❝ Gravity-free is she, look at her. Highness on a mattress full of anti-matter. You never left a very mellow impression, your smell, or your "go to hell" expression ❞
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( émeric )
Desde hace un par de días la función se había vuelto tediosa, entre una posición insegura y el tener que hacer las cosas porque el tiempo no esperaba a nadie. El azul se veía en posición de luz, un foco industrial sobre sí en eso que buscaba hacerse más pequeñito, bien los espectadores parecían no querer observar más allá del muchacho de pecas y cabellos revueltos, llevar más allá la teoría y la práctica y notar si respiraban sobre el francés con la intensidad suficiente este llegaría a combustionar. Sentía como un animal de circo, o aquellos animales en cautiverio que todos veían mientras el concepto felicidad se les arrancaba de las vidas.Entre las injusticias, tan presentes durante los últimos días, parecía ser el principal ejecutor de la más grande de estas, arrastrando a Ludvik a una posición que de grato no llevaba siquiera su definición. Él, junto con la inseguridad de los hechos recientes, parecía envolver en ansiedad, el terror cayendo no solo al futuro sino a quienes podían o no, según sus elecciones, ser parte de este. Es su nombre lo que se hace lugar entre un bullicio a distancia de letras y bajos, incapaz de buscar la mirada de Ludvik sin llegar a convertir las orbes propias en cristal. Sentía patético por sus decisiones, como el salir de la cama o decidir cantar al viento parte de sus preocupaciones, como si necesitara una segunda opinión entre el qué debía hacer o sentir. ❛ No digas nada. ❜ le dice entre frustración, con tonalidad vacía y la vibrante desaparecida. Émeric es consciente de que Ludvik parecía jugar contra cualquier regla, así no fue sorpresa cuando las palabras volvieron a brotar de los impropios. Se muerde el interior del labio inferior con tanta fuerza que está seguro de saborear lo metálico, mecanismo de escapatoria ante esas situaciones que bien preferiría evitar, enfrentamientos suficientes como para todo un semestre. La palabra reemplazo llega con el viento, y no ve cómo decir a Ludvik que si bien teme a su reemplazo, la fobia va más bien al olvido. Entre dichos populares, la gente suele desechar a las personas como residuos tóxicos, le embolsan y etiquetan para dejarles caer al vacío mental donde van a parar los números telefónicos y eventos poco importantes.
Juega a cargar y mover sus el peso de su cuerpo sobre sus propios antes brazos, manos puestas al borde del mesón en eso que finge que este no le funciona de pilar ante rodillas temblorosas. A sus errores, termina por levantar la mirada y encontrarse con la sinceridad representada en matices azules, Se le vuelve a confirmar lo que de alguna forma ya sabe, cayendo en lo cobarde cuando evita el mirar y concentra su foco tanto en sus zapatos como las cerámicas del suelo. Es más fácil, tener que escuchar pero no observar, pues el ruso tenía esas de transmitir el alma con un solo mirar. Y así no sentía tan culpable, por esas conclusiones que andaba tomando entre la rabia y el lamento. Estúpido, idiota, ridículo. Un lista sinfín que parece hacer sinónimo a su propio nombre, porque aun cuando tiene a quien ama con el corazón trizado, no puede hacer ni lo más mínimo y dedicarle la mínima señal. ❛ Sí te creo.❜ suena similar a la manera en que un niño admite una travesura, como haber rallado las murallas con crayones o haberse comido aquella última galleta que juro dejar hasta luego de la comida. ❛ Yo… no… en realidad no es eso. No digas eso, sí te creo. ❜ lo admite a voz alta y las piernas se le vuelven gelatina, muerde con más intensidad su labio y traga saliva con dificultad. Es un nudo, lo que le aprieta la garganta y amenaza con quebrantar su voz. ❛ Sólo… ❜ e intenta de nuevo, buscar silencio cuando no hay lugar para este, posando su mirada en cordones negros en eso que esperaba que sus cabellos hicieran sombra a su rostro, a ver si así evitaba la vergüenza de la confesión. ❛ Creí que sería más fácil culparte a ti que a ellos.