You're so ugly that you could be a modern art masterpiece
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No, boy, you’re not doing this 4 fun, u’ve always done this for suffer, bc u just deserve it and nothing else
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Cumplí mi sueño de cuando tenía 10 años, soy Batman. Solo en mi cueva a la espera de una señal que me de sentido.
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La baba de un vagabundo cae por el corredor de un vagón.
Él duerme tumbado ocupando tres asientos de la línea azul que va hacia O’Hare. Parece como si al vagabundo lo hubiesen noqueado en el último round por la pose en la que va, aunque su rostro traía la gracia de un placido sueño.
El chorro baja de un hilo desde la boca putrefacta para recorrer, a goteos, toda la distancia hasta el suelo y así sumarse al chorro de baba que ya se amolda a los repliegues de metal en el suelo.
Hace una rutina para mantener despiertos a todos los incomodados abordo, viajeros del atardecer que mendigaban por descanso. El suspenso es inevitable durante las paradas cuando el carro para bruscamente y la baba se mueve de adelante hacia atrás con fuerza, acompañado de un suspiro colectivo. Entran y salen los viajeros, la tarde continua.
Tomo una fotografía de góticos, muy blancos, jóvenes que cruzaban las piernas entre sí, en parejas. Parecen estar hablando de una película. Al revelar la foto, veo que una niña con la mirada fija al lente, me veía como si supiera mis más desafortunados anhelos (de juventud. De parar el tiempo, dentro de la foto).
…
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“… con el cuerpo torturado de los vientos de la pubertad”
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Mi necedad de escribir sobre los días muertos -comidos por la voraz e insaciable rutina, repetición, ordinariez, rutina, repetición… - no se me cumple. Me doy cuenta que todos los días qué hay (a pesar de las numerosas puestas de sol que iluminan siempre los mismos aburridos lugares) tienen sus propios matices dentro del terroríficamente irrepetible tiempo. Me parece qué hay magia en la memoria a pesar de no poder manipularla en el día a día.
Estos matices los encuentro en las expectativas a futuro; un Matías obsesionado por tocar una pieza en el teclado, la platica-resumen de mi día laboral a mi madre y la tensión qué hay en el reflejo de mi padre. Todo esto se lo debo al presente y al incógnito de no saber exactamente qué fue lo que fue el pasado y dónde quedó y el saber que no sabré para el futuro lo qué pasó con este presente.
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“Cuerpos,
hay que abolir el tiempo,
regresar a la esfera.
Sólo el círculo salva,
y no hay sino la urdimbre fanstamal
de los regresos y los viajes,
la huidas”.
Hoy no hay mucho que agregar puesto que el sueño apremia. Danzas y gestos, poesía y poemas, sólo aparecen lucido.
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Tengo el propósito de retomar mi diario -aunque retomar sería decirlo de manera optimista o cegada, puesto que realmente nunca le di seguimiento -, si bien lo hago expresamente para mi, la iniciativa viene de tomar un buen consejo. Es curioso lo que el amor -o en este caso, la idealización - me hace hacer, aún después de tanto tiempo. Me pregunto si eso es por mi deseo de ser querido. Hago trampa, si es por ser querido. O al menos aceptado.
El punto es que esto viene porque me propongo mejorarme, la verdad es que tengo muchas incomodidades en lo que a mi respecta cuando yo mismo me juzgo. Espero que esta práctica le de una mayor claridad, corrección y seguridad a los discursos con los que me explico el mundo. Recuerdo a Iliana, a Delia y ahora a Jannaí.
Otra vez soy yo haciendo trampa, diciendo “espero”, la verdad es que no puedo tener la certeza del resultado final que me dará esta práctica, sin embargo lo hago porque yo a mi mismo me doy la razón en que funcionará y tengo la confianza suficiente como para afirmar que no será en efecto de placebo, y aunque así lo fuera, seguiría funcionando.
Tiendo a irme mucho por las ramas, me gusta colgarme de un tema, un recuerdo o un sentir para dar mayor fuerza o matiz a mi discurso de pensamiento, me esforzaré en que al ponerlos por escrito no muera esta costumbre sino que más bien le de un mayor orden o razón de ser.
Gracias Jannaí, realmente espero de manera infantil que me tengas tanta estima como la que yo te tengo.
