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Pooja Mor by Avni Rai for Grazia International November 2023

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ig: shapa_talabani

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La espera.

No he hecho un recap en IG, Twitter o cualquier otra red social. Creo que es el primer año.

Pensándolo bien quizás es un tanto injusto, he experimentado sensaciones que parecían dormidas, he ido a mil conciertos increíbles, descubierto mucha música, disfrutado del mar como nunca, viajado (quizás menos de lo que me gustaría)... sí, lo malo ha sido muy malo, ¿pero lo bueno? Lo bueno ha sido mejor. Aún así, como humanos nos empeñamos en regocijarnos en el dolor y sumirnos en una tristeza que por momentos corta hasta la respiración. ¿Cómo puede la cabeza llegar a ser tan autodestructiva? Siempre que lo pienso me acuerdo de Silvia.

Quizás el vacío que siento ahora mismo es una decepción horrible, primero conmigo misma, segundo con mi propia conciencia, y después probablemente sea con ella. Toda mi vida me he jactado de decir y asegurar que yo estaba hecha para la soledad, que difícilmente alguien cambiaría mi parecer. Eso que no paraba de repetirme se me fue desmontando poco a poco, día a día, mes a mes, hasta llegar hasta aquí. Ha habido momentos donde he valorado la posibilidad de que quizás me había obcecado, pero cada lágrima que se me caía por la mejilla me demostraba que no, que lo que sentía era de verdad y la pena que me invadía cada vez que veía alejarse la posibilidad de enseñarle todo lo que soy a alguien por primera vez, era solo una muestra más de que estaba dispuesta a enamorarme de esa persona hasta que respirar me fuese totalmente innecesario. Siento que no acabé de entrar ahí, pero el haber estado tan cerca me está matando.

En el fondo siempre fui consciente del desenlace. Siempre supe que mi camino era el más empinando y empedrado, que era imposible que yo llegase antes al pico de la montaña, para que eso ocurriese tenían que allanarme el camino un poco, solo así podría llegar, y no pasó. Recuerdo leer un mail en la celebración de mi cumpleaños, me escapé de donde estábamos y al leerlo lo primero que recorrió mi cuerpo fue el miedo, un miedo inmenso, eso no me podía estar pasando a mi, y no, en realidad no estaba pasando. A veces me pregunto si mi imaginación fue más allá de la propia realidad, aunque las palabras fuesen reales y los momentos los sintiese con todas las partes de mi cuerpo.

Siendo sincera creo que el dolor que puedo sentir viene de haber dejado de ser como he sido siempre, de bajar la guardia, de fiarme, de creer que por un momento sí me iban a dar la mano para subir la cuesta. Que no todo serían palabras. Pero esa cuesta era tan larga como un tablero, y en realidad mi dado nunca tuvo ningún número.

No sé si las palabras fueron reales, me cuesta creerlo, aunque las miradas y los gestos pesan mucho, quizás también llegaron a ser producto de mi imaginación. Todavía tengo muchos "te quiero" clavados en la conciencia. Muchas miradas, gestos y caricias. Todavía veo algo y pienso en regalárselo. Todavía miro al mar y pienso en lo bonito que sería enseñarle todo esto. Todavía tengo ese viaje en camper clavado y escrito en mi lista de deseos. Todavía creo que algún día tocará en mi puerta. Todavía creo que todo lo que iba a pasar, pasará. Que todas esas conversaciones mirando al mar llegarán. Y que ese fin de año en Sydney será una realidad. Todavía.

El problema al que me enfrento ahora es la espera. La espera de no querer quererla, de cogerle hasta un poco de tirria. La espera de no sentir. La espera de no añorar su cuerpo. La espera de no querer parar de recorrerlo a cualquier hora del día. La espera de no desear un abrazo suyo. La espera de querer dejar de esperar.

El problema no es haberme enamorado, es que estaba empezando a hacerlo de la forma más pura y más real que he sentido nunca. Porque por primera vez en mi vida creo que mi corazón sí estaba dispuesto a dejar entrar a alguien bien adentro, donde no hay luz, para iluminarlo un poquito. El problema es que el enamoramiento se quedó a medias, y me está costando horrores dejarlo marchar.

