Tumgik
Text
Me amabas, ¿verdad?
Ya ya, ya sé que suena a una pregunta estúpida (porque lo es). Por supuesto que conozco la respuesta, es obvio que me amabas. La gente no llora como te vi llorar por alguien a quien no ama sinceramente.
Después de conocerte mejor, y darme cuénta de cómo iba a ser más o menos nuestra relación, al menos en lo que respecta a la interacción cotidiana, aprendí a decirme a mi mismo “Está bien, no necesito que me demuestre que me quiere a cada segundo, yo creo que lo hace y eso me basta.”
En estos momentos no estoy seguro de si me estaba mintiendo a mi mismo o si cambié de parecer desde entonces.
Okay, es una exageración. Justo ahora no lo necesito. Pero me lo están dando, querida. Me lo están dando y se siente asombroso.
No sé si el amor empalaga, aunque la gente dice que sí. No sé si el cariño que le puedes mostrar a una persona lentamente se desvanece, aunque mi mente quiere creer que lo hace. Pero la verdad es que, justo ahora, nada de eso me interesa porque no había recibido esta clase de cariño desde... bueno, la verdad no me acuerdo desde cuándo.
No puedo evitar sentir que es estúpido que te escriba esto, porque si lo leyeras (que nunca lo harás), no haría más que dolerte, en el peor de los casos (en el mejor de los casos, por supuesto, te importaría un carajo porque en tu mente yo ya estaría más superado que segundo de kinder).
Pero no te lo escribo porque quiera que te sientas mal, sino porque al observar cómo ella me demuestra su cariño, me doy cuenta de que tú también lo hacías, a tu manera. Claro, era poco transparente y más ‘sofisticada’ por ponerlo en términos obfuscados, pero la verdad es que me demostrabas tu amor estando ahí para mi, tolerándome y...
Wow, mi capacidad para encontrar las maneras en que me demostrabas tu amor se detuvo a mitad de párrafo. No te enojes, pero creo que esa fue la razón por la que te dejé en primer lugar.
Yo sabía que me amabas. Sólo hubiera querido que me lo recordaras más seguido.
0 notes
Text
Si te conviertes en recuerdos negativos tu existencia en mi vida no tiene sentido
No puedo pensar mal de ti. No puedo recordar todo lo que pasamos con amargura. No sólo me es físicamente imposible, sino que incluso aunque pudiera, si lo hiciera, dejarías de tener sentido. 
No puedo siquiera empezar a fingir que todas las cosas por las que pasamos no valieron la pena, porque en toda honestidad, siguen siendo los recuerdos más bonitos de mi vida, y no estoy dispuesto a sacrificar eso.
Aunque sea difícil, por como tú te sientes por mi.
0 notes
Text
Carta a Itzel Opus No. 1 en La Mayor
A Itzel:
Hola.
No se supone que te esté escribiendo esto.  Digo, al menos cuando me pongo a pensar en ello no tiene el más mínimo sentido. No pretendo que lo leas. Conociéndome, un día quizás lo hagas, pero en el momento en que lo estoy escribiendo, el sábado 17 de Octubre de 2015, a tres semanas de haber terminado mi relación contigo, no tiene sentido que lo escriba.
Más aún: no tengo idea de qué pretendo escribir. Solo pensé “hey, sabes qué deberías hacer? escribirle algo a Itzel que nunca vaya a leer”, y ahora aquí estoy.
Sea como sea.
Como ya mencioné, han pasado tres semanas de que terminé nuestra relación con la intención de moverme a cosas diferentes y, con algo de suerte, mejores, dos semanas desde que hablamos y te confesé la verdadera razón por la que corté contigo, y una semana desde que mi relación con Lizbeth se “formalizó” (lo que sea que eso signifique en esta época). Así que te contaré mi resumen psíquico de la semana.
En promedio, y por ello me refiero a que en 6 de los 7 días totales, me sentí absolutamente eufórico. En verdad hacía mucho tiempo que no me sentía tan feliz en... no tengo idea cuánto tiempo. Por un rato, esa felicidad me causó algo de pánico, porque pensaba: “Cómo madres no recuerdo la última vez que pasé por algo así? Qué ocurrió en mi vida que la pura e inadulterada felicidad hormonal se desvaneció en presencia de otros recuerdos?”.
