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Metzler.

|| Los hermanos Metzler son gemelos y, como tal, compartirán ficha al ser los principales datos iguales; ambos nacidos en 1994 en Bulgaria y en Halloween de 2018 realizó George el primer experimento exitoso. Información detallada leyendo la historia de a continuación. ||

Este relato será escrito por quien maneja los hilos de estas marionetas con una mente más enferma de lo que pueden aparentar. Ambos han crecido en una familia cómoda y con todos los lujos, han tenido todo aquello que deseaban, por parte de Isabella eran joyas, cosmética, vestidos preciosos y elegantes que marcaban su desarrollo corporal a media que cumplía años convirtiéndose en objeto de deseo para muchos caballeros, pero por el lado opuesto tenemos a nuestro gran demente y avaricioso George Metzler. Según le presento parece que tendrá todo el protagonismo, pero os diré un secreto: ambos son seres oscuros antes de escribir su historia estando, tal vez, inspirados en una historia verdadera y para nada conocida. Lo podéis tener como uno de los cuentos más macabros de la historia.

George Metzler, no quería ropa de marca, no quería cosas lujosas, no quería coches que llamasen la atención y follar en la parte de atrás. Él quería algo más jugoso, algo más delicado y que solo el que tuviera una mente como la suya pudiera entender. Lo que él quería era un laboratorio pequeño en una casa escondida en medio de un bosque para que no fuera molestado por nadie, solo por su querida hermana. La casa era pequeña, simple, humilde, sin ningún tipo de decoración salvo frascos de medio tamaño en el que guardaba órganos, partes de cuerpos humanos o animales. Una mesa metálica en el medio que contaba con soportes de sujeción para inmovilizar a presas inocentes. Los aparatos que tenía eran de alta tecnología de aquella época junto con un par de pararrayos para conseguir su objetivo más deseado desde que empezó con la curiosidad de cómo funcionaba un cerebro, qué cables conectaba el organismo para ser un asesino, un violador, un ladrón, en total, una persona sin ningún tipo de conciencia ni empatía, sin darse cuenta de que su mayor ambición le transformaría en un completo demente obsesionado por la muerte y la vida.

ACTUALIDAD.

Isabella, nuestra mujer de gran sensualidad cuenta con un carácter fuerte y arrollador, en su camino en la búsqueda de la venganza hacia su hermano George, conoció a una mujer cuya sangre era mezclada entre bruja y demonio haciéndola poderosa y capaz de obtener todo lo deseado. Eso fue incentivo para manipular la mente de la fémina Metzler que era presa de la rabia y del odio alimentando así al demonio que la poseyó en 2018, en el primer experimento de su hermano y acabó despertando abandonada por su hermano siendo ese el motivo por el cual quiere llevar a cabo la muerte del búlgaro.

Isselt (Angie) sería su maestra en hechizos poderosos, pociones de defensa y venenos junto a peleas en el cuerpo a cuerpo adquiriendo mayor agilidad y rapidez al igual que sigilo para cazar a cualquier presa que se le pusiera delante. Le enseñó lo que era ser un demonio y para ello, Isabella tuvo que mancharse incontables veces las manos de sangre ajena al igual que su boca cuando comía carne humana, convirtiéndose en una auténtica caníbal. Fueron meses duros, pero por fin estuvo preparada para reanudar el camino y calmar su sed de sangre y violencia, no obstante, ambas abrieron un cabaret llamado La perla roja en el que asistirían seres sobrenaturales de cualquier raza al igual que humanos, siendo estos últimos la comida para los huéspedes, ya que también contaban con habitaciones.

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Isselt Czwójdak.

✂ Nombre y apellidos: Isselt Czwójdak.

*Su segundo nombre es Mannit que adoptó cuando tuvo que huir del Infierno por haber robado una muñeca de porcelana que contenía un poder bastante fuerte.

✂ Raza: Bruja y demonio súcubo.

*Sus inicios como bruja comenzaron en 1692 en Salem con la quemada de muchísimas mujeres acusadas de hacer brujería e invocar al Diablo -motivo que creían porque la cosecha nunca crecía y todo el ganado empezó a morir- entre esas mujeres una niña de cabellos rubios, inocentes, se hallaba entre ellas.

✂ Edad: Su edad actual son veintiséis años, permanecerá con esta edad eternamente al hacer el pacto final con Satán.

