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gal1606 · 7 months
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Hola, solo paso a decirles que Logan es pansexual, decidĂ­ no esperar hasta junio para avisarlo porque realmente no deberĂ­amos esperar un mes en especĂ­fico para darle visibilidad a la comunidad LGBTQ đź’‹
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gal1606 · 7 months
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Logan y Jeff se llevarĂ­an muy bien.
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gal1606 · 7 months
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Crear a Logan Hayes fue increíble. Él es verdaderamente malo, si mente está simplemente podrida, y es justo lo que quería.
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gal1606 · 8 months
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—Logan, necesitamos que hables—oí
—Era mi padre—musité, creí que el detective no me había escuchado, pero respondió:
—No—dijo—. Estás en todo tu derecho de no querer llamarlo así. Tampoco tenía nada romántico con tu madre. De todas maneras, él ya no podrá lastimarte
Un espejo silencio envolvió la sala de interrogación. Él me miraba directamente, ansioso con una respuesta. Yo miraba el suelo, aun incapaz de procesar lo que estaba pasando.
—Logan...—la voz del detective volvió a traerme de vuelta al mundo real. Levanté la vista—necesitamos que hables.
Suspiré.
—¿Qué es lo que quieren saber?
—Primero que nada, una descripción de su secuestrador—aclaró.
—Él... Tenía el cabello con canas, y... Era viejo, como de sesenta años. Sus ojos eran grises.
—Bien—el detective se aclaró la garganta—¿Sabes cómo se llamaba, no?
—Edward Hope.
—¿Qué pasó cuando escaparon?
Los recuerdos llegaron como balas a mí. Cada momento paso de manera fotográfica en mi cabeza. Los gritos. La sangre. El miedo. Parecía todo extraído de una película de terror. No quería hablar de eso, no quería tener que recordarlo, pero tenía, debía, era lo mínimo que podía hacer.
—Mi papá...—me detuve en seco y corregí—digo, él, se enteró porque dejé caer algo de cristal. Corrimos hasta la entrada pero él golpeó a mamá con algo en la cabeza y cayó al suelo desangrándose...
Mi voz temblaba y mis lágrimas se asomaban. Me veía tan patético.
—¿Y después...?—pidió que prosiguiera.
—Yo logré salir y ya la policía estaba llegando. Mamá habia llamado antes de que yo hiciera ruido.
El detective guardĂł silencio. Yo estaba omitiendo partes, y Ă©l lo sabĂ­a, pero yo pedĂ­a un poquito de humanidad de su parte.
Hombre, literalmente pasé toda mi puta vida encerrado en un sótano. Y que de un día al otro se me revelará que todo lo que a mis veinte años creía era una completa mentira era algo que debía procesar. Y lo primero que tengo que hacer es contarle todo a un hombre que no conozco.
Es demasiado.
El detective suspirĂł.
—Logan, no sé ha registrado que tengas otro familiar aparte de tu madre, así que te enviaremos a una residencia temporal para que te reintegres a la sociedad. Y no te preocupes, tu residencia estará patrullada para asegurarse de que Edward no trate de hacerte daño. Ve a fuera, estará alguien esperándote para llevarte a casa.
SeguĂ­ las instrucciones del detective.
Se sentía raro tener bloqueador solar en la piel, pero unos médicos me habían dicho que era necesario por la falta de exposición al sol.
HabĂ­a llegado a mi nuevo hogar.
No era muy grande, pero no era como si estuviera acostumbrado a vivir en lugares grandes. Las paredes eran de madera y se veĂ­a muy acogedor. Estaba bien para mĂ­.
Esa primera noche fue horrible. Tuve pesadillas sobre ese día. Me desperté muchas veces durante la madrugada. Lloré, grité, pataleé para intentar opacar todo pensamiento referente a esa escena, pero no sirvió.
