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A mi primo que trabaja en la moto de mensajero le hicieron llevar una macumba a la playa. Pasó el jueves, de la semana anterior, eran casi las nueve de la noche. Mi primo estaba por comer y le llegó el mensaje. Tenía que llevar una bandeja llena de velas, velas de colores, pelos, pelos largos, y una gallina, pero degollada. No se tenía que caer nada, le dijo el cliente. y que debía dejarla en la orilla, prender las velas y esperar que se la lleve el mar. Dice que apenas se encendieron, el humo de las velas lo intoxicó, o se le bajó la presión. Se despertó a las seis horas en el medio de la playa y en el medio de la noche. Todo el pantalón y las zapatillas mojadas. Con la linterna del celular vio que la macumba se había desarmado, había velas que iban y venían llevadas en la orilla por el mar. A la bandeja y a la gallina no las pudo encontrar. Aunque dice, que vio algo que brillaba detrás de las olas. Ahora se siente mejor. Como si la macumba le hubiese destrabado el cerebro Algún efecto rebote, que lo ayudó.
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arriba pueblo chileno, militares asesinos, basta de neo liberalismo
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Hoy a la mañana en el colectivo, nos agarramos al mismo tiempo del caño con un tipo y descubrimos que éramos gemelos de manos. Yo no me había dado cuenta, él me dijo, porque la verdad que venía medio dormido. Fue todo el viaje charlándome y sacando fotos de nuestras manos.
Después, cuando entramos en confianza
, me preguntó si le podía prestar cien pesos.
Le dije que no, que no tenía.
“acabas de perder un hermano” me dijo. Y se bajó enojado.
Y yo me quedé mirándolo por la ventanilla”
Al otro día a la misma hora, subo y lo veo hablando con un tipo.
Cuando me vio, se metió las manos en los bolsillos y se dio vuelta.
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la huelga en el café
Siempre que voy cruzando la calle y veo que viene un auto rápido empiezo a caminar más lento, para hacerlo frenar. Me divierte molestar al otro y creo que hago un poco de justicia poética anti capitalista y reivindico al oprimido peatón. y a veces, si veo que el auto es caro, me hago el rengo, para cruzar más lento. Hasta ayer, que hice frenar a un auto y se bajaron tres gorilas y me empezaron a correr. Tenían aspecto de barrabravas, mafiosos y sindicalistas. Estaba tan asustado que cuando los perdí me escondí en un bar, por si me estaba buscando.
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En el bar me senté en una mesa cerca de la ventana, me quedé un rato pensando y me prometí no volver a hacer frenar a los autos nunca más. Me acordé de una frase que dijo “el dengue” (le decíamos así porque había tenido dengue) “siempre hay alguien más loco que vos”.
Como pasaron 40 minutos, y nadie me atendía, me acerqué a la barra y le pregunté al mozo si me podía dar un café.
-estamos de paro, en huelga, hace dos meses que no nos depositan el sueldo- me dijo y siguió mirando su celular. Como vio que yo seguía ahí parado, dejo el celular y me miró fijo y me dijo : “de verdad chabón”
Otro mozo que estaba sentado en una silla, con las piernas apoyadas en la mesa me dijo:
-a vos te corrieron unos tipos en la calle. Te afanaste algo??
-no, para nada.
-bueno, no importa, yo estuve preso dos años, sabés??. Fue así, me fui de campamento a Santa Clara, solo yo y mi carpa. Era hippie y antisistema o algo así, me metí en una playa, la más alejada y solitaria que encontré, y me quedé ahí. Vivía bien, rodeado del mar y la naturaleza. En silencio y armonía. Experimentaba momentos de paz y de dicha que nunca más los volví a sentir. Un día me desperté y había veinte tipos alrededor de mi carpa. Eran barrabravas de Boca, se había roto su micro en la ruta y habían bajado en mi playa. Me hicieron lavarles la ropa, hacerles la comida, darles masajes y me hicieron bailar arriba de una lata “Provócame” de chayanne y también la cumbia del recuerdo “lo escribí en un boleto”. Me humillaron y me maltrataron, como te daras cuenta. Así dos días, hasta que arreglaron el micro y se fueron. Pero para mi sorpresa se habían olvidado un arma, un revolver calibre 32. Al tiempo yo también decidí irme, me afané una moto en el pueblo, asalté un restaurant y me agarraron. Me había vuelto malo. Ahora soy sindicalista, que es la forma más mala de querer ser bueno. Y también tengo la cara de un lado más hinchada, me di cuenta que me estabas mirando, por eso te lo digo, hace dos días la tengo así.
-por ahí es un tumor- le dije
- Cerramos el bar y nos vamos ya al hospital. Tenes la cara como un globo. Primero la salud, después la lucha por los derechos del trabajador.
En el hospital entramos directo a urgencias. Sebastián y Jorge hacen el papeleo, parece que tienen un problema con la obra social que ya no les cubre la consulta. Su cara está más hinchada, sobre todo en la papada.
-Parezco un sapo, la concha de mi madre-le dice Jorge a la chica de la administración.
Para matar un poco el tiempo decido recorrer el hospital. Me cruzo con una piba llorando.
