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Estaba un poco confusa, no entendía bien por qué tenían que ir andando, o bueno, ella sobre su espalda... Pero le pareció divertido y decidió que quizá era una buena idea. Se subió a su espalda tras un saltito, rodeando su cuello con los brazos y aferrándose con las piernas en la cintura. Le dio un pequeño beso en el cuello y rió.-- ¿A dónde me llevas, señorito? Mira que puedo chillar y decir que me están secuestrando... --bromeó, entre risas, mirando al frente conforme su novio comenzaba a caminar.

Le daba realmente igual a dónde fueran, ella sólo quería estar junto a él, pasar cada minuto a su lado, sentirse feliz y amada... Le necesitaba más que el respirar, y sabía que esa noche sería suya de cualquier manera, no importaba cómo, por qué o en qué lugar, sólo ellos dos, uno junto al otro.-- Te amo, Dean.

Be mine tonight.

Las palabras de la rubia le hicieron sonreír de oreja a oreja, sabía que era algo de lo que no se arrepentiría jamás. Se sentía novato en esto de hacer el amor, ya que lo único que había tenido en su vida era sexo, pero sabía que debía hacerlo con ella y sólo con ella. 

La limusina los estaba esperando fuera, pero Dean sabía muy bien que si subían terminarían haciéndolo allí; por eso le hizo señas al chófer de que podía irse. Miró a su novia con una mirada de niño pequeño y hablo:— Sube a mi espalda.— le ordenó, entre risas. La llevaría a ese lugar que tanto amaba, no le importaba cuanto tuviera que caminar, era el lugar perfecto.

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--Suspiró con pesadez y trató de tranquilizarse para no llorar, bajando la vista y logrando calmarse ligeramente, de forma que no lloró, o al menos eso intentó. Escuchó sus palabras y encogió los hombros, volviendo a observarle.-- Está bien, Dean... Te amo, ya lo sabes... --se puso en pie cuando él le indicó que lo hiciera, confundida y sin saber muy bien qué es lo que pretendía, pero no se iba a quedar esperando. Caminó hasta la salida, observando de reojo cómo dejaba aquel montón de billetes en la mesa y rápidamente la camarera de antes iba a por ello como una loba. 

Cuando ya estaban saliendo por la puerta, sintió cómo mordisqueaba el lóbulo de su oreja, escuchando el comentario seductor que susurró en su oído. Un notorio sonrojo asomó sus mejillas y le observó fijamente, colorada y muy pero que muy avergonzada. Tragó saliva y se relamió los labios, sintiendo cómo le temblaban las piernas de sólo imaginarlo.-- ¿T-tuya...? V-vale... --la verdad es que le atraía mucho la idea, y ya estaba deseando que él la tomara en su posesión. Sonrió algo tímida y se aferró a la mano de él.-- Quiero hacerlo ya contigo...

Be mine tonight.

Mordió su labio con fuerza, intentando contener las lágrimas de sus ojos. Notó las pequeñas gotas que amenazaban con escapar de los ojos de la rubia. No quería verla llorar, o él comenzaría a hacer lo mismo. En cuanto ella acercó su mano él no dudo en tomarla firmemente, quedándose anonado con su sonrisa por unos segundos. ¿Existía mujer más perfecta que ella? Claro que no, ella era única e inigualable.

Tragó saliva al oír como ese pero se asomaba por su boca. Ella tenía todo el derecho en no volver a confiar en su palabra, de hecho ya ni él confiaba en sus promesas. No pudo evitar soltar una pequeña risa, el hecho de que ella pensara así le parecía absurdo. —¿Crees que no eres lo suficiente mujer para mi?— cuestionó, volviendo a reír. —Néeka, es todo lo contrario. Yo no soy suficientemente hombre para alguien como tú. Tan sólo mira todos los errores que cometí desde que te conocí y aún así me perdonaste.. a veces ni siquiera entiendo por qué me sigues amando.— sonrió. —Estuve con muchas mujeres en mi vida, no te mentiré, pero ellas no te llegan ni a los talones. Una persona como Glimmer.. sólo busca diversión, algo de una noche. En cambio tú..— suspiró, sin borrar la sonrisa en su rostro. Le amaba, le amaba con la vida, con cada fibra de su ser.— ..me esperaste. Pudiste haber estado con cualquiera, sin embargo me esperaste.

