Somos una red que trabaja en beneficio de los jóvenes estudiantes del Estado de Aguascalientes, creando oportunidades, realizando actividades y proyectos.
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Vidas complejas
Alan Márquez Batres.
Descubrí a Oliver un jueves cualquiera. Seguramente uno de esos días en los que leer el diario supone más un acto de rutina que de interés. Intento, después de enterarme de todos los males de nuestros tiempos, de terminar la lectura en los apartados de cultura o columnas de opinión. Fue ahí donde captó mi atención el título De mi propia vida y comencé a leer una especie de carta de despedida. No de un adiós común, sino un adiós a la vida. La leí detenidamente con el sentimiento y emoción que cada oración merecía. Un viaje que me llevó desde la detección de un melanoma ocular, hasta la aceptación del miedo a la muerte y la siempre necesidad de amar y ser amado. Al terminar, tuve la certeza que estaba frente a un tipo lleno de humildad y sabiduría. Un Oliver que trató de vivir su vida.
Me interesó conocer más sobre Sacks. Expresarse como él lo hizo en esa carta, implica niveles de conocimiento que no se obtienen solamente mediante el estudio ordinario o una librería sin espacio. Se necesitan un cúmulo de experiencias. Momentos en los cuales tomar una decisión es obligado. Decisiones que van forjando el destino. Así que compré dos de sus tantos libros. En movimiento me pareció una narración fascinante donde Oliver explora las complejidades de su vida adulta. Como lo describe Eduardo Lago, “los recovecos del alma de un ser humano cuya peripecia vital es tan excepcional como compleja”. Lago y yo coincidimos en una palabra que bien puede describir a Sacks: complejo. Terminé el libro con la misma sensación de admiración que cuando terminé De mi propia vida. Con la satisfacción de leer a un ser que, por unos breves momentos, me dejó absorto y ajeno a pensamientos que me distraen, obsesiones que me consumen y preocupaciones que me limitan.
Oliver invita a continuar pensando. Lograr ser una persona que trate de comprender su propia vida. Ser consciente de la complejidad que implica el simple y bello acto de despertar todas las mañanas. Saberme libre de mi propia existencia. Sacks me dejó tumbado en la cama un domingo escribiendo lo que espero haber aprendido de él. Mañana será otro día. Un día para lograr hacer, lo que este personaje (creo) trata de decir, de experimentar el amor y la muerte. Todo junto, mezclado, vivido de una manera inseparable y transitoria.
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Banalidades de la política juvenil.
Me emocioné cuando se anunciaron en el televisor los primeros celulares con pantalla a color. Me emocioné aún más cuando, por alguna extraña tecnología, podían reproducirse canciones en los mismos, e incluso compartirlas con amigos vía infrarrojo con sólo juntarlos. Experimenté con un poco de nostalgia como esa pequeña viborita –que sigilosamente se movía por la pantalla a merced de nuestros dedos– iba siendo desplazada por juegos más complejos y coloridos. Tenía muchas expectativas para los años por venir. Y no me equivoqué.
Durante los mismos años, escuchaba con intriga a mis familiares hablar de las elecciones presidenciables. A mi madre, tan fiel siempre a su arraigo, decir que un tal Labastida sería el próximo Presidente. A mi tías, que siempre suelen llevar la contraria, hablar con emoción (raro en reuniones familiares) de que Fox ganaría sin duda alguna. Comentaban, más allá de propuestas o trayectoria, que era buen tipo y su bigote era ad hoc a su personalidad. Ganó el último. No me quedó otra alternativa que unirme a la emoción colectiva. No entendía bien por qué, pero todo mundo hablaba con optimismo, de que las cosas estarían mejor.
