Éste blog narra las aventuras y desventuras del valiente Sir Cadogan y su maestro, el Profesor Sigmund.
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LAS DESVENTURAS DE SIR CADOGAN EL BRAVO: DESVENTURA EN LAS ISLAS TOSSA
Prólogo
Año 1873 de nuestro señor, 4 de Agosto, planeta Tierra. Sir Cadogan (24 años) y el profesor Sigmund (edad aún por determinar) toman un barco en el Puerto de Plymouth, en la costa inglesa.
*audio para el primer párrafo, hasta los puntos suspensivos
¡Tiempo sin veros! Sir Cadogan al habla. Aquí me hallo, embarcando en un anticuado buque durante las horas previas al amanecer. Hace una semana que el profesor me dijo que me preparara para unas vacaciones en América, y no dudé en mandar a la mierda mi trabajo veraniego en la granja del viejo Jamonier. Tras lo sucedido hace 3 años en el interior de la Tierra, decidí tomármelo con calma y descansar de locuras durante un tiempo. He estado jodidamente aburrido a gusto, pero ya era hora de tener unas buenas vacaciones de verdad. -‘’¡Soltad amarras!’’ ‘’¡Levad anclas!’’- escucho mientras el barco empieza a alejarse del puerto bajo la luz de las estrellas.
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Cuarto día de navegación
El viaje ha transcurrido sin muchos problemas hasta ahora. Me levanto tras una noche de agitado sueño y subo a la cubierta. Veo al profesor hablando acaloradamente con el capitán, mientras los miembros de la tripulación corren de aquí para allá ajetreados. Me acerco y escucho desde una distancia prudente, a ver qué es lo que discuten esos dos. –‘’No es buena idea desviarse tanto del curso’’- escucho decir al capitán. -‘’Confíe en mí, sólo será un breve rodeo. Además, por algo le he pagado una buena suma’’- responde el profesor. –‘’Joder, siempre me la lía’’- añade el capitán mientras se rasca la cabeza y camina pensativo hasta el límite de la proa.
Me acerco al profesor sintiendo una inquietud ya familiar. –‘’¿Todo bien? He escuchado algo de un desvío’’-. –‘’Todo bien, todo bien’’- responde mientras el capitán parece tomar una decisión y comienza a dar órdenes aquí y allá. El barco empieza a tomar otro rumbo. Miro al profesor fijamente. –‘’Nada nada, le he pedido que se desvíe un poco para que podamos ver desde la distancia los grupos de ballenas que nadan en esta época por la zona. Es sólo un añadido al viaje para nuestro disfrute, no te rayes’’-. –‘’Ah de puta madre, siempre he querido ver ballenas’’-.
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Quinto día de navegación
Tras la comida de medio día, me decido a buscar al profesor, que no he visto en casi toda la jornada. No está en su habitación. No dejo de pensar en los restos de barcos que hemos visto en las últimas horas, debió de haber un naufragio muy gordo no muy lejos de aquí... Por no mencionar el comportamiento inusual de la fauna marina en las últimas millas. Sigo buscando y al final decido salir a cubierta. Miro alrededor. ¡Por fin, coño! Veo su matojo de pelo gris de lunático en la zona de popa. Tiene lo que parece un gran mapa extendido en una suerte de tablón de madera improvisado, y lo husmea concentrado. Echo a caminar hacia él. –‘’¡Eh, profesor! Al ritmo que vamos, debemos estar ya bien cerca de las ballenas no?’’ -. – ‘’Yaa vés’’- contesta distraído. –‘’Pues de puta madr…’’-. Acabo de ver el mapa que está estudiando. -‘’Hijo de puta, eso no son ballenas’’-.

–‘’Jeje. En verdá detecté unas anomalías muy raras que coincidían con ciertos rumores y leyendas recurrentes en esta zona del océano, y pensé que merecía la pena echar un vistazo’’-. –‘’Dios. ¿Y el viaje a América era un puote?’’ -. –‘’A ver podemos ir luego si tal también, el plan es casi igual Cadogan. Tú vés pensando cosas para hacer por allí’’-. –‘’Pero cabrón si… -PUM!-
Un petardazo en el cielo me interrumpe. Miro a estribor y veo una tormenta, un pilar de nubarrones negros como un elfo que cubren prácticamente todo a la vista, desde arriba hasta el propio mar, y se acercan a todo trapo hacia el barco, como aparecidos de la nada. Los marineros empiezan a agruparse boquiabiertos en la borda y el capitán llega corriendo agarrándose el sombrero con una mano. Mira hacia la borrasca. El viento empieza a soplar, se le vuela el sombrero. Mira al profesor con una expresión entre desesperación, miedo y mala hostia. Me caen las primeras gotas, frías como la amistad del Róber. Le miro yo también. Está sonriendo. –‘’ Profesor, le brillan las gafas…’’-. Miro al agua y veo lo que parecen unas líneas bioluminiscentes en la superficie del agua, como esas algas que brillan en la oscuridad.

El viento aprieta y con él se escucha una especie de rumor antinatural. Un minuto. El capitán da órdenes. Dos. Tres minutos. Ya no podemos escapar de la locura que tenemos en frente. Todos miramos al profesor, que se parte el culo mientras lo observa todo como un enfermo. Abre la boca y dice –‘’Se vieeeene!’’-.
Continuará
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SIR CADOGAN, VEGALOVANIA Y ‘’SIX PACKER KID EL RENEGADO’‘ (Parte 6 - Final: Mantra) La batalla final da comienzo
Corro por las calles en dirección a las afueras. Gente por todas partes, parecen estar demasiado preocupados por ponerse a salvo como para fijarse en mí. Noice. Gracias a la fuerza extra que me da el traje y al impulso magnético de las suelas, llego al borde de la muralla en cosa de dos minutos. ...Entonces, el panorama que contemplo hace que el 50% de mi valor se vuelva corriendo por el mismo sitio por el que vine. Delante mía, tierra y aire bullen con soldados armados, jukesaurios y aeronaves varias, que forman filas y reciben las últimas instrucciones para la batalla. Al mismo tiempo, a una distancia de aproximadamente medio kilómetro y como si fueran el reflejo de éstos, las tropas de Vegalovania se yerguen amenazadoras, habiendo detenido ya su marcha. Tras unos cinco minutos de últimos preparativos, tres jinetes de jukesaurio de parte de ambos bandos emprenden el vuelo para encontrarse a medio camino, Onebu’no y Six Packer en el centro respectivamente.
Suena mi transmisor. - ‘’¿Cómo va la cosa, Cadogan?’’ -. - ‘’Tirando. ¿Cómo va usted? Espero que bien, porque aquí la situación está más tensa que la sonrisa falsa del Premium jaja’’ -. - ‘’Ésta gente hizo lo primero que les dije que no hicieran, crear armas con la tecnología que les dí’’ -. - ‘’De bueno es tonto, profesor, estaba claro’’ -. - ‘’He cogido una de sus armas, una especie de granada de pulso electromagnético, y la estoy modificando. Voy a hacer que emita una energía cuya frecuencia es incompatible con la configuración que han usado en los generadores de sus armas de plasma‘’ -. - ‘’Qué buena idea. O sea que, ¿se los va a cargar?’’ -. - ‘’No, por dios, será disruptiva. Dejará fuera de juego toda su tecnología en determinado radio’’ -. - ‘’Ah. Sí, suena mejor. Premium y su hijo están hablando, ¿qué se estarán diciendo? ¿Le estará preguntando si ha terminado los deberes? jajaja’’ -. - ‘’jajaja. Cuando te avise ven a toda prisa, Cadogan, te llevarás la granada’’ -. - ‘’¿Y por qué no viene usted y la trae? Póngase su traje y llega en dos zancadas’’ -. - ‘’Lo llevo puesto. No es por eso, yo todavía tengo que hacer algo aquí, cuando acabe. Está relacionado con lo que vimos en los tanques de agua... lo de las armas tiene arreglo. Ésto, no estoy tan seguro. Pero no tengo tiempo ahora para contártelo, lo sabrás si lo consigo’’ -. Los generales terminan las negociaciones y vuelven sobre sus pasos (o sus aleteos) hacia sus puestos pertinentes. - ‘’Bueno. Le dejo, profesor. Aquí me da que van a caer ostias como panes en breve’’ -. - ‘’Vale, Cadogan. Espera mi llamada, no tardaré mucho -. - ‘’Ufff’’ -, resoplo intentando expulsar un poco de tensión. ‘’¡BUM, BUM, BUM, BUM!’’ los soldados empiezan a golpear el suelo con sus lanzas al unísono (me los imagino practicando eso en su habitación). El sonido es imponente. Uno de los soldados que flanquea a Onebu’no levanta un cuerno de batalla enorme, y se deja los pulmones. El sonido es atronador, y en el acto las tropas se movilizan. Inmediatamente, un sonido distinto, como eléctrico, llega del lado de Vegalovania, interrumpiendo el cuerno. Un sonido como de golpe eléctrico que parece salir del teclado abdominal de Onebu’si (supongo que esa es su idea de cuerno).
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Las tropas de Vegalovania comienzan también su avance. Un minuto. Dos minutos. Tres minutos. Cinco. La distancia que los separa es ahora muy corta, están a tiro de piedra. Se detienen por unos instantes, cara a cara... puedo mascar la tensión, e incluso el peo que me acabo de tirar. Se hace un silencio sobrenatural, como si le hubieran bajado el volumen a la vida. El terreno de la batalla es una especie de llanura entre montañas, cubierta por lo que definiría como un jardín gigante. La vegetación no es muy espesa, pero hay algunas plantas de altura considerable.
En ese preciso momento, la imagen de mi sueño vuelve a cruzar mi mente como un flash, y escucho de nuevo las voces con mayor claridad. Parecieran provenir de la misma dirección que los ejércitos, pero no consigo ubicarlas bien. La parra se disipa y vuelvo a la realidad de sopetón, cuando un rayo rasga el cielo nublado generando un trueno ensordecedor, y Onebu’no empieza a gritar con más mala leche que nunca. Sus tropas le acompañan casi al instante y se arma la marimorena. El otro bando hace lo propio. Golpes, gritos.. un puto show. .....Empieza la batalla. Ambos ejércitos arremeten sin titubeos, por tierra y aire, chocando y enzarzándose como una maraña de insectos enfurecidos.
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Las aeronaves comienzan a disparar rayos candentes, abatiendo a varios jukesaurios enemigos. Six Packer fija su atención en ellas y se lanza directo hacia la primera fila, en lo que parece un vuelo suicida. A escasos metros, salta de su montura y sobrevuela las aeronaves en plancha, a la vez que su abdomen genera una melodía que impacta sobre ellas. Al estilo Lucky Luke, da una voltereta y vuelve a caer sobre su montura, que aparece unos metros por delante. ¡BUM! Cortocircuitadas, empiezan a caer en picado y se estrellan una a una contra el suelo, dejando un reguero de llamas a su alrededor. ¿Qué coño acabo de ver? Me saca de mi asombro la melodía de mi transmisor, como si Sigmund hubiese notado desde allí la que se acababa de montar. *Recomendación: Escuchar el siguiente audio entero, tiene burradas varias.
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- ‘‘Profesor, ¿lo tiene ya? Esto se va a la mierda bien rápido’‘ -. - ‘‘¡Sí, Cadogan, date prisa!’‘ -.
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Tras recoger la granada del profesor, vuelvo tan rápido como puedo al borde de la ciudad. ‘‘Tiene un radio de explosión grande pero limitado, asegúrate de tirarla en el epicentro de la batalla’‘. Esas fueron las palabras del cabrón del profesor, antes de mandarme a morir como un perro. Alcanzo la muralla de la ciudad. - ‘‘Vale... a ver’‘ -. Salto y me dejo caer a los pies de la misma, hazaña que sin el traje habría acabado con mis piernas en peor estado que las de Juan (wtf quién es Juan¿? xD sigamos). Empiezo a correr como un cabrón, dando zancadas de cinco metros gracias a las suelas de pro que llevo. ¿Cómo mierda voy a lanzar ésto?... me percato de que la refriega se ha desplazado ligeramente hacia la ciudad, llegaré antes de lo que pensaba. A penas dos minutos más tarde entro oficialmente en el campo de batalla, cuando un jukesaurio se hace mierda contra el suelo a dos metros de mí, y su jinete... bueno jeje. ¿Se os ha caído alguna vez un huevo al suelo? Pues parecido. Continúo mi carrera esquivando cadáveres y aparatos destrozados, mientras toda clase de gritos y explosiones retumban en mis oídos. Se viene, ya no hay vuelta atrás... me encuentro en medio del meollo, y en cualquier momento me veré involucrado en la pelea. Desenvaino la espada del traje. No es una espada normal. Es, efectivamente, una espada láser como Dios manda. FFIIUUUM. La activo. - ‘’¡Coñño..!’’ -. Me giro justo a tiempo para ver cómo un cabrón de color azul se me abalanza con los brazos en alto y espada en mano, emitiendo un alarido que Dios sabe lo que significa. Me agacho, doy un paso al frente rápidamente y lo parto en dos con un tajo horizontal. - ‘‘Ostia... lo siento tío’‘ -. El profesor me había recordado que activara el modo aturdidor para no causar bajas (una especie de táser) pero se me olvidó. Bueno qué se le va a hacer. Miro la cara del agonizante ser. Adivinad. Es de la ciudadela... no me sorprende. - ‘‘¿Qué te has tomao, macho? -. El tipo tiene la cara contorsionada en una mueca de locura, y no termina de morirse. Las venas de sus ojos resaltan rojas como si fuera el mismo demonio, y babea como un Bulldog. Hombre, quizá es algo que te ocurre cuando estás peleando por tu vida y te cortan por la mitad... sigamos. Miro a mi alrededor y busco algo que me pueda servir. Y lo encuentro. Qué potra. Corro como un demonio hacia un jukesaurio vivo y en tierra, cuyo jinete no ha corrido la misma suerte. Pero no va a ser tan fácil. Otro endemoniado se me echa encima, dando mandoblazos indiscriminadamente. Intento frenarme a tiempo. No puedo frenar, voy muy rápido.... ¡ZAS! Su cabeza vuela por los aires, separada de su cuello limpiamente por la espada de un Vegalóvano. Me aparto para evitar chocar con el cadáver, levantando los brazos y dando un saltito de lado, como el banderillero que esquiva al toro. - ‘‘¡Gracias!’‘ - le grito al otro mientras sigo corriendo. Parece que estos están de mi lado, ya casi llego al bicho. Ahora falta que lo pueda volar, espero que no decida comerme... ¡FIUSH! Freno de golpe al ver cómo un rayaco atraviesa la cabeza del jukesaurio y lo deja seco. Me entran ganas de llorar, me están jodiendo. Desplazo mi mirada en la dirección de la que vino el rayo, y me quedo de piedra. El mismísimo Onebu’no me ha pillado de pleno, y vuela directo hacia mí con la misma cara de locura que sus soldados (aquí empiezo a detectar ya un patrón, no es normal), pero además sonriendo como un perturbado, la cara cubierta en sangre... sospecho que no suya. Me cago de miedo. Salgo corriendo en la dirección contraria. Miro para atrás, lo tengo casi encima. Intento zig-zaguear por si me dispara. Me giro. Un metro. Levanta una lanza el doble de larga que yo a la vez que su jukesaurio abre las fauces, incrustadas con dientes como sables. Estoy fuera. Me dispongo a tratar de hacer un quiebro de emergencia como último recurso.., cuando algo me arroya de golpe y la escena se vuelve un borrón ante mis ojos. - ‘’¿Qué cojj’’ -. Me agarro como una lapa a la superficie de... ¿Qué es esto? El suelo empieza a caer a toda velocidad. No, soy yo el que se aleja. Levanto la mirada. Estoy volando a lomos de un jukesaurio. El jinete se gira y sonríe... ..Se trata de Six Packer.