✂ Personalidad: Destaca su seriedad a la hora de entablar cualquier tipo de conversación con una persona totalmente desconocida, esta característica ha ido desvaneciéndose gracias a la amistad que mantiene con una persona totalmente opuesta. Es tajante, nada de medias tintas; todo o nada. Siempre guarda un as bajo la manga por lo que pueda pasar, más en sus negocios ya que debe de tener una presencia firme y mano dura, si es necesario se manchará de sangre sus propias manos.

|| Si quieres conocer más es mejor que nuestros personajes hablen. ||

*Dato curioso: Cuando estuvo en el infierno por primera vez, encontró un hombre misterioso. De ojos tenía dos enormes cuencas oscuras, una sonrisa que jamás desaparecía y, tras un nuevo trato, ese ser se introdujo en el cuerpo de, por aquel entonces, una niña de once años, convirtiéndose en un demonio súcubo.

Hɪsᴛᴏʀɪᴀ.

Época de 1692. Ubicación: Salem.

Los días en Salem eran tranquilos, monótonos, nada resaltaba porque todos eran muy callados y nadie hablaba sobre la vida de otros. Isselt iba y venía de la escuela, era una niña que carecía de amigas, salvo un grupo de niñas que las catalogaban como los niños raros. Sacaban extraordinarias notas, pero llegó un día determinado en el que esas notas fueron bajando en las cuatro muchachas. Los profesores no lo entendían y los padres no se explicaban que hacían tanto tiempo fuera, incluyendo noches de Luna llena que se escapaban a un pequeño lago.

Poco a poco se iban escuchando rumores sobre que entre el poblado habían brujas desde la llegada de una nueva familia. Era extraña porque no salían, su casa siempre estaba a oscuras, no se les veía por el día, quien sabe si salían por la noche si todos los vecinos estaban dormidos. Isselt estaba demasiado curiosa una noche del 14 de mayo de 1692 y se asomó a la casa pudiendo observar una silueta de su mismo tamaño, unos ojos más que brillantes y grisáceos. «Sería cosa de la oscuridad» pensó la inocente niña y saludó con una sonrisa.

La curiosidad estaba saciada, por lo que cuando salían al lago, pasaba antes para saludar hasta que varias noches dejó de ver esa silueta, lo que supuso que se habrían ido.

Todos se alarmaron, pero Isselt no se asustó, al contrario, se preocupó por saber dónde estaría su amiga. Esa misma noche fueron al lago, habían cogido velas para colocarlas en un círculo y bailaban al son del leve viento que hacía, el cual fue aumentando según cantaban y danzaban. Pero solo en los oídos de la joven escuchó una voz dulce, perturbadora, a la que hizo caso extrañada, pero pronto pensó que podría tratarse de su amiga, así que fue corriendo siguiendo ese tono de voz.

Quedó paralizada, boquiabierta. La mudez se presentó cuando lo que vio no era una niña, sino un demonio de ojos brillantes, oscuro. No era capaz de habar, solo de salir corriendo. Aquello que hacían en el lago solo era por diversión, pero… ¿Qué clase de puertas habían abierto en realidad? ¿Esa familia habían sido invocadas por ellas?

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[𝐈𝐈] 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐲 𝐨𝐟 𝐚 𝐩𝐬𝐲𝐜𝐡𝐨𝐩𝐚𝐭𝐡.

La libertad estaba cerca tras tantos años encerrada. La puerta se abrió y de la caja cristalina salió un humo oscuro que se expandió por el exterior, a través de un pequeño ventanal. Angie fue la responsable recibiendo un escalofrío por su piel, mezclado con un pensamiento atrayente al clavar su fría mirada en la muñeca que parecía sonreír.

“Hola, soy Annabelle, ¿quieres ser mi amiga? Te prometo que nunca te dejaré sola.”

La americana quedó en un silencio que después fue interrumpido por la suave y tierna voz de su madre para que subiera a cenar. Entre los brazos llevaba a la muñeca y fue una gran sorpresa para sus progenitores mostrando enseguida una expresión de sorpresa y miedo.

— Mamá, ¿qué es esta muñeca y por qué estaba encerrada?

— ¡Suelta eso, hija, esa muñeca es maligna!

— Pero… Si sabe hablar. ¿Qué es lo que habéis hecho cuando he estado encerrada?

— Iss… Digo, Angie… Hay muchas cosas que no te hemos contado aún, pero, por favor… — El padre hizo una breve pausando acercándose a su hija con los brazos extendidos para coger a la muñeca. — Dámela…

— ¡No, estoy harta de que me ocultéis cosas!

Y en ese momento, una poderosa fuerza se adueñó de ella. Los ojos se volvieron oscuros, sin señales de vida, como si esa muñeca se hubiera alimentado de aquello y con ello, realizar una posesión con la hija de los Czwójdak. Los pies de la americana dejaron de tocar el suelo, de sus brazos cayó la muñeca y la voz cambió de tono a uno más fuerte, de ultratumba.

