foxesdontcry - Tumblr blog

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“Me gusta sentirme deseada, pero pocas veces me permito desear”.

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Antes de irme por mucho tiempo, creo que retomaré esto de escribir, al menos así siento que alguien me escucha activamente.

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Me es curioso regresar a escribir a este lugar. Han pasado muchísimas cosas desde que me abrí este espacio, he tenido altas y bajas, las cuales continúan. He tenido días donde parece que las cosas tienen más sentido y luego, tengo días como estos. En los cuales no entiendo, no entiendo ni mi sentir, ni las decisiones de las otras personas, ni por que me siento como me siento por las decisiones de las otras personas.

Francamente, creo que lo que traigo guardado es un tema que me enoja mucho, es un tema que me duele y es un tema del cual no puedo solucionar nada.

Ah, esa es otra! Querido _no_ lector, ya me di cuenta que tiendo a la búsqueda de soluciones cada vez que se me presenta algo. Se me aplaude y me dicen que “soy muy funcional”, pero en el fondo no lo siento así. Me he dado cuenta que tengo una desconexión con gran parte de mi persona, especialmente con la parte afectiva, y aunque estoy trabajando en eso, un me cuesta mucho trabajo.

Y por eso me siento frustrada, porque sé que no hay soluciones ante lo que me duele. Sé que puede ser catalogado como algo “estupido” o “socialmente indeseable”, pero es algo que me pasa. No me siento segura abriéndome con nadie y no por mí per sé, sino porque con la única persona que puede que sí, sé que no.

En fin, se que nadie va a leerme, así que o tiene caso quedarme sin pila y hacer otro coraje.

Buenas noches a mi misma.

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And once again.

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Que tentador suena dejar de comer otra vez.

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Que tentador suena dejar de comer otra vez.

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Sigo en Instagram a una chica que solía ser compañera mía en la primaria. Sé que ella pasó por un trastorno alimenticio y ahora está “recuperada”. Lo pongo entrecomillado porque cada vez la veo más esquelética y, en un principio, me empecé a preocupar mucho por ella... pero ahora, en el fondo, ha regresado esa voz en mi cabeza que me dice y me recuerda lo tentador que es verme así.

Es duro darme cuenta que ahora, en el fondo (y cada vez menos “en el fondo”), siento una especie de envidia por no poder estar yo así.

Al momento de verme al espejo y no verme esquelética, siento un fuerte impulso de hacerme daño. Regresa esa idea de clavarme cosas en las piernas, de rasguñarme todo el cuerpo, de arrancarme pedazos de piel...

Regresa ese dolor en el pecho tan característico del la depresión...

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Y si no sobrevivo, seguro fue porque perdí el control y me maté de hambre en el intento.

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He estado días sin poder dormir bien, sólo puedo caer después de las 4:30 am.

He estado pensando un sinfín de cuestiones: típicas preocupaciones de adulto joven sobre el trabajo, el dinero, el tiempo, el “la vida se te está yendo de las manos”...

He pensado tanto sobre mi relación: mi pareja, la Silbato (que estuvo presente en los últimos meses), mi tema con el tema Silbato...

(...)

Verdaderamente traigo tanto y a la vez puedo decir tan poco... en fin.

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Me duelen mis piernas... y ojalá fuera por ejercicio.

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¿Soy tan poco como para que neta no parezca tu novia? Uf...

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Siento que eventualmente te irás persiguiendo tus intereses y tus sueños y yo quedaré atrás.

Está bien, es válido; no me gustaría que te quedaras en la mierda como yo...

Tampoco espero que te quedes.

Sólo... siento que eventualmente quedaré atrás.

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Abrazado, negro contra blanco, beso en la coronilla.

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Me siento una basura en el camino.

Desde siempre me ha costado trabajo asimilar asimilar la existencia y permanencia de A en mi vida de pareja.

Durante los primeros años, existió como la primera opción, existió como la invitada de honor, la atracción principal. A donde fuere siempre se decían comentarios como “Vaya, esa niña es guapísima!”, o “vaya, yo me muero por estar con ella”, y ‘wow, que afortunado es J por estar con ella y poderla traer”, “es la única presente que vale la pena”, “por ella si me rifo” y demás... Siempre me encontré atrás, tras bambalinas, mientras la ovación era para ella...

Y antes de que se confunda, no. No buscaba una ovación para mí. Simplemente, es triste y cansado ser tratada como nada, como un vato más. Jamàs fui vista con admiración, jamás fui inalcanzable, jamás fui “alguien por quien luchar”...

