diegoehernandez

[diegoehernandez]

Cuentos de entre la marea: De cuando King Kid fantaseaba con su ex.

I

Su chica tampoco estaba orgullosa, pero ella negaba haber hecho tales. No había nadie en todo el pueblo que le creyera. Todos sabían que ella era una mierda igual a Kid. Sólo las amigas más cercanas de ella le seguían el juego, fingían que la primera verga que había tocado su vagina era la del latinoamericano con el que fornicaba actualmente.

King Kid estaba sentado en su pórtico. Suspiraba; exhalaba mil destellos como llamas infernales que no cualquiera hubiese podido percibir. Sólo un ojo experto podría haber notado la diferencia: King no estaba molesto––estaba deprimido.

Sí, es cierto lo que dicen de él y su chica––o decían. Ambos se habían pegado un tiro a la cabeza mutuamente y en el mismo instante y luego, uno vivo para sí mismo y el otro muerto dentro de un pensamiento ajeno le habían hecho el amor a los cadáveres de sus vidas pasadas en múltiples veces para no sentir tanto dolor. No había sido agradable y King no se sentía orgulloso, se sentía sucio.

King se carcajeaba solo pensando en aquello y fumaba. Miraba hacia el exterior, lejos del pórtico que no tenía, porque los pobres diablos como él no pueden comprarse pórticos; se compran alcohol y cigarrillos, pero no pórticos porque ¿quién necesita uno?. Fingía que el mundo le pertenecía recargado en su pared, mirando su marchito jardín de hiedra.

Claro que ella y él habían sido, eran... sentían y fluían como la marea misma. Pero ella se quería deshacer de eso. Por eso King Kid la juzgaba...

Al hombre ya le daba igual, si se masturbaba pensando en ella o viendo alguna chica de rasgos afro-latinos siendo penetrada por un miembro viril de proporciones irreales. No es que no la amara; solo que prefería pensarla como un objeto sexual para que no le siguiera doliendo la ausencia de ella. Tú sabes a qué me refiero (Kid lo sabe). Él suele decir:

“Pasamos, pensamos y fluimos; luego observamos, pensamos y volvemos a fluir. Como si sólo observarte desde la imagen tuya que guardo en mi memoria fuese huir de la realidad. No es huir, ni evadir... no hay nada de esa mierda” —y otras estupideces por el estilo, Kid nunca ha sido un cerebrito, es más del tipo de eso que les gusta ver televisión.

II

La chica era guapa, no especialmente guapa, pero si levantaba calor entre los hombres. No era delgada, al diablo con eso, a King no le gustaba fornicar con esqueletos. Ella tenia su carne y tendía más bien a tener un cuerpo robusto; en ese limbo donde nadie puede decir que la chica es gorda, pero todos saben que esas nalgas son producto de una dieta variada. Tenía senos pequeños llegando a medianos; eran lindos, realmente; suaves, como toda ella era. Tenía tatuado el espacio entre ambos, con un manojo de rosas salvajes que crecía de su corazón y adornaba su piel para cubrir ciertas inseguridades y que fungía también como imán de patanes. De esos que probablemente no usarían condón y tampoco pondrían un quinto para la pastilla del día siguiente. Kid estaba seguro de que a ella le encantaban los hombres así.

No era un trabajo, no hay que pensar mal, ella no cobraba; probablemente era un juego para ella, encontrar al hombre más patán con la verga más grande y poderlo coger en el baño de bar más sucio que pudiera encontrar. Tan solo pensarlo, imaginar la burlona sonrisa de satisfacción que se dibujaría con los perfectos dientes de ella hacía que Kid se excitara. En consuelo para sí mismo le gustaba decirse entre sueños que había amado a una actriz porno.

III

Realmente... comemos, corremos y fluimos; para volver a ser, hablar y fluir. Y si decido morirme de hambre voluntariamente pues es muy mi decisión, como se ya ni te interesa, dudo siquiera te pase por la cabeza una leve estrella fugaz como un recuerdo de cuando bailábamos juntos ¿me equivoco? No estoy molesto, no te incrimino, la vida es supervivencia y tenías que sobrevivir. Tenías que encontrar a alguien que pudiera sentirte, porque realmente yo ya no lo hacía. O por lo menos creí no estarlo haciendo

[diegoehernandez]

Soneto no. 6

(Sonnet #6)

. . .

No puedo buscarte en el internet.

No de la forma que me gustaría.

Si fuese así, seguro ya tendría

disque una fobia para bailar ballet.

No puedo quitarte las pantaletas

con sólo oprimir el botón de play.

Sigo sin descifrar todo lo que hay

pasando cada una de las tretas,

que me pongo de formä accidental,

cusando todas éstas: mis posguerras;

de forma totalmente intencional.

Y verdaderamente me aterras,

porque tú sí eres una mujer real;

y no ötra promesa de quimieras.

. . .

I can't search you up on the internet.

Not the way I would like.

If that were the case, I would surely already have

kind-of a phobia to dance ballet.

I can't take off your panties

just by pressing the button of play.

I still can't figure out everything there is

passing each one of the tricks,

that I lay on miself accidentally,

causing all of these: my postwars;

in a totally intentional way.

And you truly terrify me

because you are a real woman;

and not another promise of chimeras.