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Me gusta ir al dentista. Supongo que es extraño; podría afirmar que mucho de mi conocimiento del mundo, de mi educación humana, ha sido a través de las películas (y si tomáramos una semiótica del cine), queda claro que ir al dentista es signo de dolor o de un temor digno de cualquier slasher de serie B, pero a mi me gusta. Cuestionándomelo un poco, creo que es porque es ahí cuando más me doy cuenta que soy mente encarnada, que el cuerpo que sostiene mi todo (o al menos la mayoría, si tomamos en cuenta que la gente que conocemos es una extensión de nosotros mismos) requiere de un mantenimiento profesional con aparatos punzo cortantes, no es lo mismo cuando uno tiene fiebre o que tiene que ser operado, ahí uno solo piensa en que se siente dlv, pero no cuando vas al dentista; ahí solo te hacen un chequeo y (al menos yo) duro todo el resto del día sintiéndome la carne frágil que soy, inspeccionando mis dientes y encías, imaginando mi craneo sin ningún otro malestar y con tiempo suficiente para pensar en mi ser de una manera corriente. Para mi el día en que voy al dentista es un día importante per se, y (por lo mismo en que se podría considerar que nuestros allegados son parte de uno mismo) tiendo a pensar en que cuando un amigo va al dentista, es un día importante para esa persona, para que se pare enfrente de un espejo a intentar imaginar su craneo desde sus dientes.
Cuento esto porque mi hermano lleva un diario, no siempre escribe, solo cuando le pasan cosas “importantes” según sus palabras. Ayer él fue al dentista y lo vi escribiendo en su diario, le pregunté sobre si escribía acerca de su chequeo dental y nel, escribía de cómo antier todo baboso perdí un tren (no iba con el, el estaba bn a gusto en la casa) y ahí me di cuenta de lo mucho que creo significar para el. Me preocupa bastante que las cosas cambien en el futuro, cuando llegue a la adolescencia y eso, que cada vez lo veo más cerca, pero mientras tanto, le repito constantemente que diario se tiene que lavar bien los dientes.

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De las preguntas de Proust para el autoconocimiento, definitivamente está me es muy fácil de contestar; lo que más me desespera de mí mismo es mi inseguridad. Obviamente esta respuesta está muy ligada a las anteriores, mi definición del éxito es aquella donde hallo el reconocimiento y mi mayor miedo es la soledad por lo repelente que pueda ser mi forma de actuar o en todo caso, lo poco atractivo que me percibo.
Mi falta de seguridad me detona la respuesta de las otras dos preguntas y me propongo cambiar fundamentalmente esta respuesta para lograr el propósito de las otras dos, espero no me importe la acotación de los demás mientras sepa con certeza que hago lo correcto y en tanto que no, que sé que hago lo mejor con lo que puedo.
No debo tener miedo del reconocimiento de los otros pues al final de cuentas, como dice Radiohead, everyone around me has got the fear. Para lograr mi cometido debo de sentir miedo, pero un miedo que me impulse y no me reprima. No puedo saber cuál puede ser la cosa que más me desespere de mi mismo si logro cambiar esta (aunque dudo poderla cambiar, sino manejarla) pero sé que también deberé de mover mi desespero, por la inactividad de mis supuestos deberes.
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Mi mayor miedo es el miedo a la soledad. Ciegamente pensaba que mi mayor miedo era alguna enfermedad crónica, sin embargo, me sentiría muy bien moribundo con alguien en quien apoyar la cabeza diciéndome que todo saldrá bien, mi mayor miedo es la incomprensión de mi ser, el disgusto por estar conmigo.
Tengo miedo al abandono por parte de quienes quiero, incluso si no los quiero, el que me quieran me obliga a serles recíproco, producto de esta pesadilla de abandono.
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El éxito para mi es sentir el reconocimiento de la gente, sin importar el que yo reconozca a esa misma gente con algún mérito o virtud. Me siento deseoso de que vean en mi algo perfectible en ellos. Eso también puede significar que espero mejorar a quienes me rodean, poner la bara alta para superar y retarlos a que lo logren, sin embargo es un desliz contradictorio en mi, querer que no tengan manera de superarme, cosa que solo me genera más inseguridad cuando yo admiro a alguien o veo algo perfectible en mi.
