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Tu mejor temporada está al final de tu proceso actual. Estás a un cambio de romper la barrera que te separa de la promesa de Dios.
José pasó por cuatro temporadas; dos de ellas fueron las más difíciles, pero eso no impidió que Dios cumpliera su propósito en su vida.
Las personas podrán quitarte todo, el mundo podrá intentar robar tu ministerio, pero la promesa y la unción jamás podrán arrebatártelas.
Dios está por cumplir su promesa.
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“Como un padre se compadece de sus hijos, Así se compadece el Señor de los que le temen. Porque Él sabe de qué estamos hechos, Se acuerda de que solo somos polvo.”
Salmo 103:13-14 NBLA
Esta frase de optimismo que a veces escuchamos, “recuerda de que estás hecho” muchos motivadores la usan para alentar a la gente a levantarse y triunfar. Pero en el Reino de Dios no es así, más bien esta frase nos recuerda que no somos nada sin Dios.
Este salmo nos anima a dos cosas, la primera a recordar que estamos hechos de polvo, que no somos nada, que al final de nuestros días nada nos llevaremos, más bien, al final de nuestros días, iremos a un juicio y ahí seremos probados.
Pero mientras estamos en la tierra, recordamos que somos solo polvo, el día que nos vallamos de este mundo, solo recuerdos quedarán y en algunos caso, nada.
Pero, cuando recuerdo que soy solo polvo, que no valgo nada en esta vida, entonces encuentro mi valor en Cristo, y en un Padre amoroso que se compadece de mi debilidad y que decide por amor y misericordia cuidarme y arroparme, El sabe que soy débil y que a veces no quiero seguir, que estoy por darme por vencido o algunas veces no quiero seguir en esta tierra, pero El me mira con compasión en mi debilidad y me abraza como un Padre que sabe lo débil que es su amado hijo.
El verso 17 lo completa recordándonos que su misericordia es antes de que yo existiera y seguirá siendo después que yo exista, y que no importa las guerras ganadas o perdidas, en este tierra, en este tiempo, al final la justicia es para los que guardan su pacto.
Hoy seguiré recordando que soy débil pero que tengo un Padre amoroso y que se compadece de mí, por eso mismo, ya no tengo temor del mañana, porque el sigue conmigo.

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Cuando clamamos por avivamiento, la iglesia visualiza un camino lleno de milagros, prodigios y señales de parte de Dios. Todo inicia con el clamor por Su presencia en esta tierra.
Sin embargo, el avivamiento no llega sin resistencia. Estamos en medio de una guerra espiritual, y el camino hacia él no es sencillo.
Es como las vías de un tren: dos líneas que avanzan en paralelo. Por un lado, está la iglesia clamando por avivamiento; por el otro, el enemigo desatando persecución para sembrar duda en el pueblo de Dios.
Donde está por derramarse la gloria de Dios, siempre habrá oposición.
El profeta Habacuc lo vivió en carne propia. En su profecía, se enfrentó a la aparente indiferencia de Dios cuando el justo era afligido por el impío. En esos momentos, parecía que Dios guardaba silencio.
Hoy, en medio de injusticias y persecuciones, parece que Dios calla. Pero ese silencio no es debilidad; es una oportunidad para que la iglesia se fortalezca y brille como luz en la oscuridad. Es en ese silencio donde aquellos que anhelan un verdadero avivamiento lo buscan con fervor, aun cuando el mundo parezca ganar.
Es en medio de la persecución, cuando el clamor se eleva desde lo más profundo, que comienza el verdadero avivamiento. Hoy Dios guarda silencio para que tú clames, pero llegará el día en que Él rugirá como el León de Judá, y todos sus enemigos huirán.
No nos cansemos de buscar el avivamiento. ¡Lo mejor está por venir!
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Génesis 41
El sueño del faraón, ha sido una historia real en mí caminar con Cristo.
Por desgracia, mis días de flojera, mis días de desánimo, algunos días de prueba, han destruido todo lo que en lo espiritual he construido, Algunos momentos de frialdad, han consumido el fuego que estaba encendido. Necesito evitar las oraciones pobres, que solo son rutina y satisfacer mi alma con oraciones llenas de clamor.
