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Con una escala en Amsterdam
una novela leeré
En la cara dos barbijos
Y en la mochila otros más
Mis manos frías temblarán
El cielo rojo vibrará
El miedo que me da volar
Aunque sea con alguien más
Culpa siempre culpa
siempre
Miedo y culpa van
al frente
De lo que no recordaré

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DERIVAS / Entrevistas a 3 artistas salteñas que viven en Buenos Aires
Este ciclo se realiza como un modo de contar experiencias en primera persona de artistas salteñas que viven en Buenos Aires. Enmarcado en la conmemoración del 200 aniversario del fallecimiento de Güemes, las artistas comparten un recorte de su trabajo, ponen voz a las experiencias vividas entre las dos provincias y reflexionan sobre el legado cultural.
Entrevisté a Florencia Blanco, Josefina Caron y Tita Aybar, en el marco del ciclo DERIVAS.
Conversamos sobre sus recorridos artísticos, la infancia y la relación con Salta, y algunos pensamientos sobre el arte que emanan de sus practicas artísticas.
En el link se puede acceder a los videos de cada una de las entrevistas.
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Curaduría y texto de la muestra Señora de Josefina Labourt en Piedras Galería. Nota publicada en Artishock
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No había posteado esta muestra
A fines de 2019 inauguramos OLEOS DE PING PONG, de María Guerrieri. Una muestra de pinturas al OLEO tan brillante como lo es la obra de María.
Salieron muchas notas en los medios, yo conté 8 en su momento, todas googleables y hasta una impresa.
Esto fue lo que escribí en su momento:
Guerrieri. Ouvrard. Morandi
Es el año 1985. El cielo se ve en tonos de naranja rojo y amarillo, aún con estos colores no se distingue la forma de las nubes. Al centro, apenas hacia la izquierda, flota en el cielo una pelotita redonda como de ping pong con aura de huevo frito ocupando el lugar del sol. La línea del horizonte separa el cuadro en dos. Abajo, tres son los camotes o batatas que toman sol apoyados en el suelo de pasto verde y tierra marrón. La pintura no es muy grande, mide treinta y cinco de alto por cincuenta de ancho en centímetros. La técnica, pastel sobre cartón. Esta pintura está en la tapa del libro que reúne ochenta obras del pintor rosarino Luis Ouvrard hechas en el período entre 1916 y 1986.
Es el año 1954. Tres botellones de vidrio grueso y un cuenco de cerámica descansan sobre una mesa marrón muy oscura. Una línea horizontal al medio traza el horizonte y divide a la pintura en dos partes. Hace un paisaje. Hace una naturaleza muerta. La luz desde arriba ilumina de forma pareja los objetos. Esta pintura tampoco es muy grande, mide treinta de alto por cuarenta y cinco de ancho en centímetros. La técnica, óleo espeso y recargado sobre tela. Forma parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes y fue hecha por el boloñés Giorgio Morandi.
Es el año 2019. Octubre. Visito a María Guerrieri en su casa taller por primera vez. En la planta baja pinta una serie muy minuciosa de ladrillos marrones como el adobe que se usa para las construcciones. Los rectángulos forman cuerpos, mapas y geografías de ciudades que no existen. En la planta alta de la casa taller, en medio de un despliegue de piezas de cerámica realizadas en los últimos años, pinta con óleo una serie de doce pinturas: óleos de ping pong.
Es el año 2020. Me llama la atención que en las pinturas no hay rivales ni oponentes. En los óleos no se trata de ganar o perder un partido, ni siquiera de competir, sino de pelotear: seguir el movimiento de la pelota conectando cuerpo y espacio en un diálogo. Los óleos están hablando de arte y de deporte intercaladamente y casi sin distinción, diciendo que la paleta de colores intensos como el azul ftalo, el rojo vibrante, el amarillo fosforescente, o el óleo sin diluir generan una textura de merengue, que dan ganas de tocar, comer y oler. El color de la pelotita naranja flúor, la mesa azul con líneas blancas, la falsa escuadra y la forma triangular están presentes.