-perdón – me dice.
- no hay drama- le digo- y a demás perdón por qué??.
-Por llorar así.
-estás bien??
No-me dice- la verdad que no, la otra vez me compré dos pizzas, era una promo en una pizzería cerca de mi casa. A mí me encanta comer y me gusta la idea de tener pizza para comer al otro día. Por eso compré dos. Me comí una y me fui a dormir, al otro día cuando volví de trabajar, con la idea de comer la otra pizza, entro a mi casa y veo una rata arriba de la pizza, comiendo el queso. Tenía tanta hambre que me largué a llorar y me la comí igual. Ahora tengo miedo de tener hanta virus. La enfermedad de las ratas, es onda la peste negra.
-uy, qué bajón- le digo y me voy a ver a los pibes.
-Y jorgé??- le pregunto a Sebastián.
-lo internaron
-que tenía??
-Paperas
-recién hablé con una piba que tenía hanta virus, la enfermedad de las ratas.
- es como la peste negra??
-no sé.
Cuando llegué a mi casa me puse a ordenar. Limpié los platos y lavé la ropa. También le pasé un trapo a los pisos. Lavandina y pinolux. Antes compraba el limpia pisos suelto, lo vendían por litro y la lavandina también, pero después me di cuenta que la lavandina estaba aguada y que el pinolux era agua destilada con perfume. Cuando terminé de limpiar, me senté y me puse a tomar mate. Mi ex novia, la última con la que conviví, siempre me decía que no hacía nada en la casa. Y me dejaba tareas del hogar escritas en un papel colgando de la heladera.
La noche ya había caído y la casa estaba oscura, me levanté para prender la luz. Antes me quedé un rato pensando en las ratas. Llovía y hacía frio.
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Discutí con una vecina, la del 7 b, y ahora tengo miedo, porque es de virgo y virgo tiene mucha energía. Proyectan algo y se hace realidad. Ya me bañé con vinagre y dije su nombre frente al espejo: “Mirtha, Mirtha Taraboreli, Mirtha Taraboreli la del 7b” que es lo que me recomendó mi tía Esther para cortar los gualichos. Pero, qué se yo, por ahí es culpa mía, ya sé que no tengo que subir la bicicleta por el ascensor, pero son ocho pisos y es un bajón subir ocho pisos, cien escalones con la bicicleta colgando. Y no tengo una bici finita de carrera fixie como el careta del 5 c, tengo una zenith del 98. Y esto es culpa de las milanesas de pollo, hace una semana que vengo comiendo milanesas de pollo, y encima al horno que salen más secas que oreja de croto…
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Hace una semana, que todos los días a las 23:00 hs me llaman por teléfono
Hace una semana, que todos los días a las 23 horas me llaman por teléfono y me preguntan cómo estoy. Cuando contesto: bien, mal o no sé, depende el día, cortan la llamada. Como me llaman de un número que aparece como privado en mi celular, no puedo averiguar quién es.
Ayer estaba tirado en culo en la cama, porque a pesar de ser invierno hace un calor impresionante en mi casa, viendo la serie “Friends” el capítulo en el que Ross le pide a Rachel que le compre ropa.
Cuando de repente suena mi celular, miro la hora en la parte inferior derecha de la computadora y eran las 23:00hs en punto.
Atiendo y me preguntan, como siempre,
-¿Cómo estás??
- ….
Me quedo en silencio, apago el celular y sigo mirando Friends.
A los quince minutos, me tocan el timbre. Elijo no atender y voy a la cocina a buscar algo para tomar. Mientras me sirvo agua de la heladera, suena el timbre de nuevo. Temblando del miedo, y bastante transpirado, me vuelvo a la cama.
No pasan más de diez minutos y escucho que golpean a la puerta.
-¿Quién es??
-Marcelo
-¿Qué Marcelo??
-¿Estás bien??
-¿Quien sos??
-Marcelo , el gasista, vine la semana pasada a colocarte el calefactor.
-¿Que pasa??- ya no entendía nada a esa altura, se me había ido el miedo pero estaba en plena confusión cerebral, no sé si porque era tarde, por el calor que tenía o por todo lo que estaba viviendo.
-Necesito hablar un minuto con vos, perdoná la hora
Le abro y está el gasista frente a mí. Abrigado. Con cara de loco asustado.
-¿Qué pasa?? - Pregunto.
-Mirá, la verdad que.. no sé cómo decirte esto… no soy gasista matriculado… - me dice el hombre- eso… Necesitaba la plata y lo hice como changa… y por eso te llamaba todas las noches… para ver si estabas vivo... estaba re perseguido de que te mueras asfixiado por el gas porque por ahí puse mal el calefactor.
-Ahh… sos un hijo de puta- le digo y le cierro la puerta. Pero el me la frena con el pie y me dice:
-Sii, lo sé, tomá la plata. Es lo que me diste, menos lo del taxi que me tomé para venir acá, hace mucho frio, me alegro verte vivo… perdón.
Agarro la plata, por la puerta entre abierta y cierro. Me tiro en la cama y empieza otro capítulo de Friends, mi serie favorita.
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