Se separó de su agarre para levantarse de su asiento, haciendo una seña con su rostro para que ella también lo hiciera. No se detuvo a pagar la comida, ya lo había hecho con la reserva. Dejó un rollo de billetes en la mesa, para recompensar los daños causados previamente y caminó junto a Néeka hacia la entrada. Antes de llegar a la puerta se acercó a su oído y susurro—: Me atraes cariño y mucho. Esta noche serás mía, más que nunca, no te atrevas a cuestionarlo.— mordió el lóbulo de su oreja y sonrió mordiendo su labio, para dirigir la vista hacia adelante nuevamente.

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No, estoy bien, no necesito hospitales, tranquilo... --le dijo con una pequeña sonrisa para que no se preocupara. Continuó dando pequeños toques con el hielo envuelto en aquel pañuelo sobre la herida de su boca que estaba ligeramente enrojecida pero por suerte no se estaba hinchando demasiado. Miró entonces a su novio, escuchando sus palabras de consuelo y tratando de disculparse, con aquella mueca de arrepentimiento que tocó lentamente su corazón enamorado.

Se mantuvo en silencio, dejándole hablar y explicarse con detalle, pues realmente no podía molestarse con él, le amaba demasiado, pero aún así seguía ese resquemor, esa duda de si volvería a serle infiel con otra mujer que no fuese ella. Al sentir cómo estaba apunto de romper a llorar, le tomó de la mano, dedicándole una pequeña sonrisa.-- Yo... Confío en ti, Dean. Es sólo que... --tragó saliva, sin saber muy bien cómo explicarse.-- Bueno, lo cierto es que desde lo de Glimmer no estoy segura de si volverás a serme infiel, a veces pienso que no soy suficiente para ti, pues te acostaste con ella y seguramente con muchas otras chicas, y yo sin embargo sigo siendo... pura. --se mordió con fuerza el labio inferior y le dio un ligero pinchazo por la herida, a lo que dejó de mordérselo e hizo una mueca, acariciándose la herida del labio inferior.-- Yo también te amo, Dean, te amo como jamás amé a nadie, pero de veras creo que no te atraigo lo suficiente, no sé, no veo que quieras... tocarme. O no sé... Quizá sólo son cosas mías, pero no sé, soy una virgen inexperta en ésto de las relaciones y el amor. --se explicó con una dulce sonrisa adornando sus comisuras, llevando una mano a la mejilla de él. Le amaba, y jamás le dejaría por nada ni por nadie.-- Y también amo a tu hijo, que es como si fuera mio.

Be mine tonight.

—¿Segura que estás bien? Podríamos ir al hospital, si quieres.— Sugirió, aún con una mueca de preocupación en el rostro, mezclada con tristeza. Estaba enojado consigo mismo, sabía que todo el asunto había sido su culpa. ¿Por qué seguía lastimando a todo el mundo? ¿Que no había aprendido de su error? Si no fuera por toda esa gente alrededor, ya se hubiera dado la cabeza contra la pared.

Se giró una vez más para ver a donde se dirigían los ojos de su novia, cuando notó que el moreno seguía allí parado. Lo fulminó con la mirada, demostrándole que el era un hombre de palabra y cumplía sus promesas.. o la mayoría de ellas. La camarera a la que le había echado el ojo previamente se acercó y el le mostró una sonrisa en cuanto ella le cedió un pañuelo con hielo. En verdad era muy bonita, pero no se comparaba con la felicidad que le causaba despertarse al lado de Néeka cada mañana. No le importaba el hecho de que estuviera despeinada y sin maquillar, de que estuviera molesta o de que él tenía que preparar el desayuno varias veces a la semana, eso era su felicidad. Su familia, extraña, pero al fin y al cabo era su familia.