Se podría ordenar la serie en tres, dividir en Paisaje con mesas, Naturaleza muerta con paletas y Figura humana marcando movimientos. Dividir en tres colores: rojo, azul, verde, y ver en la sala un montaje entre complementarios. Azul, color del soporte del tenis de mesa profesional. Marcar un tema: el ping pong. Pero parece que estas jerarquías que sirvieron de base a la artista para organizar un principio y una forma de entrenamiento han sido desbordadas. Tratar de contener la expansión en el trabajo de María desdibujaría su sentido; su trabajo rompe de una vez y con humor los mandatos en la tradición de la pintura, como el formato y los temas que aún hoy recaen sobre las pintoras.
En esta serie de pinturas transpone sus saberes artísticos desde lo aprendido hacia lo aprehendido. Juega ella y nos hace jugar en la historia de la pintura, las influencias de Ouvrard, Morandi y Fígari, los géneros, los temas, los colores y los tamaños. Y esta vez juega un partido de belleza rara y saturante. Los óleos del ping pong se ubican en un peloteo sin competencia acerca de las formas posibles de ser y hacer en el arte local.
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Este año nos quitó mucho.
La muerte asomó cerca y lejos. Este año se murió Rosario Bléfari, y le hicimos esta ofrenda bellísima, sensible, colaborativa y federal. Se puede descargar desde aquí.
Participan:
Ana Inés López. Andrea Danelli y María Anelli. Antolín. Beatriz Vignoli. Ezequiel Radusky. Flavia Garione. Flor Cugat. Javier Punga. Javier Sisti Ripoll. Manuela Vecino. Natalia Acosta. Paula Trama. Rodri Barcos. Tomás Fox. Valeria López Muñoz. Vir Negri. Activaciön Monasterio/Cösmiko Galería Club. Ana Wandzik. Fátima Pecci Carou. Franco Melhose. Javier Punga. Lu Gasconi. María Guerrieri. Maximiliano Masuelli. Muriel Bellini. Pablo Masino. Santiago Motorizado. Santiago Gasquet. Iván Rosado y Valeria López Muñoz. Rosario Bléfari y Tomás Fox
editorxs: Vale López Muñoz, Flor Cugat, Guada Creche, Revista Jennifer
diseño: Agus Ceretti
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Este 2020 editamos junto a Mario Scorzelli el especial NUESTRXS MUSEOS. La edición completa se puede descargar desde Revista Jennifer.
Nuestrxs Musexs 34 pag. Argentina, 2020. Publicación digital de Revista Jennifer. Editada por Guadalupe Creche y Mario Scorzelli con textos de Federico Baeza, Carla Barbero, Laura Valdivieso, Sebastián Vidal Mackinson, Rodrigo Barcos, Marcela López Sastre, Manola Aramburu, Jimena Ferreiro y Sofía Dourron. 34 pag. Argentina, 2020.
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Repatriadísima. Crónica de un viaje de mierda y dos obras que me gustan
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Jornadas sobre el dibujo con invitados espaciales durante mi residencia en Piedras Galería 2019. Participaron: Carla Grunauer. Martín Legón. Mario Scorzelli. Santiago Gasquet. Ft. Clara Esborraz
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Curaduría y texto para Sucia y desprolija. La muestra de Clara Esborraz en Piedras Galería.
Hay una lista de tareas dividida entre martes y jueves escrita con tiza blanca sobre la mesa: - Lavar la ropa - Pasaporte - Coordinar con Maguit publicaciones FYP - Modista - Tema pago cine - Hablar con Ester - 12.30 pueyrredón y santa fé - 10 hs. reunión tirco - 13 hs. Visita guiada - Regalo Lau - Revisar comienzo - Cambiar la escala al espectro respecto al poeta. 7 preguntas en mayúsculas de imprenta. Sobre una de ellas reposa un vaso de vidrio grueso que tiene adentro restos de yogurt viejo, una cucharita de metal y un cuchillo que fue usado para cortar en dos una feta de queso tybo. Al lado, una riñonera rosa de plush apoyada al revés. En la punta una notebook gris que sobre su propia funda protectora reproduce desde chrome una canción en youtube que se escucha áspera y saturada porque los parlantes están rotos. Al frente, una silla de madera y pana con el asiento desfondado que deja salir de su interior el relleno de goma espuma marrón. Al fondo, la cama queen size con sábanas grises, destendida, ropa interior hecha un bollo y un ponchito azul de lana a la altura de la almohada. Detrás, el relieve de las molduras sobresale de la pared. Es Julio y hace frío cuando recibo esta foto de la habitación.
