asfixiarse - Tumblr blog

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Me das miedo. Perdón.

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Dice Taylor que una vez que hablamos de nuestra historia más triste, entonces podemos ser libres de ella.

¿Por qué yo he escrito y hablado de mi historia más triste y aún no puedo ser libre de ella?

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Our field of dreams engulfed in fire

Your arson's match, your somber eyes

And I'll still see until I die

You're the loss of my life

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Pues no he encontrado mi iPad. Ya va a ser una semana desde que lo perdí o me lo robaron. Todavía no termino de aceptarlo. Dice Tan que no fue mi culpa. Yo creo que sí. Espero que le sea útil a la persona que lo tenga, y si no puede desbloquearlo por la seguridad de Apple pues al menos que le sirva de adorno.

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Y entonces me doy cuenta de que nadie de mis supuestos amigos pueden tomarse 5 min para ayudarme. Yo ya lo sabía.

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Estoy a nada de poder entrar a mi Apple ID, sinceramente ya perdí las esperanzas de poder ver algo ahí en Find My...

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Sigo triste.

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Lo peor que me pudo pasar hoy: perder mi iPad en la facultad (me lo robaron), mi apple id y la esperanza de hallarlo.

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La cosa de que no sé cómo le caben tantas cosas a mi cerebro al mismo tiempo: react, angular, spring boot, express, desarrollo mobile, los dos libros que estoy leyendo al mismo tiempo, la serie que no puedo terminar de ver, las cinco materias que curso, los cursos de BBVA, la mentoria a estudiantes de prepa, Etsy, cada tercer día a la iglesia...🥴

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De las letras a la realidad hay una vida de distancia. Por eso sé que todo lo que escribo solo puede vivir aquí: son sueños que se acaban al dejar de leer. Por eso sé que no importa cuántas veces escriba que tú sabes quererme, que entiendes cómo mis costillas penden de un hilo y cómo mis latidos se tambalean cada vez que despierto de haberte soñado. Sé que no tiene relevancia hablar más de aquella noche en que las estrellas cayeron sobre nosotros y nos incendiaron y nos hicimos fugaces, de aquel día en que hicimos un puente con solo vernos y unimos todas las ciudades, no tiene sentido hablar de todos los incendios que apagamos con esta sed del uno del otro. No, no tiene sentido, porque nada de eso es cierto, ¿pero ves? Mientras lo escribí y mientras lo leamos nunca va a dejar de existir.

De las letras a la realidad hay una vida de distancia. Por fin lo entiendo: no vale la pena escribir mis sueños, escribirte, escribirme: tú hace mucho que dejaste de leerme.

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Siempre le tuve miedo a las tormentas, al aire azotando mi ventana y a los rayos rompiendo la tierra inesperadamente. Cuando era pequeño solía visitar la mamá de mi abuelita con ella. Cierto día el cielo estaba tan negro que yo sentí que iba a caer sobre nosotros, comencé a llorar de miedo y a pedirle - a mamá, como suelo llamarla - que regresaramos a casa. Porque era casa el único lugar en que podría sentirme seguro, la fortaleza a la cual las olas no llegarían. Sigo sintiéndome seguro en casa, pero ya no es la misma que hacía sentir seguro a aquel niño.

Hoy me encantan las tormentas. Las veo con otra mirada, de una forma distinta. Llueve en esta ciudad en la que hábito y siento que crecen mis manos, mis pies, yo. Veo al cielo negro y entiendo que es su forma de desahogo: romperse una y otra vez hasta quedarse sin nada. Siento el viento que las acompaña, me desordena el pelo y me empuja, me acerca a mí, a los lugares en los que sueño estar. Hoy entiendo mejor a las tormentas, estoy seguro de que lo hago, porque todos estamos en una, todas están en nosotros, por dentro o por fuera, aquí en dónde estoy yo o ahí, en ese lugar exacto en el que estás tú.