Me quedo mirando y tras unos segundos intento hablar, pero lo repentino de la situación me deja sin palabras. - ‘‘¿Qué haces aquí?’‘ -, me pregunta a la vez que cogemos altura a una velocidad alarmante. - ‘‘¿Dónde está Sieg? ¿Sigue con vida?’‘ -. Intento juntar mis palabras, a la vez que trato de no mirar para abajo y vomitar la merienda. - ‘‘Ehh.. sí, sigue con vida. Gracias. Tu padre está loco’‘-. Su sonrisa desaparece. Un rayo me pasa silbando por la oreja y me llega olor a pelo chamuscado. - ‘‘Laa putaa...’‘ -. Me tiemblan las piernas. Onebu’si coloca una mano en sus abdominales y derriba una especie de Kaza, cuyos cristales estallan en el acto. - ‘’Bien... ¿Qué está haciendo?’‘ -, pregunta con tono de alivio. - ‘‘Descubrimos algo muy raro en el edificio principal, una sala con cuerpos... no sé qué pasa pero dice que tenía que arreglar el asunto’‘ -. ‘’AAARGHHH’‘ un enemigo se nos echa encima gritando. Me agacho y esquivo su lanza por los pelos. Me llevo la mano a la pierna derecha, desenfundo la pistola. El enemigo traza una curva en el aire y vuelve a la carga. Ahora sí jeje. Modo aturdidor. Lo tengo a cinco metros. Le disparo y... BLANCO. El disparo le da en los morros y... mierda. Su cuerpo se desploma hacia atrás y cae al vacío. Sigo su recorrido con la mirada.. PLOF, huevo. Bueno.. lo intenté jaja. Retomo la conversación, elevando el tono para que se me escuche por encima de los bramidos de bicharracos enfurecidos. - ‘‘Ah, ¡me ha dado una cosa para acabar con las armas y las aeronaves. Es una granada, tengo que lanzarla en el centro de esta locura! Six Packer se gira. Me mira sorprendido, sus ojos buscan la granada. - ‘‘¿De verdad?’‘ -. - ‘‘Claro tío jaja, no estoy como para inventarme tonterías’‘ -. Se ríe a carcajadas, más contento que unas pascuas, murmurando cosas en su idioma mientras se lleva una mano al corazón y mira al cielo. De todo lo que dice, sólo entiendo ‘‘Sieg’‘. Caigo en algo importante. - ‘‘Una cosa. Veo que vosotros no utilizáis a penas aeronaves y armas de plasma, pero ese cacharro que llevas en tu abdomen parece funcionar con la misma tecnología’‘ -. Me agarro fuertemente al jukesaurio ante un repentino quiebro, que casi me hace salir volando. - ‘‘No sé qué está pasando pero... viendo que sois los únicos que no quieren matarnos, he decidido que sois los buenos. Además, hay algo que no es normal en los otros, parecen endemoniados’‘ -. - ‘‘Tienes razón, afectará a mi traje también. No puedo explicártelo ahora, pero si me ayudas podré mostrártelo. Confía en mí, por favor’‘ -. - ‘‘Aquí nadie me explica una mierda y la historia está a punto de acabar’‘ -. - ¿La historia?’‘ -. - ‘‘Sí, lo digo en sentido figurado. Bueno, ¿cómo lo hacemos entonces?’‘ -. - Six Packer dice algo en su idioma y da unas palmadas al jukesaurio. Nuestra trayectoria cambia. Me agarro, justo antes de que el animal haga un pequeño descenso en picado, situándonos al lado de otro jinete Vegalóvano. Hablan entre ellos. Echo una mirada alrededor y por primera vez me doy cuenta del nivel de brutalidad de la contienda. Sangre por todas partes, cuerpos cayendo al vacío, miembros amputados.. gritos, lamentos, lanzas y rayos volando por doquier.. Parece que Vegalovania está perdiendo la batalla, sus números parecen ser bastante más reducidos que antes. Y no me extraña... caen uno tras otro ante el poder de las armas de fuego, es una carnicería. Pero no se echan atrás. - ‘‘Escúchame bien’‘ -, Six Packer se dirige a mí de nuevo. - ‘‘Vas a subir al otro jukesaurio, y mi compañero te acercará al lugar más indicado. Cuando tú lances la granada, yo me habré alejado lo suficiente. ¿Entendido?’‘ -. - ‘‘Mola. ¿Pero cómo..’‘ -. El amigo de Onebu’si me agarra por el cuello del traje y me levanta como una bolsa de la compra, colocándome detrás suya a la vez que los jukesaurios se inclinan ligeramente para no chocar sus alas. ¡FIUM! Un rayo pasa entre ambos, fallando su objetivo por los pelos. Oh, MIIERDA. Premium nos ha localizado y ataca de nuevo, dispuesto a matar. Six Packer y su compañero se miran y asienten, tras lo cual el primero se lanza a por Onebu’no y nosotros procedemos a escapar. Ascendemos a toda mecha y efectuamos un vuelo en círculo, seguramente con el propósito de determinar el mejor punto para detonar la granada. - ‘‘Allí’‘ -, me señala el jinete. El bicho se lanza de nuevo en la dirección indicada. FUM <> ‘’OUUGHHH’‘ un disparo se lleva por delante al desafortunado jinete, que de alguna manera es salvado por uno de sus compañeros durante la caída. Suerte la suya... pero yo estoy jodido. Me coloco en la parte delantera y me abrazo al bicho como si me fuera la vida (realmente me va), deseando que recuerde las instrucciones y no decida tirarme o largarse. Pero parece que sabe lo que hace. De reojo, noto como alguien comienza a perseguirme. - ‘’¡Corre amigo, corre! (mierda, me he convertido en lo que juré destruir). ¡Se huelen la tostada y quieren liquidarnos!'’ -, le grito al jukesaurio por si acaso me entiende. Agarro la granada con la mano y la activo... Se enciende con un color azul eléctrico.
Cinco... FIUUM. Cuatro, tres. ZAS <> Un haz de luz golpea el ala del jukesaurio, que suelta un alarido y comienza a perder altura a mayor velocidad. Dos. Suelto la granada, que cae hacia el centro del fragor de la batalla. Uno. Me giro, el perseguidor me apunta de nuevo con su arma. ¡Vamos!................... BOOOM NIGGA. La granada estalla y aprovecho para hacerle a mi perseguidor un gesto obsceno con las manos, mientras se cubre la cara reaccionando ante la repentina explosión.
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La onda que genera se expande en un instante y lo ilumina todo por unos momentos. El sonido ahoga los gritos de dolor del bicho herido, que se sacude confuso ante el estallido. Intento no caerme y hacer ‘‘la del huevo’‘. Poco a poco se apaga el sonido, y la escena vuelve a aparecer ante mis ojos. Veo la confusión en el rostro de los soldados de ambos bandos, que observan y sobrevuelan la zona intentando entender qué acaba de ocurrir. ¿Habrá funcionado? Me empiezo a poner nervioso. Espero. No oigo disparos... BOOOM. Me cubro la cara ante un golpe de calor. Qué ha pasado?... entonces me doy cuenta. FUNCIONÓ. Las aeronaves están cayendo en picado y estallan contra el suelo, nadie dispara ya. De repente, un sonido resuena desde lo más alto. Es Six Packer. Su abdomen se ilumina y grita algo a todo pulmón, a sus tropas, en el idioma de la indignación. ‘’WOOOOOOOOOOOO’‘ los Vegalóvanos profieren lo que parece un grito de triunfo que por poco me tira del jukesaurio, y se lanzan sin más contra las tropas enemigas. Pero algo ha cambiado. Ya no luchan por luchar, en el sitio, sino que parecen dirigirse hacia la ciudadela siguiendo a Six Packer. Me motivo y por un momento pienso en seguirles, pero entonces me doy cuenta de que voy directo al suelo porque el pobre animal ya no puede sostenerse más. FFFFSHHHHHHHHH -tocamos tierra, me salpica gravilla en la cara mientras el jukesaurio aterriza forzosamente, arrastrando una planta gigante y quedando medio grogui en el suelo. Estoy vivo. - ‘’Bendito sea Akathos. ‘‘Gracias amigo, eres el mejor. Gracias por no tirarme’‘ -. Le acaricio un poco y me devuelve un gruñido. Lo tomo por un ‘‘de nada’‘, y echo a correr hacia la ciudad a toda prisa.
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Llego a la ciudad, donde la batalla ya ha impactado y está causando estragos. Busco una entrada en la muralla y subo corriendo todo lo rápido que puedo. El combate está dividido, parte a los pies de la ciudad y parte dentro de ella. Sin la superioridad de la tecnología, las tropas de Onebu’no luchan ahora en igualdad de condiciones contra Vegalovania, a lanza y espada. El combate es encarnizado, los Premium boys tratan de expulsar a los rebeldes de la ciudad. ¿Dónde estarán? Busco ávidamente. En la distancia puedo ver a parte de los civiles refugiados observando, algunos huyendo debido a la destrucción de algunos edificios. Dónde, dónde... .. Los encuentro. Onebu’no y dos de sus súbditos se enfrentan a Six Packer en el aire, los primeros con lanzas y el segundo con un sable y sus ‘’abs’’. Tengo que ayudarle. Me lanzo hacia ellos, pero me sale al paso uno de los endemoniados, que acaba de matar a un enemigo y se levanta bañado en sangre. Saco la pistola ¡PIU PA PE! y lo abato fácilmente; antes de que su cuerpo caiga ya he pasado de largo. BUM, ¡PAF!. Algo me embiste y choco contra la pared, perdiendo la pistola. Me levanto un poco mareado. Un loco azulado se tira a por mí a mano desnuda. Me agacho y lo agarro por la cintura, lanzándolo contra el suelo. Se pone en pie, está fuera de sí. Conforme carga de nuevo, avanzo y le arreo un puñetazo en la cara, hundiéndolo contra la pared. Se queda en el sitio, con la cara hecha un cristo. - ‘’Cuando te compres un traje de estos vuelves jaja’’ -. Sigo mi carrera. El cabrón me ha dado bien, noto el calor de la sangre cayendo por mi rostro. Cruzo un callejón y veo algo tan raro que no puedo evitar reírme. Me paro de golpe. - ‘’PFFF HAHAHA qué coño haces?’’-. Un soldado con ojos rojos y mirada de tarao se arrastra por el suelo mientras come un manojo de plantas. Se gira hacia mí y aprieta los dientes mientras la clorofila le chorrea por la bosera. Recuerdo mi objetivo y me alejo riéndome, ante la mirada de algunos civiles que parecen tomarme por loco. PIIIIII........................ ..Qué?..... El golpe ha sido peor de lo que pensaba. De nuevo escucho las voces en mi cabeza. Me paro un momento y espero, hasta que finalmente se apagan poco a poco. Reanudo mi marcha. Ya casi estoy. Six Packer lanza una estocada al vuelo y derriba a uno de los jinetes enemigos. Parece al límite de sus fuerzas. Está herido y jadea de agotamiento. Subo de un salto al tejado más cercano. Onebu’no se lanza en picado y ataca con la lanza cual halcón. Su hijo esquiva el ataque pero pierde el equilibrio y cae de su jukesaurio. BUM. Queda tendido en el suelo. El otro soldado se le echa encima para rematarle. Rápidamente apunto con mi brazo y disparo una flecha de plasma, que en contra de todo pronóstico le acierta en la cara y lo fulmina, justo a tiempo. Su cuerpo cae inerte al suelo. - ‘’Y ahí va otro... menuda potra’’ -. Soy un paquete atacando a distancia, pero la providencia está conmigo hoy. Vaya... Onebu’no se lanza de nuevo al ataque y salgo a su encuentro. - ‘’¡¡PREEMIUUM!!’’ -. Consigo despertar su curiosidad. - ‘’ÉSTO ES ENTRE USTED Y YO, PREMIUM’’ -. Me mira fijamente y parece decidir que es worth matarme de paso. Mierda. - ‘’Onebu’si. Six Packer. ¡Levanta, coño!’’ -, intento meterle prisa antes de que me ensarten. Saco mi espada láser, no activo el modo aturdidor. Que se joda, le voy a romper su puta armadura premium. Como si creyera que está en una justa medieval, Onebu’no vuela hacia mí en línea recta y a toda leche. Su lanza es más larga que mi espada. Se masca la tragedia. - ‘’Onebu’siiiii, cabrónn’’ -. No hay respuesta. - ‘’Padre nuestro que estás en los cielos, perdona mis ofeeen... ‘’-, PLAS. Caigo al suelo de costado. Six Packer me ha apartado de en medio y encara a Premium. En cuestión de instantes y como a cámara lenta, lanza el sable directo hacia su padre y coloca las manos en su six pack. El sable le acierta de lleno en el hombro y, a falta de un metro de chocar, emite una onda sonora que tira a Onebu’no de su montura. La lanza golpea también a Six Packer, que cae al suelo y se agarra el hombro, ahogando un grito de dolor. - ‘’¡SI, JODER! JAJA!’’ -. Me acerco a Onebu’si y le ayudo a levantarse. Se saca la lanza del hombro y lleva sus manos a los abdominales. - ‘’Eso es, remátalo tío’’ -, le animo. Onebu’no trata de salir de su aturdimiento unos metros más allá. El teclado emite el mismo pitido de la otra vez, y el jukesaurio de Onebu’si acude al llamado. Aparece volando sobre unos tejados y se posa a nuestro lado. - ‘’Ayúdame a subir’’ -, me dice Six Packer. - ‘’Tampoco hay que ensañarse hombre, lo podemos rematar a pie si nos damos prisa’’ -. Me mira mientras jadea, agotado. - ‘’No es eso... eso no es lo importante. Tengo una misión, el objetivo de toda esta batalla no era ganar el combate, era llegar a la ciudadela a toda costa. Por fin lo hemos logrado... ahora puedo usar el arma que nos dará la victoria, es imprescindible que lo haga. Rápido’’ -. Le ayudo a subir, cada vez más preocupado. - ‘’¿Qué arma? ¿No irás a cargártelos a todos?’’ -. Mierda, empiezo a dudar de si éste está también ido de la olla. - ‘’Confía en mí, ahora entenderás...’’ -. Unos soldados se acercan por el aire para atacarnos. -’’Mierda, en el peor momento...’’ -. Pero varios aliados de Onebu’si se interponen y rechazan el ataque. Éste, ya en su jukesaurio, alza el vuelo y empieza a coger altura. Dónde coño irá... La batalla continúa y el panorama es más desolador y escalofriante que nunca. Premium intenta levantarse. ‘’FFIIUUUM’’ la punta de la espada láser le chamusca los pelos de la coronilla al activarse. - ‘’Si se mueve le taladro la cabeza’’ -. Se resigna, parece entenderme. Echo un vistazo al cielo, en el momento justo en que Six Packer aterriza en la torre más alta de la ciudad. Se pone en pie y se lleva las manos al abdomen, pero en esta ocasión las coloca en una posición extraña, como si estuviera jugando al Twister con los dedos. Cierra los ojos y se toma su tiempo. ¿Qué diablos hace? Parece que coge aire. Su pecho se hincha a tope....... y entonces acontece la mayor locura que he visto jamás.
