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Llegue a una conclusión interesante. Es claro que en marzo de 2017, cuando escribí aquel descargue emocional, había anticipado muchas de las cosas que me iban a tocar vivir en los años siguientes.
Tres años son suficientes para cambiar a una persona. Suficientes para deconstruir cimientos viejos y construir nuevos. Suficientes para olvidar y perdonar. Para dejar ir... Suficientes para entender. Entender lo que ocurre a mi alrededor, y lo que ocurre dentro de mi. Entender, no solo lo que soy, sino lo que fui, y, por consiguiente, lo que ocurrió. La conclusión de estos tres años podría resumirse en entender lo que fui, lo que ocurrió, y a partir de ellos poder perdonarlo y dejarlo ir.
No, Agus, cuestionar las decisiones tomadas no fue una habilidad. Y no porque cuestionar las cosas sea malo. Tu inseguridad te llevo a dudar siempre de las acciones que tomabas, buscando el “pero” en cada situación. No es importante de donde se origino aquella inseguridad, pues al final, no ayuda mucho a modificarla. Y fue esa inseguridad quien manejo tus decisiones por tantos años. Paso que no se da con firmeza, hace que tropieces y te golpees. Y lo mejor que se puede hacer en esa situación, es aceptar el dolor del golpe, levantarse y seguir caminando, pues pronto el dolor cesará. Y no existe tropezón que te lleve a la linea de partida. Agus, tenias una perspectiva del tiempo donde existia un limite para el mismo, sin darte cuenta que no existe nada mas infinito. El tiempo no es propiedad de nadie. No es algo que se gane o pierda, o se le pueda poner un valor. Solo pasa. Pasa mientras vivimos el presente, y la mayoria de las veces no nos damos cuenta. ¿Por qué entonces deberia de preocuparnos su paso, si en lo cotidiano es habitual ignorarlo? Lo mejor que pudimos hacer fue entender esto; dejar de preocuparnos por el tiempo y comenzar a ocuparnos de lo que ocurre mientras el tiempo transcurre.
Al entender esto, se descubre que uno dejo la linea de partida ya muy lejos. Se descubre que cada cambio deja una enseñanza. Cada paso en la vida es un avance y no un retroceso. Y si bien los pasos firmes nos fortalecen, los tropiezos también lo hacen. Agus, pronto logramos entendernos a nosotros mismos, y en consecuencia, logramos amarnos como somos. Y en esta reconciliación y aceptación, pudimos observar que aquellos que parecían felices en su camino también tropezaban. Tal vez lo que nos ocurría era mas normal de lo que nos parecía. Tal vez los demás tenían preocupaciones similares, las cuales debían encarar a su manera. Tal vez, solo tal vez, todos somos muy parecidos. Cuando uno logra empatizar con si mismo, le es mas fácil empatizar con los otros. Agus, ¿te imaginas si todos pudiésemos empatizar al menos un poco con todos? Quizás solo con entendernos podríamos comenzar a amarnos mas.
El mundo es maravilloso, Agus. Las cosas realmente valiosas estan ocurriendo ahora mismo. Ya es momento de soltar un poco las preocupaciones y comenzar a disfrutar de lo que sucede a tu alrededor; que para ocuparse de aquello, ya va a haber tiempo.
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Mi Sol
Intento abrir los ojos, quebrando mis cristales de sueño. Y suspiro al bostezar, recordando las ilusiones que soñé mientras dormía. Paredes de oscuro pino, suelo de fresno sólido. Y en las ventanas cristalinas, la contraluz del contorno que dibuja mi paisaje preferido, aquel que comparto contigo. Sin pensarlo dos veces, casi como una reacción poco peculiar, me asomo al balcon para apreciar otra vez aquella vista que siempre logra inspirarme. Abro las puertas del cuarto, como si abriera mi alma, y dejo entrar esa brisa fresca que lo purifica todo cada mañana. Me acerco entonces al borde del abismo, sin arriesgar, sin temerle a la caida, ya que allí es donde se aprecia la mejor perspectiva de las cosas. Y en silencio, espero tu llegada, ansiando que poco a poco te acerques a mí para decorar nuestro mundo. Allí veo con lagrimas en mis ojos a la musa mas bella, con su vestido anaranjado que siempre luce en el amanecer. Se asoma lentamente detras de la cordillera, como si de un niño escondido se tratase, y con su pincel de luz comienza a colorear todo lo que la ausente noche habia oscurecido. Me acaricia con sus dedos calidos, recordandome a la madre que acobija a su hijo, y me hace sentir agradecido por poseer aquello que envidian las rocas; aquello llamado vida. Ya habiendo dibujado una sonrisa en mi rostro, dejo que termine en paz su cuadro mágico, y me siento en el suelo de fresno, esperando aun tu llegada con ansias. Y allí te veo con lagrimas en mis ojos. Mi musa mas bella, vistiendo tu camisón anaranjado que tanto luces a la mañana. Te acercas a mí lentamente y, casi como una reacción poco peculiar, te tomo de la mano, y acaricio tus mejillas con mis dedos calidos, mientras dibujo una sonrisa en tu rostro con mis pinceles de luz. Intento cerrar los ojos, y te decoro con un beso, como si tocara tu alma con mis labios, cual artista al contemplar su obra maestra. Y suspiro al recordar lo afortunado que soy al tener aquello que envidian las rocas; aquello mágico que sos vos.
