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– Juan Rulfo.

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Su nombre significa "el que no demuestra tristeza", pero (aunque era verdad porque apenas se empezaba a poner azul, corría hacia el sol y en menos de un segundo volvía a lucir un amarillo cálido) creo que aquellas siete letras deberían ser la materialización de la libertad. Libertad y Tristán, suenan igual, ambas son palabras agudas, ambas me atraen.

Supongo que el gorrioncillo nunca olvida a quien le libera de su tormento y le lleva sobre el dorso de la mano a contemplar los altos cielos, supongo que por eso yo no puedo olvidarlo. Nunca me esforcé menos por ser feliz que cuando estaba él, porque ni siquiera hacía falta, ser feliz era algo que me emanaba desde lo más chiquito y escondido del corazón. Soy tan mala exploradora y él tan buen marinero que es el único capaz de llegar a aquel sitio. Algunos lo han intentado, pero terminan por perderse y ahogarse entre tanta intensidad que tengo que salvarles, colocarles en la canoa de la indiferencia y expulsarles de ahí.

Creo que voy a clausurar el sitio hasta la próxima primavera. Creo que voy a quererle un rato más.

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21 de julio, 2022

Querido T:

Aquí un montón de cosas que te hubiese dicho si te hubiera visto solo una vez más.

Ayer y hoy han sido días extraños, no logro entender completamente cómo me siento. Pero sé que estoy feliz, mucho, de verdad, porque (desde lo más sincero de mi corazón) deseo que seas feliz. Ojalá encuentres un camino certero que seguir y que te abandone el sentimiento de incertidumbre, de extrañeza, el anhelo de querer ser nómada al comenzar a sentirte parte de una tierra.

Desearía que me llamases cada noche para contarme cómo fue todo durante el día, cuántos pasos diste hacia la libertad, cuántas veces reíste sin forzarlo, qué tan tú te sentiste. Sé bien que eso no pasará, que solo me queda apagar todas las luces, colocarme los audífonos, cerrar los ojos y repasar tu rostro, con la sonrisa contagiosa, con los ojos llenos de esperanza. Tengo miedo de olvidar cómo se siente tu presencia y tus abrazos (quizá te pida vernos por última vez en mi cumpleaños que se encuentra cerca, ojalá aceptes, ojalá nos abracemos como si nunca nos fuésemos a soltar).

Hubiese querido hacer más por ti, estar en aquellas noches que debieron ser muy duras y solitarias, pero siempre que lo intentaba, me hallaba ante una barrera impenetrable. A pesar de ello, me hace feliz saber que mi apoyo fue tan real que fuiste capaz de percibirlo hasta allá.

Siempre he admirado tu determinación ante la vida, así eres tú, persigues algo hasta conseguirlo. Así es la vida, siempre termina por dártelo (creo que por maravilloso). Estoy segura de que dentro de un año todo será distinto, pero estoy ansiosa por conocerte. Qué lastima que no estarás tampoco en esta navidad ni año nuevo, pero te estaré enviando un abrazo con cada fuego artificial que explote en el aire, espero que lo sientas.

Estoy escuchando "It's You" de Allie Gatie, recordando el grado de dicha que casi parecía ahogarme luego de besarnos por vez primera, nadie se ha sentido como tú. Es curioso que dijeses que nuestro amor se sentía joven e inocente, creo que le agregaría: intenso. Puedes pensar que nos dimos mucho en tan poco, pero yo siento que me quedé con el alma llena de cariño, un cariño que no requiere de que tú correspondas, no tiene nada que ver contigo, quieres a alguien porque su sola presencia te llena de luz, ahí reside la fortuna, no hay más, no es tan complicado.

Te deseo tranquilidad y valentía. Suelta todo. Libérate. Deja de andar antiguos caminos, no mires atrás, incluso si eso significa que tampoco vuelvas tu mirada hacia mí. Te quiero, te quiero mucho. Desde aquí voy a apoyar tus sueños y tus anhelos. Donde quiera que estés, me aseguraré de que mi apoyo llegue hacia ti.

