etrellaerrante
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En la luna se esconden los secretos de mi alma
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Lo que nadie vio
No hablaba de eso.
No porque no quisiera, sino porque las palabras no sabían por dónde salir.
A veces pensaba que, si lo decía en voz alta, la habitación se llenaría de humo. Que algo explotaría. Que alguien moriría. Tal vez ella. Tal vez él. Tal vez nadie.
De pequeña pensaba que lo normal era que te doliera el cuerpo después de dormir. Que el miedo oliera a colonia vieja. Que las caricias fueran cosas que no se mencionan.
Aprendió a quedarse quieta. A respirar bajito. A no llorar con ruido.
A no preguntar.
Y nadie notó nada. Porque comía. Porque sonreía. Porque sacaba buenas notas.
Nadie mira dos veces a la niña que parece bien.
Ahora, ya adulta, se pregunta cuántas partes de ella aún le pertenecen.
Cuántas las escondió tan profundo que ya no recuerda si son reales.
A veces le tiemblan las manos sin razón.
Otras, se despierta con una angustia sin nombre.
No recuerda del todo cómo empezó.
Sólo sabe que no terminó.
Porque sigue ahí.
En las grietas de su voz.
En la forma en que se disculpa por existir.
En lo que no dijo.
En lo que nadie quiso ver.
—A 🥀
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“Quiero sanar sus heridas del pasado…
esas que otros dejaron sin pensar,
como quien pisa flores sin notar que las aplasta.
Quiero cuidar su corazón roto
aunque para ello tenga que usar pedazos del mío,
aunque duela, aunque sangre.
Porque su paz vale más que mi descanso,
porque su sonrisa —cuando por fin aparece—
vale más que cualquier sacrificio.
Y si alguien más se atreve a abrir lo que apenas comienza a sanar,
si alguien más lastima lo que con tanto amor intento reconstruir,
entonces que se prepare…
porque una cicatriz no es solo un recuerdo:
es una advertencia,
y un corazón herido que vuelve a romperse
ya no sangra…
arde.
Solo quien trate con delicadeza
puede merecer lo que aún queda en pie.”
— A 🥀
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“Tantas vidas esperándola…
soñando con su risa,
con la forma en que su voz pronunciaría mi nombre
como si lo hubiera dicho mil veces antes.
La busqué en cada mirada,
en cada abrazo que no supo a hogar,
en cada silencio que no era suyo.
Y cuando por fin llegó,
cuando el destino por fin nos cruzó…
su alma no reconoció a la mía.
Me miró como se mira a un extraño,
y mi corazón, que por siglos la había esperado
se rompió en un suspiro callado.
Tuve que dejarla ir,
como se deja ir aquello que más se ama:
con las manos temblando,
y el alma hecha pedazos.
Porque no hay dolor más dulce ni amor más cruel
que reencontrarte con quien fue tu todo
y darte cuenta que, esta vez,
no lo será.”
—A 🥀
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Ardo entre las cenizas de las ruinas donde alguna vez existió mi corazón. No quedan muros en pie, no hay estructura reconocible; solo restos, fragmentos, escombros de lo que fui cuando todavía creía, cuando todavía sentía sin miedo.
No fue una explosión repentina. Fue una combustión lenta, casi imperceptible, que me fue consumiendo desde dentro. Y ahora, entre todo lo que se ha venido abajo, sigo encendida, aunque ya no sepa si el fuego que me queda me sostiene o me destruye un poco más.
Hay días en que me siento solo eso: ceniza caliente, memoria de algo que alguna vez latió con fuerza. Y sin embargo, algo en mí se niega a apagarse del todo. Tal vez por costumbre. Tal vez por amor propio. O tal vez por la simple y terca esperanza de que de entre estas ruinas, aún pueda surgir algo nuevo.
— A 🥀
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Eres el amor que lleno mi alma de deseo, salvando mi corazón de la oscuridad que lo conducía hacia la muerte.
— A 🥀
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Dentro de mí existen infiernos que nadie ve. No están hechos de fuego literal, pero arden igual o más fuerte. Son esos pensamientos, esos recuerdos, esas emociones que despiertan en las noches más oscuras, cuando todo está en silencio y no hay distracciones para tapar lo que duele. En esos momentos, siento cómo me consumen por dentro, cómo me calcinan lentamente hasta dejarme hecha polvo.
Es un dolor que no siempre puedo explicar, porque no tiene forma ni lógica clara. Solo está ahí, constante, esperando su momento para arder. Y cuando lo hace, siento que me deshace, que me reduce a casi nada.
