discos2012
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discos2012 · 6 years ago
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(vía https://open.spotify.com/album/5PEriaHsxvoskegwZPQKtM?si=vUEWWOv7SsKZvW1ZVP8DDA)
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discos2012 · 6 years ago
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(vía https://open.spotify.com/album/4qwIXzJGtHzLcPKCm3Rtzy?si=Gka_b14zSR6f0k028IVW_w)
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discos2012 · 6 years ago
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(vía https://open.spotify.com/album/68cdl6awj5SQOJXxUwcQHd?si=eFmfat_kR1ecdlusvAzCEQ)
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discos2012 · 6 years ago
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(vía https://open.spotify.com/album/19xRZ5vUptFPjqUTqqHp5E?si=6nhx8QKHRP6Puik9DRiVKA)
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discos2012 · 6 years ago
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(vía https://open.spotify.com/album/6Cun8XaplQbI9DtM1zPvFr?si=7h_LFbEdRpWJ4hQffcBHIg)
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discos2012 · 8 years ago
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#2017
• Pet City de EEEKS: la banda de Paraguay sacó un discazo que seguramente va a estar en mi Top 10 de favoritos al final del año. Pop surfero para poner mientras flotas en una pileta. En un futuro cercano los veo tocando en KEXP y ese tipo de maravillas yankees https://eeeks.bandcamp.com/album/pet-city
• Nothing Yet de Surf Curse: más indie playero para flotar en piletas aunque con letras bastante depres. Para tomar Campari mientras miras por la ventana como Trump destruye el mundo https://surfcurse.bandcamp.com/album/nothing-yet
• Roman Lips de Omar Rodriguez-Lopez: después de un año tranquilo (?) donde sacó 13 -trece- discos y se volvió a juntar con At The Drive In el portorriqueño mas prolífico de la galaxia arranca el año con un disco nuevo de rock hitero. Ademas anuncio el titulo de 10 -diez- discos más que supongo saldran a lo largo del año. 23 discos en dos años, que pedazo de gede https://orlprojects.bandcamp.com/album/roman-lips
• Surfadelic Dreams de Paquetá: otra vez sonido surfero, pero en vez de tomar Campari en la playa tomaron pepa en un sotano. Surf psicodelico con alma de punk. Para escuchar escapando de la poli. Edita Banana Records, alto sello de Brasil que deben conocer https://bananarecords.bandcamp.com/album/surfadelic-dreams
• Otro Lugar de Entidad animada: gran arranque de año para Fuego Amigo Discos. Melodias electrónicas y bocha de reverb para viajar. Siento que a oscuras se disfruta más https://entidadanimada.bandcamp.com/album/otro-lugar
Bonus track: Santiago Moraes saco un EP con dos covers (Los Boliches de Yamandú Palacios y popularizada por Alfredo Zitarrosa y Los Caminos de Tierra de Las Edades y no tan popularizada por ellos mismos) y El Día un tema propio que es mi hit del verano https://santiagomoraes.bandcamp.com/album/los-boliches
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discos2012 · 9 years ago
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Listen/purchase: Los Culos by Los Culos
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discos2012 · 10 years ago
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Teen Daze - A World Away
Sun Burst (5:18)
Another Night (5:56)
Reykjavik, January 2015 (6:08)
Than (8:41)
Desert (4:10)
I Feel God In The Water (4:09)
Teen Daze es un prolifico proyecto de chillwave/ambient pop canadiense.
Tenes que escuchar el disco si:
No te gusta la electronica manija.
Queres relajarte.
Necesitas musicalizar tu nuevo resto de Palermo.
Bandcamp: teendaze.bandcamp.com
Puntaje: 8/10
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discos2012 · 10 years ago
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Santos Wussies & Nico - Corazón Mutante
Hippie Foods (4:51)
Wish I Waz (1:35)
Dog Is God (1:37)
Hermanos Mutantes (3:59)
Metal Mutante (0:44)
Bathtub (2:03)
Sad Tween (2:50)
Sad Story (2:15)
Hippie Fuzz (1:48)
Super Rod (3:04)
Querida Mia (4:29)
Santos Wussies es un duo de rock de Buenos Aires, que esta vez suma a Nico Z en batería.