Ojalá cumplas tu promesa, ojalá vuelvas, porque sería una lastima que el mundo no te conozca como escritor. Probablemente tu fantasma merodeará junto a mí en los pasillos de la facultad, hasta que me acostumbre a que ya no estarás aquí.

Yo tampoco seré la misma. Me causaba mucha gracia lo opuestos que éramos y lo bien que parecíamos comprendernos. Siente un poco más por lo que yo voy a dejar de sentir. Me (te) prometo proteger mi sensibilidad. Prometo vivir más, tener un montón de anécdotas que compartir contigo a tu regreso, prometo seguir, siempre seguir. También te prometo conocer la obra de Pizarnik al derecho y al revés, y leerle siempre que sienta que tu recuerdo se me evapora.

Navega tranquilo. Te veo a nuestros veintitrés, cuando quizá (solo quizá) seamos las personas correctas en el momento adecuado.

Te quiere sinceramente, K.

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Nada que merezca la pena leer sobre el amor se escribe en estado de felicidad. Para escribir sobre el amor o sobre unos zapatos viejos, incluso para escribir sobre la felicidad con verdadera justicia, hay que estar triste, hundido en la mierda, o casi. El corazón que sintoniza con el resto de los hombres, el que tiene algo interesante que decir, es el herido. El corazón feliz está ocupado siendo feliz, no tiene tiempo para escribir sobre una tristeza que no anhela, sobre los besos que está dando o las sonrisas de complicidad, que son prueba de que el amor va viento en popa. No. Cuando se escribe de amor nada va viento en popa, porque no hay viento, tampoco hay barco, por lo que hablar de popa carece de sentido. Más bien estamos en un mar, eso sí. Un mar donde el horizonte, miremos donde miremos, es más mar. Mar por todas partes. A casi todas horas.

Selam Wearing

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Alejandra Pizarnik, poesía completa.

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12 de enero, 2022.

Al chico del jazz:

Si hubiese sabido que aquel miércoles era el último, hubiese acariciado más a tus tres gatos. Hubiera preguntado de dónde venía el nombre de Alegría y (cuando tú no estuvieras escuchando) le hubiera pedido que siempre fuese así de cariñosa contigo, que no te dejase solo nunca, que te acompañase en tus ratos de lectura y en los de composición, y que me guardara la petición como un secreto entre ambas.

Te hubiera mirado más a los ojos (aunque tu mirada me pusiese nerviosa) para grabarme tu bonita mirada por siempre en el alma. Me hubiese gustado escucharte hablar más acerca de Filosofía y del instante. Del instante real, pero efímero y escurridizo. Del instante que se nos escapaba entre besos, suspiros, silencios y tímidos roces de nuestros cuerpos. Del instante que no puedes contener. Del "te quiero" que moría inmediatamente después de pronunciarlo.

Te hubiera besado una vez en la cama y dos en el sofá por cada libro de poesía que encontrasemos en la biblioteca de tu padre. Quizá te hubiese asustado saber que lo que causabas en mí era de tal intensidad que me daban ganas de volverte el destinatario de un texto más cursi que "Epistolario".

Pero no lo supe, no supe que te ibas porque me dabas la mano como si fueses realmente mío. Porque me hablabas como si fueses a quedarte una eternidad. Porque me besabas como quien ha estado sediento por un siglo y al fin ha encontrado un manantial. Porque me mirabas como quien ha encontrado el motivo para no arrojarse al Sena. Porque me abrazabas como quien sostiene entre sus manos la más grande de sus fortunas y porque tus dedos recorrían mi piel tan delicadamente, sin prisa, como adorando lo divino.

Todavía me pregunto cómo sonará Plath, Poe y Storni en tus labios. Supongo que no hay remedio, me quedé con ganas de leerte a Tario y a Woolf, y de saber por qué "Los trabajos y las noches" es tu poemario favorito de Pizarnik.

