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dmimica · 9 years
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dmimica · 10 years
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Lo judío
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¿Por qué es tan difícil criticar a Israel? Al hacerlo, uno se arriesga a recibir una andanada de acusaciones, desde intolerante, pasando por violentar la libertad religiosa, hasta llegar al antisemitismo.
La razón, creo, está en una complejidad lingüística del tema, junto con un uso abusivo de esa complejidad: Lo judío, a diferencia de lo cristiano u otros, tiene varios significados simultáneos. Habla de la religión, habla del pueblo y también habla del Estado ubicado en medio oriente.
La religión, como cualquier otra, bien puede ser criticable en cuanto algunas de sus prácticas y convenciones, particularmente las llevadas adelante por su minoría ortodoxa. Mientras no se llegue a impedir su ejercicio, la crítica merece el mismo respeto que la religión misma, ya que está basada en las mismas libertades y en el respeto a lo que cada uno decide hacer.
El pueblo, en cambio, no debiera ser merecedor de crítica alguna, tal como cualquier otro. Uno nace de un pueblo, sin tener relación con las acciones o decisiones de cada uno. Aquí la crítica debiera ser denunciada y efectivamente muchas veces se llega a un insoportable antisemitismo indigno de una sociedad civilizada.
El Estado, finalmente, y tal como cualquier otro Estado del globo, es merecedor de calificativos de toda índole en su actuar y sus políticas, nacionales o internacionales. La opinión crítica no sólo es válida, sino inseparable de las libertades y derechos que el mismo Estado ejerce.
Es cierto que existen ataques al pueblo judío, de unos pocos, que deben ser enfrentados en forma pública. Pero las críticas al Estado de Israel, por muy incendiarias que parezcan, no son ataques al pueblo judío ni a la religión judía. Lo que debemos reconocer es que también existe, de unos pocos, la instrumentalización de su propio pueblo para defender al Estado de Israel y sus políticas. Esto también debe ser denunciado.
La religión judía, el pueblo judío y el Estado de Israel son tres conceptos diferentes, en ámbitos diferentes. Uno puede sentirse representado por uno de ellos y no de los demás. Sentirse representado por el Estado de Israel no es una consecuencia inescapable de ser del pueblo judío o profesar la religión judía. Es una elección de la que es justo hacerse públicamente responsable ante la legítima crítica pública.
Pero quienes mezclan los conceptos de pueblo, religión y Estado, ya sea para atacar a uno o defender a uno de ellos, caen en una grave falacia que ensucia gravemente cualquier tipo de discusión y sólo nos aleja de los caminos de paz y convivencia en los que debiéramos estar transitando, como pueblos, religiones y Estados. Y todo enemigo de la paz debe ser encarado y desenmascarado.
(nota: Video es de segmento del Daily Show de este miércoles, donde con su impecable sátira, Jon Stewart ilustra lo difícil que es hablar sobre el conflicto. Stewart, por cierto, es del pueblo judío, ateo y no está ni ahí con el Estado de Israel)
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dmimica · 10 years
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Alexis, meritocracia y contexto
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La llegada de Alexis Sánchez al Arsenal y su sueldo millonario ha traído a colación la discusión sobre meritocracia. Con 11,5 millones de dólares al año (equivalente a 531 millones de pesos al mes), ¿Alexis lo merece? ¿Es justo?
La respuesta corta, es sí. Alexis nos provee de algo que todos queremos y estamos dispuestos a pagar por ello: buen fútbol. Más aún, está en la cumbre del fútbol mundial exclusivamente por talento y esfuerzo personal.
Como se ha mencionado repetidamente, el fútbol es profundamente justo aquí: quienes llegan a la cima no guardan mayor relación con cómo les fue a sus padres o al dinero de sus familias. La selección nacional de fútbol es probablemente la élite local que representa mejor la distribución socioeconómica del país.
Si hacemos la analogía con el resto de la economía, un buen futbolista es similar a un buen emprendedor: por esfuerzo y talento personal, logran proveernos a todos de algo por lo que estamos felices de desembolsar dinero. Nos hacen la vida mejor gracias a su trabajo y por ello pueden llegar a tener retornos económicos espectaculares, a los que no les criticamos su legitimidad o justicia.
En cambio, buena parte del empresariado tradicional chileno, de los cuales varios tienen ingresos superiores a los de Alexis, parece estar más cerca de la definición de heredero rentista que de emprendedor. De alguien que nació en fortuna y simplemente la invierte, sin crear realmente nada nuevo que le ofrezca a la ciudadanía algo que les haga la vida particularmente mejor. ¿Cuál sería la legitimidad del éxito, poder y dinero de aquel heredero rentista, si volviéramos a hacer la analogía con el fútbol? Pues imaginemos a un jugador, de grandes ligas y con sueldo similar al de Alexis, que está en su puesto por ser el hijo del entrenador o del dueño del equipo, más que por su talento o esfuerzo. Imaginemos cómo sería visto aquello por los hinchas, por sus compañeros. Ciertamente no sería ni legítimo, ni justo ni aceptable.
Si vamos a preocuparnos por lo adecuados de algunos sueldos altos, el fútbol no es el lugar donde debemos mirar.
No debemos permitir que nos convenzan que una sociedad y economía basada en la meritocracia: legítima, justa y eficiente, sea una utopía inalcanzable. Que es imposible hacer los resultados económicos de una generación independiente de la anterior, horizontalizar las oportunidades y que quienes obtengan los mayores retornos sean quienes realmente los merecen. El fútbol lo logró, porque es competitivo. Es justo. En la economía debiéramos tener claras las direcciones en que debemos avanzar para hacer de esa supuesta utopía una realidad.
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dmimica · 10 years
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Ponencia sobre legalización de las drogas
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A continuación las notas que hice para una ponencia sobre legalización del autocultivo de marihuana que hice como parte de un debate sobre el tema en un colegio de la zona oriente de Santiago:
Más que despenalización del autocultivo, prefiero ir más allá y hablar de legalización de la marihuana en el contexto de una legalización y regulación más general de las drogas. La legalización de la marihuana es la medida más urgente en esa dirección y la despenalización del autocultivo puede ser un primer paso, con positivos pero limitados efectos.
Hablaré sobre 4 razones que, creo, justifican avanzar en la legalización de las drogas en general y de la marihuana en particular. Cada una, creo, la justifica por si sola y todas juntas, estoy convencido, hacen un argumento muy robusto.
La 1ra razón: Libertad personal
Afirmación: Como adultos informados, debiéramos tener derecho a consumir lo que queramos, nos haga daño o no.
Es válido que alguien se preocupe de nosotros y no quiera que nos hagamos daño, pero: ¿no puedo acaso decidir que acepto incurrir en esos daños si es que yo valoro más el efecto que la droga produce en mi? ¿por qué debo aceptar la ponderación valórica de otro para definir mis propias acciones? Si otro define qué puedo o no puedo hacer con mi cuerpo, ¿mi cuerpo finalmente es mío o es suyo?
Donde sí la libertad debe tener un límite es en afectar a otros. Como sociedad no debiéramos tener derecho a impedir que alguien informadamente se dañe a si mismo, pero si a impedir que alguien dañe a otros que no escogen dañarse: “daño a terceros”
Se justifica limitar quiénes la puedan comprar o dónde puedan hacerlo: ej no vender cigarrillos a niños o cerca de colegios y vender drogas adictivas como opioides (vicodin, morfina) en farmacias bajo receta
Se justifica limitar zonas donde se pueda fumar, por ej.
Se justifica prohibir acciones a realizar estando bajo la influencia de drogas, como manejar ebrio u operar maquinaria
Se justifica obligar a informar a todos sobre efectos negativos, ej, paquetes de cigarrillos con avisos obligatorios de daños.
La 2da razón: crimen y violencia
Afirmación: El narcotráfico, y la violencia y corrupción que traen consigo no son producto de las drogas, sino de su prohibición.
Cuando la población desea algo, alguien se lo va a ofrecer. Mientras más lo deseen, más dispuestos estarán los proveedores a violar las barreras de lo legal para entregarlo
La prohibición hace caras a las drogas: hay que pagar por armas, dinero para corromper policías, políticos y aduanas, hay que pagar por soldados para proteger el tráfico. En países de centroamérica, el negocio de la droga mueve más dinero que el Estado completo.
