Tumgik
facarous · 1 month
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Tough grizzled guy at the biker bar: "How I got these scars? Heh... that's a long story, kid" (scene fades into a montage of mundane household accidents: touching a hot pan, running into a door, slipping in the shower, cutting a bagel wrong, etc.)
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facarous · 7 months
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*Ava and Beatrice meeting for the first time*
Beatrice: Hi, i'm Beatrice and you are?
Ava: Questioning my sexuality.
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facarous · 1 year
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Bae squad rollout
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facarous · 1 year
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Another catradora redraw (the one at the top) and this time I'm not ashamed to show the originals! I'm trying out a few new styles lately. Not sure how I feel about this one yet.
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facarous · 1 year
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well Netflix, since you asked so nicely
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facarous · 3 years
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dark waves is so beaut I cant even handle-
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facarous · 3 years
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Take care of yourself. I'm proud of you
Most of you realised I haven't updated in 6 months, which is unusual for me.
I've been going through a rough patch in my life since last September, preventing me from writing.
I waited a long to write such a message, in the hope things would get better & I would soon be in capacity to resume my stories. Please know I love both Back in Time & Warriors with all my heart. I do intend to give them an ending at some point in the future. However, I find it wiser to put them both in pause, until I'm in full capacity to render those characters justice and give them the level of care & love they deserve.
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facarous · 3 years
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facarous · 3 years
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DEAR MY TEACHER [Precuela] Capítulo 8
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Los dedos de la mano derecha de Jurina se movían inquietos sobre una de sus piernas, con un ritmo agitado y siendo evidencia de su nerviosismo. Junto a ella, una muy silenciosa Rena se apoyaba en contra del cristal de la ventanilla, con la mirada perdida en la ciudad.
Las únicas palabras que habían dejado sus labios después de salir de la enfermería, fue su dirección una vez que subieron al taxi. Jurina la miró de reojo una vez más. Cada vez que recordaba el momento en que se enteró de lo que había pasado, un fuerte ardor se posicionaba en la boca de su estómago y podía sentir su corazón latir con fuerza en contra de sus sienes. Estaba molesta. Furiosa.
El automóvil se detuvo cuando el GPS marcó el punto de llegada. La puerta del lado de Jurina se abrió de manera automática luego de unos segundos. No le llevó demasiado tiempo hacer el pago, bajar del vehículo y esperar que Rena también descendiera, sin embargo, el reto fue entrar al departamento de la chica.
A pesar de poder identificar rápidamente el departamento en el edificio, Jurina se encontraba de pie detrás de Rena, esperando que las temblorosas manos de la chica pudieran introducir las llaves en el cerrojo. Por un instante pensó en ayudarla, pero se sentía demasiado insegura sobre sus acciones.
La puerta abrió luego de un pequeño forcejeo por parte de la menor y de pronto Jurina se encontró preguntándose si debía dar media vuelta o acompañar a la chica adentro y asegurarse que estuviera bien. No pudiendo tomar una decisión, prefirió romper el incomodo silencio que las envolvía.
“Matsui-san, necesita descansar. El director quiere que mañana usted vaya a dar su testimonio. Le puedo prometer que habrá severas sanciones para Matushita-san. La escuela toma muy en serio la seguridad de sus estudiantes.” Jurina no sabía si sería correcto quedarse más tiempo.
Rena únicamente asintió, dejando salir un profundo suspiro al dar unos pasos hacia adentro de su apartamento.
“No olvide tomar sus medicamentos. La ayudaran con el dolor y la inflamación.” La mayor, aclaró un poco su garganta, mientras se pasaba los dedos por el cabello, sin saber muy bien como despedirse.
Miró hacia el techo del bloque de apartamentos antes de dirigir sus ojos hacia la entrada al final del pasillo. Tal vez, su presencia solo estaba haciendo más mal que bien. Retrocedió un paso y asintió con la cabeza. Sí, lo mejor era retirarse.
“Descanse, Matsui-san.” Sonrió tratando de hacer contacto visual con su alumna, lo cual logró con sorprendente facilidad. El semblante de Rena era serio, pero su mirada mostraba la vulnerabilidad que es normal en alguien que acaba de experimentar una mala experiencia.
“Jurina-sensei,” la chica dijo casi en un suspiro “quédese conmigo, por favor.”
El rostro de Jurina reflejaba su perplejidad ante la petición, pero su ceño se frunció rápidamente después de unos segundos. Escaneó con detenimiento a Rena, preguntándose si sería capaz de servir de consuelo. Miró de nuevo hacia el pasillo notando que estaban solas en esa área del edificio.
Cuando volvió a encontrarse con la mirada de la menor, pudo ver el miedo que secuestraba aquellos orbes. La fragilidad en la aparente compostura.
“De acuerdo,” respondió, incapaz de negarse. Todavía dudando si aquello era lo mejor.
Los hombros de Rena se relajaron de inmediato al escuchar la respuesta.
“Gracias, sensei…”
 *       *       *       *       *       *
 Rena nunca imaginó que la fantasía de tener a su maestra con ella en su departamento algún día sería real, una lastima que tuviera que pasar por semejante mala experiencia para poder volver a ser objeto de la atención de la mayor.
“Tal vez sea buena idea que se cambie de ropa, para sentirse más cómoda y si… si me permite el atrevimiento, yo podría preparar algo de té… para…” Rena no pudo evitar sonreír ligeramente. Jurina parecía estar fuera de su hábitat. Ya no estaban en un salón de clases o en algún restaurante de la ciudad; esta era la casa de su alumna y la chica sabía que el recuerdo de su última conversación seguía vivo en la memoria de la mayor, al notar la culpabilidad en su mirada.
“Gracias, sensei,” respondió Rena, tratando de no mostrar la inquietud ante la nueva situación en la que se encontraba “las cosas están en la repisa de la izquierda.” Hubo un instante de silencio entre ellas. Ambas sintiéndose incómodas y sin saber cómo interactuar la una con la otra.
La menor entró a su habitación, a penas con el espacio suficiente para colocar su futón y buscó dentro de su estrecho armario un pijama. En otras circunstancias, este sería un momento de encontrar la ropa adecuada, tratar de dar una buena impresión a su maestra, pero ahora, Rena se sentía física y mentalmente agotada, además… Jurina la había rechazado y ella había tomado la decisión de ya no sufrir por eso.
Aunque ahora, la tenía en su cocina preparando un té.
Rena había retrasado salir de su cuarto todo lo posible, pero no podía seguir ignorando a su maestra. Tal vez había sido mala idea pedirle que se quede, pero en aquel momento lo último que deseaba era estar sola y la presencia de su profesora la reconfortaba.
“Rena-san, el té está listo. ¿Se encuentra bien? La voz de Jurina atravesaba la madera de la puerta.
“Sí, sensei. Salgo en un momento.” Fijó su mirada en la puerta. Aun se sentía extraña. Había sentido tanto miedo durante el ataque en el jardín de la escuela y después alivio por haber sido ayudada por Neesan, Nishishi y Kuumin. Cuando vio a Jurina en la enfermería, sintió que ella era la calma dentro de la tormenta, muy a pesar de la ironía de la situación.
Salió al cabo de unos minutos, vestida con sus pijamas – camisa azul marino y pantalones blancos a rayas grises – y con los cabellos sueltos. Encontró a la mayor sentada junto a su pequeña mesa, con dos tazas humeantes dándole la bienvenida.
“Gracias…” dijo cuando se sentó de frente a Jurina y tomó una de las tazas vaporosas.
Sus manos jugaron inquietas con la taza.
“Su cocina está muy bien equipada,” Jurina le mostró una sonrisa. “Es pequeña, pero agradable. Espero que el té sea de su agrado. Le servirá para aclarar la mente.”
Rena asintió. El calor de la bebida concentrándose en sus manos antes de dar el primer sorbo. Dejó salir un suspiro cuando la sensación de calidez comenzó a llenarle el cuerpo. Hoy había sido un día caótico y aún no terminaba, no cuando tenía a Jurina del otro lado de la mesa.
Su cerebro, que parecía haber mantenido sus pensamientos en una brumosa pausa, comenzó a recopilar de pronto todo, obligándola a sentir los latidos en su muñeca provocados por el dolor. Demasiado consciente para su gusto, de las sensaciones en su mano izquierda, no pudo evitar acuñarla en contra de su pecho en un gesto automático para calmar el malestar.
