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𝗞𝗡𝗜𝗙𝗘 𝗪𝗜𝗙𝗘
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⠀⠀ ⠀ ⠀𓄼 𝓛ɪᴛᴛʟᴇ ʟʏɴx ⊱ 𝓘ɴᴠᴇsᴛᴍᴇɴᴛ ——⠀We meet 𝗳𝗲𝗮𝗿. We 𝘨��𝘦𝘦𝘵 the unexpected visitor and 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯 to what he has to tell us.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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elespectrodedreg · 2 years ago
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Los ojalá. Y la delgada línea de morir lentamente en ellos.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Algunas personas se empeñan en sacar lo peor de nosotros.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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En su defensa, estaba segura de que tampoco habría sabido captar si le estaba declarando su amor o tan sólo le recitaba la lista de la compra con ojitos de cordero. A Lysaria le habría gustado enseñarle su lengua, al menos para que la entendiese, porque había algo en usarlo que… la llenaba. La hacía feliz. Sin embargo, el Dreg nunca había mostrado interés por dicha cuestión; tenía traductores para que se encargasen de esa clase de temas.
"Ve, Lys."
Al escucharle, la mirada se le suavizó revelándole en su faz la auténtica magnitud de su agotamiento; como si, en modo alguno, la joven tuviese que contenerse hasta recibir aprobación o reconocimiento. Posiblemente se debía a que no soportaba la idea de que volviesen a tomarla por alguien frágil, débil o, todavía peor… una carga.
Sin embargo, había algo especial en los apodos cuándo él los empleaba.
"Contigo siempre puedo bajar la guardia", pensó. "Eres mi respiro".
Giró el rostro para poder besar la mano con la que le había colocado el cabello, antes de desviar la atención hacia la niña. Sus oscuros orbes danzaron entre Alarie y Orys esbozando una pequeña sonrisa.
— Yo también estoy orgullosa de ti.
Aquella era la más pura verdad: Orys le parecía adorable en lo que a su hija se refería y le despertaba algo en las entrañas… que no sabía explicar con palabras. Sin duda era una imagen que deseaba disfrutar en silencio, para sí.
Pero él tenía razón. Se hacia tarde y todos necesitaban descansar, por lo que no dudó en encaminarse hacia a la puerta, no sin antes detenerse para dejar un toque con el índice sobre la nariz de la menor.
— Shubh raatri, Alarie. Buenas noches, jefe. Si necesitas ayuda, sabes dónde encontrarme.
Habría dado lo que fuera por meterse directamente en la cama pero se sentía sucia y mancillada de todas las formas posibles. Por ello, fue primero a darse un baño /ya al día siguiente se encargaría de quemar las prendas que le habían obligado a llevar/ antes de, sin siquiera esperar a que el cabello estuviese seco, ponerse un camisón y caer en brazos de los sueños.
O de las pesadillas, mejor dicho, en las que su pasado se entremezclaba con el desamor al Orys preferir regresar con Anya ahora que conocía la verdad.
@elespectrodedreg;
“ Creo que debemos hablar.” fue lo primero que logro decir tras ver cómo la mirada de la chica iba entre la bebé a él. “ porque aunque no lo creas todo esto tiene una explicación.”
O quizás no. Quizás no había explicación, quizás todo era mucho más complejo de lo que realmente era.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Si eres tú, me dejo, me quedo, me enredo.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Hold me, love me, touch me, honey… be the first who ever did.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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@thed1rtyhands;
Orys defendía sus acciones mentando la libertad de decisión, mas eran incontables las ocasiones en que lo había hecho por ella, asumiendo que "lo mejor" implicaba alejarse; por ello, Lysaria le prefería cuando actuaba de forma egoísta y salían ganando ambos.