El teclado abdominal se ilumina como nunca y empieza a emitir pulsaciones. Al mismo tiempo, Six Packer abre la boca, y un sonido reverberante brota de ella como una especie de mantra. El cántico invade todo a su alrededor, no sólo un área concreta.. sino la ciudad entera. Incluso más. El tono se hace más potente y, cuando me quiero dar cuenta, el combate se ha detenido por completo. El volumen sigue aumentando. Me siento extraño... me veo forzado a soltar la espada. Mi cuerpo empieza a vibrar como si acompañara al sonido, y pierdo la sensibilidad poco a poco. Me dejo caer al suelo y tapo mis oídos. Saco el transmisor y llamo al profesor. No llego a saber si lo coge. - ‘’Qué cojones es esto..’’ -. Todo el mundo está ya en el suelo, incapaz de sostenerse en medio de semejante locura... soldados, civiles, criaturas... todos. Entonces, la intensidad de la vibración alcanza niveles extremos y pierdo la conciencia...

o eso creo. Porque dejo de ver y sentir todo a mi alrededor y entro en un estado como de ensueño, donde todo está en calma y sólo floto. ¿He palmado? Será cabrón. No me jodas... Espera, ¿ahora qué? Si existe Dios es worth.. ‘’BFBFBFFBFBF’’ ..........de repente noto como si una ola de calor me arropase, envolviendo todo mi entorno. - ‘’¿Hola? ¿Dios? ¿Profesor?’’ -. Una voz responde, pero no es ni Dios, ni Sigmund. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ... - ‘’Hola a todos...’’ -. Es la voz de Six Packer. - ‘’Soy Onebu’si, hijo de Onebu’no, y lider de los renegados. Todos me conoceis... Ciudadanos, soldados, incluso los visitantes.. escuchadme todos, pues hay algo muy importante que debéis saber - - - - - - - ... Todos.. todos vosotros, habéis sido engañados. Vegalovania, nuestra marcha de la ciudad, los ataques... Todo ha sido tergiversado - - - - - - - - - Hay una verdad terrorífica oculta bajo los suelos de ésta ciudad. Debéis saber... - - - - un desafortunado día, descubrí que mi padre y una gran parte deL CONsejo.. así como parte del ejÉrcito y del ggrupo de ciencia y desarrollo... habían ‘’abierto una puerta al infierno’’. mEdiante la tecnología que el profesor noS Dio, descubrieron un método para exTraER la esencia de la vida de Los Seres e.. inocularla en sus cuerpos. PrimerO, probaron con ANimales... pensaron que pODÍAN obtener su esencia sin acabarlos, pero lo que realmente ObTenían era su... alma. Así, mataron a los primeros por error. Sin emBargo probaron a Inocular el poder de esas almas, almacenaDas como baTerías... en el cuerpo de los SoldaDos - - - - El resultado fue - - fue un aumento significativo de sus capacidades cognitivas y motoras, habilidaDes físicAs por encima de lo coNocido. Al principio reticentes pOR Haber proFanado lo sagrado, pERO atraPados ya por el eco oscuro de sUs acciones... decidieron inOcular las almas que Quedaban en sí mismos.. Lo que nO sabían era qUe, después de ese acto de LOCura, no habÍa vuelta aTrás. Empezaron a pErder la cordura, sUs alMas se contaminaron con la vIbraciÓn del mal como si se trAtase de un virus conTagioso.. aSimilaban más y más alMas con excusas vaCías.. pero la cOdicia, el deSeo de poder... la idea de Invadir terRitorios y crEar un imPerio, eran el motor de sus desPreciables actos- - - - proNto dieron el salTo a otro nivel. EmpezaRon a maTar gente en la fRONTERA, y encubrieRon los asesinatos. Nos diJeron que eran ataques externos, y les cReímos... empeZó un ciclo de asesinaTos justificADos de la fRontera veCina. Sus mentes, corrompidas a extremos inimaginables, diEron con la manera de almacenar las alMAS humanas en... - - - - - - - - - Plantas. Hemos eStado comiendo plantas enVenenadas, pues su acto de mALdad desestabilizó la red telepática nEuronal entre nosotros y las pLAntas, también con lOS animales.. Es por eso que se habían vuelto violentos... es por eso que reuní poco a poco a Un grupo de aliados y fORmamos Vegalovania... No - - podíamos comernos a nUestros herManos... ni el veneno de su maldad. pUes tarde O temPrano acabaríamos enfermando o - - - perdiendo la corDura, como ellos y.. como todos los que cayeron enfermos en lA ciudad. LogRamos forMar un gRupo de resIstencia fuerte en secreto, pero.. aNtes de poder cUmplir nuestro objetivo, nos descubrieRon y tuVimos que huiR A las bAses que habíamos estado pReparando. EntonCes empezó la perseCución y la manipulaciÓn, que dieron rienda suelta a sUS maldades. Hoy, por fin, logré identificar la frecuencia mental necesaria pARA sintoniZaros a todos con.. con los caídos y.. - - - - he podido llegar a la ciudad para lograrlo - a - - - costa - a costa de muchas vidas. - -.. La comunicación se corta y poco a poco empiezo a percibir el entorno. La gente abre los ojos y se levanta un murmullo generalizado, creciente, como las primeras gotas de una lluvia que.. de hecho, realmente empieza a llover. Como si el cielo quisiera descargar su llanto, el agua comienza a caer sobre el desastre dejado por la batalla y las caras de shock de la gente. Premium se ha puesto en pie. Comienza a andar sin un rumbo fijo, desesperado, como si no supiera donde esconderse. Entonces el sonido, que se había mantenido en un tono bajo, de fondo, vuelve a aumentar y el entorno se vuelve a difuminar parcialmente. Ésta vez es sólo mi cabeza la que pareciera desintegrarse. Miro hacia la torre y alcanzo a ver a Six Packer, que vuelve a emitir un grito. En esta ocasión, parece como si el sonido proviniera de todo su cuerpo y le dañara la propia intensidad. Mi mente empieza a percibir algo. Luces. Una, dos, el número aumenta sin parar. Entonces lo sé, sin más. Son las mentes de los demás, entramos en una especie de red mental, una conexión. Siento sus voces, su presencia. Se escucha de nuevo la voz de Six Packer: - ‘’Éste es MI regalo... Ejecutando protocolo Vegalovania’’ -.
*Recomendación: Escuchad éste temita entero, parad si hace falta. Es el alma de la escena chavales. Dejad que fluya en vuestros cuerpasos.
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Noto como si cayéramos al vacío y, de pronto, todo se detiene. Ahí están de nuevo. Las voces que estuve escuchando... ahora las oímos todos. Parece que no estuve flipando... o sí, quizá ahora flipamos todos juntos. Seguimos la dirección de las voces, como si pudiéramos viajar mentalmente a través de la oscuridad. Cada vez se oyen más fuerte. Finalmente, divisamos algo. La imagen aumenta como en zoom y, cuando se planta ante nosotros, nos invade el horror.

Las plantas del jardín gigante se muestran ahora como lo que realmente son... almacenes de almas en pena, atrapadas en una pesadilla. Como zombies, se retuercen en lamentos, creando una escena grotesca y estremecedora. Sus manos luchan por alcanzarnos, pero no hay forma de que puedan escapar de su prisión... el diablo los retiene en su infierno helado. El horror de la verdad da lugar a una inmensa pena y dolor, que se esparcen por toda la red neuronal como las ondas en el agua. El pueblo de los ‘’Lauaj-En’sod’‘ llora. Una de las luces en la conexión emite un pensamiento que todos recibimos: - ‘’Onebu’si, libérame. Ya lo tengo. Acabemos con esta locura’’ -. Es la voz del profesor. - ‘’Eh, profesor jaja, está también aquí’’- le respondo. Noto cómo hago el ridículo en una mente colectiva. Hay una primera vez para todo. ‘’Ya veo’’-. De Onebu’si emana una sensación de paz, admiración y agradecimiento hacia el profesor, que todos podemos sentir. La conexión parece aligerarse y puedo captar de nuevo lo que nos rodea. Al cabo de unos minutos, una especie de antena enorme aparece en lo más alto del edificio principal. El profesor, al lado, pone en marcha algún tipo de mecanismo.
Entonces, la antena empieza a emitir una nueva vibración, que se acopla a la nuestra y se esparce a lo largo de kilómetros.

Cuando alcanza el jardín gigante se produce el milagro. A medio camino entre la vigilia y la realidad mental compartida, observamos atónitos cómo las almas empiezan a brillar intensamente, al ser tocadas por la frecuencia. Poco a poco, consiguen liberarse de su prisiones vegetales, que florecen ante nuestros ojos.

El jardín gigante, antes cementerio de cadáveres e infierno de almas, se convierte en un manantial de luz. Las almas, con formas antropomorfas, se acercan a los cadáveres, sobre los cuales se empiezan a revelar otras formas humanoides... e incluso animales. Entonces, todos lo comprendemos... son las almas de los caídos en batalla. Sentadas sobre sus cuerpos, sobre los cuerpos de sus amigos. Sentimos su confusión, su dolor, sus lamentos. Pero las almas recién liberadas les ofrecen su mano y, al aceptar la ayuda, la luz se contagia por todas partes. Todos conectados, sentimos su consuelo, su alivio al ser guiadas. De manera asombrosa, todas se giran hacia nosotros al unísono. Súbitamente, desaparecen. Pero entonces vuelven a reaparecer, ante nuestro completo asombro, en la ciudad. Caminan entre nosotros, me rodea un sentimiento de paz. ¿Dónde van? Todas se congregan en el mismo lugar. Todas rodean a Onebu’si. Sí... quieren transmitirle su inmenso agradecimiento.
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El consuelo y el alivio de Onebu’si nos embarga como un bálsamo....su alma, por fin, está en paz. Tras un tiempo... ¿Cuánto? No sabría decir cuánto tiempo estuvimos allí... en ese mágico estado. Las almas finalmente partieron, fundiéndose en el horizonte de un cielo que, al igual que el infierno que habíamos vivido, no pertenecía a aquel lugar.

EPÍLOGO
No nos vamos a enrollar mucho más, chavales. Vosotros quereis acabar y el profesor y yo también. Tras la liberación de las almas por parte del profesor, que utilizó ingeniería inversa en la tecnología que habían empleado para encerrarlas, todo cambió. Todos conocían la verdad. Mejor dicho, la tenían grabada en lo más profundo de su ser. Todos habían compartido lo mismo, por lo tanto estaban más unidos que nunca. Six Packer era ahora el héroe de la ciudad, así como todos los Vegalómanos (pero él más). Volvían a comer plantas. En cuanto a nosotros... bueno, también nos trataron como señores, tras haberles salvado el día. Nos quedamos un par de semanas durante las cuales el profesor asesoró a Onebu’si y a los líderes de la ciudad, y ayudó a crear nuevas relaciones diplomáticas con las otras ciudades. Tras aquello, la reconstrucción de la ciudad continuó y nos despedimos para volvernos a encontrar algún día. *PD: Premium y los demás endemoniados se fueron a la puta. Cuando la frecuencia de Six Packer les sintonizó con las almas se volvieron más locos de lo que estaban. Pero cuando la del profesor les tocó, sus almas corruptas fueron arrancadas junto con la energía de las que habían consumido, y sus cuerpos quedaron vacíos (vegetales, muertos en vida.. irónico). Ahora, mientras termino de escribir este relato en mi libro de aventuras, sólo puedo pensar en irme a la taberna a pasar el rato con mis amigos. Y estoy seguro de que el profesor... se irá también al pueblo, a ver ‘‘a su amada’‘ Lady Marian. Así que... hasta la próxima, que os den!