— Vamos a jugar a un juego… Se trata del escondite, yo cuento hasta cinco y vosotros os escondéis… Si os encuentro, morís, sino… Escapáis. ¿Preparados?

Entre palabras se podía notar el tono burlesco y malévolo acompañado de una risa desquiciada. Bajó los párpados según comenzaba la cuenta atrás. “Uno, dos, tres... ¡Os voy a encontrar!” Otra risa.

— ¿Dónde estáis? Solo quiero jugar… Venga, salid… Vais a morir igual. Tengo un juguetito entre las manos, quiero saber si está bien afilado.

La madre había ocupado el interior del armario, el padre estaba preparado con un bate de béisbol tras la puerta. No quería hacer daño a su hija, pero tenía que dejar su cuerpo inconsciente y realizar el exorcismo antes de que pase más el tiempo. Solo se escuchaba la voz maligna enloqueciendo por cada minuto que pasaba. Tic-tac, tic-tac… Estaba acercándose. Solo podía quedar uno de los tres. Un sollozo. Era la pista para saber en dónde se escondían, pero tras pasar por el umbral, recibió el impacto del bate en las costillas.

— ¿Crees que me ibas a matar? ¡Incrédulo!

— ¡Cariño, cariño!

— Tu maridito ya está muerto. Ahora, quedas tú…

El cuchillo atravesó la tráquea del hombre provocando el brote de una cantidad de sangre considerada –después se preocuparía en comérselo- Quedaba ella. Asustada, daba pasos hacia atrás. Todo estaba acabado. Era ella o su hija, pero cuando quería atacar, el cuchillo atravesó su vientre para provocarle una muerte lenta y dolorosa. “Te quiero, Isselt…” Murmuró. El espíritu empezó a salir de ella tras esas palabras sinceras. Provocó que Angie recuperase su propio cuerpo y lágrimas salieron de sus ojos cuando vio que sus padres fueron asesinados por el cuchillo que tenía en la mano.

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Todo tiene un comienzo.

Apartamento privado de la policía de Irlanda.

Hora: 23:30.

Misión: Localizar la sede de investigaciones sobrenaturales.

Las teclas presionadas producían un sonido molesto para los demás, pero a pesar de varias quejas, la irlandesa siguió desarrollando el informe que le había pedido el general. La acción fue interrumpida por una orden de arriba. Todos comenzaron a moverse como máquinas automáticas; sabían lo que tenían que coger y dónde posicionarse.

Horas después estaban metidos en un edificio oscuro, la luz escaseaba, eran pocas bombillas las que seguían haciendo su función, otras eran intermitentes que terminaban por fundirse. Algunos cables salían de las grietas de las paredes, en el ambiente se respiraba un olor putrefacto.

General: Seok, Aleksander, vamos abajo, ¿me recibís?

Seok: Sí, mi general, vamos a bajar por las escaleras, el ascensor no parece ser muy seguro.

General: Está bien, tened cuidado, yo e Írimë… Maldita sea, se me ha vuelto a ir. Chicos, quiero información si encontráis algo, vuestra compañera ha vuelto a decidir las cosas a su manera. Corto y cambio.

De estatura baja, caderas anchas, complexión normal. El uniforme se le veía demasiado bien. Una vez daba esquinazo a su superior y compañeros, se moldeaba la camisa del uniforme a su manera: escote, un nudo inferior haciendo descubrir el ombligo y el arma en diagonal colgando. Sin que fuera vista, había robado un walkie talkie.

Írimë: General, aquí Írimë. Estoy en el sótano, aquí huele mucho peor. Hay ratas y muchas puertas están cerradas con llaves. Espere, estoy escuchando algo, voy a ver.

General: ¡No, estate quieta! Maldita sea. Otra vez. ¡Mierda, maldita mujer!

El carácter del general era igual de fuerte y duro que el de la pelirroja, ese era el motivo por el cual la mujer hacía lo que creía más apropiado para las misiones y dada su condición rebelde y fuera de las normas, recibía al día más de un sermón. Ambas manos sujetaban con firmeza el arma, en posición defensiva por si ocurría algo. Segundos antes había creado una bola de luz para alumbrar mejor el largo pasillo que producía tensión en los músculos, cualquier sonido la ponían en alerta y ahí ponía el punto de mira

Írimë: ¿Hay alguien ahí…?

Desconocido: Una señorita como tú no debería de ir sola… Me pregunto a qué sabe tu blanca piel… Tienes un aroma exquisito.