Aquel chico, la había mirado con desesperación y anhelo, pero las sensaciones provocadas en ella, nada tenían que ver con algo positivo, muy por el contrario, por un momento se sintió insignificante en contra de un imponente gigante. Un escalofrío cruzó su cuerpo, si no hubiera sido por Nishishi, ¿Hasta dónde habría llegado Matushita-san?
Fue una total estupidez de su parte el haber ido sola.
“Hey…” Rena fue sacada del carril de sus pensamientos por la sensación de una suave mano en contra de su hombro. Por un instante su cuerpo quedó rígido antes de desviar su mirada de la taza de té y encontrarse con los ojos oscuros de la mujer que la acompañaba.
No se dio cuenta en qué momento Jurina acortó la pequeña distancia que las separaba y ahora estaba sentado a su lado, tratando de darle consuelo. Otra mano tímida subió por su mejilla y limpió las lágrimas que salían sin permiso.
Lejos de hacerla sentir aliviada, otra ola de lágrimas salió con fuerza. Deseaba tanto abrazar a su maestra en búsqueda de protección y consuelo, pero una parte de ella recordaba con fuerza el rechazo del que había sido víctima.
“Se ha ido,” la voz de Jurina era tranquila y profunda “no podrá hacerle daño de nuevo. El director se encargará de todo, justo ahora debe de estar haciendo las llamadas pertinentes.”
“N-No debí de haber aceptado aquella invitación.” La voz de Rena se entrecortó. De pronto se sentía furiosa consigo misma.
“Hey, no, no. Rena-san, usted no tiene culpa en todo esto…”
“No,” Rena no dejó terminar la oración con la que Jurina pretendía consolarla “es una regla básica. No vas a encuentros misteriosos con personas que no conoces. Lo sabía, yo lo sabía, sin embargo…” una pequeña risa despectiva salió de sus labios, desvío su mirada, que se había mantenido colgando de la de su maestra y se concentró de nuevo en su mano izquierda presionada contra su pecho.
“¿Le duele?” Jurina pareció también prestar atención a la muñeca vendada.
“Una parte de mí, guardaba la absurda esperanza de que esa nota fuera de usted.” Cerró los ojos con fuerza y agacho la cabeza, sintiendo vergüenza por lo que acababa de confesar. Trató de controlar los sollozos, pero ahora salían libres y sacudían sus hombros.
Sintió un par de cálidos brazos envolverla, titubeantes por un segundo, antes de sostenerla con fuerza y mecerla ligeramente al tiempo que palabras de consuelo llegaban a sus oídos. Rena dejó salir el tumulto que comprimía su pecho: el enojo hacia sí misma, la frustración, el miedo, la profunda decepción y la sensación de haber sido engañada.
Fue la misma Rena quien rompió el abrazo luego de varios minutos de lágrimas y palabras dichas en susurros. El enojo diluyéndose y siendo sustituido por la sensación de cansancio general.
“Todo estará bien,” su maestra le ofreció un pañuelo, su mano extendida hacia ella y una mirada cauta, cómo si además estuviera dando algún tipo de disculpa muda; y mientras trataba de secar su rostro y recuperar un poco de su temple, sintió los dedos de la mayor jugar con su cabello y acomodarle algunos mechones detrás de la oreja – una sonrisa tímida iluminando el rostro de la mayor – “tiene amigas que la estiman y se preocupan por usted. Ha recorrido cierto camino desde el primer día de clases hasta hoy. Lamento mucho todo lo que ha ocurrido hoy en la escuela.”
El abrazo se había roto, pero ambas permanecían en una íntima proximidad. Rena se perdió un instante en los expresivos ojos de Jurina, tratando de interpretar los sentimientos que de ellos emanaban. Estaban tan cerca, que incluso podía notar que su profesora tenía un lunar en el mentón, que se disimulaba un poco gracias al maquillaje.
La mirada de Jurina, le decía a Rena todo lo que la profesora no podía con palabras. Dentro de aquellos ojos castaños, había culpa, miedo y mucha inseguridad. La postura rígida de sus hombros y cuello decían mucho en esos momentos.
Rena entendió que, a pesar de todo, esa mujer estaba ahí junto a ella. Entendió que no era la única que estaba pasando por un mal momento gracias a su distanciamiento. Sí, Jurina era consciente de cómo habían terminado las cosas en su ultima conversación y si la maestra fuera otro tipo de persona, se limitaría a su función de tutora de grupo, no estaría a esa hora, en su casa, haciendo té y consolándola.
Una parte de ella quería creer que eran la culpa y la lástima quienes incentivaban el actuar de su profesora, pero su corazón no podía evitar conmoverse al notar que aún ante el miedo al rechazo y el reclamo, Jurina estaba ahí, junto a ella, tratando de hacerla sentir protegida.
“Sensei,” Rena sintió su pecho llenarse de una alegría inusitada “Jurina-sensei, la quiero.” Sin pensar demasiado, acortó la distancia y unió sus labios con los de la mayor. Pudo sentir el cuerpo de la mayor tensarse y sus labios no respondían ante el estímulo, una parte del corazón de la menor se estrujó con fuerza ante el nuevo rechazo, pero antes de poder hacer algo, sintió al otro par de labios reaccionar.
Fue un beso suave y tierno, muy diferente al que habían compartido en el baño de la escuela. Era tímido, acompasado, lleno de un profundo anhelo.
La chica sintió una de las manos de Jurina posicionarse en su nuca, mientras que la otra la sujetaba suavemente por la cintura, ella a su vez, acariciaba suavemente la mejilla izquierda de la mayor, cosa que provocó que rompieran el beso, cuando un agudo pinchazo de dolor sacudió su muñeca.
Aquello regresó a ambas a la realidad. Sus agitadas respiraciones tardando un momento en regresar a su progresión natural.
“Rena-san, ¿está bien?” escuchó a su maestra preguntar con preocupación.
“Sí… solo moví más de lo necesario esta mano.” Levantó ligeramente su mano izquierda, que volvía a latir con fuerza. Toda la atención de la mayor recayó en su mano, con suma delicadeza, Jurina la sujetó y se acercó para inspeccionarla.
Cuando su mirada hizo contacto con la de Jurina, pudo notar el temor y la cautela en los ojos de la mayor, Rena supo que era ella quién tendría que tomar la iniciativa. Se acercó de nuevo, dando otro salto de valor y capturó de nueva cuenta esos labios. Pudo sentir que el miedo se desvanecía en ambas.
Se mantuvieron repartiendo besos la una a la otra. Las bebidas olvidadas sobre la mesa. Solo el sabor de los labios de la otra llenándolas y sus manos explorando de manera tímida. En algún momento, Jurina dejo de prestar atención a sus labios y se concentró en la línea de su mandíbula y cuello.
Rena no pudo evitar soltar un gemido cuando los labios de la mayor llegaron cerca de su oído derecho y sus manos habían logrado abrirse por la camisa de su pijama hacia su abdomen.
La menor estaba sintiendo su cuerpo ser invadido por un calor y una urgencia que nunca había sentido. Cerró los ojos mientras se dejaba llevar por las sensaciones que Jurina estaba provocando en ella y se hubiera mantenido así por mucho más tiempo, si no fuera porque al intentar devolver las caricias, su mano volvió a protestar haciéndola soltar un siseo.
Jurina se detuvo de golpe y Rena pudo ver de nuevo la preocupación en aquella mirada.
“Rena-sa…” empezó, pero la menor no la dejo continuar.
“Rena,” corrigió de inmediato “solo Rena.” Jurina sonrió ante aquello.
“De acuerdo, solo Rena. Creo que necesitas tomar tu medicamento y descansar. No más emociones fuertes para ti.” Su maestra tenía aquella sonrisa en los labios que a Rena tanto le gustaba. Sin embargo, un nuevo temor creció dentro de la cabeza de la estudiante cuando vio a Jurina separarse de ella.
“Por favor, dime que no te alejarás de mí de nuevo. No quiero que mañana sea algo de lo cual te arrepentirás y volverás a decirme que no entiendo el amor.” Rena se maldijo a sí misma por lo desesperada que sonaba su voz.
“Rena,” Jurina se acercó de nuevo a ella, mirándola con cautela “hoy mi corazón se detuvo cuando me dijeron que alguien te había atacado y que estabas en la enfermería. Hablaremos con tranquilidad de esto, de lo que sea que está surgiendo entre tú y yo, pero por el momento, necesitas recuperar energía y ambas necesitamos calmar nuestras mentes.”
