Tumgik
erensimper · 4 years
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i-
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prompt: pillow
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erensimper · 4 years
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what a week huh?
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erensimper · 4 years
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McGonagall: Why are there little handprints all over the wall?
Snape: *whispering to Harry* Why are there little handprints all over the wall?
Harry: *whispering* because I have little hands.
Snape: Because he has little hands.
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erensimper · 4 years
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Happy take your muscles on a date to the gym day
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erensimper · 4 years
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i present you “a gringo says im not latino because im white, shut the fuck up gringo” brothers
the nazi and the skinny legend who dosent exist 
(this are references to twitter shit KJSHKJSHDKJ)
they are not latinos cause they are white,,,,,, sad
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erensimper · 4 years
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hahan’t
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erensimper · 5 years
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No me ames [Prusia x Chile]
Advertencias: Muerte
Inspirado en No me ames de Jennifer lopez ft. Marc Anthony
Nota: este one shot lo comencé hace un año, no lo he editado mucho del original, no me da, creo que quedó decente.
[. . .]
La lagrimas caían sin poder controlarlas, Manuel cubrió su boca tratando de no hacer mas sonoro su llanto, mientras en el fondo escuchaba los gritos de Gilbert. Su cuerpo temblaba, sin poder soportar su propio peso sus piernas flaquearon, cayendo arrodillado frente a la ducha. Se apoyó allí, tratando de recuperar su respiración, tratando de no ahogarse en su propia miseria. Se levantó, incluso si su cuerpo pesaba por el cansancio de la vida y el espejo reflejó su rostro decaído, sus ojos hinchados, sus labios rojos al igual que la nariz, llena de mocos. Arregló su cabello castaño de forma brusca y rápida, para salir del lugar al escuchar su nombre.
- ¡Manuel! ¡Manuel!
Corrió con todas sus fuerzas, desesperado por los gritos de su amado, pero los brazos de Ludwig lo detuvieron al verlo intentar llegar hasta la habitación.
- No -le susurró con la voz rota.- No puedes entrar, no
Los gritos de Gilbert le hicieron temblar, cediendo al forcejeo del rubio alemán y le miró a los ojos desesperado.
- ¿Cómo esperas que esté acá?-negó con la cabeza, tratando de controlar su corazón. Dolía, le dolía los gritos y la desesperación de no poder hacer nada. El rubio le dedicó una mirada cansada mientras Manuel cedía a la orden que seguramente les había dicho el médico. Se arrastró hasta unos metros alejado de la habitación, apoyado en la pared se dejó caer, mientras sus manos cubría su rostro lloroso. Sólo escuchaba, sólo aquello hacía sin poder soportarlo, pero estaba allí porque debía hacerlo.
Los minutos, eternos como el infinito y tortuosos como el infierno, hicieron más de lo debido y cayó rendido al cansancio, cerrando sus ojos por lo menos unos cuantos de aquellos.
- Manu- la voz tranquila de Feliciano le llamó, levantó la mirada, después de despertarse, el italiano estaba arrodillado frente a él con una manta entre sus manos.- Ven a comer
Se negó, incluso con la mirada de advertencia del hermano gemelo de Feliciano, Lovino, que se encontraba detrás de él.
- Si se despierta...-se levantó, caminando ahora hacía la habitación de Gilbert.
- No lo hará- anunció Lovino desde su lugar, con los brazos cruzados y apoyado en la pared de terciopelo-. Le han dado demasiada morfina, probablemente despertará mañana en la tarde, sabes cómo es esto.- Manuel asintió.
- ¿Ludwig?- preguntó.
- Está dentro, déjalo solo con su hermano- Feliciano lo envolvió con la manta con cariño-. Ven, vamos
Asintió, sabiendo que Ludwig necesitaba un momento con su hermano. Caminó junto con los gemelos hasta el primer piso, Elizabetha al verlo se acercó con una sonrisa y lo conducía al comedor, donde la comida le esperaba.