¿A qué mejor futuro podía aspirar? Allí tenía techo, alimento y un empleo de verdad: uno en el que le pagaban por sus servicios, le permitían salir a la luz del Sol y actuar a voluntad. Era más su igual que su empleada, incluso aunque en ocasiones se sacase ese carácter tan obstinado y mandón suyo... discutir también estaba bien, a veces era necesario: si no ella tenía a ella para llevarle la contraria, ¿quién lo haría?
Además, bien sabía que nadie querría desposar a una mujer como ella, a la que por hipocresía varonil considerarían manchada; siquiera aunque regresara a su casa. Si alguna persona llegaba a descubrirlo... estaba convencida de que su esposo la repudiaría.
¿Qué razones había, pues, para no elegir permanecer junto al hombre al que amaba? Ninguna.
Una amplia sonrisa brilló en sus labios ante las palabras del Dreg. Lysaria no había esperado tanto de él, se habría conformado con una respuesta simple y escueta, mas agradecía el esfuerzo que había hecho. Sin embargo, no pudo evitar fijarse en la expresión que había elegido para hacerle saber lo importante que era: como probablemente no he deseado... ¿Cómo que "probablemente"? No lo entendía. ¿Intentaba hacerle creer que no estaba seguro? Porque no colaba. Llevaban demasiado tiempo jugando a aquel juego como para hacerse los tontos a esas alturas...
O quizá no había segundas intenciones, tan sólo la torpeza de su jefe al tener que verse siendo verbalmente expresivo acerca de sus sentimientos por ella... cuestión que no podía resultar si no adorable.
Fuera como fuere, la muchacha derrochaba felicidad.
— Yo también te quiero, Orys. Más que a nadie.
Esa sonrisa, su preciosa sonrisa, era más fuerte que ella. Le pertenecía, al menos por ese momento, cosa que descubrió que le gustaba demasiado... y asintió en concesión a su petición, sosteniéndole una mirada que distaba mucho de la inocencia.
— Vas a tener que quitar los cuchillos primero.
Si él era sutil, entonces ella no. Así funcionaba.
“No quiero que te mojes.”
— ...y cualquiera lo diría, mi amor, porque tienes talento.
Antes de permitirle hacer lo propio, sujetó su mentón y dejó de torturarse a sí misma con la espera, acabando con toda distancia entre sus labios.
Le besó de un modo suave, dulce y tierno, totalmente diferente a la desesperación con la que había sucedido en la residencia de Lady Sunglass; también novedoso para ella misma, que jamás había tenido presente una emoción tan pura y sincera a la hora de hacerlo. No obstante, no tardó en ir ganando intensidad motivada por su fuego interno: desabotonó la camisa sin darse siquiera cuenta de lo que estaba haciendo, pasando a acariciarle los brazos desde los hombros, en descenso, llevándose la prenda consigo hasta el suelo.
Ambos habían pasado dificultades por lo que sus cuerpos distaban de inmaculados. Sin embargo, no habría cicatriz o marca que no tuviese pensando besarle hasta la saciedad.
— ¿Sabes qué creo...? —Murmuró en lo que le acariciaba el abdomen con pasmosa lentitud, como un gato jugando a confundir al ratón antes de devorarlo por completo.— Deberías prestarme tus camisas alguna vez.
Se imaginó embriagada por el aroma de Orys, portando la misma tela que acariciaba su piel contra la propia y sintió que aquella era su caída a la locura. Nunca admitiría en voz alta la de veces que se había imaginado tan sólo con dicha prenda en su cama, en la silla de su escritorio, sobre su regazo, sobre la alfombra, contra la encimera /o sobre la encimera/, en la mesa de la cocina, contra...
¡Basta! La lista era demasiado larga, explícita y progresivamente indecorosa. Tendría que exiliar al grupo para que el noventa por ciento de ellas, tirando a la baja, fuesen factibles.
"Pero de ilusiones también se puede vivir, dicen".
Maldito hombre.
@thed1rtyhands ;
"No me tienes que agradecer"
Había alcanzado a escuchar sus palabras desde el interior del aseo, rodando los ojos en consecuencia. En ocasiones realmente deseaba golpearlo. Se lo buscaba él solito.
