|| Uno siempre vuelve a donde fue feliz. || I'm old. ||
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
Entrecerró la mirada al ver el abrecartas, curioso de saber qué haría al verlo jugar con él de esa manera. Un bufido algo molesto saliendo de sus labios al escucharlo.
— Sabes que no confío en ti nunca. — Confesó como si nada, acercando sus manos a las del mayor, con cuidado presionando el abrecartas hasta que una pequeña gota de sangre saliera de su dedo.
— Pero tal vez así lo llegue a considerar.
Comenzó a asentir a lo que decía el menor, fijando su vista ahora en el escritorio, más en específico en el primer cajón y al abrirlo, sacó un abrecartas.
— Soy un hombre de palabra. — Aseguró, posó el dedo en la punta del objeto afilado, jugando un poco con él.
— Pero si no confías en mí, podemos hacer un tipo de contrato para que te sientas seguro.
19 notes
·
View notes
Text
Dejó salir un bufido de exasperación después de chasquear la lengua. Realmente le caía mal ese tipo, especialmente cuando tenía razón, su reputación en el hospital no era la mejor y rara vez alguien le hacía caso aun cuando hablaba en serio,
¿debería cambiar? Sí; ¿lo hará? Por supuesto que no. No le daría ese gusto a nadie.
— Bah, solo espera unos días y ya me deshago de ella. Más te vale que me cumplas lo que te pedí o el que te va a molestar seré yo.
Dejó sus manos a la altura de su pecho por la sorpresa, no despejó su vista del menor en ningún momento en lo que hablaba.
En un principio sintió nervios al escuchar la advertencia del albino, pero ya al guardar sus manos en los bolsillos de la bata, no pudo evitar reírse, como si hubiera escuchado un buen chiste.
— ¿Y tú piensas que te va a creer? — Espetó sin borrar aquella sonrisa molesta que podría sacar de quicio a quién fuese. — No digo que nadie confíe en ti, pero tu historial en este hospital no es el mejor
19 notes
·
View notes
Text
Sus labios se curvearon en una pequeña sonrisa de felicidad al recibir ese beso en la mejilla, encantado por ese gesto tan simple que tanto le hacía latir el corazón de la emoción— sabía que estaba siendo exagerado y conformándose con lo mínimo, pero no podía evitarlo si tan feliz lo hacía. Cualquier muestra de cariño era espacial para él, viniera de quién viniera.
Luego de unos cuantos besos y mordidas más, su sonrisa desapareció, dejando lugar a suaves suspiros y uno que otro jadeo. Sus manos deshaciéndose de la ropa ajena y dejándola con cuidado en el respaldo de aquella silla roja.
— Mhn~ Eso me gusta. — Rió un poco, siendo él quien ahora pasó a besar y morder el cuello ajeno procurando no dejar marcas; sus manos continuando con su labor al soltarle los botones de la camisa blanca debajo del traje.
Levantó una ceja al escucharle, pensando un poco en lo que había dicho y plantó un suave beso en la mejilla ajena, bajando lentamente con besos hasta su cuello y dando mordidas superficiales.
Se separó lo suficiente para que el alemán le quitara la parte de arriba de su traje, pero también lo hizo para poder hablar. Le gustaba demasiado tener a alguien que con un par de caricias y palabras ya se derritiera por él.
— Hesse-kun... Tú siempre serás mi invitado especial... — Habló mientras sus manos bajaban sin pena hasta el trasero ajeno, masajeando de forma suave y desesperante.
13 notes
·
View notes
Text
El cuerpo del albino se tensó al contacto de las manos ajenas sobre las suyas, incluso el cabello de su nuca se le llegó a erizar por el escalofrío– no le gustaba el contacto, para nada, en especial viniendo de alguien como él que tan malos recuerdos le traía.
— Ah... No eres nada divertido. — Rodó los ojos, intentando verse como siempre mientras jaló sus manos para soltarse del agarre.
