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feersita · 4 years
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Me he preguntando si en algun momento me quitara la vida, que encontraria mi familia en todo lo escrito, creo que mucho dolor
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feersita · 4 years
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QUIERO MIRARTE A LOS OJOS...
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feersita · 4 years
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Quiero escribir, pero aunque tengo una gran maraña de pensamientos, no puedo pensar en algo especifico por escribir, siento que muchos de los sueños que he tenido últimamente voy a terminar por dejarlos en el olvido, eso me asusta, porque por momentos siento que soy capaz, sin embargo los medios me detienen, y hace días me sentía muy entusiasmada pero hoy ¡PUM! la realidad y la cantidad de talento me dio un golpe realmente fuerte en la cara, puedo asegurar que termine viendo estrellitas y es que no quiero hacer lo que todos hacen, quiero ser diferente.
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feersita · 4 years
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Esta mañana en particular, había perdido toda ilusión, las lagrimas no me habían permitido ver las bellezas de la vida, entonces echada a mi suerte deje que el dolor siguiera existiendo, es cuando miro hacia arriba y veo este panorama, definitivamente pensé que esta era una señal, una señal de que no todo estaba perdido y que cualquiera que sea el problema lo iba a superar, un día me encontraría diciendo " eso ya paso" y con una inspiración profunda dejaría ir el pasado. 
Saben que? Hoy es ese día, me encontré diciendo "ya paso". Tal como con un amanecer, quiere decir que la noche se ha ido, que la oscuridad ha pasado, para dar paso a un nuevo día, un nuevo día con nuevos sueños, nuevas sonrisas y nuevas experiencias.
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feersita · 4 years
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Elena Poniatowska, «De noche vienes», 1979
Vine Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Es este tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arrancan las ramas más accesibles… En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas y serias veo unas flores que tienen hojas como espadas. Son azul marino, parecen soldados. Son muy graves, muy derechas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos… Todo tu jardín es sólido, es como tú, tiene una reciedumbre que inspira confianza.
Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. El sol da también contra el vidrio de tu ventana y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado tu madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín. Recuerdo que ella te trae una sopa de pasta cuando estás enfermo y que su hija te pone inyecciones… Pienso en ti muy despacito, como si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabado. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente.
Estoy inclinada ante una hoja de papel y te escribo todo esto y pienso que ahora, en alguna cuadra donde camines apresurado, decidido como sueles hacerlo, en alguna de esas calles por donde te imagino siempre: Donceles y Cinco de Febrero o Venustiano Carranza, en alguna de esas banquetas grises y monocordes rotas sólo por el remolino de gente que va a tomar el camión, has de saber dentro de ti que te espero. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribir porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Afuera pasan más niños, corriendo. Y una señora con una olla advierte irritada: «No me sacudas la mano porque voy a tirar la leche…» Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero. Pienso que te hubiera querido abrazar. A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí, la imperiosa, la implacable necesidad de relacionarlo todo al amor.
Ladra un perro; ladra agresivamente. Creo que es hora de irme. Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia asaltan mucho, roban mucho. A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí… Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Te esperaba a ti. Sé que todas las mujeres aguardan. Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre; una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos. Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales, tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos –oh mi amor– tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos.
Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no le entiendas en los espacios blancos, en los huecos, pon: «Te quiero…» No sé si voy a echar esta hoja debajo de la puerta, no sé. Me has dado un tal respeto de ti mismo… Quizá ahora que me vaya, sólo pase a pedirle a la vecina que te dé el recado: que te diga que vine.
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feersita · 4 years
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Una de las cosas que más disfruto es caminar por el centro de Monterrey, qué es lo que tiene? puede ser ese aire de romanticismo, o quizá que esta zona es tan diferente a otros lugares de la ciudad. 
Hace unos meses, para ser más exacta antes de la pandemia, comencé a embarcarme en un viaje de auto descubrimiento ya que habita pasado por momentos muy difíciles, me perdí, llego un punto en el que no me conocía más, era una extraña al verme al espejo, quería quedarme en cama todo el pida, prácticamente aleje a muchas personas de mi, por lo cual llegue a un punto de quiebre en el cual, o era salvarme o dejarme en un túnel oscuro. Así que un día me dije; tengo que luchar por mi y salir de aquí. 
Entonces con este proceso empece a hacer cosas sola, al principio fue muy extraño, me daba pena, cuando iba al cine o a la cineteca pensaba que todos me veían porque iba sola, en una ocasión un guardia me dijo que no fuera sola que me consiguiera amigas, me dio risa y sinceramente me sentí orgullosa de mí. También empece a ir sola a las cafeterías y al centro a caminar, he disfrutado tantas veces ir sola, caminar sin ningún rumbo, encontrarme con estos escenarios. Hace unos días quise salir a caminar, recorrí lugares en los que había estado con una amiga, y pensé que quería regresar a esos sitios. Por momentos me dio miedo porque son lugares algo solitarios, pero respire profundo y encontré valentía, valió totalmente la pena porque tuve una vista hermosa y sentir el aire pegando sobre mi rostro, sola con mis pensamientos, fue una experiencia muy bonita.
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feersita · 4 years
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Hace algunos años, conocí una cafetería, en el centro de Monterrey, muy escondida entre las calles de barrio antiguo, incluso algunas veces aún me perdía buscándola, en ese lugar estuve con una persona que quise mucho en mi vida, disfrutando el café de olla juntos, fue algo hermoso. 
Sin embargo, nunca había probado la sensación de ir sola y leer un buen libro. Llego la pandemia y no pude ir más, tenía mucho miedo de que por esa razón, la cafetería cerrará, y el café de olla más rico que he probado nunca más lo volvería a probar. 
Así que hoy quise ir a ver si aún seguían en servicio. Y me encuentro con la grata sorpresa que sí siguen abiertos. Me dio mucha felicidad ver abierto, y para mi sorpresa estaba vacía, solo estaba yo entre todos esos adornos peculiares, entre las mesas vacías, con mi café de olla y mi pay de zarzamora, que por cierto estaban deliciosos y yo no pude más que saborear detenidamente cada ingrediente, pude leer un buen rato. Y en momentos pensé y pedí al universo, que siguiera en pie este negocio, y muchos más. 
Ir sola fue una experiencia muy diferente, y de paso, pude recordar esos buenos momentos que pase con alguien más ahí, sin que me causarán más dolor, con amor y un buen sabor, para eso son los recuerdos para atesorarlos. 
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feersita · 4 years
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Los atardeceres, y el cielo lleno de colores, por alguna razón me dan una paz enorme, en mis tiempos más difíciles, salia a caminar y ver el cielo, de esa manera encontraba consuelo en algún lugar, era como algo mágico, parece muy irreal, pero cada uno de nosotros encuentra consuelo en cosas y situaciones peculiares. 
Me gusta mucho tomar fotografías de las cosas más simples y rutinarias, como un día ir caminando y toparme con un atardecer o un cielo azul, no son profesionales, son simples, desde el lente de mi celular. Sin embargo las compartiré solo por el gusto.
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