Hace casi 4 años que conozco a Clara y esta no es la primera muestra en la que trabajamos juntas. Con Clara hablamos y nos alimentamos. Decidimos que en esta muestra los dibujos son deseos que se cumplen.
Pienso en artistas a las que agrupo para hablar de una idea aquí importante: ellas generan imágenes eróticas, sexuales, lesbianas, por fuera de lo androcéntrico. No sólo en el arte, pero si desde él y con las pretensiones de sacudir la iconografía que conforma eso que se ha establecido o más bien impuesto en un lugar dentro del imaginario colectivo. El año pasado vimos en la muestra de Mariette Lydis, en un rincón tras bambalinas con poca luz, dibujos de mujeres desnudas, besándose, tocándose, teniendo sexo, que fueron parte de sus trabajos como ilustradora para las publicaciones realizadas en Francia que María Cristina posee casi en su totalidad, a causa del coleccionismo apasionado que llevó adelante junto a su marido Jorge Luis Correa. A las dos nos llamó la atención el mismo dibujo de dos mujeres acostadas besándose en la boca. Ese dibujo es una ilustración que forma parte del libro Les chansons de Billitis de 1948 y ahora de uno de los dibujos que miran las chicas en la habitación de la serie Sucia y desprolija de Clara. 2019 y Albertina Carri presenta en la película Las hijas del fuego escenas explícitas de sexo entre mujeres, cuerpos en la pantalla entregados al goce sexual, imágenes de placer propuestas desde un lugar diferente al que acostumbramos a ver, muy alejadas de la tradición y más cercanas a la exploración y al contagio. 1968 y se publica el Manifiesto scum de Valerie Solanas, con el feminismo radical a flor de piel, la lucidez femenina y ser mujer como elección, acabar con la figura construida del hombre genio del arte, el hombre héroe y la mujer reducida a un rol contemplativo que la distrae de la acción. Abril de 2019 en esta misma galería, Fátima Pecci Carou presenta en su muestra Las otras en los pliegues de la historia, un biombo con pinturas representando a mujeres de la historia argentina y latinoamericana desde una perspectiva feminista y decolonial. Las figuras pintadas provienen tanto de la historia como de la imaginación. Forman parte del ámbito público como del ámbito más privado y anónimo. Entre diciembre 2019 y enero 2020 Clara presenta en Sucia y desprolija, su muestra individual, una ficción construida a partir de dibujos que suceden dentro de una habitación montada a su vez en dos salas, que se distinguen a primera vista por el color amarillo del piso en la sala de atrás: en la de adelante, siete dibujos alineados como la partitura que antecede a la sala contigua, mujeres que están desnudas, usan tangas con estrás compradas en Once, ropa de látex adherida al cuerpo, botas rosadas de satén con taco aguja. Comparten una bañera mientras fuman puchitos y toman café. Se montan en la desnudez y se las ve cansadas de permanecer. Desde la mirada de cada unx, en el cine, la literatura, y las visuales, el arte, la política, la sexualidad y el lesbianismo cruzan la obra de estas artistas. Atravesada por intuiciones fruto de la propia práctica de noches en desvelo dándole al pensamiento con la birome sobre el papel, el método de Clara para esta serie consiste, como en una película de drama y suspenso, en que los personajes permanezcan en una misma habitación, exacerbando así el comportamiento de las dibujadas como se exacerba el comportamiento de cualquier persona que permanece encerrada. Las caracteriza una vejez prematura, pero ¿qué sucede con esa vejez?, porque es una vejez deseada, hay un disfrute de estar juntas que convierte esos estados en rituales de conexión entre ellas, en un clima del plano del sueño, se las ve liberadas de cualquier cosa que exista por fuera del cuarto ubicado en el cuarto piso del edificio de Once. Es este cuarto en el que Clara vive y trabaja. Es la mesa sobre la que dibuja, la cama sobre la que duerme. Las tazas de café de la mañana y de la tarde, las trenzadas en el pelo, las charlas, los pensamientos, el miedo, la empatía, el enojo, el llanto y el baile desenfrenado. Todo dentro de 4 paredes que sostienen al techo que se descascara sobre este universo onírico exasperado donde no se duerme.