El séptimo día, hoy, la pura e inadulterada felicidad hormonal se vio opacada por preocupaciones del mundo real: la próxima semana tengo quiénsabecuántos exámenes seguidos, básicamente me estoy rindiendo en la tarea de hacer mi segundo proyecto (aunque todavía tengo la voluntad de intentarlo, aunque sea tantito), me da algo de miedo la bastante realista idea de que Lizbeth se quede sin amigos por mi culpa (confío en que no) y para colmo de males me puse a pensar en ti.
Y mientras más pienso en ti más me dan ganas de hablar contigo, aunque sé que en el fondo no tengo absolutamente nada qué decir. Quizás podría pedirte una disculpa, o un millón de disculpas, pero eso a ti no te serviría de nada y, sabiendo que lo más probable es que nunca puedas perdonarme desde el fondo de tu corazón, a mi tampoco me serviría de mucho.
Sin embargo, el prospecto de que me odies por el resto de tu vida se me hace dolorosísimo. A ti eso te puede parecer cínico, y quizás lo sea, pero pensar que la persona que hasta ahora más ha importado en mi vida no pueda pensar en mi excepto con rencor se me hace abominable.
Como ya te dije una vez, me lo gané. Hubo mil cosas que pude hacer de manera diferente para tratar de arreglar nuestra relación o mínimamente comunicarte la situación de manera más delicada. Y en eso pienso ahora, en contra de mi sentido común y de la parte de mi que solo quiere ser feliz justo ahora. Si pudiera volver a cualquier punto entre Mayo y Septiembre de este año, lo haría y cambiaría las cosas para que salieran mejor.
Pero no puedo, y ahora tú nunca me vas a perdonar. 
Bueno, digo “nunca”. Curiosamente, siento que no te conozco lo suficiente para saber decir si a muy largo plazo serías capaz de predonarme y, entonces sí, todo estaría bien, como originalmente planeaba yo, basándome en una mentira. Algo me hace sospechar que no será el caso.
En cualquier caso, eso pienso con respecto a ti.
Con respecto a Lizbeth, hasta ahora se me ha hecho encantadora. Ya sé que sólo llevo con ella una semana, pero ha sido una semana muy divertida y ella se nota muy enamorada de mi, lo cual hace que me enamore de ella y así recursivamente. Tampoco es que solamente sienta que me gusta porque yo le gusto, y que la quiero porque ella me quiere; ella auténticamente me parece una gran persona, con principios valiosos, un futuro prometedor, una actitud positiva y muchas expectativas sobre su propia vida, y por ello la respeto, la admiro, la quiero y quiero compartir experiencias con ella, quizás incluso con la esperanza de que me contagie algo de sus cosas buenas.
Quizás en cartas futuras te cuente otras cosas. Por ahora ya no tengo nada qué decir.
De nuevo, ya sé que nunca vas a leer esto, pero sea lo que sea que estés haciendo, espero que estés bien y que la vida no te trate demasiado mal.
Saludos,
Diego.
0 notes
Text
Tú eres las torres gemelas y yo soy George Bush
Voy a ser completa y perfectamente sincero contigo justo ahora.
Terminé contigo hace dos días, el 25 de septiembre de 2015, en principio por nuestro bien, pero teniendo como catalizador imprescindible a otra mujer.
El día anterior, 24 de septiembre, esperé después de clases (muy después de clases, yo salía a las 12; esperé hasta las 3) a que ella saliera de su clase. Llevábamos conociéndonos desde el mero final del segundo semestre, tiempo en que compartíamos clase de gráficas y juegos. Yo sabía que algo se traía ella conmigo más o menos desde que la conocí.
En fin, esperé hasta las 3 de la tarde a que saliera de su clase porque ella me invitó a jugar Go. Al salir, me encontró mientras yo me hallaba meditando en la fuente del Prometeo. Acto seguido, fuimos a acompañar a un amigo suyo a que comiera y al terminar, él se fue y nos dejó solos (no realmente solos, hay bastantes personas en las mesas de Go) para sentarnos a jugar.