Mis oídos continúan tratando de inventarse las canciones de Jazz que nunca les mostraste, y mi mente trata de recordar la letra de aquella canción que para mí nunca compusiste, mientras que yo (desesperada) intento olvidar aquellas calles que llevan tu nombre, pues temo querer volver.

A veces todavía me gusta entrelazar los dedos de mis manos e imaginar que aquel tacto es el tuyo, y en ocasiones mis pies se mueven involuntariamente, como revelándose, como extrañando aquellas clases de baile a las que nunca asistimos. Pero no te preocupes, ya casi te olvido. Tú tranquilo, solo necesito enterrar este cuerpo y habitar otro que no esté acostumbrado al tuyo.

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Desertor

El falso cazador se supo presa

fuego, incendio, ceniza palpitante

Y fingió, y tardío confesó con franqueza

huida, tropiezo, cicatriz sangrante.

El capitán en el mar se reflejó prisionero

Nado veloz, ahogo sagrado

Y renunció, y fue sólo cóndor pasajero

Vuelo alto, desplome angustiado.

Y la presa aún lo espera

y la marinera lo desea.

— Daniela Agustini

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ojalá vos seas esa persona que me cruce dos veces en la vida

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me pregunto

si alguna vez

nos pensamos al mismo tiempo

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y es que nunca tuve tantas ganas de hacerle bien a alguien

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quiero regresar a ese día y decirte que nos abracemos un ratito mas

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im on tumblr bc im a romantic this energy doesnt exist on any other platform

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Ave de febrero:

Debes saber que en una de esas tantas noches en que tus ojos me mantuvieron despierta, poco a poco me llené de desesperación, y en una oración angustiada, grité al cielo: “ayúdame a superarla, dame la fuerza para poder soltarla" sin saber siquiera muy bien a quién me dirigía, únicamente esperando una muestra de misericordia. Ayer, durante un estado de paz, entendí que eres libre cual golondrina, y que lo peor que yo podría hacer es intentar tenerte junto a mí para siempre.

Luego acepté que no perteneces a esta tierra, que tu destino es abrir tus alas, volar sobre todos los océanos, bendecir con tu gracia al hombre que mira al cielo implorando compasión. Supe que cuando estés surcando el azul, no habrá nadie que pueda no mirarte, no adorarte por tu belleza, por tu elegancia nata. Supe que cuanto te alces sobre el Sena, serás la salvación del suicida que arrepentido retrocederá, sabiendo que existe todavía razón para seguir intentándolo. Incluso el ciego alzará la vista, buscando incesantemente la forma de mirarte un poquito, capaz hasta de convertise en otro de los faustos de la historia, solo por contemplarte yendo de un lado a otro ágilmente, mirando coquetamente, pues de nada sirve el alma si esta no vive junto a ti.

Estando convencida, subí a la torre de la iglesia, llevándote junto al corazón, deseando que escucharas cuanto te adoro, pero que no percibieras la tristeza que abrir las manos y extenderlas por aquella ventana causaría en mí. Conté... uno, dos, tres, pero seguías ahí, incapaz de irte, quizá porque eras testigo de mi semblante triste, derrotado, como aquella que estaba a punto de perder la más grande fortuna. Entre miradas, suspiros, entre tú girando la cabeza porque no entendías qué pasaba, transcurrió otra hora, pero de pronto miraste a tu compañera del pasado, aquella con quien compartiste largos viajes, y decidiste volver con ella.

Hoy, aún en mi desgraciada tristeza, soy incapaz de juzgarte, mucho menos de odiarte, sigo siendo aquella que te quiere, que ingenuamente sigue buscándote, aun sabiendo que no estás más.