A mis 22 años confirmo que pertenezco a una generación diferente. Los que nacimos en los 90’s no vivimos la dictadura civil del régimen de partido único. Aprendimos rápidamente a usar el computador y a comunicarnos cada vez más. Nacimos cuando la caída del Muro de Berlín ya no era noticia. Cuando un nuevo orden mundial estaba siendo consolidado. Por primera vez se hablaba de los derechos humanos, de transparencia, rendición de cuentas, género y el tan aclamado y poco comprendido concepto de la gobernanza. Qué bien se siente haber presenciado el fallo de la Corte que avala el uso lúdico de la marihuana. Así como la resolución que permite los matrimonios gay y otras tantas que protegen los derechos de las minorías.
A mi me gustaría creer que la mentalidad y la organización de las nuevas generaciones, entre las cuales me incluyo, fue un factor determinante en este camino progresista. A veces lo dudo. Cuando inicia la plática, entre las obligadas cervezas, mezcales y tabaco, me doy cuenta del gran vacío y el poco fondo en lo que se expresa. Frecuentemente escucho y leo que las y los jóvenes somos el futuro del país. Que todo está en nuestras manos. ¡Pero qué carajo! Es obvio, porque los ancianos están un paso más adelante, y porque a nuestros padres las ideas representan un tesoro al cual difícilmente aceptarán renunciar. ¡Hablan de jóvenes como si la niña o el anciano no tuvieran que aportar también! Está bien, es cierto que recae en nosotros una gran responsabilidad. Así que, ¿por qué no dejamos de hablar como testarudos y empezamos a hablar como la generación de la que tanto nos vanagloriamos? Yo quiero presenciar discusiones sobre si a los ancianos se les debería condonar el pago del transporte público, si los ricos deberían o no pagar más impuestos, si sería mejor privatizar el servicio educativo y de salud, no tonterías como somos jóvenes y el futuro de México recae en nosotros. ¡Pero qué flojera! Yo quiero escuchar más ideas, en el discurso, dentro de lo políticamente correcto, ¡dónde gusten, joder!, pero ideas. Yo creo, lo digo constantemente en mis redes sociales, que tenemos la obligación de hacer honor a nuestra generación. Leí hace poco en el Jotdown un artículo que hablaba sobre una especia ya casi extinta: los políticos de raza, esos que saben transmitir ideas complejas y tomar decisiones controvertidas y hasta impopulares[1]. Que hablan de frente, defienden su postura, aceptan sus errores y conviven en democracia. ¡Cuanta falta nos hacen más políticos así, sean jóvenes o viejos! Finalmente, yo también coincido con esa maravilla de artículo y su título: “Lo de antes sí eran políticos porque lo de antes sí eran ciudadanos”. Seamos, pero seamos bien.
[1] Cristian Campos, “Lo de antes sí eran políticos porque lo de antes sí eran ciudadanos”, JotDown http://www.jotdown.es/2015/11/lo-de-antes-si-eran-politicos-porque-lo-de-antes-si-eran-ciudadanos/
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La soberbia melancolía
Yo también estoy harto de estar harto. Hace unos días navegaba en internet tratando de matar el tiempo del que tanto me quejo que hace falta. Después de unos minutos de ocio me topé con un tweet de Héctor Aguilar. Pocas cosas se le pueden debatir a mentes como la de él. Coincidí, casi con inercia, con su frase: “estoy harto de estar harto”. Quiero pensar que es cosa de la edad, de esos famosos “veintes” que muchos recuerdan con melancolía. Tal vez me equivoco y es por algún tipo de depresión no diagnosticada y premeditada. Da igual, el hartazgo está presente (casi) siempre. Una especie de La Náusea que vivía en Antoine Roquetín. Eso intangible que se mudó de Bouville y decidió instalarse en mi. Continúo con los días esperando su despedida. Silenciosamente, se aferra a quedarse.
