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El Espectador Anónimo
3 posts
En este blog encontrarán reseñas y crónicas subjetivas pero críticas.
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elespectadoranonimo-blog · 7 years ago
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LA HISTORIA DESCONOCIDA DE UN VINILO
Corría el año 2010, Gustavo Cerati seguía con nosotros, había gente usando MySpace todavía y yo era un bachiller con acné que usaba internet para descargar música de Caifanes y otras bandas hasta dejar mi PC más lenta que la fila para pagar en el banco. Y como buen fanático de una banda me obsesionaba con buscar todo referente a ellos; grabaciones raras, fotos, noticias y música de proyectos posteriores.
Fue así que di con el podcast de “Música con Sabo Romo”, un espacio donde el músico hablaba de como fue el desarrollo de su vida personal y profesional a través de la música. Antes de ser el bajista de la banda más importante de México del siglo pasado, antes de tomar por primera vez un instrumento, él ya había sido tocado por las musas a través de los sonidos que salían de los surcos de los vinilos que oían en la casa de su familia. Fue entonces que desde el primer episodio que escuche, “Tocadiscos en la familia Romo”, me entro la curiosidad por escuchar música en un disco de vinilo.
Un sábado vagando por un mercado cerca de mi casa encontré un local donde vendían discos de vinilo, películas en VHS y casetes de los Apson. Con la pena de un novato le pregunte al señor que se encontraba ahí por el precio una tornamesa y unos álbumes de Grand Funk Railroad que tenía ahí. De los álbumes no me acuerdo pero me daba la tornamesa por $200.00 pesos, precio que yo entonces desconocía si era elevado o bajo, pero animo a comprarla argumentando que ya venía con amplificador integrado (ahora sé que es difícil encontrar una tornamesa así y la tornamesa por si sola hoy en día vale 5 veces lo que me costó a mi).
Compré la tornamesa y dos álbumes de Gran Funk y me despedí de los ahorros que según yo guardaba para comprarme una guitarra.
Llegando a mi casa le conecté un par de bocinas que encontré arrumbadas entre un montón aparatos viejos que había en mi casa, y a las adivinanzas eche a andar como pude el aparato (es muy sencillo obviamente pero la sensación de hacerlo por primera vez me emocionaba bastante y lo hacía parecer más solemne). En cuanto coloque la aguja en el borde del disco escuche el característico crujido que siempre oía en películas de los 80’s y 70’s, y ¡zas!, ahí estaban; "Sin's a Good Man's Brother", "Aimless Lady", “Mean Mistreater”, y otras canciones de la banda que ya había escuchado por recomendación del podcast de Sabo Romo, pero no sonaban igual, sonaban diferente, sonaban ‘calientes’, más rudas y ásperas. Sonaban vivas.
Y así por recomendación del podcast, del cual salía un nuevo episodio cada semana, empecé a buscar en tiendas de vinilos de mi ciudad, en los tianguis, en los mercados y hasta en ferias de libros, los discos de los Beatles, Black Sabbath, Led Zeppelin, The Knack y cuantos pudiera comprar con el dinero que podía conseguir un adolescente sin empleo y al cual sus padres y abuelos le preguntaban porque compraba discos que en palabras de ellos “no sabían que aun existían”.
Compraba un vinilo lo escuchaba y la sensación era la misma, esa emoción de escuchar un canción justo como fue publicada hace 30 o 40 años, a pesar de lo degradado del sonido o de los rayones que pudieran tener los discos por causa del tiempo, era la de abrir una ventana a un pasado que no me pertenecía pero igual era fascinante. Y es que, eso es lo que son los discos vinilos, los casetes, los discos compactos y todos los formatos analógicos que se utilizaban en el siglo XX, son una ventana hacia el pasado, la cultura y la esencia de la música de la época quedaron grabados en ellos.
Hoy en día las tiendas que habían vetado los vinilos hace 20 años los vuelven a vender, y bandas y músicos modernos lanzan sus obras en este formato como ediciones o re e-ediciones especiales. La industrial del vinilo regreso y comprar un tornamesa ya sea nueva o usada es un lujo en todo caso, y aun así, las ventas siguen subiendo según las estadísticas alrededor del mundo. ¿A qué se deberá?
¿La calidad del sonido de un disco de vinilo realmente será mejor que la de un formato MP3? ¿Sera mejor que escuchar las canciones en un servicio de Streaming? No lo sé y tampoco me importa realmente. Pero hay algo que sí sé y en mi experiencia personal le agrega un valor único al ritual previo requerido para echar a andar la máquina del tiempo. Cada disco no solo es un portal al pasado de la música, cada disco tiene su propia historia que contar.
