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Leopold esperó tranquilamente en el pasillo que llevaba a las celdas, especialmente diseñadas para contener seres sobrenaturales. Al ver a los clones cogiendo a Ralph por los brazos y prácticamente arrastrándolo hasta su presencia, alzó una mano muy elegantemente y automáticamente, ambos sabuesos se detuvieron, parándose en seco. Leopold se acercó unos pasos, pero se quedó a un par de metros del adolescente. Lo miró con cierto asco, como miraba a cualquier mutante, pero su aspecto era tan corriente que se le hacía complicado reconocerlo como una aberración.

—Señor Brooks —saludó—. Tengo entendido que su mutación anula las habilidades de otros mutantes. ¿Es esto correcto? 

En principio pensaba hacer las cosas por las buenas, pero si tenía que mancharse las manos no dudaría en llamar a Wilhelm. Si aún no había atado a Ralph en una mesa de laboratorio era porque lo veía como a un niño común y en el fondo pensaba que podía manipularlo para sus propósitos.

—No deberías preguntar por… por… por lo que ya sabes. No… No voy a colaborar.

Leopold se mantuvo en silencio, observando al chico que había bajado la mirada nada más contestar. Pasó una mano por su cabeza engominada, como si una parte de él lo llevase compulsivamente a asegurarse de que no tenía un solo pelo fuera de su lugar correspondiente. La respuesta que le dio Ralph no confirmaba nada, pero tampoco lo desmentía. Eso despertó su curiosidad.

—Llevadlo al laboratorio —ordenó. Los sabuesos arrastraron al joven Brooks hasta la zona del edificio donde el jefe de la organización pasaba más tiempo. El laboratorio era un espacio amplio con dos zonas claramente diferenciadas: biológica y tecnológica. A la derecha se podían ver varias estanterías llenas de probetas y envases llenos de varias sustancias se levantaban majestuosamente junto a una especie de camilla conectada a varios aparatos. A la izquierda, una mesa alargada y aparentemente normal estaba posicionada junto a otras estanterías llenas de aparatos, herramientas e instrumentos que cualquiera que no se dedicase a la ingeniería tecnológica reconocería. Leopold se mantuvo en todo momento a un par de metros del mutante, y fue por delante de él hasta que accedió con un código y su huella al laboratorio. 

—Si no va a colaborar, sufrirá irremediablemente, señor Brooks —advirtió, haciendo un gesto hacia la camilla para que los sabuesos ataran al chico a la misma mientras forcejeaba sin ningún éxito—. De momento procederé a analizar varias muestras. El resto del tiempo estará en una celda. El trato que le den sólo depende de usted. El científico se había acercado a una zona en concreto para coger guantes de látex y preparar varias vías para coger muestras de sangre y tejido del mutante. Tendría que empezar por averiguar cómo funcionaba su poder antes de poder manipularlo.

—Cuando se enteren de que estoy aquí, mi familia… Ellos vendrán a por ti. Te… Te vas a arrepentir de esto —aseguró Ralph.

Se notaba que el chico quería pasar por aquello con dignidad, pero era un niño, y al final las lágrimas le vencieron junto a varios quejidos de dolor mientras Leopold tomaba sus muestras.

—¡Para! ¡No puedo ayudarte! ¡Estás cometiendo un error! Por favor, para. 

Escuchar a Ralph amenazándole con la posibilidad de que su familia apareciese por allí provocó que el científico pusiera una mueca parecida a una sonrisa. Si el joven mutante atraía a más monstruos a su terreno lo único que podía pasar era que Wilhelm tuviese un día entretenido descuartizándolos, pero su mirada estaba en las cosas que estaba preparando. Alzó una jeringuilla hacia sus ojos para comprobar qué capacidad tenía antes de dejarla en su lugar y coger otra más grande.  Aparentemente estaba ignorando a Ralph, pero no era inmune a su dolor. Él no tenía responsabilidad sobre su herencia genética y Leopold lo sabía, quizás por eso —y sólo una vez guardó las muestras para que estuviesen a salvo—, lo miró.