He aprendido a comprender mi incomprendida náusea. La entiendo pero me asusta. Para serle franco, he llegado a disfrutarla. La necesito en mi soledad. Me ha hecho aliarme con la lectura y con el entusiasmo de saber más. Esto me resulta contraproducente y mi desesperación se fortalece. Platicaba con un amigo –en medio de cervezas– sobre los síntomas de esta extraña enfermedad. A veces hace más bien hablarlo que pagar 500 pesos por una jodida terapia. Si quiere saberlo, no me curé pero sirvió. Agradecí, aunque no se lo dije, el tiempo de escucharme. En estos tiempos de tanto ajetreo, de guerras amorosas y bélicas, dedicar tiempo es un gran acto de amistad. Quedé satisfecho y esa noche dormí sin tanto rodeo en mi cabeza. Hoy me doy cuenta que seguramente fue el efecto tardío de la cerveza. Las cosas siguen igual.
Ante tan compleja situación he optado por querer a mi náusea. Es quizá la mejor vacuna que he encontrado. Me hace sentir vivo. Me recuerda mi existencia. Vivir el hartazgo me invoca a todo tipo de sentimientos: soledad, tristeza, desesperación. ¿Hay algo más humano que sentir todo eso en un solo momento?. Mi respuesta es sí. Insisto en mi miedo a sentir eso, de interiorizarlo en mi día a día, sabiéndome consciente de que algo, no sé qué, está mal. Detesto disfrutar a mi náusea. Detesto mi soberbia cuando creo que he aprendido a controlarla. ¡Por supuesto que algo está mal! He tenido momentos tan felices, tan intensamente agradables, que no se comparan en lo más mínimo con el (falso) disfrute de mis domingos tristes. Prefiero sentirme vivo con momentos felices. Es mi lucha y por eso, por eso y tantas cosas, estoy tan harto de estar harto. Si conoce qué hacer, no dude en decirme. Porque, si usted se ha percatado, mi vida, como el artículo, está lleno de contradicciones.
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#YoSoyVidaRosa
Por segundo año consecutivo llego a lanzar este movimiento, con el objetivo de Conocer, Comunicar y Combatir el cáncer de mama en su mes de octubre. ¡Únete este año! Con tu difusión seras parte de la comunidad rosa que trabaja en el combate del cáncer de mama; realizando conferencias en instituciones para la prevención, así como dando apoyos a personas que sufren una de las principales causas de muerte en el mundo. ¿Y tu vas a quedarte sentado o seras parte de un cambio humanitario? En 2014, mas de 100 personas, y alumnos de diferentes instituciones apoyaron esta causa. Y fue publicado en el periódico Sol del Centro por su impacto social. ¿Cómo unirte?
1- Escribe en una hoja rosa la frase #YoSoyVidaRosa, con la señal de las "3 C" (Conocer, Comunicar y Combatir).
2- Tomate una foto y súbela con el Hashtag #YoSoyVidaRosa, escribiendo una reseña de salvación al cáncer de mama.
3- Etiqueta a la pagina oficial Yo soy vida rosa o envíala por inbox a la misma (también puedes dejarla en esta cuenta)
Con tu ayuda podremos prevenir a más personas. Conviértete en Embajador de la Humanidad. ¡Qué esperas! ¡El cambio lo haces tú!
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A los jóvenes de la política, sin gloria ni rencor.
Quiero dejar en claro que no es mi intención ofender a nadie en este artículo. Pero como siempre habrá quien se sienta aludido, me permito extender una disculpa de antemano. Tampoco me gustaría que mi crítica se entendiera como un acto de soberbia. Lo hago con la única intención de poder generar un debate interno de quien se tome el tiempo de leer este texto, que aunque agresivo para algunos, espero sea crítico para otros tantos. A mi me gusta pensar que la política es algo de lo común, algo de lo que se quiera o no, uno termina involucrándose. En esto último radica la diferencia. Algunos la contemplan frente al televisor, otros despotrican en redes sociales, otros más enérgicos asisten a marchas y protestas, unos cuantos más se vuelven –o al menos aspiran- a convertirse en figuras públicas. Otros tantos preferimos, aunque usted no me crea, escribir sobre ella, sobre la política.