Incluso llevando años a su servicio, había tantas cosas que Lysaria le ofrecía tan solo por su propia apetencia... y él, tan ciego, parecía incapaz de comprender que el Espectro se movía según el anhelo egoísta de obtener un ápice de su atención.
Había descubierto que los mares en tormenta que tenía por ojos podían brindarle las mejores caricias. Ignoraba cuando había empezado a buscar, a anhelar desesperadamente, tal contacto... a rondar su despacho y a tomar silente asiento en su ventana con la excusa de ofrecer las sobras de pan rancio a los pájaros... pero los sentimientos que despertaba se había aferrado a ella con la firmeza de una enredadera, penetrando todas y cada una de sus grietas.
No era como si pudiese simplemente deshacerse de él.
"Te vas a enfermar".
De nuevo frente a frente, separados por la mesa que, cargada de papeles, era testigo y muestra de las horas que debía llevar allí encerrado, detuvo el movimiento de la toalla en sus manos con burlona incredulidad. ¿Acaso estaba tan sumido en sus pensamientos que siquiera se había percatado de la intensidad con la que estaba tronando la lluvia contra los cristales?
— No es necesario...
Intentó interponerse entre él y la puerta. Si hubiese tenido alguna premura por cambiarse habría acudido directa a su dormitorio; no obstante, no le importaba tanto la humedad como para no atender lo que fuera que estuviese rondando por la mente del bastardo primero. Además, ¿qué pensaba hacer? ¿Revolver los cajones hasta encontrar algo que traerle?
Para fortuna o desgracia, Lysaria se recreó en la imagen del Dreg en su dormitorio y el choque entre ambos tuvo lugar: en realidad apenas se había tratado de un roce entre sus cuerpos, pero uno cuyos rescoldos habían sido suficientes para hacerla estremecer.
Su impulso natural, la costumbre, la invitó a retroceder. Sin embargo, si el muchacho no se había movido... ¿iba a rechazarle ella?
Muy al contrario, la obsequiaba con un tipo de contacto diferente al que la tenía acostumbrada: el de su respiración contra su piel. La myriense había sentido muchas, demasiadas, a lo largo de su corta vida... pero ninguna había despertado en ella ardor semejante.
Suspiró. Orys era todo lo que adoraba, todo lo que la desquiciaba, todo lo que no podía sacrificar. El anhelo, la necesidad y la súplica yacían plasmados en su expresión, en la mirada de adoración que le dedicaba sólo a él
— ...quédate conmigo.
La diestra le tembló, titubeante, en lo que ascendía cerca, demasiado cerca, sin rozar siquiera la tela de la camisa ajena. Sus ojos recorrieron el camino hasta su boca, quizá con demasiada obviedad, antes de tragar saliva.
Una confidencia entre ambos. Un recordatorio de la situación en la que se encontraban. Una advertencia.
La caricia fue sellada sobre una de sus manos: al principio como un roce de las yemas sobre sus nudillos... lento y delicado, embriagándose de la sensación. El contraste de temperaturas entre su piel helada y la calidez ajena supuso un nuevo fogonazo para su cordura, que se había sumido en lo exquisito que habrían de sentirse sobre su cintura, recorriéndole la espalda o perfilando sus caderas.
Era el primero, el único, al que había deseado.
— Orys... quédate conmigo.
Inclinando su rostro hacia él, acarició su mentón con la punta de la nariz... un gesto íntimo, más que suficiente para deleitarse en su perfume.
La lluvia seguía cayendo con fuerza más allá de aquellas paredes.
— ...aunque temo que te vas a mojar.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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— Theek hai, maan murgee… —(De acuerdo, mamá gallina) murmuró en su lengua materna, lo suficientemente alto como para que el hombre la escuchase y en un tono más bien burlón.— Lo recordaré para la próxima.