❜ …es más fácil culparte a ti que tener que culparme a mí. Confiesa un daño direccionado a quien no le ofrece más que amor, y si ya no se sentía lo suficientemente idiota, ahora que le ha compartido con el receptor de sus emociones catalizadas el sentir parece multiplicarse con cada milisegundo. De cierta forma, acababa de admitir sus intentos por apartar al ruso sin tener que atribuir la culpa sobre sí, escapar de la situación en vez de enfrentarla como haría cualquier otro; enfrentar el latir inquieto ante un beso o la calma interna proporcionada por una caricia, enfrentar a Ludvik y su ser, qué ofrecía y reclamaba. Parecía más fácil hacer de Ludvik el villano, sellar de ellos como un corazón roto pero asegurar tener una familia, a que quedar varado en la nada pero con un amor. Porque habían personas que pasaban una vida entera si la compañía de un amor, y se las habían arreglado, de una forma u otra. El sólo hecho de ser lo suficientemente conformista como para resignarse a no amar le hacía notar lo mísero de su existencia, la falla en su personalidad y carácter. ❛ No necesito un tiempo, yo… no quiero apartarte, no en realidad. Tú sabes lo que siento por ti. ❜ sonríe en tristeza, con el peso de las comisuras y el alza tímido de una mirada, yendo a buscar el rostro de Ludvik en el tiempo que esperaba haberse perdido de una reacción. La cuestión era que, entre su familia y Ludvik la decisión era bastante fácil; el pánico residía más bien en el tiempo, y en si las cosas no funcionaban y se quedaba de pie y en solitario con la espalda dada a su familia. Los Lefébvre consistían de tres hermanos y tres mujeres que, a pesar de no ser por la gentileza de sus corazones, habían criado de sus sobrinos hasta la decencia. No era una familia extremadamente numerosa como los Mijáilovich, donde si uno te daba la espalda otro cinco te sujetaría la mano. O donde una madre cariñosa insistiría en avergonzarte con preguntas o recuerdos de infancia. Los Lefébvre eran expectativas y el qué diría la gente, tradicionalidades y orgullo. ❛ Sólo parecía la solución más fácil y… soy un idiota, lo siento. ❜ es su cuerpo el que se endereza, debatiendo entre acercarse o no al de mayor altura, con el llanto al borde y como pronta amenaza. La realidad es que, todo parecía ser impulsado por el miedo a la soledad. ❛ Quizá—tal vez, puedo irme, si quieres. Estoy siendo un desastre, entendería si no… Se supone que es una fiesta, no quiero arruinar… la estoy jodiendo un poco.❜
”Creí que sería más fácil culparte a ti...” Esas palabras se quedaron dando vueltas en su cabeza como un disco de vinilo. Émeric había seguido hablando, pero Ludvik lo escuchaba más lejano que nunca. Tal vez no se trataba de las palabras en esencia, sino de lo que le hacían sentir. Era como abrir un baúl que había escondido en un rinconcito oscuro de la memoria, uno que se había propuesto no visitar nunca más. Sin embargo, allí estaba, trayendo a la piel esa oleada de exasperación, los alfileres en el pecho y una culpa que no le pertenecía. Esas razones que le obligaban a tragarse cualquier cosa que sintiera; a no emitir una sola sola palabra en contra y a desviar la mirada, cuidando no establecer contacto visual que pudiera revelar algo. Todo en orden de proteger los sentimientos ajenos, porque no recordaba un momento en que hubiera decidido poner los propios como imperativo y aquel estaba a millas de ser la excepción. Estaba seguro de que fueron sólo un par de minutos, pero Ludvik los sintió como una infinidad. Tiempo suficiente para darse cuenta de que en realidad conocía el sentimiento. Recordaba una tarde nublada, el frío por no llevar un suéter y el estar aceptando la culpa de todo lo que ella reprochaba, porque aquello era lo mejor que podía hacer. Aceptar la culpa por algo que se le había escapado de las manos, guardar silencio y hacer la promesa de que seguiría sin decir una sola palabra en el futuro. Incluso cuando ella trizaba el órgano entre sus pulmones, incluso cuando era nombrarlo como quien había arruinado todo y no le quedaba otra opción más que aceptar cargos que no le correspondían. Allí, junto a Émeric, estaba reviviendo esos sentimientos que detestaba con exageración. Mucho más cuando en esta realidad parecían multiplicarse como una tormenta en pleno invierno.
