arte-y-parte
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negro sobre blanco
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una imposición sana para escribir una vez por semana (Fabiola y Beatriz)
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arte-y-parte · 5 years ago
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Buenos días, Bea
La verdad es que últimamente he estado pensando mucho en las emociones y sentimientos y en el cómo nos controlan a la mayoría de mortales, ahora que los demás no están en casa. A veces siento y pienso “voy a dejarme llevar por esto que estoy sintiendo (valga la redundancia, mis disculpas a tu intelecto)” y entro en un conflicto interno en el cual por un lado está Agustina, ser de luz de Laura Restrepo, que me cuenta todo lo que vive y experimenta cuando se deja llevar, todo lo que ve y lo que los demás (no hablo de Álvaro ni de Diego, no vayas a pensar mal) no ven. No me incluyo en ese verbo conjugado en tercera persona del plural, y a ti tampoco, porque Restrepo es ficción. Perdón, me refiero a Agustina, Agustina y Aguilar son ficción, Restrepo no. Restrepo es Saramago en femenino, no recuerdo si son sinónimos, tengo que buscarlo. En fin. Sigo con mi relato, a veces se me va la cabeza y no controlo la tecla, nuevamente mis disculpas a tu intelecto si éste se ha visto dañado por mi torpe contar.
Te comentaba, Clotis, que últimamente he estado pensando mucho en los sentimientos y en cómo nos controlan. Te decía que por un lado está Agustina y por el otro estoy yo, que a veces necesito un poco de norte aunque me salga rana. Bueno, qué te voy a contar, ya me conoces. Pero Susan David dice que hay que escuchar a las emociones, Frau Philipp también lo dice, yo esto ya lo sabía pero claro, escucharlo una y otra vez y otra. Y otra, pues a veces viene bien. Y hoy me dio por escucharlo mientras me tomaba el café y unas tostadas con aguacate, tomate y jamón, ya te pasaré la receta.
A lo que iba, mis disculpas de nuevo, que David y Philipp dicen y argumentan que hay que escuchar a las emociones, y que mientras no lo hagamos, las emociones van a tomar poder del pequeño extraterrestre que tenemos implantado en el cerebro, creo que lo de estar alienado iba en serio.
En fin, no sé, Bea, te lo dejo para que lo veas.
Un besito
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arte-y-parte · 5 years ago
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La putivuelta de Brontë
Joder con el veinte veinte. Aunque me suele dar pereza felicitar el año, este enero mandé más mensajes que los que he recibido yo en toda mi vida. Me aboné al ridículo placer de desear a conocidos a los que conozco vagamente unos «felices años veinte»; en mi fantasía estética yo aparecía en la mente del receptor del mensaje vestida con un fastuoso traje de charlestón azul marino y con los labios mojados en champán, aunque estuviera de resaca y en pijama. Mi devaneo podía envejecer mal si el año era un dramón para la persona que lo recibía, pero da la casualidad de que el dramón ha sido universal. Por la noche a veces pienso que algunos de los receptores estarán preguntándose porqué esa chica que nunca escribía mandó un mensaje deseando felicidad justo el año en que llegamos a estar peor que en el crack del 29. Me guardaré de felicitar el cumpleaños solo o a mis más íntimos enemigos.
La alegría, si está, es un lujo privado y breve que no debe mencionarse ni compartirse con nadie porque entonces se escapa. Es como cuando se te acerca el pazguato de turno en una fiesta y asevera que «lo estamos pasando genial, ¿verdad?». Bueno, pues sí, hasta que has hablado.  Y el caso es que obviando las implicaciones cósmicas de mi inoportuno mensajito estamos a los pies de los caballos, bastante regular. Ahora que la censura es el nuevo glam y derrocamos estatuas de señores reputados que la turba sentencia racistas me he puesto a ver y  leer esas películas y libros vetados por el Nuevo Régimen del bienquedismo que va de ilustrado. No tengo noticias de que hayan ordenado quemar los ejemplares circulantes de Cumbres Borrascosas, pero que nos quiten lo leío. Si los ministros mundiales del feminismo se acercaran a la novela de Emily Brontë seguro que ardería en la pira de lo incorrecto ultrajando la memoria de una mujer que tuvo que publicar el libro bajo un seudónimo, puesto que en 1847 la literatura era cosa de hombres. El fantasma de la Brontë haría bien en darse una putivuelta por las manifas antifas y asustar a un par de literatos tuiteros. Ella ya lo escribió: el espíritu de su Catherine no abandonó los páramos de Yorkshire hasta que también lo hizo el alma de «su alma», Heathcliff. Emily homenajearía a su protagonista femenina y a alguno igual se le corta la respiración sin necesidad de rodilla.
La promotora de este blog me pidió que me abstuviera del politiqueo y creo que por evitarlo lo he rozado. Perdón, Fabi. Vaya por delante que estoy en contra de las rodillas policiales que asfixian a negros. Te confieso que no leí Cumbres Borrascosas por la amenaza de que los del Black Lives Matter y «las de la Igualdad», como si fuera una canción de Shakira, se pongan más tontes de lo esperado con eso de fiscalizar el pensiero. No. Lo leí porque me lo recomendó, para luego desrecomendármelo el chico que me gusta. A libro desrecomendado y a película censurada no les mires el diente. 
No os recomiendo leer  la novela, porque quiero que lo hagáis. Pero este es mi párrafo favorito:
«Ha sido falsa hasta el final. ¿Dónde estás? En la vida imperecedera del cielo, no. ¿Dónde estás? Me has dicho que no te importan mis sufrimientos. Pero yo no repetiré más que una plegaria: «¡Catherine! ¡Dios quiera que no reposes mientras yo viva!». Si es cierto que yo te maté, persígueme. Dicen que la víctima persigue a su asesino. Hazlo, pues, sígueme, hasta que me vuelva loco. Pero no me dejes solo en este abismo. ¡Oh! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!».
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arte-y-parte · 5 years ago
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El sabor a café de lunes por la mañana es algo sombrío y verde sobre todo para los que no nos toca madrugar, pero madrugamos. Tiene un cierto matiz a Domingo de reflexión pero con obligaciones que alimentan, quizás.
El café se enfría entre siesta y siesta porque hiciste para “otros”, y te serviste tú por mero sentimiento de culpa y de no sucumbir a la sábana azul. “Me tomó el café y me levanto” piensas, mientras vuelves de la cocina y le llevas el café a “los otros”. La verdad es que como excusa, está muy bien. Pero el café se enfría y se te hizo tarde otra vez pensando en algo que se rompió hace tiempo, como cuando recuerdas tu juguete favorito de cuando eras inconsciente y simplemente no eres capaz de recordar el nombre. Algo así. Pero un poco menos lúcido. Tal vez.
Después de varios intentos consigues vaciar la taza con café y leche y chocolate a la mitad y piensas que por fin ya no estás cansada, pero es un engaño. Sí lo estás y lo saben los “otros” que vienen a visitarte de vez en cuando. “Se te nota en los ojos, los tienes hinchaditos y la verdad es que te pones bastante guapa con los ojos de sapo”. La verdad es que no me molesta que me lo digan porque soy consciente de lo que me cuesta abrirlos delante de ellos, ¿cómo va a molestarme?
Lo que me molesta es el sabor a tabaco de las 12 del mediodía. Es-algo-que-no-soporto así que me lavo las manos con jabón y biendealcohol para que se me quite. No sé, son manías.
Buenos días, Bea.
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