Casi te olvido, pero me inundó tu canto, me nublaron la vista tus azabaches cabellos, tu sonrisa me dobló las rodillas y luego me hizo tropezar. Aún no encuentro el antídoto que me haga inmune a ti, pero tú no te preocupes, pues nunca lo sabrás. Callaré todas las palabras que quisiese decir, dejaré que las voces se vuelvan mudas y se ahoguen en mi garganta. Solo los árboles sabrán cuánto te quise... cuánto te quiero.

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Plegaria a la Luna

Madre mía, bella señora

Joven dama, mujer sabia,

Historiadora de civilizaciones ya inexistentes,

Jueza del mortal.

Luna juguetona

posándote sobre la cuna del infante,

regazo del huérfano que llora sobre el sepulcro,

limpiando las lágrimas que se riegan sobre la fría losa,

acogiéndole cual amorosa madre.

Esperanza del mendigo vestido de jirones

al que revistes de tenue luz.

Compañía del mísero, del solitario,

del desahuciado, del olvidado.

Mujer coqueta y vanidosa

que con fervor te engalanas

y te entregas cada noche

a aquél que te espera con ansía:

A ti, todas mis súplicas, oraciones

ruegos y sinceras imploraciones.

A ti, que aun a los pecadores

acoges bajo un manto de misericordia.

A ti, la evocadora de imágenes,

de presencias pasadas:

Acógeme en tu omnipotencia

y permite que mis ojos le contemplen una vez más.

A ti, que contienes todas las voces

de aquellos que una vez posaron esta tierra,

asistida con tu misericordia

clamo por escuchar esa voz que hace tanto

vive solo en sueños.

Madre mía, bella señora,

joven dama, mujer sabia,

con gran devoción,

hoy me doblego ante ti.

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Des-corazonada: Calaverita literaria a Alonso Villalpando

Como cada año en el noveno mes

emerge del inframundo la de nívea tez,

se atavía con lujoso atuendo

y en busca de una víctima va riendo.

A la CDMX ha llegado tras rápida carrera

y por descuido sus huesitos yacen en la acera,

al verla todos huyen de ella,

pues está lejos de ser una dama bella.

Ahí está la pobrecilla temblando de frío,

sola, desolada entre tanto gent��o,

mira a tantos andar y andar,

mas ninguno se detiene a mirar.

De pronto alguien le extiende la mano,

en su mente resuena: ¡Qué precioso humano!

al tiempo en que se oye un: “Señorita, señorita, ¿está bien?

bueno, es que éste más perfecto no puede ser.

En un ambiente de coquetería y galantería

la traviesa le ofrece una cita en la librería,

pues ella de él se ha enamorado,

¡Oh, pobre citadino desdichado!

Es una hermosa mañana de otoño, 

ella no deja de guiñarle el ojo,

tan amable es el otro como para sospechar

que la Catrina al camposanto se lo quiere llevar.

Así transcurre una charla normal

y pronto se da cuenta de su voz celestial,

de los encantos de Alonso Villalpando

como tantas otras se está enamorando.

Con sus azules ojos está embelesada,

recordando aquellos tiempos en que fue amada

pero sin tacto le rompieron el corazón

justo a media ejecución de un danzón.

Razón suficiente para evitar enamorarse

mas de este flechazo ya no puede safarse.

El de dulce voz la invita a su estudio

y ella ya imagina de un gran amor el preludio.

Mientras van por ahí andando

continúan animosamente charlando,

ambos aman “Me cuesta olvidarte” de Mecano

y él es increíble tocando el piano.

Tras unos pasos más al estudio han llegado

y de la flaca sus instintos de evitar el amor han cesado.

En el más allá un acta quiere verlo firmando

y ser finalmente la señora de Villalpando.

Y es que siente entre las almas una afinidad

nunca antes vista en toda la eternidad,

sin saberlo, él ahuyenta sus condenados temores

cuando le lee poesía y le canta canciones.

La Catrina es una apasionada de la literatura,

eficaz remedio para alejar la amargura,

con Alonso puede hablar de la maga de Cortazár,

de García Marquéz o cualquier escritor al azar.