Y no supo cuánto tiempo estuvo en silencio, tragando cualquier mal sentir que pudiera ser un detonante para alguna frase hiriente. Estaba mirando sus zapatillas sucias, poniendo en práctica aquella teoría que alguna vez había escuchado por ahí y que hablaba sobre poner atención a lo menos relevante cuando se tiene que enfrentar una situación que de relevante lo tiene todo. Se sentía perdido en un mundo demasiado grande. “No...” Y lo tuvo que intentar de nuevo, levantando la mirada para encontrar ese rostro de angelito y un cielo francés que se veía excesivamente triste. Dejó que el aire llenara sus pulmones y luego lo expulsó sigilosamente. Entonces se acercó a Émeric para envolverlo en un abrazo cálido; una súplica a alguna fuerza superior que permitiera quedarse junto a él. No podía simplemente dejarlo ir. No esa anoche, no esa vida. “No importa que hayas—no importa.” Sus palabras llevaban el volumen suficiente para que sólo el francés pudiera oírlo. Su diestra viajó hasta el cabello castaño impropio para dejar caricias suaves. Un intento desesperado por calmar el caos. “No importa si por ahora tomas más de lo que puedes dar, Émeric. Puedes tomar todo de mi, todo. Yo— Puedes romperme el corazón, no me importa, yo puedo soportar lo que sea, pero por favor no me dejes...” Interpuso un ápice de distancia para sostenerse del azul en los iris ajenos, mientras acunaba un lado de su rostro con la mano izquierda. “Yo—yo entiendo que la familia es mucho más importante y si decides... Yo voy a estar aquí siempre, esperando. Sólo no me borres de tu vida porque yo—” La molestia en su garganta no le permitió terminar de articular oraciones desesperadas. Y es que esas dos palabras que había dicho tanto el último tiempo ya no le parecían suficiente. Te amo, te amo, te amo. No me dejes, no me dejes, por favor... Lo observó a los ojos durante un par de segundos antes de inclinarse para juntar sus frentes. Sus párpados ocultaron el azul y su pulgar dejó caricias sutiles sobre la porcelana, al mismo tiempo en que pensaba que caricias y besos eran lo único que debían tocar esa piel. Y también pensó en cuánto lo amaba y en cuánto lo necesitaba. Y se acordó de todas las otras veces en que había llegado a la memoria esa advertencia de “ya no hay vuelta atrás”, la cual nunca tuvo intención de explorar en profundidad por ignorancia a su significado. Ahora lo tenía allí, entre las manos. Todavía era demasiado joven, pero en ese preciso momento estaba seguro de que sólo en otra vida le sería posible volver a sentir un amor como el que le tenía al muchachito de las pecas.
#( &. ludvik )#( ludvik x emeric )#después de 84 años vengo a responder drafts a mi indie jkdsff#LOS HABÍA EXTRAÑADO#and im crying in french right here
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If the person in possession of my voodoo doll would PLEASE hug it
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( émeric )
ludvik.
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Después de que Émeric detuviera el beso, Ludvik se mantuvo con los labios entre abiertos, ahogando un suspiro ante el tacto ajeno y luego dejando escapar el aire lentamente. Sus párpados escondieron el azul, mientras apoyaba su frente en la contraria y esbozaba una sonrisita a causa de las palabras del francés. Se tomó un momento antes de emitir una respuesta, ocupado en recibir caricias y sentir la respiración impropia chocando contra su piel. “No me digas eso” pidió en voz bajita, barnizada por un halo risueño que casi se burlaba de su situación "porque me haces necesitarte más, Ém.” Su voz fue un susurro; una confesión sigilosa; algo que dejaba al descubierto cuán ciertas eran sus palabras y el ápice de vergüenza que le causaba llevarlo a la fonética. Y no tenía mucho sentido la vergüenza cuando se trataba del ruso, pero sabía que Émeric estaba muy consciente de sus necesidades. Y de repente se encontró sopesando la idea de qué tan desastroso sería responder a aquella necesidad compartida en ese preciso momento, sin importar nada más; qué tan contraproducente sería dejarse llevar por sus meros impulsos, sin limitaciones, sin preocuparse por la incomodidad, el poco espacio o estar en un automóvil.