Rena asintió, lista para probar aquellos labios de nuevo, sin embargo, el momento fue roto por su teléfono celular, que avisaba de una llamada entrante. Se levantó rápidamente de su asiento y camino hacia su mochila – lugar de donde provenía el sonido – antes de dirigirle una mirada de disculpa a Jurina.
“Es mi madre.” No fue necesario decir más, Jurina retrocedió un par de pasos para dejarla responder la llamada.
“¿Rena?” fue lo primero que escuchó en cuanto aceptó la llamada “el director de tu escuela nos llamó por teléfono, ¿estás bien? ¿te duele algo? Tu padre está en camino… Rena, amor, ¿estás bien?”
“Sí, madre, estoy bien. Mis amigas me ayudaron, la enfermera de la escuela me hizo una revisión y no tengo nada grave, solo un pequeño golpe en la mano izquierda que yo misma me provoqué. El director y mi profesora responsable de grupo fueron muy atentos, amables y están tomando las medidas necesarias.” Rena dirigió su mirada a una rígida y muda Jurina.
“Tu padre se entrevistará con el director mañana. Me alegra saber que estás bien, pero Rena, reconsidera toda esta idea. Estás exponiéndote de manera innecesaria, aquí en casa tienes todo lo que necesitas.”
“NO” Pensó Rena de inmediato. En casa no tiene lo que realmente necesita, se dijo a sí misma mientras sostenía la mirada de su profesora. “¿Podemos hablar después de eso? Justo ahora me siento demasiado agotada y deseo poder dormir un poco. Discúlpenme por preocuparlos de esa manera. Los amo.”
Escuchó un suspiro del otro lado de la línea antes de que la llamada fuera terminada. Sabía que sus padres tal vez ya habían tomado una decisión respecto al tema y su madre solo estaba ocultándolo detrás de una máscara de amabilidad.
“El director ya se comunicó con ellos.” Jurina afirmó. Se acercó a ella con una sonrisa tímida en el rostro, parecía aun sentirse insegura ante sus movimientos. Acarició su mejilla derecha con lentitud “¿Esta todo bien?”
“Sí. Mi padre llegará mañana. Preocupados, pero nada de que alarmarse.” Rena sonrió sabiendo que lo que acababa de decir era una mentira, pero justo ahora, solo deseaba disfrutar de ese instante. Empujó el tema de sus padres hacia lo más profundo de su subconsciente y se concentró una vez más en aquellos ojos castaños que brillaban con afecto hacia ella.
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facarous · 4 years
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Love or Duty | Capítulo 1 (Traducción al español)
Jurina se convenció a sí misma que estaba de pie enfrente del bar para aliviar el estrés de su agitado día. Observando las letras rojas de neón sobre la puerta, Acceptance, miró de vuelta hacia la oscura calle. Hombres y mujeres dejaban los edificios de oficinas, regresando a casa después del trabajo. Caminando erguidamente ataviados en sus uniformes negros, algunos entrando al metro, mientras que otros esperaban por sus autobuses. Ya sea escuchando música por sus audífonos, o con su mirada clavada en sus teléfonos. Nada en sus rostros dejaba ver el frenético ritmo de vida en Tokio.
Los dedos de Jurina apretaron su maletín. Regresar a su apartamento y concluir el día: precisamente eso era lo que debía de hacer. Olvidar sobre el absurdo pensamiento de atravesar esa puerta. Regresando su atención a las luminosas letras rojas, tragó el nudo en su garganta. ¿Qué tan seguido sus pies redujeron el ritmo cuando pasaba frente a ese bar? ¿Cu��ntas veces se había detenido por un tiempo demasiado largo y considerado entrar, antes de rápidamente cambiar de parecer y resumir su camino?
Jurina cerró sus ojos, tratando de forzarse a sí misma a moverse y borrar los inapropiados pensamientos surgiendo de su mente. Si había resistido la tentación docena de veces, podía hacerlo una vez más. En contra de todo el sentido común, una nueva determinación la travesó. Quitándose su anillo de bodas, lo deslizó en el bolsillo de su saco y marchó hacia adelante, entrando al Acceptance bar.
Una alegre música Funky le dio la bienvenida, su llegada incitó a algunas cabezas a dar la vuelta. Se mantuvo en la entrada, observando el lugar. En el lado izquierdo de la habitación, estaba erguido un escenario, los instrumentos indicaban que esperaban que una banda tocara hoy. Alrededor del escenario estaban dispuestos cómodas sillas rojas, unas cuantas ocupadas por clientes. Entre el escenario y la primera fila de sillas, había suficiente espacio para bailar. En el lado derecho de la habitación, estaba el bar, algunos clientes disfrutaban una bebida en el mostrador, acomodados en la barra. La tenue iluminación azul creaba una atmósfera cálida y acogedora.
En un miércoles, estaba lejos de estar lleno. Por el número de personas lentamente acercándose al escenario, Jurina supuso que el espectáculo a punto de empezar era muy anticipado y atraería mucho la atención. Para terminar su análisis, notó que el bar estaba lleno de mujeres, sin un solo hombre a la vista. No esperaba nada menos. Después de todo, Acceptance era conocido por atraer a un tipo específico de clientela.
Forzando sus piernas a moverse, caminó hacia el bar, y tomó asiento en uno de los elevados taburetes negros. Colocando sus manos en el mostrador de madera, sus ojos descansando en el espacio vacío en su dedo anular. Jurina sintió un golpe de culpa, y reconsidero su presencia. Esto era incorrecto; no debería de estar ahí. Miró sobre su hombro en dirección a la puerta principal. La chica bartender estaba ocupada atendiendo a otro cliente. Aun había tiempo de cambiar de parecer e irse sin ser notada.
“Hola, ¿Es nueva? No le había visto aquí.”
Jurina giró su cabeza a su izquierda, de donde provenía la femenina voz. Unos cuantos taburetes más allá, estaba sentada una mujer en sus treintas. Largo y negro cabello caía alrededor de sus hombros y por su espalda. Rímel negro delineaba sus pestañas. Vestía un top blanco sin mangas, una minifalda roja holgada, junto con un par de sandalias azules. Jurina se sintió incómoda en su traje negro de oficina. Su saco negro, abotonado sobre una camisa blanca, y su negro par de pantalones, contrastaba ferozmente con la relajada apariencia de la mujer.
Una sonrisa gentil atravesó los labios de la mujer, iluminados por un sutil, labial rosado pálido.
Jurina se descubrió a sí misma mirando a sus labios por un tiempo demasiado largo.
“Sí, es mi primera vez,” contestó Jurina. Miró hacia otro lado. Jurina no era una persona tímida. Era extrovertida, y no tenía dificultad en iniciar una conversación casual con amigos o compañeros de trabajo. La gente alababa su buen carácter. Cuando una fiesta era organizada, nunca se rehusaba. Así que, ¿Por qué actuaba tan distante? Otro vistazo a su anillo ausente le recordó sus intenciones inmorales. No solo había venido a este lugar para vaciar su cabeza después de un largo y extenuante día. Ella estaba buscando por algo más.
“Puedo sentarme con usted?”
Jurina miró de nuevo hacia ella, y asintió con su cabeza aceptando. Una sonrisa de placer se formó en las facciones de la mujer. Se movió para sentarse junto a ella.
“No ha ordenado. ¿Qué le gustaría tomar?”
La atención de Jurina se centró en la copa tulipán medio llena en frente de la extraña. “¿Qué está tomando?”
“Sun and the Moon. Es una mezcla de piña, melón y arándano. Tiene un sabor dulce, pero también tiene alcohol. Contiene bastante vodka.”
Jurina leyó entre líneas; la mujer le estaba advirtiendo contra los posibles efectos que el brebaje podía tener en ella. Era resistente al alcohol. Esta noche, quería olvidar sus problemas. Si esa bebida podía ayudar, entonces era lo que necesitaba.
“Tomaré lo mismo,” respondió Jurina.
La otra mujer expreso una ligera sorpresa, pero no dijo nada. Se dirigió a la bartender. “Akane. ¿Podrías servirle lo mismo a mi amiga?”
“Por supuesto.” Jurina no perdió la mirada de curiosidad que la bartender le dirigió, como si la evaluara, antes de mandarle una sonrisa educada y preparar la bebida.
“¿Viene seguido?” Preguntó Jurina; era imposible ignorar la familiaridad entre ambas mujeres.
“No tanto, pero la bartender es una buena amiga mía. ¿Quién puede decirle que no a bebidas gratis?” dijo en un tono bromista. “Algunas veces vengo los fines de semana. Hoy es una excepción. Tuve un largo día en el trabajo, y necesitaba…” Se dejó ir, buscando sus palabras. Su frente se frunció ante los pensamientos.