Era difícil, claro que lo era, para cada uno de los cercanos que Manuel conocía. Era complicado sobrellevar una vida sabiendo que uno de tus seres querido moría. Manuel no podía, enfermo hasta las fibras de sus vellos, Manuel necesitaba estar con él. Por ello mismo admiraba a Ludwig que salía con su novio italiano Feliciano, tratando de vivir sin el peso de su hermano mayor enfermo.
- Debes salir más- Martín chasqueó la lengua al ver como Manuel negaba con la cabeza-. Dale boludo, tenés que salir
- No puedo- respondió-. Debo de estar con Gilbert...- bebió su té hasta la ultima gota, movimiento su pierna derecha preso de la ansiedad que sentía por el hecho de haber salido de casa.
- Miráte- su hermano lo apuntó con desgano-. Te pude sacar de ese lugar practicamente porque tuve que pedirle a Lovino que te sacara y te reemplazara en el cuidado de Gilbert, esto no es sano
- No lo entiendes
- ¡Claro que lo hago!- Manuel se encogió en su lugar, preso de la ansiedad, sus ojos picaron y sus manos se movían nerviosas sobre la taza vacía de té-. Perdón, pero mirá hermano, si querés ayudar al Gilbert tenés que estar bien tú igualmente
- Yo estoy bien
- Dale y yo soy Maradona- Martín dejó de lado su mate-. Mirá, yo te pido un día a la semana... ¡Sólo!...- llevó sus manos al cielo al ver como Manuel intentaba reclamar.- Escúchame, tenés que estar bien mentalmente, tenés que demostrarle que te encuentras bien. Estando junto a él como una pulga no se lo vas a demostrar
Manuel se congeló, imposible, no se veía alejado de Gilbert por tanto.
- Manuel - apartó su mirada de la ventana, dejando de lado la conversación que tuvo con Martín cuando lo fue a ver hace dos dias y se lo llevó a una cafetería. Gilbert estaba en la cama, mirándole con cansancio.- ¿En qué piensas?
Se apartó de la ventana, sintiendo el sol de otoño, aquel que estaba siendo más frío que años anteriores.
- Nada- se acercó hasta su lado -. ¿Necesitas algo?
Gilbert negó.
- Te veía distraído- el Chileno se sintió estúpido.
- Perdón- Gilbert negó mientras estiraba su mano hacia él.
- Escuché a Lovino sobre que ibas a salir- el castaño gruñó bajo mientras se dejaba acariciar por su novio, apoyando su cabeza en la cama con su cuerpo sentado en el suelo.
- No creas aquello- susurró sintiendo los fríos dedos de su novio en su cabeza.
- Deberías salir- le dijo.
- No
- Manuel
- No- Gilbert apretó sus labios, apartando su mano de los cabellos de su novio. Manuel levantó la mirada extrañado de aquello, sintiéndose ajeno de él-. Gilbert
- Vete- al castaño se le secó la boca al escuchar la frialdad del Alemán y se levantó desesperado.- Vete
Negó con la cabeza, tratando de tomar su mano pero este la retiró bruscamente.
- ¡He dicho afuera!
El castaño se sintió mareado, débil ante la indiferencia de los ojos de su amado, no le miraba, solo lo rechazaba de forma cruel.
- Gilbert...
- ¡Fuera!- Manuel se intentó acercar cuando el cuerpo de Gilbert tembló bruscamente, tosiendo fuertemente, viendo la sangre en su mano. Pero el gesto de que se detuviera lo hizo retroceder-. Vete, ahora
Salió, a��n si sentía su corazón hecho trizas, aún si se ahogaba en el llanto caminando por los largos pasillos de la casa, salió al patio sacando su cajetilla encendiendo un cigarro de forma desesperada. Las lágrimas del castaño cesaron, mientras observaba los jardines bien cuidados de la familia Beilschmidt.
-Si no quieres que sufra, deja de hacer eso- Gilbert cerró sus ojos al escuchar a Lovino-. Solo lograrás que llore, porque volverá
- Sí- afirmó viéndolo desde la ventana-. Siempre lo hace
- Eso te hace odiarlo, ¿no es así?- Lovino se colocó a su lado.
