Holiiii esto es un poco de lo que escribo cuando mi cabeza se llena. Denle amor ♥️
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
No sé si agradecerte por ser mi musa… o culparte. Porque una vez leí que para que el arte florezca, uno tiene que estar completamente roto.
Van Gogh lo estaba cuando creó su obra.
Y no quiero sonar altanera comparándome con él.
Pero el arte es eso: sentir.
Y contigo sentí.
Sentí la felicidad y la ilusión de un amor en los veintes.
La emoción de conocerte, de descubrir el mundo a tu lado.
La admiración por lo que éramos, por cómo crecíamos —intelectual, profesional y personalmente.
Y también sentí la decepción.
Cuando tu mirada empezó a perder brillo,
cuando tu sonrisa ya no se encendía al verme.
Sentí lo que es apagarme.
Mi luz se fue.
Me perdí.
“Yo no creí jamás perder así la cabeza”.
Me hiciste vivir un remolino de emociones.
No hay una que no haya sentido por ti.
Desde el amor más profundo hasta el odio más punzante.
Desde una felicidad tan grande que recorría mi cuerpo desde los pies hasta la última hebra de mi cabello,
hasta una tristeza tan honda que dolía en el pecho, que no dejaba respirar… ni ver.
Gracias, porque me hiciste sentir como nadie.
Y te odio, por lo mismo.
1 note
·
View note
Text
Lo vi bajando las escaleras del metro.
Se me paralizó el corazón.
No lo veía desde aquel verano en que nos conocimos.
No sabía cómo se llamaba, ni quién era.
Solo habíamos bailado.
Bailamos ese sábado en donde se nos olvidó todo,
incluso los fireworks.
Éramos él, la música y yo.
Después de ese día desapareció,
como si nunca hubiera pasado.
¿O sí pasó?
¿O me lo imaginé?
Nunca hablamos,
solo nos veíamos.
Y de repente, entre la multitud, nos perdíamos.
Y ahí estaba yo,
había cinco personas adelante de mí en la escalera eléctrica,
y luego él, con su mochila roja.
Vive aquí.
En la misma estación que yo.
¿O es un ente que se aparece cada verano?
Durante el tiempo que no lo vi,
obviamente hice mi trabajo de FBI:
encontré su nombre,
su Facebook,
e incluso descubrí que tenemos amigos en común.
Pero no lo seguí.
Y comencé a boicotearme:
— Ni está guapo.
— ¿Otro FIFA?
— ¿Está legal?
— Seguramente un perrote.
— No seeee.
Ayer lo vi.
Y ahora,
cada que voy a mi estación de metro,
espero encontrarlo.
¿Para qué?
No sé.
No le pienso hablar.
0 notes
Text
Hoy vi una película que se llama The List of Life y me recordó mucho a Un Amor Para Recordar.
Esa idea de hacer una lista de deseos, de sueños por cumplir antes de morir… Yo tengo una. La hice justamente después de ver Un Amor Para Recordar, y con los años he ido agregando cosas.
Esta semana, cumplí uno de esos sueños: ver a Messi.
En mi lista decía “ver a Messi en el Barcelona”, pero la vida cambió, y verlo jugar —aunque fuera en otro equipo— fue igual de mágico.
También decía “ir a Europa”, “conocer Venecia”, “comer un helado en Italia”, “cruzar las puertas del Coliseo Romano”, “ir a Disney”, “ir a Hogwarts”, “vivir en otro país”, “estudiar en el extranjero”…
He cumplido muchos sueños. Y sin embargo, pensándolo bien, me faltan algunos que son tan básicos.
Por ejemplo, “ir a La Espuela de Landa y ver las estrellas”.
Tal vez La Espuela ya ni es nuestra, pero en mi cabeza sigue viva la idea de sentarme en una camioneta con mi familia y mirar las estrellas, como antes. Algo tan simple… y todavía pendiente.
La película tiene una frase que me rompió un poquito:
“Creo que sufriste algunos contratiempos, y lo entiendo. Te vi empezar a conformarte poco a poco con lo que era seguro y menos doloroso. Pero cariño, conformarse no hará que el miedo y el dolor desaparezcan.”
Esa frase me atravesó.
Me hizo pensar en cómo, durante mucho tiempo, me quedé en lugares que sentía seguros, conocidos.
Aunque estuviera rota por dentro, prefería la comodidad de lo conocido.
Si no me hubieran sacado a patadas, probablemente ahí seguiría.
Hace poco lo dije: yo quería que ese lugar fuera mi vida. Pero mi vida… ya no quería estar ahí. Y qué duro fue aceptarlo.
Hoy me siento como alguien en construcción.
Alguien que está volviendo a preguntarse qué le apasiona, después de dejar una vida atrás en México.
Por eso, este tipo de mensajes me llegan, me sacuden, me abrazan y me apachurran el corazoncito.
0 notes
Text
Todos los días paso por el depa donde dijiste adiós. Ese depa donde todo terminó, donde casi termina todo para mí. El lugar que me vio más derrumbada que nunca. Un depa bonito, lleno de mármol, con tres elevadores que jamás utilicé.
Todos los días me recuerda cómo vivimos ahí, cómo todo se acabó. Recuerdo aquella cena de Navidad, la sala iluminada y tu lista de reproducción—la misma que tenías con ella. Recuerdo la traición, la ansiedad, la impotencia. Las ganas de correr, las ganas de agarrarte y preguntarte ¿por qué?
A veces no entiendo cómo alguien puede hacer tanto daño.
Ese depa se convirtió en un monumento. Todos los días paso por ahí y, aunque no puedo olvidar, sí puedo recordarme algo más importante: me levanté. Salí del hoyo al que me aventaste. Y sigo caminando.
0 notes
Text
Hace un año nos dimos el último abrazo.
Hace un año supimos que lo nuestro se había acabado para siempre.
Ni siquiera recuerdo qué te dije.
Solo recuerdo que te abracé.
Un abrazo que quería que fuera eterno.
Un abrazo que sabía sería el último.
Hace un año te vi salir del 408,
con tu maleta en la mano.
La misma maleta que nos llevamos a Europa.
La maleta que nos acompañó en nuestro primer viaje,
y que ahora te acompañaba en el viaje de tu partida.
Te fuiste de una forma terrible.
Era raro salir a la calle y saber que, si levantaba la mirada,
ya no ibas a estar.
Era raro llegar al depa y no encontrarte.
Aunque a veces me incomodara tu presencia.
Ya no estás.
Y ya no estarás jamás.
1 note
·
View note