Hubo una ocasión en la que desperté y me rendí, no quise seguir durmiendo así que me levanté a hacer cualquier cosa. Miré en el espejo mi reflejo: la piel tan pálida como un papel, con marcas negras bajos los ojos, el cabello pelirojo tan despeinado como si nunca hubiera conocido el peine. No tenía camisa, solo un viejo pantalón de pijama.
Duré mirándome en mi reflejo mucho tiempo. Demasiado. Había leído en un libro que me había regalado mi pa... Edward, y mencionaba que si mirabas tu reflejo por más de diez minutos se comenzaba a deformar.
Sangre cayĂł de mis ojos, que se tornaban negros. El iris se tornĂł tan blanco a la vez que brillaban. La mirada penetrante, lucia como una mirada diabĂłlica, hambrienta de muerte, sedienta de sangre. Mi reflejo sonriĂł. Todo el mundo alrededor se tornĂł negro, todo a mĂ­ alrededor se detuvo.
—No estarás tranquilo hasta que él desaparezca, Logan, y lo sabes—habló mi... Reflejo...
Silencio. Quede en un silencio incómodo. ¿Estaba volviéndome loco?
—Mírate, eres un desastre—volvió a hablar—. Nada cambiará hasta que él muera, y solo hay alguien que puede hacer eso.
Desvié la mirada.
Di unos pasos atrás por la impresión, mi respiración se volvió agitada. Volví a mirar el espejo y todo volvió a la normalidad, era el mismo veinteañero desastroso que acababa de descubrir que había una vida fuera de ese maldito sótano.
Lo pensé por un momento, soñé la vida sabiendo que ese hombre, a quien llamé mi padre, estaba muerto.
Él tomó a mi madre cuando ella tenia solo dieciséis años, la secuestró, torturó y la abusó, de ese abuso salí yo.
Él me hizo creer que todo lo que necesitaba estaba dentro de esas cuatro paredes.
AĂşn recuerdo las yemas de sus dedos tocando mi piel.
Aún recuerdo a mí madre gritándole que me suelte.
AĂşn recuerdo mi confusiĂłn ante todo.
Él era un asco, una basura que no merecía la compasión de nadie. Él tomó mi infancia, mi inocencia, mi libertad. Tomó la libertad de mi madre, su cuerpo, su vida. No era capaz de seguir esperando a que lo encontrarán, si me quedaba ahí sufriendo juro que iba a volverme loco.
Si no acababa con eso yo mismo, eso iba a acabar conmigo.
Busqué en el bolsillo de mi pantalón. Saqué el celular que le había robado a ese hombre.
Un día el entró y dejó su celular en una mesa, yo aproveché y lo tomé a escondidas. Él golpeó a mamá porque pensó que lo tenía ella, no quería que me golpeara a mí, así que no dije nada.
No fue nada difícil desbloquearlo cuando se lo quité, de hecho, podría decir que fue suerte que la contraseña sean los cuatros primeros números.
Tener acceso a internet a escondidas era bastante divertido. Pude haberle dicho a mi mamá que yo tenía el celular, pero temí que se enterara "papá". Podía cargarlo con un viejo cargador que por suerte servía, todo a escondidas. A escondidas por veinte años.
Abrí Google y busqué su nombre.
"Edward Hope"
Y de alguna manera, no me sorprendió lo que encontré.
Era un hombre tan buscado por las autoridades. De alguna manera siempre lograba escaparse, nunca duraba en un lugar por más de un mes, pero veo que mamá y yo fuimos la excepción.
Tenía órdenes de arresto desde robos hasta el más violento asesinato.
Ahora lo tenía más que claro, tenía que ir por él.
Cuando de repente, el celular comenzĂł a vibrar. Alguien estaba llamando.
Tragué saliva. Dudé en si contestar o no, pero luego con las manos temblorosas, y la respiración algo agitada, contesté.
—¿Hola...?
—Logan...—abrí los ojos de par en par y quedé mudo. Era él. ¿Cómo cara...?
—Edward...