Ayudó a la rubia a ponerse en pie, mientras se dirigían nuevamente a sus asientos. Le llamó la atención el enojo que mostraba su mirada, pero le pareció normal el hecho de que lo estuviera odiando en ese preciso momento. Sin embargo, la pregunta que le formuló lo dejó completamente atónito. ¿Acaso lo había notado? Claro que lo había notado. Entonces si lo había notado, ¿había sido ella la que estaba sonriéndose con el moreno? Ambos habían recibido un golpe inapropiado por su culpa. Se sentía terriblemente mal, era absolutamente su culpa. En cuanto pudo recobrar el aliento, intento responder. —Néeka yo.. no.. no fue mi intención. Tú sabes que sólo tengo ojos para ti y que ya no soy el mismo chiquillo inmaduro de antes. Sabes que no te engañaría ni en un millón de años. — Observó atentamente esos ojos azules que se asemejaban al océano. Quería que en verdad entendiera que sólo la amaba a ella y esta noche estaba dispuesto a demostrarlo con acciones. —¿verdad?— cuestionó una vez más. Realmente necesitaba saber si ella confiaba plenamente en el. —Yo.. te amo.— pronunció con el tono más sincero que pudo.

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Continuó acariciándose la herida del labio, relamiéndose de vez en cuando, notando el ferroso sabor a sangre. Observó cómo su novio se acercaba a ella preocupada, dedicándole una sonrisa para que se calmara.-- Estoy bien, Dean, no es nada... de verdad. Sólo una pequeña herida, se me curará con un poco de hielo, no te preocupes. 

--Inmediatamente después sus ojos azules se desviaron al moreno que intentó alejarse pero que, por culpa de la amenaza del rubio, tuvo que alejarse junto con su hermano. Ambos se fueron y un par de camareros se acercaron preocupados, una de las camareras, justo la que había tonteado con su novio antes, le traía un paño con un par de hielos.-- Gracias... --murmuró a regañadientes Néeka, en lo que se ponía en pie con ayuda de Dean. 

Se colocó el paño con hielo en el labio y un pequeño quejido salió de sus labios cuando sintió el frío rozar su piel, le hacía un poco de daño, pero al menos le ayudaba. Caminó junto al rubio hasta su mesa, sentándose en la silla de nuevo. -- ¿Seguimos cenando? --preguntó, mirando a Dean algo molesta.-- ¿O prefieres seguir mirando a la camarera? Porque en ese caso puedo irme y dejaros a solas. --le echó un rápido vistazo a la chica, la cual se había ido ya y no escuchó nada, pues tenía que servir otras mesas.--

Be mine tonight.

No le dio ni la más mínima importancia al hecho de que su novia le estuviera tironeando del brazo, la rabia de los celos lo había consumido de tal manera que ni siquiera podía oírla. El hermano del ‘estúpido’ ,como el lo llamaba, se levantó de su asiento y lo empujo, gritando varios insultos al azar. Dean no se quedó atrás y liberó todo el repertorio de insultos que tenía guardados desde el día del accidente de su hermana. Los ojos del hombre le recordaban a los de su padre, lo que lo ponía aún más furioso; las ganas de dejarlo inconsciente crecían cada vez más.

Un grito agudo lo hizo reaccionar, se trataba de la mujer que más amaba en el mundo. Notó como esta se llevaba la mano al labio, cubierta de sangre. La mueca de dolor en su rostro le lastimaba muchísimo, como si el golpe le hubiera dado a el. En ese momento olvidó todo el asunto con el muchacho de ojos verdes, sólo le interesaba saber como estaba su mujer. Se acercó a ella, poniéndose de cuclillas sobre el suelo. —Mi amor, estás bien?— le preguntó, tratando de quitar su mano para poder inspeccionar su labio morado. 

