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There's a longing for what I never knew.

For tranquility, for peace. For a silky throat words don't get stuck in.

For quiet nights, for starry eyes. For floating into easy sleep.

For devout love, for certainty. For a sense of fitting in.

Into someone's arms, not just their bed.

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F

Marioneta de mis demonios,

títere de mis pensamientos.

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I want to tell you you're just a friend to me. I want to tell you I have no feelings other than lust. I want to tell you I don't dream of you. I want to tell you I don't care if, when tomorrow comes, we'll take separate ways. I want to tell you I don't want you to hold me tight, and never let go. I want to convince myself I don't love you, but I can't.  Fuck it, I just do.

FML

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Podría ser

A veces solo me quedo quieta y miro directo hacia el vacío; hacia las posibilidades. Callo, y contemplo el “qué podría ser”. Si salto a las vías del subterráneo justo antes de que llegue a la estación; si me lanzo del balcón de un sexagésimo quinto piso; si tomo seis pastillas en vez de una; si compruebo el filo del cuchillo sobre mis muñecas. Si un día, simplemente dejo de resistirme. ¿Qué podría ser? ¿Me esperaría algo peor a lo que ya tengo aquí? ¿O me esperaría la tan anhelada paz que hasta ahora no he conseguido?

Últimamente la respuesta me está importando menos, y la pregunta es cada vez más constante.

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Ayer

En momentos como estos, solo desearía transportarme al ayer. Y no, no es por cambiar algo sino para sentirme como en aquel entonces. Cuando no sentía que mi cordura pendía de un hilo. Cuando podía verme al espejo sin sentir asco. Cuando mi mayor problema era sacar un 8 con promedio de 9,7. Cuando en serio creía que era capaz de lograr lo que quisiera. 

Y ahora, pues... Todo se viene abajo.

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Existen pocas combinaciones tan tortuosas como el cansancio y el insomnio; la tristeza en un día importante; o la soledad cuando necesitas un abrazo.

Son las 5:42 de la mañana y tu lado de la cama sigue vacío

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Existe cierta comodidad en la melancolía, por eso es tan difícil escapar de ella. Se vuelve adictivo, eso de estar en el pasado. En los "mejores tiempos", o quizás solo en los más felices. Cuando aquello que estaba en el pecho era aún un corazón; antes de sentir que ahí solo hay vacío. La melancolía es peligrosa: es un placer culposo que de no tener cuidado consume a su víctima. A veces toma tiempo, a veces un golpe de la vida, y a veces simplemente mucho trabajo encontrar una manera de zafarse. Es complicado, pero no imposible. Sin embargo, cabe recalcar que siempre queda una parte de ella en ti; al fin y al cabo, se trata del pasado del cual no hay manera de deshacerse. Puede que ciertos días venga a ti de mano de unas copas de vino una noche de viernes; puede que sea traída por un trazo de olor en el viento mientras contemplas la playa viendo el sol salir en Año Nuevo; o puede que te encuentre escribiendo con una taza de café en la mano un domingo por la mañana. De cualquier manera, lo mejor que puedes hacer es sonreír y abrazarla; recordarle que ha pasado mucho tiempo, y que no es más que algo que ya fue.

Cabe admitir, sigue siendo fuente inspiración para mis escritos.

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Extraño muchas cosas, entre ellas a ti; sin embargo, lo que más me duele extrañar es la emoción de vivir. Emoción reconstituyente que hacía que vivir fuese interesante, y no una maldita obligación. Porque ya ni los amigos y sus abrazos, ni las fiestas y su alcohol, ni la cama y su soledad me representan algo. Existir se ha tornado en el yugo sobre mi espalda del cual no me puedo librar sin irme yo de este mundo. Con total convicción ahora puedo afirmar que nada duele más  que levantarte cada día solo esperando a que se acabe. A que sea el mañana, el que de alguna forma sea diferente; esperanza que desvanece conforme la rutina continúa. Pasan los días, pasan los amigos, pasan las fiestas, pasa la soledad incluso, y sigue sin pasar nada. Miro las fotos y veo las sonrisas, pero reconozco su cambio de genuinas a fingidas. De recuerdos tocará seguir; en el mar de un mejor pasado, mientras me ahogo en el presente, solo esperando la llegada incierta de un barco con algún futuro. Ya te dije que te extraño, pero quizás es a la remembranza de como estaban las cosas entonces, de como sentía algo entonces, de lo que yo era entonces; solo sinónimo de que ya no me reconozco y de cuánto extraño sentirme vivo.

Extraño sentirme vivo

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Quiero no quererte para que dejes de doler. Ya no sé qué hacer  para de mi mente sacarte. No poder dormir es frustrante, tanto como en el fondo saber que en mis brazos te debería tener, en vez de tener ganas de olvidarte. Te sigo esperando impaciente, tan solo te quiero ver, para otra vez tu cuerpo poseer, pero sabiendo que debo correr, y para que no te vayas susurrarte suavemente un "por favor, quédate".