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Hola
Comencemos diciendo que no suelo dedicar palabras a casi nadie. Y vos sos de las mas frecuentes. Quizas debido a que todas las noches mi cabeza se dedica a tener conversaciones imaginarias con vos. Conversaciones en las que de esa forma u otra, acabo confesandote que aun me gustas. Si no queres creer que esto va dedicado a vos, y eso te hace sentir mas liviana, esta bien por mi. Quiero que nos dediquemos un dia para poder vernos a los ojos. No te estoy pidiendo toda una vida, pues quizas eso solo pueda asustarte. Un dia para reirnos, caminar o estar sentados, comer, dormir juntos, mirar peliculas, jugar. Lo que sea, mientras sea a tu lado. Poder hacer realidad esas fantasias que aun radican en mi mente y se manifiestan a las horas mas profundas de la noche. Una vez me dijiste que nunca iba a encontrar a alguien que me amara mas que vos. Quisiera hacerte una devolucion retorciendo un poco tus palabras: creo que nunca voy a encontrar a alguien de quien me pueda enamorar como lo hice con vos. Suena sencillo con esas palabras, pese a que el significado es mucho mas profundo. Llegaste a mi vida y me tiraste abajo todo lo que habia hecho. Pese a tener unas bases de personalidad ya armadas, llegaste para romper mis esquemas, para enseñarme cosas nuevas sobre el mundo. Sorprendentemente nadie jamas pudo hacer eso. Pero vos siempre fuiste esa excepcion en mi vida. Ahora con el pasar de los dias, te siento cada vez mas lejos, a pesar de que te quiero cerca. Hasta el dia de hoy sigo lamentando el dia en que pague tu boleto de ida hacia fuera de mi vida con acciones. Y desde ese dia que nunca dejo de pensar en vos. Aunque para ser sincero, desde que te conoci que no hay dia que no piense en vos. La verdad es que aprendo de los errores. Me gusta aprender dia a dia para ser mejor persona, y sobre todo si es junto y para vos. A veces analizo el pasado y siento que la falta de comunicacion nos iba condenando poco a poco a un quiebre seguro. Y creo que es un hecho que las cosas si podrian haber funcionado. Pero como remarque antes, sigo aprendiendo. No soy perfecto. Tropiezo una buena cantidad de veces, pero aun asi intento seguir caminando hacia adelante, pese a que la caida me lastime, duela, y pierda parte de mi en la herida que cause. Y creo que vos tambien lo haces. Y de eso trata nuestras vidas: hacer, equivocarse, aprender y repetir el ciclo hasta que todo salga bien. Pese a que el presente sea acogedor, sigo refugiandome en recuerdos del pasado, bajo la pregunta de: "¿Que hubiera pasado si...?". Seguro no sabes, pero volviste a encender algo en mi. Cuando veo un mensaje tuyo, mi corazon se altera por un milisegundo. Muchas emociones intentan trabajar juntas. Miedo, ansias, nervios, alegria, entre muchas otras. Es como un pequeño golpe al pecho. Tampoco debes saber que cada vez que veo una nuva foto tuya, no puedo evitar apreciarla de punta a punta, observado tus ojos profundos, tus labios tan perfectos y tu pelo brillante. Al final solo terminas gustandome mas de lo que ya hacias. Apuesto a que no sabes que cuando encuentro un contenido nuevo en internet, lo primero que me pregunto es si te gustaria. Si es asi, te lo paso para queo disfrutes de la misma manera que lo hice yo, aunque la mayoria de las veces no tenga respuesta de tu parte y piense que solo me ignoraste. Probablemente quieras reprocharme esto cuando lo leas. Yo solo vengo a sincerarme. Volviste de manera tan inesperada que le diste celos a la soledad. Cuando comenzaba a dejar de dolerme el error. Cuando mi vida seguia, pese a que sabia que con vos esta seria mas bella. Llegaste e iluminaste de nuevo la sombra donde me refugiaba. Y tu calor tan familiar volvio a dibujar una sonrisa en mi rostro. Parecia que nunca te habias apagado, o que alguien mas habia encendido tu llama desde que yo la apague aquel dia. Pese a que ahora no estas conmigo, me siento feliz de que seas feliz, a pesar de que deseo con ansias que fuera conmigo. No soy la misma persona que ayer. No soy el mismo que el dia en que nuestros caminos se separaron. Mi camino estuvo vacio, pero de aquel vacio reflexivo rescate muchos valores. Y asi es. Solo te pido un dia mas para que estemos juntos. No un futuro ya armado (aun), sino un dia. Un dia que se repita infinitas veces como en un bucle, para que pueda vivir esta etapa de mi vida con vos para siempre. Un dia en el que nos veamos a los ojos, y, mientras te agarro de los hombros, te digo que me gustas mucho. Te doy un beso. Vos me das otro. Y te abrazo muy fuerte, para que con tu llama vuelvas a encender mi Sol.
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La vida se divide en etapas. Y una etapa termina, dando comienzo a la siguiente, cuando te cortas el pelo. Adios pasado.
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¿Y si no despertara?
Aun a horas tan remotas, mi mente sigue justificando su titulo de maquina reflexiva. A veces llego a detestar el paso de la vida. Paso todo el dia viviendo cosas, independientemente si son buenas o malas. ¿Cual es la mejor parte? La mejor parte es la noche, cuando al cerebro se le ocurre la maravillosa idea de procesar toda la informacion que recopiló durante el día. La gente pretende que durmamos 8 horas en promedio para llevar una vida saludable. Jamas vamos a tener en cuenta el tiempo particular que le dedica cada uno a purgar la informacion para poder dormir en paz, o simplemente hasta caer dormido. En mi caso, hace muchas noches que le dedico unas 2 horas. Pero, ¿qué ocurriria si un dia nos durmieramos y... no despertasemos nunca mas? Si dejo volar mi imaginacion, surgen en mi mente miles de consecuencias. Imaginenlo. Te vas a dormir, y de la nada despertas en un "paraiso". Un plano celestial donde van a parar las almas que lograron desprenderse de su pesado cuerpo. Un angel se acerca a vos y te dice que habias muerto, pero que no hay una razon especifica. Simplemente tu corazon sin fuerzas dejo de latir. Todo lo que hiciste, lo que produciste, queda atras. Tu ropa, tus titulos o licenciaturas, tus videojuegos, ese iphone lindo que te compro papa, queda atras, junto a tu cuerpo palido y de flacida carne. Todos tus amigos, tu familia, conocidos, la chica que te gusta, ya te dan por desaparecido sin vuelta atras. Algunos entrarian en desesperacion y querrian volver, pese a haber deseado haberse ido o no. Otros estarian agradecidos, o al menos lo aceptarian, pese que ellos no lo eligieron. Otros, como yo, estarian 2 horas reflexionando hasta entender que mierda pasa ahi. Pero al fin y al cabo, te fuiste para no regresar. Otro caso que imagino es este. Luego de procesar toda la informacion, finalmente cerras los ojos del cansancio y te dormis. Luego despertas en tu habitacion, sintiendote mas ligero, mas calido y mas pacifico. Paz que te dura 10 segundos hasta que descubris que algo esta fuera de los parametros normales. Levantas ambos brazos y te ves. Estas mas palido, casi transparente. En ese momento te levantas de golpe de tu cama y comenzas a preguntarte porque tu piel tiene ese aspecto. Pero observas algo mas impactante. Estas separado de tu cuerpo. Tu cuerpo esta inmovil. No sentis calor proveniente