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Ojos purpura

Al principio, solo eran ruidos ocasionales durante la madrugada. “Son los materiales viejos de esta casa los que crujen, no pasa nada”, me decía somnoliento antes de volver a dormirme. Con el paso de los días, mi "buen descanso" se fue desmoronando. Los ruidos nocturnos eran más fuertes y persistentes, pero lo peor eran las sombras. Al principio, apenas eran figuras oscuras que se desvanecían por el rabillo del ojo, fugaces durante el día. Sin embargo, pronto empezaron a merodear libremente en las habitaciones con las luces apagadas. “Me estoy sugestionando demasiado”, pensé una noche. “Desde ahora, no veré más videos de terror antes de dormir”. Cerré puertas y cortinas, apagué las luces y puse música ambiental para calmarme. Mi cama estaba perfecta: sábanas recién lavadas, edredones de algodón que me mantenían calientito. “Esta noche dormiré como un nene, sin preocupaciones”, me dije con convicción. Apenas cerré los ojos, caí en un sueño profundo, casi lúcido. Todo parecía marchar de maravilla, hasta que una extraña sensación de paranoia comenzó a invadirme. ¿Alguien me estaba observando? El sueño se tornó lento, gris y opresivo. Yo ya no era yo. Era alguien más, sosteniendo un teléfono celular mientras grababa algo en una habitación extrañamente normal. Las risas de niños llenaban el aire, pero no había ningún niño a la vista. La habitación tenía una cama, un buró, un armario, y un espejo grande en el fondo. “¿Qué es esta habitación? ¿Por qué no puedo moverme a voluntad?” A través del espejo, una figura oscura se asomó, desvaneciéndose en cuanto intenté observarla con más detenimiento. La persona que sostenía el teléfono dejó de grabar y empezó a deslizar videos en la pantalla. “¡Oye, oye! Detente un momento. ¡Algo nos está acechando!” El tiempo parecía ralentizarse mientras él seguía deslizando. Finalmente, se detuvo en un video que mostraba un bucle infinito: la pantalla del teléfono reflejaba la misma imagen una y otra vez. “¿Qué demonios es esto? ¡Muévete! ¿Me escuchas?” sin darme cuenta, un rostro extraño apareció desde la esquina inferior derecha de la pantalla. Era una criatura con ojos enormes, sin párpados, y pupilas de un púrpura profundo que parecían devorarme con su mirada. “Qué mierda…” Antes de que pudiera reaccionar, la criatura se esfumó, liberando el tiempo y permitiéndome retomar el control de mi cuerpo. Giré rápidamente para buscarla, pero fue en vano. La criatura saltó sobre mí, congelando de nuevo el tiempo mientras ambos caíamos al suelo. Escuché susurros incomprensibles, un profundo escalofrío que se transformó en terror puro al darme cuenta que esa creatura me observaba con sus ojos espectrales cada vez más grandes, en cuyas pupilas ardían multitudes de almas como brazas en una fogata, mi cuerpo se desvaneció en cenizas sin poder aliviar en un grito el terror que me ocasionó. Desperté sobresaltado. Mis brazos estaban entumidos y un terrible mareo me envolvía, como si acabara de bajar de un barco en altamar. Desde esa noche, cada vez que la luz del día se termina, lámparas y velas iluminan cada habitación, especialmente la mía. Aún temo quedarme dormido, pues esta mañana, encontré mi teléfono encendido. Había un video que no recordaba haber grabado: mi cuarto, pero desde un ángulo imposible. Y al fondo, esos ojos ahuevados, inmóviles… observándome.

-F.R

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Aún no está todo perdido; Aún puedes sonreír a un extraño, acariciar a un animal, tocar la corteza de un árbol, admirar la belleza de un jardín, escuchar la risa de los niños que juegan en la calle, el amor que sobrevive en algunos ancianos, disfrutar la brisa que mueve tus cabellos, el aroma de un perfume, el sabor de un café por la mañana, la música que resuena en tu interior.

Aún podemos hacer la diferencia en este día.

-F.R

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¿Por qué no puedes solo buscar el agua?

Fuiste muy clara contigo misma el día en que el techo de madera se traslucía para permitir al cosmos llegar a tus ojos e inundarlos de agua salada.

Eres Agua. Regresa al agua. Necesitas agua.

Sí, estabas intoxicada por la psilocibina.

Pero fuiste clara en poner en tus palabras aquello que hace muchísimo tiempo querías decir.

¿Que haces buscando de nuevo el calor del fuego? ¿No ves que llevabas años evaporando tu ser?

Dejate enfriar, dejate condensar, dejate congelar.

¿Estás segura de que vas por un camino que quieres transitar? ¿Estás segura de estar lista para correr sin haber descansado de tan largo transitar?

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Hi there Ren

It's been a little while, did you miss me?

You thought you'd buried me, didn't you?

Risky, 'cause i always come back

Dee down you know that

Deep down you know I'm always in periphery

Ren aren't you pleased to see me?

It's been weeks since we spoke, bro you know you need me

You're the sheep, I'm the shepherd, not your place to lead me

Not your place to be beating off the hand that feeds me

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— natalie díaz, from “american arithmetic”, postcolonial love poem (via letsbelonelytogetherr)

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Memorias de una geisha - Arthur Golden

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Hoy en día, mucha gente se cree que elige su vida; pero en mis tiempos pensábamos que éramos trozos de arcilla que llevan impresa para siempre las huellas de todos los que nos han tocado.

Arthur Golden, Memorias de una geisha.

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You don’t need to be loud to be heard. — Mr. Nobody 📎 Download the free zine

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La Piel Que Habito (2011)

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a coffin is too ordinary for your body, I'd bury you in my own arms

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Sometimes the strongest thing you can do is stay soft in a world that taught you to harden. — Mr. Nobody