Soneto I

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Extraño los momentos en los que solo éramos tu y yo contra el mundo. Con todo y que nuestras vidas tenían cada una sus problemas, con todo y que allá afuera todo siguiera siendo una mierda, contigo fui feliz aún en los días más horribles. Muchos dirían que fuimos caos, y no me apena admitir que tienen razón, pero puedo decir con toda certeza que al final fuimos el balance resultado de guerras individuales tan atroces, que terminó por traernos paz mutua. Cuando me dabas tu mano, me mirabas directo a los ojos,  me calmabas con tu voz, y me recordabas que estabas ahí, sentía que no había infierno que pudiera vencer nuestro idilio. Y siguen las guerras, y sigue el mundo de mierda, pero no sigues tu. En tus ojos veía reflejada mi alma, en tu mano yacía mi corazón, y solo en tu caos encontraba mi calma. Pero aprendí que en esta maldita vida no hay cielo que le dure eternamente a aquel que es solo un pobre pecador; igual no te preocupes por mi, que en este infierno estoy seguro habrá otro demonio con tu nombre de ángel.

De caos y ángeles

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Ya no te extraño, o por lo menos eso me digo; pero cada vez que te pienso, todo se revuelve. No sabes corazón, lo difícil que es vivir contigo a mi lado cuando sé que estoy solo. Permaneces todavía en la esquina de mis memorias, y desde allí, ocupas todos mis pensamientos. Más doloroso aún es que te halle en todas partes, en todas cosas, en todas personas; pero siempre sabiendo que no serás tu allí. Y la vida sigue, y yo he de seguir existiendo. Que me duelas no significa que he de morir, es solo que extraño cómo me hacías sentir vivo. Por eso, abrazo con dolor y orgullo  todos nuestros recuerdos; en ellos hallo remembranza de lo que significa sentir. Aunque quizás no sea lo mejor, te seguiré encontrando en todo; así por lo menos tengo la seguridad de que vas a estar en mi mente revolviendo mi mundo un poco más. Gracias amor, por hacerme sentir.

Revolviendo mi mundo

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No todos los que se pierden, desean ser encontrados. Sigo yo perdido en tus recuerdos, y aquí definitivamente me siento a gusto. Inefable permanezco al mirar nuestra foto, y tal parece que aún en la distancia sabes robarme suspiros y palabras. Hermosa ladrona, juro que sigues estando tan cerca. Todavía siento tus manos recorriendo todo mi cuerpo, cuando la cordura se volvía innecesaria. Siento tus labios húmedos dejando trazos de amor por mi piel, y llevándome un poco más cerca al paraíso con el que muchos sueñan. Siento tu olor traído la brisa que me despeina el cabello, en la esquina de la calle en la que nos encontrábamos cuando queríamos perdernos del mundo. Y ahí,  en nuestro pequeño cielo, perdidos en el otro, nos pudimos llamar amor.

Perdidos

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Maldito Sabor Amargo

Te he vuelto a escribir, aún después de haberme jurado olvidarte. He vuelto a caer en la maraña de recuerdos plácidos, ignorando por completo que al dormir entre tus redes, muero lentamente otra vez en sueño de tus brazos. 

Suena el teléfono, y se trata de ti. Supongo que al final, por lo menos queda en ti un deje de curiosidad acerca de lo que fue mi vida luego de tu éxodo.

Ah! Ahí está, ese sonido melifluo al que los mortales llaman vulgarmente “voz”. Corazón, si tan solo es tu voz, ¿qué deidad le ha concedido el poder de estremecer mi alma? Pues resuenan en mí tus palabras, y recorren cada nervio de mi cuerpo haciéndome temblar.

Me hacía falta oírte, cariño... Me haces falta en general, pero en este momento, me conformo con que me hables y me deleites así sea con diez minutos de tu tiempo.

Me tranquiliza saber que estás bien, pero me alegra que me digas que eres feliz. Al final, eso es todo lo que siempre quise para ti; y es lo mínimo que te mereces. Eres feliz, y qu�� importa que no sea a mi lado, ¿verdad?

Es aquí donde dentro de todo lo dulce, encuentro un maldito sabor amargo. Mierda, dueles todavía, y no ha habido distancia ni tiempo capaces de amortiguar el dolor. Es hermosa tu voz, pero son dagas tus palabras.

Maldito sabor amargo, deja en mi corazón escucharte decir que esperas encontrar a alguien que se parezca a mí, mi pues es lo más cercano que tendremos a estar juntos.

Maldito sabor amargo, queda atorado en mi garganta al tener que contestar pasivamente; como si no estuvieran hechas de un “nosotros” mis noches aún.

Maldito sabor amargo, se asienta en mi alma cuando finalmente te despides con un “te quiero mucho, cuídate” sabiendo que no te puedo responder.

Maldito sabor amargo, es todo lo que existe cuando, cerrando la llamada, quedo solo otra vez.

