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Seventh Heaven
Exploring the world and sharing my thoughts along the way | Explorando el mundo y compartiendo mis pensamientos en el camino"
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Que Sera Sera
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...but I don’t want to be a princess; I want to be a CEO.
#sawitonline
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Comfort Zone
comfort zone ➝ fear zone ➝ learning zone ➝ growth zone
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Heal
1. Suffer from it
2. Accept it
3. Learn from it
4. Be born again
Sometimes we go through situations that can either break us or make us. But why do we feel like our world is tearing apart when things don’t turn out as planned? Objectively thinking about it, I can’t really understand why.
Why do we make life bigger and more complicated than it really is? Since we are born, we unconsciously plan in our heads how our life should turn out to be, based on what we think is right or wrong. But is it really what we think it’s right or what society does? No matter how many times we claim not to care about what others think about us, our unconscious mind is always muttering. I dare you to think about the last time you did something and did not think, not even once, about how he or she might see it. I bet you could not find it.
So this is why I think it is indispensable to hurt, because it is only through pain that we heal and then are born again. Once we feel like the worst has happened, we can see crystal clear. A little masochistic from us, I know, but that’s how we mostly work. We learn that people will never care so much, and even if they did, they will not take death for you, so why let them live life for you?
Promise me you’ll practice this. You will always do your best to live at the borderline and experience all the follies that your mind records. Not every single detail in your life has to make sense and this is precisely why we waste so many days, months, and even years, trying to make each single puzzle piece fit; our myopia inhibits our ability to reshape the figures that we have in hand or to pursuit new pieces that do fit. At the end of the day, your well-being is the only thing that matters: only you will cry your sorrows and only you will celebrate your happiness.
-N
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Apariencias
Tómate un segundo. Piensa en alguna persona a tu alrededor que preferiría un abrazo de su ser más querido a un viaje solo, sin acompañantes, todo pago a Dubái. Sólo puede tener una de las dos, por el resto de su vida. Yo no encontré, y me pregunto, ¿de qué valen las experiencias vividas si no las compartes con tus seres queridos? Y no me refiero a compartir de que “me fui de viaje, me di el gustazo y regreso a restregarles a mis allegados mi lujoso viaje”. Sí, restregarle. Existe una fina línea entre querer compartir tu felicidad con los que más amas, acto totalmente sano, y querer aparentar ser superior a los mismos.
¿Y que te llevarás? ¿Te llevarás las finas arenas del desierto de Dubái, o acaso te llevarás aquellas lujosas carteras y joyería que tanto anhelas? No. Probablemente te estés llevando un corazón incompleto, que pide con ansias que lo rellenen con amor y sentimientos bondadosos.
A la vez, reconozco que somos humanos. Nadie puede negar que siente felicidad con esos gusticos que la vida nos regala. Más, sin embargo, nunca debemos dejar que estos se sobrepongan a nuestros seres más queridos. No hay felicidad más pura que aquella que sentimos cuando somos libres de apariencias, de malos juicios y, sobre todo, de sentimientos ficticios y volátiles.
Aprendamos a querernos más entre nosotros, a cultivar sentimientos puros y honestos y a recolectar momentos, no cosas. No existe sentimiento más gratificante que el que plantamos de manera colectiva, junto a las personas con las cuales el cariño es correspondido.
-N
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¿Eres juez o te están juzgando?
Me causa curiosidad cómo la mayoría de las personas miran de manera nerviosa todo su alrededor antes de tomar esa última galleta del plato; o antes de aferrarse al atrevimiento y dar unos pasos de baile; o antes de siquiera mover el dedo meñique de sus manos. Como si necesitaran aprobación. Como si el resto de los seres humanos fueran alguna especie de asociación de jueces que podrían dictarles una condena o permitirles continuar con un determinado comportamiento. ¿Y quién tiene la culpa... Los jueces o los juzgados? Pues en este caso, cedo la culpa del 50 por ciento a los jueces que andan al asecho de cada simple falla en tus acciones o físico. Y el otro 50 por ciento a los juzgados, tal vez, pero entonces de nuevo, yo estaría siendo la jueza, ¿no? Arbitrariamente repartiendo porcentajes de culpa. Todos hemos sido tanto jueces como juzgados en algún punto de nuestras vidas, sin importar raza, sexo, edad, nivel social... Seamos los mejores o los peores, altos o bajos, flacos o gordos, la gente siempre hablará, y es nuestra labor asegurarnos de vivir una vida plena, que nos satisfaga a nosotros y no a nadie más. ¿Que ellos no te hacen feliz? Tranquilo. Nadie tiene ese derecho, mucho menos ese deber, sobre nosotros. Nosotros solos somos capaces de encontrar la belleza en las circunstancias más oscuras, en cada rincón que nos presenta la vida, en cada persona. ¿Y ya, eso es todo? ¿Así se vive? Para tu sorpresa, estoy feliz de decirte que sí. Esta es la vida, una lucha constante por encontrar nada más y nada menos que tu apreciada felicidad. Sé que muchas veces no es fácil encontrar esa llamada “magia” o “lucecita”, pero este sí es nuestro deber. La satisfacción plena de saber que, a pesar de que te sientas cómodo con tu alrededor, no necesitas de nadie más que tu mismo para sentirte completo es inigualable. Por esto te invito a que lo intentes; busca tu felicidad hoy, nunca habrá un mejor momento. Y por último, se posesivo y egoísta con tu felicidad, no dejes que nadie la arrebate de tus manos. Pero nunca seas tacaño; sé ese contagio de energía positiva del que las personas tanto hablan.
-N
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Rutinas
“¡Quédate! Esta es tu vida y lo ha sido por 20 años” decía mi subconsciente, con voz desesperada. Yo asustada, claro, obedecí. Nada de cambios; nada nuevo, nadie nuevo. Todo debía permanecer en su lugar, intacto, mientras había miles de olas queriendo romper esa fuerte muralla, construida por la mejor asociación de ingenieros: Miedo y Comodidad, S.R.L., que rodeaba mi vida. Me sentía segura, sin embargo, la monotonía me agobiaba. Vivía esperando: esperaba el fin de un período académico; esperaba por el viernes; esperaba las vacaciones; esperaba y luego de una espera, surgía otra. Al parecer lo que en realidad esperaba era ver una llama. Ese algo que ponga mis manos sudorozas, que me erize la piel, o que me acelere el corazón. Pero esa sensación nunca llegó. Me preocupé. “¿Qué hay de malo en mí?” Meses y meses buscando respuestas entre las nubes del cielo, en el resplandor del sol en la mañanita, en la sonrisa de la repartidora de periodicos, entre las historias que narraban las personas que me rodean, incluso buscaba respuestas en la paz que irradiaba la mirada de un dulce abuelito. Por fin lo encontré. De inmediato despedí a los ingenieros. Despedí mi anhelo por sentirme segura y todas las demás cosas que me mantenían esperando y me impedían sentir a plenitud. Y ahora soy yo. La felicidad real me saludó, y les cuento que ella se trata de poder cerrar los ojos antes de dormir y sentir que no hay que esperar por nada, ni siquiera por el día de mañana, porque hoy es suficiente, este momento tiene todo lo necesario para ser perfecto. Dejé que los cambios me empezaran a arropar y en el camino he podido conocer la belleza en nuevas personas, la emoción de vivir una nueva etapa de vida y la alegría de compartir con “los clásicos”, aquellas personas y rutinas que siempre formarán parte de mí.
-N
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