—Si su familia comete el grave error de acercarse a estas instalaciones tendrá un destino mucho peor que el suyo, señor Brooks. ¿Tiene usted alguna idea del porcentaje anual de muertes humanas a manos de gente con poderes? —preguntó retóricamente, pues no esperaba una respuesta—. Usted podría ser la solución. No tendría que haber más muertes ni jerarquías, viviríamos en un mundo justo donde todos tuvieran las mismas posibilidades de defensa y ataque. Colabore y todo será más fácil.   

—Vosotros… Vosotros empezasteis esto. No pedimos nacer así, simplemente nos asumisteis como una amenaza por ser distintos. Si hay mutantes ahí fuera masacrando a humanos es porque vosotros nos masacrasteis primero. Cuando se enteren de qué buscas hacer aquí dentro… Será la guerra. Nadie va a quedar en pie. Ni siquiera tú.

Se quedó en silencio y lo miró fijamente. Cualquiera que no le conociese lo suficiente podría haber afirmado que sentía algo de pena por Ralph, pero nada más lejos de la realidad. Sabía perfectamente que los mutantes no elegían su destino, precisamente por eso quería regalarles una vía de escape para no convertirse en una atrocidad de la naturaleza.

—Quizás le sorprenda saber que no todos los mutantes quieren serlo. En cuanto a quién empezó qué, ¿de verdad cree eso de que un bando provocó una guerra con el otro? Todos tenemos elecciones, señor Brooks. Ninguna raza es inocente, pero la suya juega con ventaja y eso nunca será justo. Siempre habrá alguien que se aproveche, sería mucho más sencillo borrar esa posibilidad de la ecuación. Normalmente se ahorraba lo que Wilhelm llamaba el discurso del villano. Clásico error de película: mientras el que tiene el plan malvado se explica o desvela detalles de su plan, los buenos aprovechan el tiempo para encontrar una forma de derrotarlo. Ralph no lo sabía, pero estaba a punto de desequilibrar todo el control que Leopold había conseguido alcanzar en su lado sensate después de muchos años. Estaba fijándose en las muestras cuando escuchó la voz de Atlas detrás de él.

—¿Fitz? Leopold no respondió, simplemente se giró y empezó a buscar como un loco en los cajones los bloqueadores que en ese momento no llevaba encima. Ralph no podía ver a Atlas porque no estaba físicamente allí, pero el sensate se acercó al mutante y al ver aquel laboratorio empezó a sumar dos y dos.

—¿A esto te dedicas ahora? ¿A experimentar con niños? Al encontrar lo que buscaba, abrió una pequeña caja metálica donde había muchas pastillas de color negro. Se tomó una —a pesar de que ya se había tomado su dosis del día antes— y finalmente se enfrentó a Atlas pensando que dejaría de verle en un par de segundos.

—Hasta ahora has tenido suerte —dijo aparentemente en el aire—, Wilhelm te encontrará antes o después. Ralph se dio cuenta de que no estaban solos y empezó a gritar pidiendo ayuda. Leopold había recuperado la confianza al pensar que el acceso a su mente se cerraría en cuanto hiciera efecto el bloqueador, pero al ver que no funcionaba empezó a sacar conclusiones. Se volvió hacia Ralph y volvió a fijarse en sus muestras alteradas, entonces llamó a los sabuesos, claramente nervioso. Estaba claro que había algo que no estaba entendiendo, algo peligroso. 

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó, visiblemente molesto y a punto de tener una crisis nerviosa.

—¿Qué…? No estoy haciendo nada. ¡Déjame irme! ¡No puedo ayudarte!

Los clones entraron en el laboratorio para esperar órdenes. Entonces fue cuando pensó que le estaba mostrando demasiado a Atlas y que él no podría salir de allí mientras su compañero de cluster estuviese conectado a él. Rápidamente ordenó que Ralph saliera de allí y Atlas desapareció, pero tendría un hilo del que tirar y antes o después Leopold sufriría las consecuencias.

| Con Ralph Brooks @brookskala

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—Wilhelm A. Brünker, alemán. Criado en un campamento militar, siempre se ha creído superior a los demás. Pasó una temporada en un reformatorio de menores por realizar actos fascistas. 