Mi estado de ánimo y el hecho de que nunca antes había jugado Go en mi vida me impidieron conjurar el entusiasmo para intentar ganar o al menos jugar con una semblanza de estrategia. Me lo tomé como nada mas que un juego. Ella no tenía la misma opinión. Nononono, ella jugaba a ganar, y pretendía que yo hiciera lo mismo. Lo veía en sus ojos cada vez que me decía “¿Es en serio?”.
Sea como sea, una vez hubimos terminado el juego (que aparentemente se acaba cuando los jugadores deciden que ya no tiene sentido jugar), nos levantamos de la mesa y nos pasamos a despedir. La abracé, como he acostumbrado a hacer ya básicamente cada vez que la veo. El abrazo de despedida se convirtió en otra cosa. Estuvimos abrazados por lo menos 60 segundos. Cuando nos separamos, ella dejó soltar un repentino “Me gustas”. Yo le respondí de manera inmediata y casi como si hubiera esperado ese momento por mucho tiempo, “Lo sé, tú me gustas a mi.”.
“No sé por qué me gustas, eres interesante.”, ella añadió, sin tener idea en absoluto de qué se suponía que pasara en ese instante. “Yo sí sé por qué me gustas, aunque no sé por que te gusto yo a ti”, le respondí.
El resto es nebuloso. Recuerdo que le di un chocolate que le había comprado y me fui en dirección al metro, soltando una sonrisa enorme en cuanto me supe fuera de la observación de la gente.
La sonrisa me duró cerca de 20 segundos, hasta que me di cuenta de que en ese momento, en mi mente se había plantado la idea de que no era justo tratar de continuar el juego con esa mujer si seguía siendo tu pareja. Y por primera vez en las varias ocasiones en las que empecé a considerar la posibilidad, la idea pasó al otro lado de la frontera de las posibilidades, hacia el territorio de los deberes. Me convencí a mi mismo de que lo mejor sería terminar contigo.
Las proximas 19 horas fueron complicadas. Una parte de mi seguía perfectamente convencida de que debía hacerlo, mientras la otra argüía que el dolor que nos causaría sería demasiado terrible para considerarlo una posibilidad seria.
Y sin embargo, aproximadamente a las 3 de la tarde del día siguiente, te dije que debíamos terminar. Y lo que siguió fue uno de los paseos más bonitos de mi vida.
No sé si fue porque me invadió más la melancolía y todas las memorias que había formado contigo en mi espíritu que cualquier otro pensamiento o deseo, pero esa tarde se sintió como una despedida, como el auténtico final de una historia larga que se había vuelto tan parte de mi como mi propia piel.
En un intento de obtener clausura, como las historias que más satisfacen al terminarlas, guardé las exhibiciones de memoria tuya, nuestra foto y nuestra pulsera, en la caja de partes de ti que me regalaste, la caja Itzel.
Estaba preparado para que ese fuera el final, nunca pensé que te afectaría tanto como ahora, (admitidamente pronto), dos días después, parece que te está afectando. Creí que la chica sin planes del futuro, que vivía al día y que vivía completamente independiente de mi no sufriría tanto como ahora veo que lo hace.
Y este dolor que te observo pasar, en silencio y sin decirte nada, convierte la corriente de mi consciencia en la delta de un río con miles de desembocaduras.
Primero, me angustia este dolor que te veo pasar, porque creo que el dolor que yo siento es minúsculo comparado al tuyo. Quizás sea porque yo me acostumbré a la idea de separarme de ti de antemano, aunque fuera solo por un día. Tal vez fue porque yo tomé la iniciativa de separarnos. Quizás sea porque inadvertidamente me estoy enamorando de ella.
Segundo, me pregunto si hay algo que pueda (o deba?) hacer respecto a ti. A diferencia de mis ex, de hecho tengo un corazón, y este corazón te perteneció por muchísimo tiempo. Por esta razón siento responsabilidad hacia lo que sientes ahora, y pienso que debería tratar de ayudarte de alguna manera. Desafortunadamente desconozco por completo cómo puedo (si es que puedo) hacer ésto.
Tercero, me siento culpable cuando pienso que el empujón directo que me provocó a terminar contigo fue otra mujer. 
Me causa más problemas, sin embargo, que la culpa no ha logrado manchar su imagen para mi en lo más mínimo.