Todo llega, aunque no quiera. Todo llega, aunque crea que es un error. Todo llega, aunque siga pensando lo mismo que hace 5 meses, por mucho que duela. Todo llega, por desgracia.

🍃

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✨🌙

No sé si esto es algo para mi, para ella o si es para las dos. Dejaré que salga como sea. Ahora mismo estoy sentada en la cama, escuchando Repeat Until Death de Novo Amor, y siento que necesito sacarlo fuera de alguna forma, quizás así esta presión en el pecho se vaya, o se relaje un poquito, no lo sé.

Releyendo todo lo que tengo escrito de todos estos meses me cuesta reconocerme, es como si en este último año haya disociado mi personaje de la persona que soy realmente, como si antes fuesen de la mano y ahora estuviesen separadas.

Siempre me había categorizado como una persona complicadita, quizás porque era un comentario recurrente dentro de mi familia. Desde lo de mamá, con la adolescencia tan solitaria que tuve, siempre he tenido un sentimiento y un pensamiento muy claro de soledad, que había nacido para estar conmigo misma y que lo normal era ir perdiendo gente por el camino, amistades, familia, personas especiales… Tan segura estaba que autosaboteaba las relaciones que iba formando, generaba lazos demasiado intensos, creo que eso a veces despertaba tanto interés en los demás que llegaba a ser tóxico, lo daba todo por la gente y me deshinchaba, era un tanto infeliz, aunque tratase de evitarlo a toda costa. Imagino que todo lo que viví de niña me ha llevado a tener esos pensamientos y esos comportamientos, pero también me ha ayudado a no tenerle miedo a la soledad, quizás por eso nunca doy un paso por nadie hasta que no estoy completamente segura.

Creo que esto me ayuda a entender el por qué no soy capaz de dejarla ir, de no querer perderla, de querer seguir compartiendo parte de mi vida con ella. Creo que cuando alguien como yo traspasa cierta frontera, se desnuda tanto, en tantos sentidos, hace de esa persona una parte de sí misma, es como si un cachito de ella estuviese dentro de mi, como si fuese un órgano vital que necesito para seguir viviendo. Quizás por eso me cuesta tanto olvidarla, por eso me niego y peleo conmigo misma para que no se vaya.

Hoy me desperté y me quedé mirando el techo un buen rato, quería escribirte y contarte qué había soñado, pero no puedo. Y es que, aunque no puedas leerme, aunque no llegues a saberlo nunca, no puedo evitar pensar que no quiero vivir sin ti, no quiero, no quiero volver a mirarte de lejos, no quiero olvidarte, no quiero no poder abrazarte, no quiero tenerte solo en mis recuerdos, no quiero, no quiero dar ese paso porque no quiero perderte. A mis ojos eres tú, tú, y lo tengo tan claro como lo tuve en el tren volviendo de Cádiz, ahí lo supe por primera vez, y nunca he dejado de saberlo. Después de todo lo que ha pasado, de todo lo que nos hemos dicho, sigo teniéndolo igual de claro, y estoy tan segura como no lo he estado en mi vida. No vivo de cosas efímeras, no vivo en una novela romántica, soy demasiado terrenal y he conocido a demasiada gente como para saber que cuando digo esto, es porque lo siento de verdad. Porque si esto ha sido real, porque si yo no me lo he imaginado y tú no me has mentido, yo soy para ti como tú eres para mí, me da exactamente igual todo lo demás, me da igual el momento, la situación, lo que diga la gente, nadie lo entiende porque no lo han vivido. Eres tú, lo eres y estoy tan segura que compraría mil billetes más a Australia, porque no puedo imaginar mi vida sin hacer mil locuras más por ti, como no me puedo imaginar no volver a besarte nunca más.