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FIN
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SIR CADOGAN, VEGALOVANIA Y ‘’SIX PACKER KID EL RENEGADO’‘ (Parte 5 : Un secreto duro de roer) La nave de rescate llega a la Ciudadela al amparo de la noche, y los visitantes son puestos a salvo. * Al ser uno de los pueblos intraterrenos más próximos a la superficie, los ‘’Lauaj-En’sod’‘ viven acorde a los ciclos del día y la noche. ¿Día y noche sin Sol, Waten de faken? ‘’¡Ayúdanos, Profesor Sigmund!’’’ Ejem. Los ‘’Lauaj-En’sod’‘ utilizan ciertas plantas que absorben la luz Solar en la superficie y la emiten a través de sus raíces, de longitud singular. Estas plantas realizan la fotosíntesis en tiempos récord, podríamos decir que les permiten vivir el ciclo ‘‘en tiempo real’‘. La luz que devuelven por las raíces no tiene la misma composición que la que absorben arriba, siendo su espectro y radiación ligeramente distintos. Mantiene, aún así, lo esencial, permitiéndoles vivir según sus necesidades. (Sigmundpedia Essentials) - ‘‘Esto huele a chamusquina, profesor, se lo digo yo. Onebu.. el Premium* será su amigo, pero esto no es normal y usted lo sabe. Rescate mis huevos... me siento más como un prisionero que como un invitado’‘ -, le digo al profesor tras haber sido encerrados en una sala del edificio principal, ocupada con poco más que una mesa y algunos cachibaches. Pulcra, como todo en la ciudad, pero fría... me inquieta tanta pulcritud. ‘‘Esperad aquí un rato, estaréis a salvo. Reorganizar las tropas, evaluar daños y bajas, planificar nuestro próximo movimiento... debo encargarme de varias cosas que no pueden esperar. Parece que tenéis cosas que preguntar, os serán respondidas cuando vuelva. Pero os aconsejaría no darle mucha importancia, el enemigo puede ser muy persuasivo y manipulador’‘ Esas fueron las últimas palabras de Onebu’no antes de largarse, tras haber evitado nuestras miradas conspiranóicas e intentos de conversación durante todo el trayecto de vuelta. - ‘‘Sin duda, Cadogan. Ya no podemos fiarnos de nadie. Lo de Onebu’si me ha dejado fuera de juego... han pasado muchos años, pero era alguien muy noble. Y no me pareció que habláramos con un perturbado mental’‘ -. - ‘‘A mí tampoco, profesor, aunque todavía no podemos sacar conclusiones... Pero si tengo que elegir, el padre se lleva la palma. De perturbado, digo’‘ -. Sigmund se toma unos segundos antes de responder. - ‘‘No se me ocurre qué pudo pasar. ¿Una guerra interna? ¿Por qué? No entiendo con que motivo me ocultó algo tan importante. ¿Un conflicto por el liderazgo?’‘ -. - ‘‘Al menos hay algo en lo que Premium no nos mintió, ahora que lo pienso’‘ -, digo mientras me hurgo la nariz y lanzo una pelotilla contra la pared. El profesor me pilla y hace ademán de hablar, seguramente para reprenderme por guarro, pero su curiosidad se antepone y vuelve a hablar tras una breve pausa. - ‘‘¿A qué te refieres?’’ -. - ‘‘La bandeja con comida, ¿se acuerda? No soy un experto en nutrición, pero aquello no me pareció una coliflor’‘ -. - ‘‘Ah, cierto. Eso lo vuelve todavía más confuso... no me entra en la cabeza que ese chico decidiera traicionar sus principios más sagrados’‘ -. Pasamos unos minutos en silencio, pensativos. Finalmente, Sigmund levanta la mirada y se pone en pie, como si quisiera despistar a las incógnitas que le carcomían. - ‘‘Bueno, de momento esperaremos a que Onebu’no vuelva. No nos queda otra que hablar y sacar las conclusiones que podamos. Entonces, actuaremos como sea conveniente’‘ -. - ‘‘Sí. Tampoco es que tengamos otra opción. Le apuesto lo que quiera a que esos guardias de ahí fuera nos invitarían cordialmente a volver para adentro si intentamos salir’‘ -, digo pegando el ojo a una pequeña mirilla en el centro de la puerta. Camino hacia la pared y me reclino, mientras el profesor se ríe y hace lo propio. Ha sido un largo día... el agotamiento cae sobre mí de golpe, como si hubiera estado esperando a que le diera permiso. Me sobo, sin más. . . .
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¿No pensaréis que eso de la imagen soy yo durmiendo, verdad? Estáis flipando. La imagen aparece ante mí como de la nada, a la vez que escucho unas voces lejanas... como ecos. Me dicen algo. Intento escucharlas pero no logro entenderlas. Parece que quisieran decirme algo importante... me pregunto si incluso las voces en sueños, en este lugar, te meten púas. Igual me conviene no escucharl... esperad. Se hacen más audibles, creo que saben quién soy. Sí, puedo oírlo con claridad, están diciendo mi nombre... ..ogann.. ...adogan... ...Ccadogan... - ‘‘¡Cadogan!’‘ -. ¡PLAF! (tortón) - ‘‘Espabila, joder’‘ -. El profesor observa satisfecho cómo su torta obra efecto en mí, como quien logra poner en marcha una tostadora vieja. Miro alrededor, confuso, mientras me limpio las babas. - ‘‘Hemos dormido casi 8 horas. Algo está ocurriendo ahí fuera, llevan un rato inquietos, movilizándose’‘ -. El profesor se acerca a la puerta tratando de captar algo más claro. - ‘‘He dormido como un bebé. Hasta que me dio la torta, pero me conformo’‘ -. Me desperezo. Ajetreo, pasos rápidos. Intercambios de palabras breves y nerviosas, tumulto lejano. Se oye poco, pero lo suficiente como para notar que hay un ambiente raro. Miro por una especie de tragaluz que hay a lo alto de la estancia. Sigue de noche, pero se puede apreciar cómo unas nubes espesas se asientan sobre la ciudad, cubriéndola como un manto oscuro (no os rayéis, si hay luz Solar os aseguro que hay una explicación para las nubes... pero no se puede saber todo chicos, ésta para otro día). - ‘‘Se viene algo gordo, profesor. Hasta yo puedo darme cuenta’‘ -. -’‘Sí.. Creo que uno de los bandos, o ambos, no ha dicho su última palabra en el encuentro anterior. Y creo que no me apetece esperar aquí sentado a averiguarlo, y ver cómo me estalla otra pared en la cara’‘ -. El profesor se acerca a mí mientras toquetea su reloj. Ni me acordaba, el reloj. A veces tan útil, y a veces.. no sirve para una mierda. Intrigado por averiguar cuál de las dos toca hoy, me arrimo para mirar la pantalla. - ‘‘Vamos a escapar, Cadogan, pero tendremos un tiempo reducido para hacerlo’‘ -. - ‘‘¿Reducido? ¿Cómo?’‘ -. - ‘‘Sí, reducido. Nunca mejor dicho jeje. Tiene que ser así, no podemos estar mucho tiempo en esa forma. Tiene sus riesgos. Tú serás el primero. Luego yo, y me seguirás en todo momento’‘ -. - ‘‘Pero qué...’‘ - - no me da tiempo a acabar la frase, cuando una especie de cuadrícula de luz sale proyectada del reloj y me cubre entero. Al instante, noto cómo mi cuerpo se sacude de forma extraña y pierdo la sensibilidad. El profesor se hace, ante mi asombro, gigante a una velocidad alarmante. Se detiene. Vuelvo a notar mi cuerpo, pero algo no anda bien. Donde hace unos segundos estaba el Sigmund gigante, aparece un Hámster tan grande como yo. Pego un brinco y entonces empiezo a entenderlo todo. Me miro las manos, que son patas, y sin quererlo e instintivamente, me acicalo el ocico. Soy un puto roedor.
Puede que no creáis lo que oiréis a continuación, amigos, pero os aseguro que Sigmund el Hámster portaba un reloj en miniatura y vestía como un burgués del siglo XIX. Sobre su cabeza se asentaba una media melena despeluchada, y se acomodaba los bigotes como si lo hiciera todas las mañanas. Prosigamos. Sigmund emite unos sonidos que no logro decodificar y sale corriendo hacia la puerta. Le sigo, me doy cuenta de que puedo moverme como un ratón sin pensarlo, y concluyo que quizá sea mejor no pensar mucho en ello. Es extraño, como moverte en un vehículo ajeno que a la vez eres tú. Si le presto atención mis movimientos se vuelven torpes, así que simplemente fijo me centro en seguir a Sigmund. Pasamos por el pequeño espacio bajo la puerta. Discretamente, la seguimos pegados a ella para evitar atraer las miradas de los guardias, que hablan entre ellos (si antes no les entendía nada, ahora es como escuchar a un perro en cámara lenta). Nos alejamos por el pasillo y corremos hacia la libertad.. empiezo a cogerle el toque a mi forma ratonil. Tras unos cuantos saltos llegamos a la primera esquina. Nuestra suerte se acaba de golpe; enormes moles azules se desplazan rápidamente en ambas direcciones, emitiendo sonidos de perro estropeado. - ‘’iyiyiyiinini’’ -, escucho una especie de chillido (parece que el profesor intenta hablar el idioma de los Hámster, jaja venga crack). De nuevo - ‘’yiyiyiiyi....cCcCorre, cAdogaN!!!’‘ -. .. El muy cabrón lo ha dicho, ha dicho su frase en dialecto Hámster. - ‘’ñiñiñiiiIiIiIYY’’ - (intento insultarle pero fracaso). Corremos a todo gas entre piernas descomunales que amenazan con aplastarnos. El suelo tiembla con los pasos de los gigantes, y sus pies se elevan y caen como mazos abominables. De alguna manera nos las arreglamos para evitarlos a todos, y llegamos a una escalinata. Oh. Dios... ..empieza una agonía; al principio logro saltar los escalones y aterrizar de uno en uno, pero conforme cogemos inercia comienzo a caer y darme testarazos. Tres escalones de uno en uno, cinco dando volteretas. La lamentable escena se repite indefinidamente hasta que milagrosamente logramos caer al pie de la escalera. Intentando salir del aturdimiento y el mareo, correteamos erráticamente por una especie de atrio que conduce a diversas partes del edificio. De repente, un zumbido amenazante llama nuestra atención, alarmándonos, y al mirar para arriba divisamos un insecto gigante que sobrevuela nuestras cabezas. Sigmund el Hámster acelera el paso y comienza a chillar. Se enfila hacia una de las salidas, corremos directos hacia ella. No.... No......... posiblemente las otras únicas escaleras hacia abajo en todo el atrio. Ya no hay vuelta atrás. Caemos irremediablemente como dos pelotas de tenis, rebotando grotescamente. Recuperamos poco a poco la movilidad y el equilibrio. Miro hacia delante... puedo ver bien lo que hay delante, pero noto que el pasillo es más oscuro que los demás. Debe ser alguna especie de sótano. Corremos. A mitad del pasillo, el profesor empieza a chillar. No sé lo que dice, estoy empezando a perder la noción de todo. Me cuesta recordar dónde estoy, a dónde voy, quién o qué soy. Trato de centrarme. Me parece escuchar como palabras sueltas entre los chirridos que emite Sigmund, pero se pierden en la nada. El Hámster que persigo cambia la dirección, se dirige hacia una puerta a la izquierda en el fondo del pasillo. Paso de largo, corro hacia lo que parece ser un trozo de comida. Tengo hambre. Comer. - ‘’ÑIÑIIyiyiyittt’‘.. - ¿Qué coño acabo de decir? Se me va de las manos, corrijo mi trayectoria y sigo al Hámster. Al profesor, creo. Me escurro por debajo de la puerta, y en lugar de un Hámster me encuentro un gigante ladrando. Un destello cegador, noto como si cayera en el vacío. ¡PUM! Caigo de rodillas, mareado, contra el suelo. El mundo vuelve a ser normal, voy recuperando el sentido común y me rasco el ocico una última vez, dándome cuenta de que parezco imbécil. Respiro. Miro al profesor, mi mente ya fresca de nuevo, pero todavía jadeando. - ‘‘Profesor, era ésto a lo que se refería cuando me dijo que me hablaría un día de los niños rata del siglo XXI? Qué maldita locura. Entonces es cierto que están tarados, esos jóvenes del futuro’‘ -. Pero el profesor ya no me estaba escuchando. Se había dado la vuelta y miraba estupefacto algo que había en frente suya. Entonces miré, y lo ví.

El lugar en el que estábamos no parecía una sala, sino más bien una galería de enormes dimensiones. A lo largo de toda su extensión, podían verse una especie de tanques de agua que contenían algo en su interior. Sin decir nada, comenzamos a caminar hacia los tubos. - ‘‘Qué coño...’‘ -. Me acerco mejor, para asegurarme de que no estoy imaginando cosas. - ‘‘Profesor, eso... Eso son...?’‘ -. - ‘‘Cuerpos, sí’‘ -. Sigmund se acerca a una zona llena de monitores y mandos, posiblemente el área de control de todo aquello. Repaso con la mirada los cuerpos que descansan en los tanques de agua.. Un escalofrío recorre mi cuerpo y me invade una sensación muy angustiosa. Me alejo un poco. - ‘‘Profesor, ésto no me gusta un pelo. No parece que estén durmiendo. ¿Es algún tipo de hibernación, o es así como se lo montan en sus cementerios aquí?