Voz masculina, como modificada por algún dispositivo de voz. La procedencia del sujeto era desconocida, pero tuvo el poder de destruir todo aquello que diera visión. La oscuridad acechó, impidiendo el contacto visual. “Mierda” susurró y empezó a correr en dirección contraria por la que había entrado. Muchos pasillos, muchas direcciones. Estaba perdida, no había luz y su linterna se había estropeado en el peor de los momentos. Estaba viviendo algo que jamás había sufrido y es que la presión de sus principios e ideales con lo que realmente estaba haciendo eran contrarios, sus extremidades estaban en tensión y sus poderes dejaron de responder. Ahora sí que estaba metida en un buen lío.

General: ¿Írimë, estás por ahí? ¿Me escuchas? ¿Qué coño está pasando? Aleksander, Seok id inmediatamente abajo y buscad a vuestra compañera, esto no me huele nada bien.

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Summer memories.

Las rosas del jardín han muerto. Han sido abandonadas y se han deteriorado con el tiempo. Nadie se ha percatado de que, poco a poco, se estaban marchitando.

Así es el tiempo, se va y no vuelve. Nos regala momentos puntuales que solo podemos saborear una vez en toda nuestra vida. Los trenes que pasan y no cogemos porque el billete nos da demasiado miedo como para arriesgarnos. Las voces interiores que nos hablan de sueños y nos hacen volar, pero que sabemos que no vamos a cumplir porque somos unos cobardes que buscamos el momento para hacerlo, cuando el verdadero momento le marcamos nosotros mismos. Cogemos un mapa y señalamos miles de destinos, pero vas creciendo y ese trozo de papel se vuelve amarillento, va envejeciendo y cuando lo queremos abrir, vemos esas arrugas que nos indican que ha pasado mucho desde entonces.

¿Quiénes somos y a dónde vamos? Nos preguntamos casi a diario, cuando el exterior calla y nuestro interior nos habla con la verdad, pero también somos ilusiones que algún día se romperán y ya no será lo mismo, porque lo roto no se puede arreglar.

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"Algunas noches, los recuerdos suben como eructos al digerir, uno tras otro." Es lo que pasa cuando te acostumbras a algo, que aparecen las ansias cuando dejas de tenerlo, aparece ese estado nervioso que te hace morderte las uñas y por consiguiente la piel creando pequeños brotes de sangre que tardan en cicatrizar, porque siempre los muerdes, porque no desaparece esa sensación que te encoge el pecho, los nudos de la garganta y un estómago lo suficientemente revoltoso como para impedir ingerir algún alimento. Fui dócil y vulnerable. Fui todas esas cosas que los hombres quieren que seamos: manejables a su antojo. Fui el juguete de muchas manos, el trapo sucio que dejan tirado después, esa pared que golpean cuando el enfado se apodera de ti. Dócil. Me repito la misma palabra mirándome al espejo desnuda, viendo cada cicatriz interna que nunca se ha terminado de curar por indagar cada noche en las secuelas, en los traumas. A veces permito que la almohada sea mi confidente de palabras para dejar salir a lágrimas que, tras bailar por mis mejillas, se suicidan. Es como si hubieran nacido para morir directamente. La vulnerabilidad me ha permitido engañar, domesticar y manipular desarrollando una gran verborrea tan falsa como mis sonrisas al entregar mi cuerpo a diversas torturas voluntarias solo para conseguir mis éxitos personales: reinar en el infierno como la bestia en la que me han hecho convertirme. Ahora, orgullosa, terca, fuerte e invencible es como me declaro al mundo desde este habitáculo que me ofrece paz, armonía y tranquilidad dentro de mi propia cárcel mental.

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[▼] "Porque sus cadáveres nunca mueren del todo y resucitan ante otros ojos, inéditos, para volver a morir, de amor, dentro de un tiempo."

Las bestias salvajes son aquellas de las que todos huyen por el miedo que les provoca su apariencia física. Tiemblan como corderos a punto de entrar en el matadero. Les huelo bailando desnuda en mitad de la ciudad con el brillo de la noche. Detecto la súplica "por favor, no me mates" y entonces es cuando enloquezco. Hambrienta, me lanzo sobre su cuerpo y lo devoro sin ninguna prisa. Despacio.

Soy esa bestia salvaje de la que huyen. Soy ese león de la selva que ruge. Soy esa estrella fugaz que nunca alcanzan a ver. Soy tantas cosas que terminan por llamarme hija del demonio.

Bestia de la noche que se alimenta de los débiles, de los mugrientos para limpiar una sociedad corrupta de bondades y esperanzas. Devoro todo a mi paso. Incendio ciudades y permito que las almas torturen a los que aún viven y entonces, mueren. No hay supervivientes, solo fuego alrededor quedando las brasas que yo misma apago para que nadie resurja de ellas.