“¿Relajarse?” ofreció Jurina.
“Sí.” Las facciones de la mujer se suavizaron; sus labios se curvaron en una sonrisa. “¿Dónde están mis modales? No me presenté. Mi nombre es Rena.”
“Jurina.”
“Bueno, Jurina. Un gusto conocerte.” Una bebida fue puesta enfrente de Jurina, y agradeció a la bartender. “Espero que disfrutes tu bebida.”
Jurina llevó la copa a sus labios, tomando un sorbo. La mujer estaba en lo correcto; contenía una fuerte dosis de alcohol. A pesar de eso, no pudo evitar tomar otro trago. Era diferente a lo que estaba acostumbrada, pero no había nada malo en intentar algo diferente. Por el rabillo de su ojo, notó a la otra mujer observándola.
“Me gusta.” Jurina bajó la copa hacia el mostrador. “Tiene un gusto dulce en la boca. Podría estar tentada a tomar unos cuantos más.”
Rena dejó salir una risa. “Sí, este cóctel puede tener ese efecto. Me alegra que te guste. Es mi favorito.”
“Trabajo en una compañía de publicidad. Muchas veces hay plazos muy cortos que respetar, y mis días pueden ser un poco estresantes,” dijo Jurina, dando una pausa. Unas cuantas mujeres dejaron el mostrador para aproximarse al escenario. La banda había llegado. Jurina no sintió el deseo de seguir a las personas que se reunían. Al lado suyo, su acompañante tenía la mirada fija en ella, y estaba escuchando con atención. “¿Qué hay de ti?”
“Soy actriz. Por el momento estoy actuando en Central Hospital, un show médico que es transmitido en TBS todos los viernes a las 7 p.m. ¿Podrías haber escuchado de él?”
“Bueno, yo…” El rostro de Jurina se ensombreció con ligera vergüenza. “No, lo siento. No veo mucha TV.”
Los ojos de Rena brillaron con diversión. “Está bien, es una parte pequeña. Hago el papel de una técnica de laboratorio. No me habrías recordado.”
“Eso es difícil de creer.” Jurina sacudió su cabeza en desaprobación. “No veo como alguien podría olvidar a una hermosa mujer como tú.”
Jurina se tensó. Su corazón se aceleró. ¿Qué demonios estaba diciendo? Había soltado aquellas palabras sin pensar. Levantó su copa, bebiendo rápidamente.
Rena rio. “Gracias por el cumplido. Así que, ¿Piensas que soy hermosa?”
Jurina le devolvió la mirada, sorprendida. La mujer estaba burlándose. “Lo hago.” La respuesta dejó sus labios mucho más naturalmente de lo que deseaba admitir. Debía de ser el alcohol hablando. Ya había acabado su primera copa. Muy en lo profundo, sabía que era una falsa excusa. Su femenina compañía era encantadora, simpática y atractiva. Cualquier con ojos podía verlo. Era imposible no sentirse atraída por ella.
Rena regreso a su bebida, mirando pensativa. Jurina temió que hubiera ido muy lejos. ¿Había sido muy directa? “Ten cuidado, o creeré que estás coqueteando conmigo.”
“Yo…” Jurina no sabía que decir.
“No me importa,” dijo Rena; colocó su mano encima de la de Jurina. “Después de todo, yo soy quien se acercó a ti.”
El contacto aceleró su pulsación. Jurina sabía que estaba mal sentirse de esa manera. Cada fibra en su cuerpo le advertía contra ello, lo que pasaría si seguía con esta interacción y el curso de sus pensamientos.
“Tomaré uno más.” Rena le indicó a la bartender. “¿Qué hay de ti? ¿Quieres otra bebida?, o…” dio un respiro, dejando salir un poco de duda a través de su máscara de confianza. “¿Quieres parar aquí?”
Jurina estaba en una encrucijada. La razón le decía que pusiera cierta distancia entre ellas y se fuera antes de que fuera muy tarde. Otra parte de sí misma, la que la había guiado a empujar la puerta de ese bar, estaba ansiosa por descubrir que es lo que podía ocurrir. Antes de que pudiera abrir su boca para responder, su cabeza ya había asentido en consentimiento. La mujer mostró la más cautivante de las sonrisas, una que encontró incapaz de resistir.
**********
Después de la tercera bebida, Jurina percibió la influencia del alcohol en su sistema. La hizo más abierta, parlanchina. En presencia de Rena, no veía el tiempo pasar. Durante dos horas, discutieron varios temas, desde música, cocina y viajes. Nunca tocaron, como si hubiera un acuerdo tácito entre ellas, algún tema de su vida privada.
Su complicidad hizo a Jurina olvidar sobre lo tarde de la hora. Cada oportunidad era buena para Rena de acariciar el hombro de Jurina, o descansar su mano sobre su pierna. Rena usó como pretexto la música para aproximarse y hablar en contra de su oído, sus labios tocando su mejilla con demasiada frecuencia para ser un accidente. Su perfume de rosas, que alcanzaba la nariz de Jurina cada vez que invadía su espacio personal, mezclado con la frescura de aromas cítricos, ambos relajantes e intoxicantes al mismo tiempo.
Estaban jugando un juego peligroso.
“Esta es mi canción favorita.” La atención de Rena fue atraída por la balada que la banda estaba cantando. “¿Bailarías conmigo?”
La proposición levantó un par de alarmas en la cabeza de Jurina. “Y-Yo no soy una gran bailarina…”
“Oh, vamos.” Rena se levantó del taburete. Buscó por su mano. “Todos saben cómo bailar lento.”
Jurina no tuvo la oportunidad de protestar cuando fue arrastrada hacia el escenario. Ella se detuvo en medio de la pista de baile, rodeada por otras parejas de baile, y lanzó sus brazos alrededor de su cuello. El corazón de Jurina martilló en su pecho. Se paralizó en su sitio, incapaz de moverse, el cuerpo de Rena presionando contra el suyo.
“Se supone que pongas tus manos en mi cintura,” Rena murmuró juguetonamente en su oído. “O las personas nos van a ver raro.”
Jurina se encontró con su mirada, diversión brillando en los ojos mirándola. Las manos de Jurina tocaron su cintura, tentativamente, entonces deslizó sus brazos alrededor de ella. Se movieron al ritmo de la música, barriendo suavemente el suelo. Ante la tierna sonrisa de Rena, Jurina se dejó llevar. Poco a poco, la tensión se eliminó de su cuerpo y lentamente se relajó. Cuando Rena enterró su rostro contra su hombro, Jurina apretó su agarre ligeramente.
Era como si el tiempo estuviera detenido, y nada más importaba además de ellas dos. Jurina no prestó atención a la letra de la canción, o a las otras parejas bailando. Todo en lo que se podía enfocar era en la hermosa mujer en sus brazos, y la intimidad que estaban compartiendo. ¿Cómo era posible sentir tan fuerte conexión con alguien que apenas conocía? Hizo callar la vocecita en su cabeza que le decía que esto estaba mal. Mientras que la verdad la asustaba, era imposible negar que estaban atraídas la una por la otra.
Podía haber danzado con ella toda la noche.
Eventualmente todo llega a su fin. En el fondo, la música se desvaneció, rompiendo la magia. Rena desenredó los brazos de su cuello. La banda anunció que era la última canción y la multitud se disipó. Ninguna de ellas hizo algún movimiento para irse. Los labios de Rena estaban tan cerca de los suyos; fácilmente podría haberle robado un beso. Jurina sintió una punzada de vergüenza por dejar que tal pensamiento pasara por su mente.
Rena tomó su mano y las guio de regreso al bar. Durante todo el camino, Jurina trató de analizar lo que había ocurrido entre ellas. ¿Por qué había dejado que otra mujer se le acercara tanto? Sus acciones fueron irracionales. Debería de haber dejado ese bar hace unas horas. De hecho, ni siquiera debería haber pasado por esa puerta en primer lugar. Recuperaron su asiento, ambas cayendo en un silencio inusual.
Rena levantó la copa hacia sus labios y Jurina imitó sus acciones, tratando de darle sentido a la situación. Cuando miró de nuevo hacia en dirección a Rena, la encontró mirándola intensamente. Rena volvió a colocar su bebida en el mostrador. Su mano se encontró con la de ella, entrelazando sus dedos. "Voy al baño. ¿Me acompañas?"