No sé qué va a pasar en el futuro. Solamente tengo ideas. Si después de un rato te noto muy desmejorada, lo más probable es que te hable para tratar de tranquilizarte un poco, y seguramente fracasaré intententándolo. Quizás incluso tú vendrás a mi para que te ofrezca consuelo. Quizás me esconda de ti por la enorme culpa que siento en este momento. No tengo idea.
Solo quiero que sepas una cosa, aunque nunca vayas a leer esto: nunca tuve la intención de hacerte daño. Te amo, y lo que más deseo para la gente que amo es la ausencia de dolor. Si pudiera volver al pasado y hacer que las cosas fueran solo un poquito mejores, lo haría, y esto jamás tendría que pasar.
En cualquier caso, espero que puedas pronto librarte del dolor y continuar con tu vida lo más tranquila que puedas. Tal vez puedas incluso moverte en el amor para encontrar más y mejores cosas adelante, si es que así lo quieres.
Te voy a recordar para siempre con cariño y aprecio. Si es que nuestros caminos en verdad se separan, espero que en el futuro se vuelvan a encontrar para compartir memorias y reirnos juntos, y llorar juntos, como una vez lo hicimos.
0 notes
Text
Soy adicto a la melancolía
No se supone que me quede atorado en recuerdos de otras épocas. De hecho, en la actualidad, difícilmente estoy en un estado emocional que me obligue a recordar cosas en las que no quiero pensar. Pero hace unos minutos me pasó por la mente un pensamiento que me hizo agitarme mucho. Uno muy simple, pero muy pesado. El 11 de diciembre de 2012, yo te tenía recostada sobre mis piernas, en las canchas durante un día soleado y brillante. Nos hacíamos cosquillas, reíamos como locos, éramos felices. Bueno, yo era feliz; no sé si tu lo eras. Por las cosas que me has dicho acerca de ese día desde entonces, estoy dispuesto a apostar que sí.
Sea como sea, te tenía recostada sobre mis piernas y sosteniéndote con los brazos. Hasta antes de ese momento, jamás había soñado que te tendría tan cerca. Pero ahí estabas. Pensé en besarte, pero otros corazones (a menos de doscientos metros de distancia) me impedían hacerlo. En ese entonces, me hubiera sentido culpable. Ahora sé que debí haberlo hecho.
Y fue en eso en lo que estaba pensando hace unos minutos cuando se me ocurrió una de las maneras en que te hubiera podido besar. Solamente acercarme de manera conspicua probablemente te hubiera causado una reacción reflejo alejándote de mi, incluso aunque algún día hace no mucho tiempo me dijiste que tú querías que te besara.
Pero tú y tus reflejos son dos personas distintas.
Entonces, ¿cómo lo hubiera logrado?
Muy simple. En esa posición, te tenía completamente a mi merced. Podía jugar con tu cara, con tus brazos, hacerte cosquillas, tirarte encima de mi. Jugar con tus brazos. Imagínate que, jugando, hubiera empezado a apretarte los cachetes con tus propias manos. Luego te hubiera dado un par de golpecitos ligeros con ellos. Y luego te los hubiera puesto encima de los ojos.
Y así, con los ojos tapados por tus propias manos, te hubieras dado cuenta de lo que iba a hacer, pero hubieras tenido tiempo para platicar contigo misma acerca de cómo deseabas que lo hiciera y te hubieras quedado quieta. Quizás hubieras tomado una profunda bocanada de aire. Tal vez no hubieras movido para nada la boca. Quizás solo esperarías a sentirme flotando sobre la oscuridad de tu vista, y en ese momento decidirías que no tenías ninguna razón para alejarte.
Y yo, ¿qué haría? Bueno, no; lo que haría es obvio. La pregunta verdadera es cómo lo haría.
Posiblemente te daría un solo beso largo y delicado, que cargara detrás toda la infatuación de casi dos años de sentimientos confusos siendo resueltos (por lo menos en alguna medida) y resultando en un sentimiento de simultanea paz y emoción.
O quizás empezaría con un beso pequeño, para pasar a uno de tamaño medio y terminar con muchos apasionados besos, para averiguar tu proficiencia en esas cuestiones .