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«Cuenta el lobo que se folló a caperucita quedándose con su deliciosa pureza. Le arrancó los ojos mientras aún tenía vida, lo que pasó después solo lo sabe él.»

Vivo en la inmensidad del infierno, entre las letras de los poemas más sucios que un poeta puede escribir. Vivo entre lo vulgar y lo elegante, entre el mar y la tierra. No soy una mujer, soy una bestia indomable con pensamientos irracionales.

Muerdo, araño y me toco.

Mis dedos entran en la zona más húmeda de mi cuerpo, se adentran conociendo el camino, se pierden entre oleadas de gemidos que suelta mi boca. Me deleito con el placer, con el sufrimiento de la víctima que tengo delante, sus súplicas me ponen más cerda activando mis sentidos más primates.

Me lo he comido de manera salvaje, le he dejado sin piel, sin ojos, ahora es un saco de huesos, los cuales han sido relamidos previamente por una lengua tan venenosa como la de las serpientes. Repaso con la boca cada dedo ensuciado de su líquido rojizo, lo hago despacio captando en el paladar cada esencia.

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«Blame it on the poems.»

La culpa es de los poemas. La culpa es de la esperanza. La culpa es del amor. La culpa es de la felicidad. Todo resuena en mi mente. Palabras que parecen un taladro, retumbando por cada recoveco de mi interior. Mi corazón hace mucho que dejó de latir, muchos dirían que en esta caja torácica no hay nada porque se lo entregué a Satán cuando me robó mi virginidad. La flor de la vida. Lo más importante para una mujer en siglos muy atrás. Me acusaron de puta, de ser hija del diablo, de hacer brujería solo por dibujar en las paredes o en las mesas lo que me decían mis emociones. La culpa es de todos ellos. La culpa no es mía. La culpa es de aquella aldea maldita. Solo era un juego de niñas. Solo eran unas palabras mal cantadas lo que invocaron que las puertas del infierno se abrieran y yo fuera la elegida para servir a mi señor. Me debatí entre la vida y la muerte. Muerte porque no siento el frío ni el calor, porque no siento mi alma, porque dudo de que tenga un corazón cuando él se lo llevó. Maldigo la hora y el día en el que mi curiosidad fue andando por mi y me colocó en aquel fango oscuro, en aquella agua congelada del lago de Salem. Son miles las historias, los rumores. Hay libros editados por diferentes manos, pero ninguno de esos libros tienen la verdad absoluta. Nadie sabe la maldad que allí reside, nadie conoce lo que allí pasa desde entonces.

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"I have it clear; madness is more than necessary to support such a sane life. I have it clear, insanity is the antidote to routine" Un nuevo libro de poesía de Carlos Kaballero, con Mozart sonando por el fondo mientras estas letras se balancean por mis labios formando una suave rima que me cala hasta el hueso más escondido. Me deleito moviendo mi cuerpo en suaves balanceos de tonos clásicos, con un camisón de seda blanco tapando un cuerpo que no siento como mío desde hace muchísimo tiempo. Me pierdo y me encuentro a la misma vez. Siento que estoy, pero sigo sin estar. ¿A dónde me llevará esta vez mi imaginación? Quizá a una de esas historias perturbadores que es capaz de crear mi mente con tan solo cerrar los ojos y no es malo, al fin y al cabo todos estamos un poco locos.

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Es curioso el vértigo.

Miedo absoluto. Perder el control, el cuerpo y la razón.

No sé si da más vértigo la montaña los tacones o el futuro.

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"The only sure thing in this life is that spring forever win the winter "

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◄ Patógeno infernal. ►

Hipnosis. Uno de los poderes que más disfrutaba haciendo con las personas lo que quería. Muchos de ellos morían por tirarse en el andén cuando venía un tren en marcha, otros saltaban desde un rascacielos, otros simplemente eran infieles a sus mujeres con ella. Así se limitaba su diversión. Y disfrutaba, joder que si lo hacía.

Echaba raíces en cada lugar del mundo hasta que se sintió atraída por una mujer cuyas relaciones íntimas eran fabulosas. Pero Isselt carecía de corazón, de empatía, de sinceridad. Y se vio obligada a acabar con su vida convirtiéndose repentinamente en un demonio súcubo cuando se cansó de ella.

Mientras estaba viva, arrancó a mordiscos su piel blanquecina. Disfrutaba alcanzando orgasmos de las súplicas ajenas. La excitaba. Se sentía bien. Relamió cada uno de sus huesos cuando se los arrancaba mientras su alma fue recibida a Satán.

• 15/Febrero/2018 •

— Señorita Czwójdak, hemos recibido esto para usted. El señorito Demién la está esperando en su despacho. — ¿No tienes pensado ser muda? Tienes una voz asquerosa.