Cuando un negocio es ilegal, da lo mismo vender a adultos o a niños, fuera de colegios o dentro de ellos, sustancias poco o muy dañinas, sustancias de buena o mala calidad. No hay regulación, no hay salud ni hay sernac. El umbral de la ilegalidad ya se cruzó al producir y vender. El umbral que se cruza al usar la violencia es mucho menor: sólo agrava delitos. 
Marihuana es la droga ilegal más consumida en Chile. Genera la mayor cantidad de presos. Su prohibición es el “delito de entrada” para pasar a drogas asociadas a delitos más violentos y entrega becas de excelencia a las universidades del delito que son las cárceles en Chile.
La 3ra razón: económica y tributaria
Afirmación: Con la prohibición se dejan de percibir importantes recursos como sociedad y se asegura que esos recursos vayan a parar a mafias. Y, además, pagamos 2 veces x ello.
Los impuestos específicos han sido la principal razón para terminar con prohibiciones de drogas en el mundo. Fue principal razón para terminar con prohibición del alcohol en EE.UU. en 1933 y es principal razón para terminar con prohibición de marihuana en Colorado y Washington.
La guerra contra las drogas es un enorme gasto adicional. A las armas del narcotráfico, cuyo daño lo pagamos entre todos, se suman las armas de quienes lo combaten, las que pagamos entre todos.
Como continente, una de nuestras mayores exportaciones son las drogas. Sus ingresos sirven para violentar a la población y corromper a nuestras autoridades. Como continente, una de nuestras mayores importaciones son las armas, que llegan a lado y lado de la guerra contra las drogas.
La 4ta razón: salud pública
Afirmación: la legalización de la marihuana nos permitirá enfrentar y combatir mejor su consumo problemático en la salud pública
La marihuana ES dañina. Prácticamente toda la literatura indica que lo es menos que el tabaco y el alcohol, pero no podemos olvidar sus daños.
Sus daños son crónicos: vienen del uso constante y repetido. No del uso agudo.
En daño agudo (daño por sobredosis) Alcohol puede matar bebiendo 1 litro en 15 minutos. Tabaco puede matar fumando 2 cajetillas en 15 minutos. Marihuana puede matar fumando 150 kilos en 15 minutos.
En daño crónico, alcohol produce graves efectos. Cirrosis puede llevar a la muerte. Tabaco para qué hablar, cáncer a pulmones y garganta. Marihuana puede llevar a daños cognitivos, pero no están claros. Aún se busca en el mundo un caso de persona que haya muerto -fuera de toda duda- a causa de usar marihuana. PERO eso no quita que sea dañina y que su venta no debiera ser completamente libre de regulación.
La ilegalidad actual y la persecusión a consumidores (al no haber límites claros en cantidades de porte, consumidores terminan en la cárcel) llevan al consumo de drogas en general y de marihuana en particular a esconderse. El consumo problemático -q existe- se agrava.
La ilegalidad actual impide toda regulación sobre la calidad de las drogas que se venden en el mercado. Una cosa es el daño a la salud de las drogas en si, pero mucho peores son los efectos del consumo de los aditivos que se usan, como el pegamento con el que se aglomera la marihuana.
El cobro de impuestos específicos nos permitirá lograr un mucho mejor y más efectivo combate al consumo problemático, con dinero que salga de los consumidores y no del resto de la población como ahora.
En resumen:
Permitiendo la venta regulada de marihuana (con impuesto específico, en lugares acreditados, sólo a adultos, con toda la información necesaria) tendremos más recursos, avanzaremos en quitarle especio a las mafias del narcotráfico, podremos atacar mejor consecuencias de la salud. Despenalizando su cultivo, podremos hacer buena parte de lo anterior, pero en menor medida.
La legalización probablemente traiga mayor consumo. Pero traerá menos violencia, menos corrupción, más ingresos en impuestos y por cierto que más libertad. Argumento “la marihuana nos hace mal” es dramáticamente insuficiente. La prohibición nos hace peor.
Por esa razón, es que el movimiento a favor de la legalización de la marihuana y la discusión seria sobre ir avanzando en otras drogas está tomando tanta fuerza en el mundo. Uruguay ya es el primer país donde pronto se aplicará. EEUU tiene 2 estados: Colorado y Washington donde la marihuana recreacional es legal. Colorado lleva un año y es un buen ejemplo. Lo mejor, será tomar medidas en conjunto con otros países y avanzar, juntos, como continente para, si exportamos droga, que sea para nuestro beneficio y no nuestro detrimento.
Tarea para la casa:
Ver documental “prohibition” de Ken Burns sobre el experimento de la prohibición del alcohol en EE.UU.: el antes, el durante (que les sonará muy conocido) y el después.
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dmimica · 10 years
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Two hundred fifty years of slavery. Ninety years of Jim Crow. Sixty years of separate but equal. Thirty-five years of racist housing policy. Until we reckon with our compounding moral debts, America will never be whole.
Potentísimo ensayo sobre la historia de daños personales, morales y económicos que blancos han ejercido sobre negros en EE.UU., incluso hasta hoy y el caso para una reparación, primordialmente simbólica e histórica. De lo mejor que he leído este año.
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dmimica · 10 years
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Deshonestidades tributarias
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                         Pocos discuten la necesidad de una reforma tributaria. La sociedad, incluida buena parte del empresariado, han llegado a la conclusión que es necesario un salto en la provisión de ciertos bienes públicos, como la educación, que hacen necesario un cambio en la forma y volumen en el que recaudamos tributos. Las justificaciones van desde construir un país más justo, pasando por calmar las tensiones sociales y llegando hasta la urgencia por legitimar el modelo de desarrollo antes de explosiones más dañinas.
Pero la bajada de la teoría a la realidad, inevitablemente, trae problemas. Y uno que se está develando con fuerza es el amplio juego de deshonestidades que se ha manifestado en la discusión tributaria.
Por un lado, el gobierno argumenta que la reforma no daña a la clase media, ni la mediana empresa, ni perjudicará la inversión, ni el ahorro, ni el empleo, ni las pensiones.
La realidad es que todo lo anterior sí se verá afectado. Son daños colaterales inevitables cuando se ataca, como la actual reforma lo hace con bastante fuerza, las ganancias de capital y en particular del gran capital. Los grandes agujeros que se pretenden tapar son en los que el gran capital realiza buena parte de sus elusiones tributarias, pero también son mecanismos utilizados por otros actores a quienes los autores de la reforma probablemente les gustaría no afectar. El tapar los agujeros implica no sólo atacar al objetivo de la reforma, sino a todo aquel que los utiliza. Negarlo a estas alturas parece hacer más daño que bien.
Otro elemento novedoso ha sido el liderazgo del Ministro de Hacienda, no sólo en la venta política de la reforma, sino también en la negación de los evidentes daños colaterales que traerá, tanto a través de simplificaciones dudosas, como de omisión de evidencia, hasta la adulteración de gráficos. Aquí el riesgo trasciende los daños colaterales de la reforma y llegan a poner en duda la credibilidad del rol del guardián de las finanzas chilenas.
Por el otro lado, la oposición comete una deshonestidad diferente, pero también dañina: construye sus argumentos sólo en base a los daños colaterales de la reforma como forma de impedir los principales, además de utilizar deshonestamente generalizaciones sobre ahorro, empleo, inversión y crecimiento que harían suponer que todo se vendrá abajo de que sea aprobada por el congreso.
En esto, es una táctica tan vieja como políticamente inútil. La usan permanentemente para argumentar la disminución del impuesto a las gasolinas (para favorecer a la clase media) o para evitar alzas al sueldo mínimo (para evitar el desempleo). El impuesto a las gasolinas siempre afectará a algunas personas de la clase media y toda alza en el sueldo mínimo tendrá algún costo de empleo en alguna parte. Pero, tal como con la actual reforma tributaria, son inevitables daños colaterales a políticas que bien pueden ser muy necesarias y cuyo mérito se encuentra en evaluar ponderadamente sus efectos negativos y positivos totales.
Mientras unos se escudan en lo principal para evitar hablar de lo colateral, los otros se escudan en lo colateral para evitar hablar de lo principal. ¡Hablemos de lo principal sin desconocer los daños colaterales!