de el, y tus labios estan algo morados (oh genial, has muerto de nuevo). O quizas no, quizas algunos no crean que murieron hasta entenderlo tiempo despues. Te levantas de tu cama, y observas la cama de tu hermanito, el durmiendo tan pacificamente como si todo fuera a ser normal al dia siguiente. Vas a la habitacion de tus padres, y los ves. Estan felices juntos. Durmiendo, descanzando para afrontar otro dia de trabajdo duro, exactamente igual a los otros, probablemente deseosos de que ocurra algo nuevo para hacer la vida mas interesante. Eureka, hiciste su vida mas interesante. Pero vas por mas. Decidis salir a la calle. Recorres el paisaje nocturno. Nadie puede verte, tocarte. No existis para las personas que podes observar. Imagina que visitas a tus seres queridos de tu antigua vida. Los ves dormir. Todos a la vez compartiendo algo en comun. Propio que nos hace humanos. Punto de vulnerabilidad. Ahi entendemos que todos somos iguales. Dormimos en una cama, tapado con sabanas para sentir calor. ¿Que tan diferentes somos? Me pregunto yo. Pero finalmente llega el dia, y los primeros en descubrirlo son tus padres. Ellos gritan desesperados. Lloran y bajo nervios buscan ayuda. Ningun padre reaccionaria con indiferencia frente a la muerte de un hijo. ¿Realmente nos odian nuestros padres como nosotros creemos? ¿Todas esas peleas eternas reflejan solo un desprecio hacia el hijo? No seamos tontos. Todos tenemos un corazon que late por seres queridos del presente y el pasado. Bueno, excepto vos que estas muerto. Pronto entienden que no hay vuelta atras y dedican sus pocas energias a llorar y avisar a los demas del noticion. En alguno de los casos, podrias estar observandolos mientras todo esto ocurre. Imagina ver a tus padres llamando a tus familiares, informando que partiste de su mundo. Imagina ver como tu primer amigo se entera, y comienza la cadena que le avisara a todos que ya no estas con ellos. ¿Imaginas poder saber como reaccionaria la que te gusta si estuvieras muerto? Por favor, el que dice que no se pregunto algo asi jamas miente. Imagina ver a tus tios, abuelos y primos, reunidos en la mesa familiar, liberando lagrimas, haciendose compania. Todo, quizas, mientras vos los observas desde un rincon, queriendo decir algo, pero en vano por que ya no te escuchan. Todo aquello que alguna vez quisiste decir ya no va a ser posible. Imagina un funeral. Tantas personas en las que confiaste y tantas en las que no. Todad reunidas en un solo lugar, con el motivo de despedirse de vos. Algunas arrepintiendose de no haberte dicho ciertas cosas, de haber salido a ciertos lados con vos, o simplemente de no haberte dicho "te quiero". Todos tus amigos y los conocidos que te valoraban al menos un poco, contemplando tu cuerpo frio. Esa amiga que la jodias porque lloraba en las peliculas, ahora llora oceanos por vos. Te preguntas que tan malo hubiera sido llorar cuando podias mientras estabas vivo, mientras que tambien te planteas porque no confiaste mas en esa amiga. Tu mejor amigo, el que parecia tan firme y fuerte, esta en un rincon intentando no explotar mientras ve al resto llorar. Quizas no aguanta mas y termina por caer en la cascada de llanto. Pronto termina, y ves a todos junto a vos por ultima vez en sus vidas. La tuya no porque ya no tenes. Quisiera terminar esta reflexion retomando una pregunta anterior: ¿Que tan diferentes somos? Al fin y al cabo, todos vivimos el dia a dia y llegamos a nuestra cama con mucho en que pensar. A mas de uno alguna vez se nos escapo una lagrima pensando en lo malo que vivimos. Hasta nos podemos llegar a plantear si seguir viviendo o no. Que tan distinta seria la vida de todos si yo muriera, como por ejemplo. ¿No? Despues de eso, poder ir a dormir en paz es un regalo que la vida nos entrega. Un descanzo absoluto al fin. Para luego levantarnos y comenzar otro dia como las personas unicas que somos. ¿Que pasaria si todos durmieramos juntos en una habitacion, y se nos ocurriera hablar de estas cosas con total sinceridad? Estoy seguro que descubrimos que en el fondo, todos somos igual de sensibles frente al mundo que nos rodea. Cambio y fuera.
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La oportunidad
Nathan estaba tenso. Su cuerpo lo estaba hace más tiempo del que él quería aceptar. Se sentía inconforme con algo. Simplemente no podía con ese algo. Ni tampoco sabía cómo expresar su incomodidad. El solía ser un chico completamente extrovertido. No temía enfrentar gente nueva ni abandonar amigos viejos. Era un chico poco común. Sin embargo, muy dentro de él, se encontraba el chico tímido que había intentado ocultar por 10 años. Había decidido guardar esa parte vulnerable de su personalidad, puesto que nada bueno había salido de ello. Le resultaba difícil actuar cuando esa parte de él surgía del inconsciente y tomaba el control de sus acciones. Con el pasar de los años había conseguido encarcelar la timidez en lo más profundo de su mente. Nadie podía suprimirlo. Nadie podía quitarle esa seguridad que lo caracterizaba. Nadie tenía la llave de la jaula de la introversión. Nadie… excepto ella.
Al igual que todos los días de semana, exceptuando los domingos, a las 14:30, él se encontraba sentado en la parada del colectivo. Los asientos se encontraban en un estado deplorable. Ciertos días tenía la mala suerte de sentarse sobre el chicle que alguien dejaba apropósito. Sin embargo el intentaba verlo de forma positiva, contradiciendo, afirmando que era de buena suerte. En sí, la parada en si no se encontraba en buen estado. Las columnas estaban despintadas, dejando lugares metálicos libres para la oxidación, lo cual confundía. Él ya había olvidado de qué color era originalmente. El techo, oxidado y agujereado, dejaba pasar rayos de luz e iluminaba sectores de las baldosas de piedra color beige. Nathan se colocó los auriculares. El veía a la música como un puente que lo alejaba de la realidad. Siempre que sentía que se ahogaba en la rutina, la música era su vía fácil de escape. Es por eso que había decidido estudiar música en una academia profesional. La guitarra era el instrumento preferido de Nathan. No tocaba desde niño, de hecho todo lo opuesto. Tocaba hace tan solo un año, y desde el momento que saco su primer canción, supo que había encontrado su vocación. Asistía a clases de lunes a sábados, todas las mañanas. Y como era costumbre, tenía una hora de viaje de regreso a su hogar.
Acto seguido, saco un libro de un bolsillo de su morral, y comenzó a leerlo. Leer era otra de sus aficiones, otro de sus puentes. A diferencia de la música, Nathan acostumbraba a leer ya desde muy chico. Su madre lo había guiado en dicha dirección, para que no acabara como los otros chicos de su época: pegado a un aparato electrónico. El siempre agradeció eso a su madre. Lograba extraer la belleza de cualquier libro. Admiraba a los escritores por su forma de describir los momentos, sorprender con vueltas de tuercas, y sobre todo, por las enseñanzas que dejaban aquellas historias. Leer era un banco de vocabulario, del cual él se nutría. Luego de cada libro, su panorama cambiaba. Veía las cosas de formas completamente nuevas y únicas. Su amor por la lectura era simplemente asombroso.
