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DESIGUALDAD DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
ANTECENTES
Desde la división social del trabajo y creación de la sociedad estatal ha prevalecido una estructura de poder y una cultura que, en los ámbitos público y privado, han colocado a las mujeres en una situación de desventaja, lo que ha afectado sus derechos y libertades. Paralelamente, se han institucionalizado normas y códigos culturales de dominación y subordinación de las mujeres que desconocen o invisibilizan sus múltiples aportes en la sociedad. Esta es una deuda del Estado con las mujeres, principalmente para con las mujeres indígenas, rurales y afrodescendientes. Igualmente, el derecho de las personas a tener una orientación sexual e identidad de género distintas a aquellas tradicionalmente aceptadas ha sido truncado por la cultura y la ley.
En la realidad ecuatoriana y mundial persisten diferencias estructurales de poder y oportunidades en las relaciones sociales entre hombres y mujeres, así como un irrespeto a las diversidades e identidades sexo-genéricas. Actualmente subsiste el menoscabo individual y colectivo que suponen la triplicación y reproducción de roles tradicionales de género. Los estereotipos a partir de roles supuestamente determinados por la biología de los sexos consagra prácticas institucionalizadas de discriminación a todo nivel (familiar, social, laboral, educativo, económico), la inequidad en el acceso a oportunidades, y la exclusión de la que son sujeto las personas de la diversidad de identidades y orientaciones sexuales.
 CONTEXTO
Según el Censo del 2010 y las proyecciones basadas en el mismo, el 50,4% de la población del Ecuador son a mujeres.
En esta oportunidad nos referiremos exclusivamente a la educación que de acuerdo a la proyecciones y los datos estadísticos desde el 2010 al año 2014, se refleja que es similar para hombres y mujeres en educación básica y bachillerato.
Al analizar las causas de la no asistencia a un establecimiento educativo son los quehaceres domésticos y la prohibición familiar, como también el embarazo. Respecto al analfabetismo, también muestra un sesgo desfavorable para mujeres y mucho más cuando se relaciona a la variable relacionada a la étnica.
Con relación a la participación en la vida económica, la tasa de subempleo y desempleo también es impactante, el 58,70% frente con el 44,8% en los hombres, hasta el 2013.
Otro dato importante es lo relacionado al uso del tiempo, las mujeres trabajan 17 horas semanales más que los hombres, dato proporcionado por el INEC, debido a las responsabilidades domésticas y de cuidado al género femenino, pensado con un tinte cultural, propio de una sociedad machista.
 Un problema perturbador es la prevalencia de la violencia dirigida a la mujer, la que ha afecta-do a 6 de cada 10 mujeres ecuatorianas, y que se expresa en violencia psicológica (amenazas, manipulación, acoso, chantaje, aislamiento, humillación, vigilancia), física (manifestaciones de violencia que causan lesión), sexual (actos sexuales forzados) y patrimonial (control, sus-tracción o destrucción de valores, derechos o recursos económicos)
Respecto a la población LGBTI, gran cantidad accede a educación superior, sin embargo, una mínima cantidad de personas concluyen este nivel de instrucción. De todos los encuestados, afirmaron haber cursado estudios superiores universitarios y no universitarios, únicamente el 31,8% cuentan con título.
La violencia es una de las posibles causas de deserción de la población LGBTI: el 40% de las personas que formaron parte del estudio afirmó haber experimentado discriminación en el ámbito educativo, un 24,6% manifestó haber sido excluido de los espacios educativos por su identidad sexo-genérica y un 25,8% de los encuestados sufrió violencia en los espacios educativos.
 NORMATIVA
La Constitución del Ecuador reconoce la diferencia entre sexo y género. Este hecho jurídico implica que se asume la existencia de diferencias en la relación entre el sexo y la identidad de género, que tienen que ver tanto con el carácter biológico del sexo, como con la construcción cultural del género. En consecuencia, la Constitución da fundamento a los derechos a la igualdad y no discriminación de las diversidades sexuales, y más concretamente, de las personas transgénero, a las que ampara.
 ENFOQUES Y CONCEPTUALIZACION
Es necesario conocer los postulados de los expertos y sociólogos respecto a las perspectivas e igualdad de género, de manera que nos facilite entender algunos conceptos que hoy en día pueden entrar en contradicción con lo que se creía clásicamente, por ejemplo, conceptos, sexo, género, sexualidad, etc.
El enfoque interseccional asumido en las políticas de igualdad para la educación superior, el abordaje de la igualdad de género procura dar cuenta de las complejas articulaciones de clase, pertenencia sociocultural, condición etaria y de discapacidad, entre tantos otros factores que coexisten con la condición de género de las personas.
 Igualmente, el Eje de Igualdad de Género adopta el concepto de diversidad sexual planteado por la Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género, que «reivindica la aceptación de cualquier comportamiento sexual, con iguales derechos, libertades y oportunidades, como prácticas amparadas por los derechos humanos» (CDT, 2011b:23). El derecho de las personas LGBTI a la orientación sexual e identidad de género ha sido recogido en los Principios de Yogyakarta (2007), uno de los varios componentes de la normativa internacional suscrita por el Ecuador con carácter vinculante.
«… el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las diferencias que se perciben entre los sexos; y es una manera primaria de significar las relaciones de poder» (Scott, 1993:35). El género es uno de los ámbitos de estudio en el que las conceptualizaciones han evolucionado significativamente. El concepto de género emerge en las ciencias sociales contemporáneas como una categoría de análisis para explicar la configuración histórica y cultural de las identidades y roles asociados a la diferencia sexual. Una primera distinción es la que establece entre ‘sexo’, referido a las características y diferencias biológicas, las que serían comunes a las distintas sociedades, y ‘género’ como la construcción cultural de estas diferencias, las que varían según tiempo y lugar.
