capitanmartins96-blog
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Bien hondo. En el punto exacto
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Otro niño parado sobre la tierra
Al niño estrella lo vas a encontrar siempre en alguna esquina de la vida invitandote a jugar, a soñar con él. A soñar con él un ser humano sabio, parado sobre el pasto verde, solo, intentando verse, encontrarse... el plan de todos los hombres antes de ser, de sentir.
Inconscientemente plantado en nuestros cerebros, está la raíz de un pensamiento; el ideal. La plantación de deseos en una persona, el color de ojos que anhelo me miren, tu cabello que deseo se filtre entre mis dedos, los deseos de correr y también de volar. El anhelo de estar, en el minuto exácto de la verdad.
A veces me encuentro con el niño estrella. Va iluminadísimo, estrelladísimo. Su Dicha es tanta que su tristeza anula los males del mundo, y en un dejo de piedad los hombres dejan de combatir para que en una esquina de la vida el niño estrella no deje caer una lágrima más.
El niño estrella está roto en muchas partes, y cuando lo encuentres y sus manos estén frías y en una mirada de honestidad te sepas siendo realidad, el niño estrella se estará mirando en el espejo, no sabiéndose solo nunca más.
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La Mente y el Tiempo
No pensar más. No pensar más. No pensar m á s.
No buscar más, ni tampoco buscarme. No buscarme más.
No verme más, no sentirme, no olerme, no intuirme, no acecharme, no perseguirme ni tenerme. No consolarme más.
No encontrarme más en los otros, no leerme, no acariciarme, no torturarme pensando en pasados lejanos ni cercanos. No pensar en 2012 ni en 2015. No pensar en mi pasado, no pensar en mis viejos, no pensar en mis abuelos, no pensarme en el futuro, no sustiturme en el presente, no verme en abreviaturas de diario, no verme en tus ojos, no encontrarte en los otros.
No burlarme de mi ni de otros, no crecer ni volverme ínfima más. No tildar, no hablar, no aborrecer ni aborrecerme, no reir, no buscar ni encontrar. No gruñir, no lastimarme más, no castigar, y ni siquiera comprender más.
No entenderme, no mirarme a través de nadie, no incluirme, no discriminarme más. No sentir tu piel en la mía, no entenderlos, no entenderte. No tocarme, no alabarme, no odiarme, no mutilarme con pensamientos, no golpearme, no verme en los espejos más. No observarme en cámaras, no fotografiarme más, ni que vos me veas como me hubiera gustado que me vean otros. No acosarme, ni fingirme, no menospreciarme ni desentenderme.
No escapar, más, no llorar en los bares, no querer hundirme más, no temblar, no gritar m á s.
No entender más, ni que me entiendan, no pensar más, no figurar más, no ser más. No estar.
- Esto es fragmento de una plana que me hubiera gustado llenar en la planilla perteneciente a la psicóloga del liceo en 2014 cuando me encontraba en Sexto Grado. - Así que aquí quedan más cosas por decir.
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Tengo que confesartelo: una noche me olvidé de vos.
No sé si fue tan brusco como lo transcribo, pero una noche el cielo alumbraba mi percepción, y la ciudad me entendía porque yo la llenaba, la poblaba y la hacía mejor, como ella a mi.
Una noche iba en el taxi con mis colegas y la luz de los balcones me completó, las calles parecían amigas y la gente daba bienvenidas. Esa noche me olvidé de tu cielo y de tu cuerpo, de la luz de tu ciudad y de tus almohadas.
El vacío de mi presente se colmaba de luz, de gente, de bienestar y Dicha, de fuego y de alma, y quizás un poco de carne, y mi anhelo se apagaba porque no me faltaba entender, porque podía sentirme e incluirme, reconciliarme.
Quizás es injusto, pero tu comprensión me aniquiló, porque no pudo estar, no pudo alcanzar el lugar más pequeño de mi sentir, ni ayudarme a levantar las migas de pan que quedaban en el piso.
Me extendió la mano esta ciudad y la reconocí nueva y más joven, porque me habia peleado con la idea de poseerla, de que me tuviera dentro suyo, de que encontraba firme o vulnerable, de no estar estando. Pero en esa noche me fundió en ella, y no pude escapar de la idea de comunión con las cosas, con mis cosas al fín y al cabo.
Te esfumaste, no apareciste a despertarme, a besarme y a viajarme, a recorrerme. No llegamos a tiempo, o quizás fue el momento indicado pero no comprendimos. No vamos a estar.
O sí?
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Cuentito
Hace dos horas me dolía de forma intensa la muela. Probaba bocado y se me partía de dolor, por que en una de esas ahora ando en salado tratamiento dental por el estado de mi dentadura que no es nada envidiable ni atractivo. Crucé hasta la farmacia que está a dos aptos de mi casa y le pedí un analgesico para aliviar el dolor al menos una hrs hasta que vaya al dentista de emergencia, con cautela y un poco de miedito a tener que tomar pastillas como Perifar y Noveminas, analgesicos que no me gustan en mi cuerpo porque ya tengo bien claro las sustancias que sí prefiero.
A todo eso se basó en los 40 pesos con los que fui como presupuesto, que claro, un analgesico sale 100 en adelante y es por blister. Me terminó dando una especie de novemina de los años 90 que tomaba la cuarentona que estaba atrás de mi cuando tenía 20 años, que se metió en mi compra y me comentó que su amigo el farmaceutico me iba a dar una pastilla que ni a un niño lo deja tarado.
Le dije "no me des nada que me dope y me deje pelotuda", a lo que me miró con una cara perspicaz y me dijo "nena, si te voy a vender algo que te dope te lo vendo más caro ;)"
*carita de drogón*
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