Me quedó muy claro: hasta que ella dejó de mostrar interés, fue entonces que J decidió realmente estar conmigo. Siempre la invitada era ella, pero de quien siempre iba a querer recibir algo a cambio era de mí. Yo era la basura que exprimes y sigue dando, ella era la piedra preciosa que nadie se animaba a tocarla.

(...)

Hubo un tiempo que figuró fuera de nuestro panorama, aunque de manera relativa. Por un lado, J me decía que nada de que preocuparme, hasta que de pronto veía flechazos de ella por las redes sociales, por mensajes. Siempre presente. Era y es evidente por qué no hay manera en que ella salga de la vida de J: ¿quién querría perder un gran y precioso diamante? Nadie, evidentemente.

Siempre era lo mismo:

— No hablaré con ella, ya no lo haré.

*Hola niña, cómo estás?*

(...)

Hoy, madrugada del 25 de octubre, no puedo dormir. No puedo dejar de pensar en cuánto ella es en la vida de él. Y cuando soy yo.

He decidido aceptarla, aceptarla porque, por más que lo intente, no puedo evitar que J se sienta atraído hacia su presencia. Porque siempre está ahí: perfecta e inmaculada. Pero no es fácil aceptarla, porque es un recordatorio de la basura que fui, la segunda opción. Es un recordatorio de que mi lugar es estar como la tarta barata que todo el mundo toma, no el postre especial y exclusivo.

(...)

Y ahora, dada las circunstancias difíciles, peor.

Es impresionante verlos juntos, es impactante el equipo que hacen, es evidente el amor qué hay entre los dos.

Y para todo esto, yo me pregunto ¿qué es lo que estoy haciendo yo aquí? ¿Acaso se está repitiendo la historia? ¿Acaso no entendí que, por más que luche, ella siempre prevalece? ¿Acaso no entendí que por más que luche por estar primero, SIEMPRE SERÉ EL PUTO PLATO DE SEGUNDA?...

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Entre la última y la primera, hay una puta de distancia.

.

.

... Y entonces, nos encontrábamos en una casa fría. Era de noche, había muchas estrellas, el pasto estaba mojado y los grillos tocaban sus violines en una esquina. Tú me habías invitado. Yo deseaba que fuera como algo importante, pero siempre iba como “la segura”.

Fue una noche casi perfecta, habías estado muy cariñoso conmigo, todo el día a mi lado. Respetuoso, cálido, coqueto y adorable. Yo me sentí especial por un momento, hasta que tus labios pronunciaron las siguientes palabras:

“Al fin encontré a la niña perfecta para mí”.

... y entonces, nos recordé. Yo no era ni un mísero insecto en comparación, ni de ella ni de ti.

Me volví a situar en la realidad.

Sonreí, inclusive reí.

Mi calidez no disminuyó; mi corazón, por otro lado, cayó al suelo y en menos de una milésima de segundo, había mil cachitos de éste por doquier.

... Y entonces, pasó, de nuevo.

Me besaste, otra vez, recordándome la razón de mi estadía ahí: la opción fácil, la opción segura, la pinche puta que iba acceder a lo que sea.

Porque cuando tú tenías varias opciones, siempre siendo yo la última, tú siempre fuiste mi primera.

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¿Por qué no me sorprende?

Claro, no me sorprende que ella es porque, en definitiva, ella es.

No hay de qué sentirse enojada, ¿o si? Digo, evidentemente no hay razón; es obvio que es absurdo sentirse tan molesta.

Ay disculpa, se me metió un todo lo qué pasó entre ella, tú eligiéndola y yo, por supuesto, siendo el pinche plato de segunda mesa en el ojo.

¿Será non sequitor? ¿Quizá un poco absurdo? ¿Elocuencia? ¿Para qué?

Nadie vendrá a leerme, nadie vendrá a preguntar, nadie vendrá a resaltar lo obvio, lo absurdo, lo ridículo que es sentirse mal por una pinche publicación. ¿O quizá no es eso, sino todo lo que ella conlleva?

¿Por qué? Me pregunto: ¿por qué esto me atormentó de nuevo? ¿Por qué se me volvió a anudar la garganta? ¿Por qué sentí tanta furia? Estoy harta de esto.

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Hace mucho no escribía aquí, sin embargo, hoy siento la necesidad [y tengo el tiempo] de venir a este espacio a escupir lo que tengo que escupir.