- ‘’Dios mío...’‘ -. Unos tres o cuatro minutos más tarde, Sigmund se aparta de los monitores como el que rehuye una enfermedad contagiosa. Parece medio mareado. Se apoya en una columna y se deja caer hasta quedar sentado. - ‘‘Más bien son tubos de ensayo, Cadogan’‘ -. Parece que va a vomitar. - ‘‘¿Qué es lo que ha visto?’‘ -. - ‘’Vamos a comer, necesitamos llevarnos algo al estómago antes que nada’’ -. Toca algo en su reloj y aparece ante nosotros la bolsa de víveres que trajimos en el viaje. No me había dado cuenta hasta ahora, pero estoy muerto de hambre. Empiezo a comer como un salvaje. - ‘‘¿Qué ha bifffto, broffeeddor?’‘ -, intento articular mientras engullo pan y boniato. .....- ‘‘Todavía no termino de procesar lo que he visto, no me entra en la cabeza.. ’‘ -, responde con el rostro hundido en sus manos y voz débil. - ‘‘Coma, profesor, todo es más claro con el estómago lleno’‘ -. .... - ‘‘Puede que lo vomite’‘ -. Parece en shock. Pocas veces he visto así al profesor. Finalmente empieza a llevarse comida a la boca, despacio, como si fuera una ardua tarea. Comemos en silencio. Conforme pasa el tiempo, empiezo a percatarme de que la actividad en el piso de arriba parece haber aumentado considerablemente. - ‘‘Ésto debe ser una especie de sótano, ¿verdad? Parece que arriba están todavía más nerviosos. ¿Se da cuenta de cómo retumba el techo? No es normal. Parece que se nos vaya a caer encima ‘‘-. - ‘‘Sí. Creo que deberíamos tratar de echar un vistazo, ver qué ocurre’’ -. Apuramos la comida y salimos al pasillo. No hay azules en la costa. Caminamos sigilosamente hasta los pies de la escalera, y subimos. Nos asomamos con cuidado. El atrio está completamente vacío. - ‘‘Vamos’‘ -. Lo cruzamos y tomamos el pasillo más amplio, que nos conduce a unas escaleras ascendentes que dan a un balcón en el exterior. El panorama ante nosotros nos deja atónitos. - ‘‘Mire, profesor, ¡está todo el puto pueblo en la calle! No hay un alma en el edificio, las calles parecen un hervidero’‘ -. - ‘‘Definitivamente se preparan para una batalla. Y parece grande. Los civiles parecen estar agrupándose en zonas seguras, y los soldados.. necesitamos una vista mejor’‘ -. Nos retiramos y subimos hasta el útimo piso, donde damos con un balcón similar en la cara delantera del edificio. El profesor no se equivocaba... Filas de ciudadanos congestionan las calles de la ciudadela, guiados por soldados, y en las afueras se arma la de Dios. - ‘‘Ésto es una puta fiesta, profesor. No salen de una, y lían otra más gorda, dónde narices me ha traído’‘ -. Y no exagero. Un ejército con todas las de la ley se organiza en el perímetro de la ciudad, engrosando sus filas a cada segundo que pasa. Pequeñas aeronaves y multitud de jukesaurios infestan el cielo, agrupándose también en las afueras. - ‘‘Menuda locura. Ahora podemos escapar, eso sí. Pero, ¿por qué se ponen así? Parece que han decidido ir a aniquilar a los rebeldes de una estocada’‘ -. - ‘‘No van a ninguna parte, Cadogan. Se preparan para la defensa de la ciudad. Y son ellos los que vienen’‘ -. - ‘’¿Quién...’‘ -, no termino de hacer la pregunta, cuando un relámpago atronador ilumina el cielo delante de la ciudad, mostrándome la respuesta. En la lejanía, un enjambre de siluetas aladas tapa el horizonte. Si no supiera en qué sitio de mierda estoy, pensaría que es una bandada de pájaros. Pero no. - ‘‘¡Vegalovania! Pero cuántos... ¡parece que viene el ejército entero!’‘ -. - ‘‘Deben haber puesto todo su poder de batalla en este ataque. Ésto acaba hoy, dudo que cuando todo termine sigan quedando dos bandos en pie... o uno, si quiera. Ésta guerra decidirá el destino de los ‘‘Lauaj-En’sod’‘, para bien o para mal’‘ -. - ‘‘Entiendo... ¿Nos largamos, entonces? Van a llover ostias como panes’‘ -. - ‘’No seas cobarde, Cadogan. Hay que hacer algo’‘ -. - ‘‘Va’‘ -. - ‘‘Nos separaremos. Tú vé a la ciudad y dirígete a las afueras sin que te detecten. Yo tengo que ocuparme de algo importante aquí dentro’‘ -. - ‘‘Vamos, que se va a esconder mientras a mí me caen palos’‘ -. - ‘‘No digas tonterías, chico. Lo que haga (y lo rápido que lo haga), si es que lo consigo, puede decidir el curso de la batalla... o el destino de esta civilización’‘ -. - ‘‘jaja es coña’‘ -. El profesor toquetea su reloj de nuevo, y un haz de luz imprime algo en el aire, que reconozco inmediatamente y cojo al vuelo. - ‘’No me diga... ¿..Me va a dejar usarlo??..’’ -. - ‘’Es una ocasión especial, Cadogan. Tienes permiso para ponerte en modo Power Ranger’‘ -. Se me ilumina el rostro. Lo que tengo entre las manos es una especie de envase, no más grande que una manzana. Contiene un traje de batalla, que habré usado unas dos o tres veces a lo sumo. Al profesor no le gusta porque ‘’prefiere que entrene mis capacidades’’, pero es la polla. Pulso el botón, y el envase se ilumina. Tras unos segundos, estalla en una luz cegadora y cubre mi cuerpo, ajustándose y activando sus funciones. - ‘‘Ahh, nunca me canso de esto’‘ -. Siento el poder in my body. - ‘‘No tienes remedio, Cadogan’‘ -, el profesor se ríe. - ‘‘Bueno, es la hora, no perdamos más tiempo. Haz lo que te he dicho y cuéntame por el transmisor lo que vaya sucediendo. Lleva cuidado, Cadogan, nos lo jugamos todo’‘ -. Asiento, me doy la vuelta y salto del balcón, sintiendo el aire en mi rostro y el pawah en todo mi cuerpo. TRAJE DE BATALLA: SPACE PRAETOR --> On
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Continuará
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SIR CADOGAN, VEGALOVANIA Y ‘’SIX PACKER KID EL RENEGADO’‘ (Parte 4 : La otra cara de la moneda) El ataque a la ciudad ha comenzado, y Six Packer hace su aparición - ‘’Se viene, profesor, hay que salir cortando’‘ -. El profesor asiente. Los soldados se acercan y nos guían hacia otra parte del edificio, escaleras abajo. Los pasillos están rebosantes con gente corriendo, y cada vez se escuchan más gritos y ruídos de batalla. ¡BUUM!. Una pared se hace añicos y varias personas azules salen despedidas (mi mente se esfuerza por partes iguales en procesar que han sido atacados y que son azules). Blue lives matter. Un grupo de jinetes alados irrumpen súbitamente en el edificio, atemorizando a los funcionarios intraterrenos y persiguiéndonos mientras huimos por el pasillo. - ‘‘No lo diga, profes..’‘ -. - ‘‘¡Corre, Cadogan!’‘ -. Sigo corriendo, a la misma velocidad que si el profesor no hubiera dicho nada. Los soldados se paran y forman una barrera, interponiéndose entre nosotros y los jinetes, mientras que otros dos nos siguen acompañando. Nos acercamos al final del largo pasillo y empiezo a escuchar un sonido reverberante, como de ondas, que aumenta rápidamente. Noto unas vibraciones que hacen que tiemble el propio suelo, y la pared vuelve a estallar...
Caigo al suelo, junto con todos los demás. Aturdido, tardo unos segundos en poder moverme y mirar a mi alrededor. Tres jinetes alados en el exterior nos observan, Six Packer en el centro. Balbucean algo en su violento idioma, mientras los dos soldados se levantan para encararlos. ¡BAMM, BAMM! Six Packer pone sus manos en ambos lados de su abdomen, y las zonas que presiona se iluminan como si tocase un teclado, despidiendo dos haces sonoros de color rojo, que noquean a los soldados al instante. El profesor se lleva la mano a su reloj en un intento de sacar algo útil, pero se le acaba el chollo rápido. Six Packer coloca ambas manos sobre la parte central del teclado abdominal, y una fuerza invisible (invisible hasta que ponga la imagen lol) nos atrapa y tira de nosotros, sacándonos del edificio. El tono del zumbido cambia ligeramente. Empiezo a marearme, todo me da vueltas. Pierdo el conocimiento y me hundo en la negrura.
· · · Me despierto sin resaca, tumbado sobre un suelo de piedra. Miro a mi alrededor mientras me yergo, y veo al profesor en la penumbra, recostado contra la pared. - ‘‘¿Dónde estamos?‘‘ -. Una habitación rudimentaria, húmeda, más similar a una cueva que a una estancia. El profesor me responde. - ‘‘No sé dónde estamos Cadogan, pero lo que parece casi seguro es que estamos jodidos. Aunque vivos ’‘ -. Me levanto y echo un vistazo al lugar. Una antorcha ilumina ligeramente el espacio. - ‘‘¿Eso es... eso es comida?’‘ (diviso una bandeja con carne) -. - ‘‘Eso parece, Cadogan. Va, échale huevos, come tú primero ‘‘ -. - ‘’jaja sí... venga, crack’‘ -. - ‘‘Cadogan no marees, entonces’‘ -. <<Pam, pim, pem>> en ese momento se oyen unos pasos, que se van acercando <<Clack. Piiii>> se abre la puerta, chirriando como si tuviese 2.000 años. El profesor me mira. - ‘‘Aquí no conocen el 3 en 1 jaja’‘ -. - ‘’jaja calla que nos revientan’’ -. Entra en la sala Six Packer, cerrando la puerta tras de sí. La tensión se puede cortar con un cuchillo, y se hace un silencio total. Tras unos segundos de incertidumbre, Six Packer lo rompe: - ‘‘Cuánto tiempo, profesor Sieg’‘ -. Otro que habla castellano. Pero parece que le faltan unas clases, porque ha llamado ‘‘Sieg’‘ a Sigmund. Quizá no se sabe bien el nombre. - ‘‘Qué queréis de nosotros, y cómo sabes mi nombre’‘ -. el profesor responde. Le miro medio riéndome - ‘‘Bueno, tu nombre.. xD’‘ -. El profesor me mira con cara de circunstancias y decido callarme, por si la lío. - ‘‘Sólo le dije mi nombre a una persona en este lugar. No puedes ser quien yo creo...’‘ -. (qué coño dice, a una persona ¿? jaja qué rayada. Voy a esperarme a preguntar para no parecer el tontito)
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Ahora, el profesor parece estar flipando, como si acabase de descubrir la cura del feminazismo. - ‘‘...¿Onebu’si? -. . . . El Six Packer sonríe, y mi rayada alcanza niveles importantes. - ‘‘Sí’’-. La expresión del profesor se retuerce en un mix entre confusión y sorpresa, como si le costase compatibilizar ambas. - ‘‘¿Cómo puede ser...? ¿Qué has hecho... por qué?’‘ -. - ‘‘¿Eso, por qué?’‘ -, pregunto. Me miran. - ‘‘Quiero decir, ¿Qué dices? ¿Quién es, profesor, qué pasa?’‘. El profesor responde rápido para omitir el hecho de que parezco gilipollas. - ‘‘Es el hijo de Onebu’no... el líder. Lo conocí cuando estuve aquí, éramos muy cercanos. Él tenía unos 8 años cuando llegué. De todas las despedidas fue quizá la más dura, las demás me dieron un poco igual‘‘ -. - ‘‘¿Del premium? No jodas’‘ -. - ‘‘¿Qué?’‘ -. - ‘‘Nada, ya sé quién dices. Qué locura’‘ -. El profesor vuelve a dirigirse al hijo del premium (no me lo puedo creer, el hijo jaja). - ‘‘¿Qué quieres de nosotros, por qué estás haciendo esto? No entiendo nada. ¿Qué te ocurrió? -. - ‘‘Veo que mi padre no te ha contado nada’‘ -. Ante esas palabras, procedo a narrar brevemente lo que nos contó su padre, y le miro en plan ‘‘venga, explícate ahora máquina’’. No le he dicho lo de máquina pero igual lo ha pillado con lo de la telepatía, porque su cara se convierte en un reflejo del idioma que hablan, la mala leche. De hecho, vocifera algo en el idioma de la mala leche. Pero más fuerte de lo normal, como si de verdad se estuviera cagando en algo. Espero que no en mí.
- ‘‘Os han engañado, Sieg’‘ -. - ‘‘Sigmund’‘, le digo. - (Six Packer me mira) - ‘‘Se llama Sigmund’‘ -, le aclaro. Six Packer mira ahora al profesor. - ‘‘En verdad me llamo Siegfried, Cadogan, pero no te lo había contado nunca’‘ -. - ‘’¿¿Qué?’‘ -, le respondo confuso pero riéndome, como si me estuviera tomando el pelo. - ‘‘Ya te contaré la historia, si salimos de aquí’‘ -. Dejo el tema de lado, confuso pero fijando prioridades. Sigmund vuelve a centrarse en premium junior, que sigue picao. - ‘’¿Qué quieres decir?’‘ -. - ‘‘Yo te llamé, Sieg. Yo activé la planta’‘ -. Sigmund se queda mirándolo, ahora tan confuso como yo.
Entonces, se oye un castañazo y las paredes tiemblan, dejando caer piedrecillas sobre nuestras cabezas. - ‘‘Joder, ¿otra vez?’‘ -. Me espolso la mierda del pelo. Se oye el sonido de gente corriendo, de nuevo voces y gritos, y se abre la puerta. Entra una tía y le suelta cuatro voces a Six Packer en malahostia (llamaré así al idioma para abreviar). Gafapal no lo habría permitido. Parece que hay curra. Six Packer vuelve a hablar: - ‘‘Nos atacan, Sieg. Tenemos que irnos. Estamos en un refugio oculto en las montañas, pero este es territorio medio, no es nuestra base principal. Han tardado poco en encontrarnos. Aquí no podemos darles batalla, somos sólo un escuadrón reducido... el ataque a la ciudad fue por sorpresa, para sacaros de allí. - ‘‘Para secuestrarnos dirás jeje’‘ -. le comento mientras empezamos a salir del zulo. - ‘‘Más tarde os lo explicaré, ahora no hay tiempo. No pueden atraparnos aquí, hay que volver. Ya casi está lista el arma, dentro de poco podré arreglarlo todo... Te llamé porque eras el único aliado en quien podía confiar, Sieg, eras como mi segundo padre. Te necesitamos. Intenté llegar a tí antes que ellos, en tu camino hacia aquí, pero nos lo impidieron. Por eso...’’ -. ¡BOOM! el techo delante de nosotros se desmorona por tercera vez en el mismo día, algo que empieza a ser preocupante. Miro hacia arriba. En el cielo, criaturas aladas y otros vehículos mecánicos vuelan de un lado a otro enzarzados en combate. Six Packer toca una de sus teclas y emite un pitido agudo. A los pocos segundos aterriza a su lado uno de los jukesaurios, al cual sube de un salto. - ‘’Llevadlos a la base, rápido. Os cubriremos’’ -, le dice a la chica que nos acompañaba mientras alza el vuelo y se une a la refriega a golpe de abdominal.
No hemos dado ni tres zancadas por el pasillo, sorteando escombros, cuando una luz roja enorme nos da un repaso como si fuera un escáner. Nos cubrimos los ojos e intentamos mirar. Error. No veo una mierda pero noto cómo algo enorme se desplaza a unos metros sobre nosotros. La luz roja se detiene y, de repente, un foco de luz nos envuelve a mí y al profesor. La historia se repite, dos abducciones en un lapso de unas 4 horas... el sueño húmedo de todo ufólogo. Salimos disparados hacia lo que parece una aeronave, pero sorprendentemente silenciosa. Veo de soslayo cómo los jinetes de Vegalovania intentan llegar a nosotros, pero las fuerzas de la ciudadela se interponen y los repelen. Lo que parecen rayos de plasma y lanzas vuelan por todas partes, y al instante siguiente estamos dentro. El sonido del exterior se apaga por completo... Onebu’no plantado frente a nosotros, semblante serio (aún no me fío del hijo, pero la mirada de Premium ya no me inspira seguridad). Sin dejar de mirarnos, da la orden a los pilotos de la nave. - ‘‘Replegaos, volvemos a la ciudad’‘ -.