— Haré lo que pueda, así que deja de ser tan molesto o le diré que tú me mandaste.
— ...
¿Matar?
— ...
Su rostro y el silencio de la oficina luego de esa pregunta era de terror, pero ambos dos cambiaron drásticamente con una risa ahogada por parte del doctor.
— Agradezco que te ofrezcas a matar por mí... Pero no quiero muertes — Aún. Pero no lo dijo, solo lo pensó. Tomó ambas manos del menor, mirándolo a los ojos fijamente sin dejar de sonreír.
— Confío en ti, Lex... Si no lo consigues, no pasa nada.
19 notes
·
View notes
Text
No pudo evitar soltar una risa nerviosa y morderse el labio inferior, las uñas del mayor haciendo que su cuerpo se estremeciera del placer que le causaba.
Quería acercarse más, terminar con esa mínima distancia que separaba sus labios y poder besarlo, sentir los labios ajenos apenas rozando los propios lo tenía al borde de la desesperación. Pero debía esperar, dejar que el mayor fuera quien diera ese paso.
— Vendré siempre que me lo permitas, bärchen... — Bajó un poco más las manos, empezando a soltar los botones del chaleco del traje del mafioso. — Y si no me dejas... siempre están los mensajes~
Rodó sus ojos en forma de burla al escucharle, con su típica sonrisa de que tenía todo bajo control. Movió levemente su rostro para que el beso cayera en su mejilla por completo.
Sus manos acariciaban la espalda baja del alemán de forma suave, tocando con la yema de los dedos y sus uñas sin llegar a marcar su piel.
Se acercó peligrosamente a los labios ajenos, con suerte rozándolos.
— Debo admitir que me entretienes demasiado, Hesse-kun... Me gusta cuando vienes.
13 notes
·
View notes
Text
El ojo del albino brilló por una fracción de segundo al escuchar al mayor aceptando sus peticiones, extrañamente contento de que accediera a todas ellas cuando solamente le había dado opciones para que eligiera una sola.
— A ver, a ver~ — Canturreó con un poco de malicia en su voz, tomando la foto de la enfermera y viéndola por un momento. Identificándola casi de inmediato.
— Mhm~ Ya sé quién es, es algo molesta y se la pasa metiéndose en lo que no le importa. — Frunció un poco el ceño, recordando las veces que lo detuvo de subir al techo del hospital o de evitar que se robara algunas jeringas y bisturíes.
— ¿No quieres que la mate mejor?
Si había algo que no esperaba de todo eso, es que el contrario aceptara TAN feliz a su petición. Observó como se acomodaba de mejor forma en el mueble y soltó un suspiro de alivio al escuchar todo lo que quería.
— Sí, sí y sí. — Aceptó todas las cosas que quería, sabía que habían algunas oficinas que ya no se ocupaban y que pronto se iban a volver bodegas, así que tendría que actuar rápido para dejarle alguna como habitación.
Dio un pequeño impulso en la silla para girar y poder ver los expedientes, tenía el de la enfermera por cosas personales y de esa carpeta sacó su foto de personal, acercándosela al menor para que la identificara. — Normalmente, se encuentra en el cuarto piso... — Se cruzó de brazos, pensando algo más que deba decirle.
— Si logras hacerlo... A parte de darte lo que quieres, te lo deberé una y lo pagaré como sea...
19 notes
·
View notes
Text
Dio un pequeño respingo al sentir las manos del mayor sobre su cintura, una sonrisilla algo boba curveando sus labios por la cercanía en la que ahora estaban.
— Bueno, bärchen... — Pausó por un momento, sus ojos desviándose a los labios ajenos por un segundo y volviendo a mirarlo a los ojos; podría fácilmente acercarse un poco más y besarlo, pero no quería arriesgarse a que el mafioso lo apartara de nuevo.
— Eres tú quien me deja entrar sin problema, Mori-san. — Su sonrisa boba se tornó juguetona, inclinándose un poco para besarlo en la mejilla en lo que terminaba de soltarle la corbata.