- Debe aprender a vivir sin mi- soltó una carcajada-. Pero al final soy yo quien está mas asustado que él en esto, soy yo quien no soporta verlo así. Imaginarme que él continuará con su vida después de mi muerte me hace sentir en paz, pero al pensar que se enamorará de alguien que no sea yo me hierve la sangre, soy yo quien lo arrastró a esta mierda, soy yo quien lo ha hecho miserable y eso no me lo puedo perdonar
...
Los siguientes miércoles Lovino se las arreglaba para hacer a Manuel salir con Martín. Manuel se sentía enfermo mientras la ansiedad lo consumía, pero aunque quisiera negarlo notó un cambio, solía irse en el medio día y regresaba para la cena. Pasar tanto tiempo con su hermano le hacía desprenderse de sus pesados cargos, no era vigilado ni juzgado, se sentía libre. En la noche llegaba y le contaba a Gilbert lo que había hecho en el día, el alemán le escuchaba con una sonrisa y luego solían dormirse abrazados hasta el siguiente día cuando Manuel se levantaba a prepararle un desayuno lleno de proteínas.
- ¿Así es cómo te haces cargo de mi hijo?- Manuel tragó duro al entrar a la habitación de Gilbert y ver a la madre de este allí. La señora Beilschmidt le miraba con profundo odio, eran las doce de la noche. Manuel había llegado mas tarde de lo normal porque a Martín se le ocurrió ir a ver una película a ultima hora. Pasó su lengua por los labios, recuperando la compostura.
- Mamá- advirtió Gilbert bastante molesto.
- No lo puedo creer- la mujer negó con la cabeza-. Mi hijo tuvo una recaída en la tarde y recién te dignas a volver. Seguramente andabas de prostituto como siempre has sido
Manuel no dijo nada mirando a los ojos a aquella mujer.
- Fuera de mi cuarto - Gilbert se levantó de cama, apuntando a la puerta-. No permitiré que insultes a Manuel en mi presencia, ve con Ludwig o alguna mierda
La mujer se levantó indignada, se acercó a la salida y antes de salir le dijo al chileno:- No te creas que esto acabó
Manuel soltó todo el aire contenido cuando la puerta se cerró tras él. Miró a Gilbert buscando una explicación, el acuerdo que tenía con Lovino de salir los miércoles también incluía que le avisaran cualquier cosa que sucediera con su novio.
- Yo le dije que no te llamara - explicó bajo la mirada del chileno y Gilbert soltó un suspiro-. Amor
- No, amor nada- dejó caer su chaqueta que tenía en su brazo, también la bolsa que tenía.- teníamos un trato Beilschmidt
- No quería preocuparte por nada
- ¡No puedes simplemente hacer algo así! -Manuel se llevó las manos a la cabeza-. ¿Que hubiera pasado si te morías, Gilbert?
- Pero no pasó - Gilbert se intentó acercar pero el chileno le lanzó una mirada de resentimiento.
- No confías en mi, ¿no es así?- negó con la cabeza indignado-. Piensas que no soy lo suficientemente fuerte para ello
- No es eso, amor - Gilbert se acercó incluso con las advertencias de su novio.
- ¿Entonces qué? - golpeó su pecho-. ¿Por qué intentas alejarme de tu vida, tú idiota?
- Solo quiero que seas feliz - lo envolvió en sus brazos sintiendo su pecho quebrarse mientras Manuel intentaba escapar.