Escribir todo esto duele, no sabes cuanto, pero duele porque es real. Porque no es solo la música, no, es la forma de entender la vida, son los proyectos de futuro, es la forma de ser, es la forma de comportarse, son los gustos, los objetivos, es el deseo, es el humor, es el pasado, es todo y es más, no puedo obviarlo cuando es algo tan real que no me deja dormir.

El orgullo me puede muchas veces, sé que probablemente, llegados a este punto, no pueda compartir lo que siento y pienso contigo, pero creo que es más real cuando lo escribo que cuando me lo guardo dentro, y a veces hay que escucharse.

Creo que esta situación nos atropelló a las dos, que era difícil dar marcha atrás cuando no había voluntad de hacerlo, y creo que todo ocurrió porque era inevitable. Y eso solo lo entendemos nosotras. Estoy segura de una cosa, y es que de habernos conocido antes, de habernos mirado de esa forma antes, nuestras vidas probablemente serían muy distintas. Creo que ella no acaba de saber lo que quiere porque no quiere saberlo, por eso lo ve todo como si estuviese en una cajita de cartón. Porque no habría arriesgado todo por algo en lo que no cree, por algo que no siente, por algo que no quiere, y ahí yo me equivoqué. Siempre le he dicho que ella no entendía lo que era esto, que se iba a dar cuenta tarde, que, si de verdad lo supiese, no lo dejaría escapar, pero viéndolo con el tiempo creo que sí, que realmente lo sabe, en el fondo lo sabe y es por eso por lo que ha cambiado tanto. Porque cree que es algo que no se va a ir, y que llegará en un momento en el que esté preparada para dar pasos más largos. Pero en el fondo también sabe que la vida no es una película. Porque cuando piensas que algo va a pasar, es porque quieres que pase, no porque sabes que va a ocurrir. Creo que se le entrelazan tantos sentimientos que se le escapan, creo que siente una culpabilidad tan grande que la ahoga, creo que quiere tanto que se le empañan los ojos y no puede ver nada más, creo que es tan cobarde como lo he sido yo toda mi vida, creo que no quiere darse tiempo porque necesita caminar sobre una tabla firme, creo que cuando tienes algo que te sostiene, no es fácil dejarlo, y te agarras a todo lo que haga falta, porque si todo ha ido bien antes, ¿por qué no iba a ir ahora? Porque lo vivido pesa más que el futuro, mucho más. Y es que cuando se tiene delante la perspectiva de sufrir, aunque sea por algo que está hecho para ti, es muy difícil afrontarlo.

Creo que lo que no es capaz de ver es el porqué de todo esto, el dónde podría llegar y todo lo que traería consigo, ahí es a donde he llegado yo hace ya unos meses.

Estos días he soñado mucho, y en muchos de esos sueños estabas tú. Me pregunto si te seguiría soñando si te pudiese ver todos los días, quizás es la forma que tengo de recordarte. En este último sueño todo era tan real que creo que ese fue el motivo por el que me quedé mirando el techo tanto rato, porque no quería despertarme. Lo apunté para no olvidarme: Estábamos en una cala en San Vicente, habíamos cogido una pizzas, unos vinos y unas toallas, lo curioso es que las toallas eran exactamente igual a las que tengo en mi casa. Veníamos de estar con Edu, mi hermana Diana y la hermana de mi cuñado, habíamos estado jugando con las olas gigantes de la Lanzada y yo había intentado surfear haciéndolo estrepitosamente mal, ahí me di cuenta de que estaba soñando, era imposible hacerlo tan mal. Recuerdo que cuando llegábamos a la cala yo llevaba la sudadera blanca, esa que siempre te da ternurita, y te explicaba por qué me gustaba tanto ver la puesta de sol en Galicia, porque el sol te da en la carita, pero el viento frío del atlántico te hace estar acurrucadita en sudadera. Habíamos puesto música y no sé muy bien de dónde salía, pero como es un sueño, podemos imaginarnos que las piedras de la playa son altavoces. Yo ahí te contaba por qué creía que siempre me había fijado en ti, y por qué siempre me daba vergüenza saludarte. Era un sueño tan real porque el tacto era el de siempre, porque nos reíamos como siempre, y porque el sexo era igual de intenso que siempre.