El morocho se quiso acercar también a ver como se encontraba Néeka, pero en cuanto hizo un paso Dean se paró y lo frenó, tomándolo por la camisa. —Vete de aquí ahora, o juro por Dios que te mataré.— El chico sólo asintió asustado, y se alejó pagando la cuenta antes de abandonar el restaurante.

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--Inmediatamente apartó la mirada en cuanto observó a Dean levantarse bruscamente del asiento e ir hasta donde estaba el joven al que segundos antes miraba y sonreía. ¿Pero qué estaba haciendo? Cuando le tomó de la camisa y le chilló aquello, se levantó rápidamente y se acercó hasta tomarle del brazo, tirando de él.-- ¡Basta, Dean, para ya! ¡No estaba haciendo nada malo, sólo nos miraamos! ¡Tranquilízate por favor! --exclamó, asustada, en lo que observaba cómo todo el mundo les miraba.

El hombre que estaba sentado al lado del chico de ojos verdes se puso en pie y empujó a Dean para que se apartara. Era su hermano mayor, por lo que parecía. Le gritó varios insultos, y el chico de ojos verdes se acercó con intención de golpear a Dean en la cara de un puñetazo, pero Néeka se adelantó y se interpuso.-- ¡NO! --chilló, sin embargo justo el puñetazo que iba para el rostro de Dean acabó dando en la cara a la rubia, tirándola al suelo de inmediato por la fuerza. Néeka se quedó en el suelo, llevándose una mano a la mejilla, notando cómo le sangraba ligeramente el labio. El hombre intentó acercarse a ella, disculpándose realmente arrepentido, pero su hermano mayor le alejó, queriendo irse de allí.--

Be mine tonight.

—Despegó su mirada del trasero de la chica y observó como Néeka sonreía. Iba a sonreirle nuevamente, pero al prestar más atención notó que su mirada no se dirigía a él, si no a un idiota de ojos verdes. ¿Por qué le miraba a él? Y no sólo le miraba, ¡también le sonreía! Y no sólo le sonreía, ¡el también le sonreía a ella y la hacía sonrojarse! Invadido por los celos, se levantó de su asiento bruscamente y se acercó a el muchacho.

Le importó un comino el hecho de que estuviera acompañado por otro hombre, o si estaba arruinando la velada de las demás personas presentes, en ese momento lo único que quería era romper sus perfectos dientes de un golpe. ¿Quien se creía para andar coqueteando con su novia? Sólo el podía mirarla de esa manera, es más, de seguro el muy pervertido la estaba desvistiendo con la mirada. Lo tomó de la camisa y lo levantó de su asiento con suma violencia. — ¿Tienes algún maldito problema con mi novia que la miras tanto? —Le preguntó, escupiendo las palabras con odio y remarcando el mi.—

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--Estaba tranquilamente leyendo el menú, pero levantó un instante la vista de la hoja y observó perfectamente cómo el rubio miraba de reojo el trasero de la camarera. Aquello le hizo fruncir el ceño, molesta. ¿Por qué tenía que mirarla? ¡Si la tenía a ella! Furiosa y molesta, volvió a meter las narices en el menú, alzando la vista de vez en cuando por el filo del menú para comprobar que él seguía mirando a la camarera, y así era. ¡Pero bueno! ¿Cómo se atrevía? Y encima delante suya... Pues bien, ella haría lo mismo.

Algo tímida, sin saber muy bien cómo hacerlo, alzó el rostro y lo ladeó buscando con la mirada a un joven interesante al que poder observar y demostrarle a Dean lo que molestaba que le pagaran con su misma moneda. En un principio no encontraba a nadie que le atrajese lo suficiente, pero finalmente encontró a un joven que comía junto a uno más mayor, parecía ser su jefe, su padre o puede que su hermano mayor. Era moreno de ojos verdes, y cuando la rubia puso sus ojos en él, el chico le dedicó una seductora sonrisa, mostrando así una hilera de perfectos dientes blanquecinos. Néeka se sonrojó al instante y bajó un poco la mirada, con una pequeña y tímida sonrisa en su rostro.--

Be mine tonight.