A pesar de mantener una pequeña sonrisa en los labios, Lysaria no dejaba de darle vueltas a como todo iba a cambiar ahora que tenían a alguien tan frágil en casa, tan dependiente, tan vulnerable. Todo iba a girar en torno a la pequeña: sus comidas, sus berrinches, si se despertaba de noche, si se ponía enferma… y a ella también le angustiaban las posibles consecuencias que acarreaba tamaña decisión. No obstante, de rechazarla… podía acabar viviendo situaciones similares a las propias, algo que no podía tolerar. Siquiera imaginar.
Tendría que encontrar la forma de comentarle al Dreg acerca de llevarla al Septo: que él no se preocupase de su propia alma no implicaba que debiese arriesgar la de la menor y, además, cualquier ayuda /hasta la divina/ les vendría bien. ¡Que menos que buscar su favor!
Y enseñarle a defenderse, por supuesto; no le haría falta /para eso estaban los Dragones/ pero… por si acaso. Tal vez alguna palabra en su idioma, para molestar al jefe… y acostumbrarla a comer especiado. Allí, en Poniente, los platos eran mas sosos que el agua de charco; estaban muy mal acostumbrados.
No obstante, sus pensamientos tomaron un rumbo diferente en el momento en que el centro de su atención pasó a ser ella. Sii bien habría preferido no mentarlo, no podía culparle por el interés y la preocupación.
Ella había hecho lo mismo con él y… seguía un poco molesta porque no la hubiese llevado con él. Era su mano derecha a conveniencia.
— Me encuentro… bien. —Acompañó sus palabras con un leve asentimiento, evitando deliberadamente encontrarse con su mirada. No era buena mintiéndole a la cara, ambos lo sabían, pero tampoco abriéndose de aquel modo. Ojalá pudiese leerle la mente cada vez que no era capaz de encontrar las palabras pertinentes.— Cansada y con necesidad de un baño.
No podía ignorar que había llegado hasta su ventana con alguna mancha de sangre en las ropas /tanto propia, fruto del corte en el abdomen, como de la puñalada a corta distancia/, evidentes signos de no haber pegado ojo en días y moretones… aunque aquellos, con suerte, estaban cubiertos en su mayoría.
El bastardo no era ningún estúpido, ni tampoco estaba ciego.
— No me han puesto la mano encima, no de ese modo. —Puntualizó, haciendo una breve pausa para mordisquear de forma nerviosa su labio inferior. Hasta ese momento siquiera se había percatado de lo secos que estaban.— Pero lo he solucionado, Orys. Todo.
@elespectrodedreg;
“ Creo que debemos hablar.” fue lo primero que logro decir tras ver cómo la mirada de la chica iba entre la bebé a él. “ porque aunque no lo creas todo esto tiene una explicación.”
O quizás no. Quizás no había explicación, quizás todo era mucho más complejo de lo que realmente era.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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@thed1rtyhands ;
Se había pasado demasiado tiempo rogando siquiera un roce voluntario por parte de su jefe como para detenerlo entonces, cuestión que no implicaba que desatendiese las señales ajenas. La joven no actuaba de manera inconsciente: aunque pudiese llegar a alarmarse por las pesadillas del pasado, no pensaba infravalorar todos sus progresos. Tampoco había nadie de valor semejante para ella, por lo que el sentimiento de protección era algo tan mutuo como el deseo. Al fin y al cabo, llevaba tiempo guardando las distancias por su bienestar... en especial tras el beso que no habían vuelto a mentar.
A pesar de ello, si en algún momento había llegado a pensar que el Dreg se arrepentía, tamañas conclusiones se esfumaron al golpe de su agarre desnudo sobre su cintura. Incluso a través de la tela podía apreciar el calor que emanaban: una tentación en sí misma, como si la invitase a pensar en ellas recorriendo cada ápice de su dermis. Cerró los ojos, dominada por un escalofrío que la estremeció de pies a cabeza, suspirando al percatarse de su error:
Jamás había sido capaz de concebir todo lo que él podía hacerla sentir. Ni lo mucho que lo iba a evidenciar.