El corazón de Jurina se aceleró ante la sugestiva sonrisa de Rena.
No esperó por una respuesta y se fue. Jurina siguió su silueta mientras se retiraba, sin perder la implicación de lo que había ofrecido. Cogió su bebida, notando lo poco que quedaba y la terminó de un trago. Sus pies se movieron por su voluntad propia. Antes de que se diera cuenta, había empujado la puerta del baño.
“No estaba segura de que vinieras.”
Rena esperó al otro lado de la habitación, su espalda apoyada contra la pared de azulejos blancos del baño. Jurina vio su expresión de placer cambiar a una de anhelo. Se estremeció y sintió una ardiente necesidad de ella crecer profundamente dentro suyo. Recorrió el lugar, lo suficiente para reconocer que estaban solas. Rena se apartó de la pared y redujo los pocos metros que las separaban. Una vez frente a ella, pasó sus brazos alrededor de su cuello y atrajo la boca de Jurina hacia la de ella.
“Te deseé desde que tomaste asiento en el bar.”
En el momento en que los labios de Rena hicieron contacto con los suyos, Jurina se dejó llevar por a ese beso. Los labios de Rena se separaron y su boca se abrió invitándola. Esa pequeña invitación era todo lo que Jurina necesitaba. Jurina se acercó más y la besó con avidez. El simple sabor de sus reacciones provocadas por su cuerpo la arrastró en su intensidad.
Jurina podía sentirse a sí misma deslizarse hacia ese peligroso acantilado. El acantilado donde el mundo entero cedía ante sus ardientes deseos. Sus manos se cerraron alrededor de la cintura de Rena, manteniéndola firme. Rena nunca dudó ni se resistió. Cuanto más tomaba Jurina, más daba Rena, y se aferraba a ella, el cuerpo de Rena presionaba tan fuerte contra el de ella que podía sentir cada curva moldeándose a ella.
Por cuánto tiempo estuvieron así, ahogándose en el sabor y el toque de la boca de la otra, Jurina no lo sabía, y realmente no le importaba. Si no hubiera sido por las demandas de sus pulmones hambrientos de oxígeno, no habría apartado sus labios de los suyos. Rena estaba aquí en sus brazos, y Jurina se estaba perdiendo en su olor, su sabor, la misma sensación de su piel suave y cálida bajo las yemas de sus dedos donde rozaban sus hombros desnudos.
Sus manos se movieron por su espalda, explorando, tratando de escabullirse debajo de su camisa blanca. Sus besos se volvieron más exigentes, apremiantes. Era confuso, urgente. Cuando Jurina la besó, descubrió que tenía más pasión y fuego dentro de ella de lo que jamás había imaginado, porque el delicioso sabor de los labios de Rena solo la dejaba con hambre de más.
“Te necesito demasiado,” Rena jadeó.
“Yo también,” confeso Jurina.
Cuando la boca de Jurina se encontró con la de ella, Rena tomó control sobre el beso, su lengua explorando las profundidades de su boca y dejándola temblando con excitación y deseo. Jurina se echó hacia atrás el tiempo suficiente para mirarla con la suficiente pasión desenfrenada en sus ojos, para que la otra mujer supiera que ambas deseaban lo mismo.
Sus besos se volvieron más apasionados, ninguna de ellas mostraba signos de querer detenerse. Jurina se encontró presionada contra la pared. Escuchó que su chaleco caía al suelo y un par de dedos apresurados desabotonaban su camisa. Lo siguiente que supo fue que las palmas de Rena estaban trazando un mapa en sus pechos a través de su sostén, sus pezones firmes bajo sus atenciones.
“Necesitarás esto.”
El beso fue roto; Jurina abrió lentamente pesados párpados. Tratando de averiguar a qué se refería, siguió las acciones de Rena. Rena se separó de ella, colocó una moneda en la máquina de la pared y recuperó el condón caído. La sorpresa brilló en los ojos de Jurina. “¿C-cómo lo supiste?”
Rena le dirigió una maliciosa y conocedora mirada. “¿Piensas que no noté el bulto entre tus piernas? No es un secreto el tipo de personas que vienen a este bar.”
Jurina fue tomada por sorpresa, sin palabras. “Así que, tú lo has hecho… ¿con personas como yo?”
“No tengo ninguna preferencia, pero sí, un par de veces, ¿Por qué?” Deslizó la bolsa de plástica en el bolsillo delantero de los pantalones de Jurina. “No era eso lo que estabas buscando cuando entraste al bar?”
“Yo…” Jurina no dio una respuesta inmediata, y lo consideró por un momento. “No estoy segura de lo que estaba buscando.”
Confusión cruzó las facciones de Rena. “Querías algo de compañía.” Deslizó ligeramente su lengua entre los labios de Jurina, presionando sus cálidos y suaves labios contra los de ella. “¿Me equivoco?”
“No, no estás…” Jurina no podía negarlo.
“Entonces, ven.”
Rena la sujetó por la camisa y la empujó hacia un baño vacío, cerrando la puerta detrás de ellas. Jurina no sabía que era lo que encontraba más aterrador y atractivo al mismo tiempo: que deseaba tanto a otra mujer, o que ella era deseada con igual hambre. Rena no perdió el tiempo en sus pantalones, bajándolos y luego la empujó hacia abajo en el asiento del inodoro. La boca de Jurina se secó; su corazón dio un vuelco. Observó asombrada como la mano de Rena desaparecía dentro de su falda roja y se quitaba su ropa interior rosada, dejándola caer en el suelo.
Su emoción creció más cuando Rena se subió la falda y se sentó a horcajadas sobre ella. Jurina la ayudó a quitarse el top blanco por encima de su cabeza, Rena la tiró a un lado, su sostén rosa siguió el mismo destino. Jurina la acercó más y pegó sus labios a los de ella. Sus manos se movieron hacia arriba para que sus pulgares tocaran la parte inferior de sus pechos expuestos. Jurina podía sentir los latidos del corazón de Rena y respiraba más pesadamente a cada segundo. Con cada respiración, sus pechos se movían levemente y Jurina se movió hacia sus pezones. Las acarició libremente y por completo, sosteniendo uno en cada mano y frotando cada uno con un movimiento circular.
“N-No me hagas esperar.” La voz de Rena sonó ronca, un poco sin aliento. “Te quiero dentro de mí.”
Jurina no necesitó más estimulo. Su mano llegó entre las piernas de Rena, pero se detuvo en su exploración. “No hay necesidad de más juegos previos.” Rena agarró su muñeca. “Confía en mí, estoy lista.” Jurina se liberó suavemente de su agarre. Reanudando su progreso debajo de la falda de Rena, acercándose a la suave carne de la parte interna de sus muslos. Sus dedos entraron en contacto con los pliegues húmedos. “¿Ves? Te lo dije.” Rena le devolvió la sonrisa. Enganchó un dedo a cada lado del bóxer de Jurina y los bajó lentamente, revelando la virilidad de Jurina. El asombro tocó su rostro, seguido de una sonrisa divertida.
Jurina se sintió ligeramente avergonzada.
Estaba dura como una roca.
Rena tocó la mejilla de Jurina y se pasó su pulgar por sus labios. Se inclinó hacia delante y la besó suavemente. “¿Quieres ponerlo o lo haré yo? ¿Qué prefieres?”
A través de su frenética mente, le tomó unos segundos a Jurina recordar dónde había colocado Rena el condón. Jurina lo retiró del bolsillo de sus pantalones y lo abrió, deslizando la protección sobre su erección. Rena se tomó un momento para posicionarse, luego buscó entre las piernas de Jurina y guio su virilidad dentro de ella. Se bajó suavemente, gentilmente, hasta que Jurina se sostuvo completamente dentro suyo. Jurina dio un jadeo de excitación al sentir el calor y la humedad de los músculos apretándose sobre ella.
Rena comenzó a moverse encima de ella. Se movió lentamente, deslizándose fuera de ella hasta que solo la punta permanecía dentro y luego empujaba lentamente hacia adentro de nuevo hasta llenarse por completo. Cada golpe la hacía gimotear y gemir, apretando los brazos alrededor de ella. Rena continuó con sus lentos y lánguidos movimientos, manteniendo su intensa mirada color chocolate con la suya. Se balancearon juntas, dos mentes lentamente convirtiéndose en una mientras sus cuerpos se fusionaban hasta que les fue imposible saber cuál era el placer de una y cuál era el de la otra.