Tenes que escuchar el disco si:
Todavia tomas leche chocolatada.
En tu infancia jugaste a los juegos de Pokemon para Gameboy Color.
Tenes un hermano mutante.
Bandcamp: santoswussies.bandcamp.com
Puntaje: 7/10
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discos2012 · 11 years ago
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Nuevo video de Los Rusos Hijos de Puta.
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discos2012 · 12 years ago
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Proximamente edicion argentina del Cassette Store Day
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discos2012 · 12 years ago
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KSTS 015 "HOLA" LOS RUSOS HIJOS DE PUTA
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discos2012 · 12 years ago
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http://discos2013.tumblr.com
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discos2012 · 12 years ago
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Macaco Bong - This Is Rolê
Aca.
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discos2012 · 13 years ago
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La Perla Irregular - America
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Oriundos de: Buenos Aires, Argentina.
Rockean desde: ????.
Otros Discos: La Perla Irregular (2008), La Novena Utopia (2009), Rafael (2010).
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El disco en 6935 caracteres por Emmanuel Patrone:
“¿Conocés a Nick Garrie?”, interroga Pablo Vidal, cantante, guitarrista y compositor de La Perla Irregular. Pone un CD en su equipo de música y su departamento se inunda de una afable orquesta de cuerdas, guitarras acústicas y la voz del malogrado intérprete, quien –y así cuenta su trágica y curiosa historia- luego de que su representante se suicidara, vio cómo la distribución de dicho álbum (The Nightmare of JB Stanislas) se halló en un camino sin salida, hasta que hace unos escasos años su legado fue afortunadamente redescubierto.
Esa fascinación por todas las cosas barrocas (el nombre La Perla Irregular justamente nace de la etimología del la palabra “barroco”) y de naturaleza sesentosa (una copia de Bringing It All Back Home deDylan también descansaba sobre el equipo de música de Vidal), es una de las más notorias propiedades de La Perla Irregular, quienes, en el día de la primavera de este año presentaron al mundo su nuevo álbum, el cuarto, titulado América, el cual se puede descargar gratuitamente desde su página de Bandcamp y que pronto tendrá su versión física, en una caja de 18×18 cm, casi emulando un minivinilo.
“Tuve un par de años muy prolíficos, entre los 19 y los 20 años, en las que compuse unas 100 canciones, y casi todos están en los tres primeros discos de la banda Entonces, siempre trabajaba con una reserva de canciones.”, relata Vidal, responsable directo del sonido de la agrupación, sobre el proceso de composición de América.“Cuando terminó Rafael (el tercer disco de La Perla Irregular), ya había agotado todas las canciones buenas que había compuesto en aquel momento y tampoco se me ocurría nada nuevo. Entonces me senté y empecé a componer de vuelta, a sacar ideas, hasta que de repente me di cuenta que había hecho un montón de canciones. Agarré 15 que me encantaron y empecé a perfeccionarlos y arreglarlos”.
En noviembre de 2011, Vidal se juntó con el baterista del grupo,Marcos Fernández e iniciaron a ensayar los temas que compondrían el próximo disco. “Comenzamos a sacar la rítmica de los temas, el groove. Yo ya tenía una idea de cómo iba a encarar cada tema, si iba a ser soulero, rockero o más íntimo. Cuando me junté a ensayar con él, se terminó de cerrar la onda que iba a tener cada canción”, cuenta Vidal. Ya con las baterías grabadas, pasaron inmediatamente a grabar el resto de los instrumentos: pianos, guitarras (“Tenía la intención de usar la cantidad mínima indispensable de guitarras para este disco, para que hubiese lugar para otros instrumentos”, confiesa el músico), cuerdas, vientos y bajos, que terminaron de configurar el maquillaje sonoro de América.