—¿Edward?—dijo en un tono burlón—¿Ya no soy tu papi?—casi pude ver como sonreía a través del telefono—sabes lo mucho que me encantaba que me dijeras así... ¿No? Recuerdo hace diez años, cuando fui por ti—él hizo un enfoque en "por ti". Solo me dio asco—tú madre ya era un poco vieja para mí gusto, quería probar algo nuevo, y tú eras perfecto para eso. Eras joven, hermoso; ah, eso último lo sacaste de mí, está muy cla...
—Vete a la mierda—hablé casi en automático—¿Cómo supiste que yo tengo este celular?
—Lo vi una vez que baje a verlos—explico con tranquilidad—pero no dije nada porque nunca creí que lograrías escapar—quedó en silencio un momento—si haces algo para que me encierren, juro que mataré antes. Y me divertiré contigo por última vez.
Quedé paralizado por unos segundos, pero luego suspiré y sonreí un poco, como si fuera capaz de verme.
—Pues veamos que pasa—Y sin dejarlo responder corté.
Fui primero a la cocina y tomé el cuchillo más grande que encontré. Salí de la casa por una ventana sin que me vieran y fui lo más lejos posible, llevaba una camisa a rayas negras y blancas, unos jeans y zapatos converse. A lo lejos vi una chica con una gabardina marrón. Guardé mi cuchillo y me acerqué a ella lentamente, y en cuanto menos se lo esperó, pusé el cuchillo en su cuello y presioné. Soltó gritos ahogados mientras moría. La sangre se deslizaba por su cuello brillando por la luz de las lámparas cercanas. Ella cayó al suelo, y yo me puse su gabardina. Saqué el celular y comencé el proceso de rastrear el número de Edward. Lo bueno de tener internet sin supervisión es que si investigas en lo más profundo y oscuro de la web aprendes muchas cosas, unas más buenas que otras.
Caminé hasta la dirección que encontré y di con un simple apartamento. Fue extraño porqué era un maldito criminal, ¿Cómo podía estar ahí y no ser encontrado por la policía?
Digo, puede ser fácilmente algún tipo de trampa, así que entré por la ventana.
No habĂ­a nada dentro de la casa, literalmente nada.
Caminé con cuidado y el cuchillo en mi mano, miré en los cuartos, en la cocina, en el baño y no estaba nadie.
marqué al número que había llamado Edward y se escuchó en lo bajo. En el sótano.
Era un desgraciado.
Abrí la pequeña puerta que me llevaba abajo. Encendí la linterna del celular y bajé con cuidado. Iluminé mis alrededores y no había nadie. Seguí el sonido de llamada y me encontré con un teléfono que tenía un papel pegado que decía: "da la vuelta".
Antes de que pudiera girar la cabeza por completo, sentí un golpe en la cabeza que me dejó inconsciente. Pero antes de caer por completo, puede ver a Edward mirándome burlesco.
****
SentĂ­ golpecitos en la cara, lo cual me hizo despertar. Pude ver mi camisa y la gabardina que le habĂ­a robado a la chica tiradas a un lado. Me dolĂ­a todo el cuerpo.
Edward estaba en frente de mĂ­.
—Hasta que al fin despiertas, Logan.
—¿P-por qué tengo el torso desnudo?—salió de mi boca casi en automático. Él relamió sus labios. Lo vi asqueroso. Lo miré desafiante pero no se inmutó—. Vete a la mierda—bajé la mirada.
Él bufó.
—Vamos, no te hagas el santo—subí mi vista a sus ojos. Fruncí el ceño en confusión—. Por favor, aquí entre nos; yo sé que tú sabías que todo lo que yo hacía estaba mal. Tuviste el suficiente acceso a internet como para saber que lo que le hacía a tu madre estaba mal, incluso lo que te hacía a ti. Dime, si lo sabías, ¿Porque nunca dijiste nada cuando golpeé a tu madre cuando tú habías robado mi celular?
—¿Por qué la golpeaste a ella si sabías que yo tenía el celular?—contraataqué.
Él soltó una risa leve, algo sarcástica.