Se balanceaba rítmicamente, hacia adelante y hacia atrás, subiendo y bajando, cambiando a veces a un lascivo movimiento circular. Las volvía locas a ambas, la dificultad en sus respiraciones eran una indicación. Jurina se llevó uno de esos erguidos pezones a la boca. Agarrando puñados de su cabello, Rena dejó escapar un grito agudo de placer. Las manos de Jurina agarraron las caderas de Rena y las apretó en contra suyo. Jurina aceleró el ritmo.
Fuerte y rápido la empujó hacia ella, su lengua moviéndose en sincronía con sus caderas, animada por la creciente pasión de Rena, por las manos que apretaban su espalda. Jurina mandó su mano libre hacia donde estaban unidas, provocando y persuadiendo a su sensible botón. Los gemidos de placer de Rena alentaron su feroz saqueo de su cuerpo. Jurina cerró los ojos y dejó que el placer irradiara hacia afuera desde donde estaban unidos sus cuerpos. Jurina sintió un tirón en su falo al ritmo de sus movimientos. Eran los músculos dentro de Rena, acariciándola. Jurina hizo un sonido grave con su garganta.
“Puedes contenerlo. Solo… un poco más.”
Jurina escuchó la súplica de Rena y apretó los ojos con fuerza. Se tambaleó al borde del éxtasis, temblando al borde de su cordura. La respiración de Rena se aceleró. Continuaron moviéndose al unísono. Rena ajustó el ángulo para llegar a su punto más sensible, muy adentro de su útero. Eso hizo que los ojos de Jurina se abrieran. El placer físico ya no podía separarse del mental, y sintió que ambos se elevaban hasta el borde hacia la cima del placer supremo.
Rena alcanzó la cumbre primero. Jadeando el nombre de Jurina, se estremeció a su alrededor, sus contracciones apretaron su falo. Rena se aferró a ella mientras su cuerpo se estremecía por las réplicas. La liberación de Jurina siguió a la de ella. Perdió todo el control y alcanzó el clímax con ella, cabalgando sobre las olas del placer.
Cuando Jurina volvió en sí, fue por la sensación de los dedos de Rena acariciando su cabello. Una sensación de satisfacción se alejó de ella, una felicidad saciada y una calidez intoxicante. El cuerpo de Rena aún temblaba por la fuerza de su último orgasmo y ella también se estremeció. Respirando pesadamente, aún enterrada profundamente dentro de ella, Jurina dejó caer un rastro de besos por su cuello y sobre su hombro.
Minuto a minuto, bajaron de la euforia, pero permanecieron aprisionadas en los brazos de la otra. Por primera vez, en más años de los que Jurina podía recordar, finalmente había experimentado placer sexual de nuevo.
Jurina sintió a Rena retroceder levemente y presionar sus labios contra los suyos. Una sonrisa se dibujó en sus labios y le devolvió el beso, casi deseando que este momento pudiera durar para siempre. Finalmente, Rena se apartó lentamente de encima de ella. Recuperó la ropa caída del suelo y la reajustó lo mejor que pudo. Jurina la vio moverse hacia la puerta, y supo que eso era todo. Su breve pero memorable encuentro con Rena estaba llegando a su fin. Se dio la vuelta en su dirección. “Gracias. Lo disfruté mucho.”
Rena le dio una última sonrisa persistente y abrió la puerta. Jurina siguió el sonido de sus pasos alejándose, seguido por la puerta del baño abriéndose y cerrándose. Jurina se quedó sola con sus pensamientos. Una aventura de una noche. Fue todo lo que fue. Una vez que Jurina hubiera dejado ese lugar, regresaría a su vida diaria y fingiría que ese momento nunca ocurrió.
**********
Jurina dejó caer sus llaves en el cenicero y colgó su chaleco en el perchero. Se quitó sus zapatos en la entrada, fue cuidadosa de no hacer demasiado ruido mientras entraba al oscuro apartamento. Echó un vistazo en dirección al dormitorio: las luces estaban apagadas. Empujó la puerta del baño, se quitó la ropa y entró en la ducha. Un chorro constante de agua tibia caía en cascada sobre sus hombros, limpiando cualquier rastro físico de su mala conducta.
Visiones de Rena llenaron su mente. No tenía intención de verla de nuevo. No se necesitaba ninguna aclaración para que ellas supieran lo qué este encuentro nocturno fue. Pero eso no significaba que Rena fuera alguien fácil de olvidar. Le había hecho sentir algo, tanto a nivel emocional como físico, que no había sentido en años.
Jurina se dirigió al dormitorio, abriendo la puerta lentamente. Su mirada cayó sobre su esposa, que dormía profundamente en la cama. La punzada de culpa se hizo más grande. Se dirigió hacia su lado de la cama y se sentó en ella, de espaldas a la otra mujer mientras se ponía el pijama. Tuvo que repetirse una y otra vez que fue solo un momento de debilidad, para no dejar que la vergüenza la consumiera. Dejando su anillo de bodas en la mesilla de noche, se deslizó silenciosamente entre las sábanas.
El colchón se movió detrás de ella.
“¿Te quedaste en el trabajo hasta tarde otra vez?”
“Sí, quería terminar cierto papeleo.” Jurina se mordió el labio inferior. Fue la primera vez que le mentía a su esposa.
“Puedes llegar al trabajo más tarde. No olvides que tenemos una reunión a las 11 a.m. con el comité de la junta.”
“No lo haré...” La voz de Jurina se fue apagando, inquieta. “Gracias por recordármelo. Buenas noches, Sakura.”
“Buenas noches.”
A sus espaldas, Jurina escuchó a su esposa volver a dormirse. Jurina trató de hacer lo mismo, pero se encontró completamente despierta. Se quedó mirando el anillo de bodas en la mesita de noche, recordatorio del compromiso que había hecho con la mujer que dormía en la cama con ella. Y la fechoría que había cometido esta noche por primera vez. Jurina cerró los ojos con fuerza, deseando borrar de su mente de una vez por todas cualquier recuerdo de los encantadores y oscuros ojos castaños de Rena.
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facarous · 4 years
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I’m still processing this…so sad. Goodbye, Yuko Takeuchi…Thank you for everything!
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facarous · 4 years
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I think I need a shower...
Love or Duty | Chapter 1
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Jurina convinced herself she stood in front of the bar to relieve the stress of her hectic day. Staring at the red neon letters above the door, Acceptance, she glanced back towards the darkening street. Salary men and women left office buildings, going back home after work. Strutting around dressed up to the nines in their black uniforms, some joined the subway, while others waited for their bus. Whether listening to music coming from their headphones, or their gaze riveted to their phone. Nothing on their face let transpire the frenetic pace of life in Tokyo.
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facarous · 4 years
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By:  ponsu (ponzuxponzu)
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facarous · 4 years
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SPOTLIGHT - CAPITULO 13
“El dilema del Erizo”
Su cabeza se mantenía recostada sobre la ventana, con sus ojos fijos en la revista que estaba en el bolsillo trasero del asiento delantero, sin realmente estar prestando mucha atención a las letras. Lo único que pasaba por su cabeza eran las palabras de Jurina, no había podido dejar de pensar en ello desde el martes pasado.
“En los días muy fríos, dos Erizos buscan calor el uno en el otro, pero mientras más se acercan, las espinas de cada uno le hacen más daño al cuerpo del otro, así que ambos no pueden hacer más que alejarse para evitar causar y sentir dolor, pero al hacer esto el frío y la soledad regresa”
El tener que elegir entre aceptar hacer y ser dañado a cambio de obtener la calidez del otro, o simplemente quedarse solo en medio del frío, pero sabiendo que nunca tendrás que pasar por ningún otro sufrimiento. ¿Qué elegiría ella? La verdad es que aún no conoce ese tipo de dolor, su corazón aún permanecía intacto, es cierto que ha estado en relaciones no muy agradables, y su secuestro hizo que fuera difícil confiar en las personas, pero siempre tuvo a su familia a su alrededor, y sobra decir que nunca ha pensado que estando sola se siente mejor, antes por el contrario, tener los ojos sobre ella es de lo que más disfruta, y hasta puede decir que se siente segura de esa manera; así que realmente no puede pensar en una respuesta a tal dilema, no cuando no sabe que se siente que te rompan el corazón.