Y ni hablar del exquisito deleite 

que produce en todita la muerte

conocer su muerte profunda,

¡éste no se escapa de ultratumba!

El otro, dueño de tanta amabilidad

incluso le hace tener fe en la humanidad,

ya se imagina junto a él filosofando,

de Camus y Nietzsche hablando.

Serenata Huasteca de Alfredito Jiménez sonando

y ella todo el corazón entregando,

mas la ilusa está a punto de saber

lo que siente por ella su querer.

La de huesitos frágiles confiesa su amor,

produciendo en aquél un gran temor,

pues el muy valiente no sabe cómo decir

que no comparte su sentir.

Se arma de valor para hablar

aun con las piernas empezando a temblar

“dulce Catrina, a ti no puedo amarte,

pues de mi vida una mortal ya forma parte”

Desahuciada está la descarnada,

esa sí que fue una gran bofetada,

pues del corazón de su amado otra es dueña

y dormido o despierto, con aquella sueña.

La mísera quiere romper en llanto,

pero por orgullosa aguanta otro tanto.

¡Pobre Alonso, en la que se ha liado

por a la flaca haber desairado!

Qué dolor, qué poco alivio,

su corazón no se cura ni con vino.

la pobrecilla tan despechada,

sin dudar le hace una mala jugada.

Rápida y ágil en su actuar

al otro mundo le hace cruzar,

ahí le borra la memoria

reafirmando sobre él su victoria.

La muy descarada se muestra dichosa,

gozándose en su cantar y su prosa,

escuchándolo covers tocar

y excepcionales beats armar. 

— Daniela Agustín

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Margily

En tu sonrisa navego

y marinera parezco,

por vela llevo tu acento,

por compañía tu canto.

Mar más bello no he visto:

Ojos que son agua calma,

voz fresca brisa del alma,

perderme en ella anhelo.

Hacia ti marcho sin miedo,

sin previsión, sin recelo,

como envuelta por el viento,

como creyente de tu encanto.

Por ti tormentas resisto

bella dama, capitana,

gaviota por la mañana,

encontrarme en ti deseo.

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Hecha de ti

Chico de ojos bonitos:

¿Has pensado que realmente es cierto que estamos hechos de pequeños pedazos que han dejado las personas que pasaron por nuestra vida en algún momento? Es como si cuando nacemos, fuésemos un lienzo en blanco, listo para ser cubierto de colores. Me gusta creer en esa teoría, me gusta pensar en todas las cosas que estarán por siempre en mí, aunque ya no estés, aunque ahora solo me quede tu nombre y las imágenes de aquella noche.

A veces creo que tu recuerdo comienza a desvanecerse, pero nunca lo hace por completo, porque existe Frank Ocean, Daniel Caesar, Sin Bandera y The Killers, porque cualquier tarde es perfecta para cocinar pasta e imaginarme contigo en Italia. Y cualquier mañana es la adecuada para despertar cantando Caraluna de Bacilos hasta perder un poquito de voz.

Definitivamente siempre estarás aquí por el mero hecho de que existen los sábados. Es inevitable reír cada vez que alguien me cuestiona acerca de por qué los sábados son mis días favoritos, ni yo sabría explicarlo bien. Solo sé que desde aquel abril lo son, por ti. Y es que nunca volvieron a sentirse de la misma manera, mucho menos los sábados de brisa por la carretera, pues sin importar hacia dónde vaya, siempre se siente como si fuese hacia ti, hacia tu sonrisa, hacia mi hogar.

Tu voz me continúa transportando a lugares y horas pasadas, y no sé si es una especie de locura, pero todavía puedo recordar con exactitud el clima de aquella tarde, e incluso por instantes, siento el calorcito como si fueses tú entregándote en un abrazo que me vuelve primavera, y entonces el hecho de que anhele intensamente tomar carreteras equivocadas a cada kilómetro, posee todo el sentido del mundo.