—Emigró de Dresden a Nueva York, donde conoció al doctor Leopold Fitz. Leopold le ofreció el trabajo de sus sueños: ganar dinero gracias a la violencia contra seres impuros. Desde entonces se dedica a cazar y matar criaturas sobrenaturales.

—Perdió la vida en un incendio provocado por Phil Kallahan en las instalaciones de la BPO. Fitz consiguió transferir su memoria a otro cuerpo, pero tuvo efectos secundarios. Cada cierto tiempo su cuerpo se descompone y tiene que pasar a otro, pero Leopold le ha otorgado una manera de mantener el suyo el máximo tiempo posible: absorbe tejido sano de otros cuerpos.

—Nunca utiliza sus habilidades sobrenaturales porque se avergüenza de no ser del todo humano y ha jurado vengarse de la familia Kallahan por lo que le hizo. Murió una segunda vez a manos de Haziel, ángel guardián de Mitsha Kallahan. 

—Su lealtad hacia el doctor Fitz es inquebrantable. No sólo le debe la vida, también comparte sus valores y cree firmemente que la preservación de la especie humana es lo más importante y que no debería existir otra raza.

—Actualmente es líder de un grupo de clones creados por Fitz a los que llaman sabuesos. Los utiliza como ejército en sus cacerías. 

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Avatar: Está en constante cambio, de momento Brett Dalton.

Altered Carbon

Proyecto Sabueso (The Gifted)

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—Hunter Fitzgerald. Nacido en Glasgow, cuando era niño fue trasladado junto a su familia a una sede de HYDRA. Allí fue escolarizado y pasó su infancia y adolescencia en el búnker sin apenas contacto con el exterior, entrenando cada día para ser agente de la organización.

—Siempre cuestionó la moralidad de HYDRA y a pesar de ser uno de sus mejores agentes, acabaron por prohibirle el paso a la zona donde experimentaban y mantenían a las criaturas sobrenaturales debido a que en su tiempo libre, se paseaba por allí e interaccionaba con ellas.

—Cuando empezó a mostrar signos de deslealtad, su jefe amenazó con matar a su familia si hacía alguna tontería. Llegó a un acuerdo con un inhumano para liberarlo a cambio de que lo ayudase a fingir su muerte.

—Desde que escapó de la organización ha tenido como misión pararles los pies y sacar a su familia de ahí. Se mudó al Afterlife y allí residió hasta que su hermano menor, Leopold, dio el golpe de estado en HYDRA. Pensando que ya estaba a salvo, estaba dispuesto a retomar su vida cuando se enteró de que Leopold sólo había acabado con los directivos de la organización para volcar todas sus energías en cazar seres sobrenaturales.

—Actualmente está buscando a Jemma, el amor adolescente de Leopold. Está seguro de que ella es la clave para acabar con el odio de su hermano y, en consecuencia, con la Organización de la Preservación Biológica.

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Avatar: Nick Blood

Afterlife

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—Atlas. Procedente de Chicago, Illinois. Su padre abandonó a su familia cuando él era adolescente y su madre murió poco después. Es bastante inteligente, pero también muy inocente y eso le ha llevado a muchas decepciones. Aún así siempre busca la luz al final del túnel.

—Desde que activó su lado sensate ha tenido que trasladarse continuamente debido a que uno de sus compañeros de cluster, Leopold, decidió darles caza a todos debido a su rechazo por lo sobrenatural.

—Después de un tiempo huyendo, Leopold dio con él, con Eider y con Neo y los encerró a los tres en una celda de la BPO para intentar curarlos. El científico experimentó con ellos y acabó por convertir a Neo en un monstruo, probando con él todo lo que después perfeccionó en Wilhelm. 

—Gracias a un incendio provocado por Phil Kallahan en las instalaciones de la Organización de la Preservación Biológica, pudo escapar. En su huída, Neo se quedó detrás para entretener a Wilhelm y darle una oportunidad, pero eso fue lo que le costó la vida. Atlas aún no se lo perdona.