Tomó una distancia suficiente para observar el cielo parisino en el rostro contrario, con carmines separados y comisuras sigilosamente elevadas, dejando una respuesta a medias antes de acercarse para perder el aliento en la boca ajena. Con ese ritmo carente de velocidad, más no de intención y urgencia, imitaba la forma en que su mano buscó la muñeca ajena para invitarlo gentilmente a establecer un juego debajo de su ropa interior. Algo que complementara el vaivén de sus caderas y el accionar casi desesperado que llevaba escondido. Y qué frustración le provocaba el no poder teletransportarse a su habitación en aquel momento; el no poder estar entre las extremidades ajenas de una manera muy parecida a la actual y sin embargo muy diferente. Claro, aquello no significaba una barrera para que su pulso y respiración siguieran estando alterados, para que interrumpiera el beso con carmines entreabiertos presionados contra los impropios, dejando escapar suspiros que se entrometían en la boca de su amado angelito de Miguel Ángel. “Émeric.” Su nombre salió como una súplica poco precisa que ni siquiera él mismo estaba seguro de qué significaba; si acaso era un ‘por favor sigamos’ o un 'por favor detenme’. Lo dejaba a la libre interpretación, mientras iba a esconder el rostro en el cuello del francés, donde soltó una risita tan despacio que fue como un susurro. “¿Estás seguro… de que quieres devolverme el favor aquí...?” musitó como si aquello fuese un secreto que ni siquiera las paredes del vehículo podían oír. “Porque... puedes rasgar mis jeans si quieres” confesó, justo antes de soltar otra pequeña carcajada en forma de susurro.
#( &. ludvik )#( ludvik x emeric )#lmao sigo sin saber cómo sacar mi respuesta anterior del post sin que desaparezca la tuya#but who cares ????#we dont#and im so trash bc vengo al indie y lo único que respondo es luderic
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FADER MAG (2017)
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Patti Smith photographed by Frank Stefanko, New York, 1976.
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Rough Night (2017)
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( dylan )
Nunca había sido el indicado para dar consejos de parejas o post-rupturas, pero el castaño claro hacía lo que podía por su amigo, usando un poco la lógica y poniéndose un tanto filosófico, lo que se le daba mucho más natural antes que hablar de alguna experiencia personal pasada o algo relacionado; ya que bien se le conocía como el solitario, como el pariente cercano y humano de algún felino también. Es más, no le hubiera dado tanta importancia ni se hubiera involucrado tanto como ahora, si no fuera porque Frank realmente le importaba y era su mejor amigo. Sabía que se merecía algo mejor. La tarde estaba como le gustaba a él: especial para permanecer en casa, en algún sofá o en su cama, escuchando las gotas caer entretanto leía algún libro. O bueno, esa era su visión de “tarde perfecta” al menos, aún mejor después de salir de una ducha caliente. Como fuera su plan se vio un tanto interrumpido apenas captó el exquisito olor que emanaba la cocina, por eso apareció para curiosear qué estaría haciendo el pelirrojo. “Mm Hmm” apenas emitió de labios cerrados, corriéndose un tanto sus flequillos largos y húmedos. “¿Qué estás haciendo?” se asomó, apenas vio la presencia de chocolate, se alejó “oh no, intentando perturbar mi estómago otra vez con esa cosa dulce” bromeó. Lo cierto era que le gustaba todo lo que su amigo preparara, era un experto culinario con potencial de mucho más.
“Estoy preparando una cena decente que no consista en cereal de mala calidad” su tono era risueño al igual que sus ojos, sin embargo, no bromeaba. En el tiempo que llevaba viviendo con su mejor amigo, había notado sus malos hábitos alimenticios, cosa que insistía en mejorar cada vez que podía. Sí, a veces hasta podía parecer una madre, pero esa necesidad de cuidar a la gente estaba tan presente como su cabello pelirrojo. Además, Dylan había sido tan amable en acogerlo allí cuando necesitaba apoyo, que se sentía dentro de una deuda eterna. De hecho, siempre le parecía estar en deuda con Dylan y sus consejos mediocres y su hospitalidad y su mal humor.
“No intento perturbarte de ninguna manera. ¿Por qué crees que estoy cortando trozos tan pequeños?” Sus cejas se arquearon con actitud inquisitiva, mientras iba dejando los cuadritos de dulce ordenados en un plato, intentando formar una torre que fuese digna de una fotografía que luego subiría a instagram para presumir sus habilidades culinarias. “Además, tienes permitido sólo comer un trozo, lo demás nos tiene que durar toda la semana porque gasté bastante en las compras. Por cierto, la despensa está llena. Me daba pena verla y también el refrigerador tiene cosas básicas para sobrevivir.” Sí, aquello era cierto, pero su generosidad se debía cincuenta por ciento a lo mencionado y cincuenta por ciento a lo que planeaba pedirle. Sospechaba que Dylan podía tener una idea de su intención de pedirle algo y, honestamente, si mencionaba algo al respecto, le haría mucho más fácil la tarea.