No sé cuál opción hubiera sido mejor. Nunca lo sabré. La verdad es que tampoco quiero averiguarlo. Soy (dentro de lo que cabe) feliz como estoy ahora.
Pero no voy a negar que pensar en esto por solo un minuto me alteró la respiración.
0 notes
dix-journal-blog-blog · 10 years
Text
En las vacaciones del 2013
Tú estabas en Toluca, y yo estaba aquí, y a pesar de ello, entonces me sentía menos desconectado de ti que ahora. No digo esto porque crea que ahora de hecho estoy más desconectado de ti ahora que en ese entonces, sino porque creo que mi sentimiento de desconexión es un artificio que no me sirve de nada, y estoy tratando de deshacerme de él haciendo luz del hecho de que alguna vez tú estuviste literalmente a kilómetros de mi y yo no me sentía tan mal.
0 notes
dix-journal-blog-blog · 10 years
Text
Las visas falsificadas para entrar a mis sueños se están haciendo baratas
No es que yo ya no te quiera, es que mi mente me odia. Si tuviera que elegir entre besarme con Fernanda o lanzarme a la superficie del Sol, no dudaría un segundo en aventarme a esa bola de fuego.
Nunca me beso en mi sueños con gente con la que sí me quiero besar en la realidad. Eso te incluye a ti, Itzel. ¿Por qué no puedes salir tú en mis sueños? Y si eso no es posible, ¿por qué entonces no puedo besarme con alguna de las mujeres que me gustan que NO están corrompidas en mi mente por ya haber pasado a través de ellas en mi vida? Yo qué sé, Karla, Alicia, Sara (con excepción de ésta última, buena suerte tratando de recordar a quién me refería cuando lea esto en el futuro). Cualquier cosa sería mejor que Fernanda.
Una peculiaridad aún más extraña es que nunca he soñado con besarme con Sara. Eso es auténticamente bizarro. Estuvo en el centro de mis fantasías conscientes por tanto tiempo, ¿cómo carajos es posible que no haya soñado situaciones románticas con ella una sola vez?
Mi subconsciente sabe mejor que yo. 
Mentira.
Si fuera así, no soñaría con Fernanda.
0 notes
dix-journal-blog-blog · 10 years
Text
Quizás funcionamos
Quizás funcionamos porque no morimos de ansias de tener el control del otro; de saber siempre qué hace, ,con quién está ,dónde está ,en qué piensa ,en quién piensa; de buscar al otro, de estar siempre juntos, de pasar bellos momentos, de compartir la vida, de hablarse uno al otro, de verse uno al otro. Quizás funcionamos porque somos completamente disfuncionales.
0 notes
dix-journal-blog-blog · 10 years
Audio
Y temo que si no me detengo  Revelaré que muero de miedo. 
0 notes
dix-journal-blog-blog · 10 years
Text
No me dolería la cabeza si no me hubiera dormido a la una de la mañana
No me habría dormido a la una de la mañana si mi cerebro no hubiera estado pendiente de revisar por si había recibido un mensaje tuyo. No hubiera estado esperando un mensaje tuyo si no te extrañara tanto. No te extrañaría tanto si te hubiera visto bajo mejores circunstancias en las últimas dos semanas. La última vez que nos vimos (llámese, el martes pasado) hubiera tenido mejores circunstancias si el día anterior a ese no me hubieras llamado inesperadamente antes de vernos y cambiado mi concepción de nuestro plan acordado desde el domingo para encontrarnos en tu facultad, resultando en mi confusión y nuestra completa falta de vernos ese día, y mi mal humor.
Le hablaría a Victoria si supiera que me va a recordar. Sabría que me recordaría si nos hubieramos hablado antes en más de dos ocasiones y nuestros encuentros hubieran sido más significativos de lo que fueron. En conclusión, hablarle no tiene sentido. Probablemente te voy a dejar de contar cada vez que la vea. De todos modos qué caso tiene.
No me sentiría tan mal en general todo el tiempo si no tuviera tanta lujuria guardada dentro de mi. No te voy a decir qué sería necesario para dejar salir la lujuria a otra parte. Eso sería de mal gusto. Sí te diré que sería más fácil lograrlo si accedieras a la idea de acudir a un hotel. 
5 notes · View notes