Estas vacas flacas devoran la grosura de mi paz, esperanza y consuelo.
Como Misionero, si no saco del cielo nuevas provisiones, el antiguo grano que está en mi granero pronto quedará consumido por el hambre de mi alma.
Debemos ansiar días de avivamiento en la intimidad, no dejar que las vacas flacas y feas nos devoren el grosor de su presencia. Buscar que cada mes, cada año lleguemos a un grosor espiritual suficiente para buscar más de Él.
Que su espíritu, nos conserve lejos de la flaqueza espiritual. Que su Espíritu, nos atraiga a Él.
¡Es tiempo de despertar!
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5 Promesas Poderosas de Génesis 28:15 para Fortalecer tu Fe
Promesa #1: Dios está contigo
La primera promesa que Dios le hace a Jacob es: "Yo estoy contigo". Esta es una afirmación poderosa que no solo confirma la presencia constante de Dios, sino que también asegura a Jacob que no está solo en su difícil camino. Esto es particularmente importante para Jacob, quien se encuentra en un lugar desconocido y aterrador, huyendo de su familia y de todo lo que conoce.
Esta promesa puede fortalecer nuestra fe de maneras similares. Cuando nos enfrentamos a tiempos de incertidumbre o miedo, podemos recordar que Dios nos ha prometido que está con nosotros. No importa cuán solos o asustados podamos sentirnos, nunca estamos realmente solos porque Dios está a nuestro lado. Esta promesa nos da la confianza para enfrentar cualquier desafío que se nos presente, sabiendo que Dios está con nosotros en cada paso del camino.
Promesa #2: Nunca te dejaré
La segunda promesa que Dios le hace a Jacob es: "Nunca te dejaré". Esta frase refuerza la promesa anterior de que Dios está con Jacob, pero va un paso más allá al garantizar que Dios nunca lo abandonará, sin importar lo que suceda.
Esta promesa puede ser una fuente increíble de fuerza para los creyentes. Saber que Dios nunca nos dejará nos da la seguridad de que no importa lo que enfrentemos en la vida, siempre podemos contar con su presencia y apoyo. Esta promesa nos ayuda a mantenernos firmes en nuestra fe, incluso en los momentos más oscuros, porque sabemos que Dios siempre está con nosotros.
Promesa #3: Te bendeciré
La tercera promesa que Dios le hace a Jacob es: "Te bendeciré". Esta es una declaración directa de la intención de Dios de brindarle favor y bienestar a Jacob. Dios no solo promete estar con Jacob y nunca dejarlo, sino que también promete llenar su vida con bendiciones.
Esta promesa puede ayudarnos a mantenernos firmes en nuestra fe, incluso en los momentos más difíciles. Saber que Dios ha prometido bendecirnos nos da la esperanza de que, independientemente de nuestras circunstancias actuales, Dios tiene planes buenos para nosotros. Esta promesa nos recuerda que Dios siempre está trabajando en nuestras vidas, buscando formas de bendecirnos y mostrarnos su amor.
Promesa #4: Multiplicaré tu descendencia
La cuarta promesa que Dios le hace a Jacob es: "Multiplicaré tu descendencia". Esta no es solo una promesa de que Jacob tendrá muchos hijos, sino también de que sus descendientes jugarán un papel importante en la historia de la humanidad, como es evidente en las doce tribus de Israel que provienen de sus doce hijos.
Para nosotros, esta promesa puede ser un recordatorio de que Dios tiene un plan mayor para nuestras vidas. Nuestros actos y decisiones pueden tener un impacto más allá de lo que podemos ver o entender. Esta promesa nos recuerda que somos parte de un plan divino más grande y que nuestras vidas tienen un propósito y significado más allá de nuestra comprensión inmediata.
Promesa #5: Regresaré contigo a esta tierra
La quinta y última promesa que Dios le hace a Jacob es: "Regresaré contigo a esta tierra". Esta promesa asegura a Jacob que, a pesar de su destierro autoimpuesto, un día regresará a la tierra de sus padres, la tierra prometida por Dios a Abraham.