#( &. frank )#( frank x dylan )#FRANK IS THE MOM FRIEND 100% CONFIRMADO#i already love them fdgkdfgdfg
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( émeric )
Espinas y malezas bien ubicadas por pasillos mentales, aquellos decorados con una idea de diseño bien pensado, calculada con la precisión exacta de hacer que cualquier travesía del destino fuese a parecer una señal de la verdad como compuesto. Existe la posibilidad, de que Émeric acabara de liarla, con palabras etílicas y el clima de un invierno en despedida atrapado en la yema de sus dedos, congelados al tacto del hielo y el olvido de sus falanges en eso que encuentra mayor interés en la reacción del de ojos cielo. Y a esas alturas, el corazón del muchachito de pecas se componía de grietas mal parchadas y la promesa de estos últimos en aguantar. Tanto el francés como su respuesta manifiestan en un desastre silencioso, ese donde las paletas presionan el labio inferior y el cerebro envía la señal de evitar alzar la vista. Y es la manera en que Ludvik pronuncia el nada lo que le hace notar la falta de respeto que era el acudir de tal para describir lo que eran, fuese lo que fuese y por más que no le entendiera del todo. ❛ No, yo—no. No lo sé.❜ a Émeric le parecía que un todo sería más apropiado, porque Ludvik Mijáilovich tenía todo que ver con el hecho de seguir siendo persona y no un ente escondido en cuatro paredes, con el pecho desgarrado y las sabanas como único escudo.
❛ No me hagas esto, no es justo ¿sí? ❜ sentía atrapado cual venado frente las luces, porque por más que Émeric sintiese que el alma se le desprendía del cuerpo, seguía teniendo la responsabilidad de enlazar decisiones y respuestas. Su índice golpetea contra el mesón, señal de ansiedad que no logra disimular ni cuando le ganan los impulsos y su mirada encuentra la de Ludvik. ❛ No puedes hacer esto. Confundirme. Hacerme pensar en qué somos cuando… ❜ corre de esta y deja hablar aquella parte de sí que sólo cobra valentía en los tragos que había consumido en eso que su voz se apagaba en una conversación que ya no le requería. ❛ Eres todo ¿Sí? Pero no puedo hablar por ti, así que simplemente no lo sé. Porque un momento creo que sí, y luego me doy cuenta que se me puede reemplazar con facilidad y… y... me siento como la mierda.❜ y no es un reclamo, pero cae al silencio y deja que este llene de todos los espacios dejados en blanco. Si sentía ridículo al momento en que Ludvik le atrapó el paso, ahora sentía al menos cien veces peor, recargándose contra el mesón a sus espaldas y sin quitar la mirada del suelo. Y aunque no le había dicho, estaba escrito en el silencio. Parecía inclusive divertido que en la inseguridad construida para el francés, bastara de una interacción con sonrisas de sobra e intenciones caóticas por parte de una tercera para comenzar a sentir el piso sacudir ante las menciones que su hermano mayor pudo hacer hace unas semanas. ❛ Me haces creer que él tenía razón. Y no me enojaré si le tiene, pero necesito saber. No eres tú el que se está arriesgando aquí.❜
Había aprendido a entender el silencio que se producía a veces cuando estaba con Émeric, porque bastaban las palabras escritas en tinta azul o las comisuras elevadas sigilosamente. Sin embargo, en esa situación, por más que intentaba escuchar su silencio con atención o interpretar su mirada, no lograba comprender del todo. Y, por un momento, le pareció que el francés había vuelto a ser una pieza de arte abstracto; que estaba tan lejano e intocable como hace tiempo. Por eso esperó sus palabras, así tardaran dos segundos o diez minutos más.