Acercaron sus figuras todavía más, acabando con cualquier distancia que restase entre ellos. Los labios del hombre tomaron y recorrieron su cuello como si le perteneciese, a la par que ella se cuestionaba cómo podía ser que encajasen tan bien si no era por gracia de los mismísimos Dioses.
Si aquello era realmente obra del destino, entonces todo había merecido la pena... Lysaria habría vuelto a pagar el precio de conocerle. Le habría ofrecido hasta su alma.
Sus besos la incendiaban, despertando a su vez un afecto que llevaba demasiado tiempo intentando mantener a raya. Nunca la habían codiciado con tanta delicadeza, derrochando cariño... incluso entonces los Dragones cuidaban los unos de los otros.
— ¿Puedo permanecer contigo esta noche? —se atrevió a preguntar mientras llevaba su diestra a la nunca ajena, jugueteando con las yemas de sus dedos en un ascenso tortuosamente lento. El roce, tan delicado como una pluma, pretendía erizarle la piel del mismo modo en que los labios ajenos lo hacían consigo... antes de alcanzar el oscuro cabello, seña de sus orígenes, en el que hundió su mano.
La muchacha esperaba una respuesta, observándole con la viva imagen de la esperanza reflejada en el rostro. Entendería que él no estuviese preparado para dormir con ella en su misma cama, aunque temía en silencio que, de irse al propio dormitorio, empezase a comerse la cabeza con pensamientos intrusivos que sabía inciertos. Por otra parte, debían tener en consideración que, tarde o temprano, el grupo descubriría si pasaban la noche juntos.
Y ella quería que se repitiese tanto como ambos considerasen pertinente. No la avergonzaba convertirse en su amante.
Todo se detuvo momentáneamente cuando Orys dejó sus manos en la cintura de su pantalón esperando una respuesta y los ojos de la muchacha se ampliaron por la sorpresa, arrancándole una risa posterior. ¿No quería saber si la deseaba? Bien podía reconocerle méritos por lo específico que había sido.
Maldita perdición.
— Pídemelo. —murmuró, con sus labios casi rozándole la oreja. Tan cerca que él pudo sentirle la sonrisa justo antes de que procediese a persuadirle, perfilando el contorno de la misma con la punta de su lengua.
La zurda buscaba a tientas los botones superiores de la prenda del Dreg; tan sólo rozando sus labios, provocativa, se tragó el propio deseo.
— Y recuérdame que soy más que esto para ti...
Aquello lo añadió en un tono más bajo, evidencia de su vulnerabilidad. Había elegido los términos a conciencia: "recuérdame" y no "dime", pues realmente ella ya conocía la respuesta... sólo necesitaba la cálida seguridad de escucharla.
Podía sonar absurdo, un sinsentido, pero estaba segura de que si alguien en el mundo la comprendería... ese era Orys.
@thed1rtyhands ;
"No me tienes que agradecer"
Había alcanzado a escuchar sus palabras desde el interior del aseo, rodando los ojos en consecuencia. En ocasiones realmente deseaba golpearlo. Se lo buscaba él solito.
Incluso llevando años a su servicio, había tantas cosas que Lysaria le ofrecía tan solo por su propia apetencia... y él, tan ciego, parecía incapaz de comprender que el Espectro se movía según el anhelo egoísta de obtener un ápice de su atención.
Había descubierto que los mares en tormenta que tenía por ojos podían brindarle las mejores caricias. Ignoraba cuando había empezado a buscar, a anhelar desesperadamente, tal contacto... a rondar su despacho y a tomar silente asiento en su ventana con la excusa de ofrecer las sobras de pan rancio a los pájaros... pero los sentimientos que despertaba se había aferrado a ella con la firmeza de una enredadera, penetrando todas y cada una de sus grietas.