El colectivo tardaba en llegar, lo cual ponía a Nathan nervioso. Vacilaba entre querer que llegue esa hora y que no. Pensar en eso lo desconcentraba de su libro. “Esta vez sí lo voy a hacer” se dijo a sí mismo. Un subidón de seguridad envolvió su cuerpo. Sintió como un calor tomaba poder de sus brazos. Aun así eso no impedía que tuviera miedo. En menos de 10 segundos su mente se llenó de dudas, apartando esa seguridad que tenía y metiéndola en lo más recóndito de su cabeza. “¿Y si me ignora? ¿Qué voy a hacer? ¿Quiero realmente hablarle?”. Su respiración comenzó a acelerarse. No podía evitar imaginar la peor situación. Hacerlo le causaba dolor en el corazón, pero estaba todo fuera de su control. Su pierna derecha comenzó a agitarse. Era un tic que tenía, causado por los nervios, y a veces por la ansiedad. Su cuerpo estaba comenzando a caer en una cadena de acciones descontrolada, que si no eran disminuidas en poco tiempo, acabarían en un ataque de nervios.
De repente, Nathan se detuvo. Puso su mente en blanco, y comenzó a convencerse que pasara lo que pasara, su vida seguiría, y que se dedicaría totalmente a la música, que era aquello que lo hacía más feliz. Eso, además de ella.
Miro su reloj. 14:45. Era la hora. Su colectivo debería pasar en ese horario, según estaba preestablecido. Y así fue. A dos cuadras, de la esquina se asomaba su colectivo, el que lo llevaría a su casa. Lo vio como un escape, para evitarlo todo e intentarlo otro día. Estaba casi convencido de que debía irse e intentarlo luego. ¿Pero cuando volvería a hacerlo? Después de todo, ella pasaba por ahí solo los martes y jueves. Nathan se sentía tan inseguro de sí mismo en ese momento que lo incomoda. La única solución posible para su mente era escapar de ahí.
El colectivo arribo la parada. Toda la gente comenzó a subir, uno por uno, de forma ordenada y pacífica. No muchas personas acostumbran a tomarse el 198 línea A. Este se alejaba mucho del centro de la ciudad, y terminaba en un barrio suburbano, donde los terrenos eran grandes y las casas chicas; donde no mucha gente solía vivir. Sin embargo Nathan vivía en esa zona, y era la envidia de sus amigos ya que siempre que viajaba, podía hacerlo cómodamente y sentado. Guardo su libro, y camino hacia la fila de personas para subir. Él se encontraba último, y la fila avanzaba rápido. Otra vez las dudas atacaban su cabeza. No tenía una idea clara y fija sobre qué hacer. Sus pensamientos revoloteaban dentro de su cabeza, como una habitación pequeña pero llena de mariposas, volando sin cesar y en ninguna dirección. Toda esa situación le daba bronca. Apretaba los dientes con fuerza, y cerraba los puños con mucha tensión. Sus manos estaban rojas de tanta presión que recibían. Y entonces llego su momento de subir. Con su mano derecha agarro el barandal del colectivo y apoyo el pie izquierdo sobre el primer escalón de la puerta. En ese momento dejo escapar un suspiro lento. Y comenzó a reír en voz baja, casi inaudible. Acto seguido, regreso a su asiento de la parada, y dejo ir el colectivo.
Habían pasado 10 minutos, y ya había llegado el momento de hacerlo. Su respiración comenzó a acelerarse de nuevo, aunque logro calmarlo rápido. No iba a dejar que el miedo se apoderara de él otra vez. No es ese momento. Miro a la derecha, luego a la izquierda, y nuevamente a la derecha. Y ahí la vio. Hermosa como siempre lo había sido. Cabello castaño claro y algo despeinado, pero bello para su gusto. Ojos verdes profundos, en los que él se había perdido siempre con cada mirada. Una sonrisa preciosa y contagiosa. Era una chica perfecta para él. Sin embargo al cruzar miradas, esa sonrisa de borro de su rostro, cambiándola por una mueca de tristeza y decepción. Eso volvió a acelerar el corazón de Nathan. Sentía que todo comenzaría a derrumbarse, pero aun así se mantuvo firme a su objetivo. Él la volvió a mirar a los ojos, pero ella corrió la mirada en un movimiento seco. Nathan estaba más nervioso que nunca. Su cabeza volvió a ser bombardeada por pensamientos negativos, y eso solo lo hacía sentir aun peor.
A la vuelta de esa misma esquina, apareció el colectivo que ella solía tomar a las 15:00. Se acercaba muy rápido, y cuando Nathan quiso darse cuenta, este ya se encontraba en la parada, y la fila se movía, velozmente también. En un golpe de optimismo, él se levantó de su asiento y se acercó a ella. Era el momento de hacerlo. No quería perder ni un segundo más. Debía intentarlo, una vez más. Se acercó a cierta distancia, y con una voz temblorosa dejo escapar sus palabras:
- Julie… Hola…
Ella lo ignoro. Su mueca demostraba aún más tristeza que antes. Y sin emitir una palabra, subió al colectivo.
Nathan miro desde abajo, a la ventana, cómo la chica que tanto había amado, y aun amaba, se iba otra vez. Miro el colectivo por más de 20 segundos mientras se alejaba por la avenida. Luego regreso a su asiento. Esta vez no estaba nervioso, pero si deprimido. Sentado, apoyo los codos sobre sus piernas, y con sus manos se agarró la cabeza, con los dedos entre su pelo enrulado. Quiso llorar, pero por alguna razón, ni en ese momento ni antes había podido llorar cada vez que algo malo sucedía. Forzó sus ojos hasta que comenzaron a dolerle. Podía sentir como el dolor le hundía en el costado. El solo quería llorar, gritar, y liberar toda esa presión que hinchaba su corazón, aunque por más deseo que hubiera, no le salía hacerlo. Había llorado tanto en el pasado que sus lágrimas se agotaron, y sus ojos se habían vuelto de piedra.
Comenzó a recordar todo aquel dolor que le había causado en el pasado a ella. Todos los errores que había cometido por confusión y orgullo. Se sentía como un traidor. Y sentía que en esta situación, estaba pagando el precio de sus acciones. Su próximo colectivo pasaría a las 15:45.
Saco su libro, se colocó sus auriculares, y volvió a atravesar ese puente que lo desconectaba de la realidad.
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Temblor
“La fecha de hoy es 4 de diciembre, año 2036. Ya… ya es difícil realizar esto. No me había imaginado desde un principio que llegaría tan lejos con esto. Aun no sé cómo no he caído en la locura, jaja. Trato de no pensar en esto, aunque ya se haya apoderado de mi vida. La casa es un desastre. Faltan alimentos y agua. La parte buena es que el gas y la luz aún siguen funcionando. Solo espero que tampoco los corten. Encendimos velas, pero no es suficiente. Nos vimos obligadas a usar los crayones de Analúz como velas también.”