Partiendo por el ministro de hacienda cuya responsabilidad es mucho mayor al del resto de los actores, nuestra clase política debiera ser capaz de enfrentar la reforma tributaria con responsabilidad y honestidad. Sólo eso permitirá enfocar la discusión parlamentaria en los mecanismos para reducir los impactos negativos en actores que debieran ser mínimanente afectados, en lugar de hacer lo de siempre y terminar negociando favorecer a algunas industrias en general, como ya se ve que pueda suceder con las inmobiliarias y la industria del alcohol, lo que llevaría a lograr exactamente lo opuesto a lo que la reforma debiera buscar: grandes actores seguirán pagando menos que lo que les corresponde mientras los pequeños verán daños no compensados a sus operaciones que pudieron ser minimizados.
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dmimica · 10 years
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Muppet Christ Superstar
Es lo más lejos que llegaré en espíritu de semana santa.. pero escuchen esta joya!
<a href="http://christophergraham.bandcamp.com/album/muppet-christ-superstar">Muppet Christ Superstar by Christo Graham</a>
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dmimica · 10 years
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Proyectando los 40 años
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(Comparto mi ponencia en lanzamiento de edición especial por los 40 años del golpe de "Revista Política", del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Museo de la Memoria, 26 de marzo 2014)
Proyectando los 40 años.
Alan Angell afirma que para Occidente el golpe fue durísimo, por razones históricas y contextuales. Si un país como Chile podía sufrir un ataque de esa magnitud a la democracia, ni siquiera ellos estaban a salvo. Aún mayor fuerza tuvo el hecho de haber sido el primer golpe televisado, siendo definido para el mundo y para la historia en sus primeras horas por las 4 grandes imágenes que identifica Angell:
El ataque aéreo al palacio presidencial
La quema de libros en la calle por parte de soldados
los prisioneros esperando en el Estadio Nacional
la imagen del dictador, de brazos cruzados y con gafas oscuras, sentado con el resto de la junta de pié detrás de él
Esas imágenes, imborrables no sólo para todos los chilenos, sino que también para buena parte del mundo informado, son parte de la mochila que nos toca cargar cuando hablamos sobre nuestra democracia, pero también son las que nos dan una responsabilidad que trasciende nuestras fronteras y de cómo proteger, perfeccionar y robustecer nuestra democracia, evitando recaídas autoritarias que pueden ser catastróficas. Ante la pregunta de si Chile está protegido de perder su democracia, la respuesta me imagino que va por “Hoy si, mañana, depende de nosotros”. Ese depende de nosotros en buena parte se trata de los relatos que como sociedad debemos construir para protegernos y aquí está tal vez uno de los mayores cambios con respecto al Chile de hace 40 años y una de nuestras mayores armas de defensa: los DD.HH. como relato político.
Elizabeth Jelin señala que fue en los años 70 cuando comenzó a interpretarse de lo que ocurría en las dictaduras como violación de los DD.HH. Antes la clave de interpretación era hablar sobre vencedores y vencidos o víctimas y victimarios. El cambio fue tan positivo como clave: se pasó de entender golpes y dictadoras como una disputa, a entenderlo como el quebrantamiento de las reglas del juego mínimas que como humanidad nos impusimos para vivir humanamente. Esta visión procedimental es la que permite independizar la crítica y la opinión de quién es la víctima y quién es el victimario. La transición la vivimos hoy entre quienes aún preguntan quiénes son los actores antes de tener una opinión, hacia quienes, particularmente de nuevas generaciones, preguntan cuál es el quebrantamiento para tener una opinión sobre qué es lo que está mal. Así se entienden las críticas de izquierda a situaciones como la Venezolana o las nacientes críticas de derecha a la historia dictatorial reciente chilena. En esto me detendré, revisando en qué están los viejos bandos del Si y del No del plebiscito de 1988, dicotomía que sigue siendo la más relevante a la hora de explicar nuestro sistema de partidos.
Huneeus y Cuevas nos dan algunas luces al recordarnos que, salvo Sebastián Piñera, todos los senadores de RN o UDI que ingresaron al congreso en 1989 tuvieron cargos importantes en la dictadura. Hasta el 2005 eso seguía siendo cierto para 7 de los 8 de la UDI y 10 de los 14 de RN. Más que ser heredera directa de los grupos políticos anteriores a 1973, como se podría decir de buena parte de la centroizquierda política, nuestra derecha nace como heredera de la dictadura y al menos hasta hace un par de años, se podía decir que no se había renovado prácticamente nada. Pero algunas cosas han ocurrido, principalmente que ese único senador que no había participado activamente de la dictadura fue presidente de la república.
Sobre Piñera, Collins lo dice bien: Abandonando de modo repentino una política que parecía hacerle caso omiso a los 40 años, terminó haciendo uso del aniversario para rayar una línea dentro de su misma tienda, intentando trazar una brecha entre corrientes de derecha que reconocen -y están dispuestas en alguna medida a repudiar- las violaciones cometidas bajo la dictadura y otras que su propio gobierno llegó a tachar como “Pinochetistas que no saben vivir en democracia”. A lo que yo agrego, con esto definió el mayor legado político de su gobierno: el inicio de la reforma y el rechazo al pasado de su sector.
Otro antecedente importante es que en esos mismos años, el apoyo a la democracia parece haber cambiado de manera violenta en el electorado de derecha. Según cuadros mostrados por Huneeus y Cuevas, de quienes se sienten representados por RN se pasó de un 37% de apoyo a la democracia el 2008 a un 72% el 2012. En la UDI el cambio fue de 25% el 2008 a un 66% el 2012.
Tal vez empujados por esos cambios es que los principales partidos del sector han comenzado tímidamente a discutir cambiar sus declaraciones de principios para dejar de valorar como positiva la vía armada al poder, donde (cito)
destacan el patriotismo y espíritu de servicio de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Orden, cuyo origen y gloriosas tradiciones, se identifican con el surgimiento y defensa de la chilenidad a través de toda su historia, incluida su acción libertadora del 11 de Septiembre de 1973, que salvó al país de la inminente amenaza de un totalitarismo irreversible y de la dominación extranjera, culminando así una valiente resistencia civil y recogiendo un clamor popular abrumadoramente mayoritario. 
En ambos partidos el párrafo es exactamente igual, salvo porque está en el “Punto 13” de la declaración de principios RN, mientras en la de la UDI está en el “Punto 14”.
Pero más importante parece ser la creación de nueva oferta política, hasta ahora representada por Evópoli y Amplitud. Evópoli ha guardado un sepulcral silencio en todo lo que respecta a la historia del sector al que escogieron pertenecer, tanto con respecto a la violación de los DD.HH. como al atentado a la democracia en Chile que sus partidos aliados específicamente siguen defendiendo en sus declaraciones de principios. Pero han tenido una activa participación en las protestas relativas a la progresiva degradación de la democracia en Venezuela. Aquí, tal como ocurre en algunas fuerzas en la izquierda, parecen defenderse los DD.HH. sólo cuando quienes los violan son los enemigos políticos, si bien ya la ausencia de una defensa explícita a los hechos del pasado del sector marca una importante diferencia con la oferta actual. 
Pero sólo hace un par de semanas, ocurrió algo muy notable. Exactamente a la misma hora en que Evópoli marchaba en la calle para llamar la atención sobre la situación en Venezuela, el otro emprendimiento de la derecha, Amplitud, se reunía con el diputado Tucapel Jiménez para darle a conocer sus posturas sobre DD.HH. y empaparse más y mejor sobre esa lucha en Chile. Podemos ampliar ese quiebre revisando el documento originario de Amplitud, donde nos encontramos con este párrafo (cito):
Suscribimos la Declaración Universal de los Derechos Humanos y rechazamos el uso de la violencia como herramienta política. Nos negamos decididamente a justificar los atroces crímenes y atropellos que sufrieron miles de chilenos durante la dictadura de Augusto Pinochet. De igual forma, trazamos con mano firme la frontera entre nosotros y quienes toleran, amparan o justifican dictaduras donde quiera que se encuentren.
No es nada menos que un mazazo a la herencia histórica de su propio sector y la demostración, al menos en el papel y sumado a las señales dadas por Piñera hace algunos meses, de la posibilidad de una derecha realmente democrática, renovada y que logre no solo superar, sino quebrar con su herencia histórica dictatorial y violentista. Que supera definitivamente la vieja concepción sobre vencedores y vencidos y abraza el concepto procedimental de los DD.HH.: Sea quien sea, donde sea.
Lo que vendrá hacia el futuro será el choque de esas visiones. Por ahora, el diagnóstico es reservado.