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facarous · 4 years
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PARTNERS(traducido al español) capitulo 12
Autor original: http://sophcaro.tumblr.com/
Ya había pasado un mes desde que Rena vio por última vez a Jurina - la Matsui mayor tenía trabajo que hacer en Tokyo con Nogizaka46 durante agosto - y ella estaba absolutamente convencida de que la comida que había preparado para su regreso satisfacer��a a Jurina inmensamente. Después de todo, era carne picada y espaguetis; su favorita. Sin embargo, la joven apenas había dicho palabra alguna desde que entró en su apartamento hace media hora, y ahora estaba jugando con su comida distraídamente.
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facarous · 4 years
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Warriors | WMatsui - Capítulo 29 (Traducción al español)
Jurina abrió los ojos, relajada mucho más allá de cualquier sentimiento que hubiera conocido. Una opaca luz matutina penetraba a través de la puerta fusuma; apenas era el amanecer. Jurina inclinó su cabeza hacia su izquierda, y observó a la hermosa mujer recostada desnuda junto a ella. Su protectora estaba sobre su espalda, ojos cerrados, su pecho lentamente subiendo y bajando, su respiración estable al estar durmiendo apaciblemente.
La sabana descansando sobre su pecho, cubriendo sus senos, pero tentándola con una ojeada a la piel desnuda. Su largo cabello negro esparcido sobre la almohada y su rostro, contrastando fuertemente con su pálida cara. Jurina era incapaz de apartar la mirada, sus pensamientos y emociones revueltas. Había anhelado tocar y poseer su cuerpo de manera más íntima, y anoche, se convirtió en realidad. Orgullo y satisfacción crecieron en ella ante el logro, pero al mismo tiempo, sintió una punzada de vulnerabilidad.
Había yacido con unas cuantas mujeres en el pasado, pero nunca había experimentado lo que transpiraba entre ellas.
Su protector sacó su lado más suave que no siempre mostraba. ¿Por qué su protector tenía tanta influencia en ella? Atrás quedaron sus sentimientos iniciales de desconfianza y animosidad. Mientras los días se convirtieron en semanas y en meses, sintió más y más irresistiblemente atraída hacia quien había sido asignada como su protectora. Al principio, creyó que era pura atracción física, antes de darse cuenta qué estaba equivocada. Había algo más entre ellas que tenía dificultad en describir.
Su protectora gimió entre sueños y se dio vuelta hacia el otro lado, la sabana deslizándose hacia su cintura. Quería recorrer sus dedos sobre la extensión de la suave piel mostrándose. Por el sutil cambió en su respiración, Jurina podía decir que estaba despertándose lentamente. Se acercó en el futón. Deslizó su mano entre las sabanas, envolviendo su brazo alrededor de su estómago. Por un instante, el cuerpo de su protectora se tensó y pensó que se alejaría. Entonces, la sintió relajarse. Sosteniéndola, enterró su nariz en su cabello y contuvo el aliento, llenando sus pulmones con su dulce aroma. Su cuerpo se sentía suave y atractivo contra ella. Tuvo que luchar contra la urgencia de apretar aún más su agarre.
El corazón de Jurina martilló. El impacto que su protectora tenía en ella no solo la hacía vulnerable: también la desestabilizaba. Este era un territorio demasiado desconocido para ella.
Se inclinó hacia delante y tomó un pequeño mordisco de su cuello expuesto, probando las aguas. Como no recibió ninguna resistencia a sus suministros, se volvió más audaz. Su mano exploró las costillas de su protectora, su estómago, redescubriendo cada centímetro de su suave piel. Los dulces gemidos que recibió en respuesta encendieron otro pico de deseo dentro de ella. Movió su mano a través de los límites inferiores de sus senos, y contempló su próximo movimiento, vacilando entre sentimientos en conflicto. ¿Podría darse el lujo de desahogar su abrumadora necesidad de poseerla nuevamente, o debería controlar mejor su ardor?
“Tal vez debería de parar,” murmuró en su oído – tratando de sonar segura – pero en realidad lamentando sus palabras.
Su protectora se dio media vuelta en su abrazo. Si ella captó la incertidumbre de su voz, no lo dijo. La mirada de su protectora estaba clavada en su rostro, estudiándola atentamente y sostuvo su barbilla entre sus dedos. Acercó su boca a la de ella y la besó suavemente. El toque como plumas de sus labios la prendió en llamas, más persuasiva de lo que a ella le importaba admitirlo. La mirada de Jurina la taladró expectante, ansiosa por reclamarlos.
“Yo…” Después de lo que pareció un momento de duda, su protectora la besó de nuevo, más profundamente. Sus ojos ya no más cansados con sueño, la luz del deseo iluminando sus ojos cafés oscuros. “No, no quiero que te detengas.”
Los ojos de Jurina destellaron, brillando con calor. Su boca inclinándose para capturar los suyos, y compartieron otro beso, lleno de pasión. Sofocó sus labios con demandante maestría, los labios de su protectora se abrieron. Su lengua se deslizó dentro, jugando, probando, explorando. Cuando separó su boca de la ella, miró fijamente en sus ardientes ojos por un momento. Su protectora le dio una pesada mirada de lujuria que hizo su pulso crecer.
Jurina movió su cabello hacia un lado y colocó un par de deliciosos besos en su cuello, comenzando detrás de su oreja y bajando por su hombro. Su protectora intentó darse la vuelta por completo para encararla, pero Jurina no lo permitiría. A pesar de la confusión de su protectora, ella gentil pero firmemente la hizo recuperar su posición anterior y presionó su frente contra su espalda, atrapando su cuerpo en otro abrazo.
Mordisqueó juguetonamente el lóbulo de su oreja, provocando otro sonido lascivo, mientras su mano derecha deambulaba íntimamente sobre sus senos. Su protectora inclinó la cabeza en su dirección, y Jurina se unió a ella a mitad de camino, presionando sus labios contra los suyos. Su mano continuó moviéndose sobre sus senos, masajeando de manera experta, estimulándolos. Por la forma en que sus pezones se endurecieron rápidamente bajo su tacto, se dio cuenta de que su protectora estaba particularmente excitada.
Quitando la mano de su pecho, empujó hacia abajo la sabana. Su mano exploró las suaves líneas de su cintura, su cadera, y viajaron hacia abajo entre sus muslos. Su protectora se estremeció en anticipación, y ella no esperó. Esta mañana, sus instintos le decían que no tenía sentido tomar las cosas con calma. Separó un poco las piernas y sumergió un dedo entre los rosados pliegues. Cuando sintió lo húmeda y caliente que estaba, el corazón de Jurina dio un vuelco y la excitación pulsó por sus venas.
Metió un dedo dentro, su visión entrecerrándose cuando su protectora dejó escapar un gemido y se sacudió contra su mano. Deslizando un segundo dedo dentro de ella, colocó su pulgar contra su clítoris y acarició ligeramente. Circundó la pequeña y dura protuberancia antes de presionarla. Como más humedad fluyó del cuerpo de su protectora, empujó sus dedos más profundamente, moviéndolos dentro y fuera a un ritmo constante.
Su protectora jadeaba, pequeños soplidos de aliento que le hicieron saber que lo estaba disfrutando. Apretó su clítoris con más fuerza, antes de presionar su pulgar contra el manojo de nervios y hundir sus dedos profundamente dentro de ella. Su protectora había agarrado la sábana, sus labios intentando con fuerza reprimir otro gemido. Ella continuó acariciándola y aumentó la presión y velocidad de sus dedos, sabiendo que estaba cerca. A cada minuto, a Jurina le resultaba más difícil ignorar su propio ardor creciendo en la boca de su estómago.
 Por último, apretó en sus dedos, el estrecho anillo de músculos vibrando con un intenso orgasmo. Jurina empujó más dentro de ella, moviendo la uña del pulgar sobre su clítoris al mismo tiempo. Arqueando su cuerpo contra su mano, su protectora enterró la cara en la almohada para amortiguar un grito mientras apretaba contra sus dedos y se estrellaba sobre el borde del éxtasis una según da vez. Mientras gemía suavemente y quedó inmóvil en sus brazos, Jurina la dejó salir de las olas de placer, antes de sacar lentamente sus dedos de ella.
 El cuerpo de Jurina palpitaba con lujuria reprimida, su clímax al borde. Abriendo sus piernas, ella alcanzó sus regiones inferiores para tocarse a sí misma, nadando en desesperación y urgencia. Su protectora se dio la vuelta, atrapándola en el acto. La miró con ojos medio cerrados, labios rojos, hinchados y curvados en una pequeña sonrisa. Jurina no tuvo tiempo de actuar, cuando ella removió suavemente su mano y la reemplazó con la suya. No mostró vacilación mientras deslizaba un dedo dentro del húmedo calor entre sus muslos y en los pulidos pliegues de carne. Jurina cerró los ojos y dejó escapar un gruñido bajo y salvaje, meciendo las caderas mientras el placer se enroscaba en su vientre.