- No puedes simplemente robarme, hacer lo que quieras conmigo y no tomar la responsabilidad - mordió su labio inferior escuchando el latido del corazón del mayor, tan dulce, tan potente reacio a dejar de funcionar.- Hazte responsable, tú grandísimo idiota
Lo besó con furor, Manuel le siguió de inmediato sintiendo que su corazón nuevamente era arrancado, pisoteado y expulsado a otro mundo. No podía contra el amor que le sentía al alemán, era mas grande, más potente. Esa noche no hicieron el amor, porque el alemán se sentía demasiado débil, pero sus almas sí. Abrazados y enredados su cuerpos amanecieron al día siguiente. Manuel se levantó como siempre, observando detenidamente si Gilbert seguía respirando y luego chequear sus pulsos durante un minuto. Salió de la habitación y al llegar a la cocina saludó a Catalina, una de las sirvientas de la casa. Ella le ayudó, como acostumbraba hacer el desayuno para llevar. El té de Manuel y su pan tostado, el jugo de Gilbert junto con la fruta picada y el yogur. Se despidió de la chica, subiendo las escaleras, abrió la puerta haciendo equilibrio con una mano para mantener la bandeja en una pieza, entró viendo la cama vacía. Sonrió al escuchar la ducha y dejó el desayuno en la mesita que poseían en el cuarto.
-Gilbert- llamó-. Amor, traje el desayuno
Se extrañó por el ruido de la ducha y la puerta inusualmente cerrada, así que se acercó para avisarle ya que seguramente no le había escuchado. Tomó el pomo y al internar abrirla se sorprendió cuando solo lo logró por unos centímetros. Por el pequeño espacio dado miró, su cuerpo se tensó al ver por el espejo el cuerpo de Gilbert contra la puerta, incociente, sangre en la boca y pálido.
- Amor- llamó-. Amor por favor, muevete
No podía, el peso de Gilbert contra la puerta le impedía abrirla.
- ¡Gilbert despierta!- se alejó de la puerta, sintiendose mareado y sin saber que hacer.
Se echó a correr fuera de la habitación hacia la habitación del alemán menor, entró sin tocar, sin soprenderse por los cuerpos desnudos cubiertos por las sabanas.
- ¿Manuel?-Ludwig le miró extrañado y algo avergonzado.
- Gilbert- solo logró decir aquello, mientras hacía movimiento extraños-. No puedo... yo...
El rubio se levantó de forma repentina, tomando sus pantalones junto a él despertando al italiano de paso.
- ¿Amore?
- Sigue durmiendo, vuelvo pronto- besó su frente y salió rápidamente.
Manuel y Ludwig corriendo hasta la habitación y Manuel apuntó a la puerta del baño, Ludwig intentó abrirla e hizo lo mismo que había hecho el chileno hace minutos, vio el cuerpo de su hermano contra la puerta.
- Bruder-la voz grave del alemán suplicó a su hermano mayor, mientras intentaba abrir la puerta de forma de no hacerle daño-. Por favor, despierta
Manuel miró con desespero como por el espejo Gilber pareció reaccionar.
- Hay que abrirla- Ludwig le miró con nerviosismo- No importa... no importa si le duele, tenemos que sacarlo de alguna forma
Manuel apuntó a Ludwig las manos de Gilbert que estaban ensangrentadas, hicieron una seña y ambos empujaron la puerta escuchando los gritos de fondo.
-¡Un espacio suficiente para que yo entre!
Manuel agradeció su contextura delgada, mientras hacía caber su trasero por el espacio. Al hacerlo se dirigió a Gilbert, cabizbajo y le ayudó a apartarse de la puerta, así Ludwig entró instantes después. Manuel acarició su rostro mientras Ludwig ayudaba a curar las heridas manos, el chileno tratando de ignorar el otro espejo roto, producto del golpe que Gilbert le había dado explicando los vidrios incrustados en sus nudillos sangrantes.
- Idiota- susurró, mientras acariciaba su rostro, pálido-. No te atrevas
Catalina había llamado a la ambulancia cuando Manuel le gritó, gracias a ello la madre de los alemanes apareció de su paseo matutino.
- Está bien, tranquilo- Ludwig acarició la espalda de Manuel mientras veían cómo se lo llevaban en la ambulancia, la madre de los alemanes se había subido y reacia a dejar que la pareja de su hijo mayor se subiera, Ludwig decidió acompañarlo.