Se me caían las lágrimas. Era deprimente ver la situación por la que estábamos pasando.
“Ya hace casi un año que papa se ha ido de casa, junto con Mayden. Pero no sé nada de ellos hace ya 7 meses. Mama intenta mantenerse fuerte, pero es evidente que ni ella misma lo soporta. Por las noches puedo oírla llorar en voz baja, lamentando aquellas peleas de pareja que fueron previas a esa fecha. Entonces decido acercarme a su habitación, junto a Analúz, y dormimos juntas para sentir algo de calor y afecto. Recuerdo que la abuela siempre decía que un abrazo podía detener el tiempo, en el momento en el que el calor tierno compensa el frio por el que pasa el corazón. Fue difícil que mama consiguiera trabajo, pero un conocido había ofrecido un puesto en su taller textil clandestino. Sin embargo hace semanas que el taller cerro, y en este momento es imposible… Upa, me fui por las ramas. La próxima semana vuelvo con más detalles. Los extraño, espero su regreso…”
Por un instante vi la oportunidad, y logre recomponerme y recuperar la serenidad. Hacía más de 2 meses que venía grabando estas cosas, y poco a poco era cada vez más difícil que llorara frente a esto. Sabía que debía ser fuerte. Por mi madre y por Analúz.
Mi padre nos había dicho que lo hacía por su familia, y con esa excusa arrastro también a mi hermano. Él es de origen canadiense, al igual que toda su familia. Sin embargo siempre fue de disfrutar más los climas cálidos y las playas de arena blanca y fina, antes que el frio nival de su pueblo natal allí en el norte. Ese fue su motivo para mudarse a Adelaida con nuestra madre. Dulce, dulce ironía.
“…Ah, la temperatura de hoy es de -5 grados. Fin de la bitácora.”
A comienzos de septiembre, el calor comenzó a desaparecer de forma gradual. La temperatura comenzó a caer y pronto notamos nubes oscuras en el cielo. Creíamos que alguna corriente de viento antártica había comenzado a soplar hacia esta dirección, lo que traería tormentas y un descenso en la temperatura… o al menos eso es lo que nos afirmaron los medios. En ese momento, ya no se podía ni confiar en ellos. El frio era apocalíptico, si me permiten llamarlo así.
Decidí guardar la grabadora de mi padre en un cajón cerca de la ventana que daba al patio delantero. Intente, pero no pude evitar llevar mi mirada al paisaje urbano que se contemplaba. Quedaba atónita cada vez que observaba las calles vacías. El césped fue muriendo lentamente, y la tierra había sido cubierta por una capa de ceniza leve. No sabía cómo explicárselo a Analúz, así que me limitaba a decirle que era nieve gris, para que no tuviera que afrontar la realidad. A veces me pedía que saliéramos a jugar con la “nieve” juntas, pero debía decirle que no. Era una niña de 5 años. ¿Acaso podría una chica de su edad entender tal situación? Por otro lado, el cielo estaba completamente cubierto por nubes, lo que impedía que la luz del Sol y su calor llegara a la superficie. Todo estaba muy mal.
Los canales de noticias solían dar advertencias para salir al exterior. Las recomendaciones siempre eran las mismas: utilicen barbijo para salir; no tener piel expuesta al ambiente, es decir, salir bien abrigados inclusive hasta la cara; los días de lluvia no salir por ningún motivo; permanecer en un ambiente cerrado la mayor parte del tiempo posible, etc. Por seguridad hacíamos caso a cada una de las precauciones, pero nadie se había preguntado aun que le estaba pasando al clima.
De pronto comencé a oír un silbido leve. Las cortinas volteaban, simulando esos momentos cuando éramos pequeños, en los que mi padre, Mayden y yo jugábamos a las escondidas. Yo siempre me escondía detrás de aquella cortina celeste, adornada con pequeñas lentejuelas, y una mancha oscura que recordaba a aquella vez que mi hermano había volcado el yogurt en ella. Ahora lo único que decoraba aquella sucia tela era hollín. Los marcos de la ventana temblaban, marcos de madera oscura con un baño de barniz. Recuerdo que mama nos había castigado porque habíamos rayado la madera con un cuchillo del abuelo, para escribir nuestros nombres y así “ser inmortales”. Qué inocentes éramos. Mi padre, por otro lado, solo nos regañó por quitarle a escondidas el cuchillo. Al parecer, el cuchillo poseía un valor muy grande para él. El tiempo lo había cubierto de óxido. Al recordarlo con mis 17 años, me preocupaba más la idea de que nos pudiésemos cortar y contraer Tétanos.
Volví a acercarme a la ventana. El viento soplaba con más fuerza que de costumbre. Parecía casi artificial. La ventisca levantaba la ceniza depositada en el techo del auto de mi madre, estacionado en la vereda. Una sensación recorrió mi espina dorsal de cabeza a cadera, seguida por un escalofrío, pero lo ignore. Supuse que había sido por una brisa que soplo por mi espalda baja. “Pero, ¿qué fue esa brisa? Se supone que todo debería estar cerrado. ¿Acaso Analúz abrió una ventana sin avisar?” pensé, y me dirigí al lugar de donde provenía esa corriente de aire. Subí las escaleras y entre en la habitación de nuestros padres. Allí estaba la pequeña, intentando treparse a la ventana para poder observar la ventisca. Había arrastrado una silla de madera del escritorio de mi habitación hacia allí. Aun así la altura le daba para poder abrir la ventana por si misma. “¿Qué intentas hacer, brujita? Es peligroso abrir la ventana con este clima, y más si sopla viento fuerte como este”. Para mí, ella era mi brujita. No era fan de los peines, por lo que siempre iba por la vida con el pelo hecho un nido de aves. Aun así era una de las nenas más bellas que había visto en mis 17 años de vida (y no lo digo porque sea la hermanita de ESTA belleza). Procedí a cerrar la ventana, y alcé a la pequeña en mis brazos. Era una nena flaquita y liviana. Quizás debido a que esos últimos meses no habíamos podido comer mucho. Ella no podía dejar de reír, igual que todas las veces que la retábamos por algo. “Ya te lo dije mil veces. No deberías jugar con…” En ese momento callé por algo.