Lo que más me duele de todo ese sueño es que podría ser real.

Creo que no me quiero desprender de ella porque queda mucho y porque no ha pasado nada. Porque quiero que siga aquí, porque quiero abrir mil botellas más y que no sea capaz de acabarse ni la primera copa, quiero volver a jugar al pádel con una pelota de fútbol a las 2 de la mañana, quiero seguir mandándole glovos al trabajo porque necesite chocolate, quiero volver a recoger mi cuarto porque viene a verme y que se piense que soy más ordenada de lo que realmente soy, quiero volver a cancelar un billete de tren por pasar 3 horas más con ella, sorprenderla en Sevilla en cualquier momento, quiero que se siga metiendo con mi acento cuando me enfurruño, quiero seguir mandándole puestos de trabajo hasta que pueda salir de un sitio donde no la merecen, quiero que me siga respirando fuerte en el cuello, quiero volver a mirar la luna con música de fondo y perder 30 pendientes por el camino. Quiero que sigamos haciendo competición de quién es más torpe de las dos, que me cueza una pizza porque el horno no funciona, que me lleve a la estación a 200 km/h porque es que no llego al tren, que me siga llevando a sus sitios favoritos, y yo llevarla a los míos. Quiero que me vuelva a sonreír con los ojos, quiero seguir diciéndole que cuanto más alborotado tiene el pelo, más bonita está, que el pelo recogido solo les sienta bien a las guapas, quiero que me siga contando historias que no le puedo contar a nadie más. Quiero seguir sentándome con las piernas abiertas porque es la única persona en el mundo a la que le parece sexy. Quiero seguir diciéndole lo mucho que la quiero y lo poco que me ha costado hacerlo.

Me encantaría tenerte conmigo ahora y hablar de por qué hemos llegado hasta aquí, pero creo que has decidido no saberlo.

No he podido borrar nuestra conversación. En los últimos destacados tengo un mensaje que me empuja hacia ti, y otro que me echa para siempre, a día de hoy no sé a cuál agarrarme, por eso trato de no leerlos. Lo que sí sé es el primero que destaqué, y es una de las veces que más te abriste conmigo, cuando lo leí la primera vez no me lo acababa de creer, a día de hoy me creo más a esa Ana que nunca. A aquella que se plantó en Madrid porque pensaba que le iba a decir que se acababa. A la canija que ni corta ni perezosa me cogió de fiesta y me largó todo lo que sentía sin titubear ni un segundo. A la que me metió un dibujo en la chaqueta con una carta que me hizo darme cuenta que me había metido en un jardín del que no quería salir. A la que me llevó a una sala de Jazz por primera vez en mi vida. Y a la que me dejó entrar en su vida de esta forma, pasase lo que pasase. En alguna ocasión me has dicho que ojalá pudieses darme todo de ti en algún momento, como si no me lo hubieses dado ya Ana.

Ojalá poder explicarte por qué para mi eres tan especial, por qué completas todo lo que soy y por qué el destino me arrastró a ti, aunque al principio escapase porque sabía que algo tan perfecto, no podía acabar bien. El otro día escuché On My Mind y creo que hay una parte de la letra que explica esto mejor de lo que lo hago yo:

Why on earth would I leave If you were everything I wanted you to be?

Eres tú. Lo sé.

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Close To You - 00:47

¿No sientes que mirar al cielo ha cambiado su sentido por completo? A mi me pasa. Para mi mirar al cielo ya no es un momento de desconexión, se ha convertido en un punto de unión entre dos mundos, es como querer conectar contigo estando a km de distancia, como hablarte sin decir absolutamente nada, pero bueno, dicen que los silencios hablan más que las palabras, ¿no? Creo que de eso nosotras sabemos un poquito.