No era como si pudiese simplemente deshacerse de él.
"Te vas a enfermar".
De nuevo frente a frente, separados por la mesa que, cargada de papeles, era testigo y muestra de las horas que debía llevar allí encerrado, detuvo el movimiento de la toalla en sus manos con burlona incredulidad. ¿Acaso estaba tan sumido en sus pensamientos que siquiera se había percatado de la intensidad con la que estaba tronando la lluvia contra los cristales?
— No es necesario...
Intentó interponerse entre él y la puerta. Si hubiese tenido alguna premura por cambiarse habría acudido directa a su dormitorio; no obstante, no le importaba tanto la humedad como para no atender lo que fuera que estuviese rondando por la mente del bastardo primero. Además, ¿qué pensaba hacer? ¿Revolver los cajones hasta encontrar algo que traerle?
Para fortuna o desgracia, Lysaria se recreó en la imagen del Dreg en su dormitorio y el choque entre ambos tuvo lugar: en realidad apenas se había tratado de un roce entre sus cuerpos, pero uno cuyos rescoldos habían sido suficientes para hacerla estremecer.
Su impulso natural, la costumbre, la invitó a retroceder. Sin embargo, si el muchacho no se había movido... ¿iba a rechazarle ella?
Muy al contrario, la obsequiaba con un tipo de contacto diferente al que la tenía acostumbrada: el de su respiración contra su piel. La myriense había sentido muchas, demasiadas, a lo largo de su corta vida... pero ninguna había despertado en ella ardor semejante.
Suspiró. Orys era todo lo que adoraba, todo lo que la desquiciaba, todo lo que no podía sacrificar. El anhelo, la necesidad y la súplica yacían plasmados en su expresión, en la mirada de adoración que le dedicaba sólo a él
— ...quédate conmigo.
La diestra le tembló, titubeante, en lo que ascendía cerca, demasiado cerca, sin rozar siquiera la tela de la camisa ajena. Sus ojos recorrieron el camino hasta su boca, quizá con demasiada obviedad, antes de tragar saliva.
Una confidencia entre ambos. Un recordatorio de la situación en la que se encontraban. Una advertencia.
La caricia fue sellada sobre una de sus manos: al principio como un roce de las yemas sobre sus nudillos... lento y delicado, embriagándose de la sensación. El contraste de temperaturas entre su piel helada y la calidez ajena supuso un nuevo fogonazo para su cordura, que se había sumido en lo exquisito que habrían de sentirse sobre su cintura, recorriéndole la espalda o perfilando sus caderas.
Era el primero, el único, al que había deseado.
— Orys... quédate conmigo.
Inclinando su rostro hacia él, acarició su mentón con la punta de la nariz... un gesto íntimo, más que suficiente para deleitarse en su perfume.
La lluvia seguía cayendo con fuerza más allá de aquellas paredes.
— ...aunque temo que te vas a mojar.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Si me das a elegir
entre tú y la riqueza,
con esa grandeza
que lleva consigo…
¡Ay, amor!
Me quedo contigo.
Si me das a elegir
entre tú y la gloria,
pa' que hable la historia de mí
por los siglos.
¡Ay, amor!
Me quedo contigo.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Say yes to heaven.
Say yes to me.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Sabía perfectamente a qué se refería sin necesidad alguna de que terminase la frase. Su instinto la contuvo del impulso de acercarse a él; no porque fuese a abrazarlo, ellos se habían dado nunca esa clase de apoyo, sino porque sentía que con permanecer a su vera hacía suficiente.
— Me arrepiento de haberte dejado ir solo. Debí discutir contigo, insistir en que llevases a alguien más…
El problema era que Lysaria jamás había tratado a su jefe como a alguien débil, pues él la respetaba del mismo modo y, en ocasiones encontraba difícil trazar una línea justa entre lo que era independencia y lo que pasaba a ser irresponsabilidad con el autocuidado.
