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Breaddy Rivers
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breaddy · 8 years ago
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This dream.
Hacía frío. No sabía dónde estaba, tampoco sabía muy bien a dónde ir. Sólo tenía un objetivo; encontrarme con Carl y procurar mantenernos ambos a salvo, hasta que este infierno cesase de alguna manera. No hablaba de muerte, no hablaba de guerra, no; hablaba de la repentina falta de memoria en todos nuestros seres queridos. Nos olvidaron, nos repudiaron de sus recuerdos hasta el punto de no reconocer ni nuestros rostros. Era algo extraño, pero igual, yo esto lo presencié alguna que otra vez, con los jinetes. Stiles fue olvidado por todos nosotros y cierto tiempo después desapareció. ¿Me iba a pasar eso a mí también? ¿Nos iban a olvidar a Carl y a mí? ¿Nos llevarían los jinetes? No sabía muy bien si se trataba de ellos, aunque por la manera en la que nos olvidaron, diría que no se arrimaba ni de lejos a como la gente olvidaba cuándo los jinetes se hacían ver en el lugar. Esa idea hacía presencia en mis pensamientos con mucha continuidad. Trataba de quitarme ese absurdo pensar de la cabeza pero me era absolutamente imposible. No podía hacerme a la idea de que mi hermana me olvidara. Mis mejores amigos. De que mi vida se esfumara de tal manera que, en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba presente, ya no me ubicaría en ningún lugar, de ninguna manera; ya no existiría. Últimamente el miedo también hacía mucha presencia en mí. Pero no miedo a la gente, a mí la gente me daba igual. Miedo a perder a los míos, o morir sin haberme despedido. No dejaba de pensar en ello, quería pero no podía. También comencé a recordar cosas, a medida que caminaba sin rumbo, por si a mí también me estaba ocurriendo. Y entonces, profundizando en mis recuerdos, me encontré con mi padre. Oh, mi padre, que hombre tan... Tan... Tan gilipollas. Me hizo la vida imposible desde lo de mi transformación a jaguar, tratándome cuál animal, cómo si fuera un perro de la calle en vez de tratarme como a su hija, que es lo que era. Ojalá y haber olvidado eso, lo preferiría. Aunque, por otro lado no lo prefería. Dicen que dónde hay algo malo, siempre se saca algo bueno, y así era. Cada vez que mi padre la cagaba conmigo, o me hacía alguna de las suyas, venía mi hermana detrás, con sus abrazos, sus palabras y sus caricias para hacerme sentir más humana que animal. De no ser por ella, no se que hubiera sido de mí en aquella casa. Mientras pensaba, notaba cómo mis piernas se movían de manera involuntaria, como si ya supieran la dirección que tomar para encontrar a Carl. Cierto es que teníamos un lugar en mente, dónde encontrarnos si alguna vez algo salía mal. Un árbol enorme en el bosque. Sí, estaba a simple vista, pero más que para resgurdarnos y escondernos de las personas, era para encontrarnos y emprender un camino juntos, sin despistes. Pensé que no estaba yendo en esa dirección, puesto que no era dueña de mis acciones, pero sí, al parecer mi cuerpo en ocasiones me conocía mejor que yo misma. Tardé aproximadamente un par de horas en llegar, pues, no es que estuviera muy cerca de Hogwarts, y, así mejor, en mi opinión. No llegué cansada, estaba acostumbrada a echarme a andar por horas, a hacerme largas caminatas e incluso en un par de ocasiones, estuve corriendo por días. Aún así me senté, la pereza y la vagueza en mi cuerpo comenzaban a hacer presencia. Sí, chicos, era muy vaga, qué pasa. Por alguna razón, me quedé dormida, no sé. Quizás fuera porque me relajé hasta el punto de hacerlo, o quizás porque la parte humana que había en mí, estaba realmente agotada. Pensé en que tal vez podría ser un error dormirme allí, que tal vez podría costarme la vida echarme una cabezadita, no sé, había gente muy loca y muy perturbada por ahí; quizás también alguna criatura salvaje con ganas de fiesta vendría a tocarme la moral, no sé. En cualquier caso tenía claro que haría uso de mis habilidades sobrenaturales para erradicar el problema, así que decidí dormir y esperar a Carl. El sueño resultó ser más profundo de lo que esperaba. De pronto me vi sorprendida en medio de un campo de Lacrosse. ¿Había