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Ya no hay sustancia que me calme, voy acelerada, asfixiada, exhausta.
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Quisiera bailar contigo
Estar contigo y no conmigo
No en mi mente paranoide a medio diagnosticar
Me disocio para no sufrir
Quisiera tener la receta de galletas que te hagan pensar en mi
Pero no hay nada especial en las galletas que horneo
Ni en los pensamientos que decoro con chispas de mentiras
Quisiera tanto porqué no puedo con lo poco que me quiero
Quisiera amasarme una casa de jengibre y otra vida
Quisiera tener el molde de lo que quiero
Pero quererlo es poco cuando ni sé lo que quiero
Quisiera y no quisiera
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Extraño ser parte de la magia de esas galletas recién horneadas
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Nunca se es feliz, la ilusión de serlo queda absuelta al momento en el que me miro desecha en el suelo, se escabulle entre las sábanas que aíslan mi alma agrietada, la felicidad se consuma al momento de pronunciarla y el sabor que deja es el de hoja de coca en la mañana, solemne y amarga la forma en la que se recuerda, no se es más consiente hasta que se muere, la lucidez absoluta viene a mí encadenada de la tristeza que se desprende y me desea, que más da también la deseo a ella, debo quebrajarme para disfrutar el momento exacto el cual no recordaré, nada más memorable que el instante donde crece la tristeza, las vidas memorables deben ser las más tristes y solo así se hacen bellas, pasamos la vida deseando algo que no podremos recordar, se convierte en aquel shot de trago regresivo que deja en boca la adrenalina decaída y doliente de quien la consume, es un vicio de ciclos agrios, la felicidad viene acompañada de café y son un par de ojos, acompañada de silencio y es tu calma, acompañada del suspiro y es tu alma.
Te lo dice mi mente exhausta
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Mamá que te puedo decir… No me siento bien 24/7.
—Dru.
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Era hacerme a la mar contigo, dejarnos llevar por la corriente, esa misma que con certeza no sabría decirte a dónde lleva; no hay mucho que decir, más que tendemos a encontrarnos frente a la tienda de ataúdes con la mirada deshecha y el cuerpo inerte, queriendo despojarnos del sinsentido y el pensamiento, y entre todo busco sacarte de la cabina en la madrugada, tomarte de la mano, salir corriendo hasta la popa, que te quedes a babor y yo a estribor, justo a los límites del centro, dulcemente ver el amanecer arrebatarnos la noche estrellada, encapsular aquel cielo entre el recuerdo, que nos consuman las horas, que no importen otras cosas.
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Temo al día en que decidas irte, porque sería ahogarme entre el silencio absoluto de cada día.
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Odio encontrarme en está habitación vacía para darme cuenta que siempre estoy sola.
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