Me pregunto qué lugar ocupa ahora mismo la mujer en el imaginario de las artes visuales. No basta con hacer una muestra o dos o tres de mujeres. No basta con la agenda. Qué son las tan llamadas y repetidas otras formas. Cómo es que no dejamos de encontrar inspiración y amor en reunirnos con amigas, en leer a Donna, en mirar las pelis de Martel, en las crónicas de Preciado, en Colette de Moreno, y entre tantxs autoras. Los encuentros se facilitan cuando no hay puertas que cerrar y abrir. La sala de dibujos está conectada sin puertas con doble entrada a la sala de fantasía, un escenario provisto para dar rienda a nuestra herramienta política más importante, aunque subestimada, la imaginación: la capacidad de confrontar y rehacer la realidad mediante la utilización de los poderes creativos de la mente y el espíritu. La imaginación es una parte inherente del activismo y de la organización comunitaria, que vitaliza y trae nuevas perspectivas al trabajo. En esta muestra de Clara no hay puertas ni prejuicios que separen a un universo de otro, hay 7 dibujos y 7 preguntas.
Texto para la muestra Sucia y desprolija de Clara Esborraz en Piedras Galería. Enero 2020.
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La llaga perfecta
Josefina Labourt en Piedras Galería

Una resistencia a la normalización narrada entre la boca, la lengua y el paladar en tres experiencias con la obra de Josefina Labourt para pensar la potencia del arte de un modo similar al de las células madre: partes que en su orígen no pertenecen a ningún órgano pero que pueden llegar a formar parte de cualquiera.
Con las partes. Hay en escena un cuerpo flotando como una hoja en blanco, con una gramática, con una forma de ordenar. Dos manitos lo tocan, lo presionan, lo acarician y lo rascan, le activan la memoria con el tacto. La sala también empezó en blanco como el cuerpo y la hoja, pero una a una las superficies se fueron contagiando. En esas manitos de cartapesta que se refriegan contra la piel está la tecnología fuera de la piel. Se sostiene con dos palitos de madera, como títeres de representaciones teatrales en un espectro fantasmal en el que un cuerpo opera los movimientos, otro se deja tocar y otro no posee movimiento por sí mismo. Fuera de escena en la sala de al lado múltiples realidades y obras, órganos y exórganos, están distribuidos en el espacio entre lo orgánico y lo inorgánico como la red que constituye al aparato somático, donde la respiración abre una y otra vez hacia fuera del cuerpo. En ese afuera las partes de las cosas pueden parecer agregados y simular estar fosilizadas.
Con las cosas. Parada en medio de la sala rodeada de pieles de cosas vivas y muertas, de proyecciones de máquinas que no pueden soñar, me cobijo en un abrazo de pieles peludas y la veo besar a una pintura que está a punto de explotar. Las cosas son el tronco de banano hinchado y con acné, la curita. La resina brillante. La fritanga, la cajita feliz, los ingredientes para el vómito perfecto, para un v��mito bello. Pero no manejo este sueño maquinal y la ansiedad no me permite estar quieta en lugares cerrados. Quiero tocarlo todo. – whaaaaaattt? how much? Y el tiempo visible en las arrugas en la frente y en las manchas de humedad, todo salido de ese sueño oscuro que se cuenta por el mismo lugar que se come: por la boquita pintada de una vida marcada por deberes y deseos. Quizás también las cosas te hagan sentir algo.
Con los modos. La llaga perfecta es una muestra que interviene el espacio, lo modifica y reinventa las obras en su conjunto conduciendo a otras formas ligadas a la vida nómade y volátil, en una tradición de artistas que hacen de la subjetividad una plataforma de transformación deforme. Una mutación que se acompaña con el estado de las cosas cotidianas y cercanas. Una mutación que cuestiona lo indicado como modos habituales de sentir.