Esos discos han pasado de mano en mano entre melómanos desde hace 30 o 40 años, tal vez más tiempo. Esos discos han existido más tiempo en este mundo que yo y que muchas personas que están leyendo este texto, esos discos sobrevivieron a la guerra fría, esos discos tal vez vieron morir a las leyendas que los grabaron. Personas tal vez esperaron afuera de las tiendas por días para comprar esos discos, personas oyeron esos discos en momentos felices y difíciles de su vida, personas que ahora son adultos maduros o mayores, y venden o regalan sus colecciones ya sea porque no tienen tiempo de oírlos, o su tornamesa se averió, o simplemente necesitan dinero. Cada disco viejo tiene una historia, una que desconocemos, una que sigue escribiéndose con nosotros, no es solo una conexión con el pasado de la música, es una conexión con el pasado de nuestro amor humano por la música, una conexión que puede heredarse.   Y eso jamás lo tendrá el formato digital.
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elespectadoranonimo-blog · 7 years ago
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¡HOLA PODESCUCHAS!
¿Alguien conoce las radionovelas? Yo tampoco, pero mi abuela sí. Las radionovelas desaparecieron cuando aparecieron las telenovelas, incluso en el mundo angloparlante, las radio series, como las del “Llanero Solitario” o la mítica “Guerra de los Mundos” de Orson Welles, desaparecieron cuando la televisión monopolizo la atención de las masas. Aun así la radio se ha mantenido hasta nuestros tiempos como un medio de difusión de noticias, música, programas de entretenimiento y propaganda de todo tipo. Como sea. ¿Alguien conoce los podcast? Yo sí.
El termino “Podcast” fue acuñado, a principios del siglo XXI, a los programas de radio por internet que utilizaban las plataformas de Apple para difundirse mediante el servicio de suscripción RSS.
No voy a mentir, en 2004 ni siquiera tenía internet en mi casa y mi atención era completamente acaparada por la televisión. Mi primer acercamiento a los podcast fue con el programa de “Música con Sabo Romo” en la preparatoria, que me infecto con el amor por la música en formato analógico. Bastante irónico, ¿no? Pues era solo el principio de mi romance con este formato, pero ese es otro tema.
Cerca del 2012 entre la locura mediática provocada por las elecciones que se llevarían a cabo ese año, di con un podcast en YouTube que hacia algo que ningún ‘Youtuber’ entonces se hubiera atrevido a hacer, cuestionar y exponer su opinión a manera de sátira pero sólidamente sustentada a cerca del ambiente político del país en ese momento. Ese podcast llevaba como nombre del titular a un tal “Olallo Rubio” y gracias a los comentarios en la parte de abajo supe que no era el único que tenía.
El que busca encuentra, y encontré la página donde estaban todos los episodios de 4 temporadas que venían emitiéndose desde el 2005. Desde el primer episodio de la primera temporada me di cuenta que se trataba de un programa con un solo tema de interés, una sola directriz y una sola meta: la libertad de expresión. Y para enfatizar esto justo después de empezar sonaba la canción “Freedom of speech” de Body Count, la banda donde Ice-T era vocalista antes de terminar resolviendo crímenes sexuales en ese programa policiaco que todos conocemos.
Olallo Rubio, fue locutor en la desaparecida radio estación ‘Radiactivo’ en los años 90. Conducía un programa irreverente y juvenil pero que siempre trataba de mantener una línea crítica, no solo ser irreverente por serlo, como lo hacen muchos programas de humor escatológico hoy en día. (O sea, si te gusta “La Corneta”, deberías escuchar los spots de “juguetes radiactivos”, la cabeza te va a reventar de risa). En el “infinito universo” del podcast interactúan personajes que viven, mueren, matan, discuten y concuerdan con Olallo según su voluntad lo dicte, ¡Vamos! Incluso hay un podcast que presenta los mandamientos del podcast.
Con las participaciones de otros locutores como “El Patas”, “El Warpig”, “La Reclu”, y los personajes a los que dan vida, el legendario “Betornillo”; la caricaturización del típico ‘hateful fanboy’, “El profesor” y su sección de solos de guitarra, gracias a la cual conocí a bandas como “The Mars Volta” y cambio la forma en que apreciaba canciones que ya conocía pero a través de un veterano.