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SIR CADOGAN, VEGALOVANIA Y ‘’SIX PACKER KID EL RENEGADO’‘ (Parte 3: Onebu’no X Vegalovania) Cruzando el umbral. ¿Qué les espera al otro lado? Acompañados por nuestros hospitalarios nuevos amigos, caminamos a través del umbral de piedra tallada, músculos tensos y culo para adentro, temiendo la idea de un posible pinchazo con sus lustrosas lanzas. Tenían ese brillo pulido y esa punta perfecta, que hacen que sea tentador probarlas con alguien. Yo por lo menos lo haría. Un poco, para probar. Un aumento considerable en la luz del ambiente sorprende a mis ojos, que tardan unos segundos en adaptarse. Miro frente a mí. Flipas, te contaría lo que estoy viendo pero me perdería detalles, así que mira la imagen de arriba. Lagos, cascadas de agua cristalina, edificaciones impresionantes que se alzan a lo lejos. - ‘‘Impresionante... increíble’ ‘-. El profesor no dice nada, pero en su cara se dibuja una sonrisa de oreja a oreja, mientras mira fijamente la ciudad a la que nos dirigimos. El paisaje hace que se me olviden los dolores, la preocupación y el trauma de lo ocurrido, que se sumerge en mi subconsciente para joderme la vida en un futuro. Tras aproximadamente media hora y habiendo cruzado varios puestos de vigilancia y zonas de seguridad, llegamos a las puertas de la ciudad. No sabría cómo definir muy bien lo que ven mis ojos. Edificios blancos altos y estilizados, pulcros y sin una técnica de construcción concreta que pueda reconocer o determinar. Como si un gigante se hubiese comido los materiales y hubiese cagado la ciudad ya hecha (espera, ¿posible teoría? Qué va). El estilo, como una mezcla entre medieval y futurístico. Cuando dejo de flipar con la arquitectura, me doy cuenta de otros detalles. - ‘‘Mire, profesor, ¡gente azul!’‘ -. Personas sin armaduras y lanzas recorren las calles tranquilamente como si fuera normal ser azul. Ahora que lo pienso debería haberme dado cuenta al ver a los soldados, pero quizá influyera el hecho de que llevan las caras cubiertas con yelmos, o probablemente mi mente omitía el detalle para centrarse en aquello que me podía matar. Nos acercamos a lo que parece una plaza o zona céntrica de la ciudad, en cuyo centro brota el agua de una fuente blanca (es todo blanco jaja ni te rayes). - ‘‘Mira, Cadogan, ¿te suena?’‘ -. Recorro la fuente con la mirada y veo lo que se alza en la cúspide, coronándola. Es la misma planta de la casa del profesor, pero en esteroides. De casi 2 metros de altura y con un brillo particular, sus raíces rodean el pilar central de la fuente, como fusionados con ella, y se hunden en el agua. - ‘‘Profesor, éstos sí que la riegan jaja’‘ -. - ‘‘Calla cabrón’‘ -, dice Sigmund por lo bajo, mirando de reojo a los soldados. Que en ese preciso instante se detienen y se ponen rectos como un poste, mientras hacen lo que parece un saludo militar. Miro hacia delante. Se acerca una comitiva de personas azules con bata blanca, si tuviera que definirlos diría que fueron los que estudiaron cuando había que estudiar. A la cabeza va otro con armadura, pero éste parece que hubiera pagado la cuenta premium de las armaduras, si me entendéis. Es, a todas luces, el que corta el bacalao, y el que reparte manteca. La gente empieza a centrar su atención en nosotros, y al armadura premium se le ilumina el rostro conforme se acerca. - ‘‘¡SIGMUND! ¡Has venido!’‘ -. los soldados se apartan a su paso, un poco confusos, y el tipo y Sigmund se abrazan efusivamente. - ‘’¡Cuánto tiempo, viejo amigo, qué alegría! ¿Cómo has...’‘ -. la sonrisa desaparece poco a poco de su rostro mientras observa el lamentable estado del profesor, y el mío. - ‘‘¿Qué ha pasado, quién os ha herido?’‘ -. - ‘‘Nos atacó una especie de lagarto enorme, en la gruta que lleva al umbral. Parecía que estaba fuera de sí, nunca ví a ninguna criatura comportarse así la última vez. De hecho fueron dos, pero a la otra la mataron vuestros guardias’’ -, dice Sigmund a la vez que mira de soslayo a los soldados. Antes de que Premium pueda siquiera responder, uno de los soldados empieza a dirigirse a él en el idioma de la mala leche. - ‘‘Profesor, ¿cómo coño hablan estos nuestro idioma?’‘ -, pregunto en voz baja. - ‘‘Habla con propiedad, Cadogan, ya está bien (que pesao jaja si él habla mal también no¿? xD). Estos seres tienen capacidades mentales y psíquicas más desarrolladas que las nuestras, y son capaces de dominar un idioma en poco tiempo con el contacto suficiente, casi que lo ‘‘descargan’‘ mentalmente. Antes de irme yo a la superficie, hablaban sobradamente nuestro idioma. No logran captar todos los detalles y matices que adquiere alguien que lo aprende de manera natural, desde pequeño, pero sí lo suficiente como para manejarse a la perfección.’’ -. - ‘’Cágate. Digo.., asombroso’’. - El soldado y Premium siguen hablando. - ‘’Oiga, profesor, ¿y si le están contando una púa al jefe? ¿Usted los entiende?’‘ -. - ‘‘Algunas cosas. No te rayes, Cadogan, calla.’‘ -. Por fin dejan de hablar, y el líder asiente y vuelve a dirigirse a nosotros. - ‘’Me han contado todo lo sucedido, lo lamento mucho.’’ -. Los soldados piden disculpas por el malentendido y se inclinan levemente con respeto. - ’’Os llevaremos al edificio principal y los médicos os sanarán enseguida. Comprobarás de primera mano el avance de la tecnología que nos diste’’ -, dice Premium-san sonriendo.
Nos llevan a un edificio enorme, y nos guían a un sitio que parece el resultado de juntar un hospital con unos recreativos. Nos tumbamos en sendas ‘‘camillas’‘ (por llamarlas de alguna forma), y una especie de escáneres comienzan a revisar nuestros cuerpos y emitir unas ondas. Se sienten bien, como un calor pulsante agradable, y cuando me quiero dar cuenta ha desaparecido todo el dolor de mi cuerpo y no tengo ninguna herida (pura crema). Nos levantamos y nos llevan a una habitación más acomodada, parece una sala de reuniones. Por lo que veo, los ‘’Lauaj-En’sod’‘ (no os acordábais del nombre, ¿eh? yo tampoco) son muy similares a nosotros. Tienen pelo generalmente largo y negro/castaño, piel azul, nariz un poco aplastada, y me atrevo a suponer que pirindola y chochete (espero no equivocarme, no creo que Gafapal y Hetéreo estén por aquí para defenderme). - ‘’Me presento adecuadamente, me llamo Onebu’no’‘ -, Premium estrecha mi mano. - ‘’Soy Cadogan, un placer’‘ -. - ‘‘Él es mi aprendiz, te hablé de él cuando estuve aquí. Entonces era sólo un bebé, lo dejé en casa’‘ -. - ‘‘¿Me dejó en casa sólo siendo un bebé? ¿Y sobreviví?’‘ - pregunto to rayao. - ‘‘No pardiez, te cuidó la panadera.’‘ -. - ‘‘Ah, sí, me suena que alguna vez mencionó algo de eso. Pensé que la mujer estaba mal de la cabeza, o que le gustaba mentir’‘ -. -¿Por qué crees que te gustan tanto las tartas, Cadogan? lol -. - ‘‘Dio jaja, es verdad’‘ -. Onebu’no nos cuenta el motivo de su llamado. ‘‘Estamos en guerra, Sigmund. Sé que nos advertiste sobre ésto, y seguimos tus consejos... pero la guerra vino a nosotros. Empezó con desapariciones en los límites de nuestro territorio. No sabíamos qué estaba pasando. Luego empezaron a aparecer cadáveres en la frontera oeste. La tensión escaló y tuvieron lugar pequeñas batallas con las ciudades vecinas, escaramuzas. Todavía no se ha desatado a gran escala, pero la situación es delicada. Y por si fuera poco, cuando todo empezó a empeorar, descubrimos algo terrible... un grupo de traidores se había separado de la ciudad y estaban alimentándose de carne animal... sabes lo que eso significa para nosotros, Sigmund. *Los ‘’Lauaj-En’sod’‘ siempre se han alimentado de las plantas, aprovechando su gran conocimiento sobre las mismas. El vínculo mental que desarrollan con la vida animal les une fuertemente con ellos, de tal manera que los conciben como algo sagrado. Comer carne animal es, en su pueblo, un acto abominable y atroz y por lo tanto está totalmente prohibido. En el mejor de los casos se pena con el destierro y, normalmente, con la muerte. Parece que algunos se pasaron esto por la polla. (Sigmundpedia Essentials) Cuando empezamos a combatirlos ya eran un grupo numeroso y capaz de defenderse, formaron una especie de guerrilla, un culto. Están locos y responden a un líder al que llaman ‘’Six Packer Kid’’ (en su idioma se pronuncia parecido pero como si estuviesen tocando una flauta con mala hostia) posiblemente quien manipuló sus mentes para llevarlos a esa demencia. Han estado atacándonos ocasionalmente, haciéndose más fuertes, y tienen su base en alguna zona en las montañas, lejos de la ciudad. La actitud violenta de algunas bestias se debe probablemente a esto, han manchado nuestro vínculo. - ‘‘Es terrible oír eso..’’ -. el profesor hace una pausa antes de continuar. - ‘’..Es mi deber asegurarme, Onebu’no. Dime que no habéis usado la tecnología para construir armas. ¿Sabes a dónde conduce eso, no?’‘ -, termina el profesor con seriedad. Premium mira fíjamente a Sigmund, con semblante muy serio (marronero). Cuando parece que abre la boca para decir algo.. -- ‘’PUM’’. ----‘‘que..?’‘ --. PUMM.. ___¡PUMM!. Las paredes tiemblan y se hace el silencio. Se empiezan a oír gritos en las calles. Onebu’no corre a la ventana y su expresión se tiñe de miedo. - ‘‘Justo en este momento... no puede ser... ¡SON ELLOS!’’ -. Premium da la voz de alarma y todo el complejo se moviliza, soldados corriendo por doquier. Mira al profesor durante unos segundos y sale apresurado de la sala. - ‘‘¡Llevad a los huéspedes a un lugar seguro!’‘ -. Corro a la ventana y trato de ver lo que está sucediendo. Gente corriendo despavorida por las calles. Soldados dando directrices y organizándose. Varias columnas de humo en la ciudad. Y en el cielo... unas figuras que no logro reconocer, como una bandada de aves, se acercan sobrevolando los edificios. Se acercan, agudizo la vista... - ‘‘No jodas... ¡Profesor, más lagartos!’‘ -. El profesor se acerca. - ‘’No son lagartos, eso son Jukesaurios’‘ -. -’‘¿Cómo dice?’‘ -. - ‘‘Jukesaurios, Cadogan, o como diría el Chamán Ukulus Rinconius, ‘’Nissanidus Jukesauris’’. Los usan para volar, son animales muy ligados a este pueblo -. - ‘’¿El chamán Uku - qué? ¿Ése quién es?’‘ -. - ‘‘Esa es otra historia, Cadogan, no es momento para cuentos -.’‘ Una línea de criaturas aladas se aproxima velozmente, las figuras que los montan se hacen más nítidas. Me fijo en el que está a la cabeza... Pelo más corto de lo normal en los Lauaj-En’sod, unas gafas protectoras cubriendo sus ojos. En pie sobre el Jukesaurio, como si surfeara, una mano sujetando las riendas y la otra llevándosela al abdomen, que comienza a brillar. Alguien grita en las calles, entre las voces de pánico.
- ‘‘Es él..., ES SIX PACKER KID.. ¡EL RENEGADO!’‘ -. Continuará
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SIR CADOGAN, VEGALOVANIA Y ‘’SIX PACKER KID EL RENEGADO’‘ (Parte 2: Una cálida bienvenida) La peculiar pareja desciende por las entrañas de la Tierra. Su improvisada luz parte en dos la oscuridad, y una importante conversación pendiente rompe el silencio.