—Después de huir de la BPO volvió a su rutina de traslados y escondites, pero la red de sensates le otorgó un rayo de esperanza: averiguó que el hermano de Leopold, Hunter, seguía vivo y lo estaba buscando. Dio con él unos meses después y desde entonces vive refugiado en Afterlife. Ambos colaboran para buscar una forma de destruir la organización de Leopold. Hunter entrena y Atlas diseña recursos tecnológicos.

— Actualmente ha conseguido conectar con Leopold y aunque no sabe dónde está ni con qué recursos cuenta, sabe que no es invencible. 

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Avatar: Jeff Ward

Sense 8

Afterlife

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Para Krystal, aquel día en el trabajo se basó en contarle a las clientas habituales qué había ocurrido con Ethan después del espectáculo que habían dado el día anterior en el local. Muchas habían vuelto sólo para enterarse del final de la historia, aunque para ella era sólo el principio de algo que aún no era capaz de explicar. Se sentía como si hubiese encontrado por fin alguien que podía ser algo más que un pañuelo de usar y tirar, y por eso había decidido que aún no le contaría nada a sus hermanas. Si las cosas iban bien, quizás en un par de semanas llevaba a Ethan a conocerlas, pero no pensaba ponérselo fácil. Tenía claro que ir de su mano era como ganar la lotería y esperaba que el clon tampoco tuviera dudas de ello. 

Al llegar a casa se dedicó a prepararse para aquella noche. Se dio un baño de los largos y se hizo un buen DEH —depilación, exfoliación, hidratación—. Después se maquilló lo básico y se puso un conjunto de lencería roja de encaje detallado que le quitaría el aliento a cualquiera. En el último momento se puso un vestido con un buen escote y la espalda abierta y unos tacones que harían que no tuviese que ponerse de puntillas para besar a su cita. La casa olía de maravilla y ya tenía preparadas dos copas de vino cuando Ethan la llamó para avisar de que ya veía su ventana. De repente se puso nerviosa e incluso se sonrojó, volviendo a poner la sonrisa de gilipollas que tenía desde el día anterior. Se miró una última vez en el espejo de la entrada y abrió la puerta a tiempo para verle acercándose por el pasillo. Si no fuese porque pretendía que de aquello saliese más que unos cuantos polvos, se hubiera lanzado hacia su boca directamente.

—Hola —saludó.  —Hola —respondió el clon mirándole las tetas descaradamente. Se apartó para que Ethan entrase y le quitó la bolsa que llevaba de las manos, abriéndola con curiosidad. Al ver qué helado había escogido, se mordió el labio inferior, ya sabiendo que iba a disfrutarlo. Era uno de sus favoritos. Cerró la puerta y puso el pestillo, asegurándose de que ni siquiera un ladrón pudiese abrir fácilmente e interrumpir su velada. Se acercó a la encimera de la cocina y sacó el helado de la bolsa con intención de abrirlo, ofreciéndole a su vez a él una de las copas de vino que ya había servido.

—¿Qué tal tu día? —preguntó, mirándole a los ojos mientras sacaba dos cucharas para el helado. Probablemente era de las primeras veces que hacía esa pregunta queriendo conocer la respuesta por verdadero interés y no por quedar bien. 

—Meh —respondió Ethan, encogiéndose de hombros y oliendo la copa—. El tuyo qué. Estás muy guapa. Y muy buena también. 

Se rió, dejando la tapa del helado junto a su copa y deslizó la cuchara por los bordes del recipiente, llenándola hasta arriba para probarlo. El chocolate se fundió sobre su lengua caliente, haciendo que pusiese los ojos en blanco como señal de que le había gustado. Seguramente le iba a gustar más sobre el cuerpo de Ethan, pero había decidido que aquella vez tenía que dar él el primer paso. 

—¿Verdad? —preguntó retóricamente, complacida al oír por fin un cumplido.

—Oye, ¿tú eres mutante o solo clon?

—Clon ¿no? ¿Qué quieres decir?

