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. . . 𝙔𝙤𝙪 𝙖𝙧𝙚 𝙨𝙖𝙛𝙚 𝙝𝙚𝙧𝙚. H e a d c a n o n Mᴀɴsɪᴏ́ɴ Gʀᴇᴇɴ ¹⁹⁷⁸
Una cena familiar acontecía en la casa de los abuelos de Elise, era cosa tradicional que los miércoles por la noche la familia Lafayette fuera con sus abuelos Green para hablar de lo que había pasado durante la semana dando buenas nuevas, o solo noticias que acontecían en sus vidas.
Normalmente, Elise acostumbraba escribirle a Fabián al termino de dichas cenas contándole detalles pequeños de lo que se platicaba en la cena, hasta que su hermano Mathew le propuso la idea de que fuera un invitado para la siguiente cena, cosa sorprendente para ella cuando la invitación había sido respondida con una afirmación.
Cuando por fin llegó la cena, un plato más se acomodó a un lado del lugar donde acostumbraba sentarse la metamorfomaga quien estaba más nerviosa con cada minuto que pasaba intentando alinear una y otra vez los cubiertos en la mesa y tener todo en orden para el invitado especial, que para cuando este llegó, una reacción bastante graciosa fue la que apareció en el rostro de la chica al ver al pelirrojo entrar a la habitación con un refractario en sus manos, quien Willow inmediatamente fue a recibir agradeciendo el gesto.
Los pasos de Elise se entorpecieron a cada paso que daba para acercarse a Fabian, era evidente que aún no sabía cómo manejar sus emociones, el cálido saludo del pelirrojo tranquilizo a la chica quien seguía nerviosa a su forma, la chica intentó formar una frase con sentido dentro de su mente pero sus intentos se transformaban en pequeñas frases torpes carentes de sentido, a lo que eligió quedarse callada y dejar que sus acciones hablaran por ella como era algo bastante común en ella desde niña. ●▬▬▬๑۩۩๑▬▬▬● La cena paso tranquilamente, las pequeñas risas que emitía Elise iban acompañadas de pequeños momentos donde sus mejillas se tornaban de un tono rojizo esperando que su pareja no notara lo nerviosa que estaba porque era la primera cena a la que él era invitado.
—Es realmente fabuloso que te gusten las plantas, Fabian. Elise nos contaba de eso, pero no sabíamos que tan grande era tu gusto —comentó de forma alegre Willow, la madre de Elise.
—Se me hacían interesantes porque mi madre tenía muchas plantas en el jardín, y desde niño me gustó salir a verlas —el tono nervioso del pelirrojo hizo que Elise ladeara una sonrisa, imaginar una escena donde una versión infantil de este saliera a ver plantas era algo realmente adorable.
—Eres auror ¿cierto? —cuestionó su madre, la respuesta afirmativa hizo dudar un poco a la madre de Elise —¿Por qué no fuiste herbologo? Creo que a este paso ninguno de mis hijos lo será.
Una risa colectiva fue la que surgió en la mesa, y la satisfacción que ocasionaba la risa del invitado para Kythera era demasiada.
La hora del postre había llegado, y el refractario con el que había llegado Fabian horas antes fue llevado a la mesa. Un pequeño pastel de chocolate estaba dentro de este, Willow comenzó a repartirlo con ayuda de Lauren, la pequeña hermana de Elise.
—¿Tu lo preparaste? —cuestionó Lauren emocionada al ver la gruesa capa de chocolate que cubría el pan.
—Sí, solo que mi hermana me enseñó a hacerlo.
—¿Como se llama tu hermana?
—Se llama Molly, y es una excelente cocinera. —contestó con una sonrisa, la misma sonrisa que hacía suspirar de vez en cuando a la chica Lafayette.
Cuando el postre fue repartido, fue que la madre de Elise había desaparecido sin haber hecho ruido alguno, momentos después había regresado con un álbum de fotos de cuando Joshua, Matthew y Elise eran unos niños. Al reconocer los libros donde guardaban las fotografías, el cabello de la chica se tornó de un tono rojizo, parecido al de sus mejillas.
—No mamá, no. —se quejó la chica mientras intentaba disipar el tono rojizo de su cabello.
—Elise, tal vez Fabian quiera ver fotos de cuando eras pequeña —las palabras de su madre hacían que el tono de su cabello continuara del mismo tono rojo intenso.
—No, no quiere... no hay nada de interesante en ver fotos viejas —se quejó la chica mientras comía un trozo de pastel.
—Tu viste mis fotos de pequeño, creo que es justo que las vea —dijo en voz baja el pelirrojo, sabía que era verdad.
—No hay nada de interesante, mi cabello era feo y oscuro, no sonrío y estoy en una esquina casi siempre —se quejó la chica.
—No importa, seguro aun así te ves adorable.
—De acuerdo, de acuerdo —dijo a regañadientes, la madre de la chica le tendió el libro al pelirrojo, este con una sonrisa en su rostro aceptó el libro.