 Su protectora empujó su dedo dentro y fuera de ella, el ritmo lento la llevó al borde de la locura. Jurina envolvió su mano alrededor de su muñeca, instándola a mover su dedo más rápido en ella. Comprendiendo el mensaje transmitido, se movió más rápido. Estimulando todos los lugares correctos, agregó un segundo dedo. El maravilloso placer trabajó y tensó todos los músculos de Jurina hasta que pensó que iba a estallar. No podía negarle a su cuerpo su dulce liberación por más tiempo. Unos pocos empujes más eran todo lo que necesitaba para convulsionarse a su alrededor. Su cuerpo se contrajo; sensaciones eléctricas la atravesaron cuando sintió que una ola tras otra asaltaba sus sentidos.
 Por un momento, se fue a la deriva, brillando con las secuelas, escuchando sus latidos frenéticos. Después de un rato, el futón se movió a su lado, y Jurina sintió un par de labios sobre los suyos. Ellas yacieron lado a lado, compartiendo besos perezosos y lentas caricias. En lugar de ser incómodo, Jurina se sintió bien con la simplicidad de la intimidad compartida, dándole la bienvenida cuando su protectora descansó su cabeza sobre su hombro. Jurina sintió su propia respiración alentándose, tranquila en una manera que no había conocido en un largo tiempo, si acaso. Sus parpados de nuevo se sintieron pesados. Escuchó a su protectora caer dormida y no pudo resistir unirse a ella, dejando su cabeza caer contra ella en su último residuo de consciencia.
*       *       *       *       *       *
 “Rena-san, ¿Estás aquí?”
El suave golpe en la puerta despertó a Jurina de su sueño. Inmediatamente reconoció la voz, incluso a través de la bruma del sueño. Kashiwagi-san. Dejó salir un gruñido. Primero, ella había puesto sus garras en su inocente hermana. Ahora, interrumpía su preciado tiempo privado con su protectora. ¿Por qué esta mujer tenía que entrometerse en cada aspecto de su vida? Forzó sus ojos a abrirse, solo para lanza su brazo sobre sus ojos ante la brillante luz inundando la habitación. Dio un vistazo a su protectora; no se había movido ni un centímetro, visiblemente todavía absorbida por un pesado sueño. Justo ahora, Jurina estaba considerando seriamente imitarla e ignorar la distracción.
Un segundo y más insistente golpe le dijo lo contrario.
“Lamento molestarte, pero ya es tarde y…” La voz de Yuki se apagó, llena de incertidumbre.
Jurina no pudo soportarlo más; empujó la sabana a un lado y se sentó en el futón, encarando la puerta. A través del fusuma, distinguió la silueta femenina de la mujer que se había atrevido a perturbar su tranquilo sueño. ¿Tal vez si no respondía, lo haría rendirse e irse? Eso podría funcionar, ¿verdad?
“¿Y-Yuki-san?” A sus espaldas, el murmullo somnoliento de su protectora la alcanzó. “¿Escuché a Yuki-san tocando a la puerta?”
Jurina tenía tantas ganas de responder que era el fruto de su imaginación, pero una pequeña voz dentro de su cabeza le dijo que no estaría bien mentir.
“Esa mujer es todo un caso.” Jurina apretó los dientes. Resuelta, se puso de pie, no molestándose en ponerse la ropa y caminó descalza hacia la puerta principal.
“¡¿Qué?!” Preguntó, después de abrir la puerta.
“Oh, W-Watanabe-san…”
La boca de la instructora de kyudo se abrió, con estupor escrito en toda su cara. A pesar de la molestia de Jurina por su presencia, una chispa de diversión brilló en sus ojos. La mujer frente suyo se obligaba a mantener la mirada en un nivel apropiado y no mirar abajo hacia su desnudez.
“Entonces, ¿Qué quieres?” Jurina puso su mano en el marco de la puerta y la miró con irritación dirigiéndose a ella una vez más. “Estábamos durmiendo, así que será mejor que tengas una buena razón para molestarnos.”
“Me disculpo por despertarla, pero los alumnos estaban preocupados,” tartamudeó Yuki. Notando la confusión de Jurina, continuó rápidamente. “La clase de kenjutsu. Cuando Rena-san no apareció en el dojo, algunos aprendices se preocuparon por su ausencia y se preguntaron si la lección había sido cancelada. No tenía conocimiento de ninguna otra obligación que Rena-san tuviera que atender esta mañana, así que temí que ella pudiera sentirse mal.”
“No, ella está bien. Deja a los demás saber que llegará cuando esté lista.” Jurina agitó su mano indiferentemente. “Adiós, Kashiwagi-san.”
Jurina cerró la puerta y regresó al futón. Se acostó, bien decidida a poner ese breve encuentro en la parte posterior de su cabeza y dormir, solo para presenciar la expresión de sorpresa de su protectora. “Esa mujer no tiene vergüenza.” Fingió no darse cuenta y se puso cómoda de nuevo, poniendo la sabana sobre su cuerpo. “Molestarnos por nada.”
“¿N-nada? ¡Voy tarde para mi lección!” Rena se levantó y salió del futón, apresurándose a tomar sus ropas. “¿Cómo pudo pasar eso?” Casi tropezó cuando se deslizó dentro de su hakama, sus dedos hurgando con el cinturón. “Ni siquiera puedo imaginar lo que Yuki-san debe pensar de mí,” murmuró, horrorizada. “¡Y te vio desnuda! ¡¿Cómo pudiste responder a la puerta en semejante estado?!”
“No te preocupes, ella no miró.” Jurina se encogió de hombros. “Y los aprendices pueden esperar. No es como si la lección pudiera comenzar sin ti,” añadió, orgullosa de su broma.
La mirada severa que recibió a cambio le dijo que no compartía su sentido del humor. “Será mejor que te levantes y te vistas para unirte a la lección.”
Jurina se puso pensativa, viendo como su protector terminaba de atar su hakama, y ​ recogía su kimono de la silla. “¿No parecería sospechoso si ambas llegamos al mismo tiempo?” Su boca torcida en una sonrisa. “¿Qué pensarán los otros aprendices?”
Cuando se dio cuenta, la instructora de kenjutsu se puso pálida. “D-De acuerdo, puedes llegar un poco tarde.” Sus dedos funcionando torpemente para cerrar su kimono, mientras trataba de recomponerse. “Pero no tardes demasiado. Sería incorrecto si te perdieras la lección.”
“¿Por qué no?” Jurina se apoyó sobre su codo, sin importarle si la colcha se deslizaba hacia su cintura. “Tengo mis propias lecciones privadas.” Su sonrisa se ensanchó. “Son más que suficientes.”
Otra larga y silenciosa mirada de desaprobación.
“Bien, llegaré después de ti.” Jurina suspiró de una manera relajada, casi indiferente. Cuando notó la forma en que la mirada de su protectora viajaba a lo largo de su cuerpo desde su cara, sobre sus expuestos senos, sus cejas se arquearon traviesamente. “¿Estás segura de que no quieres volver a la cama?” Jurina retiró la sabana y la sostuvo en invitación. “Todavía me pareces somnolienta. Deberías descansar un poco más.”
Su protector la miró con complicidad. “Algo me dice que no tenemos la misma definición de descanso.”
“Probablemente no,” Jurina sonrió sin pedir disculpas.
Su protector sacudió la cabeza con una sonrisa divertida. Marchó directamente hacia la puerta y se detuvo, mirando por encima del hombro. Jurina la observó atentamente, sintiendo por el modo en que su boca se abrió y cerró varias veces que deseaba agregar algo. “Yo no lo lamento,” dijo al fin, suave pero seriamente. “Te espero en el dojo. Por favor no tomes demasiado tiempo, Jurina.”
Jurina fue tomada por sorpresa y siguió su forma mientras se retiraba lentamente del dormitorio, dejándola sola con sus pensamientos. Jurina. Por primera vez, había hablado con ella sin usar ningún honorífico. Su rostro se estiró en una amplia sonrisa; una extraña sensación cálida revoloteó a través de su pecho. Jurina gimió y enterró la cara en la almohada. Su reacción era tonta e infantil. Solo era una cosa trivial. Entonces, ¿por qué la llenó de tan extraña felicidad?
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facarous · 4 years
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