Frunció el ceño mientras su cerebro procesaba aquella pregunta. A lo mejor era también mutante y ninguna de sus hermanas le había contado nada, siempre estaban con la misma tontería de querer protegerla de la verdad. ¿Tendría poderes ocultos? ¿Habría vivido engañada toda su vida? ¿Y si sus poderes tenían algo que ver con lo bien que se le daba conjuntar, el delicado instinto que tenía para acertar con el maquillaje y su sexto sentido para saber si un tío la tenía grande o no? Menudo bombazo, su Twitter iba a arder con esa noticia.

—¡¿Tú tienes poderes?!

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Leopold llevaba más de un año experimentando con Rachel. Hasta la fecha, la clon había perdido varios órganos, su pelo se había decolorado y sus ojos enrojecidos indicaban que su salud no era la mejor. Había desarrollado una especie de Síndrome de Estocolmo que la había permitido sobrevivir e incluso ganar algunos privilegios, como poder pasear por los pasillos del agujero en la que la tenían metida. La BPO estaba en su mejor momento, sus celdas estaban llenas de seres sobrenaturales y la constante vigilancia que tenían sumada a la tecnología de las instalaciones hacían imposible que escapase aunque ya no tuviese cadenas en las manos. 

En uno de sus paseos nocturnos, escuchó ruidos desde la sala donde solían hacerle pruebas. Se asomó y se encontró a un hombre con el cráneo abierto, mirándola asustado. No parecía poder hablar, pero había algo en sus ojos que le decía que no estaba allí por voluntad propia. Se acercó para verle de cerca, suponiendo que sería uno de los desgraciados que había cazado Wilhelm. No sentía pena por él, pero extrañamente, no se sentía precisamente bien viéndole en aquellas condiciones.

—¿Qué haces aquí?

Rachel se giró rápidamente, viendo a Brünker observándola en la puerta de la sala. No parecía muy contento y eso nunca era bueno. 

—¿Qué has hecho con él? —preguntó con intención de distraer al nazi. —No es de tu incumbencia —replicó el alemán—. Vuelve a tu cuarto. —¿Por qué está aquí? ¿Es un sensate? —insistió.

Wilhelm suspiró impaciente y se acercó a ella, cogiéndola del brazo con fuerza para obligarla a salir de la sala. Rachel miró una última vez a aquel hombre inmóvil antes de caminar hasta el pasillo. Aunque hubiese querido, no tenía fuerzas para resistirse a las órdenes de su secuestrador.

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A esas alturas, Ockham ya tenía claro que no podrían usar sus trucos para salir del lío en el que se habían metido esa vez. Era irónico que Axl, experto en el efecto mariposa, no hubiese visto venir los desencadenantes de sus acciones. Quien había atacado a Evans había provocado que su compañero montase una rigurosa investigación para averiguar quién podría haberlos traicionado dando información confidencial a un externo sobre una testigo protegida, lo cual había hecho que Middle desencriptara el acceso a las cámaras de seguridad del edificio y descubrieran que su brecha había sido fruto de la intervención de su propio clon, Rachel. El informático estaba libre de culpa, pero aquella grabación no tardó en llegar a manos de Asuntos Internos, y ninguno estaba dispuesto a explicar que tanto ella como sus hermanas eran fruto de un experimento y que la detective no había tenido nada que ver con las imágenes que mostraban a alguien exactamente igual que ella accediendo al ordenador central para enviar la información del expediente de Evans. Así que allí estaba, sin poder dar ninguna respuesta al interrogatorio que le estaba haciendo su superior.

—Sólo te lo voy a preguntar una vez más, Ockham. Dime qué hacías en el despacho de Middle. —Ya le he dicho que sólo entré para hablar con él. —¡Estuviste dentro ocho minutos, joder! No voy a poder ayudarte si no me dices la verdad. —Lo siento, inspector. —Los de AI estarán aquí en cinco minutos y ellos no van a darte ninguna ventaja. Si quieres hacer un trato, tiene que ser conmigo. —Lo siento —repitió, dando por terminada la conversación.

Una lágrima cayó por su mejilla y se mordió la lengua mientras su superior abandonaba cabreado la sala de interrogatorios. Sabía que todas las pruebas apuntaban a ella, pero no podía hacer más. Había prometido que ante todo protegería a su familia y eso haría. Siempre.