Ya lo dijo Mario Benedetti: "Por dentro, y a veces por fuera, nos pasó una tormenta, un vendaval, y esta calma que ahora tiene árboles caídos, techos desmoronados, azoteas sin antenas, escombros, muchos escombros. [...] Quitar los escombros, dentro de lo posible; porque también habrá escombros que nadie podrá quitar del corazón y de la memoria."

Y yo pienso en ti, y te miro desde lejos: el escombro mejor acomodado en mi corazón, en mi cuerpo, en mis poemas, en lo que existe de mí. El escombro que dice ya no ser escombro pero que sigue siendo esa parte necesaria para reconstruirme después de los vendavales.

Así que sí, pienso en ti después de cada una de las lluvias que caen sobre mi ciudad. Y pienso en lo mucho que me gustaría tomarte de la mano, caminar por las avenidas en donde no nos separe toda esta tierra ni aquel o este abril, mirarte como crees que ya nadie puede hacerlo, susurrarte al corazón todas las metáforas que se me ocurren para hablar de ti, mirarte al corazón y quitarte todo el dolor enterrado, todo el daño causado sobre ti, caminar contigo en medio de los relámpagos y colocarnos juntos hasta que el viento se lleve todos tus miedos y pesadillas, inmiscuirnos en medio de la tormenta hasta que los truenos rompan todo el ruido que no te deja en silencio. Verte aquí, al lado de mí. Decirte que el miedo ya no existe. Que no hay amenaza. Que en las tormentas existimos tú y yo.

A salvo.

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Poema de poemas

Este poema está hecho de otros poemas. Este poema tiene tu voz: la voz a ti debida. Porque la vida es todo lo que tú nombras - y a mí has dejado de llamarme, pero mi nombre sigue en ti -. Una vez te has equivocado, yo, una única vez: la vez que vi aquella sombra, - la única que me ha gustado -. Una sombra parecía. Y la sombra era yo. Y la quise abrazar, pero tú ya te habías ido - intenta darte la vuelta -. Este poema contiene otro poema. Este poema tiene todos los poemas que tú has escrito: viven, tiemblan, los he escuchado. Ayer -sábelo- intenté besarte en los labios, -los únicos que me han gustado-. Y no quise nada el tiempo después de ti, después de besarnos, porque el tiempo futuro presente pasado - alguien, nadie, cualquiera que pueda nombrarse - era nada después de aquel beso corto y después de ti - la única que he querido-. Pero era un sueño. Y hoy estoy intentando agarrarte. Te estoy intentando abrazar - no te sueltes-. Este poema tiene un último poema. Este poema tiene todos los poemas que te he escrito. La forma de quererme, sí, de quererme -esa acción que está en tus labios- es dejarme que te quiera. Como yo lo hago, como yo sé hacerlo: sin mirar y sin tocarte, cruzando ciudades, bosques, árboles, siguiendo ahí estando aquí. Dímelo - que me quieres - con hojas blancas, con libros, con un mapa que sepa cómo llevarme a ti, que sepa que tú vives y que me quieres y que me lo dices tú. No mires abajo, no mires atrás, no choques más contigo misma: estás abrazada a mí. Intenta descubrir con preguntas, - quiero responderlas- con caricias, - quiero hacértelas - con mi voz y los poemas - quiero escribirlos y nombrarlos - intenta descubrir esta forma inmensa en que te quiero solo yo y solo a ti.

Ref. La forma de querer tú Ayer te besé en los labios La voz a ti debida

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This is the last time I'm asking you this

Put my name at the top of your list

This is the last time I'm asking you why

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Pregunta en el poema Hay una estrella a la que Fernando Pessoa mira y le escribe "tu belleza para mí está en que existes, tu grandeza está en que existes totalmente fuera de mí" y yo te veo y pienso en el ejército de estrellas que tienes en tu pelo y amo tu existencia y pienso en los latidos de este corazón mío que bombean 7500 litros de sangre por día, por ti, sobre ti, desde ti y hasta ti. Tu grandeza está en que existes sin mí, dice, pero yo siento mis manos persiguiendo las tuyas, siento la necesidad de estar en ti, acá y aquí, redoblarme, multiplicarme, cruzar las paredes, regalarte un espejo - mis ojos - para que lo tengas siempre y puedas observarte desde fuera, ver el mar y la sal que tengo en el pecho para curarte las heridas - las mismas que yo tracé en cada pedazo de ti, las mismas que hoy son un continente partiendo este país que ocupamos-.