No es justo. No es justo. No es justo. Nada había sido justo para el francés en la última semana y eso Ludvik lo tenía muy claro, pero no se había dado cuenta de que parte de aquellas injusticias provenían de su persona, porque si Émeric lo catalogaba como injusto, entonces debía serlo. Quiso debatir sus palabras, más se limitó a dejarlo terminar, mientras observaba el golpeteo del índice ajeno sobre el mesón. Tuvo intención de tomarle la mano con la esperanza de otorgar algo de calma, pero otra vez se abstuvo. Ya no estaba seguro de si su presencia podía otorgar serenidad en ese momento. Y, junto con aquel pensamiento, vinieron el resto de palabras y la punzada en el pecho y un peso sobre los hombros; algo que no le pertenecía pero que sentía como error propio, como si hubiese cometido un montón de atrocidades que no eran reales. Había estado dando una impresión equivocada. “Émeric...” Su voz sonó baja y seria, pero no carecía de dulzura; la ternura genuina que le provocaba decir su nombre. Y pensó bien lo que quería decir, temeroso a hacer un desastre de la situación. “No sé— no sé qué decirte” comenzó a hablar, buscando el cielo parisino en el rostro contrario. “No sé qué decirte para convencerte de que no hay forma de reemplazarte...” de que eres realmente especial para mí; de que a pesar de lo joven que soy, no creo posible querer a otra persona de la misma forma en que te quiero, al menos no esta vida. No obstante, decidió acortar su discurso, pues le parecía que, de todas maneras, sus palabras no serían suficiente para otorgar credibilidad. Estaba compitiendo contra la sangre Lefébvre, alguien que representaba la principal figura masculina en dicha familia y, por mucho que Ludvik lo detestara, debía comenzar a considerar la posibilidad del corazón escapándose de sus manos. “No sé qué decir para convencerte de que eres todo y de que tu hermano está equivocado. Porque está equivocado y por eso—” se detuvo, aclaró la garganta e insistió en sostener la mirada ajena como si de ello dependiera su vida; como si necesitase del azul para respirar. “Si necesitas tiempo para pensar las cosas, para, no sé— yo voy a estar aquí esperando porque,” sus iris encontraron un camino hasta sus pies, donde se quedaron un instante y luego regresaron hasta Émeric. Sin querer había tardado más de lo que hubiese querido en articular la frase completa. Sospechaba que se trataba de la punzada en el pecho, la misma que patrocinó el descenso de su mirada hasta el piso nuevamente “porque, joder, no me crees. No me crees y no tienes idea de lo que significas para mi.”
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BOOKS READ IN 2017: The Secret History by Donna Tartt
I suppose at one time in my life I might have had any number of stories, but now there is no other. This is the only story I will ever be able to tell.
#*is obsessed with tsh*#l: books#the secret history#also: i can´t believe que fui medianamente responsable y respondí cosas#estoy shockeada
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( rein )
Simplemente se rio ante aquello y se lo quedo viendo. -Entiendo que sea un gran musico y todo eso, pero ¿No es música para gente grande o de la vieja escuela? - Dijo divertido. Tomo la botella y le dio un buen trago. -Dios, me estás haciendo que me sangre los oídos- Comento riendo y viendo lo que el castaño hacía. -Primero ve al baño o consigue una maceta, ya que sospecho esas vueltas causaran estragos en ti. En cualquier momento- Suspiro y dio otro gran trago. -No sé por qué es tan caro esta mierda, sabe horrible. Así que si, sigo sobrio, parece que eres el único pasándola bien-
“¿Acaso estás diciendo que tengo el gusto musical de un abuelo?” exclamó, sin medir el tono de su voz gracias al alcohol que transitaba en su organismo. Entrecerró los ojos y se tomó un momento para escrutar a su amigo con un barniz divertido. “No seas exagerado, si no he bebido tanto” comenzó a debatir, mientras tomaba asiento junto a Rein. Si hace un par de horas era él quien sufría una falta de ánimo, parecía haber contagiado al muchacho y se sintió ligeramente culpable por ello. “No sabe horrible, lo que pasa es que tienes el paladar de un chiquillo de quince años” intentó bromear, dedicando una sonrisa amplia que llevaba el afán de ser un poco más contagiosa que su estado de ánimo anterior. “Entonces deberíamos buscar otra cosa para beber o inventar algo con las bebidas, qué sé yo, lo que sea que te haga sentir mejor.” Sí, estaba medio borracho, pero su parte sobria seguía teniendo ese porcentaje de preocupación por los demás, algo que no podía ignorar.
#( &. lucien )#( lucien x reinheit )#it's been 84 years dfjkskfs#and im so sorry#im the worst#but más vale tarde que nunca (????
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( hugo )
“¿Ya lo terminaste de leer o te aburrió por completo?” Una vez que lo encontró libre de algún amigo que pudiera ponerlo incómodo, decidió acercarse a Lucien. Hace tiempo que sus ideas habían quedado solamente como simples propuestas y ahora que se sentía menos ansioso de tratarlo, suponía que funcionaría para conseguir una respuesta positiva. Tenía que conseguirlo, desde el primer día que lo conoció supo que debía ser capturado por su cámara. “Porque tengo un montón así de aburridos en mi casa” prosiguió, hundiendo sus manos en los bolsillos. ( @basckctcase )
“No lo he terminado todavía, pero puedo decir que de aburrido no tiene nada. No sé por qué jamás me había interesado leer algo así” comentó con toda honestidad y el tono entusiasta fue una clara demostración de que Batman le había agradado bastante. Suponía que la falta de interés de antes se trataba del ambiente en el cual había crecido, con la carencia de algunas cosas que para los demás eran tan normales como leer un cómic. Pero lo que más le entusiasmaba de todo aquello, era la idea de que Hugo hubiese decidido compartir algo con él sin esperar nada a cambio. Lucien agradecía esos detalles en gran cantidad. “Tal vez podría comprar un par e intercambiamos... ¿Ya soné lo suficientemente americano?” bromeó.