Te leí, te releo, y sigo sin saber bien qué decirte. No ha sido fácil asimilar lo que me dices, sobre todo porque sigues siendo igual de ambigua que el primer día, pero también más clara que otras veces, igual de simple pero sin dejar de ser compleja, una contradicción continua. Supongo que es parte de tu encanto, no saber nunca qué hay al otro lado, aunque sea capaz de leer esos ojos tristones por mucho que los pintes de colores.

No sé qué más te hace falta, quizás un poco de convicción, empuje, valentía, resignación… ¿Un poco de todo? No lo sé, en realidad no me importa. No es un proceso fácil y hace falta arrojo, mucho. Creo en ti y en lo que he visto, y en este párrafo no hablo de nada que tenga relación conmigo, hablo de ti. De lo que necesitas. De lo que eres. De lo que puedes llegar a ser. Te lo dije, te lo vuelvo a repetir, creo más en ti de lo que he creído en mi, y no hablo solo de trabajo, la diferencia es que quizás he tenido el golpe de suerte que tú no has tenido. Y mucha labia gallega, por supuesto. Sé que llegará, sea en el edificio que sea, sea en la ciudad que sea, solo tienes que seguir caminando en línea recta, me hace feliz saber que lo estás trabajando y que seas capaz de leerte, pasito a pasito.

Yo te puedo decir, a día 5 de marzo de 2023, que no es que sienta, es que me tiraría de cabeza, que no necesito más señales, que me bastan y me sobran, que lo he visto todo con suficiente perspectiva. Sé que me vendría mejor alejarme de todo esto, cerrar los ojos y dejarlo ir, pero no puedo, ni tampoco quiero. Es como si me hubiese montado en un avión, no pudiese escuchar Somebody Else, y me diese absolutamente igual. No quiero seguir zarandeándome en una tabla estrecha, quiero tirarme y ver si hay agua. No quiero seguir echándote de menos, quiero seguir comprobando en qué mil cosas más somos compatibles, enseñarte todo lo que me rodea y que tú hagas lo mismo, verte sonreír todos los días, vivir sin dormir para no dejar de mirarte. Quiero muchas cosas, y las quiero con todas mis fuerzas. Yo también lo supe en aquel avión, aunque en realidad ya se me había pasado por la cabeza antes, aún recuerdo los vuelcos que me daba el corazón cada vez que cruzábamos las miradas y sonreíamos sin decir nada, es una imagen que todavía no me quito de la cabeza. Pero aunque esté dispuesta a cogerte de la mano y recorrerme el mundo contigo, ha llegado a un punto en el que tengo las manos atadas, aunque sea absolutamente capaz de cualquier cosa.

Quiero que crezcas, que avances, que llegues y encuentres un techo que romper, quiero acompañarte y estar cuando sea el momento. Pero para que eso pase, yo ya no puedo hacer más. En todo esto no me importa ser un personaje secundario, yo no pretendo ser una prioridad, pero tampoco puedo seguir siendo un mero espectador.

Sabes que no soy una persona de palabras, aunque contigo me salgan solas, soy más de hechos, me cuesta creer en algo que no veo con mis propios ojos, supongo que es parte de mi identidad. Quizás por eso creo en esto tan ciegamente, quizás por eso creo que lo he demostrado todo, que he arriesgado dentro de lo que soy, quizás por eso a veces me cueste creerte. El otro día leyéndote pensaba: ojalá abrir la puerta y tenerla al otro lado, pero me di cuenta que en realidad yo solo puedo abrir la puerta, no puedo traerte hasta ahí.

Solo espero que antes de darle una oportunidad a nada, te la des a ti misma.

Hoy, aunque la luna no brille tanto, las estrellas están más intensas que nunca. Supongo que ahí el cielo se verá diferente.

🌃

(Suerte, aunque sabes que no creo que la necesites 🕯️)

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28/02

Hoy no es la primera vez que me acuerdo de ti, pero si es la primera vez que lo escribo. Te tengo presente todos los días, a todas horas, a cada ratito, me acuesto pensando ti y me despierto de la misma forma, incluso madrugando, que ya sabes lo que me cuesta.