- ‘‘...que te digo que la tarta de chocolate es mejor, tío’‘. - ‘‘Tu gusto está atrofiado por el azúcar, Cadogan, la tarta de mermelada que hace Rosi en la taberna es la clave’‘. - ‘‘A ver, profesor, respeto tu opinión pero no entiendes lo que te digo porque no has comido la misma que yo, la de la pastelería nueva. - ‘‘Nunca nos vamos a poner de acuerdo, es como discutir sobre la ley de género del 2028 con una mujer de esas con barba. No llegas a nada y si sigues acabas pillando’‘. - ‘‘Entiendo lo que dices pero...’‘ - Me detengo al escuchar otra vez esa especie de temblor profundo. - ‘‘¿Ha oído eso, profesor?’‘ - ‘‘Vaya que sí’‘ - ‘‘¿Qué cree que es?’‘ - ‘‘Seguramente nada bueno, Cadogan, nada bueno’‘. - ‘‘¿Hay algo peligroso por aquí?’‘ - ‘‘No te dije que trajeras la espada para rascarte la espalda. Aquí hay cosas que no has visto en tu puta vida’‘. - ‘‘Vale. Volviendo a lo importante... cuénteme cómo es que conoce este sitio.’‘ - ‘‘Ah, sí’‘. - ‘‘Verás, hace 20 años me mandaron una tarea desde el año 2043, una de las tantas que nos han ido encargando. La mayoría de ellas nos las encomendaron antes de viajar al pasado, pero ha habido alguna que otra añadida posteriormente. Dicha tarea consistía en viajar a una de las ciudades intraterrenas, concretamente ‘’Mense’ Odot-arit‘’, y establecer vínculos con ellos. La finalidad era entregarles conocimiento y tecnologías para colaborar en su desarrollo, pues de entre los numerosos pueblos intraterrenos, ellos son unos de los más ‘‘atrasados’‘ y apartados. Se han mantenido al margen de las demás hasta el momento, manteniendo un contacto muy distante y superficial, y se aferran a sus tradiciones con recelo. Me tomó un tiempo darme a conocer y establecer lazos con su gente y su líder, Onebu’no, pero al final logré ganarme su amistad y confianza y aceptaron las tecnologías que les ofrecíamos. - ‘‘¿Qué case de tecnología era esa?’‘ - ‘‘Eran moduladores y transformadores de éter, tecnología que recoge la energía de punto cero en el ambiente y la almacena y transforma para diferentes usos, según las necesidades. Les entregué también el conocimiento para usarla y desarrollarla, al menos las bases. Ellos mismos, aún siendo tecnológicamente ‘’atrasados’‘ respecto del resto de pueblos, son muy inteligentes y aptos en la investigación y el desarrollo, a su manera. No eran trogloditas ni mucho menos, nos sacaban años de ventaja a los de la superficie... y ahora supongo que siglos. - ‘‘Pero, ¿la comprendieron y desarrollaron con éxito? ¿Qué hicieron con ella?’‘ -. - ‘‘Sí, y tanto. Cuando les dejé habían avanzado mucho en la creación de vehículos y algunas comodidades que facilitaban su vida, y también en medicina y sanación que era uno de los propósitos principales. Aunque mi misión más importante era lograr romper su aislamiento y evitar que su beligerancia y terquedad naturales los llevaran a desviarse por el mal camino. Aceptar ayuda, establecer relaciones, ser orientados en cuanto a qué tipo de futuro aspirar. Fue una etapa interesante y bonita, y cuando consideré que ya podía dejarlos a su aire y marcharme, ambos estuvimos de acuerdo en mantener esos vínculos vivos. - ‘’Vaya, profesor, sí que es usted un verdadero pro. ¿Y cómo lo hicieron, les dejó algún tipo de transmisor?’‘. - ‘‘Lo hicimos a su manera, mediante un curioso método que me sorprendió y me hizo comprender el alcance de su potencial. Verás, los Lauaj-En’sod (así se conoce a su raza, pero los llamaremos Lauaj para abreviar) tienen un profundo entendimiento de las plantas, y llevan milenios trabajándolas y sacando provecho a sus propiedades, les gusta poblar sus ciudades de ellas y son una parte importante de su antigua cultura. Lo que hicieron fue entregarme una semilla para que la plantara en mi casa... ‘’Wat da fak’’, eh? Esa semilla viene de un fruto y tiene la peculiaridad de que van siempre en parejas de dos. Cada una de esas semillas está profundamente conectada con su ‘‘hermana’‘, y cuando caen al suelo y empiezan a desarrollarse en la tierra fértil, buscan la conexión con la otra a toda costa. Se comunican mediante algún tipo de señal, sus raíces se extienden con una fuerza y velocidad extraordinarias, y no se detienen hasta encontrarse. ‘‘Estás flipando’‘, le dije a Onebu’no en aquel entonces. No terminé de creérmelo hasta que lo ví con mis propios ojos. Ellos plantaron la suya en la plaza principal de la ciudad, y yo me fui con la mía a casa. La planté, y esperé. ‘’Ten paciencia, Sigmund. Sabrás que se han encontrado cuando florezca tu planta, sólo lo hacen si se encuentran.’‘ me dijo antes de irme. Llegué a pensar que igual no querían volver a verme la cara y me estaban haciendo la rula. Pero unos tres meses más tarde, sin previo aviso, floreció de golpe en cuestión de segundos y se puso a brillar. Qué paranoia. Poco después se fue apagando y quedó sin actividad, como una planta normal (eso sí, no se muere ni de coña .. probé a no regarla pero creo que se chupaba el agua de la otra)... Hasta hace 3 días cuando te llamé. La planta empezó a brillar y a zumbar como nunca, quedó así durante un buen rato. Si eso no es una señal de auxilio, que baje Akathos y me dé sus chanclas. - ‘‘Wow... qué puta locura’‘. - ‘‘Pues ya vés’‘ -.
Las horas siguientes las pasamos descendiendo poco a poco, la inclinación de la bajada se hacía más pronunciada. Tuvimos que hacer una serie de descensos peligrosos. Trepamos, nos deslizamos por roca lisa sobre la que pasaba una fina capa de agua. De vez en cuando aparecía alguna alimaña aqui y allá, algunos raros tipos de lagartos se escurrían por los huecos de la roca conforme el pasaje se hacía más abrupto. ‘’¡COññño..’’ espetaba Sigmund cada vez que le sorprendía uno pasando por su lado, levantando el camal por si le tocaba. Estos animales tenían los ojos extrañamente grandes, como si tuvieran que hacer tanto esfuerzo para ver que los ojos se les hinchaban. Como cuando estás en el váter y... -’‘¡LA HOSTIA, CADOGAN, SACA LA ESPADA! Pego un salto del susto y miro en frente. Un lagarto.. no, un cocodrilo... no. Un bicharraco de 3 metros de largo y aproximadamente uno y medio de alto, se alza ante nosotros. Ojos hinchados y enrojecidos como un yonky, dientes como navajas de robar un euro y una saliva pegajosa que cae de su boca. Ah y tiene alas, DOS PUTAS ALAS. - ‘‘¡Pro-profesor, UN DRAGÓN!’‘ digo mientras desenfundo la espada, que se me cae del acojone. Mientras la recojo me doy cuenta de lo ridícula que parece ante un puto dragón. El rugido que se venía oyendo de lejos, sutilmente, ahora está en Dolby digital surround Ex, calidad IMAX, y hace que se me baje el desayuno tan rápido como un gordo en las pistas blandas. - ‘‘No es un dragón, Cadogan, pero si nos engancha nos la va a sudar el nombre, te lo digo’‘ -. Sin darnos cuenta habíamos entrado en una zona del camino ligeramente más iluminada, y la anchura y la altura de la gruta eran mayores, y distintas. Pero no tenía tiempo para pensar en los detalles estéticos. El dragón se tira sobre Sigmund como la parca, le suelta un zarpazo y lo manda a volar. - ‘‘PROFESOR!’’ -. La piedra-linterna (la llamaremos así) cae al suelo y no veo al profesor. Corro a por ella con poca visibilidad, sabiendo que en cualquier momento puedo estar done. La cojo, la levanto, veo el bicho a 2 metros. Su mirada (y sus dientes) me dicen ‘‘MUERTE’‘. No hay otra palabra en mi mente, mi cuerpo emite señales de miedo como una puta antena de radio. Levanto la espada, me tiembla la mano (el parkinson is real bois). Se me lanza, se viene. Suelto la piedra y me agarro la muñeca con la mano izquierda instintivamente, en un intento de parar el tembleque. ZAS. Si nunca te han atropellado se siente así, ZAS y patrás. Me llevo semejante lambrío que cuando consigo comprender que estoy tirado boca arriba, me cuesta recordar qué coño hago aquí, y cuántos metros he hecho antes de aterrizar. Pero mi cuerpo recuerda. Casi escapando a mi voluntad se levanta.. Se oye un rugido agudo. Creo que tengo la mano rota, y pierdo sangre pero no sé de dónde. Me tiro medio mareado a por la piedra, que brilla a unos pasos de mí. La levanto --- el bicho aparece de nuevo ante mí, se me pasa el aturdimiento de golpe. Antes de darme el golpe final, se levanta sobre las patas traseras y abre la boca en un rugido ensordecedor de dolor y furia, alas extendidas, mi espada atravesada en su paladar, pero parece que se la pela. Se abalanza sobre mí. Siento un meneo antes de tiempo, un placaje y, como un monigote, salgo disparado y caigo a plomo sobre mi lado izquierdo. La escena es la siguiente: El profesor, tras empujarme, espadón en mano derecha y cogiendo la piedra al vuelo con la izquierda, gira sobre sí mismo y con una floritura ágil y precisa (digna de un puto pro) esquiva la dentellada y decapita al bicho limpiamente.
Mano en la cintura, levanta la espada y la enfunda como si acabara de terminar de barrer. ¡PLOM! el cuerpo cae al suelo con un estruendo. Me salpica entero de sangre. - ‘’¿Estás bien, Cadogan?’’ -. - Estoy vivo, creo. Profesor, sé que es usted el puto amo de la espada pero siempre me sorprende. Eso sí, tiene el antebrazo hecho mistos.’‘ -. - Lo sé -. Se gira mientras me habla y levanta la luz... - ‘‘PROFESOR DETRÁS’‘ -. En una escena digna de película de terror, aparece de entre la tiniebla la cabeza de otro de esos bichos de mierda, igual de loco, a dos palmos de la del profesor. Se gira. Un palmo. El bicho abre la boca; 0 palmos left. PLAF. La cara del profesor llena de sangre, pero no la suya sino la del bicho, que o sabe tirar lanzas por la boca o se lo acaban de follar por detrás. La punta de lanza, rozando la nariz del profesor, vuelve sobre sus pasos y desaparece. A penas le da tiempo al bicho a gritar cuando le ensartan varias lanzas por el torso y cae seco al suelo. Momento de incertidumbre, se oyen pasos al trote. Ahora qué. Siento como que ya me la pela todo. Se hace la luz, y se revelan las siluetas de unos diez hombres rodeándonos y apuntándonos con sus lanzas. Cubiertos con una especie de armaduras ligeras y poca ropa, nos miran y pegan cuatro gritos de los que no me entero de una mierda. Cómo definirlo... Si la mala hostia tuviera un idioma, sería ése. - ‘‘Profesor, yo no sé qué coño dicen. ¿Son estos sus amigos? Dígame que sí porque si no me cago en su puta planta.'’-. - ‘’Sí, Cadogan, pero creo que aún no han caído. Dicen que..’‘ - ‘’VENGAN CON NOSOTROS’’ -. dice el cabecilla de los lanceros terminando la frase a medio grito, en perfecto castellano (¿?¿?). - ‘‘Vamos, lo resolveremos sobre la marcha’‘ -. dice Sigmund con serenidad, entregando su espada a un soldado mientras otro recoge la mía de la cabeza sin cuerpo del bicharraco.
Empezamos a caminar escoltados (escoltados con lanzas en la nuca) por esta gente. Caminan firmes, y por las formas disciplinadas parecen claramente soldados o guerreros. Conforme avanzamos, la gruta se convierte poco a poco en un corredor amplio y la luz empieza a clarear, mostrando mejor el lugar en el que estamos.

Paredes de roca tallada y angular, con lo que parecen ser grabados o inscripciones en ellas. Una amplia sala se abre ante nosotros para dar paso a una especie de entrada bien definida. El agua del río subterráneo corre a ambos lados del paso, y conforme nos acercamos al umbral de piedra y me empieza a sudar la patilla, me pregunto si podré correr yo igual pero por mi vida. Puta planta loco.