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Espíritu nómade
Barro. 29 de agosto al 12 de octubre.
Artistas: Josefina Labourt. Maruki Nowacki. Cristina Coll. Xil Buffone

Txt de sala: La galería Barro presenta una nueva edición de Cámara, ciclo dedicado al desarrollo de pequeños ensayos curatoriales, ejercicios de pensamiento libre en su criterio de selección. En esta oportunidad nos permitimos explorar el cruce entre cuarto artistas de generaciones distintas y distantes, y que entendemos hermanadas en un ánimo común más allá de las obras. Su encuentro tiene para nosotros la belleza del hápax griego, ese fenómeno que nombra a una palabra que sólo aparece una vez en la lengua y de la que sólo existe un único registro. En la cercanía de sus ideas y en la afinidad de sus modos de pensamiento experimentamos el retorno de los sonidos en una aliteración, pares consonantes que replican y vuelven para evocar un tono sin rumbo, compartiendo latitud e idioma.
Hacia finales de la década del noventa Xil Buffone (1966) terminaba una serie de pinturas blandas. Poco conocidas, parecían acercamientos paródicos a la sensualidad de O´Keeffe y a la pictografía esculutral de Oldenburg; de la primera tomaría la sexualización orgánica de las formas naturales, del segundo el relieve anamórfico y las relaciones de consumo, aunque menos irónicas y más trascendentes. Como en Grippo o Steiner, el interés de la artista estaba puesto en la transmutación de la energía más que en flujo propio de la mercancía. Sin énfasis aparente, deja verse también lo siniestro metaforizante lindando con lo monstruoso. No sólo las cosas se asemejan por sus juegos homofónicos (papa por padre, “los ojos de la papa” como ojos literales, deseo sexual en el dicho antiguo "Verle el ojo a la papa") sino también en su igualar por similitud; en sus hongos, repollos y chauchas las formas volumétricas aparecen claramente como órganos o sexos. En semejanza y unión por el lugar que le otorga a la deformidad (que en su caso incluye la alimentación y lo orgánico), el trabajo de Josefina Labourt (1985) comparte en esencia una dicción. Como en los sueños, sus piezas trazan encadenamientos arcaicos con variantes simbólicas de distintas épocas: un útero con tripas de trapo y cuero puede ser, hipertrofiada, una osamenta; un labio de chicle da contexto a la torsión de todo un rostro, plástico expandido que sostiene las formas dominantes de la publicidad cosmética. Estas reflexiones materiales son correspondencias que dan por resultado, en su inocente inventar obsceno, a veces repulsivo y detestable, una buscada feminidad sombría en connivencia con cierta tensión de vigilia, casi onírica, admirablemente sostenida en la mayoría de sus obras.
En eco, y sin ningún tipo de intención concreta, Cristina Coll (1956) había comenzado a finales del siglo pasado una serie de video performances caseras; colocaba una cámara fija, generalmente en su hogar, y documentaba alguna acción. Sin saberlo, a su modo fue una pionera de un tipo en particular de video local, incluso antes de que los salones y concursos aceptaran este tipo de material como producción artística de competencia. De hecho, tuvo ruedo en la sección de cortos en los festivales de cine independiente por no encajar con los cánones de obra establecidos por los espacios de exhibición de la época. En Baño, una de sus primeras piezas, se la ve frente al espejo del botiquín de su casa enjabonándose la cara con una brocha para luego afeitarse a cuchilla. En Persona, el video que presentamos, se documenta en nueve minutos el proceso de maquillaje y desmaquillaje al que la artista se entrega sin mayor propósito que el de registrar la acción. En la insistencia, como quien lucha contra la memoria de un material, el rostro se somete y deforma en confrontación con las imágenes clásicas del acto de maquillarse. Por aquellos años el de Coll es un activismo solitario, sin teoría ni consciencia concreta, un grito mudo al margen del género. En paralelo se exhiben algunos dibujos de su serie Tortines, personajes indeterminados que la artista realizara años más tarde. Compartiendo una estrella la obra de Maruki Nowacki (1981) rememora desde el título un pasaje de transformación: en Real, absurdo, irreal (de su primer muestra individual Soñé que me rapaba, me convertía en varón y desfilaba con un papel entre los dientes) no puede determinarse un carácter preciso. El orden de su mundo es indiscernible: la mano blanca momificada, dura y pesada, encalla cubierta de cal en una estructura etérea dejando un pase leve y no muy claro entre lo físico y lo químico, entre lo amorfo y lo antropomorfo, entre lo pasivo y activo, lo metafórico y concreto. Cuesta definir incluso si la voz de la artista contiene cierta alegría extraña. Si nos guiamos por sus delicados paneles y ropas tendidas pueden deducirse pieles femeninas, algo de Eva Hesse procesando al fin las evocaciones lábiles del pop, algo de Meret Oppenheim en la simpleza iconoclasta del surrealismo cotidiano.