Me muero por saber cómo estás y como fue tu entrevista, me encantaría saber qué estás escribiendo en el trabajo o qué canción nueva has descubierto. Me encantaría hablarte de lo bonita que está la luna en Madrid y que tú me envíes fotos de la puesta de sol de aquella playa donde las emociones estuvieron tan a flor de piel desde el primer momento. Te echo de menos, tanto que llega a doler. Por momentos se me encoge el pecho, otros reflexiono, es entonces cuando recuerdo aquella noche que nos quedamos 15 minutos mirando la luna, besándonos, sin saber que igual sería la última vez.

No sé qué sientes, pero sé lo que siento yo, y siento mucho. La música no suena igual si no la comparto contigo, los días pasan más lentos y son más pesados. No pensé que esto fuese a ser así, y mucho menos que no le viese un fin.

Ojalá poder demostrarte todo lo que soy, todo lo que podría aportarte, ojalá que te dieses una oportunidad y que al otro lado, con el tiempo, estuviese yo. Supongo que todo se quedará en un ojalá, al menos hasta que todo salga como me gustaría, o hasta que ya no aguante más y lo deje ir. Siento que nos queda mucho, siento que falta mucho, siento que el destino nos eligió primero, y que ahora nos toca a nosotras. Siento, siento mucho, y de eso no podré arrepentirme nunca, por mucho que duela.

La luna sigue brillando con fuerza. 🌔

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Villafranca de Duero 15:12

Hoy estoy en el tren y la que te escribe un testamento soy yo, porque el sueño y el cansancio es inspirador o porque me apetece hacer algo así sin estar borracha, nunca lo sabremos, pero a veces también escribo aunque no lo comparta con nadie, hoy tienes esa suerte o esa desgracia, pero creo que ya me toca a mi.

Ayer me preguntaste que cuándo me iba a cansar de ti y por un momento me quedé en blanco. Reconozco que es algo que me suele pasar, la gente que conozco no me llena, no me suele despertar nada y me canso, a veces intento esforzarme y otras cedo y lo dejo ir. Entiendo que, en tu situación, lo último que quieres pensar es que esto significa algo más que un simple juego. Entiendo la imagen que doy cuando no se me conoce. Entiendo que confiar, cuando puede conllevar tantas cosas, no es fácil. Y entiendo que soy una persona por momentos inaccesible o un poco críptica (he intentado no usar enigmática, es una palabra muy tuya).

No me entusiasma decir lo que siento o lo que pienso a través de las palabras, pero estando donde estamos es un poco complicado hacerlo de otra forma. Como me dijiste hace no mucho, yo tampoco creo en las promesas eternas y en los para siempre, al menos por ahora, pero creo en esto, quizás simplemente no lo supimos ver antes. La verdad es que no sé lo que es, pero es. No sé dónde va, pero va, y cada vez más rápido. Hay cosas que no se pueden controlar, muy a mi pesar, y los sentimientos es una de ellas. Yo me creo una valiente siempre que no estoy montada en un avión, pero a mi esto también me da un poco de miedo. En esos momentos hago como cuando cojo un vuelo, me pongo una lista que esconde mucho más que buen gusto musical. Al fin y al cabo, vivimos lejos y eso ayuda, no?

Sé que para ti esto no está siendo una situación fácil de llevar, pero tampoco quiero que te sientas como cuando vuelves de viaje, o de un concierto, y te ves incomprendida porque crees que nadie comparte contigo ese sentimiento de vacío. Aunque no haya sido clara, yo también te tengo en la cabeza e intento descifrar esto, me lleve a dónde me lleve .

El otro día leí que los canguros no saben moverse hacia atrás, solo avanzan hacia delante, quizás es un símil de lo que está pasando, o quizás no significa absolutamente nada, pero el tiempo tampoco sabe avanzar si no es hacia delante. Imagino que solo nos queda esperar.

El paisaje es horrible, pero eso es porque todavía no hemos llegado a Galicia.

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Kassena Compound, Ghana

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