La psicología no era su especialidad, pero le era necesario una tapadera para conseguir más vidas humanas y corromper al mundo de oscuridad absoluta. Cogió una bocanada de aire para recibir a su paciente favorito, el señor Demién. A quien se tiraba de vez en cuando en su apartamento.

— ¿Qué hace aquí? ¿No sabe que su cita es dentro de tres días? — Es que… Necesito ayuda. He caído otra vez en depresión. Mi mujer no me mira, dice que tengo mal aspecto. Que estoy… Demasiado pálido.

Recorrió el despacho provocando un sonido firme cuando los tacones golpeaban el suelo a cada paso. El traje de camisa y falda de tubo realzaba su figura femenina y era el arma perfecta para cautivar a sus pacientes.

— Estás perfecto. Esa maldita no te quiere. Has de tomar más de estas pastillas y te encontrarás mejor.

Entraba en las mentes ajenas con el contacto visual, logrando que acabasen por hacer lo que supuestamente era mejor para ellos. Lo que le estaba recetando eran unas dosis con un patógeno en el interior para matar poco a poco su organismo. ¿El objetivo? Que le acabase suplicando no querer morir y darle la eternidad infernal.

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[ 𝐈 ] 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐲 𝐨𝐟 𝐚 𝐩𝐬𝐲𝐜𝐡𝐨𝐩𝐚𝐭𝐡.

"A los once experimenté la sensación de cómo la oscuridad se hacía paso en mi flujo sanguíneo, el ardor que sentía por mis venas azuladas eran dolorosas provocando que mis cuerdas vocales se dañaran a causa de los gritos que salían de mi interior. Envuelta en un halo de llamas que quemó toda mi piel para que el infierno se quedase con mi alma y así obtener el poder oscuro. Desde ahí todo cambió. Mi mente se había obsesionado con los humanos, me resultaba irritante la felicidad ajena, las sonrisas inocentes y los corazones bondadosos: se volvieron razones para devorarlos noche tras noche. Insaciable. Nada me calmaba el hambre ni la sed, mi cuerpo empezó a ser pequeño para todo el poder que albergaba. Todo se desató. Acabé con toda persona viviente en Salem entre los once y doce años. Causé tanto escándalo que me secuestró un maldito pederasta que abusaba de mi cuando me anestesiaban. Recuerdo su cara mientras me abría las piernas. Su piel tersa y sus cabellos rubios. Parecía Dios vengándose de Satán a costa de mi, de un recipiente oscuro y malvado. "Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. Te voy a matar. " Sigo escuchando mi propia voz, lenta, apenas inaudible, pero mis ojos se lo decían. Seis largos años encerrada en ese psiquiátrico. Descubrí que me suministraban una especie de droga verde para eliminar a mi demonio interior, pero fueron tantas dosis que mi organismo se volvió inmune y lo utilizaba para hacerse más fuerte. Acabé con tres hombres esa noche de tormenta donde la electricidad del edificio flaqueaba. " — ¿Qué escribes, Angie? — Nada mamá... Me estaba desahogando. — La cena está lista. Baja cuando quieras. Angie Czwójdak, más conocida por el nombre de Isselt, había recuperado su antigua vida. Había recuperado la estabilidad, el amor familiar, la alegría, pero dentro de su corazón sabía que eso no duraría. Faltaba una pieza en todo ese puzle. El beso de su madre en la frente de la joven de dieciocho años no caló en su alma, no sintió que todo fuese verdad. Su intuición siempre estaba alerta y en esa ocasión, fue más alarmante todavía. — Mamá... ¿No tienes fotos de cuando era pequeña? — Ay, no, hija... Hubo un incendio hace dos años y se quemó todo... Tuvimos que abandonarlo e irnos a otro lado. Hay tantas cosas que te tenemos que contar... Una conversación breve en el minuto antes de terminar la cena. Esa pregunta atrajo la tensión en el rostro de los presentes. Algo se estaban callando, algo no estaba funcionando. ¿Por qué no se sentía cómo en casa? Empezó a sentir pequeños mareos, una visión difusa. Empezó a correr a saber dónde mientras las voces la perseguían desconociendo si eran reales o eran de su cabeza. Quería huir, pero solo se estaba acercando más y más a la clave de todo, o tal vez, a una rápida pincelada más de oscuridad. Bajó unas escaleras a toda prisa sin dar la luz. Tropezó en los últimos escalones y rodó hasta el medio del sótano. La puerta se cerró. El silencio abordó ese habitáculo y fue recuperando la visión. "Estoy aquí, no temas... Haré menguar tu dolor. Solo me tienes que sacar de aquí y seremos grandes amigas, ¿quieres jugar conmigo? " El sudor corriendo por la frente. Empezó a sentir algunos escalofríos, sentía que estaba soñando. Empezó a pellizcar sus brazos, sus mejillas, pero nada era suficiente para validar la teoría. Esa era el principio de toda realidad desde que salió al mundo exterior. Recorrió con ansiedad cada recoveco de la estancia y, sin querer, dio al interruptor de la luz. — Que cojones... — ¡Que bien! Me has encontrado... Ábreme para que podamos jugar. Una gran cristalera en la que habitaba una muñeca de porcelana sentada. Su cabello era rojizo y estaba recogido en dos trenzas. Tenía un rostro bastante peculiar, demoníaco. Y sabía que en el momento que abriera esa puerta, algo más fuerte empezaría, ¿por qué no averiguarlo?