Comenzó a revisar el menú al igual que lo hacía su novia, y no pudo evitar soltar una carcajada cuando hizo semejante pregunta. Levantó la mirada y con una cálida sonrisa le contestó. —Puedes pedir todo lo que te entré en tu pequeño estómago, al fin y al cabo es tu noche.— Le sonrió una vez más y dirigió sus ojos azules al menú nuevamente. — Yo.. pediré lo mismo que ella. — dijo, indeciso. — Y quiero una botella de su mejor vino tinto.— 

Apoyó la carta sobre la mesa, y la rubia se encargó de entregarselos a la candente camarera. Sabía que no debía, pero no se resistió a mirar, por una milésima de segundo, la pequeña falda que traía . Era hombre, tenía necesidades.

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--Tomó su mano y caminó junto a él hasta el interior del restaurante, percatándose de las diversas miradas que les echaban algunos hombres a la rubia, y unas cuantas mujeres a Dean. Néeka, algo sonrojada, se sentó en la mesa junto a su novio y esperó hasta que les ofrecieron los menú, percatándose de la sonrisa que le echaba al rubio, por lo que frunció el ceño algo molesta.

Comenzó a hojear la lista y al escuchar su pregunta, alzó sus ojos azules de la hoja para sonreírle.-- Creo que pediré unos Spaguetti a la carbonara y de segundo un bistec, puedo, ¿no? --inquirió con una mueca en los labios. Néeka era una mujer que no se cortaba a la hora de comer, no era tan presumida como otras.-- Pero ya estoy deseando que llegue el postre y aún no hemos empezado a comer. --rió divertida y le entregó los menú a la camarera que aún le lanzaba miraditas seductoras a Dean.--

Be mine tonight.

Salió del auto detrás de su novia, poniendo una sonrisa en su rostro. Caminó a la par suya, entrelazando su mano con la suya. Llegaron hasta la puerta del restaurante, donde Dean habló con un hombre quien los guió hasta su mesa. Como un buen caballero, le corrió la silla a su chica para que pudiera sentarse y luego se acomodó en la que estaba en frente a ella. 

Una mujer se les acercó y les entregó los menús para luego marcharse, sin antes dedicarle una sonrisa al chico. Él se limitó a sonreír falsamente por cortesía, la única mujer que le importaba esa, y todas las noches, era la que lo acompañaba. —¿Que pedirás?— preguntó para romper el silencio. 

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--Se mantuvo confundida cuando se separó de sus labios al decir aquello. Pero... ¿qué sucedía? ¿Acaso no la deseaba? Hizo una pequeña mueca de desagrado, pero después le sonrió, asintiendo y sentándose nuevamente en su lugar.-- Todo está bien, no te preocupes. --comentó, y agradeció el ser una buena actriz para fingir ese tipo de cosas. En realidad se había deprimido, quizá es que no era atractiva para los hombres, ni siquiera para su propio novio... Recordó la primera vez que estuvo apunto de perder la virginidad con su ex novio muerto... Pero no sucedió. ¿Le pasaría lo mismo con Dean? Rezó porque no fuera así. 

De pronto abrieron la puerta y la rubia le dedicó una sonrisa al chófer, extendiendo su mano hacia la chica. Néeka tomó la mano del hombre y salió con cuidado del auto, esperando a un lado a que su novio la acompañara.--

Be mine tonight.

