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La bodega no perdona: entre el ahorro y un aperitivo

Por: Paloma del Rosario Cerrón Bellido

El costo de la vida sube en cifras pequeñas, pero pesa en decisiones diarias.

Les quisiera contar algo que me gustaría que quedara entre nosotros; y con “nosotros” me refiero a mi persona y a todos los lectores de esta crónica que habitan el mundo, de los que debe quedar excluida mi madre.

Durante mis jornadas académicas como estudiante universitaria, solía esperar religiosamente hasta el último minuto para permanecer sentada en mi carpeta. Ya fuera del establecimiento, tal vez por reflejo o por la brisa fría de los últimos días, mis manos buscaban refugio en los bolsillos del saco.

El contacto que recibían las yemas de mis dedos no era solo el calor de la tela, sino también las duras y delgadas circunferencias de las monedas que yacían ahí. Sin ver, contaba: un sol para el pasaje, por lo tanto, intocable; otra moneda del mismo tamaño… y otra más. ¡Ya eran dos soles! Terrible era mi horario, cuya hora de salida coincidía con aquellas en las que uno ya debería estar almorzando… y terrible el capricho del momento, por hacerme recordar que, en la tienda cruzando la pista de la derecha, un pan con pollo bien despachado costaba exactamente dos soles. No era una necesidad (mi mamá siempre me tenía almuerzo en casa) sino una indulgencia. Si ella llegara a enterarse, me reclamaría: “No te estés gastando la plata en dulces, que después ya no me comes la comida.”

Claro, en aquel entonces era el 2024. ¿Precio actual del pan con pollo?: 2.50 soles. Cincuenta céntimos extra, lo suficientemente efectivos como para espantarme.

Lo curioso es que no solo en los alrededores de la universidad se sintió ese cambio. También lo noté en mi propio vecindario. Las bodegas han sido golpeadas por el alza de precios en toda la ciudad.

“Esta semana compré el paquete de galletas a 4.50. Pasaron quince días y ya estaban a 6.50. Entonces, nosotros también tenemos que aumentarle un poco a los precios de las galletas, igual que a los yogures y todo lo que son golosinas”, explica la señora Karina Fernández, quien probablemente ya no recuerde mi rostro, por lo mucho que me he ausentado de su tienda desde que los infames cincuenta céntimos se sumaron al precio de su pan con pollo. “Lo mismo pasa con las agüitas. Antes había de un sol; ahora hay de 1.20, 1.50 y hasta de dos soles. ¿Y el pan? Antes se daba cuatro por un sol, pero nos están dando tres por un sol. Así van subiendo los productos.”

Según el reporte sectorial de inflación del Ministerio de Producción, en abril de 2025, es decir, el mes pasado, la inflación mensual en Lima Metropolitana aumentó en un 0.32%. Aunque menor a la del mes anterior (0.81%), sigue siendo una señal de cómo los precios se resisten a disminuir.

Fuentes: PRODUCE, Reporte sectorial de inflación, 2025.

Productos como el pollo eviscerado, el jurel, la arveja verde, el bonito y, sí, los huevos, subieron de precio, cosa que la señora Juliana, vendedora de hamburguesas frente a mi universidad, puede confirmar: “El huevo yo lo compraba más barato. Bajó a 6 soles en algún momento, pero ahora está a 8 u 8.50.”

Los comerciantes también enfrentan una doble presión: por un lado, el alza de precios que reciben de sus proveedores, mientras que por otro, la competencia con tiendas de descuento o "hard discount"... otra forma de referirse a las recientemente virales tiendas Mass y Tambo, que intentan mantener precios bajos sacrificando márgenes de ganancia, según un análisis de América Retail. "Nosotros tenemos que subir precios para no perder, pero si subimos mucho, los clientes van a otros lados", explica Karina.

Regresaron los favoritos. Foto: Paloma Cerrón.

Si bien es cierto que los cincuenta céntimos que ahora me cuestan el pan con pollo pueden parecer poco, si se observa esta situación haciendo un zoom de alejamiento, se podrá notar una tendencia más amplia. Entre mayo de 2024, año de mi auge adquisitivo, y abril de 2025, los precios en Lima subieron en promedio un 1.65%. Todo está un poco más caro.

Fuente: INEI. Variación % Anual del IPC Lima Metropolitana: 2022-2025

Sin embargo, si se compara con el año pasado, cuando la inflación anual en abril llegó a niveles cercanos al 8%, la situación actual parece menos dramática. Por otro lado, esta “calma” no significa que los precios hayan dejado de subir, sino que lo hacen a un ritmo más lento, pero constante. Este patrón es suficiente para que algo que antes podía comprar sin pensarlo, hoy me haga detener, revisar dos veces el bolsillo y priorizar el pasaje del día siguiente.

La explicación no es solo local ni pasajera. Expertos de ESAN Universidad señalan que esta situación es consecuencia de factores globales como el aumento de costos en la cadena logística y conflictos internacionales, además de ajustes en las políticas económicas internas. En palabras caseras: los productos que llenan las bodegas tienen un precio más alto porque los costos para traerlos y producirlos han subido en todo el mundo, y eso se traslada a los estantes de cada tienda

Por si alguien me lo pregunta: sí, la autoindulgencia ha decrecido en su intensidad de un 80% a un humilde y racionalizado 10%. Vamos, que tampoco soy ajena a la culpa de desperdiciar el dinero, y porque también la oscilación del costo de vida en el Perú no es algo que se debería tomar a la ligera, si uno pretende administrar sus recursos correctamente en las próximas grandes ligas de la vida. Guardar pan para mayo, en todo sentido, figurativo o literal, porque, como ya habrán podido presenciar, en verdad les digo: ¡Hasta se podría decir adiós al pan! No se le puede quitar el ojo de encima a los números, que en menos de lo que uno espera, un aparentemente inofensivo 0.50 aparece de la nada. Como dicen por ahí: “hay que estar mosca”… dicho que mi madre detesta, porque considera a las moscas criaturas sucias, y que a propósito, terminó enterándose del verdadero paradero de mis céntimos sobrantes, pero ya perdonado el desliz, cosa que la bodega, definitivamente, no hará conmigo.