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* ✧ ° ☾ Esa era la mejor manera que había encontrado para combatir un poco la ansiedad que le causaban las noticias de última hora; esas que involucraban a cierta persona que, si tenía suerte, no volvería a ver nunca más en la vida. Sin embargo, el destino le había preparado un camino diferente, obligándole a pensar en una solución inmediata. Ya la tenía, claro, pero el problema era que aquello dependía de alguien más y eso agregaba otro par de gramos a su frustración. Generalmente hubiera salido a correr para despejarse, pero llovía demasiado para eso y, después de hacer un montón de compras en el supermercado, había decidido que lo mejor era preparar una cena decente que también serviría como persuasión para que Dylan accediera a ayudarle con la descabellada idea que se le había ocurrido.
Así es como había terminado con una lasaña en el horno y con una cantidad exagerada de caramel slice (eso era más bien un capricho personal) que estaba cortando en perfectos cuadritos, mientras tarareaba una canción de David Bowie. “Dylan ¿eres tú?” preguntó en voz alta al oír la puerta. ( @supernovasnrain )
#( &. frank )#( frank x dylan )#omg después de 84 años dsfjksf#im so sorry :c#but i already love them ok ??#*le deja besitos de hershey's*
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( émeric )
“no one is flirting with anyone.”
Émeric llevaba una semana viviendo bajo la definición de patético, concepto que él mismo había encontrado apropiado para describir su situación actual. Su familia no le hablaba, se encontraba viviendo en un hotel (cinco estrellas, pero hotel en sí) y probablemente ya debía de haber colapsado el celular a Odette entre tanto mensaje que le dejaba. Ni hablar de que sus noches parecían moverse de un ataque de ansiedad a otro y sucesivo. No es como si Ludvik no le hubiese ofrecido en más de una ocasión el quedarse con él, pero entre Émeric y su vergüenza, luego de la tercera noche en el hogar de los Mijáilovich encontró imposible el no sentirse como un intruso. Y puede que, en ocasiones, se sintiera como una especie de carga, como aquel huésped al que no puedes decir que no porque está pasando por una situación de mierda y no quieres jugar a ser el villano del cuento. ❛ No, no. Sí, lo sé. ❜ intenta arreglar sus palabras, en ello que finge buscar hielo y no sentir presión al pecho.
Había parecido buena idea, dejarse caer a casa de Ludvik en lo que fue descrito como una reunión pero resultó ser botellas de alcohol, música saturada y una buena cantidad de gente. Un distractor, y entendía la invitación, esa que resultó hasta que más comenzaron a sumarse. Por un momento, se encontraba en una conversación diseñada a risas junto con el menor de los Mijáilovich, y al siguiente era más bien extra a tal, observando desde un costado como cierta chica no dejaba de aletear sus pestañas y tocar la rodilla del muchachito de los lunares de manera coqueta cada vez que este decía algo digno de carcajadas. Así las risas dejaron de ser propias, y sus labios fueron a parar más a la botella sujetada a su zurda a que hacer esfuerzo a ser parte de ello. Contestaba a frases cortas a lo que terceros comentaban de por medio, y si bien su atención iba más a las respuestas que daba Ludvik a la chica y el intentar descifrar si solo trataba del carisma característico de este o algo más, no podía dejar de pensar en la situación como una incómoda. Eran las palabras del mayor de los Lefébvre las que pesaban en ese momento, y se sentía tan inseguro que creía disminuir en tamaño con cada segundo que pasaba. Y hubiese preferido quedarse acostado, con servicio a la habitación y redactando otro mensaje a Odette como si no le hubiese ignorado los últimos. O bueno, no ignorado, porque ni siquiera el ticket azul era presente en estos, así que existía la posibilidad de que esta no tuviera señal y ya estaba. Así que es el primero en ser voluntario cuando se comenta la falta de hielo, y sale cual atleta en un escape a la cocina, tomando su tiempo hasta que la soledad es pasado y un comentario nacido de recalcados de Alexander. ¿Qué paso? ¿Te aburriste del coqueteo? ❛ Ni lo parecía. No es como si… ❜ y necesita parar, necesita salir de allí, pero