Las voces fueron lo último en grabarse, porque hasta ese momento se había mantenido la particular metodología de composición de Vidal de cantar un idioma inventado, “una mezcla de inglés y español sin sentido”, en el lugar de la melodía vocal. Explica el líder de La Perla:“Todavía faltaban las letras. Había una que otra, pero hasta la mitad. Entonces, hubo un mes y medio de hacer letras nada más”.
Sin embargo, no hubo improvisación en cuanto al plano estrictamente lírico. “Los temas ya tenían títulos, a pesar de no tener letras”, afirma Vidal. “Al tener los títulos, tenía también una idea de lo que iba a tratar cada letra, aunque no estaba el desarrollo. Laburaba con varias en simultáneo, agarraba una, seguía con otra. Entonces por eso me parece que todos terminan formando una único gran relato”. En este proceso de escritura, aparecen también referencias intertextuales, como se puede apreciar en el segundo track deAmerica, Nosotros los monos, que cita el título de una película argentina de los 70’s del mismo nombre.
América es, a grandes rasgos, un disco conceptual. Desde lo musical, el pop suntuoso, orquestado, lleno de idas y vueltas, cambios de tiempo y ritmos y estructuras impredecibles es la moneda corriente que circula por la mayor parte del álbum, salvo el breve track instrumental, Descanso  vs. El amor de las ninfas, en la que, mediante un órgano y un moog deforme, autocitan un fragmento de la melodía de Descanso, tema de cierre de Rafael. “El silencio es acción” canta Vidal en Nosotros los monos, y justamente el silencio es una parte importante del álbum, mediando entre varios pasajes de una misma canción. Al respecto a este punto, cuenta el músico: “El silencio también es música. Ahí también aparecen ansiedades, tensiones, y para mí no es algo que se use mucho en la música actual en general”.
Los muchachos de La Perla Irregular ya están pensando en llevar la majestuosidad sonora de América al vivo, con formación de banda de rock acompañada por un cuarteto de cuerdas y un trío de vientos. Saben que no será nada fácil, pero la decisión ya está firmemente tomada: “Estamos pensando en hacer los primeros shows en diciembre, pero lo más probable es que comencemos en marzo del año que viene. La intención es realizar pocos recitales, largos, con esa cosa más barroca, más suntuosa”.
Aparte de lo musical, América es un disco con una fuerte impronta conceptual desde el ámbito temático. “Para mí, América es un espacio construido que significa lo barroco”, amplía Vidal. “El exceso de emociones, de sensaciones, de ideas, todas entrecruzadas y en choque, en una crisis constante que genera múltiples sentidos. Lo americano es eso, se construye desde muchos lados. Los inmigrantes, los que ya estaban acá, lo popular, lo intelectual… está todo en choque, como en un ring. Pero también es un lugar donde todos estamos contenidos y formamos un gran colectivo. Donde, más allá de tener puntos de vistas diferentes, también podemos convivir. Una especie de caos organizado”.
En América, esa “especie de caos organizado” que describe Vidal también puede oírse cristalinamente, donde la instrumentación suculenta da lugar a numerosos sonidos en constante riña, pero, a la vez, construyendo un producto orgánico, aunque desafiante y difícil de aprehender. Lo cual, según Vidal, era la intención: “Quería que se combata lo redundante, lo obvio, solamente por el hecho de jugar, de divertirme a la hora de componer y de generar una identidad de la obra. Siempre tuve la idea, al empezar a hacer este disco, de que América iba a ser un cierre de una etapa de los cuatro discos de La Perla, y en el que se sintetiza lo que hicimos en los tres trabajos anteriores, exponenciado, llevado al extremo. Por la cantidad de capas que se van superponiendo, creo que es el más barroco de todos: el más cargado, el más difícil de digerir”.