Música, política, arte, cine, literatura, entrevistas, ‘chochoaventuras’, reflexiones autoderivativas, todo eso y más en un formato de audio de mejor calidad que muchísimas canciones de los artistas que rompen las listas de popularidad.
Olallo Rubio de ese tiempo para acá, aparte del podcast, dirigió su opera prima fílmica  titulada “This is not a movie”, también dirigió el documental “Gimme the Power”, “Ilusión Nacional”, “Jefes de jefes”, hizo comerciales para marcas deportivas, iba y venía, desaparecía y reaparecía, y justo cuando el panorama de los podcast se veía difícil compitiendo con el auge de YouTube, el podcast regresa pero no solo.
Lo que en un tiempo fue, parafraseando a Olallo, más un delirio de un loco y mero amor al arte, resurgió de las cenizas como un proyecto enésima veces más grandes; “Convoy”.
Convoy es una plataforma que alberga más de 1400 horas (hasta ahora) de contenido en podcasts, cuyos programas seriados varían temas desde la política, periodismo y economía, hasta temas más triviales como entrevistas a actores de la cultura pop. Vaya, es como el Netflix de los podcast en México, ¿ok? Con contenido que se va expandiendo más y más, es como si cada episodio del podcast de Olallo fuese semilla que ahora brotó y dio frutos.
Contra todo pronóstico, el formato de programas en podcast sobrevivió a la década pasada, creció y se mantiene. Si ya consumimos contenido audiovisual a nuestro antojo, ¿por qué no hacer lo mismo con los podcasts?
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elespectadoranonimo-blog · 7 years ago
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Holy Freak, NiBBA!
Holy Freak, NiBBa!!
Les preguntaré algo, ¿prefieren ir a una fiesta o a una toquin? Porqué, cuando vas a una fiesta puedes cotorrear con tus compas, conocer gente y morritas nuevas, beber, bailar y divertirte. Todo mundo se divierte y las caras largas salen sobrando. Sin embargo, a veces, si vas a un toquin no siempre conoces a todas la bandas, tal vez sólo fuiste porque te gusta una de las bandas o alguno de sus integrantes te invito. Entonces los escuchas a ellos y tal vez una o dos canciones de la siguiente banda y te vas a seguirla a otra parte donde haya más ambiente. No es culpa tuya, si el evento está mal organizado, si el venue no da para más o si las bandas no conectan contigo pues, nadie te va a obligar a quedarte y en una escena muy dada al “Do It Yourself” no es raro que los eventos sean así. Entonces preguntaré de nuevo, ¿prefieren ir  una fiesta o a un toquin?... Pero y si puedes juntar ambos.
Eso fue la primera edición del Holy Freaks, un evento organizado por La Costa Records, una organización que se dedica a grabar, promover, producir y organizar eventos y material discográfico para bandas independientes de la región Bajacaliforniana.  Desde temprano el evento abrió puertas y la gente se apareció desde entonces, cotorreando, comiendo pizza y bebiendo sangría para ponerse bien entonados. Una las bandas iban saliendo y gente no se movía de su lugar más que bailar, ir al baño o acercarse más al escenario. Para mí en ese entonces fue muy sorpresivo ver que la gente aguantara tantas horas en un evento que no era un festival veraniego donde vienen artistas pro.
Moderest, See Saturn Smith Willis, Malos vecinos, Vynil Beach, Pueblo, Bad Kids, Mijo Mija, Dead Waves, algunas de estas bandas venían de Ensenada o Mexicali. Diferentes estilos y propuestas y la gente aceptaba a todos y observaba con atención y mientras no tocaba nadie igual el cotorreo no paraba, ya entonados y comiendo pizza nadie se quería. Mejor me fui yo antes, ¡Jajajaja! Ya era algo tarde y aún faltaban bandas por presentarse.
La Costa Record siguió organizando eventos después de eso, prácticamente cada mes. Eventos que reunían bandas y proyectos novedosos y uno que otro ya reconocido. Y así llegamos al 21 de julio del 2018, fecha en que se realizara la segunda edición de este festival: Holy Freaks II,  cuyo cartel contara con algunas bandas de la edición pasada y otras nuevas, como El Coo Cooi, Ángel Peralta y Perra Galga, proyectos que van con pegada y pisada fuerte en la escena musical actual de la región.
Entonces va de nuevo la pregunta, ¿prefieren ir a una fiesta o a un toquin? cáiganle al Holy Freaks II y averigüen la respuesta ustedes. Allá los veo.
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