus ojos viren hasta el príncipe, inexpresivos. Pausa: “Es una broma, ¿no?” su rostro se ladea levemente hacia un lado. “¿Te lo diseñó Cyan o salen juntos de compras?” pequeña mención al alto perfil que elige el diseñador al vestirse. El pantalón es recibido: “Dame otra campera. Cualquiera, puede estar rota, vieja...” demanda aunque no tenga derecho de exigir, pero la ligera sospecha de que el atuendo tan brilloso fue elegido a propósito funciona de motor.

[aqrien]

El golpe/los golpes de la puerta de su dormitorio lo termina/n de despertar, lo salva/n de continuar observando la vela de su mesa de luz (en compañía de la ruidosa tormenta, está entregado al descubrir si se consumirá antes de que el sueño llegue). En el camino hacia la puerta logra imaginar que hay del otro lado: el rostro de un guardia cansado de pasar algún mensaje que compete a todos los habitantes del palacio, intentando apresurarse a terminar su tarea para darse un descanso. Sin embargo, lo que halla es muy diferente. Y tal vez la sorpresa es visible en su expresión por una fracción de segundo: “Ah, se ve que hoy no duermes...”  tras dos segundos adjudica el asombro a algo diferente, el último intercambio por mensajes de texto aún molesta un poco.  @meilanic​

[aqrien]

“Tal vez empeore si esperamos.” pesimismo a flote frente a la intensa lluvia, el decadente clima lo lleva a replantear su decisión de haberse dirigido a su zona de trabajo teniendo consciencia del pronóstico semanal (el objeto requerido quizá no era tan importante como pensó entonces). “Acá puede caernos un rayo, ¿sabes? Uno sólo y pum, pasamos a mejor vida.” mentira, asume que existe algún pararrayos cerca, pero sus ganas de estar encerrado en su habitación son tantas que acudiría a cualquier recurso para persuadirla (y por consecuencia, a convencerse a sí mismo de que es la mejor idea).

Deberíamos entrar. @aqrien 

Un vistazo a la insistente lluvia es suficiente para corroborar las palabras del otro empleado de palacio. De todas formas, ya está empapada. Mal momento aquel en que decidió dar un paseo por el bosque que tuvo que ser rápidamente finalizado debido a la tormenta eléctrica. —¿No prefieres esperar un poco para ver si aminora la lluvia?— porque, a fin de cuentas, el camino al palacio aún era considerable desde la zona de cuidado de animales. 

[aqrien]

“Salté a la piscina para matar el aburrimiento.” el sarcasmo escapa en su respuesta, sin meditaciones. Aunque es cierto que su humor no es el mejor (tras haberse empapado en uno de los balcones por culpa de cierta mascota), es consciente de que está poniéndose en deuda con el príncipe. “¿Tienes algún tipo de luz?” se le ocurre que dar su propia linterna o ir a por velas podría ser una buena forma de retribuir el favor, la pregunta llega antes de adentrarse y descubrir por su cuenta si cuenta con una colección de luces de emergencias de todos los colores (como una parte suya asume) o no. “Sólo necesito un pantalón y una campera, no puedo bajar así.” dejaría una gran cantidad de agua a su paso (y también... también... se está congelado de sobremanera).

( w. @p-andhoax & @aqrien )

“¿Podrías prestarme una muda de ropa?”

Con un gesto de su cabeza, la/o invitó a entrar en la habitación, cayendo en cuenta (un poco tarde) de que quizás no sería capaz de distinguir ese movimiento en la oscuridad. “Pasa” añadió, déjandole le espacio suficiente para que pudiera introducirse en su cuarto. “¿Qué te pasó?”