De repente el piso comenzó a temblar. Como si una manada de elefantes estuviera corriendo en la cocina. No, no era eso. Era algo indescriptible. Algo que jamás había sentido en mi vida. La cama comenzó a moverse hacia nosotras. Los muebles estaban comenzando a caerse uno por uno. Pude contemplar casi en cámara lenta cómo una de las fotos familiares caía al suelo y se rompía en varios pedazos. No podía creer lo que estaba sucediendo. Escuche el grito de mi madre: “¡Hijas, no se asusten! ¡Ya voy hacia ustedes!” ¿Acaso era real? ¿Un terremoto de tal magnitud acá en Australia? Entonces reaccione. Corrí hacia la cama con Analúz en mis brazos, y nos tape con almohadones y cualquier cosa que pudiera cubrirnos. En ese momento gire mi cabeza hacia la derecha, escuchando los pasos erráticos de mi madre, quien nos buscaba por toda la casa. “¡Estamos arriba, mama!”. Pero mi llamado fue cubierto por los ruidos de los muebles cayendo. Y la tierra temblaba. Era como si algo estuviera golpeando el suelo desde el interior de la Tierra. ¿Qué tan natural podría ser algo así? Mi mente aun no lograba procesar lo que estaba ocurriendo.
Los pasos de mi madre comenzaron a hacerse más y más fuerte. Sentía que se estaba acercando. Del techo caía polvo sobre mi cara, la cual no me dejaba ver con claridad. En lo único que pensaba era en abrazar fuerte a Analúz para que nada malo le sucediera. Era instintivo. Entonces fue cuando la vi subir por las escaleras, a través de la puerta de la habitación. Ella se detuvo por un momento, y miro hacia arriba. La madera del techo comenzó a resquebrajarse, y luego a caer. En cuestión de segundos, toda la casa se vino abajo.
Mi mente quedo en blanco por un momento. Tarde entre 15 y 25 segundos en recuperar la razón. Mi vista estaba completamente nublada, en parte por el polvo. Sin embargo poco a poco lograba recuperar la visión. El escenario era completamente trágico. La casa donde había crecido, donde mis se habían formado mis mejores recuerdos, había sido reducida a grandes escombros. Entre los pedazos de ladrillo se asomaban estacas de madera. Curiosamente, una de las estacas había atravesado el colchón donde estábamos, pero no había lastimado a nadie. El frio del ambiente era tan abrazador que hasta quemaba la piel. Debí agradecerle a mi madre por habernos obligado a ponernos muchos abrigos, a pesar de estar dentro de la casa con la calefacción. En ese momento pensé en mi madre, y en Analúz. Ninguna de las dos había emitido palabra alguna.
Dirigí la mirada hacia los brazos. Tenía cortes pequeños, y algunos moretones, pero nada que sea grave. Entre ellos se encontraba el cuerpo de Analúz. En su frente había una herida de tamaño considerable, tal vez causada por una teja del techo, que la había dejado inconsciente. Temí lo peor. No quería soportar la idea de que mi hermanita muriera en mis brazos. Pero entonces fue cuando vi salir humo de su boca. Vapor. Era vapor de la exhalación. Por un instante agradecí al frio por haberme traído algo de calma a mi mente tan desequilibrada. Aun así grite por ayuda. Grite con todas mis fuerzas, con la esperanza de que mi madre me oyera. Sin embargo no obtuve respuesta.
Recosté a Analúz en el colchón sucio, y con mis pocas fuerzas intente pararme. Fue ahí cuando comprendí la gravedad de la situación. Nuestro hogar no había sido el único en derrumbarse. Muchas casas habían caído, y desde lejos podía ver a las personas intentado desplazarse, quitándose escombros de encima, o arrastrando cuerpos fuera de las casas. El cielo oscuro no ayudaba. Aún seguía tan nublado como siempre, o quizás un poco más. De pronto tropecé y caí sobre el colchón. La tierra seguía temblando, aunque de forma más leve. Decidí no pararme hasta que cesara el temblor. Tenía miedo de volver a caer y aterrizar sobre alguna madera puntiaguda. No pensaba arriesgar nada en un momento como ese.
Pasaron 2 minutos para que el suelo dejara de agitarse. Fue tiempo suficiente para limpiar la herida de Analúz con algo de saliva y un pedazo de sabana. Quizás no medite mucho mis acciones, ¿pero quién lo haría luego de que tu casa fue destruida por un terremoto? Intente pararme de nuevo, esta vez más con más fuerza. Mi único objetivo era encontrar a mi madre, que en todo ese tiempo no había dicho ni una sola palabra. “¿También se habrá desmayado?”, pensé. Empecé a girar sobre mi misma, buscándola. Entonces la vi, inmóvil, y comencé a caminar hacia ella. Entre más me acercaba a ella, más se aceleraba mi corazón. Entonces la vi cara a cara. Mis ojos se llenaron de lágrimas, y hasta llegue a sentir nauseas. Jamás le desearía esa situación a nadie. El dolor que invadió mi corazón se sentía como mil agujas que lo atravesaban sin piedad. Allí estaba mi madre. Su cuerpo desplomado entre las maderas, como si se tratara de un muñeco, con una madera que atravesaba su cuello. Murió con los ojos abiertos, y la mirada perdida en el cielo, cubierto aun por densas nubes de ceniza. Su buzo de lana había sido teñido con sangre, dándole un tono carmesí brillante. En ese instante pude sentir como todas mis fuerzas desaparecían, y volví a caer al suelo. Esta vez un resto de la pared realizo un pequeño corte en mi pierna, de la cual comenzó a brotar sangre. Pero a pesar de todo no podía procesar el dolor. De un momento para otro, todo se había reducido a… nada. Definitivamente esto no podía ser peor.
Aun se escuchaban los gritos de los vecinos, pidiendo por ayuda. Quise gritar, pero ya no tenía fuerza ni siquiera para eso. Pero de la nada deje escapar una tos. Una tos fuerte. Había olvidado que durante varios minutos había estado respirando ceniza volcánica. Desde siempre nos han dicho que la exposición a la inhalación de ceniza podría provocar una intoxicación. Comencé a ahogarme. Respirar se me hacia una tarea muy dura. Decidí entonces que ese sería el fin. Me recosté sobre los escombros y relaje todos mis músculos. Mi tos comenzó a aliviarse poco a poco. De cierta manera empezaba a sentirme mejor. Mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente. Sentía como si fuera a dormirme, lo cual me traía paz a la mente. Paz que anhelaba desde hace más de 2 meses. Comencé a recordar los momentos que más felicidad me daban. Finalmente, mis ojos se cerraron, y mi mente quedo en blanco.
Quizás fue la adrenalina, pero un subidón de energía invadió mi cuerpo. No, no pensaba rendirme en este momento. Debía actuar, y rápido.
Me levante, esta vez casi sin esfuerzo. Logre hallar el mueble donde había guardado la grabadora, y camine hacia él. Abrí el cajón y la agarre. Recordé que también había 3 barbijos y las llaves del auto dentro de él. Me puse uno de los barbijos, y fui hacia donde estaba Analúz para ponerle otro. En mi mente, solo repetía la misma frase: “Esto no va a acabar así”. Estaba completamente determinada. La levante sobre mis hombros, como si se tratara de un saco de papas, y camine hacia el auto lo más rápido que pude.