[diegoehernandez]

Un soneto para la niña que conocí que ahora es una mujer que extraño.

(A sonnet for the girl that I met that now is a woman that I miss).

. . .

Hace algún tiempo que no escribía.

Tal vez por sentir un poco de miedo,

tal vez por aquel pesar, el más nuevo.

Tal vez sentí que a ti—algo te debía.

No me refiero a una explicación.

Ni a lo que tú llamas “una disculpa”.

Tampoco me refiero a la chispa

que äl partir me llevé de tu canción.

Sentí que te debíä un soneto;

de mi sangre terca, pero sincera;

en el cual nö estuviese molesto,

para decirte todo lo que pudiera

de tu corazón—bellö y astuto.

Si tan solo algo dë eso supiera.

. . .

I haven't write nothing for some time.

Maybe because I felt a little afraid,

perhaps because of that regret, the newest.

Maybe I felt that I—owed you something.

I don't mean an explanation.

Nor what you call "an apology."

I don't mean the spark either

that when I left I took from your song.

I felt that I owed you a sonnet;

of my stubborn but sincere blood;

in which I wasn’t upset,

to tell you everything I could

about your—beautiful and foxy heart.

If only I knew something about that.

[diegoehernandez]

Soneto sobre nuestro malentendido y cómo me dejó después...

Tengo catorce días con insomnio.

He dormido apenas docë horas

en total. Mis pensamientos, esferas

que örbitan y danzan cual demonio.

Se arremolinan y me äcarician,

me hablan al oído mierda y media

sobre tí. Seguro no es cosa seria

nada de äquellas cosas que anuncian,

pero no puedo ëvitar el pensar

que vienen desdë un lugar oscuro,

trayendo a mi alma aquel pesar;

el más viejo de todos los que auguro.

Aquel, el que nunca te quise mostrar,

por ser cobardë y poco seguro.

[diegoehernandez]

Un soneto para el insomnio de media noche.

Tomé una nueva foto del cielo.

Salió azul, como si de costumbre;

como tus ojos de loca y tu nombre.

Comö aquella cosa tuya de hielo;

la que guardas justo entre tus piernas.

La que me mostraste en algunä ocasión,

que le debo algunä eyaculación,

de las que son románticas y diurnas.

Que perdidö entre tu boca quedé,

tumbadö y con mi verga de fuera.

Señal de que en algún bar me empedé.

Y si a éstas alturas te tuviera

no dudaría en decirte que dudé

si gemiste por puta o por sincera.

[diegoehernandez]

Un soneto masturbatorio de tu recuerdo.

Las malditas gotas de lluvia pegan

en la ventana; rompen el silencio.

Susurran, se convierten en un vicio.

Bailan, ríen, tontean, cogen, juegan.

Las putas gotas de meados niegan

las paredes del blanco mingitorio.

Gritan, se despojan del envoltorio.

Cogen, se despedazan, së hostigan.

Mis malditas ex-novias se desnudan.

Trepan, cogen, golpean mi ventana

con vaho y genitales, cuando dudan.

Mis putas no despiertan de mañana.

Se levantan por la nochë y mudan

sus abrigos de víborä humana.

[diegoehernandez]

Un soneto que escribí durante la siesta en el autobús...

Sentí, vagando sobre mí, la muerte;

sedadä hasta el culo como un junkie.

La mierda siempre viene a morir aquí.

Posose, así, sobre mi cuerpo y suerte.

Transité el limbo oscuro, mas bien gris

como velo de sueño: medio muerto,

medio conscientë. Esbozo escueto

de la vida, al cual caer en un desliz.

En mi interior crece una gran rabia

pálidä, hacia mi vida maldita.

Y caë en mi rostro una negra sabia;

dë una nube de sangre bendita,

que baja hasta el altar como una novia.

Mientras que tu vagina së agita.

[diegoehernandez]

Te lo dije, papá...

Te lo dije, papá:

No eras la única lumbrera

que se podía rascar

los huevos y salir

por la puerta trasera.

Que es que querías

hacer algo de arte de

buen o mal gusto;

que para impresionar a tus amigos,

pues ya te tomó mas de un lustro.

No me hizo falta cogerme

a mamá para poder

sentir que estaba desahuciado

y que mi vida ya no tenía sentido.

Falta hace, haberme

desperdiciado.

Te lo dije, papá:

Sólo estoy aquí

esperando el día

en que ya no lo esté.

Y espero llege a la armonía

— o cuando menos al éxtasis —

pa’ poder decir que no me

hiciste falta

ni cuando quise andar en bici.

Y que pienses:

“¡Demonios! mi hijo

era un cabronzete...

cuánto teníamos en común”.

Y con tu cara de ojete

te tengas que lamer la herida

de león al que por el culo

le han dado  con un palo.

Te lo dije, papá:

Estas gordo, y pierdes

tu cabello y tu belleza.

Te pareces a mi abuelo.

Para eso no tienes

ningún consuelo

¿o sí?

Te lo dije, papá:

El hijo se convierte en su

padre. Tú en mi

abuelo y yo en tí.

Suerte que quiero tener

sólo una niña.

Porque así no haré

a otro perdedor vagar

por el mundo pensando

que nadie lo merece,

por lumbrera, artista

y cabronzete.