Esta promesa puede fortalecer nuestra fe al recordarnarnos que Dios cumple sus promesas. No importa cuán lejos nos alejemos de Dios o cuánto tiempo pase, Él siempre está dispuesto a recibirnos de vuelta y cumplir lo que ha prometido. Esta promesa nos da la esperanza de un futuro mejor y nos anima a confiar en que Dios tiene un plan para nuestras vidas, incluso cuando las circunstancias actuales parecen difíciles o desalentadoras.
Conclusión
Resumen de las 5 promesas poderosas de Génesis 28:15 para fortalecer la fe
En Génesis 28:15, encontramos cinco promesas poderosas que Dios hizo a Jacob. Estas promesas son relevantes no solo para la vida de Jacob en ese momento, sino también para nosotros hoy. Nos recuerdan que Dios está con nosotros, nunca nos dejará, nos bendecirá, multiplicará nuestra descendencia y regresará con nosotros a la tierra prometida. Estas promesas son una fuente de fortaleza y esperanza para aquellos que confían en Dios y buscan vivir de acuerdo a su voluntad.
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Romanos 8:37
En otras versiones este versículo se traduce como "más que vencedores" en especial me gusta la NTV que lo traduce "victoria absoluta".
Pablo utiliza la palabra en griego "hypernikōmen" que se refiere a la idea de una victoria extraordinaria, y que no tiene fin, ósea, una victoria que continúa a través del tiempo y va en aumento conforme pasan los días.
En los versículos anteriores Pablo dice que nada nos separa del amor de Dios, pero eso es una victoria absoluta que crece cada día que vivimos conociendo más y más a Jesús. No podemos caminar con alguien todos los días sin conocerlo más, sería ilógico y aburrido, pero aquellos que caminan con Jesús, caminan en una victoria que va en aumento, porque conocemos más y más a nuestro Salvador.
Él nos dio la victoria, esa victoria nos asegura un lugar a la mesa con Él. Caminemos, no solo gritando "¡victoria!", vivamos una victoria absoluta con Él.

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1 Pedro 5:7
Yo no puedo llegar a un guardarropa de un aeropuerto a reclamar por una maleta que no deje ahí, sería ilógico llegar a paquetería de algún lugar para pedir que me cuiden algo que nunca entregue en ese lugar para su cuidado.
Así pasa con Dios, Él no va a sanar, cuidar, restaurar, algo que no le hemos entregado.
Este versículo inicia con la palabra “pongan” en otras versiones dice “entreguen”, hasta que no entreguemos nuestras preocupaciones y ansiedades a Dios, Él no va a cuidar de nosotros, y no es porque Él no quiera hacerlo, pero necesitamos poner en sus manos algo con lo que Él va a trabajar.
Entrega para que Él cuide. Entrega para que Él restaure. Entrega para que Él avive. Entrega para que Él haga, lo que tiene que hacer.
¿Qué tienes que entregar hoy?
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Dormir profundamente
Jonás 1:4-6
¿Alguna vez has viajado en un auto por una calle llena de hoyos? ¿O en un transporte donde el conductor es malo? ¿O quizá en un avión con turbulencia? En esas situaciones, no logras dormir, ¡menos profundamente! Tendrías que estar tan desconectado de la realidad que no te importara ni tu vida ni la de los demás.
Pues Jonás fue ese personaje que no se preocupó en absoluto por la vida de los demás; él pudo dormir profundamente.
Jonás se fue a la bodega del barco a dormir, y durmió profundamente. No le importaba en lo más mínimo que el barco estuviera siendo golpeado por fuertes olas, o que la tormenta casi rompiera el barco.
Me imagino esa tormenta: un ruido ensordecedor, el barco azotado, la gente gritando, algunos cayendo al mar. La Escritura dice que lanzaron cosas por la borda para salvar el barco (Jonás 1:5), en pocas palabras, el ruido era tremendo y los gritos no eran precisamente propicios para dormir.