Abrí la puerta trasera del auto, y la recosté sobre el asiento. Luego me dirigí hacia el asiento del conductor y cerré todas las puertas. Después de tanto agobio, fue un regalo poder respirar aire puro. Sin embargo decidí no quitarme la mascarilla. “¿Qué debo hacer ahora?” pensé. No lo tenía muy en claro, pero sí sabía algo, y era que estando sentada allí no iba a lograr nada. Empecé a recordar las clases de manejo clandestinas que me había dado mi padre a los 12 años. Al fin me serian útiles. Prendí el motor del auto, limpie el parabrisas, y sin pensarlo un segundo más, me concentre en conducir para alejarme de allí.
“Adiós, mama. Prometo cuidar bien de nuestra brujita”. Y luego apagué la grabadora.
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Frío y humedad
Frío y calor. Era lo que resonaba en lo mas profundo de mi mente. Los sonidos del ambiente habían conseguido aturdir mis oídos, de manera que solo encontraba paz oyendo mis pensamientos. Frío y calor. Ahora sed. Si, sed, y también hambre. Comencé a preguntarme cuando fue la ultima vez que me había preocupado por que iba a cenar en la noche. Mi boca se secaba con el pasar de los segundos. Recordaba aquellas noches de primavera donde al regresar de la fabrica, mi única preocupación era que haría de cenar mi bella esposa. Esa mujer de ojos púrpura, cabello castaño y de manos suaves; la amaba con todo mi corazón. Atravesar la entrada, ese camino de rosas que decoraba nuestra pequeña casa, y llegar al pórtico, donde el aroma de la cena se mezclaba con el de las rosas. El cálido abrazo de mi hijo, el beso de mi mujer, era todo una bienvenida. “Cómo me gustaría poder saborear una milanesa de pollo en este momento” pensé. No podía evitar extrañar. Mi estomago rugía a la par de los temblores que sacudían la tierra, fría y húmeda.
Se veía borroso, pero podía ver el movimiento de los vehículos desplazándose hacia ese lugar. ¿Que mas haría yo? Intente levantarme, en vano. No sentía mis piernas. Hasta dudaba de que estuvieran en su lugar. El viento corría entre mi chaleco, bajo mi camiseta, solo para empeorar la situación. La tierra y la nieve se metía entre mis mangas. Rasguñaba las piedras, buscando aquella chapa metálica que colgaba de mi cuello. Creí que ese seria el final, y como ultimo acto solo deseaba poder ver la chapa de mi padre. Aquella chapa que le habían dado por su servicio en la guerra. El había prometido que aquella guerra seria la que acabaría con todas las guerras (esta vez de verdad). Que el enemigo jamas volvería a atacar, puesto que ya no tenia la capacidad de derrotar a las fuerzas nacionales. Y recordé aquel día. Aquel frió 22 de julio del 2017. Hacia 3 semanas que esperaba su regreso. Y mientras jugaba con mis muñecos y aviones de plástico, lo vi entrar. Jamas podre olvidar ese momento. Sentí caer una lagrima por mi ojo izquierdo. Creí que no era momento de recordar viejas épocas.
De pronto sentí una presión extraña en mi cadera, como un tira y afloja. Un dolor agudo atravesó mi torso y no pude evitar dejar escapar un grito. Alguien estaba arrastrándome hacia el lugar del cual venia. Escuche voces, pero no distinguía que decían. Eran como una charla entre dos infantes que aun no dominan bien el idioma, e inventan palabras sin sentido alguno para nosotros. Pude distinguir como una voz grave gritaba “¡Rápido, rápido, rápido!”, pero no fue mas que eso. Sentí rabia por no poder entender una simple conversación. La nieve entraba en mi boca debido a que mi cara estaba siendo arrastrada por la tierra, fría y húmeda. Por momentos me ahogaba y tosía brutalmente, debido a los espasmos en mis tan enfermos bronquios. “¿Donde esta mi casco?” mi pregunte a mi mismo. Quizás no era el momento para preguntarme eso, pero aun así era la única idea que corría por mi conciencia.
El suelo tembló. Esta vez mas fuerte que otras veces. Mi cuerpo se sacudió y golpee la cabeza contra la tierra, fría y húmeda. Sin embargo la presión en mi cadera había desaparecido, y admito que sentí cierto alivio por ello. Un denso ruido similar a un chirrido rebotaba en mis tímpanos. Comencé a preguntarme si en algún momento encontraría paz en este plano tan caótico. ¡Atchus! Disculpen, estornude. Pero no es casualidad que en ese momento también había estornudado. La exposición al frió continua había arruinado mis fosas nasales, por lo que no tenia mas alternativa que respirar por la boca (eso explica porque tragaba tanta nieve). De repente sentí golpes en el suelo. Mi cuerpo estaba tan débil que mis sentidos se habían agudizado, lo cual presentaba una ventaja dentro de tantas desventajas. Había una persona detrás mio, intentando decirme algo. Algo que lamentablemente no logre comprender, pero sin embargo la voz me resultaba familiar.
Cesaron los pasos. Entre todo el ruido logre distinguir silencio. Algo no estaba bien. Una sensación extraña corrió por mi espina dorsal. una sensación que aparecía siempre que iba a ocurrir algo malo. Así fue. Ocho explosiones, tres penetraciones. Un dolor indescriptible se apodero de mi cuerpo, como si todos los dolores que hubiera sentido en mi larga vida se hubieran unido para atacarme todos juntos. Un calor extraño atravesaba mi tórax, y sentía como mi garganta iba a explotar. Tosí otra vez. Esta vez con sangre, en mucha cantidad. Irónicamente mi boca había vuelto a humedecerse, cosa que la nieve no había logrado hacer por algún motivo. Mi respiración comenzó a agitarse. Mi cuerpo luchaba por su vida, pero mi mente se mantenía serena. Desde un principio supuse que esto podía ocurrir. Así es la guerra, Lo único que nos une a todos en ella es la muerte. Ya no podía esperar mas nada de ella, realmente todo valía en este campo. Sin embargo mi ultima esperanza era que no ocurriera solo una cosa.
Y ocurrió...
Alguien cayo a mi lado. Su cabeza aterrizo fuertemente en una piedra que parecía haber sido puesta a propósito en esa porción el suelo. Su cabeza, empapada en sangre. Sus ojos brillaban con la luz del alba. De ellos, emanaban lagrimas que al mezclarse con la sangre adquirían un brillo similar al de los rubíes. Su pecho había sido penetrado por las cinco balas restantes. Y fue en ese momento que quise estallar en llanto, pese a no tener las fuerzas para hacerlo. Entonces hablo: “Papa, lo siento. Papa, no lo logré, falle”.