Y, sin embargo, algo en mí sobrevive. Tal vez no siempre con fuerza, pero sí con una persistencia silenciosa. Porque a pesar de todo, sigo aquí. A veces con miedo, a veces rota, pero presente. Y si he de convertirme en polvo, entonces también puedo aprender a renacer desde ahí. No como quien se olvida de sus cicatrices, sino como quien aprende a vivir con ellas y a pesar de ellas.
— A 🥀
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Soy una persona rota,
pero no por eso menos real.
Camino con pedazos que no encajan del todo,
pero aun así, me sostengo, y sigo dando.
No tengo mucho intacto,
pero tengo un corazón que aún late entero.
Entrego amor desde las grietas,
no porque me sobre,
sino porque entiendo lo que falta duele.
Jamás me atrevería a romper a alguien,
porque sé lo que es arrastrar heridas invisibles,
de esas que nadie ve,
pero que cada noche arden.
He sido el silencio detrás de mil gritos,
el eco de un “estoy bien” que era mentira.
Y por eso, si toco a alguien,
lo haré con la suavidad que a mí me negaron.
— A 🥀
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A veces, escribir desde el dolor no lo cura, pero lo alivia.
— A 🥀
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No recuerdo la última vez que me sentí completa,
si es que alguna vez lo estuve.
Quizás nací con grietas,
o tal vez fue la vida la que me partió en silencio.
Soy un alma en pedazos,
fragmentos de algo que una vez soñó ser entero.
Camino recogiendo ruinas de mí misma,
esperando que alguna encaje con lo que fui.
No lloro por lo que falta,
sino por lo que pesa al no saber quién soy.
Hay días en que sonrío con partes prestadas,
y noches en las que me rompo sin ruido.
No busco salvación ni luz inmediata,
solo un rincón donde mis pedazos puedan reposar,
donde el alma no tenga que fingir fortaleza,
y pueda, por fin, simplemente… ser.
— A 🥀
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La tristeza, como una sombra persistente,
no me sigue… me habita.
Se ha quedado en mí más profundamente
que cualquier destello fugaz de alegría compartida.
Me atraen las cosas tristes, los silencios densos,
las canciones que no buscan redención,
las historias rotas,
esas que no terminan bien, pero terminan siendo verdad.
Porque en ellas me reconozco.
Son espejos oscuros que no me asustan,
me reflejan con ternura,
como si dijeran: “No estás sola en esto que duele.”
Son mis cicatrices, esas que no sanan,
pero que me forman, me narran, me sostienen.
Y en medio del dolor que no grita,
encuentro el consuelo más extraño…
el de saber que aún siento.
— A 🥀
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Me siento como una estrella a punto de extinguirse,
he brillado tanto… que ya no sé si queda luz en mí.
He dado calor en noches frías,
he iluminado cielos ajenos sin pedir nada.
Pero ahora ardo hacia adentro, en silencio,
con un brillo que no todos ven,
con un peso que nadie nota.
Y el universo sigue,
mientras yo me deshago en mi propia luz.
¿Quién ve a una estrella cuando deja de brillar?
Tal vez nadie.
O tal vez alguien… que también fue estrella,
y aún recuerda cómo se lucha por no apagarse.
— A 🥀
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Soy un alma vagabunda, como una estrella habitando el universo... brillando en silencio, aunque nadie mire, luz que aún no se apaga.
Floto entre constelaciones de sueños rotos y nebulosas de esperanza, lejos de todo lo conocido, pero llena de
No pertenezco a un solo cielo, porque mi esencia es viajar, sentir, arder... y seguir iluminando caminos aunque no siempre tenga uno propio.
Soy una estrella solitaria, sí, pero incluso las que viajan solas dejan huellas en el infinito.
— A 🥀
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Caminando sin rumbo llegué hasta ti,
sin mapa, sin destino, sin saber de mí.
Y entonces, al mirarte, todo cobró sentido,
como si el universo me hubiera traído.
Creí que andaba perdida entre días grises,
entre sueños rotos y cicatrices.
Pero no era extravío… era camino,
mi alma buscaba, sin saber, su destino.
Y te encontró, sin buscar con los ojos,
te sintió en el alma, entre tantos despojos.
Fuiste faro en la niebla, hogar en la marea,
respuesta callada a lo que el alma anhela.
Porque jamás estuve perdida del todo,
solo incompleta, vacía de modo.
Eras tú el fragmento que me faltaba,
la paz que mi alma en silencio buscaba.
— A 🥀
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Eres como mi constelación favorita,
silenciosa en el cielo, eterna y bendita.