está medio ebrio y se reúsa a parecer aún más patético. Y maldice no poder dejar de pensar en las palabras de su hermano, y en como Émeric es un juego estratégico cual no tiene lugar al amor. Vuelve a caer en la teoría del ser un peón, siente la punzada al pecho y retoma eso de sacar el hielo. ❛ Digo, está bien si… si lo estabas. Yo—ella parece… linda. ❜ concluye, interrumpido por el sonido de la puerta del frigorífico cerrando a su frente y la bolsa de hielo siendo dejada sobre el mesón. ❛ Y no somos nada. ❜ parece un resentido, entre una risa falsa y el resoplido. Entre estar hecho pedazos por dentro y verse concreto por fuera. ❛ Así que, no importa. ❜ - ̗̀ @basckctcase ̖́-
Ludvik había repasado los hechos mentalmente, mientras perseguía a Émeric hasta la cocina. Se había dado cuenta de que algo sucedía, por supuesto. Y, teniendo en cuenta los sucesos del último tiempo, no podía evitar que se encendiera una alarma en señal de preocupación. Había comenzado compartiendo una conversación junto al francés y a una amiga de Ares; hablando sobre cotidianeidades que de repente tomaron una dirección diferente. Ni siquiera recordaba cómo es que había terminado comentando cosas sobre arte, tópico que a la muchacha parecía interesar o tal vez sólo fingía para no ser descortés, quién sabe. El asunto es que aquello era una excusa perfecta para hacer hablar al ruso y acaparar parte de su atención, y éste no llegaba a comprender cómo es que una conversación acerca de las mujeres de Kooning podía ser considerada como coquetería. ¿Su tono de voz era el culpable? ¿Su mirada risueña? ¿Las comisuras que se elevaban de forma genuina al discutir un tema de su interés? No estaba seguro de a qué se debía, pero no era la primera vez que los demás confundían su personalidad burbujeante con unas inexistentes ganas de coquetear.
“Nadie está coqueteando con nadie” había dicho con calma cuando estuvo junto a Émeric en la cocina. Se quedó apoyado en la puerta, observando las acciones del muchacho y guardando silencio en espera de sus palabras; de que dijera todo lo que quería decir (incluso cuando sabía que no iba a hacerlo). Por eso no lo interrumpió cuando comenzó a decir que estaba bien si quería flirtear con la muchacha y ponía la excusa de que era linda. Y casi se vio cerrando los ojos en un accionar con barniz divertido, porque en ningún momento tuvo el afán de conseguir más que una conversación interesante. Sin embargo, luego vinieron esas cuatro palabras que le dejaron un poco congelado, necesitando casi un minuto para sopesar que en realidad habían salido de la boca de Émeric. No podía ser cierto. No podía ser verdad que el francés creyera que, después de todo el tiempo compartido; los besos las caricias, las conversaciones y las sonrisas, hubiera un simple nada como definición entre ellos. No era posible que fuesen nada si habían correspondido cada te amo de la forma más tierna. Ludvik se rehusaba a creerlo y decidió justificar las palabras ajenas con los sucesos de la última semana; con el estar dolido. Y, por supuesto, no lo juzgaba por ello; no lo culpaba por si en algún momento terminaba desquitando los malos sentimientos con él. Lo comprendía y había decidido lidiar con cualquier actitud de Émeric, ya fuese algo bueno o terminara sintiendo el alfiler en el corazón. “Nada” repitió en voz bajita, como si temiera que pudiese ser un hecho. Se encaminó hasta el lado del chico de las pecas para intentar buscar su mirada. Sospechaba que su semblante podía reflejar parte de la incómoda sensación que aquella frase le había dejado en el pecho, pero no le dio mucha importancia. “No piensas eso en realidad ¿verdad?” Sus iris se mantuvieron enfocados en el francés con un ímpetu casi desesperado. “No crees que, después de todo, somos sólo eso ¿cierto? ¿Nada?”
#( &. ludvik )#( ludvik x emeric )#why r u like this?!#cuál es el gusto de hacer sufrir a estos niños?!?!!#*lowkey ama el angst*
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Iconic moments in literature series: Donna Tartt
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tengo altas ganas de hacerle una renovación a mi indie but soy tan floja para hacerlo :c i hate myself
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