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No tuve la fuerza para quedarme ni el valor para irme.

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#54

- Hasta que un día ¿qué? ¿te raptó? ¿apareció frente a tu casa? ¿se aburrió de enviarte cartas sin respuesta?

- No, nada de eso. Un buen día llamó por teléfono. Era una llamada de muy larga distancia. Me dijo que había una convención de profesionales en mi país y que él venía con un amigo, pero que realmente venía para verme y hablar de algo serio conmigo.

- No puede ser. Muero de los nervios. ¿Qué le dijiste?

- ¡Le dije que no le creía! jajajaja, pero que de todos modos estaría aquí por si en serio venía. Y así fue. La semana siguiente estaba ahí. Cuando me llamó, yo estaba aún en mi oficina y me faltaban dos horas para salir. Él llegó en un carro rentado, junto con su amigo, y me preguntó si podíamos salir a dar un paeso y, de repente, tomar un café.

- Las estrategias no han cambiado, ¿verdad?

- No, hijo. Aunque le rechacé la invitación. Imagínate, ni siquiera lo conocían mis padres en persona. Así que tendría que ir con ellos primero. La prueba de fuego.

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#53

- ¡No lo puedo creer! ¡Pero tenías información de que seguramente había... aventuras... por allá!

- Algún mosco le picó, porque cambió radicalmente. Y persistió en ese cambio. Recuerda, yo nunca le pedí nada para demostrarme que me quería. Él hizo todo lo que debió haber hecho.Simplemente dejó todo a un lado y se dedicó a buscarme exclusivamente.

- ¡Increíble!

- Lo gracioso es que, a pesar de que me di cuenta de eso, me seguía haciendo “la de rogar” y seguía indiferente, sin contestarle sus cartas y mensajes. Hasta que, un buen día...

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#52

- Tu abuelo siguió enviando cartas, pero dejé de abrirlas. Yo sabía más o menos lo que dirían y esperaba que simplemente se aburriera y en algún momento dejaría de enviar sus cartas. Pero no lo hizo. No se rindió jamás.

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#51

- ¿Qué hiciste al recibir esa carta?

- Recuerdo bien que, aunque tu abuelo me había gustado mucho, yo aprendí a ser cautelosa en esos asuntos. Resulta que la hermana de una amiga mía vivía en el país donde tu abuelo estaba trabajando y pues le escribí para que me confirmase la información que tu abuelo me había dicho.

- ¡Qué intensa, abuela! Aunque tienes razón, en esos momentos y a esa distancia era mejor asegurarte de que todo estuviese en orden...

- A las dos semanas recibí una carta de la hermana de mi amiga. Tu abuelo sí era profesional y sí trabajaba en todo lo que me había dicho. Sin embargo, parecía tener alguna historia con la mayoría de chicas de su círculo social en algún momento. De más está decir que con eso mis peores miedos quedaban confirmados: siempre había tenido miedo de que todo fuese una broma.

- No me digas... ¿Cómo procediste con eso?

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#50

- Pero te escribió...

- Sí, lo hizo. Casi dos semanas después del viaje recibí su primera carta. Me decía que me recordaba con gran aprecio y estaba muy contento de haberme conocido. Me contaba algunas cosas suyas y acerca de su trabajo, y prometía volver a escribirme. Estaba emocionada, pero le respondí algo breve agradeciendo sus atenciones y demás. Las cartas siguieron llegando regularmente, con intervalos de una semana de diferencia.

- No puedo imaginar cómo era en aquel día... había teléfonos pero era un servicio demasiado caro y el correo postal tardaba mucho tiempo en llegar. Imagina ahora, en segundos puedes comunicarte con alguien que vive al otro lado del mundo.

- Los tiempos cambian, hijo. Aprendimos paciencia en aquel entonces. Es algo que ya no existe, casi nadie la tiene.

- Al igual que la determinación del abuelo

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#49

- Pero luego tuvieron que despedirse. Cuéntame, ¿qué hiciste?

- Cuando llegamos a la capital, tu abuelo se despidió de mí, no sin antes prometer que me enviaría una carta por correo. Para ese entonces él ya vivía aquí, en este país, aunque había nacido en otro lugar. Pero de joven vino a estudiar Ingeniería y estaba trabajando por su cuenta, según me dijo, como uno de los profesionales más reconocidos de ese entonces.

- ¿Cómo te sentías tú en ese momento, especialmente con la despedida?

- Debo admitir que tu abuelo me había impresionado y gustado mucho. Desde un principio fue valiente, directo y determinado en sus intenciones. Aunque ya sabes cómo soy, que soy reservada y que me gusta cuestionar todo y dudar de las personas hasta que se prueban a sí mismas. Así que, aunque me había gustado mucho, no dejé que nada en mí manifestara ese interés. Y, aunque prometió que escribiría una carta, no le creí.

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#48

- ¿En serio? ¡Qué tipo loco, no dudaba ni un segundo!

- Así como lo oyes, hijo. Me agarró por sorpresa, yo no sabía cómo reaccionar. Nunca antes alguien se había acercado tan decididamente hacia mí. Cuando logré reponerme, le respondí “Buenos días, caballero. Mi nombre es F____ y voy a la capital” “Permítame acompañarla entonces, me gustaría conocerla”

- Y ahí fue todo, ¿no?