Y así uno lo puede confirmar escuchando el flamante cuarto disco deLa Perla Irregular: en una hora de duración, la banda expone sus conocidas obsesiones musicales hasta su frontera máxima, dejando un álbum que requiere de varias escuchas para aferrar cada instante que transcurre en él. El esfuerzo no será en vano: América está, sin lugar a dudas, entre los lanzamientos imperdibles del año en el rock independiente nacional.
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Duración total del disco: 63 minutos // Cantidad de temas: 15.
Puntaje: 7 // Temón: Ella te ama (la mujer nueva).
Link: La perla es el camino.
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discos2012 · 13 years ago
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Soltero - 1943
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Oriundos de: Boston, USA.
Rockean desde: 2001.
Otros Discos: Science Will Figure You Out (2001), Defrocked And Kicking The Habit (2003), The Tongues You Have Tied (2004), Hell Train (2005), You're No Dream (2008).
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El disco en 968 caracteres:
Y bueno, la verdad que estoy con mil cosas y se me complico postear en este blog que supo ser lindo. Planeo revivirlo lentamente y postear al menos un disco por semana hasta que finalice (si las precicciones mayas nos dejan) el año y me pareció inteligente (y marketinero, obvio) retomar estos posteos con un disco de mi sello: Cincope Records.
El disco que les traigo hoy se trata del sexto disco de la carrera de Soltero, el proyecto de Tim Howard el arquero de la seleccion de Estados Unidos (?) un cantautor que actualmente reside en Brooklyn y la debe estar pasando bomba con el huracán Sandy.
Si bien el proyecto tuvo diversas formaciones como quintetos, cuartetos y hasta dúos acústicos en este disco se escucha un folk muy bello y simple lleno de hermosas melodias y algunas letras que juegan brevemente con el español ya que Tim lo habla perfecto.
Se los recomiendo, asi lo van conociendo y después me entregan todo su puto dinero lo compran, lindus <3.
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Duración total del disco: 39 minutos // Cantidad de temas: 12.
Puntaje: 7 // Temón: Mercenary Heart.
Link: Me auto pirateo una banda, soy un boludo (?).
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discos2012 · 13 years ago
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El Ten Eleven Transitions Fake Record Label, 2012 320 kbps. | 81 MB aprox.
¿Sabés lo que me preguntan mucho por la calle? La gente, cuando voy caminando, me intercepta, me persigue al grito pelado; viene corriendo desde la esquina y, en el peor momento de su jadeo, en el instante preciso de la hiperventilación, alcanza a musitar las por mí temidas palabras: “eh, amigo, ¿qué pasó con los discos de este año? No te gusta nada, al final”. He aquí, entonces, la explicación que intento darles. Digo intento porque obviamente nunca acabo de explicarlo, más bien me piden una moneda para la birra a los pocos minutos y se alejan tal como vinieron. Pero igualmente yo, como siempre, voy contra la corriente en un esfuerzo como los de siempre, de embolarlos a todos con una historia que no le importa a nadie pero igualmente contaré sólo porque me cabe esto de desperdiciar centimetraje. Lo que les digo es lo siguiente: vivimos en una era en la que lo que prima es la dispersión de la atención. La sobreinformación devenida del auge de internet generó que la cantidad de álbumes por año -que usualmente es inmensa- se haya acrecentado diametralmente. Esto tiene un efecto dual: por un lado, favorece el surgimiento de nuevas propuestas, de bandas jóvenes a las que antes les costaba muchísimo editar un disco y que hoy sólo tienen que grabarlo y luego subirlo a internet para, con la posterior autopublicidad (otro mal de nuestros tiempos de redes sociales donde todos son su propio agente de prensa) facilitarse la atención de un público cada vez más ávido de cosas, cosas y más cosas con que llenar su tiempo, su ocio, su mente. Pero por el otro, causa que cada vez sea más difícil prestarle