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III ... Continuará.

Tras cuatro horas el cuerpo de Isabella no reaccionaba. No había indicios de que hubiera superado aquel trance. George se quedó con la mente en blanco, sin ser capaz de reaccionar, culpándose de haber perdido a su única familia y por la cual daba la vida. Miles de lágrimas bailando por sus mejillas. Ojos hinchados, rabia acumulada por momentos. Destrozó todo con el cuerpo tirado en el suelo sin haber sido capaz de que se produjese cualquier tipo de estímulo en el cuerpo aparentemente muerto.

— ¡Maldita sea, maldita sea! — Gritaba a los cuatro vientos. La culpabilidad se hizo hueco entre sus sentimientos. Se culpaba por insistir en un experimento poderoso que jamás había funcionado, hasta el momento, habiéndose llevado a cambio la única vida que le importaba y por la que daba la suya.

❍ ᴘᴀsᴀᴅᴏs ᴛʀᴇs ᴍᴇsᴇs. ❍

❝Esta es la última página que escribo en este informe en el que me he basado para detallar cada paso de mi investigación. No me atrevo a proseguir. Se ha llevado la vida de mi hermana. La única persona de mi vida. Mi única familia. Soy un desgraciado con el alma rota por haberla puesto en juego. Me encuentro fuera de esa dichosa ciudad. Esa ciudad que está maldita. Todos se han ido, no habita nadie. Dicen de haber sucesos extraños, muertes, intoxicación. Asesinatos. Algunos se han vuelto locos asesinando a sus familias, a niños, a mujeres. Todo se volvió un caos. Todo se volvió oscuro.

Ha desaparecido del mapa la ciudad. La han dejado inválida para que nadie ose aparecer por ella. Dicen que hay un monstruo andando con cicatrices por el cuerpo. Seguro que me está buscando porque yo soy su creador. Debería de encontrarme para poner fin a esta desgraciada vida en la que me paso huyendo, con terribles pesadillas en la que está Isabella. Creo tocarla con mis dedos, abrazarla, pero cuando lo voy a hacer, se disuelve en humo y desaparece. Siento que sigue estando, pero solo es una esperanza para seguir vivo, para no morir.❞

Nueva ciudad. Nuevas personas. Un ambiente humilde perdido por el mundo. Su aspecto era putrefacto. Una barba sin afeitar desde entonces. El rostro tapado con un pañuelo por si alguien le reconocía. Huía cada mes a un nuevo lugar para no sembrar sospecha. Siempre decía que era un simple vagabundo que no tenía donde ir. Eran excusas para poder descansar en moteles sucios, con la comida caducada y una ducha en la que vivían cucarachas.

Una noche, paseando por esas calles, pareció ver la silueta de su hermana fallecida. Le estaba sonriendo desde lejos. Parecía feliz, contenta. Y entonces echó a correr hacia ella, pero cuando llegaba, se había ido. Empezó a tomar ansiolíticos, lo mezclaba con alcohol. Su organismo no aguantaría tanto como para soportar otra mezcla más hasta que, de pronto, una carta le fue entregada de la recepcionista de aquel motel de mala muerte.

❝Hola, George, hermano. ¿Te sorprendes de que siga viva? Huiste dejándome ahí tirada. No llamaste a la ambulancia. Me dejaste como un perro. Tu cuerpo no aguantará más si sigues por ese camino, y efectivamente, le harías un favor al mundo si dejases de existir. Me has visto. Ha sido real.

Un saludo, Isabella.❞

Sorpresa. Golpe de realidad. Desconcierto. ¿Estaba viva? ¿Desde cuándo y por qué? Tenía que encontrarla y volver a rehacer su vida. Estaba seguro de que esas palabras eran mentira.