No todos te miran, no todos te entienden,
solo quien ama las estrellas, realmente te siente.
Brillas sin esfuerzo, entre sombras y cielo,
te descubro en la calma, en el suave desvelo.
Tu luz no grita, solo acaricia,
como un secreto antiguo, como suave caricia.
Y yo, que siempre observé el firmamento,
te encontré entre millones… y supe el momento.
No eras la más visible, ni la más buscada,
pero sí la más mía, la más esperada.
Porque solo el que mira con el alma despierta,
ve que tu luz es única, clara, perfecta.
Eres mi cielo, mi guía, mi norte callado…
mi constelación favorita, por siempre, a mi lado.
— A 🥀
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Mi alma te anhelaba mucho antes
de que tu vida y la mía se cruzaran,
como si en otro tiempo, en otro cielo,
ya supiera que eras tú a quien esperaba.
Te reconoció sin rostro, sin nombre,
sin voz que susurrara en la distancia,
y aun así, te sentía en cada latido,
en cada ausencia, en cada esperanza.
Mucho antes de que mis ojos te miraran,
ya mis sueños llevaban tu silueta,
y mis oídos, aunque aún no te oían,
escuchaban tu alma, tan secreta.
No fue azar, ni casual encuentro,
fue destino escrito en estrellas dormidas,
una promesa vieja de almas que se buscan,
y que al encontrarse… por fin se reconocen, unidas.
— A 🥀
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Te siento aun cuando mis manos jamás te han tocado como la brisa que en la piel deja su rastro callado, como un suspiro antiguo que vive en el pecho guardado, como el eco de un sueño que no ha sido, pero ha marcado.
Te pienso en las horas que el tiempo no cuenta, en los silencios donde el alma se sienta, te habito en palabras que nunca he nombrado, en miradas al cielo, en lo no confesado.
Eres presencia en ausencia, sombra encendida, un latido que danza en mi propia vida, una llama que arde sin haber tocado fuego, una historia sin rostro, sin final, sin apego.
Y aunque mis dedos jamás tu piel han sentido, mi corazón te recuerda como si hubieras venido, como si el destino tejiera, sin prisa ni enredo, el milagro de amarte… sin tenerte, y sin miedo.
— A🥀
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El amor de un alma rota
Hay algo profundamente poderoso en la capacidad de un alma rota para amar. Mientras que el amor de aquellos que nunca han conocido el dolor puede ser cálido y seguro, el amor de quien ha sido herido tiene una intensidad que a veces supera toda lógica. ¿Cómo puede una persona que ha sido marcada por la vida, que ha sentido la fragilidad de su propia existencia, ofrecer un amor que arde con tanta fuerza? La respuesta podría estar en la fragilidad misma.
El alma rota no tiene la ingenuidad de la que no ha conocido la oscuridad. Sabe lo que es perder, lo que es caer y levantarse una y otra vez. Cada herida, cada cicatriz, se convierte en una lección que le permite entender la belleza efímera de lo que tiene. Por eso, el amor que ofrece no es simplemente un sentimiento, sino una entrega. Es un amor consciente, sabedor de que el tiempo es limitado y de que las personas, como las cosas, pueden irse en un suspiro.
Quizá quienes han sido tocados por el dolor, más que cualquier otra cosa, desean encontrar algo que les devuelva la paz. Ese algo puede ser una mirada sincera, un abrazo que hable más que las palabras, o simplemente un espacio donde sentirse completos. La intensidad de su amor proviene de ese deseo de sanar, de reconstruirse junto al otro, de redimir todo lo perdido en la belleza de una conexión verdadera.
Por otro lado, aquellos que han permanecido "enteros", sin haber sido tocados por las grietas del sufrimiento, pueden ofrecer un amor que es firme, pero a veces también más cauteloso. Su amor no ha sido probado por el fuego, y por eso es menos urgente, menos deseoso de entregarse sin reservas. Quizá no entienden completamente lo que significa amar con la vulnerabilidad de saberse roto, pero eso no lo hace menos genuino; simplemente tiene otro matiz, otra forma de ver el mundo.
El alma rota ama con un conocimiento profundo de lo que es perder, y por eso su amor es un acto de valentía. En su dolor, encuentra la capacidad de dar sin temor, de ser la presencia que otro necesita, porque sabe que no hay nada más hermoso que la oportunidad de amar y ser amado. Y en ese amor, la rotura se convierte en algo más que una herida: se convierte en la puerta a una nueva forma de ser, de existir, de compartir el viaje con alguien más.
— A 🥀
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