la atención individual que merece cada disco nuevo que llega a nuestros oídos, simplemente porque son muchísimos y no alcanza el tiempo para todos ellos. Antes, cuando la red de redes no nos plagaba de material, de nuevas bandas a las que hay que escuchar y de discos que son recomendados por una parva de medios online con loas que sugieren que allí está la gran revolución de nuestros tiempos, solíamos tomarnos el tiempo de bucear entre viejas historias y cada tanto aparecía una nueva por contar, a la que (claro) le tomábamos cariño y la extrapolábamos a nuestro contexto. He allí el mal de hoy: no sólo tenemos una superpoblación de bandas y discos novedosos traídos por blogs ad hoc, sino que cada uno de ellos es traído a nuestras vidas como la revolución por venir. Las carreras de los grupos, a la manera de lo que ocurre con las páginas de internet que miramos y luego cerramos con la poca atención que merecen si las comparamos con, digamos, un clásico de la literatura, son cada vez más efímeras y, como la uróboros, terminan mordiendo su propia cola. Somos testigos de la génesis, el cénit, el declive y el final de decenas, sino cientos de bandas que aparecen como una bellísima estrella fugaz y mueren implosionando sobre la propia imagen que de ellos han creado los medios que en busca de los salvadores del rock (como si el rock necesitara salvadores…) incendian pibes como DT de club grande en crisis. Puesto así parece un panorama extremadamente aciago, ¿verdad? Bueno, de alguna manera lo es. Lo es porque esta década no ha logrado hallar el centro, a contramano de lo que pasó incluso en la pasada, en la que -por más dudas que tengamos sobre la valía de las propuestas de tipos como los Strokes o los White Stripes, que sabemos que no inventaron nada- existieron pequeños faros de dirección que nos guiaban hacia otras propuestas adyacentes (por sello, por género, por afinidad) hacia el descubrimiento de alguna que otra bandita que nos agradara, al menos hasta que se aburrieran de lo que hacían y desaparecieran inexorablemente. Efectivamente, amigos, estoy reivindicando la existencia de las superestrellas, los símbolos de una era. ¿Qué hubiese sido de los ‘60 sin Dylan y los Beatles, de los ‘70 sin Zeppelin y los Stones, de los ‘80 sin… Qué hubiese sido de los ‘60 y los ‘70? (?) Esos tipos, guste o no, marcaban tendencia y ayudaban a otros artistas a vehiculizar sus intenciones, las que quizás todavía no habían definido bien, hacia un mejor lugar. Fíjense la carrera de los Byrds, quienes evolucionaron de las hermosas versiones del gran Bob de sus inicios a la psicodelia inducida por los Fab Four para desde allí construir una carrera en su propia grandeza, y verán a lo que me refiero. Porque además, ya no apelando a trayectorias individuales, estos grandes nombres que mencioné funcionaron como un gran termómetro colectivo, un -en las palabras del evangelio según Mateo (!)- segni dei tempi (señal de los tiempos) un parangón a través del cual se comprende toda una era por su estética, ética y obra artística. Gracias, entonces, a la existencia de esos antecedentes, es que cualquiera que se interese por la música de una era puede rápidamente darse a la identificación de sus antecedentes (tan rápido, claro, como se pueda antes de incurrir en una profundización) y eso no es poco. Las imágenes icónicas, que se suman a la música, son piezas fundamentales de la historia ya no sólo de las artes sino del mundo. Quizás estamos siendo algo injustos con la música de nuestros días, eso es algo atendible. No es lo mismo tener sobre sí cuarenta años de historia que apenas diez. Pero, ¿no debería aquello darle una ventaja a las bandas de hoy? Allí es donde entra a tallar otro componente en este intríngulis (?). ¿Por qué recordamos tanto los discos de los ‘60 y ‘70 y olvidamos tan rápidamente los de nuestro tiempo? Bueno, parece que nosotros también somos una uróboros, pues la extensión de nuestro argumento nos trajo nuevamente hacia el principio: porque tenemos una sobreexigencia de nuestra atención y de nuestra memoria, que sin un eje direccional no sabe