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II

El motor recibía energía de las tormentas que acechaban en la ciudad, volviéndose todo oscuro por las nubes y la gran llovizna que caía, fue una de las principales razones por las que volvieron a intentarlo, denominándolo proyecto ocho. En una segunda observación para asegurarse, se veían con dificultad pinchazos alternativos en las zonas de las venas: muerte por sobredosis. — Pobrecito... ¿a qué esperas para hacerlo? La fémina era bastante nerviosa e impaciente, pero su hermano se había quedado paralizado en el momento de encender la maquina que propulsaría al cadáver los efectos eléctricos. ¿Y si volvía a fallar? ¿Y sí todo aquello solo era una obsesión? No podía sentir el fracaso, no podía fallar de nuevo, su hermana confiaba en él y no quería decepcionarla. Empezó a rezar en susurros muy bajos por si alguna especie de dios le escuchaba mientras accionó en descenso la palanca dando enseguida una carga eléctrica con bastante potencia a su proyecto. La primera no había salido bien. La segunda tampoco. — ¡Esto es imposible Isabella, joder! ¡Hemos fracasado, te he decepcionado! — No. Todavía no hemos fracasado... Espera. Sacó de un cajón un libro lleno de polvo, era antiguo con un extraño símbolo en la encuadernación, exactamente en el centro. Ese libro en latín le había comprado en una tienda de antigüedades, le había estudiado a fondo y se sabía cada renglón. — Ressurrexit a mortuis, suscitare de veritate. — Recitó de manera repetida, cada vez con un tono más perturbador hasta el punto de que Isabella tuviera los ojos en blancos, como poseída por algún demonio al haber abierto la puerta del más allá. Se aceró al cadáver mientras George permanecía inmóvil al ver semejante escena. ¿Qué cojones estaba pasando? Jamás tenía miedo, pero en ese determinado momento sus huesos tiritaron de escalofríos empezando a ver sombras por las paredes que se movían, como si alguien más a partir de ellos estuvieran ahí. — Ego Osiris, deus confert resurrectionis, ut me ad te cor tuum beat iterum. (Yo Osiris, dios de la resurrección, ordeno que tu corazón vuelva a latir) Y de repente todo se apagó. Todo dejó de funcionar. Isabella cayó al suelo inconsciente, George enseguida fue a socorrerla preocupado, mencionando su nombre con suaves palmadas en sus mejillas. ¿Qué cojones había pasado? ¿Todo eso era real? ¿Su hermana había sido poseída? ¿Y el cadáver? Ya no estaba sobre la camilla de metal, todos los cables colgaban.

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◄ PARTE I: SECUENCIA ELECTROMAGNÉTICA. ►

Una furgoneta oscura rondaba las calles de la ciudad de Rumanía con una importante y delicada mercancía por la que el sujeto obtendría altos beneficios económicos solo por esa noche, pero era tan arriesgado que no cualquiera valdría para ello. Los hermanos Metzler siempre se aseguraban de contratar a los mejores transportistas para asegurarse de que el pedido llegaría sano y salvo y, lo que es importante, sin ningún daño secundario que alternase el objetivo de todo ello. — Aquí tenéis. Ahora dadme lo mío. — Diez mil. Ahora desaparece, muérete si es necesario, pero que no te encuentren. Serio y tajante el varón de los hermanos, quien jamás perdía las formalidades en unos asuntos de tal calibre como era ese. La fémina, la cual se adoptó así misma como X, estaba ansiosa a la espera en el desván de que su hermano catalogado como Metz, lo subiera. Debido a su condición híbrida, no le fue muy costoso. — Todo tuyo, abejorro. — “Abejorro” se trataba del apodo que él mismo le había catalogado desde críos sin ningún tipo de razón ni oscuro secreto. — ¿Es de hace unas horas? Huele muy poco… — Así es mejor, no saldrá hacia fuera y los vecinos no sospecharán. Cayó la media noche con media luna en lo más alto del cielo estrellado produciendo un brillo que dejaba a todos los amantes exhaustos por su belleza tan idílica. Ambos se habían puesto sus correspondientes batas blancas y ella, unas gafas de científica para proceder a la inspección del cadáver ya colocado sobre la camilla de metal. Ambos eran invulnerables al olor putrefacto que salían de los muertos al llevar tantos abiertos. — De manera exterior la piel está perfecta… Las secuelas tuyas serán lo único que tenga próximamente si todo esto sale bien. — Saldrá bien, tiene que salir bien. Pero nunca salía bien. El experimento era tan complicado que nunca daban con la clave exacta para llevarlo a cabo. Una vez que X inspeccionó correctamente órgano por órgano, procedieron a colocarle parches, los cuales serían atravesados por grandes corrientes eléctricas procedentes de un gran motor que tenían solo para eso. ¿El objetivo? Revivir a los muertos.