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—Rachel Duncan. Es la única de las hermanas que se ha criado siendo consciente de que era un clon. Sus padres adoptivos eran científicos en el Instituto Dyad, encargado del proyecto de clonación. 

—Cuando tenía diez años sus padres murieron en un accidente y pasó a ser criada por los directivos del instituto. A partir de entonces se dedicó por completo a convertirse en CEO del instituto, creyéndose con más poder que el resto de clones al trabajar desde dentro. 

—Fría, calculadora y muy egoísta. Intentó eliminar al resto de clones en cuanto empezaron a darle problemas, pero se dio cuenta de que ella era una más y los científicos implicados harían de ella otra cobaya. Terminó ayudando al resto de clones a disolver el instituto Dyad, pero ellas nunca terminaron de fiarse de ella. 

—Le ofrecieron una gran cantidad de dinero por acceder a datos policiales haciéndose pasar por Ockham. Había vivido toda su vida rodeada de lujos y tenía que empezar de cero, por lo que no se lo pensó. Su clon terminó en prisión por no revelar la identidad de Rachel ante las autoridades.

—La Organización de la Preservación Biológica descubrió quién era y la secuestró. Leopold ha estado experimentando con ella desde entonces y ha sido el factor clave para el desarrollo de clones masculinos. Actualmente sigue en las instalaciones de la BPO, pero ha conseguido comunicarse con el resto de clones, que han empezado a buscarla. 

En uso:

Avatar: Tatiana Maslany

Orphan Black

Clones

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—Sarah (Ockham) Doyle. Más conocida como Ockham, fue criada en el sistema de acogida británico. A los quince años se trasladó a Estados Unidos con su última madre de acogida, Ginevra. Ginevra conocía el origen de Sarah e intentó mantenerla alejada de los neolucionistas que perseguían a las clones, llegando a dar su vida por ello. 

—Fue agente de policía muchos años y se especializó en operaciones encubiertas, llegando a ser muy respetada en el cuerpo. Desde que conoce al resto de clones, todas han participado en alguno de sus trabajos según las necesidades de la misión. Sus compañeros la asociaban a una maestra del disfraz y la interpretación. 

—Asuntos Internos la mandó a vigilar a Axl Mars debido a la cantidad de casos que resolvía el detective sin explicaciones, creyendo que tenía las manos manchadas. Tras mucho tiempo juntos, Axl se convirtió en su mejor amigo. Ambos se encargaban de los casos del departamento de homicidios que otros policías no podían resolver y conocían los secretos del otro.

—Axl descubrió que varios de sus compañeros eran corruptos, pero al tratar de destaparlos, todo salió mal. Él fue expedientado por Asuntos Internos y Ockham acabó en la cárcel al no querer desvelar que había sido su hermana Rachel quien había entrado en archivos de la policía sin autorización.

—Tras unos meses en prisión, fue liberada gracias a los tratos sucios que hicieron sus clones con el dinero que obtuvo su hermana Alison del atraco donde Axl perdió la vida. 

—Actualmente está considerando un puesto en el FBI que aún no ha aceptado por miedo a que le vuelva a pasar algo parecido. 

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Avatar: Tatiana Maslany

Orphan Black

Clones

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—Alison Hendrix. Pasó su infancia y adolescencia en el sistema de acogida estadounidense.

—Líder natural. Le gustan las cosas bien hechas, es bastante perfeccionista y está involucrada en todas las actividades de su comunidad. Vivía una vida perfecta hasta que conoció a Cosima, que fue quien le reveló la existencia de las clones.

—Nunca quiso verse involucrada en el tema y nunca pidió explicaciones. Ayudaba económicamente a Cosima y Ockham hasta que descubrió que su propio marido estaba metido en la red que las usaba como cobayas. Cuando las clones se dieron cuenta de que estaban eliminándolas una a una, dio un paso más e hizo todo lo necesario por protegerlas. 

—Cuando encerraron a su hermana Ockham en la cárcel y su compañero Axl le dijo que estaba planeando un atraco para usar el botín como recurso para liberarla, se metió de cabeza en el plan, adoptando el alias de Ginebra. Aunque Axl murió dándoles tiempo para huir, Alison escapó del atraco con 172 millones de dólares que usó para liberar a Ockham.  