No quitó la mano en ningún momento que posó aquel beso en su mano, ni se inmutó ante la alza de la voz del contrario.
Al tenerlo tan cerca, no pudo evitar pasar ambas manos por la cintura del alemán para acercarlo un poco más. Lo suficiente como para que pudieran sentir la respiración de ambos.
— ¿Tú crees que me gusta tenerte aquí? — Murmuró bajo, acariciando el cuerpo ajeno, jugando con sus meñiques para subir la parte de arriba de su ropa. — Eres tú el que viene sin preguntar, Hesse-kun.
13 notes
·
View notes
Text
— ¡Ah! ¡Una enfermera! Depende de cuál sea, puede que haga un muy buen trabajo <3 — Canturreó con ánimo, incluso juntó ambas manos en un gesto alegre ante la idea de poder molestar a alguien ¡y qué mejor que con el permiso del doctor!
Se acercó más a él hasta quedar de frente y de manera que sus piernas quedaran balanceándose en la orilla del escritorio.
— ¿Me compras más ropa? ¿Más videojuegos? ¿Qué tal una habitación para mí solo en el hospital?
No se esperó aquella reacción, pero agradecía que tuviera el interés ajeno para cumplir con su petición.
De todas formas, de tan solo pensar que debía decir su problema en voz alta, le daba hasta vergüenza de no poder abordar el problema él solo.
— Se trata de una enfermera, ¿vale? Te mostraré su foto y en qué área del hospital trabaja... — Comenzó a explicar. — Me ha estado buscando demasiado y yo no puedo tener más romances en el ámbito laboral. — Dio un suspiró largo y cansado. Tenía el poder para echarla, pero no quería que lo vieran como alguien que abusaba de su poder tan rápido.
— Solo asústala, no le digas que vas de mi parte, pero que sí sepa que es por mi porque la asustas...
— Te daré lo que sea si lo haces... No habrá límite.
19 notes
·
View notes
Text
Tomó la mano del contrario con suma delicadeza y la acercó a sus labios, dejándole un cálido beso en los nudillos con toda la suavidad y cariño que le tenía.
Decir que el mafioso le gustaba ya quedaba por demás corto, quería lanzarse sobre él y comérselo a besos, cosa que podría hacer sin problema si no fuera por ese ínfimo nivel de miedo que sentía.
¿Y cómo no sentirlo? Si estaba más que enterado que su crush era el jefe de la Port Mafia, pero era lo suficientemente listo para fingir un poco de demencia por su propio bien.
— ¡Pero te encanta, bärchen! — Soltó entre risas a la vez que suavemente soltaba la mano ajena, llevando ambas a jugar un poco con la corbata del mayor, aflojándola con cuidado. — O no me tendrías aquí aún, ¿no es así? ♡
Soltó una pequeña risa al escuchar la voz del alemán. No entendía en qué momento dejó que un civil como él se acercara a ese establecimiento y sobre todo a él.
Era divertido.
Sus ojos se fijaron en la mano extendida del castaño, levantando una ceja sin entender, pero aún sin comprender cuales eran las verdaderas intenciones, posó su mano sobre la contraria.
— Eres todo un caso, Hesse-kun.
#mas le vale si ya se lo echa(???#;;speak;hesse#fcknotagain#me siento rara no usando iconos unu sdjkfhg
13 notes
·
View notes
Text
La pregunta llamó su atención en cuanto llegó a sus oídos, incluso haciéndolo sentarse en el sofá para mirar mejor al mayor desde donde estaba.
—¿Asustar? ¿A quién? — Ladeó la cabeza, levantándose y yendo hacia el escritorio, sentándose sobre él sin importarle los papeles que había encima.
—¿Qué tengo que hacer?
Se quedó mirando al menor cuando ya estaba en el sofá acostado, apoyándose en el escritorio mientras cruzaba los brazos. De alguna manera, no sabía si podía pedirle ese favor especialmente a él, pero tampoco tenía de otra.