Sus labios, sus besos, su cuerpo.. todo era una adicción para Dean, una adicción que no podría dejar jamás. Dejó la copa a un lado como pudo y bajo las manos hasta su cadera, haciendo pequeñas caricias en ella. Sus hormonas estaban al tope en ese momento, sin embargo, se controlo. —Néeka..no.-- dijo entre suspiros. —Aquí no.— Por lo que sabía, la chica aún era virgen y no le parecía justo sacarle su inocencia así.  —Nos pueden ver.— Puras mentiras. No era la primera vez que el lo hacía en un auto, o en un lugar que lo pudieran ver, pero le pareció poco romántico que lo hicieran en un vehículo. Quería que fuera un encuentro íntimo, algo que valiera la pena, que no olvidaría jamás. Por primera vez en su vida no quería tener sexo.. quería hacer el amor.

Se separó de ella un tanto nervioso, no quería hacerla sentir incómoda, pero dentro suyo sentía que lo había hecho. Luego de unos minutos, en los que se mantuvo en silencio, la limusina estacionó y el chofer bajó a abrirles la puerta para salir.

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--Mientras el rubio servía las copas de champagne, ella continuó contemplando todo con lujo detalles, hasta que le escuchó. Se giró y le dedicó una amplia sonrisa, acercándose para tomar su copa.-- ¿Tierna yo? Es posible... --rió alegremente ante lo que él dijo.-- Yo te amo más... --se acercó a la par que él, correspondiendo ese beso que, para sorpresa de la rubia, se hizo más apasionado, cada vez más. Su corazón latía con fuerza, muy nerviosa y sonrojada, pero no quería separarse de su boca.

Dejó la copa de champagne donde pudo, en un apoyavasos que había cerca en la limusina, y se acercó más a él, deslizando sus brazos alrededor del cuello de su novio, acercándose todo lo posible, hasta el punto de tener que quedarse de rodillas en el asiento para poder estar inclinada hacia él. No quería separarse, no ahora.--

Be mine tonight.

—Sonrió en cuanto vio a la chica tomar en sus manos la botella de champagne, y no vaciló en tomar dos copas y servir, entregando una a su amada. Le causaba gracia como inspeccionaba todo tan detenidamente, podía jurara que era su primera vez en un vehículo como ese. Decidió no molestarla y mandarle un mensaje de texto a su amiga, para ver como iban las cosas con el pequeño.

Despertó de su trance en cuanto oyó a la chica hablar.— Eres tan tierna.—Contestó enternecido.— Te amo.— Acercó sus rostro a de ella, dándole un beso mucho más poderoso que el anterior. Se acomodó como pudo contra la puerta del automóvil, sin separarse del rostro de Néeka.

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--Ella continuaba mirando alrededor del coche, hasta que su novio le abrió la puerta y le permitió entrar. Se sentó en el asiento de atrás y contempló maravillada todo a su alrededor. Tomando entre sus manos una copa y una botella de champagne, se la mostró a Dean y rió, devolviéndolo a su sitio. Luego observó el teléfono incorporado, los bombones de chocolate, el hielo, la televisión, el equipo de música... Y siguió inspeccionando detenidamente todo el vehículo en lo que éste empezaba a arrancar y a llevarles al lugar restaurante. 

Tras un buen rato de mirar todo encantada, volvió la vista al rubio.-- ¡Me encanta! Aunque sabes que, si no hubiese todo esto, y tan sólo pudiésemos tomar una pizza con un vaso de agua en mitad de la calle, yo sería feliz porque igualmente estaría contigo... --admitió, acariciando la mejilla de Dean con suma delicadeza y una tierna sonrisa adornando sus rojizos labios.--

Be mine tonight.

—¡Claro que no!— exclamo riendo. —Te ves hermosa.— Sentir sus labios sobre los de ella le hacía querer quedarse y besarla hasta el amanecer, pero, si no partían en ese momento, perderían la reserva en el restaurant. Rió una vez más al oír el comentario de la chica que lo acompañaba. — El dinero está hecho para gastarse ¿verdad?— dijo divertido.