—Apenas un par de meses después de la muerte de Axl, una de las ex-compañeras de trabajo del detective les confesó que estaba embarazada de él, pero que daría al bebé en adopción porque no quería tenerlo sin su padre vivo. Alison optó por encargarse del niño al no querer que se criase como ellas, de casa en casa y sin una familia en condiciones. Lo llamaron AJ y lo cuidan entre todas las clones.

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Orphan Black

Clones

La casa de papel

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—Krystal Hudson, nacida el 10 de octubre de 1991, siempre se ha considerado un 10/10. Pasó su infancia y adolescencia en el sistema de acogida estadounidense. 

—Trabaja desde los quince años como esteticista. Ahorró todo lo que pudo y al cumplir la mayoría de edad se mudó a un apartamento cercano a su lugar actual de trabajo: el salón de belleza Think Pink. 

—Conoció al resto de clones cuando fue secuestrada por los neolucionistas, que mataron al que era su guardián. Su camino se cruzó con el de Rachel cuando quisieron usarla para fingir que era ella y, en consecuencia, con el de Ockham, Cosima y Alison. Al principio ni siquiera se veía parecido con ellas, le costó bastante asumir que eran clones y actualmente tiene poca relación con sus hermanas, pero se mantienen en contacto. 

—Aunque puede ser bastante superficial y parecer la típica rubia tonta, es más inteligente y tiene más capacidades de las que cualquiera le atribuiría sin conocerla bien. 

—Es Guardiana de Kandrakar. Su elemento es el agua y desde que tiene habilidades mágicas, le fascinan. Practica siempre que puede desde que Rhea encontró la forma de que pudiera usar sus poderes sin que ella estuviese cerca, y aunque cada vez los controla mejor, estos están muy vinculados a sus emociones por lo que no es raro que pierda el control. 

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Avatar: Tatiana Maslany 

Orphan Black

Clones 

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—Leopold Fitzgerald, más conocido como doctor Fitz. Nacido en Glasgow, desde que fue capaz de caminar fue trasladado junto a su familia a una sede de HYDRA. Allí fue escolarizado por la organización y pasó su infancia y adolescencia en el búnker sin apenas contacto con el exterior.

—Cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, una de las criaturas sobrenaturales con las que experimentaba la organización intentó escapar y asesinó a su hermano mayor, Hunter. A partir de este suceso, Leopold guardó un rencor hacia las criaturas sobrenaturales que sólo fue creciendo con el tiempo.

—En un arranque de ira al comprobar que HYDRA pudiendo aprovecharse de los poderes de los sobrenaturales no iba a iniciar una cruzada contra ellos, destrozó el laboratorio donde trabajaba y se fugó de la sede, desapareciendo por completo del radar de la organización.

—Durante años fue reuniendo recursos hasta formar la Organización de la Preservación Biológica con el objetivo de dar caza a todos los seres sobrenaturales que pudiera encontrar.

—Cuando su lado sensate despertó, se dedicó a cazar a su cluster y siempre ha reprimido ese lado de su cerebro. Toma bloqueadores desarrollados por él mismo para que ningún otro sensate pueda acceder a su mente. Actualmente sólo queda vivo uno de los miembros de su cluster: Atlas.

—Es capaz de trasferir la conciencia de alguien a otros cuerpos y dispone de un ejército de clones a los que llama “sabuesos”, liderados por su mano derecha, Wilhelm, con quien produjo la primera transferencia con éxito.

—De cara a la galería, la BPO es una empresa dedicada a la ingeniería genética, pero los sabuesos localizan y cazan seres sobrenaturales continuamente. Leopold experimenta con ellos y después los mata sin ningún tipo de empatía.

—Su propósito final es crear un mundo donde sólo convivan humanos.

En uso:

Avatar de Leopold: Iain de Caestecker

Avatar de Hunter: Nick Blood

Organización de Preservación Biológica

Altered Carbon

Proyecto Sabueso (The Gifted)

Sense 8