Mi vista empezó a tornarse aun mas borrosa. Mis ojos se cerraban. Ya no sentía tanto dolor. Deje de preocuparme por respirar. La ultima pizca de fuerza que me quedaba había cesado. De pronto vi todo negro. El ruido de la guerra había sido reemplazado por un silencio pacifico. El dolor acabo, para dar lugar a nada. Lo único que aun podía sentir, era la tierra, ya no tan fría, pero ahora mas húmeda.
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A veces creo que estoy estable en una dirección hacia una meta, cuando de repente comienzo a cuestionarme que es lo que hago. Es una de mis mejores/peores habilidades. ¿Por que no naci conformista? Ojo, no malinterpretemos. Estos cambios lo unico que hacen es retrodecer 3 pasos por cada uno que doy. Al final me encuentro en la linea de partida de nuevo, con lagrimas en los ojos, un temblor en el hombro derecho, y exhalasiones con las que podrian perforar el hormigon. Todos a mi alrededor parecen muy felices con sus vidas, con sus metas, mientras yo llevo mil vidas intentado siquiera conocerme un poco. Aun mas cuesta definir lo que quiero. Soy mas que una formacion academica. Soy música. Soy idiomas. Soy familia. Soy libertad. ¿Por que crei que podria sacrificar todo lo que soy por una formación profesional? Me sigue sorprendiendo lo idiota que llego a ser. Pero mi madre afirma que no esta bueno conformarse; ironicamente lo aprendio de mi. No podria encontrar mejor consejera que ella. Pero al final, ¿estoy perdiendo el tiempo? Si y no. Dicen las masas que probar cosas es ganar experiencia, y no refleja ninguna perdida. Sin embargo como ya dije, la perdida es lo mas preciado, que ni el mejor sueldo de la mejor carrera puede recuperar: tiempo. Tiempo que para mi es valioso. Entre mas tiempo se va, menos me queda, mas siento que debo comenzar a ser independiente y tener mi casa, mi sueldo, mis cosas, etc. ¿Creen que es mi culpa? Prendan sus teles, miren los diarios, escuchen la radio, internet, LO QUE SEA. Vivimos en un mundo donde los alimentos, el techo, la educacion, la sanidad, entre todas, esta valorizada en dinero. Comer me sale dinero. Vivir en una casa me sale grandes cantidades de dinero. Educar a mis hijos sale dinero tambien. Honestamente no puedo pretender que no tengo que pensar en eso nunca, Me preocupa el futuro como a muchos otros. Mi problema es no poder disfrutar el presente a causa de esa ansiedad que me domina el alma dia a dia. Ya no quiero escribir mas.
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Me falta la de la casa de Santi. La borre por accidente y no la encuentro en ninguna parte. Sin embargo estas 3 son mis fotos favoritas. Ya habiendo pasando un mes las cosas mejoraron animicamente para mi y no lo niego. Lo que tampoco puedo negar es que te extraño aun como si hubiera sido la primera vez que nos dejamos de hablar por una peleita. Madure mucho este ultimo tiempo, descubri cosas de mi que no me gustan, cosas que no sabia que yo mismo seria capaz de hacer, y trabaje para mejorarlas. Algunas siguen en proceso. Sin embargo el eco del estallido de aquel dia que hablamos del tema por ultima vez aun me resuena en los oidos y a veces me devuelve a esa epoca cuando tenia 5 años y lloraba siempre que podia y lo queria. Creci a nivel personal, pero decreci a nivel social con una perdida tan grande como lo eras vos para mi. ¿Por que no te supe valorar mas? Creo que fue un momento de angustia en el que sentia que no me valorabas vos, que me cego por mucho tiempo, para luego darme cuenta que me volvia a equivocar de manera drastica. Aun asi eso no justifica mis acciones. Tampoco busco justificarlas. Fui un idiota y punto. Pero al menos soy de los idiotas que aprenden y tratan de mejorar. Me valoro en ese aspecto. De a poco ya no me pongo tan mal cuando pienso en vos, y al contrario, te recuerdo con una sonrisa. Me pregunto si vos haces lo mismo cuando me recordas, o si solo te causo mas penas. A veces tambien sueño con vos: que hablamos, pregunto por tu familia, como anda tu mama con sus peliculas, como anda tu papa con el negocio de las motos (si, motos, mis sueños aun tienen esa pizca de raro jajajajaja); sueño que voy a tu casa, y hasta soñe que te abrazaba en la cama mientras vos estabas enojada conmigo, pero aun asi yo no queria soltarte. Me pregunto si vos soñas conmigo tambien, o si no existo en esas fantasias. A veces algunos amigos me preguntan sobre este tema, y yo les contesto ultimamente lo mismo de siempre: que estoy bien, pero que mi unico temor que aun me deja intranquilo es que alguna vez olvides lo que fuimos, porque yo jamas te voy al olvidar. Fuiste la mejor persona que conoci en mi vida. Fui muy arrogante, porque te pedia mas de lo que vos me dabas, y cada vez que me dabas mas, aun pedia mas. Deberia haberme preocupado en lo que yo te daba y ya. Y quizas tenes razon, nunca voy a encontrar a alguien como vos. Eras todo lo que yo podia necesitar, y como dije antes, pedi mas. Debi preocuparme solo por ser yo. Y ahora busco cambiar ese yo. Me enfoco en lo que doy, cuido mi actitud con mis amigos, y derivado de eso, ahora cuido tambien de mi. No cedo ante tentaciones, me reservo un poco mas, y elijo a quienes cuento mi vida y a quienes no, cosa que antes no hacia porque era un pajero basico. Senti que madure demasiado en ese aspecto y de alguna forma creo que te lo debo a vos. Aun estando tan lejos de vos, puedo sentir tu presencia en los dias de lluvia, recordando siempre que me avisabas cuando se acercaba un trueno para que nos preparemos. Puedo sentir tambien tu risa en mi cabeza cuando veo algo gracioso como vines. Escucho tu voz cuando escucho algunas de tus canciones preferidas, y a veces hasta imagino que las cantas vos. Me pregunto si tambien te pasa eso, o si esa parte de tu memoria donde residia yo ahora esta vacia. Desearia poder contarte todo lo que hice este mes, porque si pasaron cosas buenas tambien, y desearia poder escucharte a vos contarme de tu dia, tal como haciamos antes. Aunque mi mayor deseo siempre va a ser que hagamos de cuenta que el conflicto nunca paso y poder seguir juntos, pero eso es casi imposible, y no voy a decir imposible porque nada es imposible. Me voy a morir de ganas de decirte que extraño, que te voy a echar de menos que te todo esto que acabo de escribir, Flor, amiga, socia, mejor amiga, hermana, mi chica especial.
No me importan la mala redaccion o las palabras repetidas. Quise probar que tan lejos llegan mis palabras.
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Te agradezco muchisimo por las cajitas negro ajjajaajjajajaja te adoro muchisimo
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