Por el otro lado, vemos una movilidad también tímida, pero en el sentido inverso. La mayor apropiación e identificación histórica del concepto de los DD.HH. de parte de la izquierda chilena se ha ido resquebrajando por las defensas de algunos sectores -en este caso son minoritarios- a ejemplos en el extranjero que van desde democracias en deterioro, a filoautoritarismos, francas dictaduras, hasta monarquías comunistas de líderes bendecidos por acontecimiento celestiales. Más que un cambio de posiciones, ha sido una progresiva develación que trajo el paso de los años. Mientras se aleja generacionalmente la relación indisoluble entre DD.HH. y democracia con el ejemplo chileno, van tomando creciente relevancia otros casos contemporáneos, donde algunos de los actores o herederos de los protagonistas de la lucha por la democracia en Chile toman posiciones contrastantes o contrapuestas con lo que fue su historia local.
Pero esto no es totalmente negativo. Tanto los esfuerzos incipientes de ciertos sectores minoritarios de la derecha como los errores y pasos en falso de parte de la izquierda comienzan a proyectar a los DD.HH. y su defensa como un concepto mucho más ecuménico, alejándonos del riesgo de la cooptación permanente del que también nos habla Jelin. Esto desviste a los DD.HH. de su carga ideológica tanto como los viste de su carga procedimental, haciéndolos al menos en potencia, realmente universales y permanentes.
Ahora, ¿cómo proyectarlos hacia el futuro?
El paper de Elizabeth Jelin se preocupa de la dimensión pedagógica de la memoria, la que va más allá de la construcción de monumentos y apropiación de espacios, entrando a la zona del trabajo permanente, donde un grupo humano evita que la memoria pase a ser simplemente un mobiliario urbano, y sea algo vivo, particularmente en las nuevas generaciones. Este mismo edificio es parte de esa construcción. 
Es difícil imaginarse a los colegios donde van las familias de los hijos sobrealimentados de la dictadura acudiendo a este museo como parte de su formación. Demasiadas preguntas a sus padres, demasiado contraste con los relatos y vivencias familiares. Pero a los nietos y bisnietos de esas familias será cada vez más fácil y esperable. La mezcla entre ecumenización de los DD.HH., paso del tiempo y mantención activa de la memoria pueden ser fundamentales para mantener una ciudadanía vigilante.
Pero otra dimensión es la pedagógica política, que tiene que ver con liderazgos y formación política. Aquí es tal vez donde tenemos la mayor deuda. Curiosamente son el PC y la UDI los partidos con la escuela política más robusta, efectiva y potente de Chile. Eso puede tener que ver con que para muchos, también sean la UDI y el PC los únicos partidos políticos verdaderos que quedan en el país. Pero ambos, sin entrar en sutilezas, no se caracterizan por su defensa irrestricta a los DD.HH. en todo lugar, ni a la democracia como único mecanismo aceptable en la discusión de lo público. Estas fuerzas, hacen una presión que se opone a la superación de la dicotomía pre DD.HH. como mecanismo procedimental y universal.
La dicotomía sobre el golpe, según Angell (cito), “tenderá a desaparecer en la medida que los recuerdos se van desvaneciendo, en la medida que la política se va transformando más en asunto de rutina y menos en uno de confrontación. En la medida en que las políticas económicas van generando un historial de éxito y el tema de las relaciones cívico-militares vaya tomando una ruta menos complicada”.
Por lo mismo la nueva oferta política es fundamental, no solo en romper las barreras competitivas para perfeccionar y reconstruir nuestra democracia, sino también para el establecimiento de polos contrastantes a los relatos protagónicos en las principales escuelas políticas de hoy, que superen la dicotomía del Si/No como eje articulador de la política chilena. Aplicando la visión ecuménica de la democracia y los DD.HH., el SI debe ser erradicado como manifestación política mientras el NO debe ser desprovisto de sus vestimentas ideológicas.
Tal vez el principal riesgo que tenemos en Chile, entonces, es justamente la calidad de nuestra democracia. El creciente desfase entre representados y representantes, las leyes de amarre y protección anticompetitiva que tanto vencedores como vencidos estuvieron tan dispuestos a mantener tras el fin de la dictadura y el progresivo alejamiento generacional de buena parte de los chilenos a los mecanismos democráticos, son serios riesgos a que el desafío desde las nuevas generaciones vea truncado su importante rol, o, aún peor, escojan vías alternativas a la democrática para hacer sentir su influencia histórica en Chile con lo que la mayor esperanza se podría terminar transformando en nuestro mayor riesgo.
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dmimica · 10 years
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Argumento liberal para intervenir la educación escolar privada
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Han sido noticia las crecientes e incluso denigrantes preguntas y exigencias que colegios privados hacen a padres para que sus niños puedan entrar a estudiar en ellos (La Segunda). Parroquias de asistencia, tamaño de la cuenta corriente, colegios de los padres, empresa y cargo donde trabajan, hasta ¡fotos familiares!, todo como parte de procesos opacos, con mecanismos de decisión desconocidos y donde los padres quedan a merced de cualquier arbitraria razón que los dueños de colegios esgriman para aceptarlos o rechazarlos. Algunas de tales cosas ya son ilegales en la búsqueda de trabajo y muchas son desde mal vistas, incluso inaceptables en un país desarrollado. Pero esto no es sólo incivilizado sino, argumentaré, también profundamente dañino en perspectivas educativas, de mercado y de derechos.
En esta columna exploraré tres dimensiones de razones que justifican -cada una por sí sola-, la necesidad de intervenir los procesos de selección de los colegios privados, incluso sacándolos completamente de sus manos. Todo esto, asumiendo y desafiando lo contra-intuitivo de la idea de que lo liberal, en este caso, es intervenir la educación privada.
Antes, hay que sostener la legitimidad de la intervención en sí. Si es un acuerdo entre privados, ¿por qué el Estado debiera intervenir? Estamos rodeados de ejemplos que justifican la intervención en algunos casos donde la interacción entre los privados genera resultados ineficientes, dañinos o mejorables. La licitación de cartera en las AFP o la portabilidad numérica en la telefonía celular son excelentes y recientes ejemplos sobre cómo se pueden hacer mercados más competitivos, más eficientes y más justos con regulaciones correctas. En ambos casos y muchos otros, fue legítimo, moral y necesario intervenir. En esto, el mercado educativo no debiera ser especial. Entonces: ¿El mercado de la educación privada requiere nuevas regulaciones para hacerlo mejor? Exploremos.
La primera dimensión es de eficiencia de mercado y resultados educativos.
Es evidente que uno de los mayores intereses de los colegios es poder mostrar resultados a sus apoderados y eventuales apoderados. Esto en términos generales se puede lograr mediante dos caminos: mejorar la educación que proveen y mejorar la selección al acceso. El mercado educativo funcional, aquel cuya eficiencia es entendida como "más y mejor educación", es el que privilegia el primer camino. El mercado educativo chileno, en cambio, parece privilegiar el segundo. Al hacer más y más exigente la entrada a cada colegio, el establecimiento logra mejorar el capital social de los estudiantes. Eso se logra aumentando los cobros, seleccionando según educación de los padres, etc. Todos muy buenos predictores del capital social del estudiante. Esto es, del conocimiento y las capacidades con las que cada niño llega al colegio o la facilidad que tendrá para obtener más conocimiento y acrecentar capacidades, facilitado por la ayuda que le puedan prestar desde el hogar. En pocas palabras, seleccionar "mejor" permite incrementar resultados sin mejorar educación. Desde la perspectiva de los colegios, es más fácil, más barato y más rápido incrementar resultados educativos mejorando procesos de selección que mejorando procesos educativos.
Descremar activamente a los postulantes genera un círculo tan virtuoso para los colegios como vicioso para los padres: Dado el incentivo a la discriminación creciente, los colegios que mejoran puntajes a través de la selección, aumentan sus argumentos para ser atractivos a los padres, quienes aumentan la sobredemanda para entrar a los "mejores colegios", lo que a su vez le entrega a los establecimientos el poder para discriminar más y sin límites: se suben precios, se aumentan las exigencias y estas se vuelven crecientemente más impresentables. Todo lo anterior, sin mejorar en nada la calidad educativa y no entregar ninguna presión de mercado que impulse esa mejora. Lo eficiente y deseable, entonces, ¿es un mercado que maximiza su capacidad de selección o uno que maximiza su calidad de educación?.