Observó enternecido como su novia se emocionaba por el hecho de viajar en ese lujoso vehículo. El ya estaba un tanto acostumbrado a  hacerlo por su padre, pero no evito disfrutar del hecho. En realidad, era la primera vez que disfrutaba viajar en ese coche. El beso que plantó la chica sobre el fue inesperado, por lo cual le tomó unos segundos adaptarse. Duro un corto tiempo, pero le hizo feliz. En cuanto ella comenzó a limpiarle los labios, comprendió que se había manchado y rió frenéticamente. —Apuesto a que me veo grandioso con este color. Va perfecto con el color de mis ojos.— bromeó. 

Se acercó a la limusina y ,como todo un caballero, le abrió la puerta a su dama, para entrar detrás de ella. —¿Te gusta?— preguntó sonriente.

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--Soltó una pequeña risa al escucharle, negando ante lo que comentaba.-- Eres un exagerado, ¿sabes? --correspondió al fugaz beso y comenzó a caminar, acariciando la mano que estaba posada en la cintura de la chica.- - ¿Una limusina? Tú no pones reparos en gastar, ¿verdad? --miró de reojo a su novio, negando divertida.

En cuanto salieron por la puerta pudo divisar perfectamente el vehículo, a lo que abrió la boca sorprendida, acercándose rápidamente por lo que tuvo que separarse de su lado. Miró el coche emocionada, como si una niña pequeña tuviese un juguete nuevo.-- ¡Me encanta, Dean! ¡Es perfecto! -se lanzó a sus labios, dándole un poderoso beso, manchándole de carmín.-- Ay, lo siento, es la emoción del momento. --Trató de limpiarle con el pulgar el carmín sobrante de sus labios, riendo.--

Be mine tonight.

En cuanto oyó su dulce voz, giró la cabeza para admirar a su bella novia. Al verla vestida de esa manera no pudo evitar abrir la boca del asombro, se veía más bella que nunca. Apagó el televisor levantándose del sofá y camino hasta el marco de la puerta, donde la mujer más hermosa se encontraba.

—Wow…— Alcanzó a decir, aún asombrado. La tomó de la cintura sonriente, y, cuando finalmente se vio listo para articular una palabra, abrió su boca. —Te ves bellísima esta noche. Bueno, en realidad tu siempre estás hermosa, pero hoy te pasaste.— Dio un corto beso en sus labios y sonrió.— ¿Vamos? La limusina nos espera.— Guiñó un ojo y caminó hacia la puerta, con su mano sosteniendo la cintura de la chica.

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--La rubia hacía horas que se estaba arreglando, quería estar perfecta para él esa noche, sólo para los dos. No tendrían que cuidar de Kyle esa noche, y tampoco tenía ninguna audición, ni él tenía ningún ensayo. ¡Todo era perfecto! Hacía ya un par de meses que se habían mudado a vivir juntos, desde que Dean le había quitado la custodia de Kyle a Glimmer, y por fin podían ser felices, como una pareja normal, cumplir sus sueños... Su vida.

Cuando ya pensó que el peinado recogido estaba finalizado, giró sobre sus pasos y salió del baño, bajando las escaleras hasta el primer piso, intentando no tropezar con esos tacones negros. Se había puesto un vestido de color negro, ajustado a la forma del pecho, sin mangas, y con un cinturón que dejaba el vuelo del vestido suelto hasta las rodillas, muy suave y bonito. Se asomó por la puerta del salón y sonrió al verle en el sofá.-- Ya estoy, chico guapo. 

Be mine tonight.

Ya tenía todo planeado. Había contactado a una vieja amiga que vivía allí para que cuidara de Kyle por la noche, por lo cual serían solo ellos dos. Hacía tiempo ya que quería tener una verdadera cita con Néeka, pero nunca se daba la oportunidad por una razón u otra— o había una audición, o Kyle estaba molesto.. en fin, nunca había tiempo. Pero esa noche era la excepción, era la noche perfecta. Le declararía todo su amor con una cena romántica, la cual ansiaba que terminara en algo más.

