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Ese gran hombre - Erwin Smith

En las calles, los hombres raramente llevan sombrero de hojalata, por lo tanto, las balas eran alojadas en su cráneo, terminando con su sufrimiento de una vez por todas, sin embrago, si tenían la mala suerte de seguir con vida, sus cerebros brotaban líquido carmesí por su sien y sus cuerpos moribundos yacían, cubiertos de lodo a pie, cubiertos con una capa de sangre la cual prevenía de sus compañeros los cuales yacían en el sucio piso lleno de lodo. Intentaba no posar mi vista en esas horrendas imágenes por que sabía que mi pequeño estómago se revolvería haciendo que lo poco que había ingerido durante el día se botase, solo quería encontrar al único hombre que podía calmar mi corazón acelerado por el miedo que me causaba la guerra. Con cada paso que daba mi vista más se nublaba, no conocía a todos esos hombres tirados en el suelo pero me dolía saber que algunos eran hombre de familia, con esposa y hijos que estaban esperando su vuelta y otros que solo no tendrían el lujo de que algún familiar vestido de negro pudiera despedirse de su alma.

Entre en la neblina que se había formado gracias al polvo, pude ver ese hombre alto de espalda ancha, una leve sonrisa apareció en mis labios y aumenté el paso intentado no tropezar con los cuerpos o los trozos de madera camuflados entre el lodo. Antes de poder tocar ese gran hombro, mi gran falda larga fue pisada por los zapatos desgastados que llevaba haciendo que casi termine con mi rostro entre el lodo, pero pude reincorporarme y tocar ese gran hombre el cual se giró al momento.

— Erwin... —me sentía tan emocionada que mi voz salió en un leve hilo de voz. No pude seguir hablando ya que esos ojos celestes me miraban con un gran brillo haciendo que mi corazón se acelerara más y mis nervios aumentaran—.

— Me alegro tanto de que hayas vuelto con vida. —alcancé a decir antes de que esos grandes brazos rodearan mi cintura—.

Ese gran hombre que estaba envolviéndome en sus brazos, era mi todo, el hombre de mi vida. Gracias a él, supe lo que era tener una familia, gracias a él pude vivir cómodamente ya que antes de conocerlo, era una pobre niña que se pasaba el día limpiando la casa para intentar complacer a su antiguo amo, el cual disfrutaba de darme golpizas y castigarme sin comer e dormir en el patio. Ahora, eso sólo era pasado, Erwin me rescato de ese ser tenebroso y me había dado una vida digna donde no me tenía que preocupar por una golpiza o quedarme sin comer pasando frío en el patio. Por fin me había salvado de esa vida que iba de amo en amo, los cuales no tenían ni una pizca de piedad sobre mi. Se podría decir que ahora, me sentía toda una dama y todo gracias a Erwin, el hombre que una vez dijo "No voy a ser tu amo, voy a ser tu guardián y no dejare que vuelvas a pasar por lo mismo", había cumplido su palabra por más de 8 años, desde que me rescato de esa vida y ahora con mis veintidós años de edad, sentía un gran aprecio y amor hacia ese hombre, el cual me tenía completamente enamorada.

El leve "vamos a casa" salió de mis labios y seguidamente un asentimiento del gran hombre de ojos celestes y cabellos dorados fue presente haciendo que otra sonrisa invadiera mi rostro y con mi mano entrelazada con la suya, tomáramos rumbo a nuestra casa. La sensación de calidez en mi pecho no desapareció en ningún momento desde que estaba cerca de ese hombre, aún que hubieran cuerpos en medio de la calle mi sonrisa no podría ser quitada ni tampoco esa calidez.

Erwin no era mi pareja, solo era el hombre con el cual conviví por 8 años y me dio un hogar, pero el se había ganado mi corazón con su gran atención ante mi. Me había dado toda esa atención que no tuve de pequeña, esa atención que no me dieron mis padres o algún familiar, el era mi único familiar, amigo y conocido. Nunca había conocido a mis padres pero eso ya no causaba un vacío en mi pecho como cuando era niña, por que ahora ese vacío en mi pecho era ocupado por la presencia de Erwin. Ahora solo sabía que nunca más tendría que tener una vida como esclava, solo esperaba poder formar una gran familia con el hombre de ojos celestes y cabellos dorados.