— Tú puedes elegir si lo haces o no. — Comenzó a jugar con algunos mechones de su cabello. — ¿Puedes asustar a alguien? — Habló con algo de pena en la voz, pero sin dudar.
19 notes
·
View notes
Text
Soltó un ruidito de reproche al mayor levantarse tan de golpe, pero ante sus palabras una sonrisa juguetona se formó en sus labios.
— ¡Ah, bärchen! ¿Me estás queriendo seducir? — Rió con ánimo al mismo tiempo que extendía una mano hacia él, esperando a que la tome. — Sabes que no puedo resistirme a tus encantos~<3
— Lo digo por tu seguridad. — Habló sin rodeos. Dejó que le diera esas muestras de afecto por unos minutos más, interrumpiendo abruptamente al levantarse.
— Un día me pillarás de malas, Hesse-kun, y creo que te he tratado bastante bien, ¿verdad?
13 notes
·
View notes
Text
Ya se estaba cansando, con sus brazos cruzados y un puchero en el rostro mientras su pie golpeaba el suelo con desespero por estar tardando tanto en una caminada que se supone no debía tardar más de tres minutos.
Cuando al fin llegaron a la oficina, ni siquiera esperó a que el rubio terminara de hablar cuando ya estaba echado a lo largo del sofá con toda la comodidad del mundo.
— ¿Qué ocupas? — Preguntó mientras se quitaba la diadema, jugando con ella en sus manos.
Rodó los ojos sin perder la sonrisa, igual disfrutaba que el menor se riera de vez en cuando, pero no de él. Giró su cabeza para escucharle y prestarle atención, pero soltó un suspiro socarrón, volviendo su vista al frente.
— En mi oficina tiene que ser porque es un asunto privado. — Siguió con el pequeño misterio de la pequeña urgencia que tenía. El camino al lugar de destino no era largo, pero de a ratos se debía detener para firmar papeles de las enfermeras y dar su opinión como doctor a los que lo paraban en el camino, de todas formas pudieron llegar a un tiempo prudente antes de hacer perder la paciencia al albino.
— Ponte cómodo. — Sonrió antes de abrir la puerta de su oficina, era espaciosa, no tenía ninguna decoración llamativa a la vista y lo más importante que tenía ahí dentro era su escritorio lleno de expedientes, un pequeño librero y un sofá negro.
19 notes
·
View notes
Text
Hesse soltó una risita ante la pregunta del mafioso, frotando ligeramente el rostro en su cabello antes de llevar ambas manos a sus hombros, masajeándolos con la fuerza suficiente para liberar un poco de la tensión en ellos.
— ¿Realmente te tomo por sorpresa? — Preguntó al apoyar su mejilla en la cabeza del contrario, disfrutando de ese pequeño momento de intimidad tan extrañamente inocente viniendo de ellos dos.
La ciudad de Yokohama era preciosa y el bien más preciado para el mafioso, por lo que, poder estar sentado en aquella silla en forma de trono y poder pasar el tiempo observando la vasta vista era uno de sus cuántos placeres.
Pero no estaba perdiendo el tiempo, sus ojos estaban inmersos en la vista del ventanal, pero su mente seguía pensando en el futuro de la Port Mafia, sacrificios que debía realizar para asegurar la estabilidad de su organización.
Su concentración fue interrumpida al escuchar el ascensor por fuera de la oficina, pensó en ignorar la visita, pero al parecer la visita era más ruidosa de lo que pensaba.
No necesitaba ver quién era, puesto que, su voz y el atrevimiento para abrazarlo por detrás era pan de cada día con el alemán. — Hesse-kun... — Habló suave, un poco cansado porque realmente no estaba relajado. — ¿Cuántas veces te he dicho que no me sorprendas por detrás? — Ignorando la pregunta ajena, mas no los pequeños besos que recibía.