vuelto a Beacon Hills? ¿Cómo? ¿Desde Londres? Estaba tan aturdida que mi mente en ese momento no llegaba a comprender la situación en la que me encontraba. De repente empecé a escuchar voces por mi espalda. Me giré, cómo no, y me encontré a todo el mundo. Kira, Malia, mi hermana, Stiles, Liam, Scott... Hasta el entrenador, y... ¿Allison? ¿Jason? ¿Pero ese no estaba en Inglaterra también? Comenzaron a decir mi nombre y me acerqué, obviamente eran mis amigos. Unos me saludaron, otros me abrazaron, y, ¿el entrenador me echó la brona por no llevar puesta la equipación? Me hablaban cómo si no hubiera pasado nada, y no entendía por qué, si me había ido casi 4 años a Inglaterra. Lo dejé pasar, total, comiéndome la cabeza no iba a llegar a ningún lado. Comenzó el partido, todo bien. Raramente ibamos ganando, eso era lo único sobrenatural que había ocurrido hasta ahora. Sin más, un olor un tanto extraño comenzó a hacerse presencia en el campo, pero, al parecer era la única que se daba cuenta. Me paré por ello, me quité el casco y empecé a hacer uso de mis sentidos sobrenaturales. —Vamos, Mara, qué haces ahí parada. Tú y Scott sois los más rápidos del equipo.— Me gritó Stiles al son que corría para chocarse con otro del equipo contrario. Pobre, era demasiado torpe a veces. Hice caso omiso al olor que había en el campo, cada vez más repugnante, y me dediqué a reírme de Stiles y la situación en la que se encontraba. Pensando en el equipo ajeno, no tenía ni idea de contra quién jugabamos. Traté de divisar el nombre del equipo en la camiseta de alguno de los jugadores del campo, pero, sus equipaciones eran totalmente blancas, desde las deportivas hasta el casco. Era extraño, pero lo ignoré, como solía hacer con todo. Traté de saber el nombre del equipo de otra manera, mirando el marcador, pero, no ponía nada. Giré mi cabeza hasta el banquillo ajeno, y me sorprendí. Únicamente había una parte de las gradas ocupadas, las de Beacon Hills, y sólo con mi hermana, Allison y Malia. Nuestro banquillo estaba también ocupado, pero sólo por el entrenador, el resto estaba prácticamente vacío. Noté entonces cómo mi respiración se aceleraba, tal vez fuera por la inquietud que me provocaba la situación, no sé. Decidí acercarme a uno de los tipos del equipo contrario para quitarle el casco. Entonces entendí de dónde procedía el olor; de ellos. Sucedió algo inquietante. Todos se pararon, y dirigieron sus miradas hacia mí con fijeza. La verdad, me estaba inquietando la situación, porque nadie hacía ni decía nada más que mirarme en silencio. Lo traté de ignorar, aunque, a estas alturas era prácticamente imposible. Sin más miramientos le quité al chaval el casco, dejando ver algo que me petrificó. Estaba encapuchado, y no podía divisar su rostro debido a la oscuridad que la capucha le otorgaba, pero aún así me sonaba, mucho. Noté de reojo cómo todos los demas se quitaban los cascos y se acercaban a mí con lentitud. Por alguna razón me veía incapaz de moverme, no sé. Una de las manos del chico, que, era anormalmente alto se dirigieron a mi cuello, y me comenzó a elevar poco a poco del suelo. Mis manos se fueron a sus muñecas, tratando de quitármelo de encima, todo en vano. Me comenzaba a ahogar, observando a mi alrededor como nadie hacía nada más que mirar, en silencio y sin moverse. Me faltaba el aire, me ahogaba, me estaba muriendo y nadie hacía nada, ni si quiera mi hermana. Noté cómo en poco iba a perder la conciencia, cómo iba a quedarme colgada de la mano de aquella cosa que me estaba ahogando, mientras todos los demás se encontraban quietos, observando. Justo entonces, me desperté, debido a los fríos sudores que recorrían mi cuerpo. Me dediqué a pensar unos segundos en quienes podían ser aquellos chicos que me sonaban tanto. Estaba segura de que les había visto, no solo en mis sueños, si no también en la vida real, aunque en ese momento me resultaba imposible conocerlos. Al final, me vi distraída por unos pasos lejanos, por la manera en que la persona se acercaba estaba segura de que era Carl, aunque por precaución me subí a una de las ramas más altas del árbol y me quedé esperando al acecho, aún rumiando en mi mente la pesadilla.
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