Quizás estaba deprimido por desobedecer a Dios, o tal vez deseaba morir para no cumplir su llamado. Sea cual fuere la razón, algo lo llevó a dormir de manera profunda ese día.
Esto tiene un gran parecido con nuestros días. Como iglesia, también dormimos profundamente.
Cada siete o cada tres días, vamos a nuestra "bodega" segura: cantamos, adoramos, escuchamos un mensaje, ofrendamos y luego salimos a casa a disfrutar el resto del domingo. Pero afuera, la gente está muriendo; está gritando fuertemente, pidiendo ayuda en medio del caos de este mundo. Y nosotros, seguimos dormidos profundamente.
Estamos tan dormidos que, cuando vamos a la tienda, solo vamos por el encargo y no vemos a nuestro alrededor a aquellos que sufren. O vamos manejando apurados, distraídos con el celular, y no notamos a la gente en la calle, al hambriento. Estamos tan dormidos en nuestra vida cotidiana que no percibimos los sufrimientos de las personas a nuestro alrededor. Y si no nos preocupamos por los que están cerca, ¿cómo vamos a preocuparnos por los que están lejos, en las cárceles, en los hospitales, en los pueblos donde hay persecución? No vemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor porque estamos dormidos profundamente.
Entonces llega un misionero y nos habla de las necesidades de otros lugares y de cómo Dios está obrando. Es como el capitán del barco en Jonás 1:6, que nos dice: "¡Despierta! ¡Clama a tu Dios!" Pero lo que hacemos es, medio dormidos, mandar una ofrenda, levantar una oración, y luego volvemos a casa, olvidando todo lo que nos dijeron sobre aquel lugar.
Necesitamos despertar, ver lo que sucede a nuestro alrededor, tener compasión, sentir una carga por aquellos que mueren sin Cristo. Se van a burlar de ti, te van a rechazar, pero al menos no llegarás al cielo y Dios te dirá: "¿Por qué dormiste profundamente durante tu tiempo en la tierra?"
Buscamos llegar al cielo y escuchar: "Bien, buen siervo fiel" (Mateo 25:21).
¡Despierta!
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Jonás 1:4-6 - Dormir profundamente
Jonás se fue a la bodega del barco a dormir, y durmió profundamente. No le importaba en lo más mínimo que el barco estuviera siendo golpeado por fuertes olas, o que la tormenta casi rompiera el barco.
Me imagino esa tormenta: un ruido ensordecedor, el barco azotado, la gente gritando, algunos cayendo al mar. La Escritura dice que lanzaron cosas por la borda para salvar el barco (Jonás 1:5), en pocas palabras, el ruido era tremendo y los gritos no eran precisamente propicios para dormir.
¿Alguna vez has viajado en un auto por una calle llena de baches? ¿O en un transporte donde el conductor es malo? ¿O quizá en un avión con turbulencia? En esas situaciones, no logras dormir, ¡menos profundamente! Tendrías que estar tan desconectado de la realidad que no te importara ni tu vida ni la de los demás.
Pues Jonás fue ese personaje que no se preocupó en absoluto por la vida de los demás; él pudo dormir profundamente.
Quizás estaba deprimido por desobedecer a Dios, o tal vez deseaba morir para no cumplir su llamado. Sea cual fuere la razón, algo lo llevó a dormir de manera profunda ese día.
Esto tiene un gran parecido con nuestros días. Como iglesia, también dormimos profundamente.
Cada siete o cada tres días, vamos a nuestra "bodega" segura: cantamos, adoramos, escuchamos un mensaje, ofrendamos y luego salimos a casa a disfrutar el resto del domingo. Pero afuera, la gente está muriendo; está gritando fuertemente, pidiendo ayuda en medio del caos de este mundo. Y nosotros, seguimos dormidos profundamente.
