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Ella y su familia
Hay momentos que no se olvidan, no porque sean extraordinarios, sino porque te hacen sentir en casa. Eso me pasó con ella y con su familia.
Recuerdo esa noche con claridad, su risa, las bromas con su hermano, la complicidad con su mamá. Yo estaba ahí, en medio de todo, y por primera vez en mucho tiempo sentí que pertenecía. Que no era un invitado, sino parte de algo más grande, más bonito. Me sentí parte de su mundo.
Su mami fue tan amable, tan cercana, que me hizo sentir cómodo desde el primer momento. No tuvo que decir mucho; su forma de ser bastó para hacerme sentir bienvenido. Y su hermano qué decir de él. El es un amigo que aprecio bastante, quizá lo vea como mi hermanito menor, queriendo cuidarlo y dándole consejos para que haga bien las cosas . La energía de J, hicieron que nos lleváramos bien desde el inicio. Conectamos sin forzar nada, y eso vale mucho para mí.
Estar con ella ya es especial, pero compartir ese pedacito de vida familiar fue algo único. Verla en su espacio, con los suyos, con esa esencia tan real que tiene, me hizo admirarla aún más. Entendí muchas cosas de su forma de ser, de su fuerza, de su ternura escondida. Me hizo sentido todo lo que ella es.
Ese día no fue solo una cena. Fue un momento donde el corazón encontró refugio. Donde me vi sonriendo sin pensar, escuchando sin apuro, sintiendo sin miedo. Porque cuando alguien te abre su familia y su confianza, eso ya no se olvida.
Ahora más que nunca quiero seguir ahí, creciendo a su lado, compartiendo más momentos como ese. Porque con ella y con los que la rodean todo se siente más cálido, más humano, más de verdad. Y sí, cuando el corazón se siente en casa no hay vuelta atrás. Solo queda querer quedarse.
Camila Fernanda
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Con Ella
Hace un par de meses no sabíamos nada del otro. Solo éramos dos personas con un gusto, una chispa, una intuición y nada más. Luego, de un momento a otro, fue como si el tiempo se detuviera, sin darme cuenta, empecé a pensar en ella todos los días. Hoy lo sé, ella es esa persona que quiero en mi vida.
Durante este tiempo, pasamos por muchas cosas. Algunas intensas, otras confusas, muchas inolvidables. Momentos que me hicieron reír, enojarme, emocionarme. Tal vez soy muy celoso, lo admito. Pero ¿Cómo no serlo con alguien a quien amo tanto? A veces el amor se disfraza de miedo a perder, pero también de deseo de cuidar, de querer estar, de no soltar. Aun así, sé que ella es libre. Libre de tener amigos, de vivir a su ritmo, de volar alto si así lo quiere. Y eso está bien. Porque mientras ambos sepamos lo que sentimos, mientras el amor no se rompa dentro, lo demás no importa.
Compartir con ella el campamento fue una de las experiencias más bonitas que he vivido. Hubo risas que me guardé como si fueran joyas, historias que nos acercaron, miradas que dijeron más que mil palabras. Verla en todas sus versiones riendo, molesta, ebria, distraída, abrazando a todos y luego alejándose fue descubrirla de nuevo y reafirmar lo que ya sentía, que es única. Que tiene una forma de sentir que abruma, que quema, que arrastra. Quizá algunos la llamarían intensa, hasta tóxica, pero yo la entiendo. Y la quiero así, sin filtros. Porque no todos tienen el valor de sentir tan profundo.
Ese fin de semana a su lado me enseñó que no se trata solo de estar con alguien, sino de sentir que ese alguien hace que todo valga la pena. Cada risa, cada enojo, cada silencio compartido. Con ella, incluso el caos tiene sentido.
La quiero mucho. Y quiero que siga formando parte de mi vida. Porque con ella todo tiene más color, más ruido bonito, más vida real. Porque con ella los días son menos grises, y las noches más largas pero también más dulces. Porque con ella, incluso el silencio se siente en paz y yo solo quiero quedarme ahí.
Camila Fernanda
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Desde la primera vez que la vi
Desde la primera vez que la vi, algo en ella me llamó la atención. Lo primero que me sorprendió fue descubrir que teníamos similar el nombre. Fue como un “waooo”, una de esas coincidencias que te hacen sonreír sin saber por qué.
Luego me enteré de que estaba con alguien, y por respeto, no la hable. Me alejé un poco, pensando que quizá era solo una curiosidad del momento. Pero el tiempo pasó… y empezamos a hablar.
Y fue ahí donde todo cambió.
Cada vez que conversamos, me doy cuenta de lo interesante que eres. No solo por lo que dices, sino por cómo lo dices. Hay una forma tuya de ver la vida, de expresarte, que me atrapa sin darme cuenta. Hablar contigo se volvió una de esas pequeñas cosas del día que realmente disfruto.
No sé si esto llegue a algo, no quiero forzar nada ni poner expectativas donde no deben estar. Pero sí quiero que sepas algo: en este corto tiempo, te volviste alguien importante para mí. A veces las conexiones no necesitan tiempo, solo verdad.
Camila Fernanda
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