Hay una necesidad mía naciendo en mi pecho por dibujarte un mapa, caminar sobre la arena y mirarte dormir a la par que construyes de nuevo tus sueños. Pero sobre todo existe una pregunta haciendo temblar mi placas tectónicas como contra respuesta y contrataque a las tuyas: no, mis poemas ya no son capaces de responder tus preguntas pero quizá mis preguntas puedan hacer llover al cielo, empujar al viento, hacer que nazcan pajaritos que vuelen hasta ti y te susurren y te pregunten y te cuestionen: ¿por qué no?

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Lo único que queda

Es raro pensarte desde un lugar en el que ya no existimos: este que ocupa mi mente, aquel desocupado en mi corazón. Es extraño recrearte cada día en medio de estas cuatro paredes que nunca llegaron a conocerte. Porque a veces, si te soy sincero, quisiera agarrar de nuevo todo el viento, todo el ruido, todas las letras y los poemas los libros mis lágrimas mis ganas de volver a ti una y otra vez esta ciudad y lanzártelos y hacer un puente y hablar de nuestros miedos, encendernos las estrellas, saber por qué me dejaste a mitad de la avenida, por qué razón abriste los ojos, por cuánto tiempo vas a seguir sin mirarme.

No, en este lugar ya no existimos, pero en mi mente llega a veces un destello de aquel sitio, esa canción con la que bailamos por primera vez y recuerdo el color de marzo y se me quita el frío, me doy de bruces contra ese abrigo que ya no existe tampoco pero con el que me sentía seguro cada noche a mitad de los sueños y vuelvo a imaginarme contigo.

Sí, ya ves, estoy aquí en medio de la nada con arena en las manos, un desierto en la boca y un montón de espejos rotos con recuerdos en el pecho.

Ojalá alguna vez hayas llegado a quererme de verdad: las heridas en el pecho han sanado pero todas llevan tu nombre y eso es lo único que me queda.

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Escribo esto mirando hacia atrás, hacia donde te dejé, desde donde me dejé - quiero que sepas que me quede ahí contigo porque prometí que nunca iba a dejarte: este que veo ahora es un reflejo de mí -, no desde donde tú lo hiciste porque tú ya lo habías hecho cuando choqué en unas olas cuando me caí contra una pared cuando me ahogué y perdí el orden de mi vida, de las letras, de este poema: me ahogo con el concreto, choco contra el mar, pierdo el paso cuando sueño contigo y no apareces. Dice Elvira Sastre que uno tarda su propia vida en comprender que ya no le aman, sin embargo, a mí me da miedo escuchar las canciones que un día escuchamos juntos - aunque lo sigo haciendo de vez en cuando para que no me olvides - y todavía me asusto cuando alguien pronuncia tu nombre esperando que mi mundo y mi risa y mis ojos y las placas tectónicas se partan en dos que pienso, después de todo eso, que llevo vidas echándote de menos y que esta que vivo, que yo, no soy, no somos la excepción. No te culpo, ¿cómo podría hacerlo? El sol me toca los cabellos cada mañana y me dejo abrazar por las calles de esta ciudad en la que vivo, a veces me falta el aire y pienso en el mar - ese que tienes al frente - y lo recupero al aire, al respiro pero no a ti. No lo sé, creo que no quieres saberlo, pero te lo digo, por si acaso: esta mañana un árbol fue cortado al lado de mi casa, un pájaro cantó por mi ventana

y yo volví a pensar en ti.

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Aprobé mi examen de certificación de inglés Intermedio-alto. 😩🥹