Guadalupe Creche y Martín Legón
Fotografías de sala de Satiago Orti.





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LA AUSENCIA COMO UNA BALA QUE TE ATRAVIESA EL CUERPO
TXT para la muestra de Hernando Migueles en Tøpica Tucumán
Una forma de conocer los hechos es contemplarlos como si nunca los hubiésemos visto, hacer de lo conocido un enigma para que en el extrañamiento se suelte parte del decorado permanente de nuestras mentes, incomodando así a alguno de nuestros prejuicios.No se sabe a dónde irá una bala una vez que se dispara.Es posible sobrevivir al ser disparadx varias veces incluso, pero en gran medida todo se reduce al camino que toman esas balas en el cuerpo.¿Se sabe a dónde irá una obra una vez que se hace?. Dudo de todo lo que está bien visto. De todo lo aceptado, y aquí además dudo de lo no visto: la ausencia. En el cuerpo que sostiene al pez, en la mano izquierda que construyó de la mujer sobre el recuadro negro,en la indiscreción de los recortes,en la repetición de las líneas que vienen y van formando lazos, cuadrículas y puntitos, enjambres de formas insistentes que generan planos geométricos y redes más fuertes que el papel que las sostiene. Porque lo de sostenerse una ficción. El papel no sostiene al tejido ni el tejido sostiene al papel, lo que existe entre ambos es el poder, eso que no está visible.
Cinco años atrás Nando dibujaba un paisaje verde pasto con flores amarillas que se colaba por una ventana, sobrenatural, en un lugar histórico del encuentro entre la imaginación y la realidad, un club. También ahí había cuadrados negros de tela bordados como si el color negro pudiera ser tornasolado, como si el cuadrado pudiera camuflar su forma, como si un pez pudiese vivir fuera del agua en una fantasía irracional de ensueño atravesada por el ardor intenso de una bala entrando en el cuerpo. Es este el contexto en el que un dibujo puede elegirnos.
Hace muchos años soñé que mi hermano me disparaba por la espalda. Esa noche con esa bala tomé la decisión de haber perdido mi única certeza. Dejé de temerle a la oscuridad y al tiempo, aunque a veces la sensación se repite, como el entramado de hilos que se reúnen en el mismo lugar para formar el punto de un tejido resistente. Porque lo frágil es el papel.En las obras de Nando los dibujos trascienden lo duro o lo blando, parecen exórganos, órganos que están fuera de la piel, fuera del papel y fuera del tejido. Desde las imágenes desprendidas de cuentos y fábulas, desde el miedo o desde el amor, desde la teoría cyborg o desde las contra pedagogías va a tratarse de esto, del encuentro, de tøpica cómo tacto, afinidad y piel. No creo que la exposición como formato en el arte esté agotado. Por eso el negro, por eso el dibujo, porque hoy nuestro refugio es oscuro y es nuestro campo de batalla: un cubo negro cargado de palabras y trazos de un lenguaje incrustado con hilos y agujas que te dice que comas tierra, que seas infiel al origen, a ese origen impuesto e inculcado. A esa trampa tan visible. Las armas se siguen usando porque son eficaces, pero el cuerpo ya no está bajo la piel.
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todo por la alegría de nuestros ojos de niñes, que han crecido
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