- Te equivocas, hijo. Pasaron muchas cosas antes de casarnos. Recuerda que ni tu abuelo ni yo nacimos aquí, ambos venimos de países diferentes. Yo estaba en mi país, él estaba de visita ahí por un viaje de trabajo.

- Tienes razón. ¿Qué pasó luego, durante el viaje? ¿Subieron al autobús?

- Sí, subimos y nuevamente se sentó a mi lado y fuimos platicando todo el camino. Cuando llegamos a nuestro destino ya había preguntado y obtenido literalmente toda mi información. Creo que ya sabía hasta de qué voy a morir. Me preguntó acerca de mí, de mi trabajo, de mis estudios, de mi familia e intereses personales, de todo. ¡Con decirte, hijo, que me preguntó hasta la dirección de mi casa para enviarme correspondencia! Así era tu abuelo, hijo

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#47

- Excepto tu abuelo, hijo. Cuando se proponía algo, realmente luchaba hasta lograrlo. No he conocido una persona más tenaz en toda mi vida.

- Y ya sabemos qué se propuso cuando te vio a ti

- Para ser sincera, aunque sí tenía pretendientes y sé que era atractiva, cuando lo vi pensé “Es muy guapo, pero no creo que se fije en mí”. ¡Cuál sería mi sorpresa cuando, luego de haber comprado el boleto de autobús en la estación, volteó y se dirigió directamente hacia donde estaba yo sentada!

- ¿Qué pasó? ¿Qué hiciste tú?

- Yo nada, hijo, me hice la que no se daba cuenta, como desinteresada, y seguí leyendo mi libro. Ya sabes, la vieja confiable. Tu abuelo llegó al lado mío y se sentó sin siquiera preguntar si estaba ocupado el asiento o no. Volteó hacia mí y me dijo, extendiendo la mano para saludarme: “Buenos días, señorita. Mi nombre es N___. ¿Quién es usted y hacia dónde se dirige?”

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#46

- Estaba sentada en la sala de espera de la estación, leyendo un libro, cuando de repente entró un joven que hizo voltear todas las miradas hacia él - Recuerdo que el abuelo era alto, fornido y con una mirada intrigante, realmente tenía mucha presencia y un aire de autoridad y determinación - Y eso que lo conociste cuando ya era mayor, hijo. ¡No tienes idea, realmente, de cómo fue en su mejor tiempo! Si te contara... jajaja - Pero abuela, estoy seguro de que tú también tuviste muchos pretendientes, más aún esos ojos que tienes! - Ay, hijo! jajaja! Los años pasan y ahora soy sólo una sombra de lo que era, pero no lo niego, muchos trataron de conquistarme. Aunque la mayoría no me llamaba la atención y los que sí, nunca tuvieron la perseverancia necesa- - Excepto el abuelo

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#45

- Abuela, ¿Cómo conociste al abuelo? Tengo una idea, algo de un viaje y cartas que se enviaban... pero creo que nunca me has contado con detalles - Es cierto, hijo. Aunque desde que falleció, hace 10 años, no había recordado mucho nuestra historia. ¿Por qué quieres saber? - Tengo algo que contarte, pero primero déjame escucharte a ti. - De acuerdo. Siéntate, iré por un par de tazas de café. - ¿Cuántos años tenías? ¿Hace cuánto fue eso? - Ay, hijo... fue hace casi 70 años, yo tenía 25 - ¿Veinticinco? ¿Pero no se casaban más jóvenes en esa época? - Sí, yo ya tenía un empleo como profesional, pero me había quedado cuidando a mis padres que eran ya mayores... - ¿Cómo comenzó todo? - Un día iba de viaje hacia la capital y estaba en la estación de buses, sentada esperando la hora de abordaje...

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#44

- Mientras escribía la carta se fue la luz, luego la pluma no servía y tuve que cambiarla, luego la letra era muy grande y la rima no cabía en el espacio adecuado... fatal. - Pero quedó muy bonita. Me da gusto leer tu letra nuevamente. Prometo responder pronto.

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#43

05 de abril Querida ______ Aunque de manera simbólica, al menos por el momento, te envío una carta y una bolsa de tus dulces favoritos. Rima XVII Hoy la tierra y los cielos me sonríen hoy llega al fondo de mi alma el sol hoy la he visto... La he visto y me ha mirado ¡Hoy creo en Dios! - G.A. Bécquer

__________ Oye, ¡Te quiero!

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#42.5

Hasta que la peste nos separe

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#42

- Hace poco llegué a mi casa de dar clases. Necesito ir a comprar café y cenar algo. Y estudiar. Vamos - Vamos, yo te invito al café. ¡Gracias por estar!

Preparé un bowl de arroz chino con huevo y vegetales, café y libros para leer.

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#41

Seguíamos hablando por mensajes y por llamadas casi a diario. Era muy extraño, porque durante las llamadas (generalmente en la noche, cuando ya estábamos listos para dormir) sonaba segura, como si sólo pensara en mí todo el día. Con alguna frecuencia nos quedábamos dormidos mientras hablábamos por teléfono, sólo para despertar al día siguiente y seguir conversando.

Como si nada, como si todo.

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#40

Y es que para que algunas cosas sigan su curso normal es necesario soltar y dejarlas ir.