- Vamos- susurró sin ánimo alguno-. Solo vamos
Mientras recorrían los pasillos del hospital Manuel recordó las veces que había estado ahí, por Gilbert. Le faltaban dedos para contarlos.
- ¿Estás mejor?- Manuel asintió a la pregunta de su hermano, Martín suspiró para después beber de su café. Eran ya las una de la madrugada, según lo que Ludwig dijo su hermano estaba bajo observación por lo cual nadie podía entrar por el momento, hasta que el efecto de la morfina acabara. Feliciano había llamado a su hermano Lovino quien no tardó en llegar junto con Antonio, el mejor amigo de Gilbert y una hora después apareció Francis, su otro mejor amigo. Manuel estaba ansioso, su corazón palpitaba de una forma brusca, casi saliendo de su pecho y sus manos temblaban sudando frío, Martín le observó en silencio.
Ambos, aunque eran hermanos, no eran de piel ni de palabras bonitas, eran bruscos y rudos a la hora de dar consejos y aquello les caracterizaban, porque incluso si solían discutir bastante no había una relación más extrañamente fiel que aquellos dos. Por eso el rubio se limitaba a colocar una mano en el hombro de Manuel apretandolo de vez en cuando. Observó el vaso vacío, se levantó tirando el desecho a la basura y se volvió dónde su hermano con las manos en la chaqueta de cuero.
- Eu- le dio una patada al castaño que levantó la mirada-, vení
El castaño mordió su labio para luego asentir y seguir al rubio arrastrando los pies, Martín le dedicó un movimiento de cabeza a Antonio que comprendió en el momento. En silencio el par de hermano se dirigieron al ascensor para llegar al primer piso, sin una sola palabra salieron del hospital escuchando los pasos de Martín y el arrastre de Manuel.
- Que cansancio, la verdad, que cansancio- Manuel habló sentándose sin importarle mucho las piedras bajo él a las afueras del recinto.
- ¿La recaída de Gilbert?- preguntó Martín apoyado a su lado contra la pared con las manos en los bolsillos.
- Que paja la vida, Martín, la vida- El nombrado observó a Manuel sacar los cigarros y comenzar a fumar, moviendo su pierna constantemente y lamiendo su labio como solía hacer-, nadie desea nacer voluntariamente, imagínate sufrir por eso...
- Re turbio, pero tenés razón- Martín se sentó a su lado y sin preguntar sacó un cigarro de la cajetilla de Manuel, el castaño se limitó a entregarle el encendedor- ¿qué pelotudo elegiría venir a este mundo de mierda?
- Entonces ¿por qué cuando uno quiere terminar con ese eterno sufrimiento no se le permite?- Manuel cerró los ojos con fuerza y apretó los puños destrozando el cigarro y las cenizas cayendo en su mano-, si Gilbert decidiera morir, Martín, yo lo permitiría. ¿Quién soy yo para detenerlo? Esto no es vida, Tincho, yo sé qué sufre pero se aferra a la vida y no por él mismo... estoy cansado, él más que nadie, Martín
El rubio dejó escapar el aire de sus pulmones mirando al cielo de la noche, luego dirigió su mirada al rostro de Manuel que estaba fijo frente a ellos. Sus ojos ya no parecían brillar como hace unos años lo pudo llegar a hacer, su pelo se había vuelto opaco y su piel un tono enfermizo y Martín se preguntó ¿por qué seguía con vida si está misma parecía comerle? Pero obvio, Gilbert llegó a su cabeza, era el sosiego de sus noches de insomnio, de las pesadillas y los malos recuerdos, Gilbert era la respuesta a las preguntas insaciables pero era el reloj de arena que marcaba el límite de Manuel. Parecía no importar el dolor de su presencia mientras que su mirada curaba el alma de Manuel.
- Ustedes son la perdición del otro- se dirigió a la entrada del lugar-. Y pareciera no importarles
Manuel sólo pudo observar a su hermano desaparecer en la entrada del edificio, mientras la madrugada le acompañaba en el sufrir de su alma. El cansancio de su cuerpo le ganó y las lágrimas nunca recorrieron sus mejillas, ya acostumbrado al vacío de su pecho, al temblor de sus manos y la comezon de su piel, Manuel se durmió en aquel lugar.