Al menos en lo que él respetaba no volvería a cometer ese error.
"No habría soportado perderte", añadió para sí apretando los labios. Si había llegado hasta allí no era tan sólo por mérito de su esfuerzo… sino de la ayuda del Dreg. Él le había dado la fuerza, la seguridad, para enfrentarse a su pasado.
No podía no protegerle. No sabía no quererle.
La violencia con la que alejó el par de guantes de sí mismo la sobresaltó, pasando a deliberar en silencio acerca de si debería guardarlos antes de que Orys intentase deshacerse de ellos... por si se arrepentía.
— Se queda. —Repitió, especialmente teniendo en cuenta que él estaba de acuerdo en que el orfanato no era lugar para la pequeña.
Siquiera él podía resistirse a los encantos de la pequeña… "quizás cuando saque el mal genio, que de seguro le ha contagiado, en una de las rabietas propias de los infantes". Tuvo que tragarse la sonrisa por cuestión de principios.
— Dame un momento… —murmuró, exhalando un suspiro resignado en lo que avanzaba hacia la puerta de la estancia, especialmente centrada en disimular la cojera.— Voy a buscar algo más con lo que alimentar al pozo sin fondo que tienes por retoño.
Antes de que tuviese tiempo de responderle, Lysaria había cruzado el umbral y cerrado la puerta a sus espaldas. Con la certeza de que no la iba a seguir, por eso de tener un pequeño individuo encima que le mantenía ocupado, se encaminó hacia el baño que compartía con otros compañeros para hacer lo propio con el condenado corte.
… ya habría tiempo para baños y cambios de ropa.
Tras ello, y a pesar de que todo su cuerpo clamaba clemencia y descanso, la morena se dirigió a la cocina para preparar unos huevos revueltos a la niña; un plato simple, rápido y que a todo el mundo le gustaba. Si su /tres cuartos de noble/ paladar no coincidía, pronto tendría que entender que ellos no siempre escogían lo que llevarse a la boca… mas por su propio bien que por el jefe, de quién tenía la sospecha de que sería capaz de poner patas arriba la ciudad con tal de cumplirle el antojo.
Tornó al despacho, de nuevo disimulando su malestar corporal, y fue directa a ofrecer el plato a Alerie y el cubierto a su padre. También dejó un vaso de agua sobre la mesa del escritorio.
— Tenemos algunos días para decidir detalles como esos… deja de presionarte por un momento, por los Siete, porque no va a solucionar nada. Te exiges de más y lo terminas pagando, como antes con tu pierna…
Buscó apoyo en la ventana. Volvía a observar al Dreg con el ceño fruncido en desaprobación, aunque entonces sus celos parecían haberse difuminado; restaba la preocupación, aquella que la mantenía intranquila. Aquella por la que no se sentía capaz de dejarle.
Al desviarla hacia la menor, sus ojos se suavizaban.
— Aunque creo que lo mejor es que no mientas, no del todo. Ser tuya la expone y la protege a partes semejantes; ningún Dragón cuidaría igual de tu sangre que de la ajena, lo sabes. Y nosotros nunca la vamos a dejar sola, Orys.
@elespectrodedreg;
“ Creo que debemos hablar.” fue lo primero que logro decir tras ver cómo la mirada de la chica iba entre la bebé a él. “ porque aunque no lo creas todo esto tiene una explicación.”
O quizás no. Quizás no había explicación, quizás todo era mucho más complejo de lo que realmente era.
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elespectrodedreg · 2 years ago
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“You don’t find your worth in someone. You find your worth within yourself and then find someone who’s worthy of you. Remember that.”
— Unknown
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elespectrodedreg · 2 years ago
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⠀ ⠀ ⠀
There are people who heal souls even without trying to. It's the irony of fate.
He was mine.