La calidad educativa medida por pruebas estandarizadas internacionales de los colegios privados es deficiente. El único colegio en Chile que tiene un mayor puntaje PISA que la media de los colegios de Finlandia es el Instituto Nacional, lo que se da sólo por ser el mayor seleccionador de Chile. El 9% más rico de Chile va a colegios particulares privados y vive mucho mejor que el promedio de Finlandia. Pero ningún colegio de ese 9% más rico de Chile llega a la media de calidad finlandesa de educación. Ni siquiera uno.
La educación privada en Chile es deficiente en términos educativos y excesivamente cara en términos comparados. Ciertamente no se está pagando por educación, sino por otras cosas: exclusividad, acceso, segregación y protección. El tema aquí no es quitarle a los padres su inalienable derecho de escoger colegios donde se cobra más de lo que se enseña o donde se enseña menos de lo que se cobra, sino remover los incentivos del sistema que hacen a todos los establecimientos privados ser más caros que lo eficiente y que eduquen peor que lo que se debiera esperar de ellos. El mercado educativo reúne hoy todas las características de estar muy alejado de sus niveles óptimos competitivos. Tenemos las herramientas y las razones para intervenir, tal como lo hemos demostrado en muchas otras industrias. Nos falta la voluntad.
La segunda dimensión es de fondo: Cuando hablamos de libertad de elección, ¿nos referimos a la libertad de los colegios para escoger a los padres, o a la libertad de los padres para escoger el colegio de sus hijos?
Esta distinción es muy relevante, puesto que a partir de ella debiera definirse quién tiene el poder en la decisión final sobre quién estudia dónde. Obviamente, depende del punto de vista. Incluso en el caso de colegios de índole religioso: ¿Debiera un colegio tener la facultad de impedir la entrada a quienes no consideren de una línea suficientemente similar? Depende de dónde asignemos el poder de decisión. Si está en los colegios, por cierto que tienen esa facultad. Si está en los padres, deben ser ellos quienes decidan, a partir de la información que el mismo colegio les presta con respecto a su identidad y la educación que entregan, si desean o no que sus hijos entren en el establecimiento. Puede ser duro el concepto, pero el ámbito de decisión legítimo de un padre sobre la educación de sus hijos no puede extenderse hasta violentar el espacio de decisión de otro padre con respecto a sus propios hijos. Es válido que establecimientos e incluso padres definan un proyecto educativo, pero no que con ese pretexto rechacen a personas que deseen legítimamente participar de ese proyecto.
Lamentablemente, por mucho tiempo en Chile se ha igualado en términos de discurso la libertad de educación a la libertad de la provisión de educación: el emprendimiento. Mientras, en todo el resto del mundo el verdadero significado de libertad de educación se refiere al poder de los padres de tomar decisiones. Esto, obviamente, implica tener altos grados de libertad de emprendimiento para poder proveer las ofertas educativas que los padres escojan, pero sin que esa libertad de emprendimiento supedite la libertad de decisión de los padres, como la falsa normalidad que hoy ocurre en Chile y de la que nos han convencido por años.
En nuestro país ha sido generalmente la derecha la que se ha llenado la boca con velar por la libertad de la educación. Pero en vez de defender los derechos de los padres, ha defendido consistentemente los derechos de los dueños de colegios. La distinción entre ser pro colegio (pro empresa) o ser pro padre (pro mercado), debe generarse en la discusión pública y devolver el concepto de la libertad de educación a quienes de verdad están dispuestos a impulsarla.
La tercera dimensión es de derechos y se refiere a la facultad que tiene un negocio o servicio a rechazar a un eventual cliente por razones arbitrarias o socialmente inaceptables.
Tal como el rechazo del Registro Civil a casar a una pareja sólo por ser del mismo sexo no es sólo problema de la pareja, tal como la aplicación discriminatoria de la ley antiterrorista en forma exclusiva a una minoría racial no es sólo problema de esa minoría racial, o que un negocio expulse a una mujer por besar a otra no es sólo problema de esa pareja, o que una comunidad expulse a una persona por su nacionalidad no es sólo problema de esa nacionalidad, el rechazo de colegios particulares a niños por razones arbitrarias no debiera ser problema sólo de las familias rechazadas, sino de todos nosotros ya que nos hace a todos menos libres, más vulnerables y menos dignos.
Es necesario que existan colegios privados que generen sus propios procesos y que también cobren lo que deseen para acceder a ellos. Esto es parte indivisible de la libertad de educación. Pero existen razones válidas para filtrar (si puede pagar o no) y otras que deben ser impedidas de ser ejercidas en los procesos internos de los colegios.
La pregunta aquí, entonces, es si podemos confiar en los colegios para no utilizar razones inaceptables. Lo grave es que ni siquiera podremos saberlo: como actores privados hoy defienden la opacidad de sus procesos. Sólo conocemos lo que piden como información y el resultado final de sus decisiones. También sabemos, por las razones explicadas anteriormente, que la información pedida es cada vez más extensiva y cada vez más atrevida: ¿Para qué podrían requerir una fotografía familiar, sino para hacer un análisis racial de sus miembros? Eso, por cierto, es inaceptable para una nación civilizada. Como país ya comenzamos a avanzar en la dirección correcta al aprobar la Ley Antidiscriminación, pero este es uno de los casos donde falta mucho por recorrer.
Incluso si los colegios transparentaran sus protocolos y procesos, ¿podemos confiar en que cumplirán lo que transparenten? Lo claro es que sin modificaciones, tienen todo el incentivo para no hacerlo. La experiencia y tendencia actual nos muestran que no debieran contar con nuestra confianza para hacer ese proceso a puertas cerradas. A decidir, entonces, queda si el proceso de selección está en mejores manos con los colegios o simplemente debemos sacárselo, siendo entregados a organismos independientes, transparentes y que no cuenten con los incentivos negativos de los colegios, que les permita realizar una labor más civilizada.
Por las tres familias de dimensiones expuestas es que estoy convencido que lo liberal en la educación privada implica arrancar de los colegios la labor de selección de sus estudiantes, dejándolo en manos de instituciones independientes.
Los colegios han llevado a la educación privada a ser poco competitiva y eficiente, a entregar una educación de cuestionable calidad, a privar a los padres de su libertad de elección y a violentar en forma creciente los derechos de personas que debieran ser iguales en dignidad. No debiera haber ninguna razón para que un colegio, teniendo vacantes, rechace a una persona que desee estudiar en él. Y si hay más demanda que oferta, los colegios no debieran seguir siendo confiados en tomar la decisión de quién entra y quién no. Ya sea mediante criterios aceptables para todos o simplemente a través de sorteos que igualen las posibilidades de todos quienes deseen ejercer su derecho y libertad de educación.
Asumo que es diferente intervenir procesos de selección de colegios financiados por la subvención que pagamos todos los chilenos a intervenir colegios que son puramente privados. Pero entiendo que las razones están para hacerlo de todas formas. De sobra.
Nada de esto será fácil. Los colegios particulares y el acceso a ellos tienen un rol fundamental en la definición, identidad y perpetuación de las élites tradicionales en Chile. Su intervención podría ser para muchos tanto o más violenta que la Reforma Agraria. Pero por esta misma razón se hace tan relevante como urgente, desde una perspectiva de movilidad social, justicia intergeneracional y legitimación del modelo (o cualquier modelo) en Chile: Los procesos de selección a los colegios particulares son las puertas de entrada -y salida- a la élite. La pregunta final, es si corresponde que las llaves de esa puerta estén en las manos de la misma élite, como afirmarían los promotores del privilegio, de la mano de burócratas, como afirmarían los promotores del Estado, o que lancemos de una vez esas llaves al mar y dejemos las puertas abiertas de par en par, como lo afirmarían los promotores de una sociedad libre y de oportunidades para todos.
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dmimica · 10 years
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La agenda democratizadora ausente: la institucionalidad universitaria
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El nuevo y bienvenido rol que las organizaciones estudiantiles han tomado en nuestra discusión política va mucho más allá de los problemas internos de sus instituciones y de las políticas educativas. Llega a problemas laborales, de salud y la democracia. A diferencia del gremialismo universitario, veo con muy buenos ojos esta renovada politización y la mayor importancia de los estudiantes en las discusiones de fondo de nuestra sociedad. En el marco del cambio en el padrón electoral que trajo la inscripción automática y el voto voluntario, las organizaciones de jóvenes son crecientemente vitales para el fortalecimiento de nuestras instituciones y para acercar la discusión política a las necesidades de las nuevas generaciones, siempre más en contacto con el Chile actual que aquellos que se formaron en décadas anteriores.