...
Manuel observó detenidamente a su amado, el vaivén de su pecho al respirar de forma tan pausada, calma como nunca. Acarició la mano del alemán, que en algún momento del pasado habían sido suaves que le acariciaban el alma, hoy se encontraban áspera al tacto e inusualmente frías.
- ¿En qué piensas?- levantó la mirada al escucharle y se encontró con su mirada cansada pero llena de cariño.
- Nada importante- se limitó a decir y le depositó un beso en sus pálidas manos y soltó una pequeña risa al ver la diferencia de tonalidades entre ambos-, deja de palidecer o serás invisible a la vista
Gilbert se carcajeo, su cuerpo moviendose de forma brusca y dejó escapar un pequeño quejido;- Soñé con algo esta vez
Manuel le miró, esperando a que continuase.
- Era extraño y mi lucidez no era mi amiga, estaba rodeado de luces de tonalidades que nunca había visto pero no recuerdo bien, era inexpicablemente hermoso y por un momento pensé que habiamuerto, que estaba quizás en lo que llaman el cielo- Gilbert estiró su mano al techo blanco y luego comentó;- pero recordé que si me muero, el cielo no es donde iría, definitivamente
Manuel negó.
...
Manuel estaba tranquilo.
Su angustia y ansiedad habían disminuido desde que salió del hospital, desde que el médico les había dicho que Gilbert moriría en los proximos meses, si no es que de inmediato. La madre de Gilbert no se pudo contener a llorar contra el pecho de su hijo menor Ludwig, parecía de alguna forma aliviado y Manuel... él se dirigió a la salida y no volvió hasta el otro día, cuando le dieron el alta a su amado.
Gilbert le habia dicho en el momento en el que entró al cuarto que viajaría y Manuel no pudo más que aceptar. En contra de los gritos de su madre, Gilbert se subió a la camioneta junto con el chileno una semana después de que le dieran el alta en el hospital.
Manuel sonrió cuando Gilbert lo rodeó von sus brazos y le besó el cuello, sin decir palabra alguna Manuel dejó de observar el lago desde la ventana de la habitacion y se dio vuelta, acariciando el rostro de Gilbert. Estaba pálido, sus ojos se veían cansados y su cabello estaba descuidado, pero era Gilbert y Manuel lo amaba con todo su corazón y el dolor que le provocaba.
Lo besó, sintiendo los labios acariciarle el alma, sus manos eran frias pero el tacto le hizo arder en el deseo de su cuerpo, Manuel lo amaba y Gilbert también. Terminó en cama, semi desnudo observando la sonrisa del alemán que le repartía besos por su pecho y con un suspiro Manuel se embriagó en la sensación que provocaba la sola presencia de su amor. Gimió contra su oído al vaivén de las caderas, besó su cuello, le susurró tantos te amo como su voz le permitió y cuando alcanzó el clímax Manuel le abrazó, sintiendo el pecho liviano y los ojos pesados, se durmió.
A la mañna siguiente, Gilbert no despertó.
- ¿Qué fue lo último que te dijo?- Manuel observó al alemán junto a su lado, observó a cielo y las nubes que se formaban, danzando sobre ellos.
- Que me amaba- se limitó a responder, Ludwig le observó por unos escasos segundos y comentó.
- Se terminó- se alejó a paso lento, Manuel observó al alemán tomar a su madre del brazo y llevarla por el sendero. Observó también a Martín, a unos metros esperándole, como siempre lo hacía desde que eran pequeños.
Se dio la vuelta y leyó por ultima vez.
Gilbert Beilschmidt
1985 - 2018
"Amado por su familia, no será olvidado ni por ellos ni por quien le conoció en vida"
Sonrió aliviado y le susurró a su amado;
- Espérame- el viento chocó en rostro y le susurró al oído.
- Siempre
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