Se miró en el espejo una vez más y sonrió ampliamente, soltando una risita. Para el era raro verse a si mismo tan formal, por lo cual le causaba gracia. Salió de la habitación vacía de su hijo y se acostó en el sofá a mirar televisión, mientras esperaba que su chica saliera de su habitación.

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--Se le hizo corto aquel beso, que le dejó con ganas de más. Relamió sus labios y observó sus ojos fijamente.-- Yo también te amo... --susurró, sonrojada. Sonrió al escuchar su pregunta.-- Debes hacerme tu esposa, ¿recuerdas? Ser un gran artista y yo una gran actriz...

Cafetería.

—Le besó con un poco más de pasión, pero sin dejar de lado la ternura. Al cabo de unos segundos que parecieron eternos, se separó un poco de su rostro y susurró sobre sus labios.— Te amo.—- Le dio un corto beso y finalmente se apartó.— Y ahora que.. ¿que pasará con nosotros? 

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--Al principio le pilló por sorpresa, pero poco a poco cerró los párpados y amoldó sus labios a los de él, ladeando el rostro. Correspondió a ese dulce beso, con nerviosismo, pues el corazón le latía fuertemente ante aquel cúmulo de sentimientos que había intentado esconder durante esos tres años. Él, era él y sólo él.--

Cafetería.

Rió ante su broma, pero borró su sonrisa en cuestión de segundos y se puso más serio, escuchando las palabras de la chica.— Ni yo lo he hecho. Néeka yo..— Acarició la mejilla de la chica. No se pudo resistir y acerco su rostro al de ella, rozando sus labios. Comenzó a besarla lentamente, era un beso un tanto desesperado, algo que había estado esperando por un largo tiempo.—

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¡Oh mierda! ¿Hasta los treinta? ¡No! Yo quiero estar cerca de él toda mi vida... --bromeó, riendo. Al observar cómo se acercaba Dean a ella, tragó saliva y borró la sonrisa, quedándose muy cercana a su rostro.-- Yo... Jamás he podido olvidarte...

Cafetería.

—Rió, negando con la cabeza.— Al contrario, dijo que eras muy bonita. — Miró enternecido la última foto que tenía, ya que hace dos días que no veía a su bebe.— Oh, lo siento, pero no puedo presentártelo por tres razones. Primero, porque está quedándose unos días con la familia de Glimmer. Segundo, porque no lo dejaré tener novia hasta los treinta años. —rió un poco.— Y tercero..— se acercó más a Néeka.— Porque no lo dejaré robar a mi chica. 

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¿De veras? Entonces se habrá asustado el pobre niño con mis fotos... --rió, observando las fotografías que le iba mostrando, sonriendo con ternura.-- Es precioso, si, más guapo que tú. Lo siento Dean pero me he enamorado de tu hijo, ya puedes presentármelo.

Cafetería.

—Asintió y comenzó a buscar unas fotos en su móvil donde ambos estaban haciendo tonteras y caras raras.— Pues, aun que tú no lo conozcas, el te conoce muy bien. Le he hablado de ti algunas veces, hasta ha visto fotos tuyas. —Se lamió los labios y continuó hablando.— Es el niño más lindo que he visto en mi vida. Cuando crezca será un rompe corazones. —bromeó, riendo.— 

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--Amplió su sonrisa al ver lo contento que se encontraba por hablar de su hijo.-- Aún no le conozco, ¿me enseñas alguna de sus fotos? Seguro que es tan guapo como su padre.

Cafetería.

—Sonrió al sentir los dulces labios de la chica en sus mejillas, extrañaba verla tan feliz.— No te preocupes linda, fueron unos minutos nada más. Me entretuve  mirando unas fotos que sacamos el otro día con Kyle.— un brillo especial se encontraba en sus ojos, como cada vez que hablaba de su hijo o de la rubia que tenía enfrente.—