Las primeras fotografías eran de Joshua y Elise jugando en unos columpios, y la siguiente era de Matthew dormido en las escaleras esperando sus regalos de navidad. La sonrisa que tenia la Elise de las fotografías eran ajenos comparados a los recuerdos que tenía ella de su infancia, no recordaba su cabello colorido y medianamente largo. Mientras más avanzaban las fotografías la sonrisa de Elise iba desapareciendo así mismo los colores de su cabello y de pronto su cabello era tan corto que difícilmente se notaba la diferencia entre Matthew y ella.
Sus movimientos sin duda no fueron los correctos, pero se levantó de la mesa y salió con un paso apresurado directo a alguna habitación de la casa, aún era complicado para ella el revivir lo que había ocasionado el trauma de su niñez, lo que le había arrebatado esa inocencia y alegría con la que solía ver al mundo previo al incidente.
Las lagrimas caían sin previo aviso, el hecho de que su familia entera pensaba que su cabello corto y oscuro, el hecho de dejar de hablar, y que básicamente pasaba sus tardes tocando el viejo piano de su abuela había sido una etapa infantil de su parte la hacía tener sentimientos encontrados con respecto a eso. Nadie sabía la razón por la cual Elise había tomado esas decisiones a su edad. Se sentía incomoda con ella misma de nuevo, recordaba la sensación de guardar aquel secreto con su vida, sentía que estaba en peligro de nuevo pese a que habían pasado ya 14 años del incidente.
La falta de compañía de Elise la había hecho creer ciertamente el hecho de que todos seguían comiendo pastel, y viendo las viejas fotografías hasta que escucho las pisadas de alguien cercano a ella, era Fabian.
—¿Qué pasó? —cuestionó el pelirrojo mientras se sentaba en el suelo a un lado de la chica aun con los ojos hinchados a causa del llanto.
—Son cosas de las cuales no me gusta hablar. —contestó en un tono bajo casi inaudible, el pelirrojo al notar el fantasma del llanto que inmediatamente abrazó a la chica.
—Cuando te conocí no te gustaba hablar, pero ahora lo haces.
—Cuando me conociste tenía 12 años, y llevaba 7 años sin querer hablar. —contestó con el mismo tono bajo mientras limpiaba sus ojos.
—¿Quieres hablar de ello? —cuestionó con cuidado, no quería hacerla sentir peor.
—Hay una historia, que ni mi madre sabe... cuando tenía 5 años vi algo que no fue agradable, y la chica que lo hizo me amenazó de atacarme de la misma forma si decía algo al respecto —habló la chica; las lágrimas amenazaban en regresar, a lo que ella respiró profundamente. —Mis abuelos me llevaron a una comida a casa de los Black, y había una chica con el cabello negro haciendo... —las palabras cesaron de un momento a otro, el temor que había sentido Elise seguía afectando su vida, aunque ya habían pasado tantos años.
—¿Te refieres a Andromeda o Bellatrix? Ellas son las chicas de cabello oscuro que son Black —comentó el pelirrojo, la mirada perdida de Elise dio una pequeña respuesta.
—No lo sé, pero estaba haciéndole algo a una niña con un pequeño cuchillo, la niña parecía que llevaba mucho tiempo ahí .. —las imágenes de ese momento tan específico para Elise se hicieron reales de nuevo, el ver a la niña de cabellos rubios siendo amenazada por la mayor con un cuchillo mientras uno de sus brazos sangraba.
La amenaza que había hecho la chica de cabellos negros a la pequeña Elise retumbaba en sus oídos de nuevo «Sí se te ocurre decirle a alguien de esto, serás la siguiente», el miedo que tenía había ocasionado el hecho de que dejara de hablar. Había hecho que su sonrisa fuera sustituida por muecas y miradas al vacío, al temor de ser vista de nuevo y cortar su cabello tan corto que fuera imposible reconocer si algún color estaba ahí, hasta que supo cómo hacer que este fuera de colores oscuros la mayoría del tiempo.
Aun cuando Elise había terminado de contar la historia, sentía que la amenaza seguía en pie, y que sería la siguiente, el temor con el cual vivió desde esa época no era algo que a ella disfrutara, incluso odió el hecho de entrar a Hogwarts por la convivencia de las personas ahí dentro y el constante acoso por el hecho de que ella no decía ninguna palabra, por nada, ni para participar en sus clases de pociones, las cuales disfrutó desde el primer día.
—¿Recuerdas las gafas que me diste ese día? —el pelirrojo asintió mientras acariciaba el cabello de la chica —. Esas gafas me dieron una segunda oportunidad, de ser alguien diferente aun cuando seguía siendo yo, y aunque tenía presente la amenaza, sentía que las gafas me daban un poder extra, el poder de ser alguien que no era Elise, que era Kythera.
—Es por eso … —no había terminado de hablar cuando Elise había robado su momento de hablar.
—Es por eso que hice todo eso, tenía una justificación solo que no quería que nadie la supiera, e incluso no quiero que nadie la sepa, aún se siente real.
Los siguientes movimientos eran algo que ella no esperaba; el pelirrojo dejó de acariciar su cabello para depositar un beso en su frente, secó las pequeñas lágrimas que tenía acumuladas en sus mejillas y alzó un poco su rostro para mirarla a los ojos.
—No debes temer ya, porque ahora estás segura aquí. —dijo antes de depositar un beso en la punta de la nariz de la chica.
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