Definitivamente atrás quedaron los años en los que la institucionalidad juvenil importaba poco o nada tal como a aquellos que representaba: al no votar, sus opiniones, intereses y anhelos eran indiferentes al sistema político. Por mucho que algunos sigan creyendo que su importancia sigue siendo insignificante por sus tasas de votación bastante menores, eso no deja de ser un engaño autoimpuesto para la tranquilidad: si bien la importancia electoral y política de los jóvenes es mucho menor que la que podría y debería ser, es sísmicamente mayor a la que era anteriormente, por lo que su entrada por la puerta ancha a la discusión política nacional, ya es un hecho. Lo avalan tanto la importancia de las instituciones estudiantiles en la discusión política como los espectaculares resultados electorales de varios de sus principales ex-líderes en la última elección parlamentaria.
Pero el mayor protagonismo, si bien bienvenido, tiene consecuencias en dos sentidos. Por un lado le abre a los estudiantes mayor legitimidad para exigir espacios. Pero por el otro le permite mayor espacio al resto de la sociedad de exigirles a las instituciones estudiantiles mayor legitimidad. Particularmente democrática.
La legitimidad democrática de las instituciones universitarias ha estado en duda permanentemente. Mientras mayor sea su influencia en la discusión nacional, más relevancia cobra cómo estas instituciones y estos liderazgos son elegidos y cómo toman sus decisiones: qué tan representantes son realmente de quienes dicen representar. Y las razones abundan. Las elecciones universitarias han padecido de un generalizada baja participación y sus estructuras decisionales internas suelen no entregar garantías democráticas básicas a sus propios miembros.
Un ejemplo conocido es que en la Universidad de Chile se requiere una participación de un 35% de los estudiantes para que la elección FECH sea válida. Ese número a veces sólo se logra sumando la participación de estudiantes de postgrado, quienes no debieran contar para obtener el cuórum. Más allá, la elección es de modalidad proporcional con cifra repartidora para la mesa, lo que hace que la presidencia de la federación sea para la lista que obtenga la mayor cantidad de votos, siendo ese porcentaje muchas veces menor al 35% de quienes participan. Y cuando es con lista abierta, quien es seleccionado como presidente dentro de la lista ganadora es quien obtiene un mayor porcentaje de votos personales, los que suelen no ser más que unos cientos. Entonces, obteniendo el 35% de los votos en una lista que obtiene el 35% del total en una elección donde participa el 35% de los estudiantes, uno es presidente FECH con el voto a tu persona del 4,3% de los estudiantes de la universidad. Si esto no parece una estructura en cascada a lo SQM, diseñado para que minorías mantengan al poder, no sé qué es.
Pero más grave puede ser el funcionamiento y decisión de las estructuras internas de la federación a nivel de las carreras o de cómo estas son representadas en los plenos. Son mayoritarias las estructuras donde se vota "por carrera", es decir, carreras con un par de decenas de estudiantes valen lo mismo en tomar las decisiones con carreras con un par de miles. Se entiende que es un valor lo que aporta cada carrera a la discusión, pero también es un valor el que cada estudiante sea representado como persona en las discusiones logrando cierta proporcionalidad.
Peor aún resultan las formas de toma de decisión de muchas carreras. La institución de la asamblea se ha ido fortaleciendo en el tiempo y consiste en que se cita a un determinado lugar a los interesados y las decisiones son tomadas por quienes lleguen, muchas veces utilizando tácticas de matonaje, gritos y ataques verbales en grupo a quienes osen mostrar disidencia a la posición, no mayoritaria, sino mejor organizada. El principal efecto de lo anterior es mantener a las mayorías alejadas de las decisiones internas de la carrera.
Mientras las izquierdas defienden estos esquemas porque les conviene políticamente, las derechas suelen atacarlos porque les conviene políticamente modificarlos. La discusión sobre legitimidad democrática o de calidad de las instituciones, gane quien gane y pierda quien pierda, llora por su ausencia. En el intertanto, las grandes mayorías de los estudiantes simplemente dejan de acudir a las urnas, porque ven que sus decisiones no son tomadas en cuenta, ven que el sistema está arreglado para que otros sean los que decidan y que cuando meten sus cabezas al proceso de discusión y toma de decisiones son expulsados de él a punta de gritos y amenazas.
En otras universidades, la situación puede ser aún más seria. Las mismas elecciones suelen no tener garantías reales. Prácticas como el cambio o robo de urnas, el meter votos "a la mala", o incluso las cuentas económicas dudosas, son lamentablemente usuales en nuestra historia reciente. Representantes elegidos tras tales prácticas no son castigados por la institucionalidad universitaria nacional ni menos por la opinión pública.
No todo es negativo. Hay ejemplos positivos entre las universidades. En la PUC las elecciones sólo son válidas con un cuórum del 50% de participación y en las decisiones políticas de su pleno se compensan los valores de "un voto por carrera" y "un estudiante, un voto" a través de un camino intermedio razonable, si bien padecen también de asambleas internas que no entregan garantías democráticas reales. Sus dirigentes, entonces, claramente cuentan con una mayor legitimidad democrática interna que el de la mayoría de las otras universidades y deben ser considerados como tales en la discusión nacional.
Curiosamente, entre los ex dirigentes universitarios elegidos recientemente como diputados, quienes más legitimidad democrática tienen en el congreso (grandes votaciones competitivas o incluso rompiendo el binominal) son aquellos que menos la tuvieron siendo dirigentes estudiantiles, mientras quien más legitimidad tuvo como dirigente estudiantil, menos la tendrá como diputado (cupo protegido en binominal).
Una agenda por la democratización estudiantil debiera ser múltiple, desde abajo hasta arriba:
Mantener a las asambleas como necesarias instancias deliberativas y evitarlas como instancias decisorias. Entender que en la toma de decisiones, más democracia en las carreras pasa por menos asambleas y más procesos donde se asegure el voto secreto e igual participación entre cada estudiante. El uso de las tecnologías, aquí, es necesario y facilitador. Las asambleas debieran ser informativas y abiertas, para que luego cada estudiante pueda decidir en una urna o desde la comodidad de su hogar.
Compensar los valores de "una carrera, un voto" con "un estudiante, un voto" a través de esquemas razonables en las decisiones de los plenos universitarios, ya sea mediante ponderación de votos o con la creación de un cuerpo complementario a los centros de estudiante, que sea escogido proporcionalmente.
Aumentar las condiciones de cuórum para la elección de federaciones. Si se fuerzan cuórums de 50%, tal vez algunos años algunas universidades queden sin federación, pero sus estructuras políticas deberán adaptarse para representar y atraer mejor al electorado, en vez de adaptar al electorado a ser representado por las opciones existentes.
Fomentar sistemas electorales más competitivos, donde se requieran grandes mayorías para llegar al poder y que construyan movimientos políticos internos robustos y que duren en el tiempo. Aquí, sistemas electorales compensatorios entre sí pueden ser muy útiles, como federaciones elegidas mayoritariamente con representantes por movimiento escogidos proporcionalmente, o viceversa.
Tener desde la CONFECH un robusto sistema de observadores electorales, tal como la institucionalidad internacional los tiene en elecciones nacionales. Si un proceso electoral no cumple las garantías, su resultado no debiera ser aceptado por la CONFECH y sus representantes no debieran tener participación en decisiones inter-universitarias.
Medidas como las anteriores no serán fáciles. Hay una verdadera casta política que hoy vive en las universidades gracias a su escasa y fallida democracia y que serán enemigos de cualquier modificación que amenace sus posiciones de poder. Pero puede ser una agenda que, levantada desde las bases, genere cambios que hagan al fin a la institucionalidad universitaria una que realmente represente a los estudiantes. La política es inseparable de la experiencia universitaria. Qué objetivo puede ser más aglutinador de voluntades, que hacerla mejor.
Como sociedad civil, no tenemos ningún derecho a intervenir en los procesos democráticos de estudiantes universitarios. Pero tenemos tanto el derecho como el deber de juzgar su legitimidad si es que los aceptamos en la mesa de conversación nacional. Son los mismos estudiantes los llamados a llevar a cabo cambios como estos y somos todos los demás los llamados a exigírselos. Su nuevo y ganado rol de partícipes relevantes en la discusión nacional requiere estas seguridades tanto para mantener este necesario rol en el tiempo, como para fortalecerse aún más como actores de una democracia robusta y compleja a nivel país.