He dejado claro que cada quien hace política como más le apasione o, en el más práctico de los casos, como más le convenga. Pero, ¿cómo hacen política las y los jóvenes? No sé a ustedes, pero a mi me aburre muchísimo el discurso de la mayoría. Hay que entender una cosa muy sencilla. Comprenderlo, pero sobretodo aceptarlo, le hará un bien a nuestra salud mental (sí, me incluyo de nuevo). “El futuro del país está en las y los jóvenes”, le aseguro que es la frase que más ha escuchado, de alguna u otra forma, en otro orden, diferente contexto, es lo mismo. Le explicaré por qué en parte es cierto y por qué, al mismo tiempo, me parece nefasta. Somos el futuro porque, ante su muy clara obviedad, ocuparemos los espacios de la generación que nos vio nacer. Que se pueden hacer las cosas diferentes, también. ¿Tenemos que ser optimistas?, yo diría que sí. Pero no por ser jóvenes piense usted que merece ser ya el flamante legislador o gobernante que tanto ha soñado cada vez que se cuelga la playera de su partido, o cada que se toma la foto presumiendo su trabajo. Lo acepto, yo también me tomo la foto.
No quiero que se malentienda una vez lo que trato de explicar. Creo firmemente en el empoderamiento de las y los jóvenes. Le apuesto a políticas públicas transversales e inclusivas. Tengo mucha fe en mi generación. Ha sido un referente de cambio y de indignación. Me siento mediocremente satisfecho con lo poco o mucho que, como una generación milenial, hemos logrado. Retomaré mi punto, me disculpo por desvariar mientras escribo, es algo que trato de corregir. No hay que maldecir ni quejarse de que los jóvenes no tenemos espacio en la política. Tal vez no en dónde usted quisiera, en donde los salarios cómodamente superan algunas decenas de miles de pesos mensuales. Ustedes, compañeros y compañeras, pueden aportar desde un sin fin de maneras. Repito, desde prender el televisor y tratar de criticar lo que se informa, hasta ser miembro activo en alguna organización de la sociedad civil. Si usted me pregunta si me gustaría ver a más políticos jóvenes en puestos clave, mi respuesta es un rotundo si. Habrá que analizar claramente quiénes, bajo qué circusntancias y en qué puesto. Le seré claro, en mi entorno, en esta ciudad tan provinciana pero que tanto quiero, he tenido el gusto de conocer a quienes tratan o ya se desenvuelven en lo público. Algunos sólo me causan pena y una gran lástima. Otros admiración y respeto. Tengo esperanza en los últimos. En los que les mueve más el aportar. Los que critican y argumentan. Los que se han puesto la camiseta del cambio verdadero (whatever it means) y no sólo del cambio generacional.
Alan.
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A continuación se presenta la lista de estudiantes que fueron acreedores a la Beca Alonso Lujambio por parte de Grupo Evolución. La Coordinación de Evolución se encargará de dar seguimiento con la Dirección de Servicios Educativos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y el Departamento de Cajas, para su cabal asignación.
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La apatía al otro.
“Siempre habrá una frontera donde
hay mentes despiertas y mentes dispuestas”
Aylan Kurdi, el niño sirio que fue encontrado ahogado, estremeció e indignó al mundo. Leí la nota y me quedé mirando la fotografía como si aún algo se pudiese hacer. Sacudió mi conciencia. Y no es porque no haya visto fotografías del día a día que me causen el mismo sentimiento. Basta con recorrer las calles de la ciudad para ver a ancianos y niños pidiendo limosna, alimento, ayuda. Lo que pasa es que nunca había sido tan consciente del mundo en que vivimos. Ahora que trato de comprenderlo un poco más, me asusta, pero sobre todo, me desespera. El sentimiento de impotencia de no poder hacer mucho. De saber que regalar un juguete o un emparedado no mejorará su situación más que durante el tiempo que termine su comida. A mi me preocupa porque me sé consiente de mi pocas acciones para tratar de aportar. Me enoja pero permanezco atónito, como si contemplando, de repente, un milagro viniera a mejorar a esta humanidad.