Mi definición actual del éxito es el mismo deseo de reconocimiento, cosa imposible de lograr debido a los mismos estándares distintos de la gente. El éxito para mi es desear perfeccionar lo perfectible en mi mismo y no necesariamente en lo externo ni ajeno. Mi éxito sería la envidia y mi sed por no tener miedo a mostrar algún fallo.
Propongo cambiarlo mi definición de éxito por perfeccionar lo perfectible en mi sin buscar la admiración ajena, lograr ayudar a los demás a perfeccionar aquello que buscan mejorar y no tener miedo a cometer errores pues es el camino a aprender.
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01/01/21
Creo en los fantasmas.
Aquellos que penan las eternidades, nostálgicos de lo que pudo y no fue.
Esos fantasmas se suben en mi cabeza y me rodean los pensamientos con lamentos interminables sobre aquellas cosas que yo nunca pude, irrealidades que casi puedo sentir de lo tangible que lo pienso.
Hoy es mi cumpleaños, uno más sin obtener esos recuerdos memorables y alcoholizados, rodeados de euforia y amor como siempre me los han romantizado. Ya nisiquiera me molesta, solo lo apunto para no dejarlo pasar.
Sé que puedo hacer más cosas, dudo sobre mi potencial, sin embargo, sé que puedo más. Al menos es lo que mis planes a futuro me dictan, un futuro por el cual si estoy luchando, o del que al menos tengo la certeza que estoy en el lugar correcto para llevarlo acabo, eso la verdad, me da bastante paz.
Constantemente leo entrelíneas los regaños de mi padre, regaños que ya nisiquiera lo son pero que me pesan por el saber exacto lo que piensa, niño traumado que pena con una infancia llena de errores remarcados y me pesa también por saber que sabe que tengo la edad suficiente por ya no ser corregible. Ya veré que se puede hacer. Me doy ánimos a mi mismo para corregirlos, sé que se puede y como ya dije antes, estoy seguro de estar en el lugar correcto para enmendarlos.
He visto que los fantasmas se pueden ir, precisamente con lo que los viejos sabios se tardaron en explicarme. La cosa está en el hacer y no en lo agible, aunque claro, creo fervientemente que se tiene que dominar un balance entre los dos para no caerse. Espero verme muerto, para convertirme en un fantasma de lo que fui y que el nuevo yo al que espante sea al que sí pudo ser.
Me amo, aunque dudo, espero en los próximos escritos sea diferente.
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“Es preciso que sea más astuto y más prudente en la profundidad de mi corazón; debo ser como la serpiente que es llevada volando por el agila. Tal vez pido un imposible, pero ruego a mi orgullo que se acompañe siempre de mi prudencia, y si algún día mi prudencia se Hera a volar, que al menos pueda volar junto con mi locura “
Me miento constantemente, tengo que comenzar mi ocaso, transformar mi virtud en voluntad y destino.
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sinombre #1
... No mucho, sé que puedo mejorar, solo soy perezoso y me drogo cada que puedo. Sé que no está bien.
Hoy pasé tiempo con mi abuela y de momentos fue un fastidio, hablamos de su recuerdo en “Cancún... o fue Ixtapa...ya no me acuerdo” dice siempre. Le cambié la conversación para mostrarle fotos de mi preparatoria. Me da miedo convertirme a ella, eso es lo peor de todo, sé perfecto qué es lo que no quiero de ella... ni de mi padre, pero es exactamente lo que soy. Bueno, al menos no creo eso, pienso que soy más. Es intimidante la diferencia entre la complejidad que somos y la simpleza con la que nos manejamos.
“¿Qué clase de deidad crearía comida para gusanos tan compleja?”
Cada día me siento peor, tengo que parar de fumar y de drogarme, sé exactamente lo que tengo que hacer y no lo hago, mierda.Tengo que parar de insultar también, es útil tener conocimiento de cierto tipo de diversidad, pero también hay que ser propios. En fin, cada día me siento peor y tengo que parar.
Mañana tengo que levantarme bien temprano, haré lo que es debido, “trabajaré el doble!”.
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...
Más bien eres torpe y agresivo. Un caso perdido, diría yo.
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