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dmimica · 10 years
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dmimica · 10 years
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Sobre el pacto de Bogotá
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Como consecuencia al resultado en el Tribunal de la Haya sobre el diferendo marítimo entre Perú y Chile, hay voces en nuestro país que están promoviendo retirarnos del Pacto de Bogotá. Ejemplos son parlamentarios como Eugenio Tarud, ex ministros como Francisco Vidal y presidentes de partido como Patricio Melero de la UDI. Los tres, entre otros, públicamente presionando al gobierno, el que se ha manifestado abierto. Aquí expondré por qué esto es peligroso y demostrativo que si bien hay voces marginales belicistas en nuestros países vecinos, voces similarmente extremas están en el centro de nuestro sistema político y, por lo mismo, son bastante más peligrosas para la paz continental.
Hay que partir por señalar que como "Pacto de Bogotá" se conoce al "Tratado Americano de Soluciones Pacíficas" firmado en 1948 y posteriormente ratificado por casi la totalidad de los países del continente. Trata básicamente de obligar a sus firmantes a utilizar mecanismos pacíficos para resolver sus problemas bilaterales. Primero mediante la conversación entre ellos, luego a través de los mecanismos provistos por los organismos regionales y finalmente a través de vías judiciales como la Corte Internacional de Justicia dependiente de la ONU. Como es un tratado internacional, su cumplimiento es exigible y obligatorio para los países firmantes, los que así se comprometen con esos mecanismos, y no otros, para resolver sus disputas.
Lo evidente entonces, es concluir que demandar la salida de Chile de tal pacto, implica necesariamente querer dejar de estar constreñido a la obligación de buscar soluciones a través de vías pacíficas, prefiriendo dejar abierta en términos legales la alternativa: las no pacíficas.
Una de las grandes conclusiones del proceso de La Haya, tal vez la menos discutida en Chile, es la luz de evidencia que quedó sobre la inutilidad de la enorme diferencia a favor de Chile que existe en Fuerzas Armadas en relación a nuestros vecinos. Tal diferencia no impidió ser demandados por Perú ni por Bolivia y el resultado de las demandas no dependió ni dependerá un ápice de la inversión que hagamos en preparativos bélicos ni defensivos ni de ataque disuasivo.
La intención detrás de buscar sacar a Chile del Pacto de Bogotá, entonces, es volver a hacer relevante esta diferencia en Fuerzas Armadas en favor de Chile en la discusión diplomática del día a día. Dejar de depender de instituciones internacionales y poder depender de la simple amenaza de un poder bélico superior y realmente disuasivo. El problema, claro, es que en vez de dejar el futuro de nuestros límites al respaldo de las leyes internacionales, lo hace a la capacidad futura de Chile de mantener esa diferencia en el futuro, más allá de crisis económicas o cambios productivos o extractivos de relevancia que puedan poner a alguno o varios de nuestros países con mayores capacidades relativas de inversión en FF.AA.
Las vías que se abren para Chile en el futuro, entonces, son al menos claramente dos:
La primera es partir por tomar conciencia de la inutilidad de nuestro exceso de inversión armada y asumir incluso que esta puede traer  consigo costos diplomáticos y en relación con nuestros vecinos que no tienen mayores correlatos con eventuales disuasiones o ganancias diplomáticas. A partir de esa revelación, lo lógico es equiparar gasto, inversión y equipamiento militar con nuestros vecinos y llegar al punto en el que podamos avanzar conjuntamente en un progresivo desarmamiento pactado. Esto traerá el fin de la "amenaza militar" que Chile pone sobre sus vecinos y despejará el camino para una relación diplomática más fructífera.
La segunda vía es salir del Pacto de Bogotá e instaurar la "ley del viejo Oeste" en el vecindario: asegurar a los vecinos que el único camino para lograr algo de parte de Chile es el camino de las armas. Tal como convencerlos que si Chile llegase a desear algo de parte de sus vecinos, ese sería también el camino escogido.
Por cierto, esta segunda vía es el sueño mojado de extremistas de chovinismos y nacionalismos variopintos, los que suelen ser transversales a cualquier eje político. Lo preocupante es que mientras identificamos a personajes así en los márgenes políticos de nuestros países vecinos como al padre de Humala o a su hermano presidiario o a aquel general que vociferó amenazas hacia Chile, en el caso de nuestro país, personajes de similar peligrosidad se encuentran en el centro de la discusión política, siendo protagonista el presidente del mayor partido político de Chile, la UDI, el que no es ni más ni menos que el eje de sustento del actual gobierno.
Mientras un Isaac Humala vocifera amenazas torpemente y desde el margen, Patricio Melero lo hace institucionalmente y desde el centro del poder. ¿Cuál, creen, es el más peligroso?
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dmimica · 10 years
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Gratuidad como prueba de la blancura vacía
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dmimica · 10 years
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Binominal como estado mental
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En el 1er semestre del 2012, mientras estábamos haciendo campaña para ganar la primaria de Providencia con Cristóbal Bellolio, fuimos al lanzamiento de campaña a alcalde de un amigo mutuo, que era DC. 
Ahí, un joven militante de la DC que a pesar de nuestros intentos por explicar sutilezas nos consideraba de centroderecha, no entendía por qué estábamos en ese lugar, si éramos "del otro lado".
Ante eso, para comprender su posición, le pusimos un ejemplo: si el eje izquierda-derecha es una línea y él como DC supuestamente está cerca del punto en que se divide la izquierda con la derecha, y en el caso de tener que escoger entre dos candidatos para votar, uno de ellos muy cerca de él en la línea, pero hacia el lado de la derecha, pero muy cercano al centro. El otro candidato, por ejemplo comunista, muy lejos de él pero compartiendo el lado de la izquierda. ¿Qué escogería? ¿la cercanía política o el compartir bando?.
Él, sin dudarlo un segundo, respondió que votaría por el comunista.
"El comunista sería de mi lado, el de la derecha sería del otro lado".
Pasmados, nos alejamos. Habíamos conocido a un perfecto ejemplo del binominal como estado mental: la división entre buenos y malos, entre los tuyos y los míos, entre la izquierda y derecha, separados por una cortina de hierro infranqueable que no admite traspasos ni conversación. De quienes hablan de construir en el centro, pero dándole la espalda a las fronteras y sólo hablándole a los supuestamente propios.
Ciertamente, personas como él existen en izquierdas y derechas. Pero como lo hemos visto en los últimos resultados electorales, particularmente desde 2009, cada vez menos electores se sienten representados por esta visión.
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dmimica · 10 years
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La nada Vs el Deuteronomio. Nuestra 2da vuelta.
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dmimica · 10 years
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Carta abierta a Evelyn Matthei, de un liberal
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Si bien presido un movimiento llamado Red Liberal, que participó leal y entusiastamente en la campaña de Andrés Velasco, hablaré a título personal.
Luego de la primaria presidencial el mundo al que pertenezco siento que quedó bastante abandonado. Si bien hubo candidatos que buscaron activamente apelar a nosotros, no hubo más que resultados mixtos. Franco Parisi logró tocar algunas teclas que fueron atractivas para quienes olvidaron los serios problemas de esa candidatura. La palabra "huérfanos" se repite en conversaciones de pasillo, en redes sociales y reuniones sociales o políticas.
Soy de aquellos que no votó ni por Ud. ni por Bachelet en primera vuelta. También soy de aquellos que va a votar en segunda vuelta por alguna de las dos opciones en disputa. En mi caso, porque estoy convencido que las elecciones no son sobre uno, sino sobre el país. Uno debiera votar por muy intranquilos que nos hagan sentir las opciones. Entonces, soy uno de los indecisos a convencer.
Me tomo la libertad de escribirle a Ud. y no a Michelle Bachelet, porque a diferencia de la candidata favorita, a Ud. pareciera importarle mi voto, o al menos lo necesita. Algunas señales y titulares hacen pensar que este "electorado liberal" es al menos a uno de los que su sector intentará apelar para subir su votación en una segunda vuelta. A buena hora. Permítame ayudarla.
Primero, algunas cosas urgentes: ¿qué es eso de el ataque al estado laico?. Los liberales estamos convencidos que la separación de las creencias personales con la administración del poder es la única manera en que todos podamos ser tratados en forma justa en un espacio común y parejo. ¿Qué es eso del ataque a los jueces? La separación de poderes es uno de los preceptos fundamentales del estado de derecho, sin el cual, quedamos sin protección alguna ante unos pocos que ostenten poder. Para qué le voy a recordar los ejemplos recientes en Chile.