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Noches de insomnio. Días sin vivir. Esto se ha convertido en un juego de supervivencia. ¿Quién dura más? ¿El que no ama? ¿O el que por amor sufre? ¿El que siente y calla? ¿O el que nada siente y grita? Patético orgullo, arma suicida de la felicidad. Sonrisas huecas  y personas falsas son las que parecen prevalecer. Se trata de no morir, y al mismo tiempo, de no ser absorbido por el mundo. Al final resulta ser casi lo mismo. En el esfuerzo por mantenernos de pie, terminamos por no ser felices. De otra forma, en el piso de rodillas por no sentir el tan idealizado “amor”. Son los sentimientos un potente imán que nos mantiene unidos a nuestro polo directamente opuesto. Hasta que llega la realidad, la pesada pelota de plomo, que termina por derrumbar todo. Y con un imán en el corazón, parados sobre un piso de metal, no queda alternativa que caer; o simplemente deshacernos de lo que lleguemos a sentir. Ahora entiendo los cuerpos vacíos y las sonrisas aparentadas: son ellos sobrevivientes, así como lo soy yo. Son aquellos que prefieren existir sin vivir, a morir sobre el pavimento.

Desimantar para existir

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Ave Fénix

Cuando te dejé de escribir, ahí tomaste el teléfono. Cuando te dejé de buscar, ahí te propusiste encontrarme. Cuando finalmente te solté, ahí, en ese preciso momento, decidiste tomarme más fuerte que nunca. 

Corazón, ¿era necesario llegar a este punto?

¿Era necesario que yo llorara por incontables noches cuando la cama se sentía infinita y no te tenía para que me acompañaras en ese universo?¿Era necesario que yo sintiera los días haciéndose eternos esperando solo tu maldito mensaje?¿Era necesario que me enfrentara al mundo sola cuando tu te habías vuelto mi espada, escudo, y armadura?¿Era necesario destruirme y dejarme sola hasta que tú decidieras volver?

Pensándolo bien, creo que si...Mejor dicho, ahora sé que si: te necesitaba, pero fuera de mi vida.

Lo necesitaba, para aprender de la belleza de la soledad y la delicia de mi propia compañía. Lo necesitaba, para aprender a disfrutar la vida por mí y por lo que podía hacer de ella cuándo y cómo yo quisiera. Lo necesitaba, para ver que mi propio caballero soy yo y que en mis manos está todo el poder de enfrentarme al mundo. 

Necesitaba que tú me destruyeras, para poder volver a construirme sola.

Ahora que decidiste volver, ya no te necesito. Lo que pasó en su momento fue hermoso, lo que vino después fue profundamente doloroso; pero por ambas cosas, solo te puedo dar las gracias, porque de no ser por todo, yo no me habría dado cuenta de lo alto que podía llegar a volar.

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Palabras me sobran, y momentos me faltan. Me faltan para poder decirte todo lo que he querido. Todo lo que te he querido. Mi mente me divide entre erudito y poeta, buscando el balance entre saber que te has ido y entender tu partida, sin dejar de escribirte  por si acaso regresas. Te siento rozando la punta de mis dedos pero igual te hallas  fuera de mi alcance. Te siento bailando muy en mis adentros e igual no te encuentro afuera al buscarte. Es así como mis letras desahuciadas están destinadas a morir, sin que el caprichoso destino le regale a este vulgar mortal un instante oportuno de tu celestial presencia. Musa dolorosa, ha sido tu amor el protagonista  de versos sublimes y ostentosos, pero es tu ausencia responsable  de miles de sonetos ilegibles por mis lágrimas corriendo la tinta. Sin embargo, reconozco que mi ímpetu por plasmarte de forma tan purista y perfecta no es sino intento de retenerte aún cuando ya has marchado. Intento inútil, cabe admitir, pues tantos términos sofisticados son solo palabras de sobra en momentos de falta.

Palabras de sobra en momentos de falta

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Dormir sin descansar es equivalente  a no dormir. El insomnio del que padezco es el resultado de tus brazos; o bien,  de su ausencia. En la penumbra  puedo jurar que la vida se me hace eterna. En la soledad de las sábanas se detiene el tiempo. Solo me hallo yo con las canciones de cuna que recita el silencio. Me hallo con la compañía de tu falta. Del calor que me acunaba, se mantiene el recuerdo; pero fuera de él, no se encuentra nada.  Y cuando finalmente caigo víctima del cansancio, lo hago para despertar y darme cuenta de que, a diferencia de ti, el cansancio amanece conmigo. De mi desierto fuiste oasis: fresco y revitalizante. Ahora vuelto duna, me ahoga con su arena. Hallé salvación en tus brazos y perdición en tus besos. Infinito encapsulado en la noche del desplome; avalancha reconstituyente. Sin embargo, cual criminal huiste a la salida del sol. Yacía mi cuerpo inconsciente sobre la tela vuelto ruinas, y solo en la tela quedaba tu fragancia. Fue esa quizás la última noche de sueño lánguido; aunque ya la verdad  no distingo la noche del día. Me he perdido, al igual que tu. Casi parece que junto a tu vestido escapó mi somnolencia. Ahora mi vida se trata de insomnio, frío, sed, e incapacidad de cambiar la cama;  pues allí inerte yace la único que queda de ti.

Insomnio