⠀ ⠀ ⠀
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elespectrodedreg · 2 years ago
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Two crows, chilling in the slat, five feet apart because they respect each others boundaries 😌
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elespectrodedreg · 2 years ago
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@thed1rtyhands ;
"No me tienes que agradecer"
Había alcanzado a escuchar sus palabras desde el interior del aseo, rodando los ojos en consecuencia. En ocasiones realmente deseaba golpearlo. Se lo buscaba él solito.
Incluso llevando años a su servicio, había tantas cosas que Lysaria le ofrecía tan solo por su propia apetencia... y él, tan ciego, parecía incapaz de comprender que el Espectro se movía según el anhelo egoísta de obtener un ápice de su atención.
Había descubierto que los mares en tormenta que tenía por ojos podían brindarle las mejores caricias. Ignoraba cuando había empezado a buscar, a anhelar desesperadamente, tal contacto... a rondar su despacho y a tomar silente asiento en su ventana con la excusa de ofrecer las sobras de pan rancio a los pájaros... pero los sentimientos que despertaba se había aferrado a ella con la firmeza de una enredadera, penetrando todas y cada una de sus grietas.
No era como si pudiese simplemente deshacerse de él.
"Te vas a enfermar".
De nuevo frente a frente, separados por la mesa que, cargada de papeles, era testigo y muestra de las horas que debía llevar allí encerrado, detuvo el movimiento de la toalla en sus manos con burlona incredulidad. ¿Acaso estaba tan sumido en sus pensamientos que siquiera se había percatado de la intensidad con la que estaba tronando la lluvia contra los cristales?
— No es necesario...
Intentó interponerse entre él y la puerta. Si hubiese tenido alguna premura por cambiarse habría acudido directa a su dormitorio; no obstante, no le importaba tanto la humedad como para no atender lo que fuera que estuviese rondando por la mente del bastardo primero. Además, ¿qué pensaba hacer? ¿Revolver los cajones hasta encontrar algo que traerle?
Para fortuna o desgracia, Lysaria se recreó en la imagen del Dreg en su dormitorio y el choque entre ambos tuvo lugar: en realidad apenas se había tratado de un roce entre sus cuerpos, pero uno cuyos rescoldos habían sido suficientes para hacerla estremecer.
Su impulso natural, la costumbre, la invitó a retroceder. Sin embargo, si el muchacho no se había movido... ¿iba a rechazarle ella?
Muy al contrario, la obsequiaba con un tipo de contacto diferente al que la tenía acostumbrada: el de su respiración contra su piel. La myriense había sentido muchas, demasiadas, a lo largo de su corta vida... pero ninguna había despertado en ella ardor semejante.
Suspiró. Orys era todo lo que adoraba, todo lo que la desquiciaba, todo lo que no podía sacrificar. El anhelo, la necesidad y la súplica yacían plasmados en su expresión, en la mirada de adoración que le dedicaba sólo a él
— ...quédate conmigo.
La diestra le tembló, titubeante, en lo que ascendía cerca, demasiado cerca, sin rozar siquiera la tela de la camisa ajena. Sus ojos recorrieron el camino hasta su boca, quizá con demasiada obviedad, antes de tragar saliva.
Una confidencia entre ambos. Un recordatorio de la situación en la que se encontraban. Una advertencia.
La caricia fue sellada sobre una de sus manos: al principio como un roce de las yemas sobre sus nudillos... lento y delicado, embriagándose de la sensación. El contraste de temperaturas entre su piel helada y la calidez ajena supuso un nuevo fogonazo para su cordura, que se había sumido en lo exquisito que habrían de sentirse sobre su cintura, recorriéndole la espalda o perfilando sus caderas.
Era el primero, el único, al que había deseado.
— Orys... quédate conmigo.
Inclinando su rostro hacia él, acarició su mentón con la punta de la nariz... un gesto íntimo, más que suficiente para deleitarse en su perfume.
La lluvia seguía cayendo con fuerza más allá de aquellas paredes.
— ...aunque temo que te vas a mojar.
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