Su campaña hasta hoy ha sido profundamente conservadora. Si quiere convencer a liberales, los cambios deberán ser profundos.
A los liberales, a diferencia de los conservadores, no nos atemorizan los cambios. Valoramos las diferencias. Vemos más daño que bien en imponer nuestro set de creencias personales en los demás. Estamos mucho menos dispuestos en sacrificar libertades por seguridad. Estamos por defender al mercado en vez de a las empresas. Los liberales, a diferencia de conservadores o progresistas, no queremos construir el "hombre nuevo" ni el "hombre correcto" ni el "hombre mejor". Simplemente queremos derribar las barreras para que el hombre sea el propio maestro de su destino. Como ve, Sra. Matthei, no la tiene fácil.
El poner a algunos de los pocos liberales que aún quedan en la derecha en primera línea, como Rubilar o Sabat, es una buena señal. Pero insuficiente para compensar el hecho que los tenían relegados hasta hace un día a la última fila. Incluso a Rubilar no le quisieron dar un cupo parlamentario. Apelar a nosotros con gestos vacíos, me temo, sería peor que ignorarnos.
Algunas de las señales que podría dar para demostrar que el supuesto cambio es más que de la boca para afuera:
Apostar por el matrimonio igualitario. Ni siquiera es una bandera exclusivamente liberal, el partido conservador de Cameron en Inglaterra lo llevó adelante. La negativa de conservadores chilenos se ve crecientemente desconectada de los tiempos. Fortalecer el poder de elección a padres en educación terminando lentamente con el copago que le entrega el poder de selección a las escuelas. Ir más allá de la subvención preferencial, para aprovechar la educación como la gran oportunidad que tenemos en Chile de compensar las diferencias de origen y construir una cancha pareja que nos permita acercarnos a la igualdad de oportunidades. Siendo valiente y legalizando de una vez la marihuana, privilegiando las libertades personales y poniendo al mercado del lado del combate al narcotráfico. Mayor separación estado-iglesias, desdiciéndose de las locuras de primera vuelta. Dar garantías de la separación entre los poderes del estado y por el estado de derecho, que quedó en dudas con sus intervenciones anteriores. Terminar con integraciones verticales en salud que impiden la competencia y aumentan los precios. Apostar por un combate al crimen de cuello y corbata con al menos la misma fuerza con la que se combate el narcotráfico, ya que nada es más dañino para la legitimidad del mercado que los abusos de poderosos amparados por una legislación y persecución displicentes. Desafiar a su propio sector y hacer el mínimo avance de racionalidad hacia el aborto al menos terapéutico. Apostar por la transparencia total de donaciones políticas, por una ley de lobby con registro público o finalmente comprometer la modificación del sistema binominal y abrir la Ley de Partidos para aumentar la competencia en el sistema.
No tiene que hacer todo lo anterior, sino sólo algunas de esas medidas (u otras de ese calibre) para demostrar que el compromiso es real. No intente convencernos que esta derecha (UDI y RN) estarán por estas aperturas, porque no lo logrará. Pero sí podrá mediante compromisos públicos y explícitos, convencernos que un gobierno liderado por Ud. sí estará por estas reformas. Principalmente, porque muchos creemos que Ud. sí está convencida de ellas, o al menos de buena parte.
Para sumar a los liberales, debe comenzar por liberarse Ud. misma. Y luego de eso, apostar con fuerza e ir más allá. Después de todo, tiene poco que perder y mucho que ganar. 
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dmimica · 11 years
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Hay Asambleas Constituyentes y Asambleas Constituyentes
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Pocos en Chile discuten que la actual constitución tiene serios problemas de legitimidad. Muchos, además, le reconocemos bloqueos al proceso democrático que impiden que Chile avance hacia su desarrollo. Algunos le asignamos también al menos parte de la responsabilidad en el creciente abismo que existe entre la ciudadanía y sus representantes, al dificultar cambios institucionales que vayan en la dirección general de las demandas ciudadanas y de las nuevas generaciones.
Pero incluso quienes estamos de acuerdo en todo lo anterior, podemos perfectamente diferir en los caminos de solución. Si debemos hacer amplias reformas constitucionales desde el congreso, si debemos abrir el proceso hasta donde lo permita la institucionalidad vigente, si debemos tensionar esa institucionalidad para permitir un cambio más profundo o si el objetivo es una refundación de la república donde echemos por la borda lo que tenemos y comencemos de nuevo.
En varias de estas alternativas toma protagonismo la figura de una Asamblea Constituyente, la que se ha levantado como bandera democrática y ha inspirado varias campañas y movimientos para llevarla a cabo. Pero no hay sólo una manera de entenderla.
La asamblea constituyente hoy se ha unido a conceptos como "el modelo" o "Bachelet": ante la ausencia de definiciones precisas, cada persona le asigna el significado que quiere y lo usa para sus propios argumentos. Pero al contrastar los usos que diferentes personas le dan, encontraremos que muchas veces implican significados no solo diferentes, sino hasta opuestos entre sí.
Esto lo facilita la amplia gama de ejemplos que tenemos en política constitucional comparada. Hay tantos ejemplos internacionales sobre cómo aproximarse al desafío de realizar una asamblea constituyente como hay países que lo han hecho en su historia. Como suele suceder en el mundo real, ninguno de esos ejemplos está libre de problemas o desafíos propios y ninguna adecuación al caso chileno dejará nunca satisfechos a todos.
Aquí es donde las actuales campañas que promueven la Asamblea Constituyente como categoría de mecanismos quedan cortas: ninguna de ellas propone la forma preciso para llevarla a cabo. Y eso es lo que presenta la principal dificultad para los ciudadanos que, aceptando la necesidad de reformas profundas e incluso aceptando el camino de una Asamblea Constituyente para llevarlas a cabo, encontramos completamente inaceptables varias de las formas que esta Asamblea puede tomar.
Sólo como ejemplo, cuando uno le pregunta a muchas líderes, generalmente ligados a la izquierda, sobre cómo entienden que funcionaría una Asamblea, estos aseguran que sería "democráticamente electa", pero con "cupos especiales para minorías" o incluso con cupos especiales para representantes de diversos cuerpos sociales, económicos y de actividad, como gremios, profesiones, pobladores, etc. Esto, por supuesto, es indistinguible de un corporativismo de corte franquista, incompatible con la democracia como la entendemos hoy en occidente.
Si me preguntan a mi, partamos con una potente reforma a los partidos políticos que abra las compuertas de par en par a nuevas organizaciones. Luego abramos la inscripción a colectividades que representen en forma clara maneras de ver la sociedad y que tengan propuestas constitucionales concretas, junto con explicitar quiénes serían los representantes de esas organizaciones que participarían de la Asamblea. Tras lo cual, hagámoslas competir a todas (viejas y nuevas) en un proceso democrático abierto y limpio que recuerde lo que en Chile sucedió cuando se abrió la democracia a finales de los 80's. Si hay quienes deseen impulsar representantes de pueblos originarios, minorías sexuales, lugares de Chile, gremios en particular, que compitan como los demás o vuelquen sus apoyos a quienes considerarán sus intereses como les parezca mejor. Si escogemos los pesos de esa Asamblea Constituyente mediante representación nacional proporcional, guardando ciertas garantías para las minorías, tendremos un cuerpo que representará fielmente los deseos de la población y desde donde se podrá elaborar una propuesta robusta y que proyecte el desarrollo político de nuestro país por primera vez en paz. Y de paso, quedaríamos con una estructura de partidos que realmente represente a la ciudadanía.
Si aparece una campaña que levante un modelo como el anterior o similar, firmaré gustoso. Pero si mi firma puede llevar a experimentos corporativistas u otras formas no democráticas de realizar una Asamblea Constituyente, no cuenten conmigo. Una cosa es apoyar un mecanismo independiente de su resultado. Pero otra muy diferente es apoyar un mecanismo independiente de su naturaleza.
El hacer una nueva constitución en el congreso binominal me produce resquemores. El hacerlo con los actuales partidos representantes del Chile del pasado, me produce escalofríos. El hacerlo escogiendo arbitrariamente grupos representados según la capacidad de influencia o movilización que tengan en las calles, me produce terror. Hagámoslo mejor democráticamente o avancemos en forma decidida a una construcción institucional que lo permita. No es fácil ni es rápido. Pero el desafío de tener una constitución digna de nuestro país lo hace necesario.
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