13 notes
·
View notes
Text
— Y tú no aguantas nada.— Dejó salir una pequeña risa, disfrutando de hacer sentir mal al mayor aunque sea un poco después de soportarlo por tanto tiempo. Era una de sus pocas diversiones en el hospital.
Suspiró con pesadez, estirando sus brazos por encima de su cabeza antes de hacer un sonido de afirmación, siguiéndolo un par de pasos detrás de él. — ¿Tiene que ser en tu oficina? ¿Qué es lo que quieres? — Preguntó, sonando genuinamente curioso esta vez.
... Anciano...
Si bien se merecía que la broma fuera devuelta de alguna u otra forma, esa palabra siempre resonaba en su cabeza con fuerza. Incluso lograba que su ánimo cambiara radicalmente.
— No eres nada divertido. — Respondió aún con una sonrisa en el rostro, aunque se podía notar que solo era una mera fachada.
— De todas formas, no era para esto por qué te buscaba. — Siguió hablando mientras metía sus manos en su bata. — Necesito de tu ayuda, acompáñame a mi oficina. — Y sin esperar respuesta, se giró sobre sus pies para que el menor lo siguiera.
19 notes
·
View notes
Text
{🪶} — @fcknotagain
Después de preguntar a algunas personas dentro del lugar y asegurarse de que el jefe del lugar no estuviera ocupado con alguna reunión importante, Hesse al fin se encaminó a subir al piso más alto del edificio y tocar a la puerta un par de veces antes de abrirla, obviamente sin esperar a que respondieran.
— Bärchen~<3 — Llamó al entrar a la oficina y cerrar la puerta tras de sí, yendo directamente a abrazar a Mori por detrás, quien se encontraba sentado en esa silla roja frente al enorme ventanal. —¿Me extrañaste? — Preguntó entre risas, ya sabiendo la respuesta pero aún así dejando pequeños y continuos besos en la sien del mayor.
13 notes
·
View notes
Text
Su cuerpo se tensó al sentir algo tocando su cabeza, quedándose congelado por un momento hasta que solo reaccionó, aventándo lejos la mano del mayor aunque ya era algo tarde.
Frunció el ceño, quitándose la diadema para ver qué era y de inmediato su expresión se relajó. Era un lindo regalo, aunque el tono de voz del contrario lo hacía enfadar.
— No te estés burlando de mi.— Bufó de nuevo, poniéndose la diadema de vuelta. — Tienes suerte de que me haya gustado, anciano.
Rodó los ojos sonriendo con la pregunta del menor, — Lo siento, pero estoy en mi hora libre, así que puedo ser más ruidoso de lo que ya soy. —.
Fijó sus ojos al mirar la mano ajena, soltó una pequeña risa entre dientes y buscó en el bolsillo el obsequio que le tenía.
Una bella diadema de color rojo adornada con unas orejas de oso o algo parecido.
Obviamente, aquél accesorio no iba en una mano, por lo que, sin ninguna pizca de vergüenza, acomodó el cabello platinado ajeno con el regalo. — Ahora te ves máaaaas mono que antes. — Dando dos pasos en reversa por si algo o alguien lo llegase a golpear.
19 notes
·
View notes
Text
Lo primero que se pudo escuchar fue el bufido exasperado del albino al ver al rubio acercarse, ¿tenía que molestarlo tan temprano? Claro que ya pasaban de las tres de la tarde, pero cualquier hora era demasiado temprano para soportarlo.
Entrecerró los ojos, mirándolo con sospecha por un momento pero luego extendió una mano para recibir lo que sea que le iba a dar. — ¿No puedes ser menos ruidoso?
— { 💉 } @backonthsbs
Era una semana bastante ajetreada en el Hospital, sobre todo por su nuevo cargo, pero gracias a eso tenía el tiempo para ir a molestar a cierto albino.
— ¡Mira lo que tengo para ti, Lex! — Levantó la voz, sin importarle si molestaba a los demás enfermeros y doctores.
19 notes
·
View notes