—Quería ver hasta donde llegaba tu narcisismo—nos hundimos en un espeso silencio. Sus ojos grises conectando con mis ojos azules—. Mírate, no sabes ni que decir, porque sabes que tengo razón. Dios santo, ¿Cómo funciona tu cerebro? Eres un sociópata que es capaz de lanzar a los demás al fuego con tal de salvarte, pero a la vez vienes a querer creerte un justiciero—alzó su mano y me mostró el cuchillo que yo había sacado de la cocina—. Lo encontré en tu gabardina. ¿Qué planeabas hacer? Está manchado de sangre, supongo que tomaste la vida de alguien antes de venir. Vaya, Logan, tal parece que tú y yo no somos tan diferentes.
—Cállate—le corté—. Yo no soy como tú. Tú me mantuviste encerrado durante veinte años desde que nací, matarte no sería suficiente para vengar todo lo que me hiciste.
—¿"Me hiciste"?—Edward apoyó su cara en la palma de su mano—. Bueno, al menos estamos empezando a ser honestos. Ya dejaste de lado a tu madre. Quiero decir; si es que alguna vez pensaste en ella...
Él volvió a esbozar una sonrisa por mi silencio.
—Yo no te debo explicaciones sobre porque hago lo que hago—fue lo único que pude decir.
—Oh, no—habló en un tono entusiasmado—. Descuida, descuida, entre idiotas no nos juzgamos—luego, su tono cambió drásticamente a uno más serio—. Pero debes saber, que yo podré ser lo que tú quieras, pero al menos yo lo admito.
Luego frunció más el ceño, y clavó el cuchillo sin piedad en mi ojo. Mientras se desangraba lo clavó en el otro y me dejó ahí tirado, desangrándose y gritando. Me revolqué en el piso del dolor, grité hasta sentir mis cuerdas vocales arder y quebrarse. Puse mis manos en mis cuentas, pero obviamente no sirvió de nada.
Edward tomĂł mi cuello con sus manos y apretĂł, apretĂł y apretĂł...
Hasta que dejé de luchar. Se supone ya no estaba vivo, yo no me sentía vivo, pero de alguna forma, podía seguir viéndolo.
Edward me mirĂł sin expresiĂłn alguna, casi con asco.
De repente sentĂ­ mi piel y mis cuencas calentarse. Edward pareciĂł notar algo, porque se acercĂł a mĂ­ con curiosidad.
Y me sentĂ­ poderoso.
Me sentĂ­ capaz de todo, me sentĂ­ fuerte e invencible. SentĂ­ que una parte de mi que habĂ­a sido apresada habĂ­a logrado librarse y ahora estaba lista para lo que sea. SentĂ­ unas ganas inmensas de acabar con esto.
Mis manos fueron directamente hacia el cuello de Edward y apreté con una fuerza que soy incapaz de describir. Pude ver la mirada impregnada de miedo en los ojos de ese asqueroso hombre, capaz de insultarme y creerse superior en algún modo. Apreté con tanta fuerza que oí sus huesos quebrarse. Vi como la vida se le escapaba por los ojos.
Edward cayĂł muerto al suelo, su mirada estaba perdida y vacĂ­a.
Realmente había disfrutado eso, fue una lastima que haya acabado tan rápido.
—Fue un placer conocerte, Edward—musité como si él fuera capaz de oirme—. Espero que te entretengas en el infierno.
Volví a colocarme la camisa y la gabardina que estaba tirada en el suelo. Cuando me dispuse a salir del apartamento me miré en un espejo lleno de polvo. Lucia exactamente igual a mí reflejo deforme que había visto en mi ahora antiguo hogar; piel gris, ojos negros con el iris blanco y brillante, de los cuales chorreaban sangre.
Me puse unos guantes que usaba Edward y con el dedo escribĂ­ sobre el polvo del espejo:
"Logan Hayes estuvo aquĂ­".
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Nota: el apellido se pronuncia "Heis"
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