hacia dónde disparar. Todos sabemos que el exceso de libertad, el libertinaje, es tan malo como su ausencia, y he allí el punto, el quid de la cuestión. ¿Qué hacer, entonces, respecto a esta situación aciaga? Curiosamente, la situación parece ser similar a la que vivimos cuando vamos a una disquería (los que todavía vamos) a elegir álbumes por sus portadas -o los nombres de la banda o el disco o las canciones, o similares factores aleatorios- antes que por sus contenidos: confiar en nuestros sentidos, en lo que nos genera cierto material antes de que en lo que nos digan respecto a ello. No existe la necesidad de ser omnisciente, de conocerlo todo. Basta con aventurarse a conocer de entre lo mucho que hay y tomar la (hoy corajuda) decisión individual y personal de elegir lo que más nos gusta y quedarnos, desde hoy y para siempre, con ello. Por eso hoy les presentaré, a contramano de lo que los medios les cuentan, un disco que me gustó mucho a mí de entre los miles que salieron en este 2012. Pueden tomar mi recomendación o no, ese es el libre albedrío, pero sepan que este camino -el de decidir qué es lo mejor de lo de hoy- es uno que tienen que tomar ustedes mismos, sin dejarse guiar por nada ni por nadie. Tengan conciencia de la naturaleza efímera de las obras que se producen en nuestros días y decidan de entre ellas lo que quieran eternizar como suyo. Eso es lo único que puedo sugerirles. ¿Ven por qué la gente en la calle se va aburrida antes de que termine de hablar? (?)
En fin, antes de comenzar a recorrer la historia que nos convoca, se impone un descargo. La semana pasada, en la misma columna que hoy (o sea, el mismo día) les presenté un álbum que, además de ser una joya y un mojón en esto de la violencia sónica, es una de las grabaciones claves de un género (mal) llamado math rock. En aquella ocasión, que pueden revisar apenas mirando un par de posts atrás, les conté que esa etiqueta refería a un manejo particular de los tempos y las rítmicas, de los cortes y los riffs, en canciones mayormente instrumentales. También les dije, y a esto quería llegar, que aquel nombre es bastante despreciado especialmente en el ámbito de las bandas que son incluidas caprichosamente en el género. Sucede que suena, casi, a una cargada, un chiste, hablar de quienes tocan sus instrumentos atendiendo a estas particularidades como si fuesen nerds, sólo estudiosos de ritmos sin noción alguna de musicalidad. Por eso, esta gente detesta que se los llame así, y con toda justicia. Bueno, les menciono esto porque precisamente los muchachos que forman la banda que hoy nos ocupa son unos de estos que reniegan de la etiqueta activamente, aunque sus trabajos puedan ponerse en esa clasificación si se los analiza algo detenidamente. Así que sepan hoy que hablaremos de lo que antes se llamaba math rock, una movida a la que hoy denominaremos rock experimental. Pero a no creer que lo que les traemos es un clon de Hella, no mis amigos. La banda que nos ocupa en este momento es un exponente más del amplio mundo de la música que se hace sin pensar en límites o fronteras más que para tratar de manipularlas en pos de favorecer la innovación. Se trata de un propósito loable, por supuesto, y que los lleva por una cantidad de caminos muy bifurcados incluso entre los que se pueden enmarcar en un mismo género. La historia del grupo que descubriremos juntos hoy comienza hace menos de diez años, en 2003, en la popular y populosa ciudad de Los Angeles, California. El bajista Kristian Dunn, angelino que había tocado en los ‘90 en una popular banda indie llamada Inch, conoció al baterista Tim Fogarty a través de un grupo que era parte de la lista de artistas de Ultimatum Records, discográfica para la que estaba trabajando a comienzos de la década pasada. Esa banda se llamaba The Incredible Moses Leroy, y Fogarty había llegado a ella después de mudarse desde Pittsburgh a Los Angeles en 1997. En este grupo, que tuvo que rebautizarse como The Soft Lightes (y aún hoy sigue activo), Tim y Kristian comenzaron a cultivar una gran amistad a través de la cual compartieron su afición por