Continuará
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SIR CADOGAN, VEGALOVANIA Y ‘’SIX PACKER KID EL RENEGADO’‘ (Parte 1: Viaje al interior de la Tierra) Año 1870 de nuestro señor, 3 de Septiembre, planeta Tierra. Sir Cadogan (21 años) y el profesor Sigmund (suerte si quieres calcular su edad) caminan acalorados por una recóndita ruta de montaña, rodeados de vegetación y roca madre. Qué pasa chavales. Hacía a penas 3 días que el profesor me había llamado a su mansión, más entusiasmado de lo normal. - ‘’Esta va a ser una gran aventura, Cadogan. Haz tu equipaje en una mochila, que sea lo más ligero posible, salimos mañana de viaje. Ah, y para ésta sí que te traes la espada’’ -. (una especie de espada ‘’gladius’’ que él me regaló, según él de la antigua Roma --probablemente de la herrería más cutre del pueblo-- pues me entrenó desde joven en las artes del combate aunque soy un poco hecho polvo peleando). Todavía no me había contado a dónde íbamos, pero aseguraba que una flor que guardaba en casa le había dado la señal de alerta y debíamos acudir al llamado (wtf¿?). No tengo ni idea de si eso tiene algún sentido pero la flor brillaba que te cagas, excusa suficiente para seguirle el rollo. Resumiendo: cogimos un tren en el pueblo, que nos dejó tras 9 horas de viaje en una zona campestre dejada de la mano de dios, únicamente poblada por 6 casas que constituían (supongo) una pequeña aldea a las faldas de una montaña. Desde allí comenzamos a meternos en zona salvaje y montaña adentro, donde acampamos la primera noche. Al día siguiente continuamos el viaje por caminos serpenteantes, arroyos, acantilados y desfiladeros. Trepamos, descendimos, sudamos, e hicimos la hoguera para pasar otra noche. De la misma forma había transcurrido el día de hoy, hasta que el profesor se detuvo en una zona de espesa vegetación. - ‘‘Es por aquí, ¡estamos llegando!’‘ -. - ‘’¿De verdad? ¿Está seguro? Gracias a Dios’‘ -. - ‘‘Gracias a mí, Cadogan, soy un pro’‘ -. - ‘‘¿Un qué?’‘ -. -’‘Es una expresión del siglo XXI, significa ser el que tiene mejor adn, creo’‘ -. -’‘Ah’‘-. Caminamos durante unos minutos, mientras el profesor ojea un viejo mapa cuyas líneas y dibujos juraría haber visto moverse más de una vez. - ‘‘Es aquí’’ -. Se para delante de una pared de roca cubierta de musgo y rodeada de plantas. Miro la pared. No veo nada impresionante. - ‘‘Qué quiere decir?’‘ -. - ‘‘Que hemos llegado, claro. Es aquí donde empieza lo mejor del viaje, en esta pared.’‘ -. - ‘‘Pero cómo va a ser aquí, hombre, aquí no hay nada..’’ -. le explico con un ligero tono de compasión y preocupación, pensando que quizá el calor y el cansancio han hecho que se le vaya la perola. ‘‘ - Sin mediar palabra y con una expresión de diversión, me levanta cogiéndome de la mochila con fuerza sobrehumana y me lanza contra la pared. No hay nada que hacer, me voy a partir la boca en 3, 2, 1--------------- PUM. Frescor. No me he partido la boca, el ‘’PUM’’ es porque he caído al suelo y el frescor porque hace fresco. Miro a mi alrededor y para mi sorpresa estoy en lo que parece ser una cueva bastante grande. Vegetación, agua... el Sol entra por la entrada de la cueva alimentando a las plantas, que según veo tienen agua de sobra ya que en el interior corre lo que parece ser un río subterráneo. Espera, ¿cómo que el Sol entra por la entrada de la cueva? ¿Entrada? Me giro y veo cómo el profesor se acerca tranquilamente, todavía sonriendo y divirtiéndose con mi cara de asombro. No consigo expresar todas las dudas que hay en mi mente formando un atasco. - ‘‘La pared es falsa, una ilusión. Desde fuera parece que hay roca maciza, pero realmente no hay nada. La ilusión sólo funciona en una dirección, desde dentro no es necesaria, ¿verdad?’‘ -. Me giro y echo un vistazo más de cerca. - ‘‘No deja de sorprenderme. ¿A dónde lleva esto, qué hacemos aquí?’‘ -. - ‘‘Ésto, amigo, es una entrada al mundo intraterreno. Camino directo a una de las ciudades internas, concretamente, llamada ‘’Mense’ Odot-arit.‘’ No sé lo que significa así que la llamo ‘’Mense’‘, y tira que va.’‘ -. - ‘‘Espera, ¿hay gente ahí abajo? ¿En ciudades?’‘ -. - ‘‘Claro, Cadogan. Te lo he dicho más de una vez, igual es que no te acuerdas’‘ -. - ‘‘No, sí que me acuerdo, pero creía que era púa’‘ -. - ‘‘Yo no meto púas Cadogan, pareces tonto. Vamos para adentro, tenemos un largo y sinuoso camino por delante’‘ -. dice el profesor mientras saca lo que parece un trozo de mineral o cristal desgastado de su mochila. - ‘’Todavía no me ha dicho por qué estamos aquí, profesor’’. - ‘’Te lo contaré en el camino, tenemos tiempo de sobra’’ -. Ya casi no puedo distinguir nada más allá de un metro. Me parece escuchar un rugido lejano, como un estremecimiento profundo y calmado... quizá es mi imaginación (pero al igual, sabes jaja). Se pone a frotar el pedrusco con las manos como si estuviera loco y, de repente, éste empieza a emitir una luz blanca y razonablemente potente. Vaya locura. Con una creciente tensión en el estómago y un presentimiento extraño, sigo a Sigmund camino abajo, pasando por al lado del río y adentrándome en la oscuridad. Continuará
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CAPÍTULO 1 - SIR CADOGAN Y EL PLANETA DE LOS SIMIOS (parte 2) Año 2028, fecha desconocida. Cadogan y Sigmund corren por sus vidas, perseguidos por una horda de grotescas criaturas. ‘’¡¡CORRE CADOGAN!!’‘ - El profesor y yo corremos calle abajo intentando huir del inesperado ataque, estoy flipando. - ‘’Profesor, ¿¿qué narices pasa aquí??’’ - ‘‘¡Da igual, corre al portal!’‘ -. Nos acercamos cada vez más al callejón por el que entramos. Echo un vistazo atrás, nos siguen de cerca. - ‘‘Ya casi llegamos, un poco más...’‘ - Pero de repente, alguien bloquea el camino por delante. A unos metros, dos grotescas figuras como de pesadilla se alzan amenazadoras. Se trata de dos (personas¿?) vestidas a cuerpo completo con un traje de cuero negro lleno de remaches y pinchos, y caras cubiertas por una máscara que únicamente revela los ojos y la boca. Una visión perturbadora, sin duda.. estos dos seres se encaran amenazadoramente, látigo de púas en mano. El primer latigazo de disuasión restalla contra el suelo con el sonido de un tiro. Miro al profesor, y ambos asentimos con mútuo entendimiento. - ‘‘Armamento no letal // cerbatana de la felicidad’‘ - dice el profesor hablándole al reloj que lleva en la muñeca izquierda. *Cuando vino del futuro trajo consigo ciertos artilugios, sin embargo no son muchos y no siempre son todo lo útiles que uno querría. Éste reloj nos permite materializar algunos de ellos, pero también es bastante limitado. (Sigmundpedia essentials)* El reloj emite un haz de luz que en cuestión de segundos proyecta una cerbatana de apariencia normal, como imprimiéndola en el aire. Sigmund se la lleva a la boca. ‘‘FUM, FUM’‘. Dos proyectiles salen disparados con un soplido, impactando en el pecho de cada uno de los atacantes. ‘‘JAJAJAJA’‘ - ríen ambos latigueros mientras se tuercen a carcajadas. ‘‘PIU, PA!’‘, (les damos una patada en la boca conforme pasamos por su lado), caen dientes al suelo pero siguen riéndose mellados, volviendo la escena más bizarra si cabe. Me percato de que llevan algo escrito, grabado en el traje... una especie logo con los colores del arcoiris, y unas letras que dicen ‘‘LGTBINC-FORCES’‘. De repente, a punto de girar hacia el callejón, la muchedumbre que había ido presenciando la escena y acercándose poco a poco, empieza a rodearnos como un enjambre. No hay escapatoria. Más enmascarados, más mujeres con barba, más gritos ensordecedores de ‘‘MACHISTES!’‘. - ‘‘Profesor, me dejé la espada, estamos fritos’‘ - ‘‘No hay espada que nos saque de esta, Cadogan, estamos fuera igual’‘ -. Hombres con la mirada muerta coreando lo que gritan les otres, mujeres sacándose los pechos y balbuceando cosas (alcanzo a oir algo como ‘‘libertad’‘ y ‘‘aborto si me da la gana hijo de puta’‘). Se acercan más y más, el repelús aumenta, la teta a medio palmo de la cara... ‘’BRUUUMM’‘ un bramido se alza sobre el barullo y, para nuestra sorpresa, el enjambre comienza a dividirse. Todos huyen despavoridos ante la llegada de un flamante jeep con diseño militar, que frena de sopetón ante nosotros. Dos figuras se ponen de pie dentro del jeep, y Sigmund y yo nos miramos atónitos. Uno de ellos semi-calvo, el pecho lobo casi al descubierto, gafas de sol y un libro que dice ‘’Las claves de la ingeniería social en la era moderna’‘. El otro enfundado en un disfraz blanco que cubre todo su cuerpo excepto el rostro, también con gafas de Sol, una mochila y una ametralladora. Los gritos empiezan a teñirse de pánico mientras la gente se aleja corriendo. ‘‘AHHH’’, ‘‘SOCORRO!’‘, ‘‘AVISEN A LAS FUERZAS DEL ORDEN, SON LOS TERRORISTAS!...’‘ Como un dramático capricho del destino, o del azar, (o de mis huevos), en ese preciso momento se refleja en la pantalla gigante la imagen de dos carteles de ‘‘se busca’‘. Dos nombres se muestran bajo las fotografías, que se corresponden con exactitud con los recién llegados... ‘‘GAFAPAL / HOMBRE BLANCO HETÉREO’‘. - ‘‘Vamos Gafapal, abre tu libro. Tenemos muchas mentes que desprogramar antes de la merienda’’ - Tras decir esto, el hombre de blanco pisa el acelerador a fondo y empieza a hacer trompos en el centro de la calle, mientras vacía los cargadores de su ametralladora en caóticas ráfagas circulares. Al mismo tiempo, el tal Gafapal se planta en el asiento, libro abierto en mano, y empieza a recitar - ‘‘CAPÍTULO CINCO, LA CONSPIRACIÓN DE LOS ALIMENTOS...’‘ -. No me da tiempo a escuchar mucho más mientras corremos entre casquillos de bala y sonidos de disparos, hacia el callejón por el que vinimos. - ‘‘¡Aquí es, Cadogan!’‘. El profesor localiza con el sensor de su reloj el rastro electromagnético que dejó el anterior portal, y nos ubicamos en el punto exacto. Pulsa el botón. Todo empieza a girar. PUM. Caigo de espaldas en el polvoriento suelo de madera. Medio mareado empiezo a palpar el entorno para asegurarme. Vale, estamos en casa. Nos sentamos en sendos sillones, recuperando el aliento y la cordura por un par de minutos. - ‘‘¿Qué coño fue eso, profesor?’‘ -. ‘’La boca, Cadogan, un caballero no habla de forma tan vulgar’‘ - ‘‘....’‘ - ‘‘Parece que llegamos a uno de los posibles futuros, en los que la cosa se fue de madre. - ‘‘Oh, eso sin duda. Pero de qué forma?’‘ - El profesor se toma unos segundos antes de responderme, tocándose la barba. - ‘‘Ya sabíamos que en los momentos más oscuros antes del último renacimiento, los neoliberalismos radicales y las ideologías de género alcanzaron niveles absurdos. Parece que hoy hemos experimentado lo que habría pasado si eso no hubiese llegado a su fin, una especie de realidad esperpéntica en la que el sentido común es el sinsentido común, hasta límites extremos.’‘ - ‘‘Vaya... increíble. Pero, ¿podría una línea de tiempo como esa volverse la principal, o sólo puede existir en los márgenes de la realidad, como un lejano experimento?’‘ -. ‘‘Bueno, si existe como posibilidad es porque técnicamente podría ser la línea temporal predominante, con el centro de gravedad necesario, generado por un inconsciente colectivo lo suficientemente fuerte. En otras palabras, si la inconsciencia hubiera superado por mucho, mucho, mucho a la conciencia, realidades extremamente absurdas como esa podrían volverse la predominante. - ‘‘Escalofriante idea... ¿Y por qué viajamos a semejante infierno?’‘. - ‘‘Mi idea era visitar la línea principal, la que desembocó en el futuro glorioso del que nosotros venimos, donde la cosa se puso muy fea pero no tanto. Allí habrías podido ver cómo se fraguaba todo, el ambiente de conflicto y caos, pero parece que el maldito aparato cada vez es más impreciso... Aunque igual es que es más listo de lo que pienso y ha preferido enseñárnoslo de una forma más impactante jeje.’‘ - ‘‘Entiendo...’‘ - ‘‘Bueno, Cadogan, si lo entiendes vete a tu puta casa. Digo, a tu casa.. Esta noche tengo asuntos que tratar’‘ - ‘‘¿No me diga que se va al burdel otra vez?’‘ - ‘‘¡Cómo te atreves, Cadogan... voy al pueblo a.. voy a visitar a mi amada, lady Marian, te lo he dicho muchas veces.’‘ - ‘‘Ah, ya... Bueno, me voy antes de que se haga de noche... también tengo que ir al pueblo. He quedado en la taberna para hablar de literatura con mis amigos’‘ - ‘‘¿En la taberna? Recuerda, Cadogan, el alcohol debilita la conciencia. No sucumbas a los bajos placeres y las miserias humanas.’‘ - ‘‘No si no voy a beber.’‘ - ‘’....’‘ - ‘‘Venga jeje saludos’‘. Continuará si no palmo. Próximo capítulo - Sir Cadogan, Vegalovania y ‘’Six Packer Kid el renegado’’.
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CAPÍTULO 1 - SIR CADOGAN Y EL PLANETA DE LOS SIMIOS (parte 1) Año 1872 de nuestro señor, 14 de abril, planeta Tierra. El joven Sir Cadogan visita a su maestro, el viejo Sigmund, en su mansión apartada del pueblo. Me dirijo a la mansión de mi maestro, el profesor Sigmund. El Sol brilla, los pájaros cantan y atravieso los árboles pensando que será un día tranquilo. Toco a la puerta de madera de roble descolorida (está abierta), entro y subo al piso de arriba, donde encuentro al viejo Sigmund atareado con algunos de sus trastos.
‘’Hola profesor’‘ - ‘‘Ah hola, Cadogan, ¡pasa, pasa!’’. Me pregunto qué mierda estará tramando. Un periódico manchado encima de la mesa informa sobre el inicio de la batalla en Cayo Redondo, Cuba, contra los invasores españoles. El mundo está loco... - ‘‘profesor, he traído la tarta que vimos en...’‘ - ‘‘Déjate de tartas, Cadogan, hoy tenemos que hacer un viaje’‘ - . Me mira con emoción, le miro con cara de susto, él mira hacia la chimenea, yo salgo por patas, él bloquea la puerta con su mando a distancia, yo estoy fuerísima.
Minutos después, el profesor pone en marcha el mecanismo de portal de salto espacio-temporal de su chimenea, y llena el aparato de combustible, cuya fórmula secreta no ha querido revelarme todavía (sospecho que es agua normal). Suena el ya familiar zumbido en el ambiente, el aire empieza a girar y arremolinarse como líquido en la entrada, y a los pocos segundos se condensa en una especie de plasma espeso. - ‘‘¿A dónde vamos hoy, profesor?’‘ - ‘‘Al año 2028′‘ -. Desde que llegamos del año 2042 (el profesor me trajo cuando era un bebé), me ha estado educando a base de experiencias chocantes. Una de ellas son los viajes en el tiempo y el espacio, a toda suerte de realidades, épocas y dimensiones.
- ‘’Tres, dos uno...’’ - saltamos. Silencio total. Noto por unos segundos como si estuviera dentro de un caleidoscopio, y de repente aparecemos en un callejón mugroso. -’‘Vamos’‘- dice el profesor. Camino medio mareado hacia lo que parece una calle principal abarrotada de gente. Una pantalla gigante en un edificio altísimo, está retransmitiendo unas noticias (sí, conozco esta tecnología). - ‘’...las revueltas y enfrentamientos entre los miembros del partido Femidemócrata y el partido LGTBINC.LUSIVE continúan...’‘-. - ‘‘Parece que aquí también hay conflictos, profesor, nada nuevo verdad? ‘‘- La gente empieza a mirarnos mal, parece que destacamos. Cuando miro a mi alrededor con más detenimiento empiezo a rayarme. Por la otra acera diviso a una mujer subida encima de un hombre a cuatro patas, como una mula, que va vestido de blanco y lleva un letrero que dice ‘‘AHIGE.ORG’‘. No es el único, hay varios a lo largo de la avenida. - ‘‘Profesor, ¿ha visto qué locura?’’ -
Inquietante. El profesor se dirige a una mujer - ‘’Perdone señora, podría decirme qué...’‘ - ‘‘¿QUÉ HACES HABLÁNDOME PAYASO?’‘ - qué coño?... - ‘’¡¡MACHISTA!!’‘ - PUM, tortón. Le vuelan las gafas y cae al suelo. - ‘‘Profesor se encuentra bien??’‘ - se pone las gafas torcidas - ‘‘¡Corre Cadogan, corre!’‘ dice Sigmund mientras se nos acercan corriendo dos mujeres con barba y un brazo más tocho que el mío (toca correr). Salimos cortando mientras la mujer ofendida da la alarma: ’’ATRAPAD A LOS MACHISTES!’’ Continuará
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