Estamos tan dormidos que, cuando vamos a la tienda, solo vamos por el encargo y no vemos a nuestro alrededor a aquellos que sufren. O vamos manejando apurados, distraídos con el celular, y no notamos a la gente en la calle, al hambriento. Estamos tan dormidos en nuestra vida cotidiana que no percibimos los sufrimientos de las personas a nuestro alrededor. Y si no nos preocupamos por los que están cerca, ¿cómo vamos a preocuparnos por los que están lejos, en las cárceles, en los hospitales, en los pueblos donde hay persecución? No vemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor porque estamos dormidos profundamente.
Entonces llega un misionero y nos habla de las necesidades de otros lugares y de cómo Dios está obrando. Es como el capitán del barco en Jonás 1:6, que nos dice: "¡Despierta! ¡Clama a tu Dios!" Pero lo que hacemos es, medio dormidos, mandar una ofrenda, levantar una oración, y luego volvemos a casa, olvidando todo lo que nos dijeron sobre aquel lugar.
Necesitamos despertar, ver lo que sucede a nuestro alrededor, tener compasión, sentir una carga por aquellos que mueren sin Cristo. Se van a burlar de ti, te van a rechazar, pero al menos no llegarás al cielo y Dios te dirá: "¿Por qué dormiste profundamente durante tu tiempo en la tierra?"
Buscamos llegar al cielo y escuchar: "Bien, buen siervo fiel" (Mateo 25:21).
¡Despierta!

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“Para que el evangelio sea buena noticias tiene que invadir espacios oscuros” Matt Chandler
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¿Es más importante entristecer a Dios que las consecuencias del pecado?
Desde una perspectiva bíblica, la verdadera preocupación de un creyente debe ser entristecer a Dios más que las consecuencias personales del pecado. Este enfoque refleja una relación íntima y amorosa con Dios. El arrepentimiento genuino surge cuando comprendemos que el pecado no solo tiene consecuencias terrenales o emocionales, sino que ofende la santidad de Dios y afecta nuestra comunión con Él. Según 1 Juan 1:9, la restauración de esta comunión es posible a través de la confesión y el arrepentimiento, reconociendo que el pecado, en su esencia, separa al hombre de Dios, lo cual es más grave que cualquier otra consecuencia.
Este sentimiento proviene de una profunda convicción del amor y la bondad de Dios, quien desea que andemos en la luz (1 Juan 1:5-7). Como mencionan diversos comentarios bíblicos, el temor de alejarse de Dios es una señal de madurez espiritual, pues refleja que el amor por Él se ha convertido en la principal motivación del arrepentimiento. En otras palabras, el verdadero cristiano no teme tanto el castigo o las repercusiones de su pecado, sino el quebrantamiento de su relación con su Creador.
->Diferencia entre entristecer a Dios y las consecuencias del pecado
La diferencia clave entre entristecer a Dios y las consecuencias del pecado radica en la naturaleza espiritual versus la natural de ambos conceptos. Entristecer a Dios es una cuestión espiritual que surge cuando el pecado rompe la comunión del creyente con Él, tal como se describe en Efesios 4:30, donde el Espíritu Santo se entristece por las acciones del creyente. Este dolor no es causado por las consecuencias inmediatas del pecado, sino por el daño a la relación con Dios.
Por otro lado, las consecuencias del pecado son el resultado natural del mismo, tanto en lo físico como en lo emocional. Aunque el perdón de Dios es inmediato cuando hay arrepentimiento (1 Juan 1:9), esto no significa que se eliminen las consecuencias naturales del pecado en esta vida. Un claro ejemplo bíblico es el caso de David, quien fue perdonado por Dios tras su arrepentimiento, pero aún enfrentó las trágicas consecuencias de sus acciones (2 Samuel 12). Las consecuencias del pecado pueden manifestarse en el ámbito personal, relacional y social, pero lo que más importa a nivel espiritual es cómo afecta nuestra relación con Dios.
Bibliografía:
Biblia Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
Hozana. "El Pecado, El Perdón y Las Consecuencias".
Coalición por el Evangelio. "Mientras más confieso mi pecado, más me parezco a Cristo".
Gracia y Vida. "Las Consecuencias de Vivir en el Pecado”.
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-> Cristiano Radical
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