la música electrónica y sus variantes más experimentales, gusto que pudieron darse, en un principio, en un proyecto paralelo de cuarteto con dos bateristas que no prosperó. Allí sí, a la manera de Hella, se dieron cuenta de que quizás no tendrían la aceptación de otros músicos y decidieron armar una banda (o dúo, mejor dicho) propia. Esa banda se cristalizó, como decíamos, en 2003 y le pusieron, como una humorada, El Ten Eleven, nombre que tomaron del avión Lockheed L-1011. Allí, Dunn colaboraría con un instrumento peculiar -una guitarra de doble cuello que incluye un bajo- una Carvin modelo 1977 y Fogarty traería una mezcla de equipamiento que incluye baterías electrónicas y acústicas. A partir de esta mixtura tan particular, la música de El Ten Eleven se percibe más orgánica que la de algunos exponentes electrónicos del math rock (Tortoise, por caso) y también expansiva, etérea, sumando también un componente melódico del que muchos grupos, más concentrados en la fase experimental, carecen. Esto los hace particularmente atractivos tanto para quienes gustan de lo más aventurado y arrojadizo como para aquellos que prefieren el buen gusto melódico y la simpleza de un instrumental bien tocado. Ah, claro, porque eso me faltó decirles: se trata de un grupo instrumental en el que los sintetizadores (tocados por Fogarty) y las baterías electrónicas toman la posta por las letras y las voces, acarreando gran parte del peso del formato canción y permitiendo en el ínterin el vuelo del resto de los (pocos) componentes del tema. Se trata de una propuesta arriesgada, difícil de catalogar por sus reminiscencias de synthpop ochentoso y ambient, que estos pibes han ido perfeccionando disco a disco. Su primer lanzamiento, ampliamente laudado en su momento por la prensa especializada, se dio en 2004 por el sello que ellos mismos armaron para que su música llegara sin intermediarios a quienes quisieran escucharla, Fake Record Label, y se llamó como el grupo, El Ten Eleven. Elogiado por su minimalismo y su musicalidad, este álbum dio camino a una mayor exposición para el dúo que comenzó, lenta pero progresivamente, a salir de su Los Angeles natal hacia nuevos destinos y nuevas aventuras. La más importante de ellas se dio en 2007 cuando a partir de la invitación del director Gary Hustwit, Kristian Dunn compuso la música del interesante documental sobre la historia de la tipografía Helvetica y, claro, trajo a su amigo Tim para completar el soundtrack. A partir de esta particular misión, El Ten Eleven prohijaría su segundo álbum, Every Direction Is North, también en 2007. Con un enfoque mayor en las texturas ambientales, este álbum multiplicó la paleta sonora del dúo de una manera que se vio capitalmente lograda en su tercer disco These Promises Are Being Videotaped, que salió al año siguiente. Expansivo, viajero y etéreo, se trata del mejor álbum de El Ten Eleven hasta la fecha, al menos hasta antes de que lleguemos a lo que queremos mostrarles. Antes de esto, vale mencionar que en 2010, dos años después, salió It’s Still Like A Secret, interesante álbum de transición. Y la transición fue hacia aquí, hacia un disco que precisamente se llama Transitions y que se editó el 2 de octubre de este año. Pletórico de bellas melodías, Transitions es un compendio de todo lo mejor que puede hacer El Ten Eleven, con ese peso melódico sumado a una interesante experimentalidad rítmica a causa de esta mezcla entre las baterías electrónicas y las acústicas, tocadas con sutil y veloz magistralidad. Resulta llamativamente agradable que el dúo no caiga en la obviedad de la jactancia del virtuosismo para rellenar su sonido sino que opte por el minimalismo, por la sencillez del sonido generando así capas de climática belleza, paisajes de ensueño y melodías llevaderas que no nos hunden en un miasma experimental sino que nos enganchan inconscientemente y nos llevan adelante en un viaje rico en texturas.
Aventúrense, entonces, para llegar a contener al menos algo de lo mucho efímero con lo que nos cruzamos en nuestros días.
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