Me levanto, tomo un taxi rumbo al trabajo y veo pasar la vida diaria. Se acerca el niño a ofrecer dulces, a limpiar el parabrisas o a pedir limosna. Y sin embargo, permanezco inmóvil, evado la mirada e ignoro. Simplemente el chófer continua su camino. Yo también veo, respiro, siento. Ellos sienten más. Se han acostumbrado al no, o peor aún, han hecho del rechazo una muy despreciable forma de obtener una respuesta. Un mensaje que los señala con la no aceptación. Todo esto, insisto, me preocupa mucho. Pero lo que más miedo me causa es mi actitud. Hace poco leí un párrafo sencillo pero tan profundo de Leila Guerriero que me obligó a repensar el para qué estamos en esta vida y de dónde surge tanta miseria en la humanidad. Y termino parafraseándola. ¿Qué clase e hombres hace un mundo en el que es posible alguien como yo? Tan insensible, tan ajeno.
Alan.
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Summer nights} pe We Heart It - http://weheartit.com/s/Lx2SLG7Y
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La insoportable necesidad de dormir
Vivir no es sólo existir, sino existir y crear,
saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.
Gregorio Marañón.
La noche es tan efímera, tan aburrida. Dormir es ceder a la fragilidad del ser humano.Imagine si no se necesitara de la almohada y la cama, ¿qué tantas cosas podrían hacerse?. Más libros serían leídos, se podría hablar más con quien se ama, con quien se necesita, cuántos inventos más se tendrían. El momento de más éxtasis al dormir es cuando se siente el roce de las piernas entre las sábanas. Cuando suena el monótono despertador y te das cuenta que estás vivo. Qué armonioso es despertar. Sentirse autónomo y libre.
Al dormir el tiempo no existe, no se sabe si él que duerme vive, sueña, o aún respira. Qué impotencia se debería sentir ante el sueño. Tener que rendirse todos los días ante su necesidad y no poder hacer nada para vencerlo. Ante la derrota se duerme. Y si se duerme, se sueña. Ahí está el problema de la aberración por dormir, por perder el control de uno mismo. Los sueños –de los buenos, malos y los que se olvidan– son incontrolables. Cuando se está despierto, se puede limitar la imaginación. Uno crea y destruye en su mente consciente. Hay quien dice que los sueños son una necesidad. No lo son. Sirven para recordar la vida que se anhela, que se quiere, y a la que se puede o no temer. Decía Allan Poe que “aquéllos que sueñan durante el día conocen cosas que los que sueñan sólo durante la noche ignoran”, y es cierto. Es mejor vivir el sueño que soñar la vida. Y esto sólo se logra cuando no se duerme, mientras el endeble cuerpo no caiga humillado ante la necesidad de dormir.
Los sueños que deberían de importar son los que se tienen desde el momento en que el bostezo de primera hora se hace presente. Ahí radica la esperanza, cuando se gana la batalla diaria ante el sueño. El cuerpo se estira, la mente se despeja, y la vida vuelve a empezar. Si la noche es tan efímera la vida lo es aún más. Sólo hay que lograr comprender una cosa sencillísima, las noches estuvieron antes, hoy y estarán después. La vida, esa si que, como el sueño mientras se duerme, puede desaparecer y no volver a bostezar nunca más.
Alan Márquez Batres
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Estoy enamoradísima de esta libretita, del tamaño, las hojas, la encuadernación, todo <3
I’m in love with this sketchbook <3 it’s just perfect!
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CONOCE EL INCREÍBLE TRABAJO DEL EQUIPO NIRA
¡ELLOS SON PARTE DE EVOLUCIÓN!
¿Y TÚ, QUÉ ESPERAS?
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