 Actualmente, existe consenso en asumir al ‘género’ como una construcción histórica y social que contiene un conjunto de creencias, normas y atribuciones basadas en la diferencia sexual, las mismas que reglamentan la convivencia humana.
 El enfoque pluridimensional de género pone en evidencia un conjunto de efectos sociales negativos que se derivan de la inequidad social, presentes en el individuo y la familia, hasta las instituciones educativas, de salud y de justicia, así como en las esferas laboral y política. Sobre estas bases, se han identificado políticas deliberadas para la consecución de la igualdad y equidad de género, que se convierten en herramientas de lucha contra la proliferación de la hostilidad, la discriminación y la violencia hacia las mujeres, el mundo relacionado con lo femenino y las diversidades sexuales. Igualmente, fundamenta los cuestionamientos a la ‘normalidad’ hegemónica de la heterosexualidad y visibiliza la aplicación desigual de los derechos. La construcción de la Agenda Nacional de Igualdad de Género y de igualdad de género en la educación superior supone, entonces, un reto multidimensional para las políticas orientadas a las mujeres y a la población con diversas identidades sexo-genéricas, grupo este último en el que se concentran múltiples vulneraciones de derechos como resultado del estigma y la discriminación
En el contexto sociocultural de la educación superior persisten relaciones simbólicas desventajosas para las mujeres con respecto a su rol social y familiar en correlación con su participación en los procesos educativos, profesionales y académicos. Las dimensiones simbólicas que perpetúan la desigualdad son formas ‘no visibles’ de discriminación. Uno de los efectos acumulativos de estos factores ‘intangibles’ es la pérdida de confianza de las propias mujeres en sus capacidades y en su rol en el marco académico institucional.
 AVANCES Y RETOS DE IGUALDAD DE GÉNERO EN LA EDUCACION SUPERIOR
Asumiendo su liderazgo educativo y social, la transversalización del enfoque de género en la educación superior puede provocar al menos un doble impacto. Por una parte, a partir del rol de la academia como actor social que interactúa con otros actores con capacidad de influenciarlos, la educación superior, sus académicos y estudiantes pueden inspirar y motivar al conjunto social, asumiendo un rol decidido de liderazgo en la promoción de la igualdad de género. Por otra parte, con base en su responsabilidad y capacidad de usar y desarrollar el pensamiento teórico, la educación superior y su academia tienen en sus manos la posibilidad de generar el avance de las teorías de género y su incidencia en la formación e investigación en diversas áreas del conocimiento.
En concordancia con los nuevos preceptos constitucionales, el PNBV y la Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género, la Ley Orgánica de Educación Superior, LOES (2010), su Reglamento General (2010) y el Reglamento de Régimen Académico (2013), aunque de modo diferencial, ya incluyen estipulaciones sobre la igualdad de género en la educación superior. Principios como aquel de la paridad ejemplifican este avance. Por su parte, el CEAACES, en tanto responsable de la evaluación y acreditación de las IES, a partir de 2013 da los primeros pasos hacia la inclusión de indicadores de igualdad de género en los instrumentos de evaluación.
 Otra muestra del avance de las políticas de género en la educación superior es la inclusión de provisiones generales que establecen la igualdad de oportunidades y el concepto de acción afirmativa o discriminación positiva en sus normativas específicas. La Red de Educación Superior y Género del Ecuador organizó, en el 2014, el Seminario Internacional sobre Calidad y Género en Educación Superior de programas de tercer y cuarto nivel considerando la perspectiva de género. Programas de esta naturaleza son pasos positivos aunque adolecen aún de limitaciones.
De igual manera, la SENESCYT ha adquirido el compromiso de transversalizar el eje de igualdad de género. En esa dirección, como ejemplo, se está desarrollando la evaluación
 CONCLUSIONES
En resumen, la construcción cultural de género tiene profundas raíces y múltiples ramificaciones para la cotidianeidad de las mujeres y los hombres. Los roles y estereotipos de género, así como la subordinación de la vida de las mujeres a la vida de los hombres, explica el acceso diferenciado a los servicios de educación, salud y empleo.
 En términos cuantitativos, se evidencian al mismo tiempo signos de progreso y agendas pendientes. Estudios realizados por el CEAACES reflejan la tendencia nacional hacia el cierre de la brecha de género, y los datos sobre el incremento de la matrícula femenina en la educación superior constituyen un hecho significativo
 Las instancias educativas oficiales al plantear la introducción de la perspectiva de género en la educación superior, es promover un cambio ético en las instituciones para que éstas incorporen en sus sistemas axiológicos el respeto a la diversidad y la búsqueda de la equidad, particularmente la equidad de género.
En lo epistemológico, mediante el cuestionamiento académico de fondo a la transmisión acrítica de visiones patriarcales y androcéntricas implícitas en los conocimientos y las formas tradicionales de enseñanza aprendizaje.
  ¿Cuál fue el motivo por el cual selecciono el tema? 
En el presente blog, es una constancia del pensamiento que se asume ante realidades de hoy que no eran admisible en nuestra sociedad. Hablar de la mujer y la desigualdad que afronta en el ámbito de la educación superior, se requiere de mucha tolerancia y comprensión. Abordar la igualdad de derechos y responsabilidades de la mujer en las instituciones que tradicionalmente han sido masculinos como es en la educación superior, sobre todo cómo las sociedades están encaminándose a establecer una igualdad de oportunidades entre los sexos.
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“Fomentar una imagen de las mujeres equilibrada, respetuosa de las diferencias y sin estereotipos en los ámbitos culturales, deportivos y en los medios de comunicación”
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